lunes, 31 de marzo de 2014

El planeta Glam (III)



Hoy toca rendir homenaje a Slade, considerados por muchos fans como los legítimos aspirantes al trono del glam rock antes incluso que T. Rex. Al igual que ellos y otros cuantos que iremos viendo, sus orígenes comienzan a mediados de la década anterior y con poco brillo -desde luego, menor que el de Bolan y su tiranosaurio- aunque tal vez ya por aquella época merecieron más reconocimiento. En todo caso es de admirar su perseverancia y el hecho poco frecuente de que hasta los años 90 fueron siempre los mismos cuatro músicos: los guitarristas Noddy Holder y Dave Hill, el bajista Jim Lea y el batería Don Powell. La voz de Holder es la principal, fácilmente reconocible por su tono rasgado y aguardentoso, pero los demás se defienden bien en los coros; y aunque la mayoría de sus éxitos están compuestos por Holder y Lea, todos aportan ideas. Además, salvo Powell los otros tres podrían intercambiar sus intrumentos sin problemas: es la ventaja de haber sido criados en la vieja escuela de los “todo terreno”. 

La historia comienza en 1964: los Vendors son una banda del centro de Inglaterra especializada en rock and roll clásico, y en ella milita Don Powell junto a Dave Hill. Que Don llegase a la batería fue casi de rebote, puesto que aprendió en los scouts “para no aburrirse”; pero Dave, con solo 12 años, ya estaba tomando lecciones de guitarra entre músicos de jazz para formar su primer grupo, los Young Ones, de donde pasó a este. En 1965 cambian de nombre y se hacen llamar los ‘N Betweens consiguiendo algunas giras tanto en las Midlands como en Alemania, donde coinciden con los Mavericks, otra pequeña banda de su misma zona en la que milita Noddy Holder, un cantante muy aficionado al estilo de Al Jolson. A finales de ese año, tras un confuso baile de miembros que hace abandonar a media plantilla, entran Holder y Jim Lea, un admirador de la banda que proviene de una familia musical; comenzó en una orquesta sinfónica juvenil donde tocaba el violín, pero pronto se aficiona al bajo. Y, por fin, los cuatro reunidos, deciden dar el salto a Londres en 1966, justo cuando Kim Fowley, ese extraño pero encantador duende friki, merodea por la ciudad buscando sangre fresca. Fowley se entusiasma con ellos y les produce un single, pero, salvo en su tierra, es un fracaso: la cara A era una versión decente del “You better run” de los Rascals, pero sin el gancho necesario para triunfar. El yanki abandona y el grupo sigue haciendo giras menores y grabando algunas canciones de las cuales solo veremos un nuevo single tiempo después, cuando esa banda ya no existía.

Porque entre 1967 y 68, hartos ya de dar tumbos con un estilo que ha pasado de moda, cambian su planteamiento a todos los niveles: en lo estético, se desprenden de las corbatas, cuellos de cisne y en general las vestimentas “modrockers” que decía Ringo Starr para adquirir un look de hippies urbanos muy de la época; y su estilo musical ha de cuadrar con ese aspecto, así que ahora trabajan un rock matizado por efluvios progresivos y psicodélicos. Eso implica actualizar también sus conocimientos musicales, lo cual los lleva a escuchar desde bandas pop isleñas a figuras americanas muy poco conocidas por entonces, como los Amboy Dukes de Ted Nugent o el mismísimo Frank Zappa: como ven, el cursillo es intensivo. De momento tienen muy poco material propio, sus actuaciones se basan en versionar piezas de todos esos nombres, pero un cazatalentos del sello Fontana se fija en ellos porque técnicamente ya son muy buenos. Y a principios de 1969 entran en el estudio con el nuevo nombre de Ambrose Slade para grabar un LP mucho más alabado años después que entonces. Por lo general, los discos que ahora se cotizan muy caros en el mercado del coleccionismo (este es el caso: hoy en día una primera edición en buen estado no baja de los mil euros) suelen serlo por su rareza, no por un estricto valor musical. Pero hay unas cuantas excepciones, y creo que esta es una de ellas: “Beginnings”, que así se llama, tiene en su contra el hecho de que la mayoría de las piezas son versiones, algo que en aquella época estaba muy mal visto; y sin embargo, da gusto oir el “Born to be wild” de Steppenwolf con ese tono tan de garaje británico, lo mismo que hacen con “Ain’t got no heart” de Zappa, o el estilo camp que le dan a “Martha my dear” de los Beatles, y otras cuantas más, todas encantadoras. Solo hay cuatro originales, entre las que se encuentran la muy psicodélica “Genesis” (que a mí me encanta) o “Roach daddy”, un blues rock muy decente. 

