jueves, 18 de agosto de 2011

Años 60: América (III)


"Incluso los policías, que en el resto del país se metían con los hippies, nos dejaban tranquilos en San Francisco".
Jerry García (Grateful Dead)

"Éramos muy ingenuos. No nos dimos cuenta de que el resto del mundo no funcionaba como California".
Grace Slick (Jefferson Airplane)

Bueno, pues tras haber rendido pleitesía a los Byrds -nobleza obliga- podemos ir empezando a hablar del resto de la oferta; aunque de momento no saldremos de California, ya que es allí donde radica una buena parte de las bandas que ustedes y yo apreciamos. Para ser más exactos, en San Francisco y en Los Angeles. Y ustedes se preguntarán: bueno, y… ¿por qué precisamente en California y no otro estado cualquiera? Pues porque aquello fue un benévolo crisol de músicos, artistas en general, jipis, frikis y demás fauna sesentera. Sin ir más lejos, de la primera formación de Byrds solamente Crosby y Hillman eran californianos; los demás habían llegado a Los Angeles procedentes de otros estados, atraídos por la leyenda que desde siempre pero muy especialmente a principios de los años sesenta se le atribuía a California: un lugar distinto, tolerante, muy alejado del pensamiento tradicional americano.

Y esa Arcadia se simboliza, sobre todo, en San Francisco. Una ciudad manejable, que en esa época no pasa mucho de los 700.000 habitantes y con una mezcla de razas, mentes y costumbres que no tiene nada que envidiar a la mismísima Nueva York. Hay mar (y playas, claro), bosques y grandes parques, y el antiguo barrio de Haight-Ashbury tiene rentas muy bajas: pues allá vamos, dijeron miles de jóvenes y jóvenas procedentes de todas partes del país a mediados de los años 60. Si a esto le sumamos el tufillo izquierdista de la universidad de Berkeley más la influencia decadente de los beatniks que aún quedan por entonces en North Beach y lo coloreamos con el excelente ácido que circula por la ciudad (legal hasta mediados de 1967), ya me dirán ustedes dónde se va a estar mejor que aquí.

Pronto comienzan a notarse los resultados de tanta efervescencia: The Family Dog es una pandilla de jovenzuelos que en 1965 se erigen en promotores de conciertos, y gracias a ellos comienzan a rodarse unos cuantos músicos que se harán famosos pronto. Y en vista de que la cosa funciona, pocos meses después aparece Bill Graham, que proviene del mundo teatral pero que sabe ver el negocio y crea la mítica sala Fillmore Auditorium (que a partir de 1968 y en un nuevo emplazamiento se llamará "Fillmore West", mientras en Nueva York abre el "Fillmore East"). Así que no es extraño que debajo de cada piedra surja un grupito de músicos: muchos de ellos provienen del folk y han visto la luz tras la invasión británica; pero además, por la influencia del lugar, también está el factor lisérgico e ideológico. Son gente con una cierta cultura y con curiosidad intelectual, lo que hasta ese momento no era muy frecuente en los músicos populares (recuerden ustedes las pocas luces de Elvis, sin ir más lejos) .

Como consecuencia, San Francisco es un imán para esta generación: allí se presentan músicos de Nueva York, de Chicago, de Tejas; aficionados al soul, al blues urbano, al rock, al folk, a lo que sea. Y pronto aparecen las primeras emisoras de FM -un invento de los años 30 muy poco explotado hasta entonces- gracias al empeño del gran Tom Donahue, que en 1967 exclamó: "La Onda Media está muerta, y su cadáver putrefacto emponzoña las ondas". Y ya hay prensa especializada, y llegan las casas discográficas de Los Angeles a buscar a los nuevos genios, comienza a moverse mucho dinero, y… Haight-Ashbury enterrará el movimiento hippy en Octubre de ese mismo año, en una sencilla ceremonia popular: el Verano del Amor da paso a las drogas duras, las enfermedades, los malos viajes, la decepción colectiva.

Y solo se salvarán los mejores y los más fuertes, como siempre: de los miles de grupos y solistas que florecieron en San Francisco a partir de 1965, solo quedarán diez o doce grandes nombres en 1968. Así que cuando tenga un rato recordaremos a algunos de ellos. Ahora bajo a la barra, que ya me va siendo hora. A ver si Sam ha vuelto también de las vacaciones y, sobre todo, en qué estado ha vuelto. Que eso es lo malo, me temo.


7 comentarios:

  1. Hoy no ha habido nombres, pero es una excelente introducción. Permítame que ponga el link a una escena de 'Miedo y asco en las Vegas':

    http://www.youtube.com/watch?v=V7Z_TuUH2Dw

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  2. Nombres de grupos, quería decir. De productores, promotores y demás nunca sé nada, y está bien ir reteniendo esos nombres.

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  3. Te dejo esto, ya que los nombras:

    http://www.youtube.com/watch?v=Xa8ImA_wSKI&list=FLmgnaD2bVyEnXcq6exCuJ9A&index=18

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  4. Casi en la misma época, en Ibiza, conspicuos jipis (usted sabe mejor que yo cuáles) eran más que tolerados por la Guardia Civil; cuando el resto de España no era como nos quiere hacer creer la blandita serie “Cuéntame…”.

    Bienvenido, hombre.
    Non foi sen tempo.
    Pues ahora me voy yo. ¡Hala!

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  5. Mi total ignorancia en temas musicales, me impide opinar.... pero es bueno conocer...

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  6. ¿Y el tema de pillar cacho cómo estaba en aquel San Francisco? Mi máquina del tiempo necesita destinos interesantes.

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  7. Ese fragmento recitado resume muy bien la idea general de la época y el lugar, don Raúl: es imposible sintetizarlo mejor. Y en 1971, que es cuando ya todas las ilusiones han caído.
    No es necesario retener nombres; pero sé que a usted, como a mí, nos gusta saber el ambiente, conocer el caldo de cultivo en el que se originan las cosas. Da una imagen de conjunto, y eso es muy sano.

    Gracias, Mr. Alabama Man. Los Dead no son uno de mis grupos favoritos, aunque en cada disco tenían tres o cuatro grandes canciones. Musicalmente eran muy buenos, pero el exceso de ácido y su mesianismo a veces les perjudicaba.

    Estamos de acuerdo, don Luis, en que la serie "Cuéntame" se pasa a vaces de blandengue. Y la última entrega se ha pasado en varias cosas: da la impresión de que los guionistas se aburren ya de tanto historiar. Y sin embargo, en conjunto, creo que no es mala del todo.

    No se preocupe, señor Temujin: si al menos le distraen los rollos estos ya hemos conseguido algo. Opinar no siempre es necesario.

    Ya se puede imaginar, don Dani, que el asunto de la coyunda era extremadamente fácil en aquel ambiente; tanto, que las enfermedades de transmisión sexual era uno de los grandes problemas médicos en San Francisco -y no es coña. Así que ya sabe: si hace el viaje temporal, vaya protegido.

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