martes, 11 de diciembre de 2012

1970 (X)


El año pasado destacó por el resurgimiento de la figura del cantante como entidad solista, tanto si compone su propio material como si su repertorio se basa principalmente en las versiones. Los del primer grupo, tal vez porque su obra tiene más matices y por tanto carecen de la inmediatez que da la contundencia vocal de los otros, van a un ritmo más lento; pero aun así, ya se han ganado un notable prestigio: se trata de David Bowie, Elton John y Kevin Ayers. 

Bowie es uno de esos personajes que obligan a tener en cuenta el entorno en el que se mueven para entender mejor su obra: no basta con hablar de un disco, sino también de cómo ha llegado ahí. O mejor aún, en qué momento existencial se hallaba cuando lo publicó. Así que hemos de comenzar, en este caso, por los ecos de sociedad: Bowie se casa en 1970 con Angela Barnett. Según él, se habían conocido el año anterior porque dio la casualidad de que “ambos estábamos saliendo con el mismo hombre” (Calvin Mark Lee, un jefazo discográfico que sugirió a nuestro amigo, entre otras ideas, la de ponerse un parche en el ojo derecho). Claro, estas cosas unen mucho. La influencia de la casi niña prodigio Angela -veinte años tenía por entonces- fue radical: muchacha renacentista muy leída y viajada, estrella por definición, dio a David no solamente una amplia perspectiva sobre la sexualidad y el glamour sino también sobre muchos aspectos estéticos y escénicos que luego desarrollará él; ese envoltorio andrógino de ambos que vemos en las fotografías de la época es una herencia suya. Y ahora le toca a Mick Ronson entrar en la historia: tras haber probado fortuna en varios grupitos irrelevantes (dos singles insípidos son todo su capital hasta este momento) y algunos trabajos como músico de sesión en Londres, se ha vuelto a su Hull natal y está pensando en dejarlo. Pero John Cambridge, un batería y colega suyo que ha militado brevemente en la banda de Bowie, va a buscarlo y lo convence para que se presente a una prueba ante él. Y es aceptado de inmediato. Así que ya tenemos las dos bases sobre las que se asienta la época tal vez más brillante de David: la estética/artística (Angela) y la musical (Mick). 

Hay que reconocer que este alumno aprende con mucha rapidez: poco queda de su estilo original, a medio camino entre folk, pop y cabaret, cuando llega a las tiendas su nuevo disco. Cuyo título es “The man who sold the world”, el primero en una serie de cuatro (cinco, si contamos “Pin ups”) que lo establecerá como referencia inevitable para comprender el origen del glam y de algunas bandas, tanto americanas como británicas, que con el paso del tiempo harán resucitar al garaje sesentero transformado en punk y new wave. Pero de momento estamos a lo que estamos: este ya es un disco de rock, aunque todavía se oigan algunas reminiscencias del pasado como “After all” o “Saviour machine”; y aun en esas se nota la benéfica influencia de Ronson, que junto a Tony Visconti (su productor y bajista) se encarga de elaborar el nuevo sonido del grupo. Ambos se lucen en piezas magníficas como “The width of a circle”, con un perfecto equilibrio entre el plano acústico y eléctrico, o en la contundencia de “She shook me cold”, rozando el heavy metal. Y luego tenemos fases intermedias como la pieza que da título al disco, un curioso ejercicio a medio camino entre los ritmos latinos y la balada rock que resulta muy refrescante. En cualquier caso, y aunque es evidente el peso musical de Ronson y Visconti, no olvidemos que todas las piezas son de Bowie; que sus letras -influenciadas por las lecturas que su querida Angie le sugiere- tienen altura y que su evolución personal promete momentos de gloria. Bueno, pues a ver con qué nos sorprende el año que viene. 

A Elton John también le van bien las cosas: este año publica dos discos, y la progresión se nota. Su casa discográfica ya le permite algunos privilegios que a otros músicos les cuesta mucho tiempo conseguir; por ejemplo, asegurarse un productor fijo de su elección que le acompañará en sus años más brillantes, el gran Gus Dudgeon (cuya hoja de servicios es impresionante: desde los Zombies, Mayall o los primeros TYA hasta luminarias folk como Fairport Convention, Steeleye Span o Lindisfarne). El bueno de Gus produjo el año pasado el single “Space oddity”, que abrió las puertas a la carrera de Bowie (aunque el LP fuese dirigido luego por Tony Visconti), y la atmósfera de esa canción ha embrujado a Elton. Que decide lo siguiente: si Bowie tiene a Angie y a Mick, él tendrá a Gus y a Bernie Taupin. Porque al revés que Bowie las carencias de Elton no están en la composición musical sino en la literaria, y para eso Bernie es un as. En cuanto a los músicos acompañantes, son, digamos, empleados por horas: no hay todavía una formación estable, aunque Nigel Olsson y su batería ya se están ganando un puesto fijo. 

