martes, 19 de febrero de 2013

1970 (XVII)


Sea por alguna razón evolutiva que desconozco o por una extraña conjunción astral, 1970 es el año en el que más bandas folkies aparecen en el mercado. Dejando aparte a los Span la mayoría no duraron mucho a pesar de que su obra suele ser de calidad, pero hay algunos nombres que resistieron al paso del tiempo y tienen todavía una importante masa de adeptos. Las dos más notables, para mi gusto, son Lindisfarne y Amazing Blondel: los primeros son un compendio de influencias tanto isleñas como americanas, mientras que los otros han ido a buscar su inspiración a la música medieval y renacentista. 

Lindisfarne es el grupo más popular en los primeros años de la década junto a la Fairport. Pero si los pioneros son radicalmente británicos tanto en su época con Sandy como después, estos se alejan con frecuencia de las estructuras tradicionales para crear un repertorio totalmente propio en el que se mezcla el estilo isleño con el americano añadiendo excelentes melodías y ritmos que, en oposición al folk eléctrico, son tal vez la mejor representación isleña del folk rock. Sus tres primeros discos han vendido una cantidad enorme de copias, y lo mismo hicieron algunos singles; teniendo en cuenta que el formato single no suele reportarle grandes alegrías a este tipo de bandas, es evidente que estos señores sabían hacer piezas con un notable gancho comercial (aunque por desgracia en España sus discos llegaron tarde y a cuentagotas, lo cual hizo que pasaran casi desapercibidos entre los aficionados hasta mucho tiempo después). Su historia comienza a finales de 1968, cuando tras algunos cambios de nombre y miembros se “solidifica” con la entrada de Alan Hull, que será su principal compositor además de guitarrista y voz. Y se van haciendo conocidos a lo largo de 1969, año en el que sus actuaciones son seguidas por una masa creciente de seguidores entre los cuales se encuentra Tony Stratton-Smith: Charisma, el famoso sello al que tantas veces vemos en este local últimamente, acaba de comenzar su andadura. 

El bueno de Tony, que ya tiene el sector progresivo cubierto con sus protegidos Van Der Graaf Generator y Genesis, intenta hacerse un hueco también en el mercado del folk, y Lindisfarne serán su primer grupo. A finales del 70 aparece su primer LP, titulado “Nicely out of tune”, un disco encantador del cual, si ustedes no lo conocen, les recomiendo para empezar “Lady Eleonor”, una balada clásica total, y “Clear white light”, una pieza de folk rock realmente notable que fue su primer single (la balada fue el segundo). Sin embargo no alcanzará el éxito que merece hasta que se publique su segundo disco grande: “Fog on the Tyne”, que llegó directamente al número uno de las listas a principios de 1972 y que tiró de su obra anterior hasta llevarla, tanto en LP como en single, al top 5. Y por supuesto ese segundo LP es otra joya en la que vienen incluidas “Meet me on the corner”, quizá su canción-himno más conocida, o piezas más clásicas como la que da título al disco. Sin embargo, poco después comenzaron las tensiones en el grupo, y su tercer LP se resiente un poco de ello: la consecuencia final es la primera separación de Lindisfarne, a mediados del 75. Y aunque su época de gloria termina ahí, hubo unas cuantas idas y vueltas que los mantuvo activos hasta principios de este siglo. En cuanto a ustedes, si oyen las piezas que he citado, seguro que se sorprenden descubriendo que algunas ya las conocían, y mucho: háganme caso, ya verán. 

Amazing Blondel es otro mundo, aunque sus orígenes no se distingan mucho de otras bandas folkies. Inicialmente se trata de un dúo formado por John Gladwin y Terence Wincott, que dominan todo tipo de instrumentos de cuerda y teclados, tanto tradicionales como modernos: imagínense un rango que cubre desde el arpicordio o el armonio hasta el melotrón, o desde la cítara o el laúd hasta la guitarra eléctrica; sin olvidar varios instrumentos de viento como flautas, oboes, ocarinas, etc. Vamos, lo que suele llamarse un par de multiinstrumentistas con todas las de la Ley. Esta pareja consigue grabar un primer disco en 1969 que, a pesar de unos arreglos excelentes recurriendo incluso a una pequeña orquesta, pasa sin pena ni gloria. Todo el material está compuesto por Gladwin, y en él ya vemos maravillas como “Saxon lady”, la que abre el disco y en la que el tono renacentista le da un aire encantador; pero otras como “Canaan” van a medio camino entre la balada folk rock y el sonido orquestal, y tal vez esa dispersión más la deficiente campaña publicitario del sello Bell (lo suyo era el pop, las orquestas familiares y luego el glam) hizo que en su época casi nadie se enterase de su existencia. Pero pronto llegan las buenas noticias, porque en 1970 Edward Baird, antiguo compañero de colegio y que también domina un montón de instrumentos, se les une. Y resulta que el ahora trío tiene seguidores incluso entre los rockeros: hay una banda llamada Free que está en su apogeo y cuyos miembros, fans de los Blondel, les consiguen un contrato en la bendita Island Records… amigo, la cosa cambia. 

