miércoles, 20 de mayo de 2015

España: ascensión y caída (XXV)


Hoy nos visitan otros dos grupos que, como los de la semana pasada, parecían tener futuro pero solo consiguieron el gran respeto que ahora se les tiene, tantos años después: primero recordaremos a Los Grimm, que partiendo del soul tocaron muchos palos y llegaron al pop psicodélico-progresivo; Shelly y La Nueva Generación, nuestros siguientes invitados, andaban en un cruce entre soul pop y blues con tonos psicodélicos de vez en cuando. En ambos casos, tenían talla suficiente para mantenerse en un mercado que no fuese tan raquítico como el español, y creo que quien los conozca estará de acuerdo. Pero sus sellos -y estos eran de calibre- no los tomaron en serio, en el caso de los Grimm la promoción fue casi inexistente y, como siempre, trataron de dirigir su carrera hasta acabar con ellos. 




Los Grimm son la evolución de Los Gringos, un pequeño grupo nacido en 1964 que comenzó inspirándose en las melodías del Dúo Dinámico y el sonido Shadows para luego acercarse al beat. Su formación más estable queda definida a finales del año siguiente: Jesús Fernández es su líder, guitarra rítmica y compositor; el otro personaje destacado es un chaval de diecisiete años llamado Pedro Ample, cuya voz ya impresiona. Los otros músicos, al igual que Pedro, proceden de pequeños grupos sin pedigrí: José Antonio Rodríguez es el guitarra solista, Carlos de la Iglesia el batería y Víctor Martín el bajo. En 1966 Jesús, que trabaja como delineante en el estudio de un arquitecto, consigue que este los financie y compran un equipo decente; con ese equipo consiguen, entre otras cosas, un contrato como banda de a bordo en un crucero que hace el viaje Bilbao-Nueva York, viaje del que traen nuevos conocimientos: Pedro, por ejemplo, ha quedado impresionado con la potencia vocal de algunos cantantes de soul. De nuevo establecidos en Madrid, comienzan a hacerse famosos en el circuito de clubs y son recomendados por Ricardo Fuster (batería de los Relámpagos) al sello Fonogram, que los ficha a finales de ese año. Por cierto, que José Luis Armenteros, otro Relámpago, está entrando en el mundillo de la producción y los Grimm serán uno de sus primeros trabajos. Como ven, parece que estos muchachos tienen la suerte de cara. 

El sello busca un grupo que cubra el sector del folk pop para hacerle la competencia a Hispavox y sus triunfantes Pasos. Decide bautizar a su nuevo fichaje como Los Grimm y les adjudica un compositor que, para hacer juego con el nombre del grupo, presenta algunas letras con marcado carácter de cuento y fábula; Jesús compone la música y poco después, a principios del 67, vemos su primer single: “La amistad” y “Un día soñé” son perfectamente intercambiables, con un tono musical de folk eléctrico que en el segundo caso se acerca a la balada blues. Los ventas son decentes, y poco después llega su segundo disco con la misma propuesta. Tal vez por esa reiteración la mezcla comienza a resultar un poco cargante, y Pedro, gran admirador de Otis Redding, impone su criterio consiguiendo que el siguiente cierre el año con dos magníficas piezas de soul. La cara A, “Pobre hombre”, es una más que decente versión de "Down in the valley"; la cara B, “Mientras viva”, tiene espíritu de balada que nos recuerda los momentos más intimistas del propio Redding. Pedro está soberbio en esas interpretaciones, que lo consagran; justo por entonces Teddy Bautista tiene que abandonar los Canarios para ir a la mili y ha pensado en Pedro para que lo sustituya en su ausencia; Pedro acepta y los Grimm han de buscarse otro cantante. 