Con estos antecedentes, en la primavera del 70 llega su segundo LP, de título homónimo. A pesar de que su calidad supera ampliamente al primero el estilo no varía mucho, ni lo hará hasta mediados de la década: simplemente se trata de buenas canciones con magníficas melodías, apoyadas por su ambivalente dulzura y contundencia al piano más el refuerzo de unos arreglos soberbios en los que ahora ya no falta de nada. La primera, “Your song”, se convirtió en un éxito en single que además tuvo su video correspondiente (en un época en la que eso era una rareza), demostrando que las baladas con piano y orquesta, si eran exquisitas -esta lo es-, podían venderse aun en tiempos tan rockeros y progresivos. Y hay unas cuantas en este disco; algunas demuestran la admiración de Elton por el góspel, algo que se hace evidente en “Border song” (con el coro de Barbara Moore) o incluso en la entrada de “Take me to the pilot”, más marchosa. Pero también el rock and roll clásico le ha dejado huella: con frecuencia veremos en sus discos alguna pieza como “Rock and roll Madonna”, que tanto en su ritmo como en su actitud vocal recuerdan a Jerry Lee Lewis. En resumen: una preciosidad que lo lleva al top 10 tanto en la Isla como en los States. Y lo mismo sucederá con el siguiente, “Tumbleweed connection”, publicado en Otoño. Elton y Bernie deciden hacer un homenaje al mercado americano, que tan bien los está tratando, y centran la temática literaria en el Viejo Oeste. Así comienza el disco, con la Balada de Un Famoso Pistolero y sus tribulaciones, donde volvemos a ver la querencia de Elton por el góspel; porque, aunque parezca un rock sureño, la base es esa. Y sureño es, con todas las de la ley, el espíritu que le infunden esas escasas notas de armónica y steel guitar a “Country comfort”, que la convierten en una standard… Me temo que a The Band les ha surgido un serio competidor en su propio terreno, como se descuiden. Pero también tenemos al Elton de siempre en “Burn down the mission”, un verdadero despliegue de momentos suaves trufados de crescendos supinos. Así que la cosa parece clara: este muchacho va lanzado. 

A Kevin Ayers ya lo alabé de sobra el año pasado, con motivo de su presentación en solitario, pero también expuse sus puntos débiles: su carácter de bon vivant, de bohemio escéptico sobre el negocio musical y sus servidumbres, no le favorece a la hora de pelear por el favor de la masa. Y por otra parte, sus antecedentes de hippy psicodélico tampoco están bien vistos en esta nueva época (la escuela Canterbury, de la que él fue uno de sus cerebros, le debe -entre otras muchas cosas- el nacimiento de Soft Machine). Estamos viviendo un tiempo mucho más clasista y cuadriculado de lo que parece, a pesar de excepciones tipo Elton John: como dije antes, o eres progresivo o eres rockero, y eso del buen gusto es para nenazas. Los outsiders siempre han sido minoritarios porque tanto la crítica como el público quieren patrones claros, referentes fáciles de etiquetar. Y nuestro amigo Kevin es un dandy que va por libre, de buen grado o a la fuerza: sus exquisitas composiciones, tanto si son reminiscencias del cabaret (un género que él sabe actualizar divinamente) como si rozan el pop-rock psicodélico, no son del agrado de las mayorías. Así que lo que tienen ante ustedes es otro “artista de culto”, un verdadero crooner alternativo para un tiempo en el que no se lleva ese estilo. Y aun así, el número de fieles seguidores que tiene es suficiente para mantener una carrera que durará, con altibajos, hasta hoy mismo. 

