lunes, 8 de abril de 2013

España: la travesía del desierto (IV)


El rock and roll, que a mediados de los años 50 era el último grito en los States, no llegó a ser popular en España hasta finales de esa década: las principales casas discográficas del género, como Sun o Chess, eran de poca envergadura y no tenían distribución aquí. Solo Elvis, a partir de su ventajoso salto a la RCA, comenzó a ser oído con cierta regularidad, pero de los demás se sabía muy poco. Sin embargo, en la mayoría de los países hispanoamericanos hubo casi desde el principio unos cuantos músicos que estaban al tanto de las novedades gringas. Y aunque la mayor parte de su repertorio se basaba en los ritmos tradicionales de la zona, de vez en cuando se atrevían a intercalar alguna versión rockera. Porque esa era otra de las características por entonces: eran polifacéticos, atacaban varios estilos con la intención de abarcar el mayor número posible de oyentes. Varios de esos nombres prehistóricos llegaron a ser famosos en España, a donde se desplazaban con frecuencia, e incluso en algunos casos llegaron a residir aquí por un tiempo. Tenemos así una curiosa “invasión hispanoamericana” que nos permitió ir conociendo un poco más esa música diabólica: junto a los solistas clásicos como Antonio Machín o Luis Aguilé, por el medio vinieron algunos conjuntos que han pasado a la depauperada historia musical española. Y hoy hablaremos de los primeros, los precursores, los Llopis. Ya les aviso, la cosa va a quedar un poco pachanguera. 

Los Llopis son un cuarteto cubano que inició su carrera a principios de los años 50 en las salas de fiestas de su país. Por entonces (recuerden, Fulgencio Batista es quien manda) Cuba estaba llena de turistas yanquis que disfrutaban con el exotismo de las músicas caribeñas tales como el mambo, el merengue o el cha-cha-chá, los ritmos básicos en el arsenal de toda orquesta o grupo de la época tanto allí como aquí. Pero con el auge del rock and roll, el público más moderno comenzó a solicitar piezas de ese nuevo género; y ellos, que conocían los States por estudios y afición, ya estaban al día: en poco tiempo tuvieron preparadas unas cuantas versiones en español de los rockeros blancos como Elvis o Bill Haley, versiones que iban intercalando entre su repertorio más tradicional. Por otra parte resultaba muy novedoso ver a un grupo caribeño que, partiendo de los sones y los instrumentos tradicionales, se atrevía a añadir otros tan lejanos como la steel guitar (esa cosa que maneja Frank Llopis, el de la izquierda en la foto) para dar a su sonido un aire hawaiano de vez en cuando. Pronto llegaron a la cumbre de los grupos cubanos: ya contaban con varias grabaciones, y su novedosa incursión en el ritmo de moda los coronó definitivamente haciendo caer el mito de que “es imposible que el rock and roll suene bien en nuestro idioma”. Pero el 1 de Enero del 59 se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó a parar: los Llopis, que lo vieron venir, habían abandonado el país poco antes para establecerse en México, donde ya tenían un prestigio. 

1959 fue un año muy denso para estos señores. Antes de nada se pusieron a regrabar sus canciones más populares en un sello mexicano; con lo cual esas canciones, que no habían pasado aún de moda, vivieron una segunda juventud. A continuación ampliaron el rango de formatos concentrando el repertorio básico en dos Lps que salieron a la venta en un corto intervalo de tiempo: el primero se compone casi exclusivamente de boleros, mientras que el segundo, “Rockabilidad”, ya se pueden imaginar de qué va con ese título. Ahí se encuentra la mayor parte de las canciones gringas que fueron trasladadas al español por los Llopis, y en él vemos su predilección por la raíz rockabilly (“Rock-a-billy” es precisamente la pieza que ellos transforman en “Rockabilidad”: grabada en 1957 por Guy Mitchell, su éxito había sido enorme tanto en los States como en la Isla, donde llegó al número 1). Pero en aquella época de EPs y singles, un disco grande no tenía el espíritu de unidad que adquirió años después; por entonces se consideraba más bien como un cajón de sastre en el que podíamos encontrarnos con las piezas más insospechadas, y este no fue una excepción. Porque ahí viene incluido un título que no tiene nada que ver con el resto: “La pachanga”. Dios mío. Qué lejos estaban los españoles de sospechar lo que se les venía encima… 

