tag:blogger.com,1999:blog-38428078447941321812024-03-18T12:47:20.629+01:00El bar de RickRickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.comBlogger541125tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-60834316464461219642024-03-15T12:57:00.003+01:002024-03-18T10:52:38.898+01:00Estados Unidos: los primeros años 60 (III)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqBYE7-CothlHaBFDQOeZ7UsjQ3Vpde5mS0xYlVMxGHkftCJ2Bp9b059eQrG-nofDQvgsBjHYKcnpVUdZLa_AOVvEJlT_dXwqTks7p7fkDJvlwdpdBE8gRJGOkar1H0XMXDAyCACJk8SrUrshtLg51kera9q3NqOHVbQOfruGANXFRqaO6Phm8eSFHNw/s1600/Revere.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="392" data-original-width="619" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqBYE7-CothlHaBFDQOeZ7UsjQ3Vpde5mS0xYlVMxGHkftCJ2Bp9b059eQrG-nofDQvgsBjHYKcnpVUdZLa_AOVvEJlT_dXwqTks7p7fkDJvlwdpdBE8gRJGOkar1H0XMXDAyCACJk8SrUrshtLg51kera9q3NqOHVbQOfruGANXFRqaO6Phm8eSFHNw/s1600/Revere.jpg" /></a></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b><span style="color: #4c1130;">Antes de abandonar Tacoma debemos recordar que esa ciudad ha quedado grabada en la historia del rock americano no solo gracias a los Wailers, sino también a los Ventures, el primer gran nombre de la música surf (y el más longevo). Comenzaron en 1958, al igual que los Wailers, y junto a ellos alumbraron el despertar del Noroeste. No es la música </span><span style="color: #073763;"><a href="https://eltugurioderick.blogspot.com/2023/12/navidades-surferas.html">surf</a></span><span style="color: #4c1130;"> nuestro asunto ahora, pero estamos ante el ejemplo perfecto de que las dos tribus modernas más destacadas de la época convivían perfectamente: ambos grupos compartieron escenarios, giras y público, e incluso llegaron a intercambiar músicos. Sus trayectorias a partir de la invasión británica fueron muy distintas, ya que los Wailers eran de visión más amplia mientras que los Ventures decidieron resistir en su estilo hasta convertirse en una marca ajena al tiempo. </span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><span style="color: #4c1130;"><br /></span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><span style="color: #4c1130;">Sin embargo y desde el punto de vista comercial, los Ventures ganaron la partida: a raíz de su éxito mundial en 1960 con "Walk, don't run", la primera de las joyas de la corona surf, fueron la primera banda en hacer discos "conceptuales" e incluso de enseñanza para guitarristas, además de aprovechar la nostalgia de aquel estilo para potenciar un enorme mercado de memorabilia en Japón y otros países. Por otra parte se acercaron también al sonido orquestal, y en 1969 su LP "Hawaii 5-0" en el que se recreaba a su estilo un buen ramillete de piezas exitosas del momento significó para ellos uno de sus mayores éxitos. En cambio los Wailers fueron evolucionando a medida que pasaba el tiempo, y quizá esa fue una de las razones por las que no llegaron a alcanzar la fama de la que disfrutan sus antiguos compañeros: en un país donde lo inmutable se valora tanto, eso de ir dando saltos de estilo no es una buena opción. Sin olvidar que Etiquette, la casa de discos que habían creado, no luchaba con las mismas armas que la de los Ventures (Dolton Records, de Seattle), que casi desde el principio estuvo distribuida por la nacional Liberty. Pero en cualquier caso, estas son las dos bandas que patentaron el Pacific Norwest Sound. </span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><span style="color: #4c1130;"><br /></span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><span style="color: #4c1130;">Y ese sonido, esa convulsión comenzó a llegar a los estados limítrofes: en Idaho nos encontramos con un muchacho que comenzó siendo barbero y luego titular de algunos establecimientos de comida rápida; ese muchacho, a quien sus padres decidieron llamar Paul Revere en honor de uno de los héroes de la Guerra de Independencia americana, sueña con ser un astro del negocio musical: su especialidad son los teclados, y le gustan las piezas a medio camino entre el honky tonk y el estilo Nashville. Ha estado trabajando ese estilo desde 1958 acompañado de un grupo llamado The Downbeats, pero con el cambio de década también él decide cambiar: en 1960 se erige al frente de la formación, que pasa a llamarse "Paul Revere & The Raiders" y junto con su amigo Mark Lindsay, voz y saxo, trata de ir aproximándose a los sonidos más actuales. No obstante, los primeros singles (contenidos en un primer LP, en 1961) demuestran que todavía no lo tiene muy claro: las caras A siguen el estilo pianístico acelerado de su época anterior, mientras que en las B podemos encontrarnos desde piezas surf hasta el rock'n'roll que practican sus admirados Wailers, a los que ya ha ido a ver unas cuantas veces aunque el Castillo Español le queda un poco lejos (<i>"En cuanto los oí"</i>, dijo luego, <i>"supe que lo que yo quería era tener una banda tan grande como ellos"</i>).</span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><span style="color: #4c1130;"><br /></span></b></div><div style="text-align: justify;"><b><span style="color: #4c1130;">Hay que reconocer que se le nota la devoción: en 1962 él y su grupo versionan "Tall cool one" y al año siguiente "Louie, Louie". Y aunque da la casualidad de que justo en ese momento los Kingsmen, una banda de Oregón, publican esa misma pieza y conseguirán mayores ventas, la versión de los Raiders está a su altura. Poco después publican un segundo Lp en directo (de nuevo siguiendo la estela de los Wailers) con más versiones, técnicamente impecables; ese hecho, junto a sus habilidades escénicas, llama la atención de los señores de Columbia, que los fichan de inmediato. Por cierto, que los Kingsmen seguirán en el negocio unos cuantos años, gracias a aquel éxito inicial, pero vivirán del directo mucho más que de sus grabaciones posteriores. Sin embargo Paul Revere y sus Raiders serán uno de los grupos más populares en la América del tránsito 1965-68, superando por supuesto a sus amados Wailers y a cualquier otro nombre “de serie B” que se le pueda comparar: sus ventas tanto en singles como en LPs se cuentan por millones, aunque los puristas les hicieran ascos. Su traslado desde el Noroeste hasta Los Angeles para dejar de ser una simple banda de garaje y convertirse en un fenómeno mediático a medio camino entre el rock y el estrellato de las pantallas de televisión, con aquel aire naif que les daban sus uniformes del siglo XVIII, no cuadraba mucho con los tiempos que según Dylan estaban cambiando, pero cada uno va al paso que quiere.</span></b></div></span>
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<div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Columbia decidió creer que había fichado a los Beatles de América (a todos los sellos grandes les entró la misma obsesión: eso pensó CBS de sus Byrds, o la mucho más fantasiosa RCA con los Monkees. Y bueno, lo de los Byrds tiene su lógica, pero los demás…). Y el caso es que, en vez de darles libertad, se echó casi dos años para "perfilar su imagen" y preparar un buen lanzamiento, con programas estrella de televisión y todo; pero intentando al mismo tiempo que no pareciesen un producto de marketing, lo cual implicaba un cierto aire de frescura. Finalmente, después de tanta planificación, su primer LP con el sello aparece a mediados de 1965, se titula "Here they come!" y es un falso directo, buscando el ambiente que se suponía era la quintaesencia del garaje. Se nota ese lapso de dos años en las canciones: la cara A tiene un evidente aire garajero (de nuevo "Louie, Louie" y otras clásicas como "Money" o "You can't sit down", muy al estilo Wailers), mientras que la B es más melódica -influida por el tono beat de discos como "Rubber soul", que encantó a Revere- e incluso contiene versiones como "Time is on my side", demostrando que dominan también el estilo melódico de los Stones. En resumen, una cara para el pasado y otra para el presente invadido por los británicos.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Y ahí comienza su trienio de oro: a principios de 1966 llega a las tiendas el siguiente, "Just like us!"; y en ese mismo año otros dos, a cual más vendido, y otros tres en el 67 (aunque uno fuera recopilatorio), y las ventas seguían a buen ritmo. Pero a partir de 1968 comenzó el declive: sus canciones "de guateque" comenzaban a ser desplazadas por los sonidos que venían principalmente de California, y las críticas de la prensa "progresista" les hicieron mucho daño: bluff de laboratorio, canciones simples para consumo de adolescentes… metiéndolos en el mismo saco que a los Monkees o los Archies, que ni de lejos llegaban a su altura. Fue algo parecido a lo que ocurriría luego con los Creedence: los periodistas "enrollados" despreciaban cualquier cosa que no fuesen esos largos desarrollos de veinte minutos al estilo raga exaltando las virtudes del ácido, los viajes de la mente, la revolución de las flores. Y los Raiders, era evidente, no tenían nada que ver con eso. Sin embargo, con mayor o menor fortuna y algunos intervalos en blanco, siguieron en el negocio hasta no hace mucho: otra banda para una noche de puretas nostálgicos. Pero han dejado unas cuantas canciones magníficas, verdaderos cañonazos que aún hoy suenan como el primer día. Ojalá todas las bandas "comerciales" tuviesen su categoría...</b></div>
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Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-19526561396962460412024-03-08T12:01:00.006+01:002024-03-08T13:40:03.232+01:00Estados Unidos: los primeros años 60 (II)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVsvG_MaTuELhhHTK6TTAFo-dTgmEClmPGNGpgroyNmAalAEVwXDVEYoW1bZu7Y_86HJKWwjiutN87DGGu1HOdVlL8SnjWhCD1BHoscdiKIctNix6DFElFbv-FMy02QuyHwQh8MPxQ7gYsDFoKwIFFc7TARjfsjIsUwSoFXpxU7qdK8VykqggURdVwaw/s1600/Wailers.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="428" data-original-width="637" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVsvG_MaTuELhhHTK6TTAFo-dTgmEClmPGNGpgroyNmAalAEVwXDVEYoW1bZu7Y_86HJKWwjiutN87DGGu1HOdVlL8SnjWhCD1BHoscdiKIctNix6DFElFbv-FMy02QuyHwQh8MPxQ7gYsDFoKwIFFc7TARjfsjIsUwSoFXpxU7qdK8VykqggURdVwaw/s1600/Wailers.jpg" /></a></div><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Una de las características más notables de los años 60 es el progresivo aumento del protagonismo que viven los grupos musicales sobre las figuras solistas, y que en la Isla se ejemplariza a partir de 1962 con el nacimiento de los Beatles. Sin embargo, ese cambio de poderes será mucho más lento en el Nuevo Continente. Hay dos razones para ello, y son complementarias: la enorme extensión del país impide que las novedades circulen a la misma velocidad que en el Reino Unido (los seres pequeños siempre son más ágiles que los grandes). Y ese carácter de dinosaurio afecta también a las mentes: un esquema comercial de semejante envergadura suele retraerse ante las novedades extrañas que no comprende o no le interesa comprender. Así, la gran industria americana trata de enterrar la memoria del molesto rock'n'roll con la artimaña del highschool, pero eso solo funciona para el público medio, acomodaticio: los yeyés se refugian en la cosecha que ha dejado el quinquenio 1954-58 y en la alegre música surf en espera de tiempos mejores. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Pero en algunas zonas del país esos tiempos ya están llegando; concretamente al estado de Washington, donde surge el grupo considerado como el primero de los grandes en la historia del rock and roll: los Wailers (que durante sus primeros años se presentaban como "The Fabulous Wailers" y a los que aún hoy conviene seguir llamando así para evitar confusiones con los posteriores Wailers de Bob Marley). Y aunque la comparación parezca fuera de lugar, en su escala fueron tan importantes como los Byrds en la gran liga: además de ser los primeros referentes de categoría duraron más de diez años -lo cual es un caso muy raro en aquella época-, tuvieron algunos éxitos de ámbito nacional, sirvieron de guía para grupos posteriores y dieron nacimiento a todo un estilo autóctono: el Pacific Norwest Sound. El ilustre Larry Coryell considera que <i>"la originalidad del Noroeste procedía del hecho de estar tan alejados geográficamente del resto, y de que el r'n'b era posiblemente la música principal que se oía allí"</i> (en parte por la sombra que había dejado Ray Charles, cuya carrera estelar comenzó en Seattle). </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Los Fabulosos Wailers son cinco estudiantes aficionados tanto a los géneros populares -sobre todo los de raíz negra- como a las piezas orquestales al estilo de Henry Mancini; a principios de 1958 ya están actuando ante una pequeña parroquia en su ciudad, Tacoma, y consiguen grabar su primer single al año siguiente. En él destaca "Tall cool one", un instrumental cuya entrada podría haber inspirado al mismísimo señor Mancini para componer luego "La pantera rosa", seguida por un desarrollo de evidente trasfondo r'n'b con el delicioso regusto clásico que le da el saxo a esas piezas. Consiguen unas ventas decentes a nivel nacional, lo que les permite la grabación del segundo: "Mau mau", que a mí me tiene un aire entre "La Bamba" y "Tequila". Es otro éxito mediano -en cualquier caso, más de lo que ellos mismos esperaban- y anima a Golden Crest, su casa discográfica, a atreverse con un LP, publicado a finales de 1959 con título homónimo. Pero ese sello se encuentra en Nueva York, lo que les obliga a un largo viaje desde Tacoma cada vez que hay que grabar; y aunque aquella ciudad les brinda más oportunidades, la mayoría del grupo no está muy segura de un éxito masivo que justifique su abandono de los estudios. En consecuencia, prefieren seguir en su esquina y alternar ambas ocupaciones desde allí. Pierden el contrato con Golden Crest, pero ya están planeando la creación de un sello propio: Etiquette Records, que nace en 1961 y que con el tiempo será una de las referencias discográficas de la zona. Mientras tanto Golden Crest reedita sus primeros singles, que vuelven a repetir el moderado éxito que habían tenido y mantiene viva la memoria del grupo, muy ocupado de momento con la creación de su sello y algunos cambios de personal.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Uno de los nuevos fichajes es Lawrence Roberts, un cantante que ya era conocido en el mundillo artístico como "Rockin' Robin". Este muchacho, fanático del r'n'b, es también conocido como merodeador de las tiendas de negros: ya ha vuelto más de una vez a la casa paterna en el coche de la policía, por su afición a visitar esos locales siendo menor de edad. Y en una de esas incursiones descubrió, en un saldo de segunda mano, una canción de 1957 que lo tiene transtornado: una cara B titulada "Louie, Louie" de un tal Richard Berry (y sus Faraones); que al decir de quienes le vendieron el disco es un jefazo, aunque solo haya tenido relativo éxito en Los Angeles. Y nada más llegar a los Wailers, Roberts propone hacer una versión de esa pieza. Que será publicada en 1961 y que se convertirá en un patrón musical para cientos de bandas posteriores: si no le dio mucho éxito a ellos, casi justifica la carrera completa de los Kingsmen (que la grabarán en 1963, año del impacto casi mundial de esa canción, llevándose la fama y quedando como prototipo de la música garaje) y será versionada luego a uno y otro lado del océano. Pero el mérito es de los Wailers: una pieza a medio camino entre el duduá y los ritmos jamaicanos queda convertida en r'n'b, y los que vienen detrás seguirán esa pauta. Resulta muy revelador compararla con la original... y recordar luego la que hicieron -copiaron, más bien- los Kingsmen.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Su nueva idea es otro hito: serán el primer grupo de rock en grabar un disco en directo que resuma su trayectoria hasta el presente; y lo harán en el legendario Castillo Español, entre Tacoma y Seattle. Pat O'Day, locutor musical de Seattle, lo define así: <i>"era el Walhalla de las salas del Noroeste: si triunfabas allí, ya lo tenías todo hecho"</i>. Para los Wailers ya es como su segunda casa, y tienen un público fiel entre el que vemos por ejemplo a un adolescente Jimi Hendrix, adorador de la banda y que años después escribirá "Spanish Castle magic" en homenaje a ese lugar y a Rick Dangel, guitarrista de los Wailers y una de sus primeras influencias <i>("era un chico tímido", </i>recuerda Dangel<i>, "aunque sin duda trataba de halagarme. Se nos ofreció por si alguna vez necesitábamos otro guitarrista")</i>. "Live at the Castle", publicado en 1962, se considera como la Biblia del sonido del Noroeste, material de estudio para todos los que vinieron luego: con un sonido magnífico para la época, recrean la mayor parte de su repertorio hasta la fecha con una soltura admirable. Y cuentan con una adolescente cuyo vozarrón impresiona: Gail Harris, que colabora con el grupo desde poco antes (tenía trece años cuando comenzó con ellos y seguirá acompañándolos durante mucho tiempo). En las piezas en las que ella canta no tiene nada que envidiarle a figuras de la Motown o incluso del soul. </b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Entre 1963 y 1965 hay varios cambios de personal, algunas interrupciones por los estudios y un cambio radical de estilo, ya que con la llegada de la invasión británica los Wailers se pasarán al beat: su magnífico disco "Wailers everywhere" del 65 mantiene todavía alguna instrumental de los viejos tiempos, pero en esencia se nota que los Beatles han dejado rastro. También los amantes del "garaje protopunk", como se dice ahora, pueden sentirse satisfechos con la aparición de "Out of our tree", que se publica como single a finales de ese año y da título a su nuevo LP, ya en el 66: ahí tenemos versiones como "I'm down", que deja en precario a la de los mismísimos Beatles, sin ir más lejos. Y demuestran su increíble versatilidad atacando la "Melodía encadenada" de toda la vida junto a "Baby don't you do it" casi a la altura de los Small Faces. En resumen, que estos chicos pueden con todo: es de los muy escasos grupos veteranos que consiguen mantener el tipo ante la famosa invasión sin diluirse en poco tiempo.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Y a partir de 1967 se va notando la decadencia. Aunque todavía publicarán otros tres o cuatro discos grandes con algún sencillo muy exitoso por medio, los Wailers siguen el camino de la mayoría de las bandas de garaje en retroceso: el pop rock al estilo chicle y algún intento medio psicodélico sin substancia, que al final los llevará a su desaparición entre 1969 y el 70. Por el medio ha habido infinitas reediciones de sus primeras canciones y la impronta de haber sido los guías para muchos otros. Por ejemplo los Sonics, que surgieron a su sombra, pasaron a ser sus protegidos y cuyo momento de gloria tuvo lugar en el sello Etiquette.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><br /></b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-84622917545745596822024-03-01T13:53:00.000+01:002024-03-01T13:53:54.434+01:00Estados Unidos: los primeros años 60 (I)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidecQN87qxcPL6vjLsNmsgeg3S6gwSIPR-l_QVPALOCL7CKbceN4C6ZyLoP9t309sNwcVzSeM5yxh5d2axfjWnfxxESSQx3LaL_nO-CT_P5jdlwo7l4eUUVcRk8gMyAn7evlFmMKeRZEzJv70E7atVfPfZM35PE7Eo02WZp63mCUbc_UwdTcAvAGZ-Zg/s1600/usa%2060s.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="413" data-original-width="622" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidecQN87qxcPL6vjLsNmsgeg3S6gwSIPR-l_QVPALOCL7CKbceN4C6ZyLoP9t309sNwcVzSeM5yxh5d2axfjWnfxxESSQx3LaL_nO-CT_P5jdlwo7l4eUUVcRk8gMyAn7evlFmMKeRZEzJv70E7atVfPfZM35PE7Eo02WZp63mCUbc_UwdTcAvAGZ-Zg/s1600/usa%2060s.jpg" /></a></div><span style="font-family: verdana;"><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b>A finales de los años 50, con la decadencia del rock and roll, el panorama musical en Estados Unidos parecía estar volviendo a la situación anterior a esa época dorada. La impresión que dan las listas de éxitos en 1958/59 es la de que se ha vivido un sueño y ahora toca despertar: de nuevo las baladas con acompañamiento orquestal, las canciones ñoñas, los grupos de voces melosas volvían a ser protagonistas. A pequeña escala, sobre todo en la costa Oeste, comenzaba a ponerse de moda la bendita música surf; pero se trata de un estilo instrumental cuyo protagonismo tampoco va a durar mucho tiempo, y que en cualquier caso no es de ámbito masivo. Así que los grandes éxitos nacidos en el Brill Building volvían a compartir espacio con algunos clásicos del country, junto a músicos “exóticos” como los intérpretes de géneros latinos o “rarezas raciales” como el calipso, por decir uno. El rhythm and blues y en general los estilos negros más urbanos eran asunto de minorías salvo por vocalistas o grupos convenientemente “domesticados”, de tono pop o duduá, algunos de ellos también en el edificio Brill. Por no hablar de sus vías de distribución, claramente segregadas, comenzado por unas listas de ventas al margen del mainstream blanco. </b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b>Precisamente la segregación, llevada a los aspectos comerciales del negocio, es una de las causas principales del gran vacío creativo que se vive en el tránsito de 1958/59 hasta la llegada de la invasión británica. Durante ese tiempo algunas de las bandas estadounidenses más populares andarán a medio camino entre grupo y pequeña orquesta, ya que muchas tendrán su sección de viento. Su principal fuente de ingresos estará en los bailes, y su repertorio abarca el rock'n'roll (generalmente en su versión rockabilly), algún mediano éxito de la naciente música surf y las baladas con ramalazos country. Es decir, los géneros blancos: como decía antes el r'n'b es algo prácticamente desconocido en la gran masa de oyentes pálidos, a quienes -si no son muy racistas- Chuck Berry o Little Richard les parecen un simpático exotismo, pero poco más. Porque no todo el país tenía la amplitud de miras de un neoyorkino o un habitante de Chicago, de las zonas industriales: el joven aficionado blanco de la América profunda, rural, no podía poner los pies así como así en una "tienda de negros" para oír o comprar ese tipo de discos (y en la próxima entrada veremos un caso concreto). Como consecuencia el sonido y el estilo eran uniformes, poco creativos: se echaba en falta una ráfaga de aire fresco que renovase esas estructuras, o que las cambiase por completo. </b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b><span style="color: #4c1130;">Dentro de las "estructuras" hemos de considerar también a la propia industria: los grandes sellos -y en consecuencia los críticos- vivían mayormente de los crooners y las orquestas. Salvo que se tratase de personajes muy consagrados como Elvis, el rock'n'roll no llegó a ser tan masivo como ahora se nos quiere contar (el propio Elvis alternaba el rock and roll con las baladas casi desde el principio de su carrera), y en muchos casos se había estado distribuyendo por marcas sin la cobertura suficiente (volviendo con Elvis, su popularidad se dispara cuando pasa de la sureña Sun al monstruo RCA). Al parecer no interesaba que dichas estructuras cambiasen, y el episodio hipócrita de la </span><span style="color: #274e13;"><a href="https://eltugurioderick.blogspot.com/2012/01/payola-no-gracias.html">payola</a></span><span style="color: #4c1130;">, con la subsiguiente defenestración de Alan Freed, es el mejor ejemplo. O el caso de EMI, que se vio obligada a publicar los dos primeros singles de Beatles en Vee-Jay y Swan porque Capitol no quiso hacerlo ¡siendo su firma subsidiaria en los States! bajo el argumento de que "esos Beatles no tienen nada que hacer aquí". Había miedo, esa es la verdadera razón: las casas de discos, la prensa, todo el establishment que vivía de este negocio era consciente de hallarse en peligro (y por otra parte, Capitol tenía sus propios intereses: los Beach Boys, concretamente). </span></b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b>Pero a veces el público va por delante de los medios aun cuando los medios, como en este caso, estén claramente en contra: a mediados de 1963 algunas emisoras perdidas por el mapa comenzaban a radiar esos dos primeros singles de los Beatles, y algunos otros que los escasos viajeros inquietos traían de la Isla en su maleta. En Diciembre la convulsión isleña llegó a oídos del avezado Walter Cronkite, que hizo una reseña en su programa nacional de la CBS sobre ese fenómeno que comenzaba a expandirse por la vieja Europa. Y una adolescente de catorce años llamada Marsha Albert, de Maryland, vio ese programa, cayó arrobada y escribió una notita dirigida a Carrol James, el DJ de la emisora local WWDC. Una nota que iba a pasar a la Historia: "<i>¿Por qué no podemos tener música como esa aquí?</i>" (una pequeña adolescente, una niña, la más exacta representación del futuro). </b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b>Y lo que viene luego ya es de cuento de hadas: el bueno de Carrol consiguió agenciarse por medio de una azafata de vuelo británica una copia de "I want to hold your hand" e invitó a Marsha a hacer los honores, a que ella misma presentase la canción por primera vez en la emisora. Y la noticia de este hecho comenzó a rodar justo cuando EMI le estaba apretando las tuercas a Capitol, donde por otra parte la gestión del asunto cayó en manos de Brown Meggs, un personaje con mejor vista que sus predecesores y que enseguida firmó un acuerdo de distribución con Brian Epstein. En pocos días llegaba esa canción a las tiendas estadounidenses, y pronto habrá cinco singles de esos muchachos poblando el top 10 nacional, y… el 7 de Febrero de 1964 aterriza en el aeropuerto John Kennedy de Nueva York el vuelo de Pan Am 101 procedente de Heathrow, Londres, Reino Unido, que trae a los Beatles. Se acabó el aburrimiento: comienza la Invasión Británica, pequeña Marsha. Estarás contenta, ¿eh? </b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b>Y claro, una de las consecuencias directas de dicha invasión es el rápido auge de la llamada música estadounidense de garaje. Pero esa ya es otra historia: de momento habrá que buscar entre los restos de aquella edad primitiva algún signo de vida destacable, por muy rupestre que sea. Llevaremos linternas, por si acaso. ¿Se apuntan ustedes?</b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #4c1130; text-align: justify;"><br /></div></span>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-82919718153517104472024-02-23T21:10:00.011+01:002024-03-01T12:30:11.809+01:00Fiesta 1960-65<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRqkDyzwoHuaYmSf-Ug8NLEDZlm9iRERTuQLohfdjqVPfU6085THA26JD4SR0k5z4zQCBPJo8DJI7DO5LBM5R5TfTqIrO4HV_nG-JnReG4X2n-PWAeoUYYaSrZjMK-JDKTAKorHXfWczSWDYI1sqCvSUL-vIDFFVqJe5BJmsD_wDhCstWX2C0nplPqAw/s1600/Brit.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="401" data-original-width="621" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRqkDyzwoHuaYmSf-Ug8NLEDZlm9iRERTuQLohfdjqVPfU6085THA26JD4SR0k5z4zQCBPJo8DJI7DO5LBM5R5TfTqIrO4HV_nG-JnReG4X2n-PWAeoUYYaSrZjMK-JDKTAKorHXfWczSWDYI1sqCvSUL-vIDFFVqJe5BJmsD_wDhCstWX2C0nplPqAw/s1600/Brit.jpg" /></a></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Como suele ocurrir en este tugurio, a la vuelta de un viaje hacemos fiesta: hemos estado visitando la hermosa Arcadia británica que constituye el primer quinquenio de los dorados años 60, y hoy terminamos ese viaje. Tras cumplimentar a la mayoría de las grandes figuras que poblaron aquel tiempo, ahora lo haremos con algunos de esos nombres que suelen pasar desapercibidos en este tipo de historias; también con otros que quizá sean muy famosos en un futuro próximo, pero que aún están empezando su carrera cuando esa época termina. Y como siempre, recurriremos al formato 12+1, tan querido en este local. Así que pongámonos a ello sin más dilación. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>En los primeros años 60 se consolida una figura que hasta entonces no había tenido unas atribuciones muy claras: la del productor discográfico, que tanta importancia va a tener a partir de ahí. Hasta entonces y bajo la difusa nomenclatura de “ingeniero de sonido” o cosas similares, una o más personas atendían al control de volúmenes en la grabación, el empaste de voces e instrumentos y poco más. Pero la situación ya había comenzado a complicarse con la llegada del rock and roll, porque la mayoría de los profesionales estaban acostumbrados a la música sinfónica o los baladistas con orquesta, y no sabían cómo tratar estos nuevos tipos de sonido. Y es en esa época cuando surge en la Isla un personaje fundamental: Joe Meek. Fue el primero que comenzó a experimentar ya a mediados de los años 50 con trucos de sonido y sistemas novedosos de grabación, tratando de exprimir al máximo los pobres equipos que había por entonces. De ese modo daba un salto de categoría, elevando un trabajo que hasta entonces era bastante cuadriculado y convirtiéndolo en una parte más del proceso artístico y creativo de una canción. Luego llegaron especialistas tan decisivos como George Martin o Phil Spector, pero él fue quien definió el futuro de la profesión. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Meek era un visionario también en lo relativo a la propia música y, tras unos primeros años dirigiendo grabaciones de rock and roll y pop blanco, comenzó a desarrollar un estilo de sonido que daba a las grabaciones un aire fantasmagórico, casi espacial. De hecho una de sus obsesiones era la posibilidad de que hubiese otros tipos de vida en las galaxias (junto a su firme creencia en el Más Allá), y estaba convencido de que en el futuro la música popular estaría basada en la electrónica. Con ese planteamiento, no es extraño que los teclados fuesen sus instrumentos favoritos. Su mayor éxito llegó en 1962 produciendo a un grupo instrumental: los Tornados, que Meek solía utilizar como banda acompañante para muchas de sus grabaciones con estrellas solistas, y que convirtió en una especie de alternativa “electronico espacial” a los Shadows, que por entonces estaban arrasando. Para los Tornados compuso “Telstar”, un homenaje al primer satélite de comunicaciones para señal de televisión, que se había lanzado en Julio: el single se publicó tan solo un mes más tarde, y fue número uno en medio mundo durante mucho tiempo. La Decca, consciente de lo que tenía entre manos, se gastó el dinero haciendo que este fuese uno de los primeros singles grabados tanto en estéreo como en mono. Y los aficionados jovenes y no tan jóvenes se quedaron extasiados ante una pieza que está a años luz de todo lo que se grababa por entonces, con una melodía emocionante que recuerda en parte a la mítica de la música western pero con ese toque futurista que ilusionó a toda una generación.