El substituto es otro Pedro, “Leré” Talavera, cuya voz no llega a la altura de su antecesor pero tampoco la necesita porque sus ideas son otras: el cambio de cantante implica cambio de estilo, del soul a la psicodelia. Estamos en 1968 y los nuevos Grimm publican su cuarto single, que trae dos versiones realmente tremendas: “Amor de niña” y “Viaje en la alfombra mágica”. La primera es el “Love child” de las Supremes; la B es “Magic carpet ride”, de Steppenwolf, y su aproximación desde el pop psicodélico resuelve las dos con mucha dignidad. Pero, una vez más, las ventas son discretas y Fonogram comienza a impacientarse. Entre unas cosas y otras no vuelven al estudio hasta el año siguiente, y tal vez por la presión del sello su nuevo disco sea menos brillante: una nueva versión de los Supremes que no aporta nada y el “Crimson and Clover” de Tommy James un poco deslucido. Comienza entonces un desfile de músicos que no augura nada bueno, aunque mejora la técnica y se añade una nueva sonoridad con el teclado del portugués Joao Vidal. El grupo sigue evolucionando y su nuevo disco presenta una cara A que nos lleva al hard rock con el “Hot smoke and Sasafrass” de Bubble Puppy, y una psicodélica “Tengo sueños”, pieza propia, para la cara B. Una vez más el disco pasa sin pena ni gloria, justo en un momento en el que hay otra llamada a filas: esta vez le toca a Pedro Talavera ponerse el uniforme. Los Grimm, desanimados, deciden abandonar; pero antes graban un último single con una nueva voz: un tal Pablo Abraira, que viene de hacer versiones de los Beatles en un grupillo de la capital, se pone ante el micro y nos ofrece su interpretación del “No face, no name, no number” de Traffic, nada menos. Y es una versión muy digna, pueden creerme, se lo dice un fan de esos señores (por otra parte, qué curiosa es la vida: Pedro Ample, otro adorador de Stevie Winwood, nunca grabó nada de Spencer Davis Group; y en cambio, llega Pablo y se atreve con Traffic). La cara B, escrita por Pablo, es la sorprendente “Want my love again”, en plan soul funky -al estilo de los Buenos, por ejemplo- y por supuesto cantada en inglés. No hace falta decir que una vez más el nuevo trabajo de los Grimm pasó desapercibido. Y que hoy en día son uno de esos nombres de culto respetadísimos por los fans más informados. 

Algunos músicos de este grupo pasaron al olvido, pero no todos: Pedro Ample, tras la sustitución en los Canarios, cubre las últimas actuaciones de los moribundos Brisks y corre a la llamada de Alain Milhaud, que ya estaba impaciente por echarle el guante, cambiar su apellido a “Ruy-Blas” y lanzarlo en su sello Poplandia, donde debuta con “A los que hirió el amor”, cañonazo bestial que será número uno en 1970/71 y nos muestra a un cantante de solera que con los años se irá colocando en un lugar más cercano al jazz: su carrera aún sigue hoy en día. Pablo Abraira también será un solista bastante popular: “Gavilán o paloma”, ¿recuerdan? Pero también ha hecho trabajos como actor y otras cosas; yo lo vi actuar hace años como integrante del Teatro Nacional, y no era malo del todo. Carlos de la Iglesia será el batería de Cecilia y morirá con ella en aquel maldito accidente, mientras que el portugués Vidal tendrá una buena proyección en Barrabas. 




Pueden ustedes respirar aliviados: si la historia de los Grimm es densa y florida, la de Shelly y Nueva Generación nos llevará muy poco rato. Shelly es María Concepción Gutiérrez, nacida en Maracaibo, Venezuela, hija de emigrantes españoles, que se establece en Madrid y antes de cumplir los veinte años ya ha conseguido encontrar un grupillo en el que desarrollar su afición yeyé. Pronto pasa a ser la figura de ese grupillo, que tras llamarse “Los Driblings” y luego “Nosotros” adquiere el nombre definitivo, más largo pero revelador. Tras unas cuantas actuaciones por las discotecas madrileñas con un repertorio que va desde el soul hasta los ritmos brasileiros, una espectadora de excepción se fija en ella: Maryni Callejo, que en ese momento ya es una de las mentes creativas de Philips y ofrece al grupo un contrato con el sello. La impresión que debió de causarle tuvo que ser enorme, ya que se convierte en su manager y tendrá como productores a Alfonso Sáinz en su primer single y a Pepe Nieto en los otros dos; ambos son ya dos personalidades en el mundo de la producción. Tras algunos cambios en el grupo, la guitarra queda a cargo de Jorge “El Cubano”; Miguel Rojas, “Bibi”, es el bajista; Luis Fornés a los teclados, y la ignorancia me obliga a escribir un simple “Manuel” en la batería: la historia de este grupo es tan extraña que, a pesar de la sorprendente proyección que tuvieron con solo tres singles, los datos son muy escasos. 