“La pachanga”, compuesta en ese mismo año por un músico cubano, es básicamente un cruce entre cha-cha-chá y merengue. Su popularidad, tanto en Hispanoamérica como en España, fue arrasadora, y se desconoce el número de versiones que llegó a tener. Los Llopis la incluyeron en ese disco tal vez por ser lo más reciente de su repertorio, que ellos equipararon a “lo más moderno”: otra explicación no hay. Pero el caso es que fue esa canción la que los trajo a España, donde actúan por primera vez en la sala Florida de Madrid. Y en esa misma actuación son contratados por la casa Zafiro para grabar de nuevo algunas de sus piezas más famosas: les llevó una mañana, lo cual hizo más barato eso que pagar los derechos de las grabaciones mexicanas para su distribución en España (en aquella época la exclusividad de los sellos discográficos con los artistas era muy elástica). Mientras tanto, en Cuba como en los demás países caribeños, “La pachanga” llegó a formar parte del patrimonio nacional convirtiéndose además en un nuevo género, y aquí nos topamos con otra tontería filológica: en aquellos tiempos y aquellos lugares, “pachanga” acabó siendo un buen modo de reflejar el carácter de esos pueblos; y así lo entendió el mismísimo Che Guevara cuando definió el régimen político de los barbudos diciendo que “lo nuestro es un socialismo con pachanga”, o cuando García Márquez describió la isla como “una pachanga fenomenal”. Pero en España la cosa fue muy distinta: al principio nuestros padres la bailaban en las fiestas patronales o las que hubiere, amenizadas por la orquesta del pueblo (si una orquesta no tenía esa pieza en el repertorio, no era una orquesta). Esa furia pachanguera duró varios años; los bebés se hicieron niños, los niños adolescentes… y la nueva generación, hastiada de tanta pachanga, comenzó a darle otros significados que ustedes ya conocen. Ah, y por si alguien no la ha oido nunca… a mí no me miren: está en Youtube

En los primeros años de la nueva década los Llopis se hincharon a hacer giras por toda Hispanoamérica, pero su producción discográfica comenzó a escasear: el grueso de su repertorio ya estaba hecho. Y gracias a ellos el público español moderno se enteró con más claridad de lo que era ese extraño rock and roll, del cual aquí se sabía tan poco mientras en el país de origen ya casi estaba pasado de moda. Su estela siguió proyectándose hasta mediados de los 60 y, dejando pachangas aparte, su valor como pioneros es innegable. Como muestra de ello, aquí les dejo dos versiones magníficas: “Rock-a-beatin’ boogie”, compuesta en 1952 por Bill Haley (cuando, teóricamente, aún no existía el rock and roll) y “All shook up”, la inolvidable pieza de Elvis que ellos bautizan como “Estremécete”. En ambos casos se hace notar la gran empatía que demuestran: no solo están bien hechas sino que suenan totalmente creíbles, como si fuesen suyas, y el modo de cantar se ajusta a las originales. Aún diría más, y perdónenme el sacrilegio: casi superan la de Elvis, enriquecida con esa steel guitar y el tono pasional del cantante (Manolo Vega, un enorme "vocalista", como se decía antes. Y no solo por su estatura). Eso, en un grupo pachanguero, no es frecuente. 






18 comentarios:

  1. ¿Son los mismos Llopis que me gustaron de chaval con “La puerta verde”? Suenan muy distinto; sí que eran versátiles.

    Es verdad lo que dices (ya lo había comentado también alguien en la anterior entrada) de que las novedades nos llegaban desde Iberoamérica, aunque, a mi cortísima edad, no sabía diferenciar el acento andaluz del canario o del mejicano; de hecho, todas las series y películas estaban dobladas en “chicano”, y me parecía lo normal.

    Mi hermana mayor tenía varios discos de sudamericanos, y uno de los que acabó por gustarme fue Enrique Guzmán. De los Llopis no tenía ninguno, y “La puerta verde” la conocí por aquella inefable radio.

    Salud.