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En cuanto al pop vocal, otra de sus especialidades, uno de los grupos que dirigó anduvo por un tiempo en lo más alto de las listas. Se trata de los Honeycombs, que entre otras cosas destacaba por tener una de las primeras baterías femeninas (si no la primera) en la historia de los grupos poperos: la adorable Honey Lantree. El caso es que debutaron en verano del 64 con una canción titulada “Have I the right?”, que llegó al numero uno de las listas y que estaba producida por Meek, con ese sonido tan característico. Los Honeycombs publicaron algunas canciones más y un Lp realmente delicioso, aunque su popularidad fue decayendo pronto: la mayoría de los aficionados estaban descubriendo el beat y el r’n’b, mucho más actuales que ese pop “excesivamente” blanco que comenzaba a sonar pasado de moda. Y ese fue uno de los muchos problemas de Meek, no entender que el futuro estaba antes en una fusión con la música negra que en el tipo de aparatos que se usase. En cualquier caso, quien quiera indagar un poco más en la alucinante historia de este señor y conseguir absolutamente toda su obra, no tiene más que visitar al Archivero Mayor del Reyno, es decir, don </b><b style="font-family: verdana;"><span style="color: #660000;"><a href="https://tommentonenlacuadra.blogspot.com/2022/04/va-joe-meek-and-his-magic-wand-sampler.html">José Kortocircuito</a></span></b><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">. Ya verán, ya…</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">De todos modos el sonido más o menos “futurista” no era patrimonio exclusivo del señor Meek: en todo Occidente hubo una fiebre por los grupos instrumentales entre la época del rock and roll y la llegada del beat, y en la Isla hubo unos cuantos aparte de Shadows y Tornados. Por ejemplo los Dakotas, que de un modo u otro siguen en activo (o al menos la “franquicia”). Al igual que los Tornados, trabajaron también durante un tiempo como banda acompañante de un solista -en este caso Billy Kramer-; pero tienen una pequeña discografía que resulta encantadora, con muchas piezas propias, y fueron comparados con las bandas surf americanas (los Ventures hicieron versión de algunas piezas suyas). A veces sorprende su visión tan moderna del sonido, como en esta “Oyeh” de 1964.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">El beat, que había sido el punto de arranque para la revolución de la música popular, tuvo su momento álgido entre 1961 y el 64, más o menos: a partir de ahí, los Beatles fueron los primeros en darse cuenta de que el género ya no daba más de sí y comenzaron a evolucionar. Sin embargo a su sombra intentaron prosperar una buena cantidad de grupos, especialmente en Liverpool pero también en otras ciudades, y algunos ya pasaron por aquí. La mayoría de ellos no llegaron muy lejos, pero algunos consiguieron acabar convertidos en una especie de “bandas temáticas” de las cuales algunas todavían andan por ahí. Por ejemplo, los Merseybeats: nombre de grupo más beat que ese, imposible. Su producción discográfica no es muy amplia, pero en su momento tuvieron bastante popularidad. Por otra parte ha sido una escuela de músicos, ya que bajo la batuta del inmutable guitarrista Tony Crane han pasado por ahí decenas de ellos. Parte de su repertorio era propio, aunque por lo general destaban por sus versiones; especialmente esta magnífica interpretación de la clásica “Fortune teller”, un bonito cruce entre beat y r'n'b.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Porque ya en el 62/63 comienza a consolidarse la afición por el r’n’b. Y por supuesto también en ese estilo hay unos cuantos grupos que, sin llegar a la altura de los grandes, han quedado en la memoria de los aficionados. Por ejemplo los Nashville Teens, que habían comenzado su carrera junto a las bandas beat haciendo giras por Hamburgo. Comenzaron siendo una banda de rock and roll blanco (su nombre es bastante revelador), pero luego se fueron adaptando a al r’n’b y, aunque su mejor época terminó a mediados de la década llegaron hasta principios de los 70. Eran otra de esas bandas que sabía imprimir carácter propio a sus versiones, como se puede comprobar ya en su debut con “Tobacco Road”. </b></div><div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Una de las características de las nuevas bandas dedicadas al r’n’b era su potencia en directo, que en ocasiones llegaba a términos cercanos al salvajismo: pronto se hicieron famosas las trifulcas que montaban en el escenario los Kinks, Who o los Pretty Things. Estos últimos, con un estilo cercano al de los Stones, pasaban por ser mucho más “violentos” que ellos; pero pronto surgió otro grupo que, en ese mismo estilo, llegó a superar incluso a los Things: los Downliners Sect, a los que por supuesto una parte de la prensa disfruta etiquetando ahora como “protopunk”. En el aspecto creativo nunca fueron muy destacados, pero no se les puede negar una enorme pasión en lo que hacían, y sus fans lo eran a muerte. Ah, y son otra de esas agrupaciones incansables que siguen funcionando hoy en día, aunque supongo que sus directos ya no son tan incendiarios.</b></div></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Otro grupo que sigue en activo son los Sorrows, tan clásicos como los Sect. Tras ganarse una fama en su Coventry natal bajaron a Londres y comenzaron trabajando con Joe Meek, pero pronto los fichó el sello Pye y allí se labraron una fama de banda contundente, a medio camino entre r’n’b y un beat muy vitaminado que está en el origen de lo que hoy en día se considera “freakbeat”. Su primer Lp, titulado “Take a heart”, del 65, contiene la mayor parte de las grandes canciones de sus singles, y es uno es uno de los infaltables en cualquier listado de discos memorables de aquella época. Tras unos cuantos años de baja, dos de sus componentes originales levantaron el grupo de nuevo y ahí siguen, adorados por unos cuantos fans, tanto mayores como jóvenes (eso del freakbeat tiene mucho gancho, pueden creerme). Y de aquel magnífico disco grande, aquí tenemos la canción que le da título.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Este mundillo nos muestra a veces personajes pintorescos, que acabaron siendo músicos profesionales como podían haber sido cualquier otra cosa. Un buen ejemplo es Dave Clark, un tipo alto y robusto que comenzó trabajando como doble en películas y jugaba al fútbol como semi aficionado. En 1958, cuando tenía diecinueve años, su equipo necesitaba financiación para viajes y material, así que Clark decidió montar un grupo en el club para tocar en fiestas y recaudar dinero. Él mismo se compró una batería y aprendió a tocarla por su cuenta; y así a lo tonto, en poco tiempo ya estaban trabajando como banda de acompañamiento para solistas de Tottenham, su ciudad. Bien, pues a principios de los 60 decide abandonar todas sus aficiones anteriores y dedicarse exclusivamente a su grupo, los Dave Clark Five, que en poco tiempo se convierten en uno de los fenómenos pop más destacados en la Isla y Estados Unidos. Los Five son una organización muy profesional que Clark dirige con mano de hierro; él es ademas el productor, manager principal y compositor de la mayoría del repertorio. Un repertorio bastante “fiestero”, muy al gusto americano, que de todos modos ha dejado unas cuantas canciones de éxito que no estaban mal del todo. Por ejemplo…</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Otros por el estilo son los Herman’s Hermits, a los que una buena parte de la preclara prensa británica llegó a considerar por un momento la alternativa más sólida al poderío de los Beatles. Comenzaron a grabar en 1964 y su frontman era Peter Noone, un estudiante de Artes escénicas que entró en el grupo con solo quince años; pero ya era conocido por algunos trabajos para la televisión, y pronto su cara se hizo popular en las revistas musicales. Los Hermits eran de Manchester, y bien dirigidos por el veterano empresario Harvey Lisberg consiguieron estar en lo alto de las listas británicas y estadounidenses durante tres o cuatro años. La mayor parte de sus éxitos eran versiones o piezas escritas para ellos, y a finales de la década comenzaron a pasar de moda: entonces Noon prosiguió una carrera cinematográfica y televisiva que fue alternando con una discreta producción discografica como solista. En fin, que al igual que los Five probablemente ganaron más dinero en Estados Unidos que en la Isla (su pop era también muy americano, muy estándar) y dejaron unas cuantas canciones bastante agradables. Pero vamos, de ahí a los delirios de unos cuantos periodistas "especializados" hay un buen trecho.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Volvemos a la “ortodoxia” con un cantante de la categoría de John Baldry, que a causa de su altura (dos metros, más o menos) pronto se ganó el apodo de “Long John”. Fue uno de los primeros intérpretes británicos de blues, y pronto se hizo conocido gracias a su pertenencia a la banda de Alexis Korner; en esa época llegó a actuar con prácticamente todas las figuras del naciente r’n’b británico, y organizó una banda alternativa para dar cobijo a unos cuantos de ellos (Jones, Jagger y Richards, por ejemplo). En 1963 se puso al frente de la banda de Cyril Davies tras la muerte de este (ahí debutó Rod Stewart, entre otros), y en 1964 grabó su primer Lp como figura solista. Para entonces ese estilo ya estaba superado por las bandas emergentes y su carrera se fue manteniendo mal que bien, pasándose a las baladas pop y dando algunos bandazos de vez en cuando. Hoy se le recuerda poco, pero en su tiempo tuvo tanta importancia como los demás veteranos del circuito blusero: gracias a él destacaron unas cuantas futuras estrellas.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En general, el estatus de los cantantes solistas se verá comprometido por el tremendo auge de los grupos, aunque siempre habrá algunos con personalidad suficiente para mantenerse arriba. Por ejemplo Joe Cocker, que debuta en 1964 con un primer single de versiones totalmente opuestas, como si estuviese probando suerte entre dos públicos distintos. La idea no fue suya sino del sello, pero resulta chocante: estaban convencidos de que esa voz tenía futuro, pero al parecer no sabían dónde “colocarlo” e hicieron un experimento que no salió bien. En la cara A Cocker interpreta el “I’ll cry instead” de los Beatles, reforzando el tono blanco y llevándola casi hasta la órbita rockabilly (el estilo en el que había comenzado a cantar de adolescente) con ese contrabajo que se oye de vez en cuando. Y al dar la vuelta al disco nos encontramos con “Precious words”, que habían publicado poco antes los Wallace Brothers: o sea, soul. Y muy bien llevado además, en la onda de su admirado Ray Charles. La voz de Cocker en esta pieza ya es sobresaliente, pero tal vez por esa esquizofrenia de estilos el disco pasó desapercibido y Decca prefirió dejarlo ir. Así que aún pasarán dos o tres años hasta que, tras una particular travesía del desierto, su carrera comience a despegar.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Y aquí tenemos otro solista cuyos inicios fueron bastante dubitativos: su debut tiene lugar en 1964, pero aún pasarán algunos años antes de que comience a despuntar. Se trata de David Jones, otro que tampoco tiene muy claro por dónde tirar. Del coro en su colegio pasó a cantar rock and roll con sus amigos, y con diecisiete años consigue su primer contrato discográfico en el vetusto sello Vocalion acompañado por los King Bees, su segundo grupo más o menos serio. La cara A, “compuesta” por su manager, se titula “Liza Jane” y en realidad es una modificación de una pieza tradicional que habían versionado pesos pesados como Nina Simone, por ejemplo. Jones y sus amigos la convierten en un r’n’b bastante decente, pero el disco pasa sin pena ni gloria (en la cara B había una versión del “Louie go home” de Paul Revere, pasable sin más). Jones abandona ese grupo, entra en otro, graba otro single al año siguiente, pero el quinquenio termina sin que su situación haya mejorado. En enero del 66, ante las posibles confusiones que puedan surgir con otro David Jones que está también en el negocio, nuestro Jones decide cambiar su apellido y pasa a presentarse como “Bowie”. Pero esa ya es otra historia y será contada en otra ocasión.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Llegamos por fin a la selección 12+1, que como siempre está fuera del menú. Esta vez se trata de un grupo de músicos que no llegó a publicar un solo single: sus escasas grabaciones en estudio, en diciembre de 1965, quedaron guardadas y no se volverá a saber de ellas hasta quince años después. La historia arranca cuando Long John Baldry decide reunir un nuevo grupo en el que incluirá otras dos voces además de la suya: la de su protegido Rod Stewart y la de Julie Driscoll, una señorita que no tiene nada que envidiarles. Driscoll había sido descubierta por Giorgio Gomelski, que la empleó como administradora del club de fans de los Yardbirds para tenerla cerca: se había dado cuenta enseguida de su maravilosa voz, y desde el primer día comenzó a insistirle en que debería emprender una carrera como cantante profesional. Otro de los personajes que también destacarán pronto es el teclista Brian Auger, que ya comienza a ser uno de los fijos en el mundillo mod (como lo es también Stewart y lo será pronto Driscoll). Baldry busca tres buenos profesionales para la base rítmica y la guitarra, y bautiza el grupo como The Steampacket. Llegaron a actuar en varios locales, pero en pocos meses la agrupación se disolvió por problemas a la hora de grabar: el conflicto por derechos entre los sellos discograficos de unos y otros más las diferencias entre sus managers liquidaron esa posibilidad. Pero las cintas se han reeeditado ya varias veces y son una muestra inestimable del sonido que ambienta toda una época.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Bien, pues se acabó la fiesta y, como es costumbre, </b><b style="font-family: verdana;"><span style="color: #660000;"><a href="https://mega.nz/file/KdUGya7D#-0C0Zhlgvd6Y-f2B-iaHl6UhJmsELIVUC8Ktc0izMw0">aquí</a></span></b><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"> les dejo el paquetillo correspondiente para que lo disfruten ustedes en la intimidad de sus hogares y en compañía de sus seres queridos, o no. Por nuestra parte, seguiremos informando…</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-76460261789632564342024-02-12T20:46:00.004+01:002024-02-15T10:27:03.237+01:001960-65: Londres despierta (XX)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTGC7Na-uVCZeI2uKr57a_Z7vl0SZnnTm0kOwizl_aV5CYwII6kH726JzCi5QuX5HRWm9Lmp2UqITH4dnYWCd4w6i1HgfDXioq_twlczxRImPLQffZe7ITOd51LbDlBdDwaar56gMJWhdwK0lFhx-6gbLGJ3BxxTKNq_y_JkFN5boQG5OC1d7bvhzqkA/s1600/Small%20Faces.jpeg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="425" data-original-width="680" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTGC7Na-uVCZeI2uKr57a_Z7vl0SZnnTm0kOwizl_aV5CYwII6kH726JzCi5QuX5HRWm9Lmp2UqITH4dnYWCd4w6i1HgfDXioq_twlczxRImPLQffZe7ITOd51LbDlBdDwaar56gMJWhdwK0lFhx-6gbLGJ3BxxTKNq_y_JkFN5boQG5OC1d7bvhzqkA/s1600/Small%20Faces.jpeg" /></a></div><b><div style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #274e13;"><span style="font-family: verdana;">“La historia ha reservado para los Small Faces el dudoso galardón de la autenticidad: a diferencia de los Who, reciclados en mods por astuta sugerencia de sus managers, ellos eran genuinos, de pulcras vestimentas y cuidadas melenitas, adeptos a las anfetaminas y el soul negro. Hubo muchos grupos que intentaron reflejar aquella agitación juvenil, pero ellos fueron los únicos que conquistaron las listas regularmente, con discos rotundos e impetuosos”.</span> </span></i></b></div></b><div><span style="color: #660000; font-family: verdana;">Diego A. Manrique </span></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Tras la consagración a nivel mundial del beat y el r’n’b británicos, y casi en paralelo con el arranque del blues boom, comienzan a surgir algunos músicos a los que se podría considerar como primeros referentes del “pop rock”, por llamarlo de algún modo. El pop británico es la herencia directa de su enorme repertorio folk, al que luego se fue sumando el gusto por las melodías del music hall o el cabaret: grupos como los Kinks son impensables en cualquier otro sitio que no fuese la Isla. En cuanto al rock, la mayor o menor influencia que ejerza sobre cada grupo el rock and roll blanco o el rhythm and blues da como resultado el beat del norte o las bandas londinenses. Y es también en Londres donde surge esa nueva tendencia que, dentro del r’n’b, muestra más interés por el soul y la Motown que por el blues. Hay que recordar que ya la Motown por sí misma constituye el sector más representativo del pop negro, y sus canciones más populares se oyen continuamente en las discotecas frecuentadas por la segunda generación mod. Lo cual añade un nuevo componente al panorama “sociomusical” de la Isla: si los rockers, que en su mayoría ya están más cerca de los treinta que de los veinte años, son una tribu urbana asociada al rock and roll blanco, esta segunda generación mod -adolescentes aún- es fan total de casi todas las variantes del r’n’b. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Al menos en la órbita londinense es evidente que tiene mucho más atractivo la propuesta mod (el presente/futuro) que la de los rockers (el pasado). Por otra parte, aquí hay que tener también en cuenta el componente estético: las cazadoras de cuero, las botas y las camisas de cuadros ya no pueden competir con esa nueva onda de polos Fred Perry, los chubasqueros fishtail del ejército americano y los zapatos italianos. Las motos de los rockers son bastante mejores, pero incluso la imagen de las Vespas o las Lambrettas resulta mucho más urbana y cálida al mismo tiempo. Por supuesto la suma de toda esa estética más la propuesta contemporánea del pop art crean una nueva cultura que trasciende lo musical, ya que el sector de las artes visuales se da cuenta del enorme potencial de esta corriente: de ahí surge lo que será conocido como el mundillo del “Swinging London”. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Pero nosotros intentaremos ceñirnos a lo estrictamente musical: ahí destaca con luz propia un grupo que será capaz de simbolizar todo lo dicho y al mismo tiempo tener un don para el pop más vigoroso y emocionante de la Isla, con todo el encanto de una época (y que luego supo evolucionar, como demuestran sus dos últimos discos). Un grupo con ángel, a pesar de que su historia sea más triste que alegre. Un grupo como no ha vuelto a haber ningún otro: los divinos Small Faces. Ya su nombre es un guiño al mundo mod, puesto que los faces son la facción más distinguida de esa tribu, tanto por su elegancia como por sus gustos musicales. Y como tres de los cuatro muchachos que componen el grupo son más bien bajitos, el adjetivo “small” les va como anillo al dedo. Quizá, por otra parte, podríamos verlo como una respuesta irónica hacia ese grupo que, a la hora de grabar su primer single y por recomendación de su manager, abandona por un tiempo su nombre original -The Who- para hacerse llamar “The High Numbers”. O sea, “Los Números Altos”. Los numbers son el sector más proletario de los mods, y se llaman así por su afición a las camisetas con números; parece evidente entonces que Townshend y sus colegas buscaban una identificación “de clase” con ellos… aunque la cara B de ese single se titule “I’m the face”. En fin, a lo que íbamos. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Steve Marriott es un personaje nacido para el escenario. A finales de la década anterior, con solo doce años, ya estaba metido en grupillos de barrio e incluso cantaba en solitario en algunos pubs. Su padre, un pianista que frecuentaba esos ambientes, fue quien le regaló sus dos primeros instrumentos, armónica y ukelele, y él aprendió a tocarlos por su cuenta. Por otra parte la potencia de su voz ya comenzaba a destacar, y su natural expansivo hizo que sus padres lo creyesen apto para la representación teatral. Poco después ya compaginaba algunos trabajos en musicales con otros de mayor presencia actoral, pero finalmente se lo pensó mejor y volvió a la música. En 1963 llegó a grabar un single a su nombre: el sello Decca le asignó una cara A muy en la onda de Buddy Holly (incluyendo sus giros vocales), mientras que la B era suya pero tampoco se diferenciaba mucho del estilo Holly. El single pasó desapercibido, pero en todo caso no representa el espíritu de un músico que ya por entonces estaba casi completamente volcado en el repertorio negro, desde el jazz hasta el soul. Casi a continuación pasa a ser el frontman de una banda, los Moments, con los que tuvo un buen puñado de giras por media Isla e incluso llegó a grabar, pero a mediados de 1964 se marcha. Sigue probando en otros, mientras compagina la afición con un trabajo en una tienda de instrumentos musicales, y ya domina la guitarra con bastante soltura, a pesar de que solo tiene diecisiete años; por cierto, que su amigo David Jones (Bowie) le ha sugerido formar un dúo, pero él se encuentra mejor en los grupos. Aquí tenemos dos muestras de su trabajo en los Moments; no es que sean una joya, pero nuestro amigo ya apunta maneras.</b></span></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Por entonces había coincidido en una gira con otro grupillo en el que militaban el bajista Ronnie Lane, un año mayor que él, y el batería Kenney Jones, que tenía dieciseis. A principios del 65 Lane entra en la tienda donde trabaja Marriott para comprarse un bajo nuevo, y tras una charla deciden asociarse: Lane convence a Jones para que se les una, y Marriott trae a un conocido suyo, Jimmy Winston. Winston toca guitarra y el órgano; es evidente que Marriot será el frontman y guitarrista, así que él se dedicará en exclusiva a los teclados. Lane y Jones no tenían más trayectoria que la de aquel pequeño grupo en el que se habían conocido, mientras que Winston ni siquiera eso: había ido aprendiendo a manejar los instrumentos por su cuenta, y no era un virtuoso. Sin embargo les vino muy bien, ya que sus padres tenían un pub donde comenzaron a ensayar y a actuar (o sea, la misma historia que la de los Beatles con Pete Best). Por último, fue una novieta que tenía Marriott por entonces quien sugirió el nombre del grupo: “vais siempre arregladitos, escucháis la mejor música, sois unos faces totales. Lo malo es que, salvo Winston, no sois muy altos”. Y en cuanto al repertorio han comenzado haciendo versiones de r’n’b -soul especialmente-, pero pronto comienzan a crear su propio repertorio; especialmente Marriott y Lane, que son quienes dirigen el grupo, y se les da muy bien. Tras unas cuantas actuaciones comienzan a hacerse conocidos, y son detectados por un ojeador de Don Arden; para bien y para mal, Arden es uno de los managers estrella en Londres, y en poco tiempo les consigue un contrato con el sello Decca. </b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">A finales del verano de 1965 se publica su primer single, con “Whatcha gonna do about it” en la cara A y “What’s a matter baby” en la B. La primera figura a nombre de los letristas contratados por Arden; pero la música es suya, y eso es lo que importa. Aquí ya se ve una categoría, un estilo muy personal para construir canciones pop con nervio, con un estibillo pegadizo y original, manteniendo tensión durante toda la pieza y dando protagonismo tanto a la voz como los instrumentos. De hecho una de las cosas que sorprende es lo bien ensam</b><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">blado que suena todo, como si ya llevasen mucho tiempo juntos. Hay un evidente trasfondo soul en el ritmo, que inevitablemente recuerda el “Everybody needs somebody to love” de Solomon Burke, y ellos mismos lo admiten. Es algo muy típico de la época, arrancar sobre estructuras ajenas hasta acabar encontrando un camino propio; ellos han conseguido ya en el debut no hacer una versión, sino quedar a medio camino entre eso y una pieza completamente original. La cara B sí es una versión: se trata de una balada soul que había popularizado Timi Yuro dos o tres años antes. Siguiendo por esa pauta de “blue eyed soul” que inicia Yuro, ellos aportan de nuevo intensidad, frescura, y con esa base rítmica le dan un poderío que la revitaliza; ah, y la voz de Marriott ya comienza a demostrar su enorme poderío. El single anduvo cerca del top 10, aunque luego que supo que Arden –como Epstein con los Beatles- había puesto dinero para conseguirlo.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En noviembre llega el segundo, en el que ambas canciones están oficialmente compuestas por todo el grupo. La A, básicamente de Marriott y Lane, es “I’ve got mine”, bastante avanzada para los cánones de la época: es un r’n’b “alterado” por una entrada y una sucesión de escalas que ya tienen un vago aroma psicodélico: ese tipo de mezclas será pronto uno de sus puntos fuertes. La cara B, compuesta en su mayoría por Winston, se titula “It’s too late” y tiene un cierto parecido con la A, tanto en ritmo como en desarrollo. Son dos buenas canciones, pero el disco no alcanza el top 30. En esos días se anuncia la marcha de Winston: técnicamente no da la talla, y además se ha enfrentado al grupo. Una cosa es consecuencia de la otra, ya que el propio Winston es consciente de sus carencias como teclista, se considera mejor a la guitarra y trata de discutirle el puesto a Marriott. Dentro de poco nos anunciarán el nombre de Ian McLagan como sustituto. Tiene ya veteranía en el circuito londinense, y lo ha contratado Arden para salir del paso: si se adapta será miembro fijo.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Los Small Faces son el último grupo de categoría surgido en el primer quinquenio de los años 60 en la Isla; de hecho son ya posteriores a la invasión británica, porque cuando ellos lleguen a Estados Unidos estaremos en plena psicodelia. Pero ya iremos viendo eso; de momento son la ilusionante promesa de un nuevo y fantástico período de la historia musical isleña. </b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Y con este hemos terminado el deslumbrante catálogo de grupos surgidos tras la era del rock and roll. Hubo más músicos en esta época, por supuesto: unos todavía están empezando y otros no pasarán de ser notas a pie de página, pero también merecen un pequeño recuerdo. Y para eso haremos una fiesta próximamente, para rendir homenaje a algunos de ellos y despedirnos de este fabuloso quinquenio. Quedan ustedes invitados. </b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-40913924583955912562024-02-05T13:43:00.002+01:002024-02-12T20:24:10.738+01:001960-65: Londres despierta (XIX) <div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcPTck0A-OHZYOD3FT3OdPSG8CIcOq4Q4aY0xktsCPVRJ4hxIE3sd_xE3yyhxEqI0y2ApMDmEusJJ7FF4aPW3UV6N-YEPvM3Q6bCQvGVS0emCBDO-6clpN00aRuLnbAxEEG-piMw3XEFzDgWv1AAtFz1idGyiqEpIn43wW4FbcHN_wvP1Pu-cFfsJBog/s1600/Mayall.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="456" data-original-width="619" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcPTck0A-OHZYOD3FT3OdPSG8CIcOq4Q4aY0xktsCPVRJ4hxIE3sd_xE3yyhxEqI0y2ApMDmEusJJ7FF4aPW3UV6N-YEPvM3Q6bCQvGVS0emCBDO-6clpN00aRuLnbAxEEG-piMw3XEFzDgWv1AAtFz1idGyiqEpIn43wW4FbcHN_wvP1Pu-cFfsJBog/s1600/Mayall.jpg" /></a></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>A medida que las grandes bandas británicas de rhythm’n’blues consolidan su carrera a ambos lados del océano, comienza a surgir tras ellas una nueva ola de músicos que se inspira en el blues como punto de arranque para llegar al rock. Y si el “mecenas” en el principio de la década había sido Alexis Korner, ahora le toca el turno a John Mayall. Él será quien dé impulso a muchas de las grandes figuras de lo que pronto será conocido como British Blues Boom, es decir, la segunda fase de la British Invasion. Por lo tanto, esa rancia discusión entre los seguidores de Korner y los de Mayall sobre quién es más importante, no tiene mucho sentido: Korner es el padre del r’n’b británico mientras que Mayall lo es del blues, británico también. Por otra parte fue el propio Korner quien recomendó a Mayall, hasta entonces residente en Manchester, que bajase a Londres; por tanto, se podría decir que Mayall es la “versión actualizada” de Korner. Pero hay que tener en cuenta que, por la edad, ninguno de los dos podía alcanzar la categoría de “estrella del rock” que consiguieron muchos de sus protegidos: Korner tenía treinta y cinco años cuando Mayall, que estaba a punto de cumplir los treinta, llega a Londres. Es decir, el papel de ambos es el de maestros, de referentes: en aquella época una diferencia de más de diez años lo cambia todo, y ellos ya carecen de esa pulsión revolucionaria, salvaje, que por entonces solo un adolescente puede tener. