martes, 20 de septiembre de 2016

1974/75 (I)



La Isla, y por extensión Europa, están entrando en una nueva era. El rock clásico, cuyo reinado se inició en 1968, ha vivido una edad de oro que abarca aproximadamente cinco años. Y ahora estamos asistiendo a su decadencia, que se consuma en una especie de “bienio negro”: la mayor parte de las bandas de categoría que siguen en activo desaparecen en esta época. Aunque por supuesto siempre hay excepciones, ya que muchos fans seguirán considerando interesantes a los actuales y/o futuros Stones, Pink Floyd o Who, por citar tres; para ese tipo de bandas el horizonte se presenta radiante, pronto serán figuras de estadio. Por otra parte, especialmente en Estados Unidos, un sector de las emisoras radiofónicas está diseñando la futura radio de Rock Orientado hacia Adultos (AOR) que dará mucho dinero a todos los implicados. Por supuesto los “adultos” son la generación del baby boom surgida a finales de la II Guerra Mundial, es decir, los que ahora andan por la treintena, como sus ídolos. Se da por sentado que esa gente ya no busca más aventuras: el repertorio estándar de las nuevas radios, que animarán el ocaso con las cancioncillas de unos renacidos e insospechados Fleetwood Mac o la dichosa escalera al cielo de los zepelines, hará juego con esa mansedumbre. 

A cambio, no podemos negar que la oferta es mucho más variada: si las ventas del blues han bajado un poco (aunque nunca pasará de moda), ya vimos el año pasado que otros géneros como el reggae o el jazz rock están ocupando su lugar en las tiendas. Sin embargo también vimos que esa amplitud es consecuencia de una fragmentación en la clientela, un hecho lógico: quienes andan en la treintena, el sector de más poder adquisitivo, ya tienen una personalidad definida, una formación suficiente como para pasar de los comentaristas musicales y crearse su propio universo. Así, aquellos que crean seguir vivos, renieguen del espíritu AOR y sigan fieles a su afición pueden ser, digamos, fans consolidados de King Crimson que ya desprecian a los de Deep Purple; quienes se adentran en el jazz rock deciden olvidarse de “infantilismos” como el hard o el heavy. De los géneros populares británicos, y ante el creciente descrédito del rock progresivo, solo el folk rock podría servir como aglutinante, pero ni siquiera eso es seguro. 

En cualquier caso, no olvidemos que este tipo de disquisiciones es para puretas: ahí fuera, entre las ruinas de un país empobrecido por una estrategia industrial suicida, por un proteccionismo económico que a finales de la década dará como resultado la llegada de Margaret Thatcher, está surgiendo una nueva generación, una leva adolescente y desesperada que no va a tener piedad con las figuritas de barro que otros seguirán alabando hasta la náusea. Esa nueva generación quiere volver a los orígenes, a las antiguas influencias yanquis de los años 60, antes de la decadencia hippie: la música de garaje, la bronca de Detroit, el nihilismo de Nueva York… porque, como siempre, serán los States quienes tengan que venir a salvar al achacoso reino isleño. Pero de momento solo algunos periodistas se han dado cuenta de lo que se les viene encima, y prefieren no airearlo mucho: hay algunos artículos sobre pequeñas bandas que se oyen en los pubs, en salas como Marquee incluso, pero que por lo general no congregan a más de unas pocas docenas de desclasados. El dinero sigue estando en los artículos laudatorios sobre los grandes dinosaurios. 

Así que de momento nos toca sestear un ratito; aunque esta serie sobre el Bienio Oscuro va a durar poco, y me alegro. Ya solo quedan dos o tres bandas que realmente me emocionen. Cuando entremos en el segundo quinquenio, solo un grupo británico de la vieja guardia seguirá teniendo las puertas abiertas en este bar: los Kinks. Y con barra libre, por supuesto. 



14 comentarios:

  1. Muy amena la clase de hoy. Todo muy clarito. Se ve que el profe entiende del asunto y así da gusto. Y por supuesto barra libre a los Kinks en ese segundo quinquenio.

    Va a ser difícil sacarle jugo a esta época, pero seguro que te las apañas perfectamente y lo consegues.

    Saludossssssssssss

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    1. Gracias, Bab. Pero no te creas que hace falta una prosa muy florida para describir una situación que se puede resumir en una sola palabra: lamentable. Menos mal que nos quedaban los Kinks (y alguno más). Y luego vuelve la alegría, más o menos.

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  2. Has entrado con buen pie. Interesante introducción. A ver si vamos dejando atrás el rock seriote cejijunto y se alegra un poco el panorama

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    1. Gracias, Chafardero. Ya me imagino que tú estarás deseando que pase esta época, pero aún falta un ratito. Paciencia.