A partir de ahora, sin apuros ni exigencias comerciales, se acabó el tono orquestal y el trío se concentra en recrear, aunque con material propio, los sonidos del Medievo y el Renacimiento con una delicadeza exquisita: en cierto modo su estilo será similar al de la Incredible String Band (otros orfebres) pero sin la carga psicodélica que a veces lastraba demasiado a este grupo en sus primeros discos. “Renacentistas” fue precisamente el adjetivo que la prensa comenzó a usar para referirse a los Blondel, ya que el término “folk” no es el más apropiado; y aunque los puristas -otra vez ellos- les achacaban el ser una especie de refrito con pretensiones medievales, algo parecido se puede decir de E,L & P con respecto a la música sinfónica y da igual: lo importante, además de la felicidad de sus seguidores, es que abrieron las puertas de esos estilos musicales a una nueva generación que de otro modo probablemente nunca habría llegado ahí (por otra parte, los propios Blondel se tomaban su trabajo con mucha más ironía y humildad que Emerson con el suyo). En cualquier caso, su nuevo disco aparece este año con una orientación más definida que el primero: la batería y los instrumentos eléctricos desaparecen para llevarnos directamente a transiciones entre el Renacimiento y el Barroco (“Poughman” o “Willowood”, cercanas al madrigal) o algunas piezas representativas del estilo isleño del siglo XVI. Pero aun así, no será hasta “Fantasia lindum”, su disco del 71 (publicado puntualmente en España, por cierto), que alcancen su verdadero carácter; y luego llegará “England”, su consagración. Luego pasarán al sello DJM, donde su sonido se electrifica y pierde un poco de su esencia, pero en conjunto su espléndida carrera ocupa casi la totalidad de la década. 

Y estas son las dos novedades más populares del momento. Aunque, por si algún folkie está leyendo esto, le recomiendo otros tres que pasaron casi desapercibidos en la época y ahora son objeto de disfrute entre la gente de buen gusto. En primer lugar y especialmente los Trees, el gran secreto mejor guardado del folk británico, que tuvieron la desgracia de ser fichados por la CBS (aunque incluyesen una canción suya en el famoso recopilatorio “Llena tu cabeza de rock”): solo publicaron dos discos, ambos en 1970, y son excelentes. Se trata de una banda de folk rock con un leve tinte psicodélico y con una voz femenina, la de Celia Humphries, que a mi parecer no tiene nada que envidiarle a las mismísimas Sandy Denny o Maddy Prior. Esos dos discos (“The garden of Jane Delawney” -la canción que le da título es la que aparece en el recopilatorio de la CBS- y “On the shore”) son inolvidables. Luego tenemos a String Driven Thing (cinco discos en total), que comenzaron haciendo folk rock de mucho nivel y, fichados en el 72 por Charisma, publicaron una obra realmente curiosa: “The machine that cried”. Una rareza magnífica, fusionando ese género con el progresivo. Y por último Longdancer, el primer fichaje de Rocket Records, el sello de Elton John: solamente dos discos, como los Trees, y desde luego sin llegar a su altura; pero con una buena mezcla entre folk y country que merecía más atención. En esa banda comenzó a hacerse conocido un jovencísimo Dave Stewart, que a finales de la década se hará mayor en los nuevaoleros Tourists junto a su por entonces esposa Annie Lennox; y luego de eso… bueno, ya saben ustedes lo que vino luego. 