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Mayall nació en Macclesfield, cerca de Manchester; fue otro de esos seres beneficiados por el ambiente familiar, ya que su padre era un guitarrista con una buena colección de discos de 78 rpm de jazz y blues. En su casa aprendió a tocar el piano y la armónica (la guitarra llegaría más tarde, durante su servicio militar en Corea). Aunque tenía un trabajo oficial como diseñador gráfico, ya desde muy joven había estado metido en algunos grupillos de la zona, y llevaba un tiempo en The Blues Syndicate. Ese nombre estaba inspirado por Blues Incorporated, la banda de Korner, que con frecuencia actuaba en Manchester, y un día ambos personajes se conocen. Korner, que en el fondo era bastante purista, estaba desarrollando una mezcla de blues acústico/eléctrico y trad (el jazz británico, evolución del dixie); los Syndicate habían empezado siguiendo sus pasos, pero últimamente Mayall ya estaba más interesado en el blues de Chicago, es decir, el blues electrificado, añadiendo un difuso tonillo soul/pop que le permitiese llegar a las listas de éxitos. A Korner aquel planteamiento ya le desbordaba un poco, pero aun así no dudó en apoyarlo desde el primer momento. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Korner le presenta a unos cuantos músicos londinenses con los que Mayall organiza una banda a la que llama “Bluesbreakers”; al igual que pasa con la de Korner, y en general con todas las “bandas escuela”, la formación sufrirá cambios contínuos. Mayall es el cantante, armonicista y, según los músicos que le acompañen, está a cargo del órgano o la guitarra. Por lo general, aunque también hará algunas versiones, casi todo el repertorio es de su autoría (otra cosa es hasta qué punto crea o “se inspira”). Su debut londinense fue en el Marquee, abriendo para Manfred Mann; y poco después lo pescó la Decca, que tras el fiasco de los Beatles había aprendido y estaba pendiente de todo cuanto se movía en este mundillo (para entonces ya era el sello con más repertorio “moderno” de la Isla). En la primavera del 64 se publica su primer single, en el que las dos canciones son propias: “Crawling up a hill” y “Mr. James”. La primera es un r’n’b que posiblemente está inspirado en el “Hallelujah I love her so” de Ray Charles, mientras que la segunda lleva en su letra un recordatorio a Elmore James, fallecido poco antes. Musicalmente se nota a la legua que es “It hurts me too”, del propio James, aunque Mayall hace algunos cambios para que no se le pueda llamar plagio a esto. Como decía antes, ya vamos viendo que sus composiciones “originales” no lo son tanto, pero el dinero es el dinero. Y siempre le ha gustado mucho. De todos modos la cosa no salió bien, ya que se vendieron menos de mil copias. A cambio se reforzó su prestigio como telonero en la gira británica de John Lee Hooker.</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div></span>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHeDQBrAXWGewJLeq59qTFaLvMf-LR5TaMFHq162qtQm3VnSDV4wMZa7de7hh4ZPIPZUafE05O-tC539OJP4TLWZdclV9wyISI3jABN4UBX0P_C8O_-PG2_DW2O0qGq8fxeCejW7zAy4GLAq0APG1npDtYLt7yDcpBqYzuuK4pnQU5ZWPDQkKMq21iRw/s1600/Mayall%20plays.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="400" data-original-width="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHeDQBrAXWGewJLeq59qTFaLvMf-LR5TaMFHq162qtQm3VnSDV4wMZa7de7hh4ZPIPZUafE05O-tC539OJP4TLWZdclV9wyISI3jABN4UBX0P_C8O_-PG2_DW2O0qGq8fxeCejW7zAy4GLAq0APG1npDtYLt7yDcpBqYzuuK4pnQU5ZWPDQkKMq21iRw/s1600/Mayall%20plays.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Los Bluesbreakers de esa época tendrán una base rítmica estable tras la grabación de aquel primer single y durante un tiempo: junto a Mayall están el bajista John McVie y el batería Hughie Flint; y en diciembre, cuando graban su primer disco grande, el guitarrista es Roger Dean. Bajo el título de “John Mayall plays John Mayall”, lo que tenemos es una actuación en directo en la sala Klooks Kleek de Londres, con el apoyo del saxofonista Nigel Stanger. Es un perfecto reflejo de hasta dónde han llegado y de lo que les falta aún por hacer: se nota que hay una ejecución bastante buena, aunque también un poco acartonada por momentos. Tras la entrada con “Crawling up a hill” viene una sucesion de piezas propias salvo dos versiones que integran un pequeño medley titulado “R&B time”: “Night train” y “Lucille”. Ahí el desarrollo es bastante clásico, pero muy competente. De las suyas, que en su mayorìa rozan ese soul/pop del que hablaba antes, las mejores suelen ser las más “atrevidas”, con buenas exhibiciones de guitarra como “I need your love” o el órgano en “The hoot owl”. En suma, la mezcla entre clasicismo y modernidad es muy agradable; pero en ese momento ya triunfan grupos como Stones, Who o Kinks, y Mayall no tiene aún argumentos sólidos para enfrentarse a ellos. Así que cuando el disco se publicó, en los primeros días de la primavera del 65, las ventas no fueron mucho mejores que las del single precedente. Y a los señores de Decca se les acabó la paciencia, así que Mayall y sus colegas seguirán dependiendo exclusivamente de las actuaciones.</b></div><div style="text-align: justify;"><b> </b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Pero no hay mal que por bien no venga. Mayall ha conseguido ya hacerse un nombre en el ambientillo blusero de la ciudad, y hay muchos músicos jóvenes que asisten a sus actuaciones con verdadera devoción, como antes lo hicieron con las de Korner. Por ejemplo, tres guitarristas que andan en órbitas muy similares: Eric Clapton, Jimmy Page y Peter Green. Clapton se ha ganado un prestigio en los Yardbirds, que acaba de abandonar; Page es una figura reconocida en los estudios discográficos, donde destaca como músico de sesión; y Green, con solo dieciocho años y poco más de uno como profesional, es ya una de las grandes promesas del blues británico. Justo por entonces Roger Dean abandona los Bluesbreakers, y Clapton le sustituye: de momento no tiene muy claro si va a estar ahí por mucho tiempo, pero le interesa la enorme formaciòn que tiene Mayall sobre los grandes del blues. Y la primera consecuencia de su influjo es que Clapton comienza a alternar la Telecaster que había usado en los Yardbirds con la Gibson, que le da un sonido mucho más denso y potente. Poco antes, Andrew Loog Oldham (recuerden, el manager de los Stones) ha creado un sello discográfico al que bautiza como Immediate, y ficha a Page como productor y cazatalentos. Y en cuanto a Green, que con todo el desparpajo del mundo se presenta un día ante Mayall para que lo “examine”, pronto será uno de los sustitutos “de guardia” en los Bluesbreakers cada vez que Clapton se ausente. </b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En junio del 65, Page lleva a los Bluesbreakers a grabar en un estudio de la Pye. De ahí saldrán tres piezas, de las que dos constituyen su único single en Immediate, publicado en octubre: “I’m your witchdoctor” / “Telephone blues”. En ambas canciones se siente una magnífica interacción entre el estilo rítmico de Mayall y la fabulosa potencia que Clapton está comenzando a desarrollar con la Gibson, saturando el sonido hasta llevarlo a un extremo que en ese momento solo alcanza Jeff Beck (curiosamente, quien le sustituye ahora en los Yardbirds). Esto ya es blues “vitaminado”, y aunque las ventas no fueron considerablemente mejores el grupo tiene una base de aficionados cada vez más amplia. Por último, “On top of the world”, la tercera que se grabó en aquellas fechas, no se publicará hasta 1968, en un recopilatorio del sello. Tiene un aire más poppy, más comercial, lo que probablemente desanimó a Page y le hizo descartarla. En cuanto a Clapton, conviene recordar que su principal argumento para abandonar a los Yardbirds fue precisamente el de la comercialidad, así que cuidado.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Y así termina el año 65, con esa asociación entre Mayall y el guitarrista de moda (Clapton es Dios, ya saben) que promete días de gloria para el blues rock británico. Pero esos días llegarán en 1966, por lo que nosotros nos despedimos de ellos hasta entonces. Ya falta poco...</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"> </b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-14681690943282996912024-01-29T17:03:00.009+01:002024-02-02T11:50:27.668+01:001960-65: Londres despierta (XVIII)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDn4wEvuoLKCiN0WqosmCr3__zFMiB-V_492DeCMR7iAWtbWI7_OQ7gTgEAbscTDkrySWjDOQ6G1tvESJN0umh8o74zWWMSsFalb-aupmF7sVrrBbf6li0pUyojNIqQemtQTtYGmGgXwsAR1ayH_udLslMig7SaaEuYV4XxqqaTuqvVOIeOJJ3KLU9vg/s1600/Them.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="396" data-original-width="573" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDn4wEvuoLKCiN0WqosmCr3__zFMiB-V_492DeCMR7iAWtbWI7_OQ7gTgEAbscTDkrySWjDOQ6G1tvESJN0umh8o74zWWMSsFalb-aupmF7sVrrBbf6li0pUyojNIqQemtQTtYGmGgXwsAR1ayH_udLslMig7SaaEuYV4XxqqaTuqvVOIeOJJ3KLU9vg/s1600/Them.jpg" /></a></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Para completar el listado de la invasión británica, tenemos que hacer un viaje a Irlanda del Norte: en Belfast, su capital, se presentan en 1964 los Them, o para ser más exactos, la banda de Van Morrison. No creo que haya discusión sobre eso, ya que Morrison era, además de su frontman, la fuerza motriz y su compositor principal. De hecho la estabilidad del grupo duró hasta mediados de 1966, justo lo que duró la estancia de Morrison con ellos: a partir de su marcha, lo que hay es barullo –incluyendo una escisión- con muy pocas cosas de interés hasta la liquidacion definitiva, a principios de los años 70. Y a pesar de lo breve que fue aquella época, estamos ante una de las bandas más influyentes en el nacimiento del rock de garaje: la personalidad y la potencia vocal de Morrison, una especie de Eric Burdon irlandés, muy bien arropado por el grupo, ha dejado unas cuantas perlas del r’n’b más vitalista que se pueda encontrar. Y sus baladas son también de categoría, por supuesto.</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Morrison es otros de esos niños favorecidos por la afición que se vive en casa: su madre cantaba jazz y blues, mientras que su padre tenía una tremenda colección de discos que abarcaba también el soul, espirituales, folk… En fin, todo lo bueno. En su infancia comenzó a ejercitarse con varios instrumentos, tanto los de viento como teclados y guitarra; antes de cumplir quince años ya era miembro de algunos grupos locales, preferentemente de skiffle y trad (él no le hacía ascos a nada), y también por entonces comenzaba a destacar su voz. Con diecisiete hizo una gira por Alemania con un grupo, los Monarchs, en los que él tocaba saxo, armónica y guitarra. En esos años compaginaba su afición con pequeños trabajos de todo tipo: tiene más de una canción recordando su época de limpiacristales. Y el año siguiente, en la primavera del 64, entra en una nueva banda de r’n’b que tiene contrato fijo en una sala de baile de la ciudad y que, tras unos meses, se rebautiza como Them. Cuando les llegó la oportunidad de su vida, la formación estaba integrada por el guitarrista Billy Harrison, el bajista Alan Henderson y él como frontman, armonicista y compositor. El puesto de batería y el de teclista todavía cambiaban con frecuencia, pero daba igual: ya era Morrison quien marcaba el paso. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Pronto llegaron a oidos de Phil Solomon, un empresario irlandés que con el tiempo será una figura capital en el pop británico de los años 60. Fue uno de los socios que dirigieron Radio Carolina, además de creador del sello Major Minor, y fue también quien apoyó la modesta incursión de los Bravos y Los Canarios en aquel mercado. Solomon se convierte en manager del grupo y se pone en contacto con Dick Rowe (sí, el que rechazó a los Beatles) para que escuche unas demos. Rowe los contrata, y hay otro viejo conocido de este local que, casi por casualidad, se cruza en su camino: Bert Berns, al que últimamente vemos más por la Isla que por su país natal, y que producirá algunas canciones del grupo además de componer para ellos unas cuantas más. Parece entonces que todo son buenas noticias… salvo por la aparente apatía que ya comienza a mostrar Morrison, poco amigo de pasteleos contractuales, grabaciones metradas y demás sacrificios de la industria del disco. Es un personaje introvertido, un tanto neurótico, un tanto atrabiliario: no en vano será conocido muy pronto como “El león de Belfast”, y no solo por sus potentes rugidos. Morrison opina que lo mejor de su grupo quedó en los primeros tiempos, en aquellas actuaciones en las que una sola canción podía extenderse minutos y más minutos, libremente, el tiempo que fuese, modificándola, haciendo desarrollos por medio, entregándose a ella. Y por desgracia un disco rara vez puede permitir eso. Además, su displicencia con la prensa y los aficionados era notoria: todo el grupo, pero especialmente él, daban respuestas desganadas, como si estuviesen siempre cabreados, deseando que todo acabase cuanto antes.</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><span style="text-align: left;"><b>El primer single se publica a finales de ese verano. En la cara A viene una versión de “Don’t start crying now” que había grabado Slim Harpo y que Morrison acelera y “encabrita” hasta convertirla en un rock and roll. La cara B es suya: “One two brown eyes”, un r’n’b muy original cuyo base rítmica podría recordar la bossa nova (no solo los Zombies conocían ese novedoso estilo, al parecer), acompañado de una guitarra que suena como slide y por supuesto esa voz agresiva de Morrison que me sigue recordando a Eric Burdon pero en otra tonalidad. Sin ser un éxito de ventas, y teniendo en cuenta que ni el grupo ni sus canciones son “complacientes”, la cosa no estuvo mal. Y a finales de noviembre llega el que será su gran bombazo: una cara B (inexplicable) titulada “Gloria” con la que Morrison se consagra como cantante y compositor. En apariencia es una canción simple, con una progresión casi obsesiva; pero es esa progresión dirigida por él, ese deletreo inolvidable, ese nombre coreado por el grupo, lo que da un cuerpo a un pieza que se convertirá, junto con “Louie, Louie” y “Hey Joe”, en una de las tres diosas de esa Santísima Trinidad del garaje que aún hoy conservan su embrujo. Ante tal fulgor la cara A queda un tanto oscurecida; lo cual es injusto porque, aun siendo una versión, se convierte de inmediato en otra de las inevitables del grupo. Se trata de “Baby please don’t go”, una estándar del blues tradicional que Morrison hace suya. El single, de momento, anduvo sobre el top 10. Y digo “de momento” porque se vendió mucho más con el paso del tiempo que entonces, tanto en la Isla como en Estados Unidos: además de que Decca no se gastó mucho en promoción, un sector de la prensa, hartos de sus desplantes, les hizo el vacío. Así que fue el boca a boca lo que al final los elevó.</b></span></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Them publican en la primavera de 1965 su tercer single, que confirma su ascensión al estrellato: “Here comes the night”, escrita por Berns para la cara A y “All for myself”, de Morrison, en la B. La primera es una pieza en tono de balada pop que podría recordar a los Stones de esa época, e incluso el estilo de Morrison -salvando las distancias- podría recordar a Jagger, mientras que la B es un blues que va cogiendo ritmo y tiene una vitalidad enorme. Entre una y otra consiguen llegar al segundo puesto de las listas británicas, mientras rozan el top 20 en Estados Unidos. A principios de Junio se lanza el cuarto: la cara A es de Morrison y se titula “One more time”; es una balada r’n’b muy característica de su estilo. La cara B es “How long baby”, compuesta para el grupo por Tony Scott, socio de Rowe y Solomon; en espíritu no hay grandes diferencias con la A. El disco no llegó muy arriba, en parte porque es un tanto oscuro y en parte porque casi al mismo tiempo se publicaba también el primer Lp, aprovechando el rebufo del éxito que había tenido “Here comes the night”.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_yiQdYB29YxG5F00b4yANzLl5xi7ZZ5vLr0Iy2Iix6eWtGdRyBSutzmLUirJ1I7fIIkkkYisdE-D9pyPY_gZDDh1tVXgwn1dwoFOIb0tBtZ-wvpSo6wa56eqTvvD0UWOkudFFPsrasOe8z3m926ZpeoU3c7-ympvxZmXCqINDiRb56LWNv5ZeB07KUg/s1600/Angry%20Them.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="410" data-original-width="408" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_yiQdYB29YxG5F00b4yANzLl5xi7ZZ5vLr0Iy2Iix6eWtGdRyBSutzmLUirJ1I7fIIkkkYisdE-D9pyPY_gZDDh1tVXgwn1dwoFOIb0tBtZ-wvpSo6wa56eqTvvD0UWOkudFFPsrasOe8z3m926ZpeoU3c7-ympvxZmXCqINDiRb56LWNv5ZeB07KUg/s1600/Angry%20Them.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Ese primer Lp se titula “The ‘angry’ young Them”. Ya se nos avisa en la contraportada de que ellos son “escandalosamente sinceros, desafiantes, enfadados, tristes…”. Y si los periodistas se quejan de que no les importan las entrevistas es porque su verdadero interés está en “la música, sus fans y la gente que aprecia su música”. Vamos, que siguen alimentando su mala fama. Es de agradecer que, de las catorce canciones que trae, solo una sea conocida: se trata de “Gloria”, que lógicamente merece el cobijo de un disco grande (ni siquiera “Here comes the night” viene aquí). Aparte de “Gloria” hay otras cinco de Morrison y tres de Berns, así que para ser un debut no está nada mal que solo traiga cinco versiones. La apertura corre a cargo de “Mystic eyes”, un magnífico cruce entre blues y Bo Diddley. Es un desarrollo al estilo jam -le va mucho a ese tipo de ritmos- que fue haciendo Morrison en las sesiones de grabación y que llegó a durar bastante más. Pero le pasó lo mismo que a otras cuantas (la misma “Gloria”, por ejemplo): los criterios de grabación no consentían piezas muy extensas, y según Morrison gran parte de su encanto se perdió al hacer los cortes. Se nota su querencia por las piezas de medio tiempo, salvo en momentos de r’n’b casi “académico” como “Little girl”, con esos intermedios casi recitados que tanto le gustan; por otra parte Berns demuestra conocer muy bien esos gustos, porque las tres que aporta podrían ser perfectamente de Morrison. En suma es un disco muy pulcro, muy de aquel tiempo, pero por momentos se nota la diferencia entre el material y la estratosférica categoría de su cantante (algo parecido a lo que pasaba en los SDG o los Animals, con todos los matices que se quiera). El caso es que no llegó al top 30 ni en la Isla ni en Estados Unidos, aunque este es uno de los grupos cuyo índice de ventas en la época no es muy fiable: se venderá mucho más con el paso de los meses y de los años.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Así que tal vez los Them, como los Pretty Things y alguno más, acaben perteneciendo a ese dudoso apartado de los “grupos de culto”. Lo cual, por otra parte, no les garantiza nada en un momento tan voluble como este. En consecuencia el año 66 se les presenta lleno de dudas; pero disfrutemos de momento con lo que tienen, que ya es mucho.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-61671550758954428382024-01-22T17:56:00.004+01:002024-01-27T23:23:45.026+01:001960-65: Londres despierta (XVII)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2Fi8JCVsudICwkNNZAGY32mgUYScTePUAbdl_KdYEUlpDohl3wyV39FW27-8Gi2mhgxTFe4Bk55HqPK4N6gjzC-Wi8EYqqjA5rJZeZ2oWS9fsq9A_5NJaorMySzAR9f9zILTuofkn1OrDE4QxHXHVomsTV3WZwOS78LvUuJTLm5ETc9fuC1m3EOw4Bw/s1600/Zombies.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="381" data-original-width="615" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2Fi8JCVsudICwkNNZAGY32mgUYScTePUAbdl_KdYEUlpDohl3wyV39FW27-8Gi2mhgxTFe4Bk55HqPK4N6gjzC-Wi8EYqqjA5rJZeZ2oWS9fsq9A_5NJaorMySzAR9f9zILTuofkn1OrDE4QxHXHVomsTV3WZwOS78LvUuJTLm5ETc9fuC1m3EOw4Bw/s1600/Zombies.jpg" /></a></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>En la ciudad de Saint Albans, a menos de una hora de Londres, surge el último de los grandes grupos ingleses que formarán parte de la invasión británica original: los Zombies. Su single de debut resultó ser un éxito a ambos lados del oceáno, lo cual les dio el empuje suficiente para figurar en las primeras oleadas que llegaron a Estados Unidos. Sin embargo su esencia los aleja de sus colegas invasores, ya que estamos ante un grupo con una clara predilección por la melodía y los juegos de voces antes que por la carga rítmica. Su estilo es marcadamente pop con influencias muy amplias, y junto al r’n’b hay folk, jazz e incluso se nota un sesgo orquestal a veces. Pero para triunfar en el pop hay que tener una notable creatividad con las melodías, y eso resulta muy difícil. En consecuencia su carrera no será muy extensa ni brillante, aunque han dejado algunos fogonazos de grandeza. Volvieron veinte años después, como muchos otros veteranos de la Edad de Oro, y aunque su presencia a algunos nos parece casi anecdótica, todavía se les ve de vez en cuando por ahí. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>La historia comienza en 1961, cuando un grupo de estudiantes se reune bajo el nombre de los Mustangs. Van fogueándose por la zona, y pronto destaca su tendencia melódica con buen empaste vocal -de hecho, algunos de sus miembros formaron parte de coros de iglesia-. Pero su evolución es lenta, ya que por la edad todavía les queda un tiempo en el colegio. Por fin en 1964, con el nombre oficial de Zombies y una formación estable, ganan un concurso para grupos beat que les da acceso a un contrato de grabación con la Decca. Para entonces las voces principales del grupo son las de Rod Argent y Colin Blunstone; Argent domina los teclados y la armónica, mientras que Blunstone es el segundo guitarra. Sus amigos Paul Atkinson (guitarra solista) y Hugh Grundy (batería) son compañeros de colegio, mientras que el bajista Chris White es el último en llegar. Y la suerte les sonríe al primer intento: en verano debutan con un single que contiene “She’s not there”, una composiciòn de Argent, en la cara A. Es una canción de trasfondo clásico con una estructura que por momentos se acerca al jazz, y por su complejidad resulta muy diferente a todo lo que se estaba haciendo en aquel momento. Por otra parte el exquisito juego de voces entre Argent y Blunstone, marcado por el piano eléctrico, le da un aire ensoñador, un tanto lánguido, que redondea la magia de esa pieza. En la cara B está “You make me feel good”, compuesta por White: tiene un agradable aire beat que podría llegar a recordar incluso a los primeros Beatles, y no está mal como acompañante para la estrella que luce al otro lado.</b></div></span>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzg2RIhhAanKPvv30qk4P8ZGK9-rc-wP7tYt9MMBcI4S-BEvdnGLhKcghTj_NbgXMGkILIHpw_p0bWfxtug_m0P32cz2Tv3II21h2tYt53zDUep8Qhx-_Yal9POEnnzMfcyJIVi2xMnh8SyrF1qTvvnoIbAh4FEQPRngGmUvVijIurIAmGTt5NInkPog/s1600/ep%20Zombies.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="360" data-original-width="360" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzg2RIhhAanKPvv30qk4P8ZGK9-rc-wP7tYt9MMBcI4S-BEvdnGLhKcghTj_NbgXMGkILIHpw_p0bWfxtug_m0P32cz2Tv3II21h2tYt53zDUep8Qhx-_Yal9POEnnzMfcyJIVi2xMnh8SyrF1qTvvnoIbAh4FEQPRngGmUvVijIurIAmGTt5NInkPog/s1600/ep%20Zombies.jpg" /></a></div>
<div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">El revuelo que se monta a cuenta de aquel debut es considerable, incluyendo una felicitación pública de George Harrison. Sin embargo en la Isla no pasa del top 10, mientras en Estados Unidos (donde su publicó al mes siguiente) llega al primer puesto en algunas listas independientes y no baja del top 3 en ninguna de las oficiales: da la impresión de que los Zombies van a ser más populares en América y Europa continental que en su propia casa. A mediados de otoño publican el segundo single, con órgano en vez de piano eléctrico. La cara A se titula “Leave me be” y está compuesta por White, un tanto al rebufo del éxito anterior; por el contrario Argent cambia de registro en la B con “Woman”, mucho más animada y un aire beat que podría recordar a los Hollies (de hecho hay fans que la prefieren a la A). En todo caso, el disco no llegó siquiera al top 40 y de momento no fue publicada en Estados Unidos. La cosa mejoró un poco con la publicación a finales de año de su primer y único Ep, que trae tres originales de Argent y una versión del “Summertime” bastante bien ajustada. Mis dos preferidas son la apertura con “Kind of girl”, una mezcla de balada con armonías beat, y “It’s alright”, la más animada de todas, con una escala de guitarra que tiene mucho gancho.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">1965 se inaugura con “Tell her no”, una cara A con la que se recuperan en parte: anduvo sobre un top 40 en la Isla, pero en Estados Unidos rozó el top 5 (donde ya se había publicado a finales del año anterior, llevando en la cara B “Leave me be”). Es una composición de Argent con un aire que recuerda el estilo orquestal americano de un Burt Bacharach (la referencia más citada cuando se habla de esta canción), pero que incluso podría tener un vago aroma a bossa nova, o eso me parece a mí. Sea lo que sea, suena bastante lejana al espíritu isleño, y no alcanzó el éxito que se merecía (aunque muchos creemos que es una de sus mejores canciones). En la cara B tenemos “What more can I do”, una pieza de White mucho más en la onda beat/r’n’b de aquellos tiempos, muy agradable. Luego, en la primavera, se repite el orden de compositores: Argent escribe “She’s coming home”, un bonito juego de pop vocal con coros pero que de nuevo tuvo más éxito (relativo) en América que en la Isla, y White ocupa la cara B con “I must move”, decentilla pero sin muchas pretensiones.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3fGncekDCcUzGM5ZN5CInnEbAY0NBrf_kPwvsyAf3vZtma79mpFUVVaX0Qxvf5Uumm_Tq-X4dxCEits3FNVz-9FrmFSh6eDgOYsGCzZWRZFcTbg94Eycv2Oz13oNl4_QqwTSGmynKFLlH09OFBkM_UG8aP_nfnGRGNpkp62o0YRtTp0fZ58zEhTNPIA/s1600/Begin.jpg" style="clear: right; display: block; float: right; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="398" data-original-width="398" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3fGncekDCcUzGM5ZN5CInnEbAY0NBrf_kPwvsyAf3vZtma79mpFUVVaX0Qxvf5Uumm_Tq-X4dxCEits3FNVz-9FrmFSh6eDgOYsGCzZWRZFcTbg94Eycv2Oz13oNl4_QqwTSGmynKFLlH09OFBkM_UG8aP_nfnGRGNpkp62o0YRtTp0fZ58zEhTNPIA/s1600/Begin.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Por esas fechas llega su primer Lp, titulado “Begin here”, y para entonces el grupo ha perdido bastante confianza sobre su futuro. Es de agradecer que, de un total de catorce canciones, solo cuatro sean ya conocidas por los singles anteriores; además hay un buen equilibrio entre originales y versiones. Quizá sorprende que el disco se abra con “Road runner”, que teóricamente tiene poco que ver con ellos, aunque esa presencia de los teclados de fondo tiene su gracia. Tras ella viene la versión de “Summertime” que ya conocíamos, y luego tres propias. La primera es “I can’t make up my mind”, una pieza puramente Zombies compuesta por White. “The way I feel inside” es una especie de “pequeña reflexión” cantada por Argent, que únicamente se apoya en el teclado. La instrumental “Work’n’play”, que siempre me ha recordado a Manfred Mann, está compuesta por Ken Jones, su productor; es una especie de r’n’b/jazz con espíritu de sintonía y muy a juego con su formación, de arreglista y compositor para bandas sonoras. En la cara B hay una bonita pieza de White, entre beat y pop de cuerdas, titulada “I don’t want to know” que merecería haber sido single; le sigue “I remember when I loved her”, una balada cuyo ritmo vuelve a recordarme la bossa brasileña, tan de moda por entonces. Y de las versiones destaca ese cierre con “I got my mojo working”, uno de los escasos momentos en los que este grupo se “desmelena”, siempre dentro de un orden. En conjunto resulta un disco muy variado, pero de poco les sirvió: el público les había dado la espalda, y la situación no parecía reversible.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En otoño vuelven a intentarlo con “Whenever you’re ready”, de Argent, en la cara A: toma algunos recursos de su primer gran éxito, y es un buen equilibrio entre voces, coros y teclados. La cara B es de White, se titula “I love you” y es una pieza pop bastante estándar, sin mucho brillo. Y el año termina con otro single en el que de nuevo Argent y White se reparten la autoría: Argent ocupa la cara A con “Is this the dream?”, más rítmica y pegadiza de lo que suele ser costumbre en él, mientras que “Don’t go away”, de White, es una bonita balada pop muy al estilo de la época. Lo cierto es que ambos singles pasan casi desapercibidos tanto en la Isla como en Estados Unidos, así que la cosa se pone cada vez más fea.</b></div>
