viernes, 27 de noviembre de 2009

Poch


Ignacio María Gasca (1956-1998)


Esta es mi entrada número 13: va muy bien contigo, querido Poch. Tenía pensado traerte aquí hace tiempo, pero al final decidí que éste era un buen número para tí. No por nada en especial, o sí; pero en cualquier caso, teniendo en cuenta la caótica estructura de tu mente, estoy seguro de que es el que más gracia te haría. Bien, pues vamos allá:

Hay que tener más de cuarenta años para entender lo que diré ahora: España, entre finales de los 70 y mediados de los 80, vivió su edad de oro musical. El rock progresivo, hard, heavy, etc.. estaba ya pasado de moda; Barcelona languidecía entre el jazz-rock mortalmente aburrido de las bandas "layetanas", el progresivo pasado de rosca, la sardana sinfónica y otros muermos similares -conseguí vender a buen precio aquellos discos-, y el resto de España estaba desaparecido: y ahí surgió el papel de Madrid como alternativa real a la mismísima Londres. Como es lógico, aquí llegó todo con diez años de retraso, y por tanto a nosotros nos pilló la efervescencia de la new wave, el punk y todo aquello: había nacido "La Movida", nombre comercial detestado por muchos, entre los que me encuentro. Y si hay que dar el nombre de una banda que ejemplifique el arranque de esa época (aunque lo de "la movida" comenzó a usarse después), ese nombre es sin duda Kaka de Luxe: de ahí salieron Alaska y los Pegamoides, Radio Futura y otros; fue la primera oleada de algo salvaje y grandioso que alucinó a media Europa. Y al rebufo de eso, comenzaron a llegar a Madrid inquietos jovencillos de todas partes del país a buscarse la vida en este proceloso negocio del rock y el pop.

Y entre esos jovencitos estabas tú. Después de idas y vueltas a tu San Sebastián (me niego a llamarla Donosti: no estoy hablando en vasco), después de dos o tres grupitos que están en la Wikipedia, llegamos a lo verdaderamente interesante: Derribos Arias. Palabras mayores. Para mí, fue la banda más brillante de toda la Movida, de toda la historia musical de España: así soy yo de exagerado. "Branquias bajo el agua", vuestra canción fetiche, no ha sido superada por nadie. Tu enorme formación musical iba desde el tecno de última hora, pasando por la escuela guitarrera de Velvet Underground, hasta la herencia de los grandes diplodocus como Can -orgullo del continente europeo. Pero no sabíamos que había un pero: tú estabas enfermo, sentenciado. No sé desde cuando tuviste la seguridad, desde cuando obraste en consecuencia (según los papeles te lo confirmaron en 1984, pero creo que tú ya sospechabas algo antes, por aquello de la genética): tus desmadres espectaculares, tu inclinación a comerte el mundo en dos bocados influyó en la marcha de tu banda... y Alejo y compañía se tiraban de los pelos: una especie de Syd, pero en otro plan, eras tú. La grabación de vuestro primer LP -en puridad, el único- fue un desastre, y nadie se fiaba de tu solvencia artística; menos aún de tu seriedad a la hora de subir al escenario. Pero yo estuve en dos o tres conciertos de Derribos Arias y, a pesar de tu evidente "falta de seriedad", érais geniales.

Te vi, pocos años después, tomando una copa en La Vía Láctea, aquel santuario de Malasaña en el que tantos vivimos a toda prisa la combustión juvenil: estabas francamente deteriorado. No me atreví a saludarte porque ya sabía que tus gestos iban a medio camino entre las substancias ilegales o no y la enfermedad. Me volví hacia mi acompañante y seguimos hablando de cualquier cosa. Cuando salí no quise mirar: prefiero conservar en mi recuerdo tu imagen de los buenos tiempos. Supe que habías vuelto a tu ciudad para esperar la muerte, y quizá me cayó una lágrima cuando me enteré de que lo inevitable había ocurrido ya.

Suerte, Ignacio: de verdad, es con verdadera emoción como te lo digo. Fuísteis los mejores, y la prueba es que casi nadie se enteró. Pasarán muchos años antes de que vuelva a haber en España algo parecido a Derribos Arias. Otras bandas en cambio -y me niego a dar nombres- se hicieron de oro y son alabadas por toda esa masa de ignorantes que se definen como "aficionados al rock". Viva Miguel Ríos. Por ejemplo. 

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Diccionario de urgencia
Esta vez me niego a poner nombres, como ya he dicho: id a la Wikipedia, si queréis. Solo una pequeña aclaración:

Los inventores de "La Movida" le ponen fecha a la patente: Febrero de 1980. Canito, batería de Tos -luego Los Secretos-, se mata en un accidente de tráfico y se celebra un concierto para honrar su memoria: ahí nace el estúpido término de "La Movida". Y ya me callo.
 

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Ike


Ike Wister (Izear Luster) Turner, Jr. (1931-2007)

Sí. Ese gesto, tan poco sociable, es un tímido indicador del peligro que tienes. No todo van a ser buenos chicos, ¿verdad, Ike? No. Tú eras un malo, un malo malísimo: debes de estar tocando el piano, o la guitarra, en el mismísimo centro del Infierno, haciendo bailar a Satanás y sus muchachos. Porque eso sí: como persona tal vez fueses un horror, pero como músico eres una pieza capital en la historia del rock'n'roll, del rhythm'n'blues, del soul, de casi todos los géneros de raiz "negra", como tu alma. Y aunque la mayor parte de mis muertos preferidos deben de andar entre el Cielo y el Purgatorio, más de uno hay que ha fijado su residencia Abajo: tú por ejemplo. Como siempre he pensado que hay que tener amigos hasta ahí, hoy he bajado a visitarte.

