lunes, 18 de abril de 2016

España 70's: de vuelta al desierto (IX)



Otro de los personajes más destacados en el sector “futurista” de la Nova Cançó, integrante de aquel fugaz Grup de Folk que se fundó como alternativa a las tendencias afrancesadas de los Setze Jutges, gran amigo y colaborador frecuente de Pau Riba, cantante poeta como él y también con tendencias muy variadas y coloristas, es Jaume Sisa, el músico galáctico. En los primeros años de su carrera tienen una evolución similar y se mueven en los mismos círculos del urderground catalán, aunque a mediados de la década Pau se convertirá en un rockero mientras que Sisa se irá acercando progresivamente al cabaret; galáctico, claro. Surrealista, cómico, entrañable, la locura de Sisa se nos hace familiar, calurosa, por oposición al espíritu más agreste y radical de Pau. Pero sea como sea, si cualquiera de ellos no existiese habría que inventarlo: ambos fueron el revulsivo ideal para una época mucho más gris y deprimente de lo que nos gustaría recordar; una época, los primeros años 70, en la que Madrid había perdido todo el encanto de la década anterior. Ya iremos viendo que fue la periferia y no el centro quien amenizó la travesía por este nuevo desierto. 

Las similitudes entre Jaume y Pau son múltiples: nacido también en 1948 (hay un mes y pico de diferencia entre uno y otro), descubre a Dylan y como consecuencia a las bandas que desarrollan el folk bajo el formato rockero, al estilo Byrds y compañía. La diferencia más notable es su origen: mientras Pau procede de la burguesía intelectual barcelonesa, Jaume es hijo del Poble Sec (vecino muy próximo a Serrat, por cierto). A finales de 1967, después de una primera época beat, ya compone algunas piezas y da su primer recital como poeta cantante para incluirse al año siguiente en el Grup de Folk, en el que la efervescencia colectiva retroalimenta a cada uno de sus integrantes. Ese mismo año publica su primer single, un encanto cuya cara A se titula “L'home dibuixat” y que a mí me recuerda al taxista de Riba (pero no me hagan mucho caso); la cara B, “Orgía nº 1”, es una pieza de folk rock con teclado, al estilo de Dylan con The Band... bajo una perspectiva galáctico - psicodélica. Insisto: no me hagan mucho caso, pero a mí me parece uno de los singles más hermosos en la historia de la música catalana y por extensión, española. Un debut magistral que lo sitúa, junto a su amigo Pau, entre las novedades más sobresalientes de finales de la década de los 60. 



Entre las amistades que se forman dentro del Grup de Folk destaca la pandilla formada por Sisa, Riba, los hermanos Batiste (Albert y Jordi) y Enric Herrera. En 1969, poco después de la disolución del Grup, se encuentran con un madrileño que ha formado parte de pequeños grupos de folk en la capital pero que acaba de subir a Barcelona porque “allí hay más ambientillo hippie”: se trata de José Manuel Brabo, alias “Cachas” por sus antecedentes como aficionado al atletismo, cuya militancia en el sector de la canción protesta terminó en el colectivo “La Trágala” junto a Elisa Serna e Hilario Camacho. Cachas había conseguido entrar en ese ambiente gracias a su hermana Pilar, alto mando del PCE por entonces, pero la verdad es que no le iba nada. En cuanto pudo abandonó la canción “comprometida” y ahora tiene algunas propuestas radicales que interesan mucho a la pandilla catalana; pronto consiguen grabar un Ep que ha quedado como uno de los artefactos sonoros más legendarios de aquellos tiempos: “Miniatura”, presentado como “el primer disco de los conquistadores de Venus -el planeta caliente”. Se trata de un grupo de cuatro canciones con carácter individual; en la primera tenemos a Cachas con su última propuesta, consistente en prescindir de las letras y utilizar la garganta como un instrumento más, expresándose a base de gruñidos, gemidos y demás gorgoritos vocales acompañados por una sección acústica y de percusión muy imaginativa; viene luego Sisa con “El trist i desconsolat enterrament de la meva esposa”, que dejando aparte una letra tan alucinada como brillante nos ofrece un encantador ejemplo de lo que entiende nuestro amigo por pop barroco. Albert Batiste abre la cara B con “Noia”, que reivindica la frescura de una generación que “ha sido engañada” con una estructura musical aparentemente simple, casi de canción protesta, pero cuya melodía resulta encantadora y muy bien trabajada con acústicas, piano y percusión. La pieza final corre a cargo de Pau Riba, y podría muy bien cuadrar dentro de “Dioptría”: con eso está dicho todo. Porque mejor que leer sobre una música es escucharla, y quien no conozca estas cuatro pequeñas joyas tal vez debería hacerlo ya.