El verano de 1968 termina con la publicación de su primer single:”Mr. Train, hurry up/I’m a poor girl”, escritas por Miguel Rojas y Shelly. La primera arranca casi al estilo surf para llevarnos luego por un juego de sonidos entre soul, rock y psicodelia que efectivamente recuerda el ritmo de un tren; la cara B, igual de buena que la A, es una especie de balada soul en la que Shelly demuestra una solvencia admirable, como si llevase toda la vida haciendo eso. Las discotecas se emplean a fondo con la cara A para la sesión “rápida” y la B para la lenta, los fans más exquisitos flipan y el single consigue unas ventas decentes. Maryni consigue colar al grupo en un programa de televisión, donde interpretan la cara B, y a finales de año llega el segundo single, no menos impresionante que el primero: la cara A, titulada “Devil woman”, es una verdadera fiesta de sonidos a medio camino entre lo tribal y cualquier otra cosa, mientras que “I’m just a fool” es un soul rock de gran potencia que elige don Ivan Zulueta para -¿a que ya lo han adivinado?- “Un dos tres, al escondite inglés”. En ese momento Shelly y su grupo son probablemente lo más exportable que tendríamos si pudiésemos exportar algo; Maryni les consigue una gira que los ha de llevar por Estados Unidos y México nada menos, una gira que comenzará después de que se publique su tercer single, en la primavera del 69. En ese disco Shelly canta en castellano las dos últimas piezas que forman parte de la leyenda: la deliciosa “Vestido azul”, versión de una pieza brasileira y que en manos del grupo se convierte en una de esas canciones que justifica la existencia de nosotros los poppies, y “No puedo olvidarte, chico”, de un tono parecido y que demuestra una vez más que este grupo no tiene caras B, que todas son A. También la televisión nacional guarda recuerdo de ambas: vayan a Youtube. 

Pero la bruma se apodera del grupo en su gira americana, y a partir de entonces todo “parece”: parece que comenzó a haber disensiones; parece que Shelly quería comenzar una carrera en solitario, que Maryni pensaba en ella como cantante melódica pero Shelly tenía otros planes; al mismo tiempo parece que Philips, ante el poco éxito del grupo, tampoco quiso lanzar a Shelly en solitario, pero eso no cuadra con la versión de que Maryni sí quería... Por otra parte, ¿qué fue de los músicos? (salvo Pablo Weeber, que entró en la última época del grupo y luego fichó por Franklin), ¿qué fue de la propia Shelly?, ¿por qué hay más de una biografía “nubosa” entre los protegidos tanto de Maryni como de Alain Milhaud?, ¿por qué alguien no hace una película ya? Este y otros misterios nos serán aclarados en la próxima reencarnación, seguramente; pero mientras tanto, y junto a un paquetillo con lo mejor de los Grimm, aquí les dejo las seis canciones de Shelly y Nueva Generación: no podía ser menos. Algunas figuran en recopilatorios, otras no, y en cualquier caso no se sabe si las cintas han sobrevivido ya que nunca han sido reeditadas en CD. Por tanto, el sonido está sacado del vinilo; poco a poco, a lo largo de los años, he ido buscando y sustituyendo hasta conseguir el nivel de calidad de las que tengo ahora, y si alguien tiene algo mejor le rogaría que me lo pasase. Recuerden “Blade Runner”: este tipo de momentos no puede perderse como lágrimas en la lluvia. 


