lunes, 11 de noviembre de 2013

1971 (II)


Como ya saben ustedes en este local se respeta escrupulosamente la antigüedad, así que comenzaremos por la banda más veterana que sigue en activo: los Stones, claro. No suelo emplear un post para un solo disco (de ese modo no acabaríamos nunca), pero en este caso se hace necesario por la trascendencia que el año 1971 tiene para estos señores en varios frentes. Y por las “implicaciones españolas”, que las hay. 

Los Stones dan un salto “industrial”, por decirlo así: ha terminado su contrato con Decca tras entregar un último single titulado “Cocksucker blues”, sabiendo que su letra pornográfica hará imposible la publicación. Es su venganza por los últimos años en ese sello, donde han tenido que aguantar intromisiones tales como el cambio de portada en “Beggar’s banquet”, que ahora ya vemos en las frecuentes reediciones con la original: un retrete nauseabundo con las paredes llenas de grafitis. Poco después presentan en sociedad “Rolling Stones Records”, con su legendario logotipo de los labios y la lengua irreverente, un diseño de John Pasche inspirado en Kali (la Madre Terrible, diosa hindú de la destrucción de los enemigos: hay que tener mala leche), por el que cobró 250 libras: sí, los Stones son muy avaros. 

Desde que los Beatles crearon Apple, algunos de los grandes grupos parecen decididos a hacer lo mismo; tener sello propio es un signo de distinción, aunque en algunos casos será un fracaso comercial (como lo fue la propia Apple). Pero Jagger y sus socios han perdido plumas en ese vuelo, ya que también rompen su alianza con el pirata Allen Klein y entonces descubren que sus grabaciones con Decca no son suyas, sino de Klein: eso es lo que pasa por no leer la letra pequeña de los papeles que se firman. Tal descubrimiento los llevará a un larguísimo proceso judicial para recuperarlas; pero no hay mal que por bien no venga, al menos para Keith Richards: según sus palabras, ese fue “el precio de una enseñanza”, y a partir de ahora serán mucho más precavidos. Por otra parte también ellos hacen de las suyas, ya que como vimos el año pasado “Sticky fingers”, el título de su nuevo disco, fue robado a Mott The Hoople gracias a una indiscrección de su propio productor y factótum, el gran Guy Stevens. Quién sabe, tal vez Stevens trataba de ganar puntos ante los Stones, aunque estén viviendo su época dorada con Jimmy Miller. 

“Sticky fingers” es un nuevo hito en la asociación Stones-Miller, y de los más sonados: aun siendo muy difícil elegir un solo disco de esa época, no hay duda de que este fue el más popular para el oyente medio. Claro que la portada también ayuda, puesto que tras algunas dudas iniciales se la han encargado a Andy Warhol nada menos. Ese pantalón vaquero con cremallera metálica, de las buenas, incita a abrirlo inmediatamente, sea el comprador del sexo que sea… y claro, tras ella hay una sugerente prenda interior abultada con el sello de Andy a modo de marca comercial. Como era de esperar, mucha gente se lo compra sin oirlo, consciente de estar ante una obra de arte, una de esas portadas que forman parte de la Historia del diseño gráfico. En cuanto a la música, y bajo el punto de vista comercial, la táctica es de libro: un cañonazo abriendo cada cara, y el resto a gran nivel. “Brown sugar” y “Bitch”, esos dos cañonazos, han quedado en el imaginario colectivo como representantes destacadas del momento de gloria que viven los Stones. Tan sobrados van que, pudiendo aprovecharlas como caras A para dos singles, las publican juntas en uno solo: eso denota poderío, sin duda alguna. Pero también tenemos “Can’t you hear me knocking”, otra clásica, con su primera fase “tarareable” y un largo desarrollo posterior que no la hace cansina a pesar de un total de siete minutos. Y luego las clásicas incursiones en el blues “coral” como “Sway”, o acercamientos al country como “Wild horses” -ambas formaron parte de un segundo single. 