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<div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En resumen, de todos los grupos que componen la invasión británica, los Zombies son los que peor futuro tienen. Lo cual, evidentemente, tiene que ver con su estilo musical: en esta época está triunfando el espíritu “de revuelta”, las canciones enérgicas, contundentes, furiosas, mientras que Argent y sus socios son tal vez un tanto lánguidos en comparación. De todos modos, habrá que esperar a que vuelvan por aquí el año que viene para saber si salen adelante o no.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-33265467240867719202024-01-15T13:30:00.005+01:002024-01-26T12:22:52.622+01:001960-65: Londres despierta (XVI)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhB_LZaWXDix35jXqMV-xLZK5XKoIAg9hOZz-0Gre1Rncny9MyhjCb72kP1GCwE9AD1JVP_t7p7J4LbEYYBJ-vrYjLJsgMja8WClk6SyS4XEfE77TVlbvo4FyOfxD0yGFYOaWss6mdRhueenoFzeHI4y3Yeu5oININ6kUwxyPX1jJ5kxQxI00gotHGa8g/s1600/sdg.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="391" data-original-width="576" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhB_LZaWXDix35jXqMV-xLZK5XKoIAg9hOZz-0Gre1Rncny9MyhjCb72kP1GCwE9AD1JVP_t7p7J4LbEYYBJ-vrYjLJsgMja8WClk6SyS4XEfE77TVlbvo4FyOfxD0yGFYOaWss6mdRhueenoFzeHI4y3Yeu5oININ6kUwxyPX1jJ5kxQxI00gotHGa8g/s1600/sdg.jpg" /></a></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Birmingham es según sus habitantes la segunda ciudad de Inglaterra -aunque los de Manchester opinen otra cosa-, y a efectos de afición musical no tiene nada que envidiar a Liverpool. Allí había un enorme caldo de cultivo ya a finales de los años 50, y el llamado "Brum Beat" es otro reguero de pequeños grupos casi tan numeroso como el que hubo a la orilla del Mersey. Sin embargo ninguno de sus músicos llegó a hacerse realmente popular a escala nacional hasta que la influencia del r’n’b comienza a extenderse por toda la Isla. Es entonces cuando se produce el encuentro en un pub entre un galés universitario pero con frecuentes incursiones en el mundillo del skiffle o el rock and roll y dos hermanos que por entonces estaban fogueándose con el trad y en general los estilos negros. Ese encuentro propicia la creación del que será primer gran grupo “brummie” de prestigio: The Spencer Davis Group. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Spencer Davis (1939) es un inquieto personaje que desde su infancia ha aprendido a tocar unos cuantos instrumentos; pero por otra parte es muy aficionado a estudiar idiomas contemporáneos, y esa afición lo lleva en 1960 hasta Birminghan para estudiar en su universidad. Cuando ya lleva tres años allí, se encuentra en un pub a una banda en la que militan dos hermanos: el bajista Muff Winwood, que acaba de cumplir veinte, y su hermano Stevie, un niño prodigio que por entonces tiene quince y, además de un tono de voz sorprendente para su edad, domina los teclados de todo tipo y la guitarra. Davis les propone asociarse y ellos aceptan: con el fichaje de Pete York a la batería queda constituido un cuarteto en el que Davis se encarga de la guitarra mientras Stevie será en realidad la figura central, tanto por esa voz como por el piano y sobre todo el órgano Hammond, que en sus manos se convertirá en uno de los fetiches más distintivos del r&b británico. Y la suerte les acompaña, porque a principios de 1964 el legendario Chris Blackwell está entre el público en uno de sus conciertos y les ofrece un contrato para grabar: ya saben, es el patrón de la bendita Island Records, que por entonces es todavía un sello independiente especializado en música jamaicana y r’n’b, distribuido a través de Fontana. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Los SDG, como casi todas las bandas que surgen en esa época, debutan con un repertorio que en su mayoría está compuesto de versiones. Y su primer single, publicado en la primavera del 64, lleva en la cara A la histórica “Dimples”, que poco después atacarán también los Animals. Oyendo ambas se percibe claramente la diferencia entre uno y otro grupo: la voz de Burdon es tan prodigiosa como la de Winwood (aunque radicalmente distinta), pero en los Animals hay una sensación de mayor empaste entre esa voz y el grupo, mientras que en el caso de Winwood es él quien brilla con luz propia. En otras palabras, ellos no tienen de momento la solvencia de los grandes. “Sittin’ and thinkin’”, la cara B, es una composición de Davis, que aquí también canta. Es un blues muy bien llevado, con un vago aroma a Manfred Mann (tal vez por el estilo de la armónica, que toca el propio Davis). Aunque tiene su encanto hay que reconocer que es un debut de poco brillo, y las ventas fueron bastante discretas. Antes de que termine el año llega el segundo single, cuya cara A es una versión bastante lineal del “I can’t stand it” que habían lanzado las Soul Sisters el año anterior: se sustituyen los instrumentos de viento por guitarra y teclados, mientras que de nuevo destaca la voz de Winwood sobre el conjunto. En la B está “Midnight train”, compuesta para ellos por dos compositores británicos; de nuevo sobresale Winwood, que literalmente “se come” un r’n’b que sin su voz no pasaría de ser mediocre. Las ventas mejoran, aunque no mucho.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">A principios de 1965 llega el tercer single, con una versión de “Every little bit hurts” en la cara A y “It hurts me so”, la primera composiciòn de Stevie Winwood, en la B. Son dos baladas de tiempo medio que le sientan como un guante a su voz, y ya por entonces ese destacado protagonismo suyo hace que los SDG comiencen a ser denominados como “la banda de Stevie” (cuya voz ya se está comparando nada menos que con la de Ray Charles). Las ventas no mejoran mucho en la Isla, pero llega al top 10 en Canadá. En Mayo se publica el siguiente, cuya popularidad se debe a la cara B: “Take this hammer”. Es una pieza del folk americano que ya había popularizado Lead Belly en los años 20 y a la que Lonnie Donegan dio un baño country (mantenido hasta cierto punto por los Shadows en un single del 64), pero que en esta versión se actualiza hasta hacerla sonar con un ritmillo poppie blues muy original. Otra cosa es que se hayan tomado la libertad de registrarla como propia, pero en fin: en algunas reediciones figura correctamente como “tradicional”. La cara A es “Strong love”, que habían publicado muy poco antes los Malibus, un pequeño grupo soul estadounidense, y que los SDG aceleran además de proporcionarle una vigorosa batería.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixWQMIVCDkvzkOZYtdyDAvBvFEsWHvwO_pb89ycOwqytlVaMkB7kj79w6O8zZx4g760-Uvjebp8t82LD8KtSnSBYx4hUsk61ibEGaxX0zlnoxAdqEtxzLuowEmu3C9S0z038GjkAqXlsVQrpwSY5oYBXcQ6Zi8NmQUSPXg7nbNM9p0MoB6vzNz2cY1uw/s1600/First.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="400" data-original-width="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixWQMIVCDkvzkOZYtdyDAvBvFEsWHvwO_pb89ycOwqytlVaMkB7kj79w6O8zZx4g760-Uvjebp8t82LD8KtSnSBYx4hUsk61ibEGaxX0zlnoxAdqEtxzLuowEmu3C9S0z038GjkAqXlsVQrpwSY5oYBXcQ6Zi8NmQUSPXg7nbNM9p0MoB6vzNz2cY1uw/s1600/First.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>El verano se inaugura con “Their first LP”, y no hace más que confirmar ese "perfil bajo” que de momento caracteriza a los SDG. Las ventas no fueron satisfactorias, entre otras cosas porque la mitad de sus canciones procede de los tres primeros singles (aunque llegará al top 5 a principios de 1966, gracias al tirón del último single que publican este año). De las piezas nuevas, solo hay una propia: “Here right now”, un espléndido blues compuesto por Winwood. De las demás, la apertura com “My babe” es correcta, sin más; “Searching”, que habían popularizado los Coasters poco antes, suena aquí muy agradable. La versión de “I’m blue” está muy bien hecha, pero no es una gran canción (ya no lo era en manos de Ike Turner, su creador). La versión de “Jump back” es pasable, y por último “It’s gonna work out fine” sigue la onda de la que habían hecho Ike y Tina Turner. En conjunto, lo que queda claro es que los SDG van un poco retrasados con respecto al pelotón del r’n’b en la Isla, porque ese disco no alcanza ni de lejos la altura de los grandes de la época. Resulta evidente que, salvo por la voz de Stevie, el grupo no tiene un carácter distintivo; como consecuencia no consiguen “personalizar” suficientemente las versiones, y tampoco destaca algún compositor entre ellos que haya demostrado categoría en las escasas piezas originales.</b></div></span>
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<div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Sin embargo el gancho de su cantante consigue que el grupo vaya afianzándose poco a poco, y en verano llega un Ep que, sin ser nada del otro mundo, alcanza el top 5. Hay tres versiones y una composición de Winwood titulada “Goodbye Stevie”, una buena muestra de r’n’b de escuela, con protagonismo para el piano y la guitarra. De las otras tres destaca la versión de “I’ll drown in my tears”: hasta entonces la más conocida era la de Ray Charles, así que da la impresión de que Stevie acepta entrar en el juego de los parecidos… y consigue salir airoso. De todos modos el grupo necesita desesperadamente dar un giro a su carrera, y Chris Blackwell decide echar mano de sus recursos en Island. En esa época el reggae y en general las músicas jamaicanas tienen marchamo de novedad en la Isla (los mods por ejemplo son fans a muerte de ese tipo de estilos), y una de las “importaciones” que ha hecho Blackwell de aquella otra isla es el cantante y compositor Jackie Edwards. Una de las piezas que había publicado Edwards poco antes era “Keep on running”, un reggae que entrega a los SDG para que lo conviertan en una pieza pop/r’n’b, que será su primer número uno en singles entre finales de este año y principios del siguiente. Es además el empujón económico que necesitaba Blackwell para consolidar su sello, que pronto comenzará publicar discos sin intermediarios. Y por último confiere al grupo una personalidad definida, ya que la cara B, titulada “High time baby”, compuesta por ellos, va en una onda muy parecida.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Bien, pues esto es todo de momento. Parece que por fin los Spencer Davis Group pasan a formar parte de la primera división británica, y en consecuencia lo mejor está por llegar. Pero eso será en 1966, y aún nos falta recorrido: para entonces volverán a visitarnos, por supuesto. </b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-81632047229742809942024-01-06T00:01:00.001+01:002024-01-06T02:13:55.701+01:00Reyes 2024<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwKBXaBRMoq55ucZxmgh0MuRwLjelwFW-5uDuL1AKeI4Ba7c9rIHXGjdI_FcouwCifl3e8_L0t4Ohip8OT2szrDHiMcHqskAERbEX8-veAlExAMaqdzYd1uDrUq6KvMc1T8_YFz4H779PuhRG1p5uDntLb3FSIX3IwvJXI4eyHGF53UPIrFVWeB12-GQ/s1600/reyes.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="364" data-original-width="560" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwKBXaBRMoq55ucZxmgh0MuRwLjelwFW-5uDuL1AKeI4Ba7c9rIHXGjdI_FcouwCifl3e8_L0t4Ohip8OT2szrDHiMcHqskAERbEX8-veAlExAMaqdzYd1uDrUq6KvMc1T8_YFz4H779PuhRG1p5uDntLb3FSIX3IwvJXI4eyHGF53UPIrFVWeB12-GQ/s1600/reyes.jpg" /></a></div><span style="color: #660000; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Cada año que pasa les cuesta más trabajo llegar, pero al final siempre lo consiguen. Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente han pasado también por esta humilde posada, y nos han dejado un regalito para compartir con ustedes (en el caso de que se hayan portado bien, claro está). Así que felicidades. Esperemos que este año que comienza no sea peor aún que el que hemos pasado. No es mucho pedir, ¿verdad? </b></div></span><div style="text-align: justify;"><span style="color: #660000; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><b><span style="color: #660000;">Bien, pues </span><span style="color: #274e13;"><a href="https://mega.nz/file/vVkQ3TrL#D3pD6O7T2MTkFFnjCFT6SF8t3kY1L16k844uoSVTXz4">aquí</a></span><span style="color: #660000;"> queda el regalito. A disfrutarlo. Y a portarse bien…</span></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><b><span style="color: #660000;"><br /></span></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><b><span style="color: #660000;"><br /></span></b></span></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-16316160152495393202023-12-23T22:41:00.005+01:002023-12-27T23:35:35.583+01:00Navidades surferas<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglBLZFUwFxhFUvSwcQD8mEgg7LyZW93tzz6A6SiNzSzZ6W9LCcZwh8GsoUuNSJtioo6Es0GXA98APPjAyYX-XIIniI5kIXYkGaR_joB9Y27XoK5SEmFwZybyJXRBD8b0Xs-d1I7QcQjJEOKwRQWc9pMEG2DLeyUCQRqwmeS6zWb9mcyV0dESwrgN1sww/s1600/Surf.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="388" data-original-width="701" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglBLZFUwFxhFUvSwcQD8mEgg7LyZW93tzz6A6SiNzSzZ6W9LCcZwh8GsoUuNSJtioo6Es0GXA98APPjAyYX-XIIniI5kIXYkGaR_joB9Y27XoK5SEmFwZybyJXRBD8b0Xs-d1I7QcQjJEOKwRQWc9pMEG2DLeyUCQRqwmeS6zWb9mcyV0dESwrgN1sww/s1600/Surf.jpg" /></a></div><span style="color: #783f04; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b><i>"Un día empecé a tocar la guitarra muy rápido, al estilo locomotora, y me sentí como si estuviese haciendo surf sobre las olas". </i></b></div></span><div><span style="font-family: verdana;"><b>Dick Dale </b></span></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><b>Sí señor, las Navidades otra vez. Y como los viejos somos muy respetuosos con las tradiciones milenarias, el bar vuelve a vestirse de gala para celebrar estas fiestas como se merece. Por otra parte ya saben ustedes que nuestra mayor preocupación es que la selecta clientela que nos honra con su visita no se nos aburra con propuestas reiterativas, así que cada año cambiamos de ambiente musical. Y este se lo dedicaremos a un estilo muy festivo, precisamente: la música surf, esa bendita anomalía que surgió en los Estados Unidos en un momento en el que todo parecía perdido. Por ultimo, les recuerdo que el formato de las fiestas en este local es el de 12+1, y que al salir podrán ustedes llevarse el aguinaldo correspondiente. Así que vamos a ello. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><b>Antes de nada hay que ponerse en situación: a finales de los años 50 el rock and roll estaba dando sus últimas boqueadas, y los grandes sellos se las prometían muy felices volviendo al orden blanco con la argucia del high school. Aquello era una regresión evolutiva en la que unos cantantes guapitos acompañados de orquesta interpretaban piezas melosas -pringosas, diría yo- para delirio de un público adolescente y soñador que por eso mismo, por soñador, no se daba cuenta de que el tiempo pasaba y el amenazante Imperio Británico estaba a punto de reconquistar aquellas tierras. Pero el sector más “aguerrido” de la juventud había quedado huérfano de sensaciones fuertes, y eso había que arreglarlo. Por otra parte hay una circunstancia paralela que se solapa con esta: la reivindicación de los instrumentistas, que buscan un sonido de grupo, frente a la jerarquía de los cantantes. Incluso el rock and roll, con todo lo que tuvo de revolucionario, había seguido manteniendo esa jerarquía; no digamos ya si el frontman era además instrumentista (la mayoría de las grandes figuras), con lo cual su presencia sobre el escenario anulaba todo lo demás. La música surf es la primera evolución, a medio camino entre rock and roll y garaje, en la que el protagonismo es colectivo. Otra cosa es que los músicos más cercanos al pop mainstream, como los Beach Boys o Jan & Dean, “aprovechen la ola” y durante un tiempo se dediquen al surf vocal, pero para el sector más friki de los aficionados nunca pasaron de ser unos advenedizos en este mundillo. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><b>Al mismo tiempo surge una nueva estructura de poder, ya que hasta ahora la mayor parte de los grandes sellos (RCA, CBS) operaban desde Nueva York; el rock and roll blanco y el country (Sun, mayoritariamente) lo hacía desde el sudeste, y los sellos negros en su mayoría estaban en Chicago. La patria de la música surf, salvo muy contadas excepciones, será California, con sus playas, sus chicas y sus coches. Y en el plano puramente instrumental, la música surf es el “campo de batalla” en el que se dirime la lucha de poder entre el decadente saxo y la pujante guitarra eléctrica, un prodigioso instrumento cuyo poderío se incrementa con el apoyo de unos cuantos pedales que pueden alterar su sonido hasta llegar a la pura brujería: con la música surf llegan el vibrato, la reverberación, el ritmo 4/4 y demás alicientes que van a volver loca a una parte de la juventud estadounidense hasta la llegada de la invasión británica. A partir de ahí su magia será aprovechada durante algún tiempo más por el cine (Ennio Morricone, entre otros, es un admirador de ese sonido), pero su época de fulgor no pasa de tres o cuatro años. Y cuando llegan los isleños queda expuesto el punto débil, no solo del surf sino de la totalidad de la música blanca estadounidense: el no haber seguido adelante con la fusión que había comenzado el rock and roll blanco con el rhythm and blues. Justo lo que hicieron los invasores. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><b>Teniendo en cuenta que la guitarra será la reina de este estilo, es inevitable citar al menos a los dos más ilustres precursores, surgidos ya a finales de los años 50, que oponen su maestría como instrumentistas frente a la oferta masiva de frontman con orquesta. Teniendo en cuenta que ambos comenzaron su carrera casi al mismo tiempo, vamos primero con el que antes consiguió la popularidad. Y ese es Duane Eddy, nacido cerca de Nueva York y cuyos orígenes están en el country. Pero su afición por “trucar” la guitarra eléctrica y el haberse encontrado con el legendario Lee Hazlewood le cambiaron la vida: durante unos años, el sonido “twangy” de su guitarra y las excelentes composiciones de Hazlewood, co-autor junto a él de buena parte de su material (más unas cuantas versiones inesperadas), lo mantuvieron bastante alto en las listas convencionales. Lo cual tiene su mérito, considerando que hablamos de un género al margen del mainstream. Su dominio de la reververación y el eco son novedades sorprendentes a finales de los años 50, pero pronto fueron asimiladas por las bandas surf: a partir de 1961/62 su estrella comienza a decaer, aunque se mantuvo en el negocio durante mucho tiempo alternándolo con otros trabajos relacionados con el mundo musical. Aquí tenemos “Moovin’ n’groovin’”, una de sus clásicas de 1958, tal vez su mejor año.
</b></span></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">El otro pionero es Link Wray, nacido en Carolina del Norte (es decir, seguimos en la costa atlántica), de origen mestizo y que pasó gran parte de su juventud en Virginia. También él comenzó en el bando del rockabilly o el country como cantante guitarrista. Sin embargo, y como Eddy, su afición por experimentar con la guitarra, la posibilidad de deformar el sonido a base de reverb, distorsión y otros trucos lo van llevando hacia el sonido instrumental. En 1958 consigue el éxito (cerca de un top 10) con “Rumble”, una exhibición de trémolo y distorsión en tiempo lento, “arrastrado”, que pasa a formar parte de la leyenda. Y eso a pesar de que fue boicoteada por gran parte de las emisoras y prensa, sugiriendo que por su título (en slang, “bronca callejera”) inducía a la violencia juvenil. Lo cual resulta un tanto “exótico”, teniendo en cuenta que estamos ante una pieza completamente instrumental, pero así se las gastaban por entonces en el país de la Libertad. Y aunque su época dorada, también como en el caso de Eddy, comenzó a declinar a principios de los años 60, él mantuvo una carrera casi continua durante toda su vida, con más popularidad seguramente en Europa que en su país, y varios estilos distintos. Wray y Eddy han sido de los primeros referentes para una enorme cantidad de guitarristas desde los años 60 en adelante.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Y entramos de lleno en el mundillo surf con la primera gran banda que establece el canon del estilo: los Ventures, que con el paso del tiempo se convirtieron además en el grupo más representativo y longevo. Lo curioso del asunto es que proceden del noroeste, del estado de Washington, donde se está gestando una auténtica revolución tanto en el sonido como en la personalidad de los grupos. Pero ahora estamos a lo que estamos: los Ventures se presentan en 1960 con, entre otras, la inolvidable “Walk, don’t run”, que se convierte automáticamente en el primer hito en la historia del surf instrumental. Para entonces son ya un grupo de cuerdas y percusión, sin instrumentos de viento, y su fama se extiende de tal modo por todo el mundo que han vivido de la profesión hasta hoy mismo: América, Japón, Australia, Europa… Seguro que en estos momentos aún andan de gira.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">A lo largo de toda la costa californiana e incluso más arriba, las emisoras comienzan a poblarse de grupillos que provocan el delirio de los fans con el nuevo ritmo. Uno de los primeros fueron los Gamblers: surgieron en el sur, dirigidos por el canadiense Derry Weaver, que además de guitarrista era compositor. En realidad, durante su corta vida, fueron más una asociación “experimental” que un verdadero grupo, pero de sus dos únicos singles destaca con nitidez el primero, donde tenemos otra de las grandes clásicas del género: “Moon dawg!”, compuesta por Weaver en honor a “Moondog”, es decir, el legendario Alan Freed, el primer DJ de la historia, el inventor del término “rock and roll”, de las discotecas y sabe dios de cuántas cosas más. La cara B lleva por título “LSD 25”, por lo cual se convierte en la primera pieza musical con un título tan psicodélico, sin tener relación alguna con esa substancia. El single se publicó en 1960 y fue top 10 en la costa californiana, aunque en el resto del país pocos se enteraron. Por cierto, que de ese grupo salió el eximio Larry Taylor; y Bruce Johnston, que entró luego en los Beach Boys... grupo que hizo una versión bastante buena de esta pieza en 1962.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Dick Dale, nacido en Boston de padre libanés (su verdadero apellido es Monsour), es un guitarrista que, como Duane Eddy o Link Wray, lleva ya unos años en el negocio con su voz y su guitarra: sus primeros singles son de rock and roll tardío, pero muy agradable. Ya por entonces es notoria su gran destreza con la guitarra y su gusto por la reverberación; en cierto modo podría compararse con Wray, aunque Dale es tal vez más vigoroso, más “heavy”, por decirlo así. Aprovecha el nacimiento de la música surf para cambiar de trayectoria y convertirse en poco tiempo en el autoproclamado “Rey de la guitarra surf”, cosa que ocurre a partir de 1961, cuando publica su primer single en ese estilo. Sus dos piezas más populares (aunque tiene muchas) son versiones de melodías tradicionales, una griega y otra judía: “Misirlou”, de 1962, y “Hava Naguila”, del año siguiente. Ambas le fueron enseñadas por su padre, y el trabajo de reforma que hace sobre ellas es sorprendente. Dale tuvo unos años gloriosos alternando la música surf con la hot rod (que viene siendo lo mismo, pero con temática de coches veloces y motos), hasta que un cáncer casi se lo lleva. Volvió mucho tiempo después: como Wray y algunos más, se convirtió en una leyenda viva que anduvo actuando por todo el planeta. Y por supuesto, Tarantino le hizo un gran favor rescatando para las nuevas generaciones a la gran “Misirlou”, rescatando por tanto la memoria de Dale, cuyas ventas de recopilatorios se dispararon a partir de ahí.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">En 1962 se confirman los Beach Boys, un grupo que había debutado con un single el año anterior y ahora lo hace con su primer disco grande. Son los más destacados representantes de la rama vocal de la música surf / hot rod, aunque hay varios grupos que alternan en su repertorio las piezas cantadas con las puramente instrumentales. La diferencia fundamental entre ellos y los demás es que aquí los juegos de voces son esenciales, y su espléndido dominio de los coros será uno de sus puntos fuertes durante toda su carrera. Como sucede con todos los músicos de larga proyección, el surf es solo una moda transitoria que les sirve para echar a andar, aunque no la abandonaron hasta que la invasión británica casi se los lleva por delante junto a todos los demás. A partir de ahí será un grupo pop de mucha categoría hasta que comience su decadencia, a finales de la década. De sus muchísimas canciones dedicadas a las playas, las chicas y los coches, tal vez la más brillante sea esta “Surfin’ USA” que lo tiene todo y demuestra su magnífico empaste vocal.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">También 1962 es el año en que se presenta un grupo que anda por la costa de Los Angeles y que son una especie de saga: debutan bajo el nombre de los Bel-Airs con una pieza de tiempo medio titulada “Mr. Moto” que se convierte en otra clásica, aunque las tienen mejores. Al año siguiente deciden cambiar de nombre y pasan a ser Eddie & The Snowmen (su lider se llama Eddie Bertrand), y por último, tras algunos singles más o menos en el mismo estilo, en 1964 se reconvierten en los Bel-Aires hasta su separación un año después. En realidad era una especie de grupo-escuela, ya que de ahí salieron unos cuantos músicos que luego formarán parte de bandas de categoría como los Standells o Cat Mother. Y aunque suele recurrirse a su primer single para presentarlos, el segundo es mucho mejor: se titula “Volcanic action”, y es uno de esos pulsos que mantienen la guitarra y el saxo tan distintivos de este género.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">1963 puede considerarse como el momento central de esta efervescencia; y aunque los Beach Boys quieran convencernos de otra cosa, para entonces ya está muy claro que los músicos no tienen por qué ser surferos ni californianos para grabar este tipo de sonido. Por ejemplo, en este año debuta un grupo de veteranos procedentes de Colorado que aprovechando el rebufo se dan a conocer en California como The Astronauts y bajo el padrinazgo de Lee Hazlewood graban una composición suya: “Baja”, una de esas melodías encantadoras de twang puro que por supuesto arrasó en las fiestas playeras de la época. Animados por el éxito, Hazlewood y compañía comenzaron a publicar grabaciones a destajo, tanto instrumentales come cantadas (más de la mitad eran versiones), y para 1964 ya estaban arrasando en Japón junto a los Ventures. Luego la cosa comenzó a desinflarse, pero aún aguantaron hasta casi finales de la década.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Los Chantays en cambio sí son californianos de pro. Surgen también en 1963, y aunque no tienen una producción muy extensa (en la práctica, su obra cabe en dos discos grandes) han dejado algunas clásicas para la historia. De entre todas ellas destaca sin duda “Pipeline”, un magnífico ejemplo de surf de tiempo medio, que ha sido versionada mil veces tanto en su país como en la Isla. Lo cual no es tan frecuente como podría parecer: cuando se compara a los grupos surferos americanos con los Shadows se ven claramente las diferencias entre un estilo y otro. Los Chantays, al igual que otros cuantos de esta época, se vieron beneficiados por el furor vintage que comenzó en los años 80, reforzado luego por el "efecto Tarantino", y todavía hace poco era posible verlos en directo.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="font-family: verdana;"><span style="color: #4c1130;">Un caso parecido es el de los Surfaris, que se presentan casi al mismo tiempo que los Chantays y cuyo nombre lo dice todo: al igual que ellos, han dejado al menos una clásica absoluta para la historia. Y aunque en su época tampoco tuvieron una carrera muy prolongada, “resucitaron” en los 80/90. Los Surfaris, por otra parte, resumen muy bien la política de los sellos discográficos que se dedicaban a este estilo: exprimir lo máximo posible a los grupos con una producción desmesurada que inevitablemente dejaba a la luz sus carencias. Porque vuelvo a lo de antes: el surf es una evolución del rock and roll que, al no mezclarse con ninguna otra corriente, acaba resultando reiterativa. Y por eso duró lo que duró, hasta que los británicos enseñaron el hocico. En fin, vamos con esa histórica tremebunda: “Wipe out!”, con su inolvidable y sarcástico “saludo” inicial.</span></b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">La conmoción surfera afectó a otras zonas del Pacífico; especialmente a Australia, donde en poco tiempo surgieron unos cuantos grupos que copiaron miméticamente el estilo californiano sin añadir nada nuevo. Pero hubo al menos uno que consiguió una cierta popularidad, también en los Estados Unidos: los Atlantics, de Sydney. Parece extraño que su nombre corresponda a un océano que nada tiene que ver aquí, pero según ellos se debe a sus orígenes. Hay que recordar que tras la Segunda Guerra Mundial hubo un enorme éxodo migratorio de Europa hacia aquella isla, y ellos son descendientes en primera generación de esos emigrantes. En fin, el caso es que también los Atlantics siguen hoy en activo, y dejaron al menos otra gran clásica para el listado de inevitables surferas: “Bombora”, que podría haber firmado cualquiera de los grandes grupos californianos.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Cerramos la docena con un músico todoterreno cuya obra resume muy bien la evolución surf/hot rod a partir de la decadencia de 1964/65, cuando esa música comienza a vivir una nueva juventud como banda sonora de muchas películas de carretera de serie B, principalmente: ya saben, los veloces automóviles de carreras, las tribus de moteros, la delincuencia juvenil, ese tipo de ambientes. Se trata de Davie Allan (con o sin sus Arrows), cuyo primer single se publica en 1964 y que no hace grandes modificaciones a su estilo surfero original para conseguir un montón de encargos para bandas sonoras entre 1965 y el 67, cuando con la llegada de la psicodelia también ese estilo cinematográfico comienza a decaer. Pero poco antes de comenzar con esos trabajos publicó un primer disco grande titulado “Apache ‘65”, cuya pieza central por supuesto es la que los Shadows habían llevado a la gloria poco antes. Y creo que es una forma muy oportuna de terminar esta serie, ya que muestra claramente la diferencia de espíritu entre un país y otro.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #4c1130; font-family: verdana;">La pieza 12+1, aunque como siempre va fuera de programa, en realidad no tiene nada que envidiar a las anteriores. Sus creadores son un grupo canadiense llamado Les Jaguars, cuya carrera comenzó sobre 1962, es decir, justo cuando el furor surfero estaba en su apogeo allá abajo. Una de sus mayores influencias son los Shadows, lo cual implica que suelen sonar más europeos que americanos. Pero junto a eso hay también twist, algo de rockabilly, piezas de origen latino, orquestal y en conjunto la sensación de que ya resultan un tanto desfasados por entonces. Sin embargo, en 1965 deciden echar una cana al aire y graban “Guitare jet”, con arranque al estilo Surfaris, que se convertirá en la más brillante aportación del conspicuo país canadiense al género playero californiano. De hecho, tal vez sea la última gran obra de un estilo que por entonces ya está comenzando a resultar anacrónico. </b></div>
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<br /><br /><div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: verdana;"><b><span style="color: #4c1130;">Y esto es todo. Espero que la velada haya sido de su agrado, y </span><span style="color: #073763;"><a href="https://mega.nz/file/uUkhVAyQ#px2qRNWYjEcTuUvRFxravs0Wt9uN8UFn_M4m13bQ_Z0">aquí</a></span><span style="color: #4c1130;"> queda el paquetillo correspondiente por si desean repetirla en la comodidad de su salón. Por mi parte solo me queda desear unas felices fiestas, próspero año nuevo, etc etc y, como dirían los irreductibles galos, que no nos caiga el cielo encima. Hasta más ver.