Como era de suponer, este artefacto no se convierte precisamente en un hit, pero la mayor parte de sus ejecutantes se quedan con ganas de más. Cachas propone crear unas cuantas piezas al estilo entre psicodélico y dadá que él mismo acaba de ejemplificar: Sisa y Batiste le siguen, mientras que Pau decide concentrarse en sus Dioptrías. Para sustituirlo convencen a Selene, una simpática muchacha hippie y multidisciplinar que además de ser buena dibujante domina tres o cuatro instrumentos (piano, guitara, flauta, bongos) y canta. Los cuatro, aunque básicamente sean Cachas y Sisa, se ponen a preparar material para una nueva obra y en 1970 tenemos el resultado: Música Dispersa, que efectivamente hace honor a su nombre y que en esencia sigue el “patrón” marcado por Cachas en aquel Ep anterior. No hay letras: las voces son instrumentos musicales que pueden hacer coros, gemidos o remedos de las lenguas humanas, incluso a veces de idiomas “reconocibles”, como en el supuesto inglés de “Swani” o en la tremenda parodia del folclore patrio que es “Rabel”; hay aparentes invocaciones al estilo Gong en “Cefalea”, con una voz que recuerda a Allen o Hillage… y así sucesivamente. Las guitarras acústicas, percusiones (por ahí anda Tapi) y en alguna ocasión bajo y piano, crean una atmósfera folky que recuerda a varios estilos tradicionales: imagínense a Nuestro Pequeño Mundo seriamente perjudicados por algún tipo de substancia extraña. El disco, con la portada que Selene dibuja basándose en la famosa ola japonesa, se convierte en un clamoroso fracaso comercial: se calcula que no llegaron a venderse ni 500 copias. La impresión general va desde “obra maestra” según sus seguidores a “tomadura de pelo” según el público menos paciente. Está claro que es necesaria una empatía previa para escuchar ese disco, y no me voy a poner a defenderlo; solo digo que quienes no lo conozcan y disfruten con las músicas patafísicas de Canterbury, tal vez se lleven una sorpresa si pinchan aquí.

La trayectoria de Música Dispersa es fugaz: Selene decide abandonar la profesión y los otros tres hacen algunas actuaciones antes de que a Cachas lo llame la Patria; cuando salga del cuartel, también cambiará de vida. Albert Batiste seguirá su propio camino… y Sisa vuelve a ser el tema central de esta entrada con la publicación en 1971 de su primer disco grande en solitario: “Orgia”, otra de esas infrecuentes maravillas que lo elevan a la altura de Pau Riba: en ese momento, son las dos figuras más grandes de la música contracultural catalana, que es como decir española. Hay en él influencias de Cachas, que es uno de los colaboradores en la grabación junto con Selene, Enric Herrera y los hermanos Batiste, pero también queda definido aquí su gusto por las canciones ensoñadoras, casi infantiles -con letras de cuento- y ese cruce entre psicodelia y tonadillas demenciales tan característico: una pieza como “Mejant pollastre” lo resume perfectamente, mientras que “Jugant a boles” o “Carrer” -actualización de la “Orgía nº 1” de su primer single- son un buen ejemplo del Sisa más recordado. Como pasa con todo este tipo de músicas, comentarlas es ocioso: una vez más recomiendo a quienes no lo conozcan, etc, etc… aquí

Las similitudes entre la carrera de Sisa y la de Riba son continuas: tras este disco también él desaparecerá del panorama musical durante unos años, viviendo de los trabajos más variados hasta que reaparezca a mediados de la década, casi al mismo tiempo que Pau. Y como en su caso, esa es otra historia y será contada en otra ocasión. 