En fin, qué les voy a contar sobre esas canciones. Estamos ante una banda que mantiene un estilo puramente americano, y de cuyas letras conflictivas (sexo, drogas y rock and roll) es un buen ejemplo “Sister morphine”: escrita a medias entre Jagger, Richards y Marianne Faithfull, fue publicada por ella en 1969 y luego se incluyó la versión Stone en este disco. La música es un poco aletargada, como corresponde a tal droga, con guitarra slide a cargo de Ry Cooder y los arreglos de teclado suministrados por Jack Nitzsche, y la letra es el lamento de un moribundo hospitalizado que aguarda su dosis para olvidar el dolor (“Por favor, hermana morfina, cambia mis pesadillas por sueños”). O también… “Dulce prima cocaína, deposita tu cálida mano sobre mi cabeza”. Aquello, para la vigilante censura española, era demasiado; y como consecuencia, aquí fue sustituida por una versión en directo de “Let it rock”: una chapuza muy de la época, que rompe la unidad de disco de estudio. 

Pero la portada también entró en el lote: en nuestro país vemos unos “dedos pringosos” emergiendo de una lata de melaza, en una interpretación alternativa que Hispavox (la distribuidora española) solicita a Rolling Stones Records ante la imposibilidad de publicar la impúdica portada original. Y eso que la Censura no conocía la verdadera intención de Warhol: los dedos pringosos, aunque no aparezcan en dicha portada, probablemente proceden de turbios manejos previos en el interior. Claro que tampoco se enteró, por ejemplo, del mensaje de “Brown sugar”, que no tiene nada que ver con la droga sino con, otra vez, más sexo: esas esclavas negras que llegan en los barcos para trabajar en los campos de algodón, ese azúcar moreno de su piel, esos amos blancos relamiéndose… ya ven ustedes que nuestros queridos censores a veces daban palos de ciego; y a nosotros nos obligaban a buscar las copias extranjeras, aunque por otra parte la edición española se convirtió en una de las piezas más cotizadas por los coleccionistas (y este no será el único caso, ya lo verán). En cierto modo, aquella época tenía su gracia. Un poco siniestra, pero… 

Y ya está bien de tanto rollo con los Stones, un rollo que por otra parte ya conoce todo el mundo. A ver la semana que viene con qué nos encontramos. 


22 comentarios:

  1. Hola:
    Hablar de los Rollings, que decimos aquí, me da como yuyu, pues considero que siempre han sido un grupo aparte a los demas, en todas las épocas, vamos que no se les puede comparar con ninguno, en los sesenta parecía que estaban en otra galaxia con respecto a los otros, y en los setenta a su marcha, algo por el estilo, no se apuntaron a ninguna moda y es una banda respetada por todos.
    Del Sticky Fingers, recuerdo el prestigio de los que tenían el Lp con la cremallera de verdad, solo por tenerlo ya eran unos gurús del rock.
    Que conste que no soy un gran fan de ellos, pero cada vez que oigo algo suyo, no puedo menos que rendirme sin condiciones, igual que a un concieroto suyo al que fuí casi arrastrado, y del que salí maravillado.
    Nada mas, creo que poco nuevo se puede decir de ellos.
    Saludos
    Jose

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy buenas, don José. Es cierto que a veces da la impresión de que Jagger y sus socios parecen de una escala superior, ajena al tiempo. Tal vez porque su antigüedad en el cargo y el haber sido “antagonistas” de los Beatles hacen que los veamos así, no lo sé. En mi caso, que les tengo el respeto justo y nada más, creo que son un grupo que debería haber surgido en Estados Unidos, y no en la Isla: su escuela, al menos hasta finales de los años 70, es claramente esa.

      Me gustaría haber visto algún concierto suyo in situ, aunque ví algunos en pantalla y por mi escasa empatía con ellos no me conmovieron. Pero esto es un problema mío. Y desde luego tienen un buen ramillete de grandes canciones, que han pasado directamente a la historia con mayúsculas del rock and roll. No solamente forman parte de nuestra memoria, sino que al menos los de nuestra quinta les debemos en gran parte el haber caido en esta funesta afición ratonera. Y eso ya es mucho.