La facilidad que demuestran para adaptarse a todo tipo de estilos hace que alguien como Chas Chandler se ofrezca a ser su manager; no porque le haya gustado ese disco, sino por la talla técnica y la actitud que ha visto en ellos. Lo primero es rescatarlos de Fontana y meterlos en Polydor; luego, de común acuerdo, deciden eliminar al señor Ambrosio del grupo y dejar solo su apellido, Slade, al mismo tiempo que les recomienda trabajar su propio repertorio y que cambien de aspecto. Pero este aspecto resulta conflictivo: por aquel entonces se hablaba mucho de las intimidantes pandillas de skinheads que pululaban por el país, y a Chandler no se le ocurre otra cosa mejor que vestir como tales a sus nuevos protegidos. De pronto se ven privados de sus espléndidas melenas -ahora convertidas en pelo de corte militar-, calzando botas Doc Martens, tirantes, cazadoras bomber… “Algo bueno tuvo aquello”, reconoce el contrariado Noddy Holder, “... con la pinta que teníamos, no hubo un solo problema con los dueños de los locales donde tocábamos: nos pagaban inmediatamente, por miedo a que les diésemos una paliza”. Y a finales de 1970 llega a las tiendas el primer disco de Slade, con un título muy trillado: “Play it loud”, en el que vemos por la fotografía que el pelo y las vestimentas se han suavizado un poco. La producción es de Chandler y la mayor parte de las canciones son propias, algunas incluso buenas; pero no hay una línea clara sino más bien un batiburrillo entre pub rock, hard con coros y efluvios progresivos que llevan al disco al hundimiento total. El diagnóstico es evidente: en directo tienen mucho gancho, pero en estudio hay que replantearse las cosas. 

Tanto Chandler como sus muchachos deducen que el truco está precisamente en trasladar al disco la potencia del grupo en directo, algo que no han sabido hacer hasta entonces, y para empezar bastará con una buena versión; en ese momento la más popular entre sus fans es el “Get down with it” que había popularizado Little Richard a principios de la década, y que Slade renuevan con una potencia impresionante. Bien, pues esa pieza es su debut en las listas, a mediados del 71. Lo tiene todo: la arenga inicial para que la gente se vaya calentando, la línea melódica tradicional del rock and roll reforzada por cuatro grandes músicos, el sonido compacto… Casi parece que hay una multitud presente cumpliendo a rajatabla ese mandato de “clap your hands!” que Noddy Holder impone. El single llega a rozar el top 15, pero más importante es que por fin han dado con la piedra filosofal: arengas, rock and roll, coros y muchas palmadas… himnos, en una palabra. Efectivamente, “rock para la clase obrera”, como muy bien lo definió Holder; la gente elevada pasa de estos ritmos tan infantiles. En cuanto a la estética, Chandler considera que es necesaria una nueva vuelta de tuerca, y para ello nada mejor que apuntarse a la moda que Bowie y Bolan han establecido, aunque con un cierto tono… ¿circense? Bueno, creo que la fotografía de arriba lo explica mejor que yo. 

A partir de entonces y durante cuatro años, sus singles no bajarán del top 5: no se veía algo así desde los Beatles. Lo curioso es que “Coz I luv you”, el segundo de la época dorada, su primer número 1, se aparta un poco del nuevo estilo Slade: casi podría ser una pieza acústica, porque su arrebatadora línea melódica se bastaría para triunfar; sin embargo, su ritmo de marcha -ideal para llevar con los pies pateando- apoyada por el violín de Jim Lea (de algo le valió su adolescencia sinfónica sumada a su afición por Stephan Grappelli) y un acompañamiento del grupo basado en las cuerdas y una suave percusión, vende medio millón de copias en poco más de dos semanas y salta al continente, donde los resultados, aun en menor escala, son notables (incluso en España). Por otra parte también lograron publicidad gracias a ese título “mal escrito”, causante de un cabreo para los profesores de lengua inglesa, que los acusaron de confundir a los estudiantes. Don Powell recuerda el caso: “Al principio pensamos en titularla “Because I love you”, claro; pero la canción ya era blandita para nuestro estilo, y con ese título quedaba un poco babosa. Así que preferimos usar nuestro dialecto del Black Country (en las Midlands) y la escribimos así”. Ese dialecto regional fue a partir de entonces otro rasgo distintivo en Slade, que despide 1971 con “Look wot you dun”, un top 5 de medio tiempo basado en el ritmo del piano. Y en el 72 se consagran: su LP “Slayed?” llega directamente al número uno al igual que los dos primeros singles de este año, mientras que el tercero llega al puesto dos; algo parecido sucede el año siguiente, y aunque en el 74 comienzan a notarse signos de decadencia también se salda con un éxito notable. 