Hala, ya está, se acabó el folk rock por este año. Y prácticamente todas las novedades posibles, salvo una -relativa- de la que hablaremos el próximo día. Espero que se vayan recuperando mientras tanto del tremendo rollo que me acabo de tirar; pero no se quejen, que solo es uno a la semana: los políticos son mucho más pesados que yo, y aún encima siempre dicen lo mismo. Así que… 



8 comentarios:

  1. No me quejo, lo que me doy es cuenta es que no sé nada de folk/rock británico. He escuchado alguno de los temas propuestos y como suele pasar cuando te encuentras con grupos nuevos intento buscar asociaciones con otros que sí conozco
    Cuando oí el tema de Lindisfarne Meet "Me on the Corner" la cabeza se me ha ido a los Beach Boys por esa riqueza vocal, algo que también me produjo esa belleza llamada Clear White Light. En cambio Fog on the Time me lanzó directamente en la onda Kinks.
    Folkies folkies si parecen los de Amazing Blodel. No sé si su cabezas correrían peligro si actuasen en tiempos de Enrique VIII o de su dulce hijita la Reina Isabel pero los chcios bucólicos son un rato en las piezas que he escuchado por el Spotify.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bah, no se preocupe, herr doktor: ya sabe usted lo suficiente, que tampoco hay que matarse. En Lindisfarne hay una cierta relación, aunque muy lejana, con los Beach Boys. Pero yo diría que esa relación es más bien un nexo común con todas las bandas que cuidan los juegos de voces. Y "Fog on the Tyne" no es precisamente la que más me recuerda a los Kinks, aunque es evidente que algunos tonos acústicos eran también del gusto de los hermanos Davies y sus colegas. Pero fíjese usted lo que es la vida: la línea de bajo en "Clear white light" es muy parecida a la que llevan los Kinks en "Powerman", una de las piezas de su disco "Lola versus powerman...". Y no podemos culpar a ninguno de los dos grupos de haber copiado al otro, ya que ambos discos salieron justo al mismo tiempo, en Noviembre del 70. Curioso.

      En cuanto a los Blondel, la verdad es que suenan deliciosamente isabelinos. Seguro que sus Majestades, padre e hija, habrían disfrutado con ellos. Aunque vaya usted a saber...

      Eliminar
  2. Esta vez sí que he hecho los deberes – de alguna manera- y he escuchado cosas que propone usted, Sr. Rick.
    Las dos propuestas me parecen muy buenas, y creo que el tiempo ha sido benévolo con ambas. Me inclinaría por preferir a los segundos, los Amazing Blondel, pero con foto “finish”.
    Y hoy se ha muerto el bueno del señor Ayers. Gracias por todo, Kevin. En este bar se le ha tratado bien: seguro que volverá.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nunca hubo un hippie tan prototipicamente hippie como Kevin Ayers, por lo menos el el rock británico, mal que le pese a Donovan a otros. Triste perdida.

      Eliminar
    2. Así me gusta, señor Átono, que sea usted cumplidor. Aunque pensaba que conocía al menos a los Blondel: "Fantasia lindum", aunque solo fuese por la portada, acabo siendo un disco relativamente popular incluso en España.

      En cuanto al querido Kevin, me temo que los de la Wikipedia han ido demasiado rápido: se supone que murió en la noche del 18 al 19, y las emisoras británicas no se enteraron hasta el 20. Tal vez por eso haya surgido el error, que espero sepan reparar. Y por supuesto que siempre ha sido bien tratado aquí, y también por supuesto volverá, no lo dude: mucho antes de lo que usted espera.

      Eliminar
    3. Totalmente de acuerdo, herr doktor. Donovan era más bien un "hijo de las flores", un chico muy campestre que luego se reconvirtió en "cósmico", mientras que Kevin era más urbano, más decadente. En cualquier caso quiero mucho a los dos, eso que conste.

      Eliminar
  3. Hola Rick. Yo no sé quién es Kevin Ayers, pero me uno, junto con sus egregios tertulianos, a las condolencias -cuánto saben ustedes de música, malditos-.
    Y, Don Rick, no se compare con los políticos: ellos nunca sabrían escribir como usted lo hace (por lo menos los actuales, que en épocas pretéritas sí hubo buenas plumas ) .

    ResponderEliminar
  4. Hola, estimado Caruano. Gracias por tus condolencias. Lamento que no hayas conocido a Kevin, porque estoy seguro de que te caería muy bien. Pero aún estás a tiempo: espera unos días, ya verás. En cuanto a lo de saber de música, ya me gustaría a mí saber tanto de pintura como tú. Así que no te quejes: cada uno en lo suyo.

    ResponderEliminar

Cierren la puerta al salir.