viernes, 15 de julio de 2011

Años 60: América (II)





"Enseñamos a Dylan lo que habíamos hecho con su canción y dijo: "¡Pero si se puede bailar!"
(Roger -Jim- McGuinn)



Si se trata de hacer un repaso sobre las más importantes bandas británicas es evidente que se debe empezar por los Beatles, ¿verdad? Bien, pues si hablamos de las americanas hay que empezar por los Byrds: este es un hecho objetivo, y por lo tanto está por encima de los gustos particulares de cada uno.

Salvo los muy clásicos, la mayor parte de los aficionados a la música británica dirá que su grupo preferido son los Who, Led Zeppelin, King Crimson, Jethro Tull o cualquier otro. Pero reconozcamos que esa predilección no es objetiva sino que viene dada por el carácter del oyente, que empatiza más con unos que con otros. Hay que diferenciar, por otra parte, dos conceptos que no siempre van unidos: calidad y trascendencia. Las primeras grabaciones de Beatles tal vez no fuesen una maravilla, pero revolucionaron el concepto de la música popular, la airearon, la pusieron patas arriba y gracias a ellos vino todo lo que vino luego. Es decir, que los chicos de Liverpool fueron básicos, imprescindibles para entender cómo se llegó a la época en la que estamos ahora: es el grupo más importante en la historia de la música popular del sigo XX. Y del XXI, al paso que vamos.

Algo parecido sucede en América con los Byrds: a ustedes y a mí tal vez nos gustarán más Jefferson Airplane, Doors, Velvet Underground, Allman Brothers o quienes sean; pero cualquier aficionado serio ha de reconocer la extrema importancia de este grupo. Transcribo seguidamente un pequeño extracto de la opinión que sobre ellos tiene don José María Rey, uno de los mayores especialistas españoles en el tema que nos ocupa:

"The Byrds son la piedra angular del rock americano. Su aparición fue providencial, y su influencia tan decisiva como la de los Beatles o Dylan. Más aún: su bumerán devolvió a estos la inspiración prestada, y planeó sobre las futuras evoluciones de ambos: ni "Rubber soul" ni "Highway 61" existirían sin ellos (…) Parte de sus grabaciones marcan hitos: estrenaron efectos de sonido como el phasing y aparatos como el "oscilador" (sintetizador primigenio). Catalizaron géneros como el folk-rock, el acid-rock o el country-rock (y tuvieron en jaque a la crítica tratando de codificar todo aquello). Por primera vez, algo propio se erguía en la parálisis americana que siguió a la invasión británica: solo había un grupo competente, los Beach Boys; pero, ajenos a los tiempos y a los cambios, seguían con sus playas y sus chicas. Mezcla de casualidad y genio, los Byrds querían ser los Beatles. Y en el camino surgió una chispa completamente nueva: un sonido levitativo de guitarras campanilleantes y un mágico fervor vocal de agridulce belleza".

Justamente: los Byrds son los Beatles americanos. Su creatividad y los juegos de voces que tan bien describe don José María, sumados a la combinación cristalina de las guitarras Rickenbacker y Gretsch que tocaban McGuinn y Gene Clark, dieron como resultado una revolución tan importante como la que habían causado los otros en su isla. Y aunque, por las características radicalmente americanas de este grupo, su influencia parece circunscrita a los Estados Unidos -si exceptuamos, sin ir más lejos, lo que acaba de decirnos el señor Rey sobre Beatles y Dylan-, esos juegos de guitarras y voces fueron escuela para grandes grupos británicos; como los Hollies, por ejemplo: no olvidemos que Graham Nash, su cerebro por entonces, dejó esa banda para unirse a David Crosby (ex Byrds, precisamente) y Stephen Stills (ex Buffalo Springfield) y formar un trío que más tarde se convirtió en cuarteto con la entrada de Neil Young (otro ex Springfield). Esa reunión fue otra de las maravillas vocales nacidas en el mercado americano, pero que consiguió arrasar en todas partes.