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  3. Hola Rick:
    Este bienio es el bienio post-no-se-qué y a la vez pre-no-se-que.
    Los grupos dinosaurios agonizan, aunque los que resisten, por lo menos se forran y los nuevos no saben en que etiqueta acomodarse, ante la caducidad de la gran mayoria.
    De todas formas, como en todas las épocas hay discos imprescindibles, que supongo serás los que nos presentes y también muchos discos-espejismo, que parecen algo y están totalmente vacios.
    En fín, preparado y... ¡Ya solo quedan dos años para el 77!
    Saludos maestro.
    Jose

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    1. Pues sí, Jose. El truco más fino -y más socorrido- es llamarle "bienio de transición". De momento, salvo Doctor Feelgood y alguno más, la cosa está muy verde aún; y entre los veteranos, lo que tú dices: a forrarse aunque agonicen. En fin, ya iremos viendo.

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  4. Un buen artículo en el que coincidimos casi exactamente en la cronología: Fue en 1974 cuando llegué a la conclusión de que el rock había muerto y dejé de comprar discos.

    Sí, fui y sigo siendo aficionado al rock progresivo, pero para entonces todo eran ya repeticiones, el cénit ya había pasado. Sólo volví a comprar discos casi veinte años después, cuando se popularizó el CD. Y lo que compraba eran las versiones digitales de esos que llamas dinosaurios.

    La crítica hablaba de grandilocuencia de los grupos; el Melody Maker empezó a publicar una lista de éxitos aparte para el reggae; apareció el punk, quizá muy interesante para los sociólogos, pero —por decirlo de un modo elegante —una auténtica mierda musicalmente hablando; y se estrenó Fiebre del Sábado Noche: horteradas macarras elevadas a la categoría de arte. Hora de retirarse a los cuarteles de invierno y subsistir a base de sobras frías.

    De refilón descubrí muchas cosas del jazz y la música clásica. Pero el rock había terminado. Cuando veo ahora a gente de mi generación hablar con arrobo de los Rolling Stones —que más parecen una película de muertos vivientes serie B— pienso que la gente se aferra a los mitos de su juventud, pero ha perdido el gusto por la música.

    Buen trabajo arqueológico. Gracias.

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    1. Muy buenas, mister Troll. El 74 es un año muy concreto, un perfecto referente de la situación; de hecho, el 75 ya sobraba. En cuanto al progresivo, que a mí me acabó aburriendo soberanamente, ya estaba herido de muerte dos años antes; entiéndame, las bandas como King Crimson o CAN están posiblemente por encima de cualquier consideración, pero hay mucha morralla con pretensiones en ese género. Cuanto más alto picas, más en ridículo te pones.

      Yo me dediqué, en estos dos o tres años, a comprar los discos que se me habían pasado por alto; hay que tener en cuenta que los años anteriores habían dado una producción enorme. Luego ya la llegada del CD nos sirve en efecto para renovar el "armario" con las copias diogitales y de paso pillar algunas reediciones de discos antiguos imposibles de encontrar.

      En cuanto al punk, la cosa irá a gustos: no niego que técnicamente casi todos eran un desastre, pero no siempre es la técnica lo que cuenta; sobre todo para los poppies como yo, que preferimos la melodía y el ritmo a cualquier otra cosa. Ahora, sobre gente como los Stones estamos completamente de acuerdo.

      Y gracias a usted por la visita.

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  5. Y es curioso, en esa época pre-punk del 76, 77, Supertramp y el Peter Frampton del "Comes Alive" seguían sonando bien. Las chicas se arrimaban.
    Saludos,
    JdG

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    1. Mmmmm... bueno, sí, las chicas se arrimaban. Pero Frampton o Supertramp son claros exponentes de lo que, en poco tiemppo, se llamará "soft rock" por llamarlo de un modo decente. Tampoco niego que algunas canciones de esa gente me agradaban, pero en conjunto la cosa resultaba un poco asquerosita.

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  6. Cuanta verdad .el blues comenzaba agonizar después del desplume blanco y hasta mis favoritos Fletwood caerían en una metamorfosis ,un abrazo y buena semana

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    1. De todos modos, el blues siempre estará ahí. Es un recurso inagotable, y tal vez en la época actual debería ser "revisitado" por algunos músicos; pero no para hacer simples copias, que por desgracia es la mayoría de lo que se oye ahora.

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  7. Hola:
    Sólo quería decir que yo tambien adoro a Los Kinks y en mi casa siempre tendrán las puertas abiertas.

    Un salud, Rick.

    Antoni.

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    1. Sí, me parece que en este bar somos todos muy fans de los Kinks. Da gusto, porque desgraciadamente hoy en día están un poco olvidados.

      Saludos mil, don Antoni.

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