</span></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><b><span style="color: #4c1130;"><br /></span></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><b><span style="color: #4c1130;"><br /></span></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-67531026503800374632023-12-18T13:03:00.004+01:002023-12-19T11:35:44.947+01:001960-65: Londres despierta (XV)<div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">A los pocos días de publicar su primer Lp, los Animals volvían al estudio para comenzar la grabación del segundo. Con las giras que tienen por delante el trabajo les llevará unos cuantos meses, pero antes de que acabe el año ya tienen rematadas las dos canciones que integran su nuevo single, publicado en Enero de 1965: “Don’t let me be misunderstood / “Club A-Gogo”. Será su segundo gran éxito, alcanzando el top 3. La cara A, una nueva histórica en su carrera, fue compuesta para Nina Simone, que la había publicado pocos meses antes y que tiene un aura señorial, como casi todo lo que hizo ella. En consecuencia, que un grupo pop se atreva a hacer una versión puede parecer arrogante, pero aciertan y además consiguen que pase a ser otra clásica en el repertorio de muchos grupos a partir de entonces. Se trata de una pieza lenta, con espíritu de balada y desarrollo orquestal, que Nina engalana con su maravillosa voz; por contra, los Animals la convierten en una especie de rock/pop de tiempo medio, otorgándole un gancho irresistible al estribillo. En cuanto a la cara B, esta sí es otra de esas canciones con sello “Brit R&B”, como se decía antes, compuesta por Burdon y Price con esa marchita que embelesa a los de mi condición.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Su single de primavera lleva en la cara A un homenaje del grupo a Sam Cooke, que había muerto a finales del año anterior: “Bring it on home to me”, compuesta y grabada por él dos años antes. Es una de esas canciones con las que en menos de tres minutos se comprende la transición que hizo, partiendo del góspel y pasando por las baladas orquestales, hasta llegar al soul (que en la práctica es un invento esencialmente suyo). Poco antes los Big Three habían hecho su versión, pero sin grandes modificaciones: son una vez más los Animals quienes recrean la pieza. Esta vez la han convertido en una especie de r’n’b lento con piano -en el que la voz de Burdon es la protagonista central- que pasa a integrar ese gran listado de canciones estándar a disposición de todo el mundo. “For Miss Caulker”, la cara B, es obra de Burdon: a estas alturas parece evidente que el grupo utiliza ese lado de los singles para “ejercitarse” en el r’n’b más tradicional. Esta es una pieza lenta, con aire de blues, que como siempre queda bordada por este grupo de especialistas en “música racial”, con más argumentos que unos Stones, por ejemplo.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI2bIM9GYJfKNutsVQGFiYZkbLjlUmZ7acRhaZMSQUor4OgbnQtj5IzWQCaiG4bKqmHfzfx9NU9cXR8sSPSJOUZaFasHKtwxPssdbAtPto9QenrvIp8RR5m6osbZFnxG2FqxC_FqTGeq4rI3hOE4cwodNo5-ZTg-hRbDFNcQrpO-xU4CxJkeXrkaSmhg/s1600/Tracks.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="400" data-original-width="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI2bIM9GYJfKNutsVQGFiYZkbLjlUmZ7acRhaZMSQUor4OgbnQtj5IzWQCaiG4bKqmHfzfx9NU9cXR8sSPSJOUZaFasHKtwxPssdbAtPto9QenrvIp8RR5m6osbZFnxG2FqxC_FqTGeq4rI3hOE4cwodNo5-ZTg-hRbDFNcQrpO-xU4CxJkeXrkaSmhg/s1600/Tracks.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Por fin, en Mayo, se presenta su segundo Lp, titulado “Animal tracks”, que de nuevo andará rozando el top 5. El material, en conjunto, es similar al de su primer disco grande, pero se nota que han madurado. De nuevo todo el repertorio son versiones salvo esa “For Miss Caulker” que ya conocíamos del single anterior, y su “inmersión” en el catálogo de la música negra se amplía. Repiten Berry (magistral ese cambio de ritmo en “How you’ve changed”) y Diddley: que hayan elegido “Roadrunner” parece una especie de reivindicación ante las bandas al estilo Pretty Things, porque esa diferencia en la manera de tratar la pieza denota que su espíritu es distinto, y vuelvo a lo que decía antes sobre el carácter mucho más racial de Burdon y su grupo. Precisamente por esa diferencia ellos pueden encarar sin problemas al mismísimo Ray Charles, de quien eligen dos canciones: “Hallelujah, I love her so”, que parece otra canción, y “I believe to my soul”, en la que Burdon, siguiendo la estructura original, se reivindica una vez más como alumno aventajado en la escuela de crooners negros, por si quedaba alguna duda. Y para no seguir repitiendo epítetos en cada una de las canciones que componen esta selección, vamos a dejarlo en otra de las futuras inevitables en su repertorio: “Bright lights, big city”, grabada por Jimmy Reed cinco años antes. Es en versiones como esta donde se comprende mejor aquel “difuso temor” del que hablaba el otro día por parte de los bluesmen americanos: es la misma canción, pero esos cinco años parecen veinte. No es extraño que en Estados Unidos están encantados con ellos (para entonces han pasado ya cinco o seis veces por el “Ed Sullivan Show”), aunque como siempre las ediciones de sus discos allí se parecen poco a las de aquí. Para terminar digamos que esta es la despedida de Alan Price, que se marcha por unas cuantas razones. Oficialmente lo hace porque el ritmo de giras es frenético, los vuelos en avión son constantes y él le tiene miedo a ese aparato. Pero podemos sumar algunas más: de un tiempo a esta parte casi no se habla con Burdon, y la cosa empeora cuando le piden que reparta el dinero de los derechos generados por “The house of the rising sun”, a lo que él se niega. Así que, ante un ambiente tan enrarecido, la única solución es irse. Su futuro como músico será mediocre, pero tendrá otros trabajos alternativos. El substituto definitivo hasta la liquidación de este grupo será el ya veterano Dave Rowberry.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">A mediados de verano tenemos un nuevo single, cuya cara A es “We’ve gotta get out of this place”. Es una de las canciones que Mickie Most ha ido a comprar al Brill Building, así que esta es de origen blanco: de hecho el rutilante matrimonio formado por Barry Mann y Cynthia Weil la había compuesto pensando en los Righteous Brothers (el diseño es el de una pieza folk pop), y el mismo Mann la grabó poco después en un estilo orquestal un tanto acartonado. Pero Burdon y sus colegas vuelven a lucirse: esta es otra de sus clásicas, convertida por ellos poco menos que en una canción himno. Se hizo muy famosa entre los jóvenes americanos contrarios a la guerra del Vietnam, porque ese título es justo lo que ellos deseaban. Y Springsteen, que la ha tocado en directo muchas veces, dijo hace unos años que su contenido representa el espíritu de “todas las canciones que he escrito. Todas”. Así que ya saben: estamos ante otra canción totémica, como suele decirse. La cara B, titulada "I can't believe it" es una nueva obra de Burdon, un guiño al viejo r’n’b de toda la vida, esta vez en tono de balada y con esa voz rasposa, elevada, imbatible. El single no pasó del puesto 2, porque en ese momento el número 1 estaba ocupado por los Beatles con “Help” y frente a los señores de Liverpool no hay nada que hacer.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">El último single del año llega a principios de Noviembre, y trae en la cara A otra de las piezas que ha comprado Most en el edificio de los sueños para que la estrenen sus muchachos: “It’s my life”. Su estructura es de tono pop, pero los Animals le dan una estructura rockera y su estribillo coral tiene mucho gancho. De todos modos, el grupo y especialmente Burdon ya llevan un tiempo enfrentados con Most: por el material de los Lps no suele haber muchas diiscusiones, pero en los singles su mentalidad de productor tradicional le enfrenta frecuentemente con el grupo. Most es de los que sigue concediendo más valor, en términos de popularidad, al formato pequeño que al grande (que por entonces aún se considera más propio de los fans “serios” y con dinero, es decir, una minoría en el mercado del pop puro). Por eso busca compositores tradicionales, y como la situación ya se está haciendo insostenible este será su último trabajo con ellos. En cuanto a la cara B, de nuevo obra de Burdon y con un arranque muy parecido a la cara A, esta vez se acerca más al rock, y destaca tanto esa voz rasposa, fuerte, como el sensacional trabajo a las teclas del recién llegado Rowberry con el inestimable apoyo de los demás, claro. Por cierto, que hay momentos y acordes en los que podrían recordar a los futuros Doors, o eso me parece a mí. En conjunto tal vez me guste más que la cara A, pero eso da igual: lo importante es que, sin llegar a las ventas del anterior, no bajaron del top 10. Por lo tanto terminan el año en una posición muy desahogada.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">La marcha de Most es el primero de unos cuantos cambios en la trayectoria del grupo, así que el año 66 será muy movido para los Animals. Pero de momento los dejamos aquí. Suerte, muchachos.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-40344533724200412362023-12-11T13:51:00.005+01:002023-12-15T13:40:12.143+01:001960-65: Londres despierta (XIV)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlaxsCH9DCVqf-YfxbEm6ENZJqDwCNDOxa_onFeUdpa6epQ2_rjEA2zpW4CoQDNHOC0Muyb60px9uwiPygSYPjiETtR0-cw4Gywmi4aPtLW0jNIdjKQWsUzqW9AIo3SnpN53yJeerYGtRtiBI7bIbNF-C7P6JlK4aeaECftShM9tY3wtmONxMbqgYU0Q/s1600/AnimalS.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="393" data-original-width="625" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlaxsCH9DCVqf-YfxbEm6ENZJqDwCNDOxa_onFeUdpa6epQ2_rjEA2zpW4CoQDNHOC0Muyb60px9uwiPygSYPjiETtR0-cw4Gywmi4aPtLW0jNIdjKQWsUzqW9AIo3SnpN53yJeerYGtRtiBI7bIbNF-C7P6JlK4aeaECftShM9tY3wtmONxMbqgYU0Q/s1600/AnimalS.jpg" /></a></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Aunque fueron los Beatles quienes abrieron la espita del gas, parece evidente que los nuevos músicos con inquietudes están más interesados en el r’n’b que se factura en Londres que en ese beat, demasiado blanco y blando al mismo tiempo, al que ya le queda poco recorrido. Así que la consigna está clara: ejercitarse con el ritmo de moda en la capital y luego buscar una personalidad propia. En eso andan también los Animals, un grupo de la lejana Newcastle que desde el principio demuestra tener una perspectiva muy amplia, puesto que sus gustos llegan hasta el folk pasando por Dylan, el rock and roll, el soul y el blues. Con ese fondo de armario, unos músicos de categoría y un cantante llamado Eric Burdon, de tono y potencia vocal sobresalientes, no es extraño que pronto se hiciesen con un puesto de privilegio en la Invasión. Lo curioso de este grupo es que tienen muy poca obra propia: por lo general prefieren reinterpretar canciones del repertorio tradicional (casi siempre estadounidense) o que, siendo más o menos contemporáneas, vayan bien con su estilo. Es decir, que son intérpretes especializados en “recrear” más que en crear, lo cual de algún modo los aleja de los compatriotas de su generación; aunque vagamente, por esa amplitud de miras y la combinación de teclista y cantante estrella, podrían recordarnos por un momento a Manfred Mann. Habrá un tiempo en que los Animals graben preferentemente en Estados Unidos, en un sello de allí y con residencia en aquel país. Escuchándolos con detenimiento, tal vez acabemos pensando que son, como los Stones, un grupo más americano que británico; empezando por esa voz, cuyo titular acabó siendo calificado como “el blanco de alma negra”. Otra cosa es que los Animals que se presentan ahora no pasaron de 1966: a partir de ahí habrá que hablar de la trayectoria de Burdon y las sucesivas formaciones que encabezó. Burdon es siempre la pista a seguir.</b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Sin embargo la historia comienza por el teclista Alan Price, que tras unas cuantas idas y vueltas parece consolidar en 1962/63 su Alan Price Rhythm And Blues Combo. Junto a él hay dos alumnos de la escuela de Arte: el cantante Eric Burdon y el batería John Steel, que son amigos; a la guitarra está Hilton Valentine, que con solo veinte años ya es un veterano que ha pasado por bandas de skiffle y rock and roll, y el bajista es Bryan “Chas” Chandler. Es el mayor de todos, y sin embargo el de menor trayectoria (aunque en poco tiempo será reconocido como uno de los mejores bajistas de la Isla). A mediados de 1963 se “diluye” el supuesto liderazgo de Price y el grupo adopta el nombre colectivo, siempre más democrático, de Animals. La razón de tal nombre, según a quien queramos hacer caso, da para tres o cuatro versiones distintas: la más atractiva es que en directo eran exactamente eso, unos animales (aunque tal cualidad, en aquellos tiempos, no les diferenciaba mucho de otros cuantos colegas de profesión). Un día, envalentonados, van a Manchester y graban allí, de su propio bolsillo, un Ep de cuatro versiones con tirada de 99 ejemplares: unas cuantas copias figuran a nombre del combo de Alan Price, otras ya como Animals. Más tarde o más temprano Burdon y su gente volverán a interpretarlas, pero de momento aquí tenemos dos de ellas, con toda la frescura del debutante que se sabe capacitado</b></span>.</div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Esa grabación llega a oídos -y nunca mejor dicho- de Giorgio Gomelsky, quien como ya sabemos fue quien puso a los Stones en el mapa y ahora es manager de los Yardbirds. Gomelsky los trae al Crawdaddy, ve que tienen futuro y los pone en contacto con Mickie Most, un cantante reconvertido que acaba de pasarse al otro lado del negocio. Tras dejar el micro, Most ha estado estos últimos meses trabajando para tiendas de discos hasta que Columbia le ofrece un puesto como cazatalentos y productor: los Animals serán su primer fichaje. En cuanto a Gomelsky, su confianza en ellos es tal que cuando Sonny Boy llega en Diciembre para su primera gira isleña, no asigna a los Yardbirds para que le acompañen en Newcastle: allí se lucirán los Animals, ante su gente. También grabó esas actuaciones, aunque como en el caso de los Yardbirds se publicarán años después, a principios de los 70. Aquí tenemos dos ejemplos: en “My baby”, Sonny Boy es la figura estelar; en “Nobody but you” el protagonismo es compartido.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Bajo la dirección de Most, que será su productor durante dos años, los Animals publican su primer single a principios de Marzo. En la cara A presentan “Let me take you home”, que según ellos es la evolución de “Let me follow you down”, una tradicional que conocieron por la versión que hace Dylan en su primer disco. En unas ediciones ese single figura como arreglada por Price, en otras por todo el grupo. Pero la cosa es más complicada: justo por entonces Bert Berns (a.k.a. Russell), que es autor -entre otras muchas- de “Twist and shout” (que interpretaron los Beatles), “Hang on Sloopy” (los Yardbirds) o del “Cry to me” (Stones y Pretty Things), arregla “Baby let me hold your hand” y se la da a Hoagy Lands, un cantante soul que la publica en Enero. Resulta que tanto esa canción como la tradicional tienen un estilo parecido, y de hecho en algunos listados la pieza que cantan los Animals figura directamente como obra de Berns. Todo este lío viene a cuento porque no será esta la única canción “problemática” en el repertorio de los Animals en cuanto a su autoría. La cara B es “Gonna send you back to Walker”, otra pieza que también tiene su historia pero que para resumir podemos considerar como versión de “City slick”, publicada el año anterior por Timmy Shaw. Y como lo que importa es el resultado, hay que reconocer que los Animals ya tienen aquí carácter propio: el ambiente cálido podría recordar un cruce entre los Stones y los Mann, pero esa voz tiene una textura y una potencia inigualables. Por otra parte el sonido envolvente del órgano y la ejecución en conjunto les da mucha densidad, y un top 20 es un buen premio considerando que se trata del debut de un grupo provinciano.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">De pronto el grupo provinciano da la campanada con una pieza cuyos difusos orígenes podrían rastrearse hasta el folklore británico del siglo XVII, y que se titula “The house of the rising sun”. Es la cara A de su segundo single, publicado en Junio, y llegó como un rayo al número uno tanto en la Isla como en Estados Unidos (aunque allí en versión reducida). Una vez más resulta controvertido el camino por el que llegaron a ella: según el día que tenga, Burdon dice que la descubrieron gracias a Dylan (también en aquel primer disco grande) o que la interpretaba un grupo folk del norte de la Isla y se la oyeron a ellos. Lleva ya muchos años contando esta segunda historia, aunque Valentine afirmaba que el arpegio con el que abre la canción está inspirado en las escalas que emplea Dylan. Para liar más el asunto, de unos años a esta parte algunos periodistas han salido con una nueva teoría, la de que se inspiraron en el bluesmen Josh White tanto en esta pieza como en “Let me take you home”. En fin: bienvenidos al loco mundo de la paternidad de las versiones. Y como esta canción es de sobra conocida, y hay páginas y más páginas en Internet contando hasta el más mínimo detalle histórico y artístico, solo añadiré que a la hora de inscribir la canción en el registro, como en el single anterior, el grupo acuerda que Price figure como arreglista único, y luego ya se repartirán el dinero. Bueno, pues ya veremos si se lo reparten o no. La cara B es “Talkin’ ‘bout you”, una clásica de Ray Charles que ellos actualizan con mucha brillantez; en el single la pieza dura dos minutos escasos, pero aquí tenemos el trabajo completo que hicieron antes de recortarla.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Ni que decir tiene que los Animals fueron inmediatamente solicitados por cadenas televisivas y empresarios estadounidenses. Su llegada a Nueva York, con motoristas y limusina esperando en el aeropuerto más el desfile consiguiente, no tuvo nada que envidiar a la de los Beatles: de algún modo, aquel grupo les parecía más “familiar”, digamos, que cualquier otro de los que estaban llegando desde la Isla. Semanas antes de partir, en Septiembre, se lanza el tercer single; teniendo en cuenta el fastuoso precedente de tres meses antes, las expectativas eran muy altas y por tanto también lo era el riesgo. Pero supieron encararlo muy bien, sorprendiendo a los aficionados con sus dos primeras piezas propias y en un estilo totalmente opuesto a su éxito anterior. En la cara A tenemos “I’m crying”, una especie de rock blues con un coro al estilo Yardbirds y un ritmillo endiablado en la que se luce todo el mundo: está compuesta por Burdon y Price, y desde luego ambos sobresalen; pero no es menor ese juego de tambores, esa finísima y vigorosa digitación de la guitarra, y ese bajo palpitante. En realidad la suma de todo ello está más cerca del pop que de cualquier otra cosa -y los puristas torcieron el gesto-, pero no se puede negar que es tremendamente efectiva y ha quedado como una de sus canciones más brillantes y representativas (además de que ese tipo de ritmo es uno de los grandes referentes para las bandas de garaje). “Take it easy”, la B, es más clásica: es un rhythm and blues de libro, cuya marchita denota su escuela british, que podría llegar a recordar incluso a un Alexis Korner. Siento debilidad por ese estilo, qué le voy a hacer. En fin: que salieron del compromiso con mucha solvencia, y un top 10 es un buen premio.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG_LI6K8-8zffbh6VlJURvJy3eR4PFxHRB8uSMwVqS4O5yhLjLFjqQrR13xiM9nidvR-BuhPoDpeDI-S-DfV0SqojCFZRPxAoi53TMArU3KRwIrXIpbNGl1JEMYWlF0dVs9YmzkEO5AjQLMaerrmQoS2ynIuDKBT8iawz_IS04WRs7umFb0bPCOjU3NQ/s1600/Animals%20delante.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="400" data-original-width="402" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG_LI6K8-8zffbh6VlJURvJy3eR4PFxHRB8uSMwVqS4O5yhLjLFjqQrR13xiM9nidvR-BuhPoDpeDI-S-DfV0SqojCFZRPxAoi53TMArU3KRwIrXIpbNGl1JEMYWlF0dVs9YmzkEO5AjQLMaerrmQoS2ynIuDKBT8iawz_IS04WRs7umFb0bPCOjU3NQ/s1600/Animals%20delante.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>A principios de Noviembre presentan su primer Lp, con titulo homónimo, y no hay una sola pieza enteramente propia salvo, como mucho, las “recreaciones” que hacen Burdon y Price sobre las dos primeras. El disco se abre con una adaptación libre de Burdon sobre la “Story of Bo Diddley” publicada por este poco antes (vaya, otro grupo de isleños que recurren al viejo Bo). Respetando el ritmo básico, Burdon nos cuenta los orígenes de Diddley, la decadencia del rock and roll, cómo la mecha prendió en la Isla a través de los Beatles, su encuentro con él en Newcastle, los Stones por medio, la opinión de Diddley sobre lo mala que era la música que estaban haciendo… En fin, un culebrón. Hay que recordar que esa misma idea es la que tenían casi todos los bluesmen que llegaron a la Isla, empezando por Muddy Waters o Sonny Boy: el trato que los melenudos ingleses estaban dando a su repertorio era horrible. Tendrá que pasar un tiempo hasta que algunos, como B.B. King, acaben reconociendo dos cosas: en primer lugar, tal vez su punto de vista era un tanto arcaico y no eran capaces de entender ese planteamiento tan "revolucionario"; y en segundo lugar, como consecuencia, tenían un difuso temor a ser borrados del mapa, o algo por el estilo (cuando en realidad lo que sucedió fue que precisamente gracias a los británicos mejoró muchísimo su situación artística y económica: el propio King estuvo dándoles las gracias hasta su muerte). A continuación Price recrea la inmemorial “Bury my body”, una clásica del repertorio góspel; lo hace tan bien que parece propia, porque a Burdon le queda como un guante. Los referentes más próximos de esa pieza ya tenían unos años: desde los tiempos de (otra vez) Josh White, la única que se escuchó en la Isla fue la de Lonnie Donegan, pero ya tenía más de diez años y no se aparta mucho del tono acústico de las anteriores. En fin, que aquí Price hizo un buen trabajo.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En cuanto al resto, los Animals, como Manfred Mann, están demostrando que se pueden mantener sin necesidad de mucho repertorio propio, porque su tratamiento del material ajeno es de calidad. Otra cosa es que difícilmente volverán al número uno de las listas (como le pasa a los Mann), pero tienen una gran solidez y, también al igual que los Mann, no son simplemente un “grupo de voz y guitarras” como la mayoría… aunque Valentine sea de lo mejorcito de la Isla, y nunca se haya reivindicado lo suficiente. Pero a lo que íbamos: de las otras diez piezas, destaca el hecho de que Chuck Berry, John Lee Hooker y Fats Domino tienen dos cada uno. Algunas sorprenden, como “Memphis, Tennessee”, que tal vez suena un poco poppy (el propio Berry me suena así de vez en cuando), pero la resuelven muy bien. La versión de “Dimples” de Hooker, que es otra infaltable en el repertorio de unas cuantas bandas británicas, les queda muy fresquita, muy agradable; lo mismo pasa con “The girl can’t help it” de Troup, otra que ya casi es una estándar. En conjunto, los Animals son una de las bandas que mejor saben asimilar el espíritu original de estas canciones y al mismo tiempo revitalizarlas de un modo asombroso. Hacía mucho que no escuchaba este disco, y ahora que he vuelto a él me reafirmo en lo que dije arriba: al menos en esta época, son probablemente más “americanos” aún que los Stones; y con más densidad, con más “verdad” incluso (resulta curiosa su manera de encarar “She said yeah”, en comparación con Jagger y compañía). Parece que los Animals, a pesar de su nombre, tienen virtudes más interesantes que la fiereza. Pero en fin, esto es una simple opinión. Eso sí, anduvieron cerca del top 5.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En fin, que los Animals son otro de los grupos que llegan pletóricos a 1965. Permanezcan atentos a la pantalla.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-36168921266134990932023-12-04T13:01:00.000+01:002023-12-04T13:01:12.733+01:001960-65: Londres despierta (XIII)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-VG7FMPzGXkwuXyeHea3c93JU2zibF-DvzOdCvGF-c31FQsEaQqo6NOvxviz6HnQRTeRKEUuYrUgAXwOGAAV9_kXXmCFZuRFAuUTs7ZkOBPsVMUIOl5WXzQ4n9CH-Wfc3v7-5qXYR8D9UQGyzfFXslTxT4_x3q4EF7uBleSfO6DQW-IToW4yi3Zn3pQ/s1600/Pretty%20Things.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="403" data-original-width="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-VG7FMPzGXkwuXyeHea3c93JU2zibF-DvzOdCvGF-c31FQsEaQqo6NOvxviz6HnQRTeRKEUuYrUgAXwOGAAV9_kXXmCFZuRFAuUTs7ZkOBPsVMUIOl5WXzQ4n9CH-Wfc3v7-5qXYR8D9UQGyzfFXslTxT4_x3q4EF7uBleSfO6DQW-IToW4yi3Zn3pQ/s1600/Pretty%20Things.jpg" /></a></div><p> </p><p style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Los Pretty Things inauguran la primavera de 1965 con su primer disco grande, de título homónimo, con cuatro piezas originales y ocho versiones, de las cuales tres pertenecen a Bo Diddley. El disco se abre con “Road runner”, una de esas tres, y también de las más inspiradas. No solamente el ritmo se “vitamina”, sino que todo el trabajo musical es de categoría; sobre todo por las guitarras, de poderío formidable. Y son las guitarras también las que dan un nuevo sesgo a “Mama keep your big mouth shut”, que suena muy avanzada para la época, con ese juego entre rítmica y solista casi experimental. Mención aparte merece “She’s fine, she’s mine”, que ya era una de las más bluseras en el repertorio de Diddley y que los Things recrean totalmente. Pero su espíritu planea incluso en “Oh baby doll” aunque sea de Berry, porque le cambian el estilo rítmico; solo faltaba ese cierre con “Pretty thing”, donde el propio Willie Dixon parecía estar haciéndole un homenaje. La estratosférica “Honey I need”, que había protagonizado el single de aperitivo, aquí abre la cara B; y escuchada de nuevo, en medio de este ramillete, nos hace ver que también hay en ella algunos resabios de Diddley; como los hay en “Judgement day”, una nueva composición de Morrison al estilo blues “arrastrado” que los Things defienden perfectamente. En resumen, que este debut está hecho a mayor gloria de uno de los músicos cruciales en el aprendizaje de esta generación. Es verdad que a veces puede caer en la monotonía, pero los Things demuestran que hay una base muy sólida, tanto por su densidad como por esa tensión continua que mantienen sus canciones, que lo hacen un músico aparte. Y en cuanto al trabajo del grupo, la crudeza va equilibrada con la calidad técnica de todos los miembros, diga lo que diga la prensa. Por no hablar de su influencia sobre gran parte de los futuros grupos de garaje, claro. Y si este disco rozó el top 5, por algo sería.