6 comentarios:

  1. El E.P. "Miniatura" lo descubrí mucho más tarde, en la era de internet, pero soy uno de los flamantes propietarios de esas 500 primeras copias del vinilo de Música Dispersa, comprada en Madrid nada más salir al mercado y por casualidad. Yo tampoco lo calificaría de obra maestra, pero para mí es un disco esencial, junto con el primer disco de Veneno (también tengo el vinilo original) y el E.P. de Los Cheyenes (Conoces el final. Y olvídame. Devuélveme el corazón y ¿Porqué te fuiste?). Cosas de la adolescencia o primera juventud (voy por la séptima, maomeno). Con un amigo, ya fallecido, por aquél tiempo hacíamos una música bastante parecida, o al menos casi igual de dispersa. Aún conservo algunas grabaciones registradas en magnetofón de carrete abierto.

    Coincido en casi todo lo expuesto aquí; ya nos vamos conociendo... Kevin Ayers, Daevid Allen, Canterbury, Pau Riba, Sisa etc..

    Y Orgía, el disco de Sisa, también me parece a mi una pequeña maravilla; lo estoy volviendo a oír y me sigue encantando.

    Había oasis en el desierto. Menos mal.

    Saludossssssssssssss

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    1. A mí me psaó lo mismo con "Miniatura", mister Bab; no creo haber conocido a nadie que lo tuviese porque al parecer solo circuló por Cataluña y poco más. Tanto ese disco como el de Musica Dispersa son dos rarezas, pero al menos el Lp se reeditó dos o tres veces. Me ha intrigado ese asunto de las "grabaciones ocultas"; si van por el estilo de aquellos discos, creo que valdría la pena rescatarlas, ¿no?

      Me aparece que aquí nos hemos juntado algunos seres patafísicos, sí. Lo cual es una suerte, porque al menos en españa no hay muchos. En cuanto a Sisa, ese disco me parece precioso; y también los dos que sacó luego, aunque con el paso del tiempo se hace un tanto cansino.

      Había oasis, aunque en la época no estuvieron muy concurridos.

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  2. Hola Rick:
    Sisa era bastante mas serio que Pau Riba y bastante mas audible, nunca me ha matado, pero es de la gente que cuando la escuchas de vez en cuando se te hace agradable.
    Al igual que Bab, también tengo una primera copia de Musica Dispersa, ya solo faltan por identificarse 498 personas, en su tiempo me gustaba la atmósfera que creaba, aunque hace mucho que no lo escucho.
    Pues nada, seguiremos con la travesia, a ver si llegan arenas mas excitantes.
    Saludos
    Jose

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    1. Yo creo que Riba y Sisa son complementarios, y hasta cierto punto las dos caras de un mismo planteamiento. Luego la cosa ya va a gustos, claro. Pero los dos me parecen necesarios, más aún en aquella época tan gris.

      Y, lo mismo que a Bab, felicidades por el disco de Música Dispersa: hoy en día, un original vale una buena pasta.

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  3. Como ya he comentado en la entrada de Pau Riba, mi cercanía con Sisa es más de empatía con el personaje que de disfrute con el músico; así de injusto soy.

    Y, para que quede claro de una puta vez que no tengo criterio y que no soy un tipo recomendable, he de reconocer que, en aquellos años, la ¿música? en catalán que más escuchaba era la de la Trinca. Sí: los que más tarde montaron “Operación Triunfo”, el culmen de la música en Ejpaña.

    Pero lo realmente importante es que el Dépor ha arrancado un puntito en Éibar.

    Saúde.

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    1. Bueno, si por lo menos le caen simpáticos ya hemos conseguido algo. De todos modos, insisto: yo insistiría. En cuanto al Dépor, después de la debacle con el Barça me va a resultar muy difícil tomármelos en serio.

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