Kevin, como Elton, tiene una banda por horas: ya no se apoya en Soft Machine. Sin embargo bautiza a los cuatro músicos que forman su entorno principal en las giras con el humorístico nombre de “The Whole World” y se mete con ellos en el estudio para grabar su nuevo material (algunos, como David Bedford, ya le habían acompañado en el primero, y otros estarán ahí solo unos meses). En Octubre del 70 vemos el resultado: Kevin Ayers y El Mundo Entero publican “Shooting at the moon”. Un disco que comienza con “May I”. No me voy a comer el coco tratando de describir esta canción: si Frank Sinatra tiene “My way” Kevin Ayers tiene “May I”, y punto pelota. Solo quedaría añadir que el tono parisino que le da ese acordeón influyó para que nuestro amigo hiciese luego una versión en francés, idioma que por supuesto redondea la maravilla. También la cara B se abre con otra joya, titulada “The oyster and the flying fish”, una canción acústica interpretada a medias con Bridget St. John (cantautora luminosa pero de poco éxito). Y el resto del disco es una sucesión de piezas entre psicodelia, progresivo, pop y mucho sentido del humor que nos muestran a un artista capaz de crear un universo propio a la altura del País de Alicia. ¿Las ventas? Bah, suficientes. El sello Harvest vive de Pink Floyd, y le basta con que sus otros artistas no den pérdidas. 

Así que estos tres personajes comienzan la década con las mejores perspectivas: parece ser que hay vida más allá de los progresivos y los rockeros machotes. Esa siempre es una buena noticia, ¿no? 


16 comentarios:

  1. Entrada tremendamente evocadora, joven. En el setenta yo sólo tenía trece años, por lo que conocí a toda esta gente más tarde, pero fue maravilloso concentrar varios años en muy poco tiempo.

    Bowie: Cuando lo conocí, me distrajo su apariencia. En su momento lo tuve por intrascendente, porque nunca inventó nada. Pero ahora sé que fue crucial en la historia de la música, moviéndose continuamente en el filo de la navaja. No sé si es una leyenda que “Space Oddity” fue ofrecida – y rechazada- a Sinatra. “The man who sold the world” es una de las canciones de mi vida, y no sabría explicar por qué.

    Elton: Más tarde, con quince años, uno de los tres primeros discos que compré en mi vida fue un single que incluía – si mal no recuerdo- a “Rocket man” (¡al parecer inspirada en el "Space Oddity" de Bowie!) y a “Crocodile rock”. A pesar de lo empalagoso que puede llegar a ser, sigue gustándome mucho.

    Ayers: Me enteré de su existencia mucho más tarde. Un tipo con una biografía inquietante por momentos. Lo conocí por la maravillosa “May I”; ahora me encanta “Stranger in blue suede shoes”.

    ¿Un pero? Creo que también habría de estar aquí Cat Stevens (Las fronteras del rock son muy difusas). “Tea For The Tillerman” se editó ese año.

    Pero ya se encargará usted de ponerme en mi sitio, con razón.

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    1. Muchas gracias, mister Átono. Suscribo plenamente esa frase suya de que "fue maravilloso concentrar varios años en muy poco tiempo". Y además, añado yo, gracias al descubrimiento de tantos discos de años pretéritos hubo una generación que pudo sobrellevar mejor la travesía del desierto entre 1974 y el 77, hasta que llegó el Renacimiento con los punkis y los nuevaoleros.

      Ignoro esa anécdota que cuenta usted sobre Sinatra. La única similitud que se me ocure es "Fly me to the moon", pero es muy anterior a esta.

      "Rocket man", como su cara B "Susie (Dramas)", corresponde a "Honky Château", su disco del 72. Y por cierto, de drama nada: era una canción muy alegre, con tono y letra de coña. Bernie Taupin dice que "Rocket man" no tiene nada que ver con "Space oddity", que se le ocurrió la letra como un modo de desmitificar la imagen que tenemos de esos espléndidos profesionales: Taupin prefirió enfocar el asunto desde el aspecto personal, solitario, del Hombre Cohete. El Cocodrilo tenía como cara B "Elderberry wine", otra gozada, con esa marchita y esas escalas bailonas tan de Elton: ambas figuraban en "No me disparen, solo soy el pianista", del 73. Pero en cualquier caso, tanto el Hombre Cohete como el Cocodrilo son dos joyas como dos ollas.

      Kevin Ayers, sí, tiene algunos episodios oscuros en su vida. Pero en fin, lo que queda es su obra. Y la que usted cita es otra de esas maravillas que solo a él se le podían ocurrir.

      En cuanto a Cat Stevens... pero hombre de Dios, ¿acaso dudaba usted de su presencia en este local? Por supuesto que lo veremos aquí, e incluso con una entrada solo para él, se lo aseguro. Lo que pasa (Ay, esa memoria) es que, como usted ya sabe, aquí respetamos el orden de antigüedad a rajatabla. Y como el señor Stevens tuvo una primera fase poco trascendente (salvo dos o tres canciones poppy muy bonitas), es ahora cuando nos visitará: tras una época en la que ha estado muy malito -casi se nos muere-, en 1970 se presenta, por decirlo así, "resucitado": es otro Cat Stevens, un nuevo artista que surge en toda su magnificiencia, con dos discos este año. Así que tranquilo, no sufra.