Arriba les dejo la versión que hacen los Byrds de una clásica de Dylan. Fue la cara A de su primer single, y demostraban cómo debe hacerse una versión: recreándola. Mientras don Roberto nos larga una pieza de más de cinco minutos con una línea musical monótona que en realidad no es más que un vehículo para su poema, los Byrds demuestran que saben hacer canciones pop, aunque su raíz sea folk: dos minutos y medio. Y como en el pop la letra es lo de menos, la acortan, la modifican incluso. Lo que cuenta es la línea melódica y el ritmo, y eso lo tiene de sobra su versión. No me extraña la sorpresa de don Roberto.

Bueno, pues hasta aquí hemos llegado: el resto lo encontrarán en la Wikipedia, si sienten curiosidad. Y ya seguiremos otro día, que se me ha hecho tarde.


martes, 12 de julio de 2011

Años 60: América (I)



La industria musical vivió una verdadera revolución a mediados de los años 60: se trata de una época decisiva, puesto que es en ella cuando quedan marcadas las directrices que regirán el mercado durante los diez años siguientes. Y por lo tanto se hace necesario completar la perspectiva echando un vistazo al panorama americano: aunque el objeto central de este blog sea la Isla, no podemos saltarnos así como así, olímpicamente, a mis estimados compatriotas. América había suministrado a los británicos la materia prima que necesitaban para actualizarse; y estos, con la British Invasion, les devolvieron el favor: ya no hay deudas. A partir de ahora ambas potencias trabajarán en igualdad de condiciones, empeñados en una fascinante competición creativa.

Los géneros populares en América serán básicamente los mismos que en la Isla, con las diferencias de terminología que ya comenté y teniendo en cuenta las particularidades del país. El carácter americano no es tan inquieto como el británico: si una banda o un solista se hace con el favor de la clientela, esta le será fiel durante mucho tiempo, se lo perdonará todo (ese sentimiento acomodaticio, que en la Isla no surgirá hasta mediados de la década siguiente, va a permitir que mucha gente viva de rentas cuando llegue el ocaso). Y por razón de ese carácter, más dado a la relajación que a la búsqueda constante de los isleños, cualquier estilo que consigue una popularidad aceptable aquí permanece vivo mucho más tiempo que allá.

La psicodelia es un buen ejemplo de esto que digo: un género que en la Isla no estuvo vigente más de dos años, en América impregnó la escena musical por mucho tiempo; diluido en las debidas proporciones o bien mezclado con otros componentes, seguirá siendo uno de los recursos estilísticos de muchas bandas hasta bien entrados los años 70. Hay dos razones fundamentales, y ambas están ya dichas: la fidelidad de los americanos a todo lo que funciona y la evolución del folk en mi país, que giró hacia el rock con tintes hippies. En la Isla, como ya vimos en su día, esa evolución fue hacia el pop. Y como ustedes saben, el pop se reinventa cada día mientras que el rock es muy dado a la inmutabilidad, al endiosamiento (como consecuencia el pop ha muerto dignamente, a su hora, mientras el rock que ahora reina se arrastrará de un modo vergonzoso a partir de 1973, hasta que lleguen los punkies y le aplasten la cabeza: bien hecho, rabiosos hermanos del imperdible).

Otro ejemplo es el blues-rock, que en su esencia permitirá vivir holgadamente a no más de media docena de grupos y solistas en Britannia; el resto de la oferta tendrá que trabajarse mucho las giras (preferentemente americanas o europeas), porque sus ventas de discos serán menores. Aquí en cambio, cualquier fusión del rock con los géneros raíces de las dos razas mayoritarias presentes -es decir, el blues y el country; o el folk en general, si quieren- tiene un sitio asegurado para mucho tiempo en las listas de éxitos. La gran extensión y variedad de los Estados Unidos hace que incluso dentro de ese género surjan vástagos como el blues rock sureño, el blues rock psicodélico, etc.