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    1. Pues sí, señor Pez: esos mismos son, y fue una de las piezas que grabaron en España. La original había sido un éxito tremebundo a mediados de los 50 en los países sajones, pero no recuerdo el nombre del cantante que la hizo popular. En cuanto a Guzmán, se hizo más famoso como solista (un poco edulcorado, al estilo de los crooners yankis) que en su anterior etapa al frente de los Teen Tops, pero en fin: es otro clásico. Y sí, recuerdo perfectamente esas series americanas -e incluso los dibujos animados- con aquel acento portorriqueño que nos descolocaba un poco. Ay señor, qué tiempos.

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  2. Si, es cierto, era mas facil que la musica "Yanki" entrara a través del circuito de versiones latino-americano, que en su forma original. Muchos grupos se forjaron, con esa fórmula, una sólida carrera entre dos continentes, Enrique Guzman y los Teen-Tops, Los Apson, Los Rockin Devil's, Los Hermanos Carrión, Angelica María, Los Sleepers, Los locos del ritmo...son algunos nombres que recuerdo de algunos singles y recopilaciones que he ido recuperando a lo largo de los años, en definitiva grupos de "covers" en busca de una identidad rockera propia. Tendrán que pasar algunos años para que el rock nacional se reinventara con identidad propia (lo que no significaba renunciar a su fuente original)....seguiremos expectantes....

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    1. La ventaja del idioma era fundamental, mister Sebas. Pero también está el hecho de la mala distribución de los originales, ya que como digo arriba solo Elvis se oía con frecuencia en la radio. También estaba Bill Haley (tras fichar por DECCA), aunque este nos sonaba un poco más relamido, o clasicote, no sé. Aun así, dejando aparte a los Llopis y Teen Tops, los demás grupos que usted cita no fueron tan populares en España: aparecían singles o EP’s sueltos, e incluso como usted dice en algunas recopilaciones, pero nunca llegaron a la fama de los dos primeros. Visto con perspectiva, el verdadero triunfo hispanoamericano en España fue el de los solistas. O el de los conjuntos que, como los Llopis, tenían repertorio tradicional.

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  3. Hay que ver cuantas cosas se aprenden en este blog. Cada vez estoy más convencido de haber nacido en el año justo (1959), de manera que al llegar a la adolescencia, por suerte ya habían cambiado bastante las cosas en este pais.

    Otro formidable post, Sr. Rick.

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    1. Pura prehistoria, don Antoni. Ya me imagino que para mucha gente estas entradas se harán un poco indigestas (especialmente en esta primera época), pero creo que no está de más recordar, muy por encima, quiénes somos y de dónde venimos. De todos modos solamente citaré los grupos más notables, porque tampoco tiene sentido echarse dos meses con esto. Aunque si alguien se ve con fuerzas para hacerlo, adelante: seré un lector fiel suyo. En cuanto a la fecha de nacimiento… bueno, yo soy del 56. En teoría esta época me pilla de refilón; pero siempre me ha gustado ir hacia atrás, como los cangrejos. Le parecerá raro, pero me interesa más esa época que la actual.

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  4. Te veo excesivamente pachangofóbico. La canción que dio origen al género no está mal y el uso del género en sentido despectivo no deja ser una manifestación más del afán de distinción de un grupo social juvenil que no quería que se les identificase con la música que escuchaban y sobre todo bailaban los horteras. Desde mi punto de vista en todos estos grupos (LLopis, Teen Tops, Los Zafiros -un grupo absolutamente genial- o los Cinco Latinos) han sobrevivido mejor aquellos temas que no abandonan el toque latino sobre aquellos en que se limitan únicamente a castellanizar viejos éxitos del rock and roll.

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  5. Tiene usted que comprenderme, herr doktor: los de mi quinta sufrimos mucho. “La pachanga” fue de las primeras canciones que recuerdo haber oído en la radio; y comparándola con Johnny & The Hurricanes (que sonaban por esa misma época), la cosa me quedó muy clara. Luego, cuando nuestros padres nos llevaban a las verbenas con un globo en la mano, la bolsa de patatas fritas en la otra, pantalón corto y calcetines blancos, venga merengue y cha-cha-chá. Y yo suspirando por Johnny & The Hurricanes… cuyo nombre no sabía ni vocalizar, por cierto. Porque esa es otra: “La Pachanga” era perfectamente pronunciable, pero con aquella cosa rara de “Redriveroc” o lo que fuera, no había modo humano. Supongo que yo ni sabía de qué país era cada música, pero algo sí tuve claro: no eran países, eran planetas. Los pachangueros de aquí y los marcianos del “redriveroc”. Y yo decidí ser marciano.