      Eliminar
  2. Sticky Fingers es materia para dos leyendas nada menos. Por los conflictos con su portada en primer lugar, a mí personalmente me parece mucho más interesante la española que la de ese farsante sobrevalorado llamado Warhol, un tipo desalmado y nocivo que me recuerda en su desvergüenza a un personaje del rock de parecida calaña llamado Malcolm McLaren. En segundo lugar por esos temas inolvidables aunque en algún caso demasiado digeridos. De todos y muy por encima del resto me quedo con ese fabuloso Wild Horses, una de las obras maestras del grupo.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es materia para mucha leyenda, sí. Creo, de todos modos y dejando aparte la opinión que podamos tener sobre Andy Warhol, que esa portada es un icono: nos gustará más o menos el personaje (y a mí tampoco me gusta demasiado, puede estar usted seguro), pero esa funda es legendaria. Y la española también lo es, dejando aparte la consideración sobre su rareza y los miles de coleccionistas que la buscan: es una gran fotografía, y muy original.

      En cuanto al contenido, es verdad -es inevitable- que esos temas se han hecho un poco agobiantes, de tanta exposición al oido. Pero eso ha pasado con muchas otras canciones (en este momento me viene a la cabeza la dichosa escalera al cielo de los zepelines, que he llegado a aborrecer), y de todos modos es un hastío personal causado por haber vivido ese tiempo: las nuevas generaciones, sin el lastre de lo contemporáneo, tan subjetivo, tan nocivo para una correcta apreciación de las cosas, lo verán de otro modo. Como pasará por ejemplo con “Wild Horses” que en efecto es una joya.

      Eliminar
  3. Un señor disco, sí. Debió pegar muy fuerte en el tiempo de su publicación, entre el contenido y el continente, o sea esa irreverente portada. La de Warhol admito que es mejor, pero la portada española me gusta también bastante. Muy ''creepy''. (Vaya, yo que siempre he criticado el uso de anglicismos sin venir a cuento, teniendo palabras en castellano... Esto de estudiar inglés afecta.)

    El Sticky tiene un sonido brillante, y creo que requete-imitado aún en décadas posteriores. Lo escuchas y te suena todo mucho, con esa mezcla que potencia la voz y cada nota de la guitarra de Keith. Sin embargo, no es mi disco preferido de los Rolling en cuanto ''álbum'' o producción. Independientemente de las canciones (que aquí hay unos cuantos cañonazos, como bien dice usted) me gusta más la producción final del Exile on Main St. como ''álbum'', porque es más denso y unitario. Me explico mal, pero ustedes me entienden. Aunque luego el cancionero ya es cosa de gustos... El Exile es más americano, más negro, y eso se saborea bien, pero se echa en falta algo del dulzor de éste o de otros discos, para completar a los Stones. Dulzor como el de Brown sugar, que durante mucho tiempo pensé que hablaba de la heroína - por el título - antes de leer la letra. Ya me vale. ''Sway'' es otra de mis preferidas, y
    ''Can’t you hear me knocking'', claro. Me gustan bastante varias canciones. Pero lo dicho, escuchado entero me carga un poco este disco, por sus mezclas, que golpean el oído. Le falta suavidad en la producción, incluso en los temas más dulzones. Pero ésto forma parte de lo que hoy es el sonido de los Stones, a fin de cuentas, y es uno de sus trabajos más celebrados. Todo esto solo es mi opinión, y soy un poco rarito, ¿eh? Además, temo haberme explicado mal. El disco es un discazo histórico. Aviso para navegantes.