Pero esa tendencia conservadora que anida en gran parte de los parroquianos no le hace ningún bien a las mentes inquietas, que de todo hay en este enorme y variopinto país: recordarán que cuando hice la presentación en sociedad del rock progresivo ceñí ese concepto a la Isla y el continente europeo; dije entonces que esa abstracción para los americanos se substanciaba básicamente en, como dirían los folcloristas andaluces, tres grandes palos: el rock vanguardista, el jazz rock fussion y el free rock. Bien, pues salvo muy honrosas excepciones, la mayoría de los grupos que se aventuraron en esas procelosas corrientes hubieron de probar fortuna y ser bendecidos en la Isla antes de alcanzar un mediano éxito en su propio país: excepto Nueva York (es decir, la ciudad traidora, la quinta columna de Europa en América), Los Angeles (ya saben, una tropa de frikis enloquecidos adictos a la heroína) y San Francisco (¿pero hay algo allí aparte de gays y jipis fumetas?), el resto de mi patriótico país no está por la labor de comprarse discos de tíos raros con músicas más raras todavía.

Y por último, como siempre, los negros (¡calla, Sam, a tu sitio!). No se quejarán, a finales de esta década ya tienen casi los mismos derechos que los blancos. Y no se quejan, no; al contrario, su alegría es tal que en las grandes ciudades (Nueva York, sobre todo) el soul ya no refleja su estado de ánimo. El blues y el jazz han subido de categoría en el escalafón y actualmente son consumo de la élite de negros y blancos serios; los demás, bajo el liderazgo de personajes como James Brown, están acelerando el soul hasta crear un género que arrasará incluso en las pistas de los blancos: el funk. Pero la música de discoteca no es tema de este blog. Y no por falta de ganas, sino de tiempo y espacio: o concretamos un poco o no acabaríamos nunca.

Ya, ahora toca hablar de los grupos más destacados de mi país. A ver si me pongo a ello.


jueves, 7 de julio de 2011

1968 (y VI)



"Con el rock se hacía factible explotar al máximo las posibilidades dramáticas de las viejas baladas".
Dave Swarbrick (Fairport Convention)

Parece, por lo que hemos visto hasta ahora, que todo el pastel se lo reparten dos bandos, que el futuro próximo queda diseñado a su medida. Pero está surgiendo una opción alternativa que, sin llegar de momento a los niveles de ventas de los grandes nombres rockeros o progresivos, se va a establecer sólidamente y con el tiempo incluso los trascenderá: el folk eléctrico y su variante más popular, el folk rock.


Cuando hablamos de los géneros básicos (blues, rhythm'n'blues, gospel, etc) no debemos olvidar que todos proceden de unas fuentes ancestrales: el rockabilly no es más que el folk británico o irlandés evolucionado en América, del cual deriva el rock'n'roll blanco. Y los demás géneros, todos de raíz negra, proceden en primera instancia de África; es decir, del folclore africano. Que luego hayan evolucionado, se hayan diversificado, es una consecuencia lógica.

Los británicos, hasta este momento -salvo la novedosa mezcla progresiva de la música sinfónica o electrónica con el rock-, se han limitado a trabajar sobre la materia prima traída de América. Pero desde la aparición de Dylan, que populariza el folk blanco, los tiempos están cambiando (y nunca mejor dicho): sus primeras giras por la Isla abren los ojos a muchos jóvenes, que de pronto caen en la cuenta de que ellos también tienen un pasado musical de muchos siglos. Un rico pasado que parece haber caído en el olvido. Bien, pues algunos de esos jóvenes echan mano a la guitarra acústica y deciden que no es necesario importar más sonidos de América (y tiene gracia que sea un americano quien haya venido a recordárselo). El primero de esos jóvenes en alcanzar la popularidad fue el escocés Donovan, de quien ya hemos hablado cuando hicimos el viaje psicodélico (que, no lo olvidemos, tenía una de sus raíces en el folk). Donovan -el Dylan británico, le llamaban- alternará en su carrera la psicodelia con el folk; y algunas de sus canciones, como "Catch the wind" o "Colours", llegarán a ser interpretadas por los folkies yankis en un ejemplo más del permanente efecto feedback que ha habido siempre entre Estados Unidos y la Isla. Como es lógico, pronto pasa a incluir elementos de percusión y eléctricos en sus discos -como hizo Dylan- y podemos considerarlo ya como el "padrino" del folk rock británico.