En 1975 ya se percibe claramente el fin de su reinado: “Slade in flame”, un intento cinematográfico, pasó sin pena ni gloria aunque el disco consiguiente rozó el top 5; tratan de añadir nuevos tonos e instrumentos a sus composiciones, pero ello les aleja más de sus antiguos fans; las giras americanas se saldan con división de opiniones, y a partir de entonces su único objetivo fue la supervivencia a cualquier precio. Confieso que yo ya no los seguía, pero sé que luego se dedicaron al heavy, que lo dejaron, que volvieron unas cuantas veces con formaciones distintas y que hará diez años se retiraron definitivamente… o no, porque de vez en cuando se oyen rumores de vuelta. Da igual: sus cuatro años de gloria no se los quita nadie, y superan de largo a T. Rex o cualquier otro nombre de esta saga. Aquí les dejo los dos singles que iniciaron la racha majestuosa y otras dos de mis preferidas. Pero queda al menos otra media docena de canciones suyas que merecen ser recordadas. Y no son difíciles de pillar, así que… 







16 comentarios:

  1. Este grupo me trae buenos recuerdos, su música era fácil y pegadiza, pero con mucha, mucha marcha . Pinchábamos el "Slade Alive" sin parar, una y otra vez. En mi pandilla gustaba mucho este disco. Tengo que reconocer que en aquellos años nuestros conocimientos musicales eran muy limitados, sólo escuchábamos una veintena de Lp´s, que repetíamos una y otra vez, y todo lo comparábamos con los Beatles y los Rolling.
    Como han cambiado las cosas, hoy en día tenemos tanta música a disposición, como para perdernos en un mar de archivos casi ilimitado. Quien nos lo iba a decir...

    Saludos.

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    1. Parece que el "Slade alive" fue casi un icono en aquella época, don Antoni, porque en los territorios que yo patrullaba la fiebre fue muy parecida. Y con razón: la potencia de Slade en directo era apabullante, se notaba que ese era su medio natural. Otra cosa era compararlos con Beatles (el directo no era lo suyo) o los Stones (una industria que denotaba más marketing que otra cosa), pero sí: de jóvenes eran las referencias inevitables.

      Y ahora nos perdemos en un mar de archivos. Ya es mala cosa llamar a la música "archivo", pero peor es aún la poca atención que les prestamos: demasiadas ofertas, demasiada prisa para oirlas todas.... En fin, es el signo de los tiempos.

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  2. Hola Rick:
    Pues cuando salió Slade, creo que fué como una bomba, con sus ritmos trepidantes, esa voz chillona y su muy buen saber hacer, entre los melómanos "cultos" eran unos horteras, pero para mí eran una auténtica banda de rock and roll, era imposible oirles sin mover los pies, creo fueron un buen soplo de aire fresco y nos llegaron.
    Los cuatro temas que has puesto brutales. Como Antoni, el Slade Alive lo tenaía desgastado de tanto escucharlo y hoy en día para mi sigue siendo uno de los mejores directos de la historia.
    Batallita de abuelo Cebolleta: con un colega estabamos totalmente atrapados con Slade y nos retábamos a ver quien a pesar de nuestras melenas llevabamos el flequillo mas corto, como uno de la banda, ahora no recuerdo quien, creo que al final, lo llevábamos en la coronilla.
    Buen post, si señor.
    Ah, ponme una Mirinda ya que invitas.
    Un saludo
    Jose

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    1. Una bomba, exactamente. Las listas de éxitos, las españolas incluso, lo demostraban: Slade eran un cañonazo. Y a los melómanos cultos, que les vayan dando. Cuando uno tiene afición por algo, verdadera afición, lo que digan los enterados no le afecta. Y eso nos pasó a muchos con el glam, que empezamos a darnos cuenta de que había mucho purista. En el fondo, estamos ante la mejor demostración de que lo realmente importante es disfrutar, y de que los enterados suelen ser gente con carencias afectivas: tal vez sufrieron mucho en su infancia, o algo así.