    Creo que la principal diferencia inicial entre Apple Records o Electric Lady Studios, por ejemplo y Rolling Stones Records u otros nuevos sellos adjuntos a grupos consagrados, como el más tardío Swan Song Records, es que el de Apple (y el de Hendrix en New York) fueron concebidos en un primer momento como estudios de grabación particulares, antes que como sellos con todas sus consecuencias. En aquellos años todavía era difícil crear estudios, y todo un lujo. Los Rolling en el 71, en cambio, priorizaban otras cosas, y de hecho Sticky Fingers fue grabado en varios estudios. No sé dónde fue mezclado finálmente. Lo paradójico es que Apple fue concebido ya como discográfica para los Beatles o trabajos en solitario de sus miembros, y acabó produciendo a muchos grupos que se apuntaron, y no compensó a los propios ex-Beatles, que prácticamente lo abandonaron; y el de los Stones fue concebido para los miembros del grupo y no acogió a muchos extraños. El cambio de tiempos, sin duda. Los artistas ya podían grabar tranquilamente en sus mansiones, si podían permitírselo, o escoger a gusto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, yerno. Sí, pegó muy fuerte este disco. Y por ambas cosas, como muy bien dice usted. Lo del sonido es otra historia, y a mí en cambio me pasa al revés: admiro el gran equilibrio que logra Miller con la mesa de mezclas, aunque su tono me suena un poco apagado, más en clave de medios y graves que en el de agudos. Y en cuanto a si es el que más me gusta, está claro que la mayoría del personal aficionado a esta banda elegiría “Exile on Main St” como su obra más completa. Así que supongo que yo también. Y tal vez note en mis palabras una cierta desgana, pero si nos ponemos “canónicos” la cosa no tiene vuelta: el “Exile” es el más alabado. Yo tal vez prefiero sus discos anteriores, los de la Decca, y por tanto no estoy muy cualificado para estos asuntos: los Stones no son lo mío, he de reconocerlo. Ah, y no se preocupe por haber creido que “Brown sugar” iba sobre la droga, porque eso mismo es lo que pensaros dos o tres generaciones de españoles. Eso es lo que pasa por no ir a las letras.

      Sobre el asunto de los estudios de grabación o los sellos discográficos creados por músicos, la cuestión es por lo general exclusivamente monetaria: más dinero a repartir. Por lo general, los grupos grababan en los estudios que más les conviniesen por su sonido (los Olympic Studios, por ejemplo, estaba muy cotizados por entonces) y luego, con las cintas ya hechas, distribuían por medio de su sello: de ese modo se evitaban un intermediario. Poca ciencia más tiene el asunto.

      Eliminar
    2. Pues mire, he tenido que ir al disco, porque hablaba de memoria. No estaba pensando en el balance de graves y agudos, sino en algo más difuso y subjetivo, que tampoco expresé bien. Tonterías mías. El caso es que me parece un gran disco, que guarda varios hits, uno tras otro, pero aunque me gusten todos ellos, ninguno se encuentra en mi top de canciones preferidas de los Stones. Y por otro lado, como álbum y trabajo redondo, prefiero el Exile. De todas formas ya somos dos: mis temas preferidos de los Stones están repartidos en sus discos anteriores, entre Aftermath, Beggar's banquet y Let it bleed. Ya sabes que siempre he preferido mil veces el 'Gimme Shelter' o el 'Under my thumb' al 'Brown sugar'.

      Y me ha desmontado usted la teoría de los estudios. Así que el simple y puro dinero desde el comienzo... Tiene sentido. Son los mismos que compusieron temas como ''Taxman'' (los Beatles) o se fueron a vivir y trabajar en Francia para evitar impuestos (Stones). ''Poderoso caballero...'' Se movían en un mundo empresarial grande del que a veces me olvido.

      Eliminar
    3. Y aparte de ese balance está el eco, que me había olvidado de comentar: en casi todos los discos de los Stones, en esa época, suenan como alejados, al fondo del estudio, o algo así. En cuanto al top de canciones preferidas, está claro que cada uno tiene el suyo; pero "Brown sugar" es una clásica total, por decir solo una. Aunque sí, yo también prefiero "Gimme shelter". O "Sympathy for the devil".

      Lamento que haya quedado un poco entristecido por la simple explicación en el asunto de los estudios, pero qué quiere que le diga: poderoso caballero, en efecto. Que por cierto, los Stones crearon su Rolling Stones Mobile Studio donde grabaron, entre otros, Deep Purple... para luego publicar en la Purple Records. Lo dicho, la pasta.