10 comentarios:

  1. Le echaremos un vistazo e intentaremos quitarnos los prejuicios ante esta década musical de nuestro país que, al menos a los que nacimos de los noventa, nos pareció engorrosa. Como siempre, genial, caballero. Un abrazo. Si te gusta Skid Row, ya sabes:

    http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/2015/05/slave-to-grind-reinventando-una-formula.html

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los prejuicios son para saltárselos, Mr. Palahniuk. Y en todo caso, la música española de los 90/2000 no es tan interesante como la de los 60/70, o eso me parece a mí. Saludos.

      Eliminar
  2. Muy documentado estudio. De Los Grimm no tenía noticia y como siempre, mangoneados por las inefables disqueras de la época. Sus temas no me han llamado especialmente la atención.
    De Shelly y la nueva generación recuerdo su aparición en El escondite inglés, y sobre todo El vestido azul, que como bien dices vale su peso en oro. Qué garra tenía la amiga Shelly delante del micrófono, un huracán.
    Y gracias por el paquetito, que mi versión del Traje azul provenía de una antigua cinta que se oía de aquella manera.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy buenas, señor Chafardero. Los Grimm eran bastante decentes, dentro del nivel medio de la psicodelia nacional, que no era muy alto. Y Shelly, una fiera. Por desgracia, nunca más se supo de ella. Y es una pena, porque con esa voz y ese arranque tenía fondo suificiente para emprender una carrera en solitario, pero... vaya usted a saber qué pasó allá...

      Eliminar
  3. Hola Rick:
    Pues el final de epoca tremendo, vaya par que nos pones hoy.
    Los Grimm son nuestro grupo sicodélico y "el viaje en la alfombra mágica" creo que ya se ha convertido en un icono. Me ha hecho gracia como titulan el Lp recopilatorio: "Maximum Freakbeat From Spain", ¿Eso que es, pués?
    Shelly cuando la vi en el "Un dos tres al escondite ingles" ya me quedé enamorado de ella y es que el tema "I'm Just A Fool" es cojonudo.
    Bueno, a ver como sigue la serie, aunque con la carrerilla que has pìllado...
    Un saludote
    Jose

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya me imaginaba yo que estos dos de hoy iban a ser de su gusto, don José. Y lo del freakbeat creo que ya lo hemos hablado otras veces: cada uno lo interpreta como quiere, pero los Grimmm no me parece a mí que fuesen un buen ejemplo de ese supuesto "género". Y Shelly, qué quiere que le diga: también a mí me enamoró. cuiando la conocí.

      Eliminar
  4. Conocía a los dos grupos pero no les seguí la pista mucho, la verdad. Los Grimm me parecían muy buenos, sobre todo con Pedro Ruy Blas; ahora a toro pasado me recuerdan un poco a Los Buenos. Y volviendo a oírlos ahora gracias a tu regalito, he disfrutado de lo lindo.

    Con Shelly y La Nueva Generación me pasó algo parecido. Los recuerdo de la famosa peli y nadie podrá negar que Shelly tenía garra. Sonaban muy bien para aquella época.Tampoco los seguí en su momento; había otros grupos más promocionados, como bien explicas aquí, y estos dos no les presté la atención que se merecen. Coincido con Jose, I´m just a fool me parece una buena canción.

    Gracias.

    Saludossssssssssssssssss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí que hay momentos en los que los Grimm recuerdan a los Buenos, aunque salvo esa primera época con Pedro se aproximan más a lo que dice don José, nuestro grupo psicodélico nacional. De Shelly la verdad es que no podría destacar una canción solamente; me gustan todas, más o menos.

      Eliminar
  5. Otro gran descubrimiento. Me han gustado en especial Los Grimm, estoy escuchando "Un dia soñé y me parece magnífica. Tambien me ha sorprendido "Viaje en la alfombra mágica " y "Sasafrass".
    No me podía imaginar que existieran en aquella época y en este país, grupos con esta calidad compositiva. Una pena que hubieran contado con una mejor promoción.
    Fantasticos, gracias.

    Antoni.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro de que descubra a estos dos puntales de la música yeyé española, don Antoni, y envidia me da usted. Por desgracia, hoy en día hay poco que descubrir...

      Eliminar

Cierren la puerta al salir.