      ¿El flequillo? Dave Hill, seguro. Es el que está en segundo plano, con esa guitarra con caja de la señorita Pepis, junto a Jim Lea. Su aspecto de marciano gay es imborrable. Y... ¿una Mirinda? ¿Seguro que no quiere alñgo más fuerte?

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  3. Pues nunca les presté atención debido a que me echaba "patrás" esas pintas de horteras que no podían con ella jejeje. Luego, corriendo el tiempo, les he oído en alguna ocasión y no me parecían tan descacharrantes como su pinta. Pero ya era tarde. No les dí nunca "cancha". Estoy oyendo los cuatro temas que has puesto y sin verles las pintas suenan mucho mejor jejeje; vamos que suenan muy bien. No puedo aportar mucho porque no los he seguido, aunque con la información que aportas se aclaran muchas cosas (lo cual te agradezco).

    Esperamos la siguiente entrega, a ver si entro un poco más en el tema.

    Saludossssssssssssssss

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    1. Pues mal hecho, señor Babelain: Slade eran imbatibles en los guateques. Comprendo que, para los criterios de la época, podían resultar horteras de más; pero si se olvida de su aspecto, tienen unas cuantas canciones imbatibles. Y de eso va el rock, de himnos fáciles de retener, de sentir esa fuerza en el sistema nervioso y salir a bailar porque no queda otra.

      Venga hombre, déle una oportunidad al glam: ya verá cómo su estado anímico se potencia de inmediato. Este tipo de grupos anima la vida.

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  4. Buenas, Rick.

    Soberbio y objetivo -sin caer en pasiones cegadoras- texto sobre una de esas bandas que, increíblemente, pese a haber sido grandes en los 70's parece estar un tanto olvidada por el rockero -no digamos ya el melómano de a pie-.

    Slade es un grupo, al igual que gran parte de la avanzadilla glam, más de canciones que de discos, eso es un hecho. Yo no veo que tengan un disco perfecto, pero canciones hímnicas tienen a cascoporro: ¡Vaya casette vuelta y vuelta se puede hacer con unos singles escogidos de ellos!

    Dices que se retiraron definitivamente... Ojalá. Dave Hill ha rescatado el nombre de tanto en tanto rodeado de mercenarios y músicos tocones y cada cierto tiempo le dice a Noddy Holder de volver para hacer un último tour, pero éste pasa de el cosa fina. Sé de un promotor que lleva años empeñado en traérselos por estas tierras, pero visto lo visto mejor que no suceda.

    Por cierto, yo soy más de T-Rex.

    Rock-On.

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    1. Muy buenas, mister DeVille, y gracias. Slade, como T. Rex y otros cuantos, parece que no son bien vistos por los melómanos en general: antes molaba el progresivo, y ahora la última hazaña de Neil Young o los recordatorios sobre Nirvana. No tengo nada contra eso, pero estoy un poco cansado de la gente "auténtica": no me dicen nada.

      Y sí, las bandas glam en general son de singles. Por eso lo recalcaba en el primer capítulo, porque es muy difícil encontrar un disco grande completo que valga la pena, salvo algunas excepciones: al igual que sus predecesores, el glam es de canciones sueltas, pensadas para el golpe instantáneo, y los LP's acaban siendo meras recopilaciones. Esto ha pasado con Slade lo mismo que con otros nombres como Sweet, que serán los próximos en salir aquí: tienen tantas recopilaciones como discos oficiales.

      Lo de Hill es la vocación por seguir en el negocio hasta la muerte. Y no me parece mal, porque eso mismo hacen otros más respetados. Pero efectivamente, lo mejor es apartarse. O quién sabe, si están cerca tal vez convenga olvidarse de los prejuicios e ir, simplemente por pasar un buen rato bailando....

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  5. La guinda a la tarta es ese maravilloso himno de guerra titulado Cum on Feel the Noize pero esas cuatro joyas que has puesto tienen un valor descomunal. Se les echa de menos en tiempos de minimalismos musicales donde abundan los susurros y se rechazan los gritos por no ser suficiente civilizados cuando el mercado está dominado por grupos sin voz y ruido sin nueces. Ellos aportaban ruidos y nueces aunque sus letras no fueran las más sofisticadas del mundo. Quizás si en vez de empezar en 1970 lo hubieran hecho cinco años después hubieran alargado sus éxitos en el tiempo y el espacio para satisfacción de muchos y desquicio de aquellos que prefieren ver la música desde un absurdo pedestal crítico.
    Un abrazo.