      Eliminar
  4. "Aquella época también tenía su gracia"...pues sí, gracias de todos los colores. Ahora a toro pasado nos reímos de algunas, pero en su momento nos jodieron bastante. Un gran disco, sin lugar a dudas, que da para muchas anécdotas, como muy bien has contado (algunas no las conocía). Lo disfruté como un cosaco en su momento, aunque yo soy de los que prefieren (con matices) los primeros discos de los grupos, que aunque no alcanzan la madurez de los otros, conservan esa frescura que a mi mi "me pone". eso me suele pasar con los grupos de los años 60 más que con los otros. En fin, cosas mías. Me lo he pasado muy bien y leyendo este artículo sobre cosas que me interesan y que he vivido a tope.

    Saludosssssssssss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, señor Babelain, lo mío es una manera de hablar. La verdad es que aquella época mucha gracia no tenía, pero tal vez desarrolló en nosotros un tono ácido, irónico, que nos ha quedado impreso. O sea, que de todos modos algo aprendimos. El concepto de lo siniestro en sus muchas variantes, por ejemplo.

      Y en cuanto a lo que usted dice sobre los primeros discos de los grupos y el sonido de los años 60, estoy de acuerdo en general (sobre todo en el asunto de la frescura, que es irrebatible). Lo que pasa es que esos mismos músicos, llegados los años 70, dieron un paso adelante haciéndose más maduros, más “complicados”. No digo yo que todos mejorasen, pero algunos de ellos sí lo hicieron. Y en cierto modo eso nos proporciona, por decirlo así, dos discografías de cada uno de esos grupos: la de los años 60 y la de los 70. Más no se puede pedir, ¿verdad?

      Eliminar
  5. Aunque tenía conocimiento de la mayor parte que cuentas, ignoraba lo del "Cocksucker blues" por ejemplo, me ha encantado el ameno tono narrativo. Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, mister Johnny. El asunto del “Cocksuker blues” fue muy jaleado en aquella época (no sé si ahora también) por los aficionados irredentos del grupo. Yo la oí en los años 80 gracias a uno de esos fans desquiciados que no sé de dónde coño sacó una copia en cinta, pero ahora está disponible a todos los oídos. Vea usted esta página y cáigase de espaldas:

      http://blogs.elpais.com/planeta-manrique/2013/06/cocksucker-blues-los-stones-mas-escabrosos.html

      Eliminar
  6. Caramba con los conocimientos que tienen los que me preceden. Y yo que poco más que conozco algunos temas.
    Yo a los Stones me aficioné tarde y sin orden alguno, como siempre. No sabía lo de la portada y no había caído en lo provocativa que era, y más en un país tan timorato como éste.
    Hablando de memoria pues no tengo tiempo de visitar los temas, tienen un aire vicioso que los hacen muy excitantes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No se preocupe por los supuestos conocimientos, señor Chafardero: simplemente, algunos somos más frikis que otros; y eso no es ninguna virtud, sino tal vez un preocupante síntoma de inestabilidad mental.

      No soy yo un gran aficionado a los Stones, como ya he dicho por ahí arriba. Sin embargo hay discos suyos excelentes, y este reune la doble cualidad de tener unas canciones magníficas y una historia conflictiva: más no se puede pedir, por el mismo precio. Ese aire vicioso que usted dice es además otro ingrediente clásico en la época dorada de este grupo, un ingrediente que fueron perdiendo hasta convertirse (eso creo yo) en una parodia patética de sí mismos.

      Eliminar
  7. No me entusiasman los Stones, pero lo poco que me gusta de ellos me gusta mucho, mucho.

    Y su trayectoria es espectacular, sea cual sea el motivo -mercantil, artístico o ambos- que les ha llevado a perseverar.

    ¿Este disco? Algo me había contado un amigo friki, y es una de esas historias que debiera estudiarse en los colegios.

    Un placer el modo que tiene usted de contarlo.

    ResponderEliminar
  8. Muchas gracias por sus placeres, señor Pez: cuando se pone, resulta usted hasta zalamero, y todo.

    Ya sabe que tampoco a mí me entusiasman Jagger y los demás, pero en efecto hay momentos de gloria que a todos nos encantan. Y para bailar eran unos cracks. Su trayectoria en cambio, podríamos definirla como espectacular si pensamos exclusivamente en la faceta del show business (o, son sus palabras, en lo mercantil). Pero en lo musical, a mí dejaron de interesarme hace algunas décadas.