</b></span></p>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Por desgracia las broncas en directo eran constantes, las detenciones y comparecencias ante los tribunales por asuntos de drogas y violencia lo eran también, y Prince se había vuelto incontrolable. La gota que colmó el vaso fue un altercado en pleno vuelo durante su primera gira por Australia y Nueva Zelanda: Prince llevaba en una bolsa de papel hedionda un cangrejo muerto varios días antes, y ante la queja de los viajeros y la tripulación por el olor, no se le ocurre otra cosa más que quemarla allí mismo. Una vez en tierra, al grupo se le expulsó durante un tiempo de aquellos dos países; aún no habían hecho una gira por Estados Unidos (un error de Morrison, que la había relegado), y ahora el boca a boca los estaba llevando a una especie de lista negra que de momento les impediría actuar allí. La prensa ya solía presentarlos como un peligro latente: eso asustó a muchos dueños de salas, que prefirieron no contratarlos. Los Things debían reorientarse si querían seguir adelante; y lo primero era buscar un nuevo batería, aunque Prince aún estuvo con ellos unos meses más. Mientras tanto llega a la calle un nuevo single con su versión de “Cry to me” en la cara A. Es una balada soul que había popularizado Solomon Burke, y que en teoría no cuadra mucho con el estilo que los Things han desarrollado hasta ahora; pero más sorprendente aún es que los Stones la estaban tocando en directo, y dentro de muy poco la incluirán en “Out of our heads”. Así que tal vez esto sea una especie de reto; o no, puesto que la canción era ya una estándar y había varias versiones en el mercado. En cualquier caso la de los Things tiene una marchita poppie bastante agradable. La cara B, titulada “Get a buzz”, figura compuesta por todo el grupo y, según ellos, fue grabada en una sola toma, casi como un ensayo. Podría ser, ya que por momentos suena un poco desorganizada; pero aun así, yo la habría elegido como cara A. Son los Things genuinos, frescos, libres pero sin llegar al caos, despreocupados diría yo.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiKSUdbHg75U4VNdBP_cJsAqYk4HI4ynx66y7NguIGJs1l5VUFqxE_WQu2rz_HXCUgXbmKfljLHmhz0pdtmHRW_Dq1WiyWbzQh8sf79eiT-2WBOVGi3eS2Ahw3worKSF1VBHvdpUyI8CbVl6R9vV90n2Rc7LH9uixMfZImDptHv27jbvI-u2f8FGiWHA/s1600/Picture.jpg" style="clear: right; display: block; float: right; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="402" data-original-width="404" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiKSUdbHg75U4VNdBP_cJsAqYk4HI4ynx66y7NguIGJs1l5VUFqxE_WQu2rz_HXCUgXbmKfljLHmhz0pdtmHRW_Dq1WiyWbzQh8sf79eiT-2WBOVGi3eS2Ahw3worKSF1VBHvdpUyI8CbVl6R9vV90n2Rc7LH9uixMfZImDptHv27jbvI-u2f8FGiWHA/s1600/Picture.jpg" /></a></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>A principios de Diciembre, cuando se publica “Get the picture?”, su segundo disco grande, Prince ya se ha ido tras participar en la grabación de algunas canciones; en otras está el polifacético “Twink” Alder, y en otras Bobby Graham (músico de sesión de los de más pedigrí en la Isla). Justo a continuación entrará “Skip” Allan como nuevo batería oficial, pero aún hubo tiempo para que citemos también a Mitch Mitchell, el futuro Experience, que no cuajó en esta banda… por ser “asquerosamente hetero” (eso lo dijo May). Llama la atención que todas las originales están en la cara A, mientras que las versiones (salvo una) van en la B. La apertura con “You don’t believe me” ya indica que los Things están ampliando su perspectiva, y que aquella versión de Burke no fue casualidad: estamos ante una balada; un tanto retorcida, pero una balada. Eso sí, con un buen juego de cuerdas y una nueva exhibición de las muchas tonalidades que puede mostrar la voz de May. Con el tiempo será una de sus piezas más representativas. Una gran canción, tras la que viene otra clásica de su estilo como “Buzz the jerk”, seguida por la que da título al disco: una nueva demostración de clase, de tiempo medio pero densa, vigorosa, en la que algunos ven la consolidación de ese bendito estilo fantasmagórico que muchos años después se llamará “freakbeat”. La siguiente, “Can’t stand the pain”, me parece sencillamente cautivadora, con esos cambios de ritmo que demuestran una vez más que estos “salvajes” vienen en su mayoría de aquel oasis que eran las escuelas de Arte, que son capaces de lo más crudo y lo más complejo. Esa perla ocupará luego la cara B del single que certificará un cierre estelar del año con “Midnight to six man” en la A (todavía hoy resulta inexplicable por qué no se incluyó también esta canción en el Lp). La última de las canciones propias es “We’ll play house”, quizá la que más va en la onda tradicional. En cuanto las versiones, también las influencias se amplían: dejando aparte “Cry to me”, la única ya conocida que se incluye aquí, hay blues melódico como esa versión solitaria de la cara A, el “Rainin’ in my heart” de Slim Harpo (aquí sí podrían recordar a los Stones, aunque el camino de estas dos bandas se está bifurcando claramente). Pero hay también un rock and roll entrecortado del calibre de “You’ll never do it, baby”, o ese viaje al pop con “I want your love”; un anuncio del futuro como “London town”, esa inesperada versión de Hardin, o el homenaje a Ike Turner de “Gonna find me a substitute”. En conjunto, este es otro de esos discos sobresalientes… que no llegará ni al top 30. El trabajo de la prensa y las habladurías ya están surtiendo efecto.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Y por fin, ese single que constituye el broche de oro, tan solo unos días después: “Midnight to six man” / “Can’t stand the pain”. En fin. Solo añadiré que el plan cuando se comenzó a grabar el segundo disco grande era hacer al mismo tiempo una película promocional, digamos al estilo Beatles. La película existe y llegó a ser estrenada en 1966; incluso hay un Ep como extracto de “banda sonora” (aunque esas canciones figuran además en otros formatos), pero la promoción fue inexistente. Otra cosa: Taylor dice que esas “pretty things” que aparecen en la primera estrofa del “Tombstone blues” de Dylan es en homenaje a ellos (sí, Dylan se hizo fan de los Things tras conocerlos en su primera gira británica). Y Bowie, además de componer “Oh you pretty things” hizo dos versiones del grupo en “Pin ups”; y Van Morrison los consideraba como “la mejor banda de r'n'b de toda Inglaterra”, y así sucesivamente. Pero todo eso cambiará a partir de 1966, porque los Things ya saben que el r'n'b, como el beat, ha cumplido su función y ahora los verdaderos grandes grupos han de tener cada uno su propio estilo. </b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"> </b></div>
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Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-58047431631937646202023-11-27T13:55:00.008+01:002023-11-27T19:29:00.486+01:001960-65: Londres despierta (XII)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_FvAfXwDKZ-56JJYjmkStjoyLnd1zklS4sQ_PzatzscnypSBlVYicCuGLomztn66oD3t5sggGU2yRF6WfthdeSNWphID8GMAyfju2S4O1WYGSu4oTI1yrip2mj9ztVdnBSRQcWF_sgWVltALL4UjDrTFyiStoeNKkASXnCc8T55gVMrBNF6Fgl9Xdig/s1600/Things.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="362" data-original-width="566" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_FvAfXwDKZ-56JJYjmkStjoyLnd1zklS4sQ_PzatzscnypSBlVYicCuGLomztn66oD3t5sggGU2yRF6WfthdeSNWphID8GMAyfju2S4O1WYGSu4oTI1yrip2mj9ztVdnBSRQcWF_sgWVltALL4UjDrTFyiStoeNKkASXnCc8T55gVMrBNF6Fgl9Xdig/s1600/Things.jpg" /></a></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>El último de los grupos londinenses históricos surgidos en la generación del r’n’b son los Pretty Things, que comienzan a grabar en 1964. En sus primeros tiempos podrían considerarse como una especie de versión alternativa, un tanto salvaje, de los Stones; probablemente eran más “auténticos” que ellos, y sus fans lo eran a muerte. Lo curioso es que luego supieron adaptarse mejor a la era psicodélica que Jagger y sus socios, e incluso en algunos aspectos fueron unos adelantados (quien crea que el “Tommy” de los Who es la primera ópera rock, es porque no conoce “S.F. Sorrow”). En paralelo y bajo el nombre de “Electric Banana” grabaron algunos discos como material de fondo para películas (lo que se conoce como “library music”). Y mientras los Stones volvían a su esencia, los Things se aventuraron a través del rock progresivo, pasaron brevemente por el glam y acabaron convertidos en una banda de rock más o menos actualizada, pero siempre con algunos rasgos de casi todos los estilos que habían trabajado. Y aunque ni antes ni después consiguieron un éxito masivo, todo aquel que los conoce los respeta. Incluso la crítica los quiere mucho: a algunos comentaristas se les nota más devoción hacia ellos que hacia Sus Satánicas Majestades, por ejemplo. Tal vez hayan sido los primeros grandes a los que se puede adjudicar con propiedad ese apodo de “banda de culto”, para bien y para mal. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Hay además un nexo de unión en las historias de los Stones y los Things: los Blue Boys, el grupo de alumnos de la escuela de Arte Sidcup donde comenzaron su carrera los guitarristas Keith Richards y Dick Taylor, junto a Mick Jagger como cantante. Tras las maquetas y algunas actuaciones con la banda de Korner, donde ya estaba Brian Jones, surgen los primeros Stones con Taylor, que se ha pasado al bajo. Sin embargo, pocos meses después los abandonó para entrar en otra escuela de arte londinense, lo cual dio a Bill Wyman la oportunidad de su vida. Taylor tampoco estuvo mucho tiempo en esa escuela, porque casi a continuación su amigo Phil May (otro miembro de la escuela Sidcup) lo tienta para crear una nueva banda: él será el cantante y armonicista, mientras que Taylor recuperará su guitarra. A principios de 1964 han “evolucionado” el nombre de “The Pretties” y pasan a llamarse The Pretty Things, en honor a una de las primeras canciones de Bo Diddley. Por otra parte la formación ya casi es estable: junto a ellos, la guitarra rítmica queda a cargo de Brian Pendleton y el bajista es John ‘Stax’ (mote en honor a su devoción por ese sello). La batería es el único puesto que aún no está claro, con frecuentes entradas y salidas. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>En aquel momento ya había más grupos que los Beatles haciendo dinero, y los sellos comenzaban a preferir el riesgo al ridículo (la sombra de Dick Rowe es muy alargada). Los Things tenían un nivel técnico bastante bueno, una masa de fans más que respetable... y otro amigo de la escuela, llamado Bryan Morrison, que pasará a formar parte de esa nueva ola de managers aventureros sin el menor reparo en tratar a las discográficas de tú a tú. Morrison consigue un contrato con Fontana y el propio sello les pone en contacto con Viv Prince, un batería que ya tiene pedigrí, había sido pretendido por los Kinks, y a quien Keith Moon adoraba; Prince estará con ellos durante un tiempo, aunque por su carácter errático e imprevisible -como buen batería- ese tiempo no será muy largo. Muy poco después, a principios del verano, publican su primer single. En la cara A figura “Rosalyn”, compuesta a medias entre Morrison y otros amigos: la influencia de Bo Diddley es evidente. Pero además de esas guitarras (magnífica la slide de Pendleton) destaca la voz de May, y ese ambiente general que consiguen hace pensar que los Things podrían cubrir el espacio que va entre los Stones y los Yardbirds. La B es una versión del “Big boss man” que había popularizado Jimmy Reed, y de nuevo sobrevuela el recuerdo de los Stones; unos Stones que, por comparación, suenan mucho más “arregladitos”, digamos. Este debut rozó el top 40, lo cual tiene su mérito.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En otoño presentan su segundo single, con “Don’t bring me down” en la cara A. Está escrita por Johnny Dee, road manager de los Fairies, que no estaban interesados en ella (los Things y los Fairies -un pequeño grupo “seminal”, como se dice ahora- mantenían amistad). Es una muestra inmejorable de r’n’b británico, sin nada que envidiar a nadie y que alcanzó el top 10 (el mayor éxito en toda su carrera). La B es “We’ll be together”, una especie de boogie blues compuesto por el grupo, que también mantiene el tipo aún hoy. Y llegados aquí, les contaré una marujada: dicen las malas lenguas que Jagger, asustado ante la pujanza de este grupo, intentó impedir que volviesen a “Ready, Steady, Go!” (“O ellos o nosotros”, según la leyenda). Puede ser verdad o no, pero lo cierto es que tras su primera aparición, poco después de publicarse el segundo single, no se les volvió a ver en ese programa (aunque sí en otros). Vaya usted a saber. En ese momento eran el grupo más salvaje -punk, dirían ahora- de la ciudad, los que llevaban el pelo más largo, los de moral más “equívoca”, y algunos aprendices de estrella los adoraban: el mismísimo Bowie, que por entonces aún era simplemente Jones, no se perdía un concierto suyo y copiaba los gestos, entre androginia y bisexualidad, que prodigaba Phil May, bastante más extremo que Jagger: “Es demasiado atractivo… demasiado peligroso”, dicen que dijo el Morritos.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">El año 64 termina con una jugada que funcionó muy bien: ante la expectación que causó el grupo en aquella única presencia en RSG!, Fontana decide publicar de nuevo los dos singles reunidos en formato Ep. Y contra lo que podría esperarse superó incluso las ventas anteriores, rozando el top 5. Ese éxito hace que el sello se anime y le entren las prisas por un disco grande, grabado en dos o tres días de Enero del 65 y listo para publicarse a mediados de Marzo; rizando el rizo, pocos días antes se presenta un single en cuya cara A figura “Honey I need”, que será una de las estrellas del Lp, y en la B “I can never say”. Ambas son propias y ambas son magníficas; especialmente la A, con un gancho irresistible que la convierte en una de las más brillantes de su repertorio. Y no me resisto a transcribir aquí el comentario de la Wikipedia, hecho por un verdadero fan: “<i>El elemento más poppie de la canción, y muy probablemente el que la hizo escalar el hit parade británico, es el estribillo insistente e inspirador, seguido por un crudo solo de guitarra blusera, típicamente rayano en la indisciplina. May cambia ligeramente la melodía de la estrofa cuando vuelve tras la pausa, añadiendo un poco más de urgencia a una canción que ya tenía bastante marchita. Eran ese tipo de pequeños e inteligentes detalles con las sutilezas los que desmentían la imagen de los Pretty Things como burdos patanes musicales, elevándolos por encima de la mayoría de los grupos británicos de rock crudo derivado del R&B de mediados de los 60 en cuanto a originalidad”</i>. Pues eso.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Y con estos gozosos antecedentes, quedamos a la espera de ese primer Lp que se publicará más o menos dentro de una semana. Qué nervios…</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-9665628496374956482023-11-20T12:58:00.003+01:002023-11-25T23:55:48.074+01:001960-65: Londres despierta (XI)<div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">1965 es un año frenético para Manfred Mann, tanto en giras como en producción discográfica: ya dan conciertos en Australia y Nueva Zelanda, aunque de momento no llegan a Estados Unidos; de hecho, son uno de los pocos grupos británicos que, perteneciendo a la Invasión, tardarán un tiempo en actuar allí (como los Who, por ejemplo). Pero ya se encarga Ascot, el sello que los distribuye en ese país, de rebañar a fondo en su repertorio, y publica tres discos grandes (vamos, como los Beatles). En el mercado británico, su primer single se lanza ya a principios de Enero: en la cara A hay una versión de “Come tomorrow”, una balada que había alcanzado un éxito relativo tres años antes, y en la B “What did I do wrong?”, un jazz blues compuesto por McGuinness. Se sigue por lo tanto con la estrategia de una cara para cada público: pop asequible para masas junto a piezas más “serias”. Este sistema, un tanto esquizofrénico, parece además arriesgado, ya que pueden acabar perdiendo uno de esos dos públicos; sin embargo, y aunque son el único grupo de primera línea que trabaja este sistema de forma tan clara, de momento les sigue yendo bien: el premio es un top cuatro. Repiten la jugada en Abril con “Oh no, not my baby”, otra versión de una balada estadounidense con bastante proyección a lo largo de los años, y “What am I doing wrong?” en la cara B (cuyo estilo es similar al de la B del single anterior, incluyendo ese “cambio temporal” del título). A lo tonto, rozaron el top 10.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqRWaJt8saRcoisHiQTDZVxWen885ylXsbrRfE0sw3XE1ESX3MP7hPR8uQhZpvdbJ5BmjTQfmptnRs3g0u6YTxqs5bZ6bTslh24rDWjggz2x4ULQmc7AiQPXGgfNgXXCxASdQLKB7HAv9Hmy6W9AVMskNWhA2WtRe7jGLCvdL6gkrEs771lL3NKiVigw/s1600/Ep%20middle.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="341" data-original-width="340" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiqRWaJt8saRcoisHiQTDZVxWen885ylXsbrRfE0sw3XE1ESX3MP7hPR8uQhZpvdbJ5BmjTQfmptnRs3g0u6YTxqs5bZ6bTslh24rDWjggz2x4ULQmc7AiQPXGgfNgXXCxASdQLKB7HAv9Hmy6W9AVMskNWhA2WtRe7jGLCvdL6gkrEs771lL3NKiVigw/s1600/Ep%20middle.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>A principios de verano publican el Ep “The one in the middle”, integrado por una original y tres versiones. En la contraportada se nos dice que la canción que le da título fue compuesta por Jones para Keith Relf, de los Yardbirds, pero que este la rechazó amablemente porque la letra original no le convencía. No sé cómo sería esa letra, porque luego Jones la reformó, pero la canción tal vez no cuadra mucho con el rumbo que estaban siguiendo los Yardbirds. Por otra parte, se añade que habían querido presentar ese Ep a nombre de “Manfred Mann featuring Paul Jones”, lo cual suena un poco raro; al parecer el propio Jones rechazó esa idea, ya que le pareció presuntuosa. Tal vez la razón sea que Jones, uno de los dos ejes del grupo junto a Mann, está pensando en seguir una carrera en solitario; y Mann, como hizo Gomelsky con Clapton, trata de halagarlo. Tampoco en este caso va a servir de mucho, pero Jones no tiene prisa y está dispuesto a esperar hasta que sus compañeros encuentren un sustituto de categoría. Otra de las “novedades” que nos trae este disco es la primera de las versiones que harán de piezas de Bob Dylan: con el tiempo, Manfred Mann se van a convertir en especialistas en el repertorio de don Roberto, quien por otra parte los ha alabado más de una vez. Ese debut es “With God on our side”, y como han demostrado los Byrds muy poco antes, ese señor es una verdadera mina: pronto surgirá el famoso dicho que afirma que “las mejores canciones de Dylan son las versiones que hacen de ellas”. Otra versión, esta de Herbie Hancock, es “Watermelon man”, una perla del jazz con fuerte carga blues que Mongo Santamaría pasó por el tamiz latino hasta hacerla inmemorial. Los Mann hacen un refrito de ambas querencias añadiendo su propio sello, y el resultado les queda muy bien. La tercera es “What am I to do”, una clásica de Doc Pomus y Spector que habían lanzado las Paris Sisters en su tono dulzón tres años antes, y a la que por supuesto Jones y los Mann les dan un nuevo vigor. Entre unas cosas y otras, este Ep fue el primero (y más contundente) de los tres número uno consecutivos que consiguieron en este formato.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Cuando ese verano termina nuestros amigos atacan con un nuevo single cuya cara A es otra versión de Dylan: “If you gotta go, go now”. Es una canción que suena un poco “rara” hecha por él, ya que tiene un ritmo más vivo y convencional de lo que solía hacer don Roberto; incluso la letra, entre irónica y graciosa, resulta un poco “ligera”, y tal vez por falta de convencimiento tardó varios años en publicarla salvo en algún país europeo. El caso es que, precisamente por esa viveza, resulta mucho más fácil para cualquier grupo hacer versiones, ya que no es necesario modificarla mucho. Ya se había grabado una versión en la Isla, hecha por los Liverpool Five (el último grupo teóricamente beat -aunque no eran de Liverpool- con una cierta proyección comercial en Alemania y Japón), pero pasó sin pena ni gloria. Los Mann en cambio alcanzan un puesto 2 cambiando su tono rockero americano por el aroma poppie tan de la Isla. En la cara B tenemos “Stay around”, compuesta por Vickers, de nuevo manteniendo ese contraste tan propio en ellos, con un tonillo jazz/blues muy agradable. Por cierto, Vickers es otro que anuncia su marcha, ya que quiere dedicarse al mundo orquestal.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBzwwbTnZn_ugGONHO6aYFn-QuChqeDJrM6j1Naa8MIRG3vKKJL0ObaBtHsiMyvmBty2dtJDT54i6CETdmlBfChlJtt-yrfgWwIKl_oBd-SEVovews6R6jm-kgq_4SoiQ8vZT2BwIJ7DBcAK7Efu60Rhyhp4piJieX_5dVy3trrByYglB98lOglZpNEw/s1600/Mann%20made.jpg" style="clear: right; display: block; float: right; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="400" data-original-width="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgBzwwbTnZn_ugGONHO6aYFn-QuChqeDJrM6j1Naa8MIRG3vKKJL0ObaBtHsiMyvmBty2dtJDT54i6CETdmlBfChlJtt-yrfgWwIKl_oBd-SEVovews6R6jm-kgq_4SoiQ8vZT2BwIJ7DBcAK7Efu60Rhyhp4piJieX_5dVy3trrByYglB98lOglZpNEw/s1600/Mann%20made.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>El otoño se inaugura con la publicación de “Mann made”, el segundo Lp del grupo; de un total de trece piezas, cinco son originales. Hay dos de Vickers: la instrumental “The abominable snowman”, una deliciosa muestra de jazz/blues isleño, y “You’re for me”, que canta Jones y pertenece también a esa escuela. Jones es el autor de “I really do believe”, de agradable tono soul, mientras que Hugg sigue los pasos de Vickers con “Bare Hugg”, otra instrumental, esta con protagonismo para el vibráfono. También se pone "oficialista” McGuinness, cuyo “L.S.D.” me recuerda el “You don’t love me” en sus distintas versiones. Y llegados justo a las versiones, de procedencias ya más amplias que un año antes, la apertura con “Since I don’t have you”, una clásica del duduá, demuestra que a Jones se le permiten todo tipo de comodidades mientras espera por un sustituto: seguro que la ha elegido él. Y seguro que no ha sido la única, porque al menos “I’ll make it up to you” o “You don’t know me” probablemente también. No estoy diciendo que sean malas, buenas o regulares, y por otra parte reconozco la categoría de Jones; pero se echa de menos un mayor protagonismo del grupo, porque a veces me da la impresión de que los Mann están actuando como simple banda de acompañamiento. Otra cosa es el material del tipo “Watch your steps”, la canción señera de Bobby Parker (con la sombra de Ray Charles detrás) que sirvió de faro para muchas bandas británicas de la época. También destaca esa magnífica versión de la ya intemporal “Stormy monday blues”, o una perla de la Motown como “The way you do the things you do”: en esas se nota mucho más el espíritu de grupo. En cualquier caso, es un colección muy atractiva que alcanzó cómodamente el top 10.</b></div></span>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_mNg18rZMUq0m5m8MelFOb6mHxPV9LrIamRVbYQ30yX_VTANrtvJTL8fgzVOIf-YjdF7SEjVxDshh6Dij5uXJGWGbobkuX0hKKDsXzg2ZoVNMMZb331MXTpnoOozlm9by8l06y4kCUwqVQoZg2keYpaKTyzPhqyNO470G0Za1JotGvjZQiDIpUMcZDg/s1600/No%20living.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="372" data-original-width="372" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_mNg18rZMUq0m5m8MelFOb6mHxPV9LrIamRVbYQ30yX_VTANrtvJTL8fgzVOIf-YjdF7SEjVxDshh6Dij5uXJGWGbobkuX0hKKDsXzg2ZoVNMMZb331MXTpnoOozlm9by8l06y4kCUwqVQoZg2keYpaKTyzPhqyNO470G0Za1JotGvjZQiDIpUMcZDg/s1600/No%20living.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>A finales de Noviembre los Mann alcanzan un nuevo número uno en Eps: “No living without loving”, que será también la última participación de Vickers. De nuevo hay tres versiones y una original, "Tired of trying, bored with lying, scared of dying", un rock and roll muy vitalista, obra de Jones. Quien por otra parte abre este disco con una versión de “No living without your loving”, una balada orquestal que había hecho famosa Gene Pitney poco antes; Jones le añade ese nervio isleño tan característico, aunque no hay grandes cambios con respecto a la original. Aquí la orquesta la dirige el mismísimo Vickers -esa será una de sus futuras actividades-, supongo que por deferencia del grupo (curioso: aquí todo el mundo parece llevarse muy bien). “Let’s go get stoned”, la siguiente, había sido popularizada por los Coasters, lo cual significa un cruce entre r’n’b y duduá. Tampoco aquí hay una modificación notable (y yo casi prefiero la de los Coasters), pero de nuevo el grupo sabe estar a la altura y demuestra su amplitud de registros. Por último, el regalito para los que nos estábamos quedando un poco defraudados con las versiones elegidas para este Ep: la ya inmemorial “I put a spell on you”, un lujazo a todos los niveles. Hay un barniz jazzero sobre ese blues, una exhibición vocal de Jones, un magnífico acompañamiento de todo el grupo, un verdadero trabajo de conjunto que demuestra una vez más que Manfred Mann, cuando se ponen a ello, siguen siendo una de las escasas agrupaciones que saben llevar la música de club a las listas de ventas; “enmascarados” a veces entre canciones mucho más complacientes con las masas, es cierto, pero manteniendo un estándar de calidad muy alto siempre.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">1965 termina con la anunciada marcha de Vickers. La guitarra quedará a cargo de McGuinness; quien a su vez es sustituido al bajo por Jack Bruce, que acaba de abandonar la banda de Graham Bond. A principios del año que viene habrá también algunos cambios técnicos y corporativos, pero de momento los dejamos figurando de pleno derecho en esa primera liga británica en la que ellos representan el sector más “elegante”, por decirlo de algún modo.