    Qué le voy a hacer. No me siento caribeño, hispanoamericano, en absoluto. Me siento norteño, de la pérfida Albión o incluso del mítico Eire, con sus pálidas mujeres pelirrojas. Y si hay que pasar frío se pasa; y si tiene que llover todo el año, pues que llueva. Si hablamos de folclore, de música tradicional, me gusta el folk sajón y la niebla. Puede sonar a herejía, a tara mental, pero ese es mi sentimiento. Respeto todas esas músicas “latinas” -ahora que soy mayor y comprensivo- pero no tengo absolutamente nada que ver con ellas. No me llaman.

    Otra cosa es eso que usted dice sobre los Zafiros o los Cinco Latinos, y en eso estamos de acuerdo: ambos grupos, como otros cuantos, basan su repertorio mucho más en los juegos de voces y en las melodías que en el ritmo rockero, y eso los ha hecho pervivir en el recuerdo con más fuerza que los Teen Tops, por ejemplo. Lo cual es lógico: los primeros son más fieles a sus raíces, son más “auténticos”, por decirlo así. Mientras que, nos guste o no, las bandas rockeras hispanoamericanas están haciendo, en cierto modo, una impostura. Por eso dije hace poco que el rock -o el rock and roll, tanto da a estos efectos- es un género para sajones. Admiraremos en estos grupos primitivos su valor por echarse al ruedo y castellanizar el género, pero no su discutible calidad. Y eso mismo pasará con los grupos españoles sesenteros: serán nuestros grupos, pero que no nos ciegue el patriotismo porque los isleños o los yanquis son mil veces mejores. Es lo suyo, y no podemos presumir hasta que lleguen los años 80, es decir, hasta que vuelva el pop: ahí sí podemos. Sin pasarnos mucho tampoco, claro.

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  6. Aunque alguna vez oí canciones de los LLopis, no sabía que así se llamaba el grupo (el vocalista es igualito que mi tío Enrique de joven).
    Usted sabrá perdonarme, Rick, pero yo soy bastante pachanguero (en todos los sentidos) y, además de los anglosajones, me gustan los ritmos latinos, sobre todo los cariocas (¿ni siquiera le gusta a usted un poquito la bossa nova?).
    También a mí me parece buena la versión que hacen de “All shook up”. Igual algún día me animo y, para vuestra desgracia, hago yo mi propia versión del tema. XD
    Me gusta que nos ilustre con sus "tonterías" filológica.
    Un placer.

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    1. Pues menudo bicharraco debe de ser tu tío Enrique, estimado Caruano: creo que este señor andaba cerca del metro noventa, así que...
      Y no hay nada que perdonar, que yo sepa. Cada uno es como es, y donde hay variedad hay alegría. Menudo coñazo si todos fuésemos iguales, ¿no?

      ¿La bossa nova? Bueno, hay piezas que sí me gustan; y sobre todo admiro en ellas su técnica, que suele ser muy superior a lo que parece a primera vista. Hay grandísimos músicos en ese género. De hecho, aquella revolución casi psicodélica de "Tropicalia", con Caetano Veloso, Gal Costa y compañía, se basaba en ese estilo. Incluso les dediqué un post, por cierto: si vas al apartado "América 60's" y buscas el último, ese es.

      Y, desde ya, estoy esperando tu versión de "All shook up": no me la quiero perder por nada del mundo.

      Otro placer, aunque me temo que ya no me quedan más tonterías filológicas.

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    2. Yo también estoy esperando.
      Y es que hay drogas -duras- que crean hábito.

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    3. Ya has oido, Caruano: ya somos dos. Aunque la droga mate, y tal.