Un psicólogo, o psiquiatra (a mí lo de "ps-" me encanta) diría que en la base de tu manera de ser hay alguna lógica; que haya lógica no quiere decir que haya justificación, pero en fin: en los años treinta -en plena época de la segregación racial- nacer en Mississippi no es la mejor de las opciones para un negro: será muy interesante desde el punto de vista musical, pero en lo demás no. Y si aún encima lo primero que recuerdas de tu infancia (o eso decías) es que a tu padre -un pastor de la iglesia negra local- lo mataron a golpes y patadas una turba de blancos encabronados, pues... no me extraña que salieses un poquito cabrón tú también. Menos mal que desde joven te atrajo la música; si no, habrías acabado muerto en un callejón, en alguna pelea, o en la cárcel. Chico problemático.

Pero en eso hubo suerte: con ocho o nueve años tuviste tu primer trabajo como mozo de carga en una radio local, y ahí te fijaste en los instrumentos: estabas salvado.
Aprendiste a tocar el piano, trabajaste como chico de recados para algunos bluesmen y conociste de primera mano a unos cuantos, que te enseñaron los rudimentos básicos para defenderte con el instrumento. En esa misma emisora ya descubriste los placeres de ser un DJ y, sin haber cumplido los veinte años, ya tenías tu propia banda, Los Reyes del Ritmo, y además del piano ya dominabas la guitarra eléctrica. Y en esa banda tuya estaba Jackie, el saxofonista... y aunque la autoría no está nada clara, hay algo irrebatible: en 1951 -cuatro años antes de Elvis y los demás- tú y tu banda grabásteis Rocket 88, considerada como la primera pieza de rock'n'roll de la historia. Podríamos ahora echarnos un rato discutiendo sobre quién la escribió, pero a estas alturas lo que cuenta son los fríos datos: la grabaste tú con tu banda, en los estudios de la Sun Records y el mismísimo Sam en persona la produjo. Pues ya está. Nadie en aquel momento fue consciente de ello, claro, porque el término r'n'r no existía aún como género, pero la Historia lo verificó años después. Y la vida sigue: tu banda acompaña a grandes del blues como Howlin' Wolf, Ellmore James, Sonny Boy....

Y en un gira por San Louis, en 1956, conoces a una chica de dieciseis años que se llama Anna Mae Bullock, que está loca por cantar en un grupo; tú al principio pasas de ella, pero luego la oyes y la fichas. Y te cuelgas. Y te casas con ella dos años después. Ahora ya no se llama Anna Mae, ahora se llama Tina. Turner. Y desde principios de los años 60 hasta vuestra separación en 1976, Ike & Tina Turner (y las Ikettes) sois uno de los mayores espectáculos en directo que se recuerdan en la historia del rhythm'n'blues y hasta del soul. Vuestros discos son imprescindibles en toda discoteca que se precie, el culo de Tina meneándose con las otras dos Ikettes al ritmo enloquecido de tu guitarra y la banda son inolvidables, las versiones que construyes son demoledoras, todo es un volcán...
"Sí, ya sé, soy un tipo de carácter fuerte", dijiste cuando te preguntaban por las palizas que le dabas a Tina, por tus excesos con la coca o el alcohol, por las broncas que tenías con todo el mundo... Ya, Ike, pero eso no es excusa. El caso es que Tina te dejó y luego le hicieron una película sobre vuestra vida y vuestra banda: tal vez un poco exagerada, en algunas cosas tenías razón, ella no era tampoco un angelito, probablemente hubo más pelea que maltrato puro; pero qué quieres, es su versión la que cuenta. Y mientras tanto tú entrabas y salías de la cárcel, grabaste dos o tres discos pasables, hacías giras en plan memorabilia, y por fin un día se te fue la mano con la coca y reventaste... ¿o fue adrede? En cualquier caso, fin de la historia. Y ya está.

La gente como tú, Ike, ya lo comprenderás, no le cae bien a nadie. Lo malo es que como hay esa puñetera manía de enterrar a la obra con el monstruo, la gente se olvida de tu valor musical, que a mí es lo único que me interesa. Así que por una vez hoy hago de abogado del diablo. Y nunca mejor dicho. Un saludo a Satanás.


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Diccionario de urgencia


Jackie (Brenston): a ver. Esto es un poco lioso, así que resumo: Jackie, saxofonista y cantante de la banda de Ike en 1951, trajo una canción -versión de otra más antigua- a la que llamaron "Rocket 88" (nombre de un un automóvil muy chulo que acababa de salir al mercado) y la leyenda dice que la grabó primero con su propia banda, que según esa misma leyenda se llamaba "Jackie Brenston and his Delta Cats". Pero no hay pruebas de esto. Lo único que se conoce con propiedad es lo que ha quedado: grabación en la Sun Records de Memphis a nombre de Ike Turner and his Kings of Rhythm.
Sam (Phillips): personaje mundial. Era un locutor de radio, técnico de sonido y tan loco por el rhythm'n'blues como por el rockabilly. Fue el creador de la mítica Sun Records, en Memphis. Teniendo en cuenta que el rock'n'roll nace de la unión de los dos géneros citados, no es extraño que él sea el "padre" del invento: descubrió, entre otros, a Ike, a Elvis o a Carl Perkins, y grabó a monstruos como B.B. King, Ellmore James... Una figura imprescindible para entender la historia musical americana.