    De todos modos no me haga mucho caso: ya digo, yo veo el fenómeno Stones con un cierto alejamiento. Culpa mía.

    ResponderEliminar
  9. Hola, Rick.
    Yo sólo he ido una vez a un concierto de los Rolling y salí decepcionado por la actitud irrespetuosa del grupo hacia su público: ni un solo bis, ni gestos de agradecimiento, ni ná de ná; parecían nerviosos por ir a ver cuánto se había recaudado en taquilla. Eso no quiere decir que no disfrutara del concierto -a pesar del sonido-, en el que tocaron algunos de los temas incluidos en el "Sticky Fingers". Sobre la portada... pues sí, hay que reconocer que es uno de los buenos trabajos de provocación de Warhol (otro de los grandes peseterocompulsivos del siglo anterior -sin superar a Dalí-) - aunque , ya puestos, podría haber elegido una tranca de hechura más artística.
    Un placer.

    P.D.
    Hola, Pez.
    Raúl, hijomío, ¡qué facundia la tuya! XD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Abusando de la natural bonhomía del señor Rick, le ofrezco aquí mis más sinceras disculpas, señor Caruano: aún no he colgado su plateada dorada sobre fondo rojo (yo normalmente la sirvo sobre salsa verde, pero su propuesta es más interesante).

      Tenga por seguro que, cuando al fin lo haga, será en lugar señalado.

      Eliminar
    2. ''Siento dejar este mundo sin probar pipas Facundo''. Caruano, yo no he tenido la suerte de verles, y me arrepiento - casi tanto como cuando me enteré un día después que B.B. King había tocado en un concierto gratuito en la playa a unos 15 min. andando de mi casa, o cuando me enteré tiempo después del concierto de los Stooges en Bilbao - pero tres amigos míos trabajaron en su concierto en San Sebastián de 2007 y lo que me contaron fue eso mismo: llegaron, se quejaron varias veces de la cubertería, hicieron que todos los currelas se movilizaran al instante para buscarles otra vajilla de lujo, reservaron en el Maria Cristina las mejores suits, y luego tocaron rápido y se fueron en avión, sin hacer uso ni de la vajilla, ni la cena ni de las suits del hotel. Pero bueno, aquí lo que importa es el disco, y si no recuerdo mal a ti te encantaba ''Brown Sugar'' (tengo buena memoria), así que póngala usted y a bailar... o a cantar.

      Pez, mucho estamos abusando de la bonhomía que usted dice. Nos van a echar de aquí a palos.

      Eliminar
    3. Muy buenas, evasivo Caruano (lo digo por tu escasa producción bloguera: andas muy ocupado, ¿eh?)

      Yo nunca ví a los Stones en directo, tal vez por la manía que les tengo. Debería haberlo hecho, supongo. Pero sí, otros que los han visto dicen lo mismo que tú. Y en cuanto a la portada creo que estamos todos de acuerdo, dejando aparte las consideraciones éticas del señor Warhol; que si no llegaba a la altura de tu paisano el Avida Dollars, le andaba muy cerca. Sobre lo de la tranca también estoy de acuerdo, aunque ya la propia prenda es un tanto, digamos desastrada. Tal vez quiso dar una imagen muy barriobajera, muy Stones.

      Ya veo que el señor Pez ha corrido a saludarte. Y la facundia de Raúl es proverbial: ten en cuenta que estamos ante un futuro catedrático, y a eso no llega cualquiera.

      Eliminar
    4. Ya le vale, señor Pez. ¿A qué espera para lucir esa plateada en el lugar más destacado de su mansión?

      Eliminar
    5. Muy bueno lo de Pipas Facundo, yerno: veo que también usted es un apasionado de la memoria histórica. Sobre la actuación de los Stones yo no llegaría al arrepentimiento, pero sí reconozco que no estaría de más verlos al menos una vez. Y preferiría no saber nada sobre su comportamiento de estrellonas, pero en fin.

      Ahora, no se empeñen usted y el señor Pez en la bonhomía, que será más bien bonhosuya: yo, ya lo digo en el avatar, no soy un sujeto recomendable.

      Eliminar

Cierren la puerta al salir.