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  7. De los Llopis solo conocía el Estremécete pero sin duda es un pedazo de tema, y como bien dice, digno rival del original. Hay otro grupo, mejicano creo, los Teen Tops, que supongo de la misma época y que tienen versiones de temas gringos. Interpretaron en español Quién puso el bom, uno de mis temas preferidos.
    Leyendo lo de las orquestas pachangueras me acordé de un amigo que estuvo trabajando en una orquesta verbenera pero con ciertas infulas. Les contrataron un par de noches en algún pueblacho perdido. Al acabar la primera noche se presentó el alcalde escoltado por dos de los más brutos del pueblo armados de buenos garrotes y les dijeron que como al día siguiente no tocaran la del tractor amarillo les rompían las piernas. Por supuesto, por la cuenta que les tenía, se aprendieron la canción de un día para otro y la tocaron diez veces, por si acaso.

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    1. Eso pienso yo, señor Chafardero, que el "Estremécete" es un digno rival de la otra. En cuanto a los Teen Tops, a ello voy en el próximo post, ya que fueron el grupo más conocido aquí en plan rockero.

      Las orquestas pachangueras hay que reconocer que sufrían lo suyo, y ese caso que cuenta usted del tractor amarillo es un buen ejemplo. Yo conocí a algunos integrantes de orquestas, y todos se quejaban de lo mismo: la gente quiere lo de siempre, y como te atrevas a tocar alguna pieza de tu gusto te juegas el tipo. Aun así, hubo algunas que de vez en cuando nos sorprendían intercalando "cosas raras" en plena verbena. Versiones de soul, rock y demás ratonadas. Aún recuerdo ver algunas caras de disgusto entre el personal.

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  8. ¿Sabía usted que hace bien poco, Fidel Castro prohibió el reggaetón en Cuba? Aunque graciosa, admito que la noticia me gustó mucho. No hay peor música sobre la tierra que el reggaetón. La peor canción de vuestra 'pachanga' de los cincuenta y sesenta es Wolfgang Amadeus Mozart en comparación. Esas dos canciones de los Llopis que nos has dejado, con sus fusiones o sin ellas, no son santo de mi devoción, pero no están mal, son soportables. Te reto a que escuches esto: http://www.youtube.com/watch?v=RwtNfVHuDhI

    Pues no conocía la canción ''La Pachanga''. ¿A qué significado posterior se refiere usted? Estos temas filológicos me interesan mucho. Yo siempre he llamado 'pachanga' a música tipo King África, David Bisbal... Así lo hemos entendido siempre, vamos, a música basura. Ya sabía que el término era más viejo, pero no conocía su historia. Ya veo que ha dado muchas vueltas. Curiosa la anécdota del Ché.

    Y respecto a su alegato sobre la música hispanoamericana y la 'norteña', en los comentarios, a mi en general me pasa parecido. Cosa de gustos, ¿no?

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    1. Sabía lo de Fidel, y lo aplaudo: el "reguetón" no es que corrompa solamente el espíritu revolucionario de la muchachada cubana, sino que puede causar daños irreversibles en el cerebro. Y la mejor demostración es precisamente esa "gasolina", que para mi desgracia también conozco: además de su horripilancia como "pieza musical" (¿?), está el machismo descarado y esa reducción animalizada que tanto parece gustar a poligoneros y demás fauna. En cuanto a las señoritas que aparecen en este tipo de cosas, ellas sabrán lo que quieren hacer de su vida, pero...

      "Pachanga" hoy en día es efectivamente la música hortera, garrula, para gañanes (en el sentido actual, no en el del DRAE). Pero también un partidillo informal de fútbol, por ejemplo (un partido de barrio, el que juega un equipo en plan precalentamiento o entre unos cuantos colegas) se llama pachanga.

      Y sobre los hispanos y los norteños, pues eso: que cada uno es de su padre y de su madre, y algunos salimos raros. Es lo que hay.


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  9. Y tengo un amigo paraguayo que dice que el reggetón allí es una plaga, por cierto. Que ni música folk paraguaya ni nada, allí toda la chavalería le da al reggetón, que no solo es una pachanga que atonta y machaca la cabeza, sino que además tiene unas letras absurdas y machistas. A España ha llegado también, desde hace años, sobre todo al sur.

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    1. Por lo que sé, se trata de una epidemia muy extendida por Hispanoamérica pero con mayor incidencia en los países centroamericanos: Costa Rica, Panamá, Guatemala, etc. En el sur (Argentina y Chile, sobre todo), tal vez por su condición más "occidentalizada", parece ser menos agresiva. Pero en fin, tampoco estoy muy puesto en eso, ni me importa.

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