</b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-33984014637484310222023-11-13T13:35:00.008+01:002023-11-15T11:52:20.140+01:001960-65: Londres despierta (X)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7pQrmJGGWOoQiRXdBiUgc_qHhyhuXDL2cfPCF2ZKc4sXBsdGOF_nq-QpAcZZzIHPzCqWQbZmLCBQIDV1hpp_u0bZSf7G0qrvYln2R2LrxS4sAl9TrYGS4gtDTd3rmJwbyf5EvvOeUpqizx_Dd-qqVT1xsbIzBOQmzBgQmY4BKNe4OFZAlJX3eFH5aaA/s1600/Manfred%20Mann.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="412" data-original-width="569" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7pQrmJGGWOoQiRXdBiUgc_qHhyhuXDL2cfPCF2ZKc4sXBsdGOF_nq-QpAcZZzIHPzCqWQbZmLCBQIDV1hpp_u0bZSf7G0qrvYln2R2LrxS4sAl9TrYGS4gtDTd3rmJwbyf5EvvOeUpqizx_Dd-qqVT1xsbIzBOQmzBgQmY4BKNe4OFZAlJX3eFH5aaA/s1600/Manfred%20Mann.jpg" /></a></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Otro de los integrantes de la invasión británica con debut en 1963 es Manfred Mann, que se presenta al frente de un grupo a su nombre. Se trata de un músico cuyo perfil puede parecer un tanto “académico”, ya que junto al blues tradicional tiene una gran formación jazzística desde su adolescencia. Y sin embargo, aunque sus comienzos fueron precisamente en el mundo del jazz, demuestra una versatilidad enorme, ya que además de esas dos influencias gran parte de su obra oscila entre el r’n’b, el pop e incluso el folk. Por otra parte entiende perfectamente que la diferencia de formatos es fundamental para un grupo como el suyo, y publica sus piezas más accesibles en las caras A de los singles: de ese modo contenta al sello, gana dinero y puede permitirse un trabajo mucho más experimental en los discos grandes (algunas de cuyas piezas figuran en las caras B de los pequeños, a modo de "introducción"). Mann ha estado en el negocio hasta no hace mucho; como es lógico su época más popular pertenece al siglo pasado, pero al menos en las décadas de los 60 y 70 supo estar al día. Luego se hizo “intemporal”, y la mayor parte de sus discos, sean de la época que sean, tienen un atractivo especial. Eso es algo de lo que muy pocos veteranos pueden presumir. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Pero antes de seguir conviene hacer un inciso sobre un fenómeno que alcanza su apogeo en la década de los años 60, aunque ya viene de un poco antes: la saga de los teclistas británicos, en su mayoría aficionados al Hammond, que dieron sus primeros pasos influenciados por algunos personajes del jazz tan representativos como el legendario Jimmy Smith. Ya a finales de los años 50 hay muchos clubs en Londres que tienen a un teclista amenizando las veladas, con ese tipo de música “ambiental” tan atrayente que solo un órgano con la envergadura de un Hammond puede conseguir. Pronto surge una “nueva ola”, mucho más ambiciosa, que añade a su afición por el jazz el nuevo gancho del blues, y entre ellos destacan Graham Bond o Brian Auger, acompañados casi en paralelo por otro frente en el que estará Mann primero (con varios tipos de órgano) y luego Steve Winwood: ambos saben añadir ese toque pop que los hará mucho más asequibles y que abre el camino a los John Lord, Ken Hensley y compañía. No hay una evolución igual en Estados Unidos, donde el mundo de los teclistas es mucho más disperso, sin un espíritu concreto. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Manfred Lubowitz es un muchacho sudafricano nacido en 1940 que con veinte años ya tiene una notable formación teórica sobre jazz y es un pianista solvente. Trabaja en el círculo de locales del gremio en Johannesburgo, hasta que en 1961 decide abandonar el país en desacuerdo con el régimen de apartheid que se vive allí: su destino evidente, como miembro de la Commonwealth, es Londres. Comienza a dar clases de piano, trabaja en clubs y escribe en la prestigiosa “Jazz News”, donde firma con el seudónimo de “Manfred Manne” en honor al batería ‘Shelly’ Manne, uno de los más destacados representantes neoyorkinos del cool jazz (y esa ‘e’ final cayó pronto). Por su contacto con los músicos londinenses comprende que la moda en la Isla es el r’n’b, y comienza a reorientar su carrera buscando una fusión entre ese estilo y el jazz. Se asocia en 1962 con Mike Hugg, un batería que además toca piano y vibráfono, y bajo el nombre de The Mann-Hugg Brothers actúan en prácticamente todos los clubs londinenses de vanguardia. A medida que van desarrollando su estilo se unen nuevos músicos llegando a ser hasta siete, que a principios del 63 quedan reducidos a un quinteto: junto a Mann (que a partir de ahora será el organista) y Hugg se confirman Mick Vickers (multinstrumentista con preferencia sobre guitarra, saxo y flauta), Dave Richmond al bajo y Paul Jones como cantante y armonicista.</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div></span><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Para entonces eran ya medianamente populares en el circuito local, y tras algunos intentos en otros sellos el productor de la EMI/HMV John Burguess, convencido de la posibilidad de una fusión como la que proponen, decide trabajar con ellos. Podríamos decir que también los “apadrinó”, pues además de dirigir las grabaciones del grupo en sus dos primeros años fue él quien decidió buscarles un nombre más eufónico; y ese nombre fue… Manfred Mann. El propio Mann intentó oponerse, ya que eso daba la impresión de que él era el amo y señor del grupo, pero los demás estuvieron de acuerdo. En verano llega su primer single, cuya cara A es la instrumental “Why should we not”, compuesta por Mann. Es una mezcla curiosa entre jazz ligero y blues apoyándose en una percusión muy marcada que podría sugerir un origen africano (recordemos que Mann viene de allí). La cara B es una versión, también instrumental, de “Frère Jacques”, una canción de cuna francesa que incluso en España se utilizaba mucho para aprender a tocar el piano; la versión de Mann me recuerda, tal vez por las escalas del órgano, el “Elephant walk” de Mancini, pero no me hagan mucho caso. En Noviembre se publica el segundo, con dos canciones compuestas por Paul Jones: “Cock-a-hoop” y “Now you’re needing me”. La primera podría sugerir un cruce entre Bo Diddley y los Stones, sobre todo por la forma de cantar de Jones; la B anda entre el r’n’b y el pop, sin mucho gancho. Da la impresión de que el grupo está buscando su sitio, y ninguno de los dos singles llegó a las listas. Eso sí, la voz de Jones, potente y bien modulada, será pronto una de las más destacadas de la Isla.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">La situación del grupo comenzó a mejorar significativamente a finales de ese año, cuando la cadena ITV les encarga una sintonía para su legendario programa “Ready, Steady, Go!”. Esa sintonía es “5-4-3-2-1”, un rock and roll de tono pop protagonizado por una armónica que alterna ese protagonismo con un coro muy ameno, y que marcará el estilo de las sintonías de la época. El single se lanza en Enero del 64 alcanzando el top 5, con “Without you” en la cara B: es un magnífico ejemplo de jazz/r’n’b británico, que se incluirá en su primer LP (que ya estaba prácticamente rematado en esas fechas, pero que no se publicará hasta el otoño). Aprovechando el rebufo, en Abril llega “Hubble bubble (Toil and trouble)”, que recuerda inevitablemente a la sintonía anterior y que roza el top 10. La cara B, también incluida en el Lp, es una exhibición jazz-blues con protagonismos compartidos entre vibráfono, saxo e incluso piano. Los Mann se están asentando en un lugar tal vez a medio camino entre Stones y Yardbirds, pero con un plus de clasicismo que otorga esa tendencia jazzy, atrayente y underground al mismo tiempo. Entre un single y otro se produce la marcha del bajista Dave Richmond, cuyo estilo resulta inadecuado para el sonido que busca el grupo; le sustituye Tom McGuinness, que ya tiene un prestigio como guitarrista pero que de momento ha de ocupar el puesto vacante.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Justo en mitad del verano llega “Do wah diddy diddy”, una especie de soul/pop que los Exciters habían lanzado el año anterior, y que se convierte con los Mann en un número uno en medio mundo. Su versión va en el tono pop marchoso, casi festivalero, tan de la época en las listas isleñas, y es verdad que parece deslucir un poco la supuesta “seriedad” de este grupo; pero lo más importante en ese momento era consolidar su posición, y eso lo consiguen de sobra. De nuevo la cara B muestra el aspecto más vanguardista del grupo con “What you gonna do”, un r’n’b que asienta esa idea de unos Stones con más profundidad, y que también estará en su Lp. Su último single en 1964 es “Sha la la”, una pieza del compositor de pop negro estadounidense Robert Mosely con la que alcanzan el top 3: es talmente lo que sugiere su título, una alegre pieza pop con ese estribillo. Con “John Hardy” en la cara B los Mann comienzan un nuevo sesgo en su carrera, consistente en actualizar piezas del repertorio tradicional folk estadounidense, y que acabará siendo una de sus especialidades.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWMFCbVMn1dITRRKsH1xpojW8PlRzID4CmqI5LXzx3BZUwMnxyGm9HHjDsTvSDf0IxoLKc5PZIzwOsm5HJhXqROPGcqXN-S9oprdXp4ACQLgWpXVg1GnK8gCznPlACSESjko9o536YWqVYban9_Z0OCFu8NS1ufnMC8Q5bQWdBH6pezbjr9w03zxWRTQ/s1600/Faces%20of.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="406" data-original-width="406" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWMFCbVMn1dITRRKsH1xpojW8PlRzID4CmqI5LXzx3BZUwMnxyGm9HHjDsTvSDf0IxoLKc5PZIzwOsm5HJhXqROPGcqXN-S9oprdXp4ACQLgWpXVg1GnK8gCznPlACSESjko9o536YWqVYban9_Z0OCFu8NS1ufnMC8Q5bQWdBH6pezbjr9w03zxWRTQ/s1600/Faces%20of.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Un poco antes de ese último single, en Septiembre, se publica por fin el esperado Lp de debut, con el título de “The five faces of Manfred Mann”, en el que se confirma el sesgo especial que tiene el grupo, ese estilo tan distintivo con el que tratan el r’n’b. De un total de catorce, cinco son propias (la mayoría de Jones) y las demás versiones de piezas que por lo general ya tienen el rango de “tradicionales”, que los Mann llevan a su terreno. Un buen ejemplo es esa “Smokestack lightning”, que con Howlin’ Wolf llevaba un ritmo muy marcado y los Yardbirds incluso aceleran, pero que aquí se lentifica y se hace más “ambiental” gracias a que esa sección rítmica está más cerca del jazz que del blues y que en conjunto resulta tremendamente luminosa, con una exhibición técnica a cargo de todo el grupo (más la voz de Jones, ya con un carácter único). O esa gloriosa recreación que hacen en su viaje al jazz casi académico de Cannonball Adderley y su “Sack ‘o woe”, que ellos convierten en una pieza de dos minutos con verdadero espíritu de sintonía (y que de hecho fue utilizada como tal en más de una emisora). La fiesta llega incluso a algunas canciones ya venerables como “I’ve got my mojo workin”, a los que ellos dan un dinamismo tremendo. Así que, en lo que se refiere a su faceta más clásica, ya no se parecen a ninguno de los grupos londinenses del momento. Y en cuanto a las piezas propias, tienen sus raíces en el r’n’b cuando no son lisa y llanamente blues británico de la mejor escuela: “Don’t ask me what I say” o “I’m your kingpin” podrían recordar a alguno de los monstruos de Chicago si no fuese, otra vez, por ese dinamismo que decía antes y que incluso puede llegar a recordar en algunos momentos a los Stones, pero con mucha más riqueza técnica. Y de vez en cuando se recrean de nuevo en su gusto por las sintonías: la instrumental “Mr. Anello”, compuesta por todo el grupo, es otra aspirante a esa categoría. En resumen, a mí me parece uno de los mejores y más completos discos de r’n’b británico que se haya grabado nunca, y reconforta el hecho de que los aficionados lo premiasen con un top 3. En esos mismos días, con otro título y otra portada pero un listado casi idéntico, se publicó en Estados Unidos; de momento los distribuye Ascot, un pequeño subsello de United Artists, y la promoción es muy reducida. Pero aún así rozan el top 30, lo cual es una hazaña en esas condiciones.</b></div></span>
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<span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Y así termina 1964 para los Mann, que son en este momento una de las ofertas más exquisitas de la nueva hornada británica, aunque su lugar no está entre los grupos para masas (salvo por alguno de esos singles de corte pop que tan bien saben facturar). Así que esperamos la llegada de 1965 con la esperanza de que esa tremenda calidad y buen gusto que les distingue acabe por consolidarlos definitivamente.
</b></span><br />
</div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-50113906696077753582023-11-06T13:49:00.003+01:002023-11-07T20:07:12.608+01:001960-65: Londres despierta (IX)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoNUHI-ynszwAoU9txmJhlqlKLitnEObb0w-VJ20tx5OJt7Sbaoq5hRc5maRhy328q4PFqxD1clIunLjYTRbXtgph5If9mpYxxEdfq0-vy47BL4kU-xg4zcGsUGVOp8LWpKNCx3HsQ5hed1cvzUuIqtoPkqFk_1KIGxMFk3Jv2O50glWgLA70N9yKMvA/s1600/yard9.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="405" data-original-width="605" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoNUHI-ynszwAoU9txmJhlqlKLitnEObb0w-VJ20tx5OJt7Sbaoq5hRc5maRhy328q4PFqxD1clIunLjYTRbXtgph5If9mpYxxEdfq0-vy47BL4kU-xg4zcGsUGVOp8LWpKNCx3HsQ5hed1cvzUuIqtoPkqFk_1KIGxMFk3Jv2O50glWgLA70N9yKMvA/s1600/yard9.jpg" /></a></div><span style="color: #274e13; font-family: verdana;"><b><i>
"Clapton ama tanto el blues que nos ha dejado: no soporta que se toque tan mal como lo hacemos nosotros".
</i></b></span><div><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;">Keith Relf</span></div><div><span style="color: #4c1130; font-family: verdana;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY1dIgri30kcctVolJerYCbyS_-8j1Bc4Fewvp85guR_d1mXmwC7IUFZnoW5Y3o4qU3kWR748hk1r4-YaldD-41Jz2b7iu_Fpcg-nbOcBrlvLF53KU319oFqJ4vS_-T7W195lS8-YZRAKP8-vbLlLs2R3RzNO5Vvlc5Mp1jpCHXhaomlLWuijbLZmU-g/s1600/Five%20Live.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="401" data-original-width="401" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY1dIgri30kcctVolJerYCbyS_-8j1Bc4Fewvp85guR_d1mXmwC7IUFZnoW5Y3o4qU3kWR748hk1r4-YaldD-41Jz2b7iu_Fpcg-nbOcBrlvLF53KU319oFqJ4vS_-T7W195lS8-YZRAKP8-vbLlLs2R3RzNO5Vvlc5Mp1jpCHXhaomlLWuijbLZmU-g/s1600/Five%20Live.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Comienza Diciembre de 1964 cuando llega a las tiendas “Five live Yardbirds”, aquella actuación en el Marquee. Ninguno de los cuatro ases se había atrevido a debutar en formato grande ni pequeño con un directo (una idea que ya se le había pasado por la cabeza a George Martin, pero la desechó). En primer lugar hay que tener en cuenta el nivel medio, muy justito, que tiene aún la gran mayoría de músicos de la nueva ola: están aprendiendo, necesitan tiempo. Por otra parte las condiciones técnicas de los equipos son deficientes. Y aunque en este caso tenemos a un guitarrista ya encumbrado, cuya categorización de “Dios” puede leerse en algunas paredes de la ciudad, no hay aficionados al blues suficientes como para conseguir unas ventas comparables a las de sus competidores; no digamos ya en “provincias”, donde ese género sigue siendo minoritario. Por otra parte comienza a ser ley aquella advertencia de Peter Meaden a los Who, de que lo guay últimamente es tener material propio; y aunque todo el mundo sabe -o debe saber- que una banda de blues suele debutar con versiones de los clásicos, una parte de la clientela ya solo quiere “música nueva”. Así que esas canciones con pedigrí pero con un remozado muy vivo, palpitante, poderoso, más rockero de lo que parece, ese modo de enfocar un estilo que dentro de poco será una de las señas de identidad de la Isla y que la crítica más profesional ya está alabando, seguirá siendo minoritario por ahora. En Estados Unidos, de momento también; allí además las bandas británicas -y los Yardbirds especialmente- son víctimas de un estropicio discográfico en el que la mayor parte de su obra se publica a saltos, mezclando unas épocas con otras, piezas en directo con estudio… En fin, un desastre. Sin embargo, para muchos de los que llegamos a “Five live Yardbirds” tarde, ya sin conexión temporal con aquello, es un disco encantador, con más vida que otros de su tiempo. No digamos ya de tiempos posteriores.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Llegados a 1965, la mayor parte del grupo salvo Clapton consideraba que había que ir distanciándose del blues tradicional, y que mientras no tuviesen material propio con entidad suficiente lo primero era apuntalar el futuro: es así como llegan a “For your love”, una magnífica pieza del mago </b><b style="font-family: verdana;"><span style="color: #660000;"><a href="https://tommentonenlacuadra.blogspot.com/2015/11/va-written-by-graham-gouldman-wizard-of.html">Graham Gouldman</a></span></b><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">. La idea de Gouldman había sido debutar con ella al frente de los Mockingbirds, su nuevo grupo, pero Columbia decidió que no era adecuada. Y así, una de esas maravillas beat que no hicieron los Beatles fue a caer en manos de Gomelski, que ve el cielo abierto y se la recomienda fervientemente a sus protegidos; estos recurren a arreglos tan sorprendentes como la inclusión de un clavicordio, la graban en un solo día y la publican a principios de la primavera. En la cara B hay un blues instrumental titulado “Got to hurry”, que figura a nombre de un tal “O. Rasputin”: es un apodo de Gomelski, que la ha compuesto para que se luzca Clapton, en un último intento por retenerlo. Pero Clapton, que había avisado con tiempo, se marcha justo el día en que se publica el single porque ahora los Yardbirds son un grupo pop… y él ya ha negociado su entrada en la banda de John Mayall, que por supuesto lo recibe con los brazos abiertos. Eso sí, antes de irse les ha recomendado un guitarrista de sesión muy prometedor que se llama Jimmy Page. Por otra parte, las penas con pan son menos: los Yardbirds alcanzan su primer y merecido top 3 con este magnífico single, diga lo que diga Clapton.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Mala suerte con lo de Page: está muy ocupado y no puede meterse de momento en un trabajo que exige dedicación casi exclusiva, además de que por entonces su estado de salud no se lo permitiría. Pero también él conoce guitarristas prometedores, y les recomienda a un tal Jeff Beck: es amigo suyo, y tan bueno como él. Beck además ha estado tocando ya muchos estilos distintos, desde cualquier tipo de r’n’b hasta el rock and roll blanco, en varios grupos de la ciudad, y llegar a los Yardbirds será un ascenso de categoría. Además es uno de los primeros guitarristas británicos que usa artilugios como la fuzz box y le gusta mucho la investigación, así que será un elemento fundamental en el nuevo rumbo del grupo. El primer single en el que participa, en Junio, menos de tres meses después de haber llegado, ya lo deja claro: en la cara A tenemos una nueva composición de Gouldman, titulada “Heart full of soul”; y si en “For your love” había un clavicordio aquí se intentó meter un sitar. Pero no consiguieron entenderse con el músico que lo tocaba, y finalmente es Beck quien con su guitarra con fuzz sustituye ese instrumento dándole un sonido muy vanguardista para la época. La cara B está compuesta a medias entre Beck y Relf: es una instrumental titulada “Steeled blues”, un magnífico juego entre guitarra y armónica, sostenido por una percusión más que solvente. El single superó incluso las ventas del anterior, rozando el número uno.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_-wwgHNQ8mjiGtMB_9lb5q6TFF8DbNKpPtF0EiOaoM3BUmj78hs_ir7MAhlV6EbPQVMU6iooOfpXSnQIcUtDgH1z6p4YUi5b2KDUIS1GIhLh_PpAnpAjJ8jFZ0K-iSD0fMuEn1V0NuKdZuwouTz1BXDucOTwhsmsxs4imNMUlGBimuiaFAQk_dImlhw/s1600/Five%20delante.jpg" style="clear: right; display: block; float: right; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="383" data-original-width="381" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_-wwgHNQ8mjiGtMB_9lb5q6TFF8DbNKpPtF0EiOaoM3BUmj78hs_ir7MAhlV6EbPQVMU6iooOfpXSnQIcUtDgH1z6p4YUi5b2KDUIS1GIhLh_PpAnpAjJ8jFZ0K-iSD0fMuEn1V0NuKdZuwouTz1BXDucOTwhsmsxs4imNMUlGBimuiaFAQk_dImlhw/s1600/Five%20delante.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Otros tres meses después llega un Ep de tres canciones titulado “Five Yardbirds”, que alcanzó el top 5 aunque a muchos de sus fans se les nota el desagrado por la versión que hacen de “Hang on Sloopy” en la cara A. Hay que reconocer que se arriesgan, porque además la extienden más allá de los cinco minutos, lo cual no es frecuente en un disco pequeño. Por otra parte, ya por entonces, puede considerarse tanto una clásica del garaje estadounidense como del pop más convencional; no es una canción cuya melodía en sí o su estribillo me hayan gustado mucho nunca, pero las partes en las que Beck comienza con sus “elucubraciones” levantan el nivel de la pieza. Otra cosa es la cara B, donde hay un acuerdo total: tanto la versión de “I’m not talking” como “I ain’t done wrong”, compuesta por el sorprendente Relf, son de calidad superior. La primera, que en origen es una pieza de jazz ambiental típica de su autor Mose Allison, demuestra la categoría que ha alcanzado el grupo, capaz de recrearla totalmente. Y ese ritmo casi “enloquecido” (recuerden, estamos en 1965) es uno de los mejores ejemplos de su “rave up”, un término que surge ya en los tiempos de Clapton y que se refuerza ahora: si con él se pusieron de moda las piezas ampliadas en directo hasta casi los diez minutos, con Beck esas piezas ganan en intensidad y se acercan a lo que pronto se conocerá como hard rock. Que por cierto, “Having a rave up” es el título del segundo refrito (no se le puede llamar otra cosa) que se publicó de la banda en Estados Unidos. Esa furia vuelve a surgir en el blues rock compuesto por Relf, y en el que de nuevo Beck se apoya en ese ritmo denso, abrasador, para llevarnos a extremos desconocidos en esa época.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Al mismo tiempo que se publica ese Ep, los Yardbirds comienzan su primera gira por Estados Unidos: a pesar de las “peculiares” condiciones en las que se publican sus discos allí, las ventas no van mal del todo. La gira es satisfactoria -habrá más- y les deja tiempo para grabar algunas canciones en el mítico estudio Sun; aprovechando el rebufo, se publicarán antes allá que en la Isla, adonde no llegarán hasta el año que viene. De momento, este dorado 1965 (al menos a efectos comerciales) se redondea a principios de otoño con un single que Columbia presenta como doble cara A y que alcanza un nuevo top 3: “Evil hearted you” y “Still I’m sad”. La primera es otra demostración de la calidad de Graham Gouldman como compositor, mientras que la segunda, obra de Samwell-Smith y McCarty, es una nueva sorpresa tanto por su estructura como por su melodía, que si recuerda a algo conocido es al estilo de los cantos gregorianos. Aquí los Yardbirds demuestran una vez más que su vocación “aventurera” no tiene límites, y en ese sentido solo los Beatles son -o serán- tan atrevidos como ellos: la escala de innovaciones que han ido desarrollando con sus discos de este año es impresionante. Volviendo a la pieza de Gouldman -un músico no suficientemente apreciado entonces ni después-, esa costumbre suya de cortar unos ritmos con otros se enriquece aquí con una nueva exhibición a cargo de Beck, desarrollando unas escalas que podrían recordar a las guitarras de los spaghetti western o de James Bond. El resultado de esas mezclas, inesperado, novedoso, es una muestra más de lo que decía antes, la bendita vocación por sorprender que tenía este grupo.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En resumen: este primer quinquenio termina con los Yarbirds como uno de los grupos señeros de la Isla; y de los más vanguardistas, si no el más. Tal vez gran parte del mérito se deba a la guitarra de Jeff Beck, pero la calidad de los otros como compositores está mejorando, y en ese aspecto Beck nunca destacó. Así que se complementan muy bien, y el grupo llegará a 1966 en su mejor momento. Pero esa es otra historia, y será contada en otra ocasión.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"> </b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-83116538021307298912023-10-31T13:01:00.000+01:002023-10-31T13:01:20.303+01:001960-65: Londres despierta (VIII)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtwUQPeIChegkGqCtCLhjwVUBOq24dK3INLn1_OCrxhldgFTVWVTKSI2KHdZ8MWcaSL3wuFZOcM8pgWf210OIiIHD6JjE2zOFP9csOIGN4lO8K5hVYZpR4VSh0yUPS0fkhFXiEbyrd17Myl62Z4hQQlosjyCgIl3nd33pE90VgBwedO8bZ9o20CZRCBQ/s1600/Yardbirdss.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="438" data-original-width="540" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtwUQPeIChegkGqCtCLhjwVUBOq24dK3INLn1_OCrxhldgFTVWVTKSI2KHdZ8MWcaSL3wuFZOcM8pgWf210OIiIHD6JjE2zOFP9csOIGN4lO8K5hVYZpR4VSh0yUPS0fkhFXiEbyrd17Myl62Z4hQQlosjyCgIl3nd33pE90VgBwedO8bZ9o20CZRCBQ/s1600/Yardbirdss.jpg" /></a></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Los Yardbirds son, o deberían ser, el indiscutible <i>quinto nombre</i> británico en la época de transición entre uno y otro quinquenio de los años 60. Sin embargo su carrera fue tan intensa como corta, casi fugaz, y en consecuencia, en estos tiempos en que cuentan más los trienios cotizados que la obra bien hecha, parecen haber caído en el olvido. Su caso es una de las grandes injusticias en la historia del rock isleño, ya que incluso entonces eran más alabados por la crítica y los músicos de su generación que por el público mayoritario, que por lo general no llegaba a seguir su paso. Porque los Yardbirds fueron siempre unos adelantados: estamos hablando del primer gran grupo de blues británico, con años de antelación sobre los demás; un grupo que ya a finales del 63 será el que acompañe en directo a Sonny Boy Williamson II en sus primeras actuaciones británicas, lo cual constituye un hito. Y luego ese mismo grupo, de la mano de Jeff Beck, entra de lleno en la experimentación y la psicodelia casi al mismo tiempo que los Beatles, con repertorio propio en su mayoría. Pero ya digo, no duraron mucho; en parte por su dependencia, al menos aparente, de sus dos primeros guitarristas, pero también porque su época más popular duró solo un año y algunos decidieron probar suerte por su cuenta. Aun así llegaron hasta 1968, y en Estados Unidos tuvieron tantos o más seguidores que en su propio país; de hecho, fueron ellos los que pusieron la primera piedra del British Blues Boom, que llegará a constituir la segunda invasión británica en aquel país. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Keith Relf, cantante y uno de los primeros armonicistas de la Isla, había comenzado a tocar ese instrumento en pequeños grupos del barrio con solo doce años; en 1962 conoce a Paul Samwell-Smith, que se ha pasado al bajo tras abandonar la guitarra (un conocido, de nombre Eric Clapton, le sugirió que no era lo suyo). Entran en un grupillo del sur de Londres al que bautizan como Metropolitan Blues Quartet, donde hay otros dos músicos que pronto son sustituidos por el batería Jim McCarty, un amigo de Smith, y poco después los guitarristas Anthony ‘Top’ Topham (solista) y el rítmica Chris Dreja; los tres venían del mismo colegio, donde también estaba Clapton. Ya que ahora son cinco, lo de “cuarteto” habrá que cambiarlo; y “Yardbird”, uno de los apodos de Charlie Parker, es un buen nombre. Además es también el mote de los vagabundos que andan “pajareando” por los vagones de los trenes de mercancías. A mediados de 1963 los Yardbirds se dan a conocer en el Crawdaddy Club de Giorgio Gomelsky, uno de esos muchachos de buena familia, muy internacional además y fan a muerte tanto del jazz como del blues. Gomelsky solía acudir al local de Korner y Davies para ver si “pescaba” algo, ya que uno de sus proyectos era convertirse en manager de músicos con futuro. Su primer descubrimiento fueron los Stones, a los que además de fichar para su club apoyó haciendo de manager durante unas semanas. Pero en cuanto vio a los Yardbirds, le interesaron mucho más: aunque partían del r’n’b como casi todas las bandas londinenses en aquel momento, ellos se acercaban más a la fuente, a los bluesmen. Sobre todo, según sus palabras, “Los Stones versionan, pero los Yardbirds recrean”. Y cambió un grupo por otro en sus preferencias como manager. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Pronto hubo una baja ya esperada: los padres de Topham, que aún tenía quince años, le obligan a volver al colegio. Lo sustituye Eric Clapton, que además de conocer a todos sus nuevos compañeros y ser tan fanático del blues como ellos, ya tenía experiencia por haber formado parte de los Roosters y luego Casey Jones & The Engineers, dos grupos que trabajaban en pequeños locales de la ciudad haciendo versiones y sin muchas expectativas. Clapton estuvo poco tiempo en ambos, y cuando los Yardbirds le ofrecieron entrar no lo dudó: además de la coincidencia de gustos musicales estaba el hecho de llegar como un igual, con la posibilidad de participar en la dirección musical. Su dominio de la guitarra destacó muy pronto: eso supuso un enorme salto de calidad para los Yardbirds, que de pronto pasaban a ser una de las luminarias londinenses aunque el blues tradicional no fuese exactamente la moda imperante (hay que recordar que Korner y Davies, las dos figuras señeras en ese estilo, eran más reconocidos como “patriarcas” de la escena que por su escasa discografía: el r’n’b era un género mucho más amplio, más elástico, con más posibilidades). Poco después llega a la Isla Sonny Boy Williamson II, que no trae músicos de acompañamiento, cumpliendo los Yardbirs con ese papel. Se grabó la mayor parte del material que interpretaron: el sonido es simplemente pasable, y de momento la grabación quedó enlatada (no se publicará hasta 1966), pero como documento histórico tiene un gran valor. Para las primeras ediciones de ese disco solamente se seleccionó el material en el que se limitan a seguir al maestro; eso significa que el pobre Relf no canta ni toca la armónica, limitándose a dar palmas y acompañar por momentos como segunda voz.</b></div></span>