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  2. Y mira que Elton John me sigue sin gustar... Reconozco que, por ejemplo, 'Your song' es una gran canción, pero sencillamente no me va. Suena contradictorio, pero es así XD

    Interesante eso que dice entre líneas de que lo de Bowie era más la composición de las letras que la musical. Y eso que el tío tenía buen oído, creo yo. Puede que no fuese tan espontáneo a la hora de componer música y se lo tomaba de una forma más meditada, eso si, atendiendo a las modas y demás cosas, pero sus productos musicales a partir de entonces, como dice, son soberbios.

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    1. Bueno, aquí volvemos otra vez a lo de la empatía. Hay músicos que, como usted dice, tienen grandes canciones en las que podemos admirar su construcción, sus arreglos... pero con las que nuestro espíritu no conecta. Esto creo yo que nos pasa a todos con algunos artistas. La cosa es así, yerno: no le dé más vueltas, no se preocupe. Tampoco es que Elton sea mi músico preferido, en cualquier caso: hay momentos en los que me aburre, incluso en esta primera época. Tal vez sea uno de esos casos en los que conviene oirlo en pequeñas dosis. Y luego, con el tiempo, tal vez...

      En cuanto a Bowie, para que no se me interprete mal, ya dejo claro que todas las piezas del disco son suyas. Digamos que él crea la canción, da las líneas básicas, y luego Ronson con Visconti se encargan de perfilarlas. Tenía oido, por supuesto que sí. Pero prefería que los areglos fuesen "consensuados", por decirlo así, con músicos puros: él era muchas cosas, pero tal vez no se detenía mucho tiempo en ninguna.

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  3. ¿Hay vida más allá de los progresivos y de los rockeros? Por supuesto y la prueba de ello es la supervivencia de estos tres tipos frente a la mayoría de los otros. Coincido con los comentarios de Pez Átono los que siendo niños empezábamos a oír música por aquella época, Bowie nos parecía excesivamente banal con toda la parafernalia que le acompañaba. No entendíamos aquellas pajas mentales con Ziggy Stardust, el Mayor Tom etc...Nos faltaban referentes y nos perdíamos. Fue en los 80, quizás gracias a la Movida, cuando empezamos a valorar a aquel filón inagotable de sensaciones. Hoy considero a Bowie como la mayor figura solista salida del pop británico.
    Fantásticos primeros discos de Elton John ¿pero que hubiera sido su carrera sin tener al lado un genio de la talla de Bernie Taupin? Un tipo que ha tocado muchas teclas y en todas ha sido un gran artista.
    Kevin Ayers es un semidesconocido para mí más allá de su trabajo con los Soft Machine y algún tema como May I y el que hizo a dúo con Syd Barrett.
    Una entrada equilibrada, pedagógica y entretenida.
    Felicidades, Rick

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    1. Así es la cosa, herr doktor. Nunca ha sido bueno militar en un bando, como hace mucha gente: te pierdes cosas muy interesantes de "los otros". Quien dice ser aficionado ha de tener una oreja muy ancha; que luego -y vuelvo a la empatía- unos disfruten más con unos géneros que con otros es algo perfectamente lógico, pero nunca ha de ser excluyente.

      Y sí, es verdad que la verdadera talla de Bowie fue reconocida de modo masivo gracias a las músicas de finales de los 70 y principios de los 80; cuando él ya andaba en otra cosa, por cierto. Pero se le debe mucho.

      En cuanto a Elton sin Bernie... pues no sé qué habría pasado. O sí: la influencia de Taupin va más allá de las letras, es cierto, ya que muchas veces la idea general de un disco era consensuada entre ambos: digamos que, en cierto modo, hacían obras "conceptuales". Y ya vimos las cosas que Elton hizo luego, cuando se rompìó esa alianza.

      Y Kevin, ya digo, no es para mayorías. Pero... ¿a que "May I", por lo menos esa, puede gustarle a todo el mundo?

      Y gracias por las alabanzas, oiga: viniendo de usted, casi me ruborizan.

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  4. Perdón por sacar este tema que no tiene nada que ver: 'Moulin Rouge', la peli nueva, de Nicole Kidman. No soporto esa película. Pues bien, ahí hacen una versión de 'Your song', y creo que puedo hablar por los de mi generación e incluso más jóvenes si digo que conocimos esa canción en la película. Y claro, odio esa película, ¿lo he dicho ya, no? jeje. Lo único que salvo de ese delirante musical esteticista sin alma ni erotismo (ala, me he quedado a gusto...) es la versión de 'Roxane' de The Police. Una gran canción la de Police, y en la peli la interpretan en clave de tango.