Pronto la Isla -e Irlanda, su hermana pequeña- se puebla de bandas más o menos respetuosas con las raíces, más o menos electrificadas. Y de entre ellas destacaremos una, la más famosa, la que con el paso del tiempo ha quedado como referente inevitable para hablar del género; una banda que ha trascendido sobre los nombres de sus componentes y es más un sentimiento que una lista de músicos, sean quienes sean este año o el que viene; una banda que sigue y seguirá haciendo giras para un buen puñado de seguidores irreductibles: Fairport Convention.

Los Convention publican este año su primer disco, homónimo. Se nota que no tienen aún un estilo definido y que, de momento, sus fuentes son más americanas que británicas: la mitad de las piezas contenidas en él son versiones de Dylan o Joni Mitchell entre otros, y hay una fuerte influencia de Jefferson Airplane en el conjunto (recordemos que, antes de ser la banda psicodélica que todo el mundo adora, los Airplane comenzaron partiendo del folk: no otra cosa es su primer disco; y el segundo, si me apuran). Esta obra no tendrá buenas ventas ni será publicada -de momento- fuera de la Isla, pero ya hay algunos jovenzuelos que se prendan del sonido arrullador, cálido, amable, de hogar, que la Convención de Fairport elabora... y de las dos grandes señas de identidad que caracterizan para siempre al nuevo folk: las voces cristalinas y el gran dominio instrumental de sus músicos, sin los aspavientos rockeros, huecos, que habremos de soportar pronto en las "bandas dinosaurio". Los nombres del guitarrista Richard Thompson (y en menor medida el otro, Simon Nicol), el bajista Ashley Hutchings, el cantante Iain Matthews y el batería Martin Lamble son consagrados ya mismo; Judy Dyble, la voz femenina del grupo, no esperará a la publicación de este disco para irse, pero su marcha dará entrada a una de las diosas del género: Sandy Denny, con la que el grupo vivirá su momento dorado (el tránsito entre los términos "folk rock" y "electric folk"). Tal cosa ocurrirá el año que viene, en el que publicarán nada menos que ¡tres discos!

Bien, pues ahí arriba les dejo la emocionante, magistral versión que abre esta primera obra de la Fairport: "Time will show the wiser", del folkie americano Emitt Rhodes. El pobre Emitt nunca se imaginó que iba a cobrar mucho más por derechos de autor gracias a ellos que por su grabación original con los Merry-Go Round: una simple cara B, es lo que Rhodes y su banda hicieron con esta pieza (en un single que no pasó del puesto 63 en la lista Billboard, añado).

Y me bajo al bar, que hoy voy a eclipsar a Sam: sonido blanco todo el día, sí señor. Que uno también tiene su corazoncito. Blanco.


ACTUALIZACIÓN DE ÚLTIMA HORA:
Mi buen amigo y tal vez futuro yerno don Raúl me ha hecho pensar en la posibilidad de que a alguno de ustedes le apetezca conocer la versión original de los Merry-Go Round: aquí se la dejo. El señor Rhodes es el cantante, compositor y líder de este grupo, que no duró mucho.




No se quejarán: hoy, entre el video y el audio estoy que lo tiro, ¿eh..? Tal vez, pero no se acostumbren.