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    1. Ufff... hay varias posibles guindas al pastel, herr doktor. Fueron una factoría de éxitos, aunque algunos especialistas los sigan mirando por encima del hombro. Porque, en efecto, parece que los grupos sin voz, sin ruido y sin nada, son los que mandan ahora, en una comunidad de aficionados sin sangre. Claro que esto pasa también en el bando de los rockeros puros, donde parece que es al revés: bronca y distorsión. En ese bando se ha olvidado la melodía.

      Y Slade tenían ambas cosas. No sé si les hubiese ido mejor en la época del punk, como usted sugiere, pero lo que no se puede negar es que en ese momento pudieron haber dado unas cuantas lecciones. En fin, cada uno es hijo de su tiempo y lo que ahora queda son sus canciones.

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  6. Bueno bueno, como he estado un tanto liado, he tenido que hacer un repaso (agradable y ameno, eso si) a los dos últimos posts, coincido con el entusiasmo general de las opiniones sobre Bolan y T-Rex en el anterior, fue una de las revelaciones más sensacionales del rock británico de los años 70, consiguieron combinar parte de esa agresividad rock, con la frescura del pop, adornando todo con contagiosos estribillos y mucho glamour (como bien dices Bolan era un devoto admirador de Tolkien, y eso se reflejaba en sus intereses a la hora de componer). Magia, psicodelia, épica, transgresión, frescura, y orgullo de clase obrera (tan bien explotado en esos filmes británicos actuales), en definitiva, un grande pero de los de final de lista, remarcable según la ocasión y quien lo cuente (a mi me gustan, pero, por edad y falta de referencias, no alcanzo a ver el impacto en su momento).
    En cuanto a Slade, no son santos de mi devoción, hasta el "Cum on Feel the Noize" que menciona herr Doktor lo recuerdo mas por los estadounidenses Quiet Riot, tal vez es que me acerqué tarde al hard rock y nunca he indagado demasiado, aunque recuerdo algo "bluesero" de ellos de los 60, tal vez esa etapa "modrockers" que mencionas, y tambien muchos temas en vivo, en especial "Get down and get with it"... se merecen estar entre los "recuperables" como cualquier otro grupo que nos guste, en eso al menos somos libres.
    Un saludo!

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    1. Bolan y su grupo fueron la iniciación de un estilo, don Sebas; una gran iniciación, por cierto. Slade eran menos exquisitos, pero su potencia era enorme tanto en el ritmo como en las líneas melódicas y los estribillos. Y bueno, al final todas estas bandas tal vez ocupen un pequeño puesto en la historia, pero creo que merecen algo más: supieron encandilar a media generación, la que menos prejuicios tenía; lo cual no implica que fuese el sector menos formado, por cierto.

      Sí, tuvieron impacto, y muy grande: el glam, de un modo u otro, sigue presente muchos años después.

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  7. Me traen muy buenos recuerdos.

    Pueden parecer muy simplones, pero –para mí- tienen una sencillez honrada. Sin embargo, he escuchado hoy por primera vez el Beginnings –cuatro cosas- y es una revelación; sobre todo la estupenda Genesis. He de darle la razón otra vez, Rick.

    Curioso verlos con el pelo cortito tocando Martha my dear.

    Salud.

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    1. Ese asunto de la "sencillez honrada" que usted dice, señor Pez, tiene más enjundia de la que parece: quien consigue un éxito con algo sencillo es que tiene el don de comprender perfectamente un género y a sus seguidores, y esa comprensión es algo connatural en el glam. La gente se creee que los éxitos "sencillos"puede hacerlos cualquiera, pero la historia del rock de los años 70 demuestra que no era tan fácil como parece.

      Celebro que haya ido a ratonear el "Beginnings", un disco que realmente merece la pena. Acabo de ir yo al Youtube a ver qué era eso de "Martha my dear" con el pelo cortito y sí, es curioso. No sabía que hubiese una filmación de ese época. Gracias por avisar.

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  8. Muy disfrutables estos ritmos infantiles que nos ha puesto esta semana. Su secreto era su potencia y energía, ingrediente básico para el rock, o por lo menos yo me siento irremisiblemente atraído por ellos. En directo tenían que ser el desparrame.

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    1. Por supuesto que son muy disfrutables, señor Chafardero: ya nos gustaría que hubiese algún grupo actual con ese gancho. Y es más, daría igual que fuese rock o pop: las melodías pegadizas, la fuerza, la actitud de Slade y otros cuantos de esa época, se echan de menos hoy en día.

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