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  5. Tranquilo, yerno, está perdonado. El caso es que no he visto esa película, con lo cual poco puedo decir. Sí es cierto que los comentarios que me han llegado van en la línea de lo que dice usted, así que procuraré evitarla.
    Una pena que "Your song" figure ahí, entonces. Y sobre la versión tango de "Roxanne", me ha picado la curiosidad: voy a ver si la pillo.

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  6. Buona sera, Rick. De las cuatro propuestas me he quedado con el duo eltonil, y, santo cielo, esto suena de maravilla. En el mundo del pop, los grandes trabajos -que todo el mundo pone en las cumbres de lomásmejor- me suelen dejar con un buen sabor de boca sin que medie mucho tiempo. No me extraña que el 'género' haya triunfado durante tantas décadas, ni que haya envejecido tan idealmente. El piano 'es' sempiterno, el mellotron no. En fin, me pondré de nuevo el 'Tumbleweed Connection'.

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    1. Muy buenas, signore Giovanni. Elton es probablemente la mejor opción para un gran aficionado al piano como usted; y por otra parte, ya me imagino que la obra de Bowie en esta época la tendrá muy trillada. Así que bien. Y le doy un chivatazo, ya de paso: hágase con "Madman across the water", el disco que Elton publicará en 1971, Para mí -y para mucha gente- es el mejor de toda su carrera.

      Y sí, el melotrón es un artefacto peligroso: en manos de los Crimson o los Generadores está bien utilizado -y aún así, no siempre. Pero hubo una época en la que este cacharro era sinónimo de modernura, y no vea usted -no oiga, más bien- las paridas que he llegado a oir en manos de según qué elementos.

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  7. Nunca he sido un gran fan de Bowie, tampoco de Elton, pero sé reconocer (creo) cuando hay buenos creadores, ambos lo son, quizás no sintonizo del todo con lo suyo, aún así tengo algunos trabajos de ambos, y los disfruto en el momento adecuado. Para los más excépticos de Elton, les recomendaría una pequeña rareza, un aperitivo muy sugerente: "Cotton Fields (The Legendary Covers Album)", un divertimento para disfrutarlo con una sonrisa!

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    1. Ese asunto, el de la sintonía, es el que yo repito con frecuencia, don Sebas. Un músico puede ser todo lo excelente que sea, pero al final es nuestro carácter el que decide. Una cosa es admirar la obra bien hecha y otra muy distinta emocionarse. Y muy buena la idea de las versiones "raras" de Elton, por cierto: es una verdadera delicia.

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  8. Gracias a sus reseñas vienen a mi memoria retazos de un pasado que creía olvidado. Bowie siempre irá ligado para mi a cierta mujer por la que bebía los vientos, al exceso, a la ambigüedad.
    De Elton John he escuchado en youtube Your song y me ha dejado frío. Decididamente con este hombre no tengo química.
    Y al último la verdad es que no lo conocía,pero May I me ha encantado, y he seguido y seguido escuchando temas y bueno, que ha sido todo un descubrimiento. Muchas gracias

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    1. Ay, señor Chafardero. Bowie y su aura... qué tiempos aquellos, en los que para nosotros era casi un gurú. Pero en fin, quedan sus discos. Lo demás es recuerdo.
      Y con Elton, qué le vamos a hacer: hay más gente en su caso. Pero me alegro que se haya parado usted a investigar sobre Kevin. No digo que toda su obra sea maravillosa, ni mucho menos; pero cada uno de sus discos tiene tres o cuatro joyitas que deberían ser más valoradas de lo que son.

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  9. Este articulo me ha enseñado mucho,Rick,si he de ser sincero y exceptuando a Bowie, conozco bien poco de los otros dos, la verdad es que no tengo tiempo para infagar en los setenta, a estas alturas de mi vida y con el tiempo de que dispongo sólo me da para ocuparme de mis años sesenteros.
    Muy bueno el artículo, da gusto pasar por esta casa.

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    1. Gracias, don Antonio. Comprendo perfectamente que los 60 constituyan material suficiente para usted, ya que esa década es una verdadera mina. Y le reconozco que una gran parte del tiempo libre que le dedico a las músicas también va para esa década, cómo no. Pero los 70 tienen también su encanto, e incluso los 80. Ya lo irá viendo, si sigue usted frecuentando este local.

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