<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_KaQnxZAXON950KufH9kvCJKTyFXqPQpYaG9l8nD6iPQzCZHUx7nGBZtkoMgp_zxWo60AnfgdUxdE0NejkfG_pdtXnwYpxoZzaif_Q-8hu4hqJzYzpHElmmIwk2-HVSrCyXbAw7wwRjo8Ymaq8wMCPSIpjgf35YnEfmY_ZBkUUyskPwKCMPUGd3cn5A/s1600/s-l1600.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="290" data-original-width="471" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_KaQnxZAXON950KufH9kvCJKTyFXqPQpYaG9l8nD6iPQzCZHUx7nGBZtkoMgp_zxWo60AnfgdUxdE0NejkfG_pdtXnwYpxoZzaif_Q-8hu4hqJzYzpHElmmIwk2-HVSrCyXbAw7wwRjo8Ymaq8wMCPSIpjgf35YnEfmY_ZBkUUyskPwKCMPUGd3cn5A/s1600/s-l1600.jpg" /></a></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Gracias al revuelo causado en el mundillo de los músicos y la prensa del ramo, EMI los ficha poco después a través del subsello Columbia. Y en vista de que Fontana (que tenía en propiedad aquellas grabaciones) había decidido no publicar nada de momento, lo primero que hace es grabar una actuación del grupo en el Marquee, con mejores condiciones de sonido. Sin embargo cree conveniente tantear antes el mercado con dos singles en estudio, que como es lógico contienen versiones de piezas más o menos clásicas: el primero lleva en la cara A “I wish you would”, del armonicista William ‘Billy Boy’ Arnold; el segundo la inmortal “Good morning Little schoolgirl”, con la que había debutado Sonny Boy Williamson I. En ambos casos, y aunque es evidente que han escuchado versiones posteriores actualizando el estilo, se nota un buen equilibrio entre las pautas que sigue Clapton y los arreglos más cercanos al pop que le añade el resto del grupo; esa supuesta divergencia es la que comienza a incomodar a “Manolenta”, pero a los no puristas nos parece que una y otra tendencia se complementan. El productor es Gomelski, que se defiende bastante bien, pero por desgracia ese sonido eléctrico que recuerda al directo solo parece tener interés para los mods y gente afín: la masa de consumidores prefiere el tono más cálido de unos Stones, por ejemplo. Y aunque el segundo single ya remonta un poco, ninguno de ellos llega al top 30.</b></div>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">En fin, habrá que esperar a Diciembre para ver ese disco en directo y comprobar si los Yardbirds van ascendiendo en los gustos del respetable o seguirán siendo unos outsiders; ya que precisamente el directo es su punto fuerte, sobre todo por la presencia de Clapton, esa fortaleza debería notarse en las ventas, pero el público es muy caprichoso…</b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-26748414888018545582023-10-23T13:51:00.005+02:002023-10-29T10:45:16.849+01:001960-65: Londres despierta (VII)<div style="text-align: justify;"><b style="font-family: verdana;"><i><span style="color: #243226;">“… Ante el micrófono sigo rasgando sin parar la aullante guitarra Rickenbacker; luego le doy al interruptor que instalé para que chisporrotee y acribille la primera fila con ráfagas de sonido. La arrojo al aire con violencia y siento un estremecimiento repentino mientras el sonido se degrada de un rugido a un estertor: miro hacia arriba y veo el cuerpo fracturado de la guitarra mientras la extraigo del agujero que ha dejado en el bajo techo. </span></i></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="font-family: verdana;"><i><span style="color: #243226;"><br /></span></i></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="font-family: verdana;"><i><span style="color: #243226;">En ese momento tomo una decisión repentina, y en un frenesí demente vuelvo a arrojar una y otra vez la guitarra contra el techo. Lo que antes era una simple fractura, ahora es un astillado estropicio. Sostengo la guitarra ante el gentío con gesto triunfal. No la he machacado: la he esculpido para ellos. Despreocupado, arrojo la guitarra hecha añicos al suelo, agarro una Rickenbacker nueva de doce cuerdas y prosigo el espectáculo”. </span></i></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="font-family: verdana;"><i><span style="color: #374d38;"><br /></span></i></b></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: verdana;"><span style="color: #444444;">Pete Townshend (“Who I am”, memorias) </span></span></div><div style="text-align: justify;"><b style="font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d;"><b style="font-family: verdana;">L</b><b style="font-family: verdana;">os High Numbers comenzaron a distanciarse de Meaden: nadie negaba que sus ideas publicitarias y su visión de mercado eran originales, pero con ellos en concreto no sabía entenderse. Y justo entonces surgen otros dos de esos muchachos que pululan por la ciudad en busca de emociones fuertes: Kit Lambert (hijo de artistas) y Chris Stamp (hermano pequeño del actor Terence Stamp). Kit fue el primero en ver al grupo en la famosa serie de actuaciones que estaban dando en el Railway Hotel -donde Pete adquirió el hábito de destrozar guitarras como parte del show-, y a continuación llevó a Chris: ambos quedaron patidifusos. Llevaban un tiempo dando vueltas a la idea de filmar una película sobre un grupo fantástico pero desconocido para las masas -es decir, idealizado- que representase la esencia del nuevo pop londinense, y de pronto resulta que lo tenían delante. Por desgracia la película no pasó del estreno ante una pequeña parroquia de mods y luego quedó guardada en un cajón, sin salida comercial (según Pete, la única copia está en manos de Roger), pero Kit y Chris se habían encaprichado con los Numbers y se ofrecieron a ser sus managers. Al principio Pete y sus socios se sorprendieron un poco ante una oferta que venía de unos personajes que, al decir de Keith, “eran tan raros como nosotros”; claro que, tal vez por eso mismo, la cosa podía salir bien. Hubo alguna que otra discusión subida de tono con Meaden, pero finalmente este desapareció de escena y los Numbers volvieron a ser los Who. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d;"><b style="font-family: verdana;"><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d;"><b style="font-family: verdana;">La industria estaba evolucionando a toda velocidad. Dos años antes los Beatles se habían saltado una de las normas no escritas pero más comunes en el negocio, que era la de comenzar una carrera con versiones. Y ahora, a mediados de 1964, los sellos ya desconfiaban de los músicos cuyo repertorio no tuviese al menos la mitad de piezas propias. En eso tenía razón Meaden, ya había dos clases muy delimitadas: la de los compositores y la de los simples intérpretes; y por supuesto se valoraba mucho más a los primeros, porque de los otros había de sobra donde elegir. Pero Pete aún no se atrevía a dar el salto, y las maquetas de los Who fueron rechazadas sucesivamente por EMI y por Decca; por no hablar de la repulsión que causaban en algunos directivos sus gestos bruscos, sus modales agresivos, como si permanentemente estuviesen actuando. Kit y Chris recibieron luego un soplo de un colega de la Decca que les explicó que esos habían sido los dos “problemas” por los que no habían superado la prueba. Por lo tanto, y dejando aparte la imperiosa necesidad de mantener las formas en según qué sitios, insistieron a Pete en que se pusiese a escribir en serio, ya que ambos estaban convencidos de que tenía madera para ello. Así que nuestro amigo se encerró en casa con material de estudio: Dylan o los Kinks, junto a unas cuantas luminarias del jazz, el blues y el r'n'b, formaron parte de ese material.</b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d;"><b style="font-family: verdana;"><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d;"><b style="font-family: verdana;">Pete resume así sus impresiones después del repaso:<i> “Intenté captar qué era lo que realmente sentía como resultado de dicha inmersión musical. Mi cabeza no dejaba de machacar una misma idea: no puedo explicarlo. Ese sería el título de mi segunda canción, y con ella empecé a practicar algo que repetiría a menudo en el futuro: escribir canciones sobre música”</i>. Y mientras él terminaba la construcción de “I can’t explain”, Kit y Chris habían conseguido interesar a Shel Talmy, que por entonces estaba produciendo a los Kinks (grupo que les recomendó estudiar a fondo). Talmy decidió que esa maqueta tenía posibilidades, así que hizo dos cosas: contratar fechas en el estudio de PYE -o sea, donde grababa con los Kinks- y ficharlos para el veterano sello Brunswick. Ese sello, que había sido un clásico en los años del jazz tradicional y las orquestas, pertenecía ahora a Decca: así entraban en el sello grande por la puerta de atrás, suficiente para garantizarse la distribución en Estados Unidos. Sin embargo para ese debut no confió en las habilidades técnicas del grupo, así que por el medio andan algunos músicos de sesión como Jimmy Page, o los Ivy League haciendo voces. Y justo a tiempo para la celebrar la Navidad de 1964, se publica esa canción como cara A y su versión de “Bald headed woman” en la B; ahí se nota el interés personal de Talmy, puesto que ya los Kinks tenían la suya, incluida en su primer disco grande. Y también se nota que “I can’t explain” debe cosas al grupo de Davies, pero ya muestra una personalidad propia. Consiguió un top 10, lo que para un grupo nuevo es un triunfo (¿quién se acuerda ahora de los High Numbers?).</b></span></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFGIcmva8dVAJwd9C8NOvg6kqUnZOO_ClFf7QBJvyZGCXVy0Coucce2LIxXjNK0kv_h14lvIclwPoxwjZFGq7Z7ta06umCx-wrckc5SzE0nu-2Sev1Zj12Yvljq2bXnQ7bk52DPhCoTR8_rgXxOyWSvQzWoLAhdJHyBEKYNFmp9M_3ySdbOSgKJ9SI8g/s1600/Maximum.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="499" data-original-width="338" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFGIcmva8dVAJwd9C8NOvg6kqUnZOO_ClFf7QBJvyZGCXVy0Coucce2LIxXjNK0kv_h14lvIclwPoxwjZFGq7Z7ta06umCx-wrckc5SzE0nu-2Sev1Zj12Yvljq2bXnQ7bk52DPhCoTR8_rgXxOyWSvQzWoLAhdJHyBEKYNFmp9M_3ySdbOSgKJ9SI8g/s1600/Maximum.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Poco antes un amigo de Pete, ex compañero de la escuela de Arte, había diseñado el legendario cartel de “Maximum R&B”, que al principio se usó únicamente para unas actuaciones en el Marquee pero que con el paso del tiempo ha llegado a ser uno más en la larga lista de fetiches de este grupo. Kit y Chris habían empapelado la ciudad con ese cartel, habían creado el preceptivo club de fans, estaban trabajando intensamente por conseguir que los mods fuesen un público fiel y, en la primavera del 65, cuando llegó el segundo single, los Who estaban a punto de ser considerados como el as que faltaba en la baraja. Aunque había un pequeño resquemor por parte de Roger, para quien “I can’t explain” era una cancioncilla pop un poco blandita, impropia de un grupo de rock que se preciase, y no estaba dispuesto a seguir por ese camino: había que grabar el tipo de ritmo y de sonido que estaban consiguiendo en el directo, trasladar ese espíritu al disco. Así es como se presenta, a mediados de la primavera de 1965, la “descarada, orgullosa y atrevida” (Pete dixit) “Anyway, anyhow, anywhere”, la única canción que ambos construyen a medias (bueno, casi: solo la letra es en su mayoría de Roger). No hay duda de que esa canción evoca nítidamente cómo suenan -y sonarán- los Who sobre un escenario, con esa guitarra entrando en feedback, la batería más salvaje que se ha oído hasta entonces y un bajo que es un solista más (por otra parte, con ese criterio Talmy no necesitaba hacer grandes alardes en las labores de producción). Fue un nuevo top 10, y alfombró el camino para lo que iba a llegar en otoño. La cara B es una versión de “Daddy rolling stone”, una pieza de Otis Blackwell que se hizo famosa en 1963, en el ambiente mod de la Isla, gracias a la interpretación de Derek Martin: de ahí parten los Who para crear la suya.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Los Kinks habían dado la campanada con su tercer single, y eso mismo hicieron los Who: “My generation”, publicado a mediados de otoño, fue su consagración (por supuesto, con la misma consideración periodística de “protopunk” y demás lindezas que se le habían atribuido antes a “You really got me”). En lo musical hay algunas enseñanzas heredadas del blues, especialmente en la voz de Daltrey (“los tartamudeos de Sonny Boy Williamson”, según Pete), acompañadas por el ya inconfundible rasgueo denso, intenso, de Townshend y una base rítmica en la que cada vez se le está dando más protagonismo a Entwistle, un bajista que ya comienza a ser considerado entre los mejores de la Isla. El resultado final es demoledor… y sí, Peter afirma que se inspiró en el espíritu rítmico de “You really got me” para escribir esta canción. En lo “literario” puede considerarse como un airado manifiesto de frustración, una reivindicación de clase; irónicamente fue dedicada a la Reina Madre, a raíz de un ridículo incidente por un coche aparcado en el lujoso barrio de Belgravia, donde Peter estaba residiendo por entonces. <i>“Belgravia, el barrio donde las mujeres con abrigos de pieles pasaban ignorándome como si no existiera, no hacía más que manifestar el abismo generacional que yo trataba de describir (…) Su enfermedad era cuestión de clase. La mayoría de los jóvenes de aquella zona trabajaba para convertirse algún día en clase dirigente. Sentía que todo aquel camelo era como la muerte, en tanto que yo me sentía vivo; no solo por ser joven sino porque estaba vivo de verdad, no lastrado por la tradición, la propiedad y la responsabilidad”</i>. Al igual que pasó con el single de los Kinks, casi nadie se acuerda de la cara B: “Shout and shimmy” es una de las clásicas de James Brown, y los Who la defienden bastante bien.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhURorAOFWMQjnVqnkgfNEv_8y3l2t21lClJmPYa1IjNl971GjZevsGwNxbWUBiwCycwXoZ_-6JAoiSCIg_Q017fx8ocakgu9w4V8WG-hebc1u3ePmU_6bSvMdD1y_wcSNujLdBbdHJdZbwUdScFu5yHAiNYf1HKMLksfwb9-kJ44dAfticRRwgZwpp9g/s1600/Generation.jpg" style="clear: right; display: block; float: right; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="403" data-original-width="402" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhURorAOFWMQjnVqnkgfNEv_8y3l2t21lClJmPYa1IjNl971GjZevsGwNxbWUBiwCycwXoZ_-6JAoiSCIg_Q017fx8ocakgu9w4V8WG-hebc1u3ePmU_6bSvMdD1y_wcSNujLdBbdHJdZbwUdScFu5yHAiNYf1HKMLksfwb9-kJ44dAfticRRwgZwpp9g/s1600/Generation.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Como era de esperar, antes de que termine el año tiene que haber un Lp en las tiendas. Y no hace falta complicarse la vida con el título, porque “My generation” le sienta como anillo al dedo. El grupo, sin embargo, no está tan convencido: al igual que le pasaba a los Kinks por entonces, tanto el sello como Talmy tienen mucha más prisa que ellos. De todos modos tratan de ponerse a la altura, y de un total de doce piezas hay solo tres versiones, bastante competentes: “I don’t mind” y “Please, please, please” de Brown -por insistencia de Daltrey, devoto suyo- y el “I’m a man” de Diddley. La exhibición instrumental titulada “The ox”, apodo por el que se conocerá a John, está compuesta por el grupo salvo Daltrey con la ayuda del legendario teclista Nicky Hopkins, y las demás son todas de Pete. Y aunque él no esté muy de acuerdo, muchos consideramos que esto es ya el abecé de los Who: en primer lugar no hay un claro predominio de unas canciones sobre otras, lo cual indica que no hay relleno. El indiscutible estrellato de “My generation” no ensombrece a nuevas clásicas como la vigorosa “Out in the streets” que abre el disco, ese pop contrahecho de “La-la-la lies”, el casi himno “The kids are alright”… El nivel medio es soberbio. Pero además, y aunque todavía hay influencias claras del r’n’b en su vertiente pop, o algunos retazos de los Kinks, este ya es un disco propio al cien por cien: son influencias, no deudas. Y si Elvis Costello dice que “este disco es mejor que todo lo que yo haya hecho”, sabrá por qué lo dice. Ah, y los fans lo llevaron al top cinco, lo cual indica que no solamente lo compraron los mods, así que los Who ya son el cuarto as. Aunque en Estados Unidos la cosa irá mucho más lenta; de hecho las ventas allí son bastante flojas, y su primera gira no llegará hasta 1967. Bueno, pues ellos se lo pierden.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Entre finales de 1965 y principios del 66 hay cambios significativos en la dirección administrativa y técnica del grupo: en general, serán para bien. Pero esa es otra historia, otro tiempo, así que de momento nos conformaremos con lo que nos han dejado hasta ahora. Que tal vez parece poco, pero es mucho.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-40158945194242824062023-10-16T13:52:00.006+02:002023-10-21T21:22:54.010+02:001960-65: Londres despierta (VI) <div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkd56Ise5rAcAyBAcLD-0HN8Q0PALyZq6LGGRJRzdsU5kpRluLj7Br20ed3i11KYvbHFgC9Mnij5j9TYFlxhTfJC_Po9KMAdjSMvWCPJ1MmMeo5RNnLS1JvAg-ars6JnwqjNIHlCiFfGi3NralKy1TqTcPM5z1qF0Rd8yCEZ2zkNawJs9epCbIrU8pYQ/s1600/who.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="424" data-original-width="634" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkd56Ise5rAcAyBAcLD-0HN8Q0PALyZq6LGGRJRzdsU5kpRluLj7Br20ed3i11KYvbHFgC9Mnij5j9TYFlxhTfJC_Po9KMAdjSMvWCPJ1MmMeo5RNnLS1JvAg-ars6JnwqjNIHlCiFfGi3NralKy1TqTcPM5z1qF0Rd8yCEZ2zkNawJs9epCbIrU8pYQ/s1600/who.jpg" /></a></div><span style="color: #283527; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b><i>“Es fabuloso, mágico, surrealista, verlos bailar a todos ante la reverberación de mis solos de guitarra: entre el público, mis amigotes de la escuela de arte parecen algo envarados, rodeados de desgarbados mods del norte y del oeste de Londres, esa hueste de adolescentes que ha llegado a horcajadas de sus fabulosas vespas, colgados de anfetas, con buenos zapatos y el pelo corto. No puedo decir lo que pasa por las cabezas de mis compañeros de grupo, incluso dentro de la banda me suelo sentir algo solo; pero esta noche de junio de 1964, en el primer concierto de los Who en el Railway Hotel de Harrow, Londres Oeste, me siento invencible”. </i></b></div></span><div><span style="color: #444444; font-family: verdana;">Pete Townshend (“Who I am”, memorias) </span></div><div><span style="font-family: verdana;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Los Who. Los que faltaban para completar ese fabuloso póker de ases con el que la Isla alcanza el trono de la música popular. Sus influencias musicales son las mismas que tuvieron todos los nuevos grupos británicos de entonces, pero tras la aparición de los Kinks su carrera comenzó a perfilarse con más claridad. En poco tiempo llegaron a parecer una especie de “versión alternativa” de la banda de Ray Davies. Al menos son tan ingleses como ellos en la conciencia de su identidad y la percepción de su entorno social, lo que por supuesto se traslada a las letras de sus canciones; sin embargo, en lo musical son más directos, más contundentes, sin tantos matices. Y esa misma contundencia es la que muestran sobre el escenario, donde su actitud -o su actuación- pronto los confirma como una de las bandas con mejor dominio de la violencia escénica. En otras palabras: si en los Kinks la crudeza en las relaciones personales se trasluce en una tensión continua, los Who son más teatrales; tampoco es que el ambiente interno sea un lecho de rosas, pero lo primero es el escenario. Se podría resumir, de una manera imperfecta pero creo que al menos simbólica, diciendo que mientras en los Kinks se percibe un aroma costumbrista los Who buscan la épica. En cualquier caso, son dos grandísimas bandas que de un modo u otro se complementan (en sus primeros tiempos llegaron incluso a trabajar con el mismo productor). Y como consecuencia, el mundo está lleno de fans que tenemos el corazón “partío”. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>El Ray Davies de los Who es Pete Townshend, vecino del oeste de Londres e hijo de músicos con relativa popularidad (el padre destacaba con el saxo y la trompeta, y llegó a grabar algún disco). Sin embargo hacían honor a la mala fama que se le atribuye a la gente de “la farándula”, y la convivencia entre broncas constantes en las que el alcohol tenía mucho que ver se hacía difícil (cuando no andaban, él, ella o ambos, en actuaciones lejanas). Ese ambiente familiar hizo de Pete -que además soportaba en el colegio frecuentes pullas por su nariz desmesurada- un muchacho con tendencia al aislamiento, el dibujo y la lectura de novelas. En cambio su afición por la música, que debería haber surgido en casa teniendo en cuenta su origen, nació en el cine, con once años: aquella película para todos los públicos de 1956, aquel tremendo despliegue de figuras titulado “Rock around the clock”, que marcó a tantos adolescentes, también lo marcó a él. Aquel novedoso estilo llamado rock and roll era mucho más atractivo que el jazz o el swing que les gustaba a sus padres; y como consecuencia una guitarra tenía más encanto que los instrumentos de viento, a los que comenzó a asociar con un mundo pasado. Y poco después, a base de insistir, consiguió tener su primera acústica y abandonó la armónica. También por entonces, en el colegio, conoció a John Entwistle. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>John solo tenía unos meses más que Pete, pero parecía que fuesen años; tal vez por su gesto serio, o por el tipo de música que le gustaba, o porque cuando lo conoció tocaba la trompeta, uno de los instrumentos que tocaba su padre, e incluso la trompa en una orquestina. Lo cual tenía su lógica, ya que también él era hijo de músicos más o menos tradicionales. El ambiente familiar era igual de conflictivo que el de Pete (sus padres se separaron pronto), y también él era un poco reservado: tal vez por esa suma de coincidencias se hicieron amigos. Su primer grupo fue un cuarteto llamado los Confederates, donde Pete se ejercitaba con el banjo; aunque aquello aún iba en la onda del trad jazz, ya que junto a él y John había un clarinetista y un batería. Pete acabó distanciándose y durante unos meses se dedicó a organizar el futuro inmediato: lo más destacado fue su ingreso en la escuela de Arte de Ealing, intentando compaginar sus dos aficiones, la música y el dibujo. Pero no perdió la amistad con John, que finalmente abandonó los instrumentos de viento y decidió fabricarse un bajo. Cuando comenzaron a ensayar de nuevo, ambos estaban ya “electrificados” y ensayaban en casa de Pete con frecuencia. Poco antes John había entrado en los Detours, un grupillo liderado por otro compañero de colegio llamado Roger Daltrey, una especie de teddy boy macarrilla conflictivo, bastante abusón y aficionado a la bronca, tanto con los compañeros como con el profesorado, que ya lo consideraba un caso perdido: al final consiguieron echarlo con la excusa de que lo habían pillado fumando. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Daltrey presumía de guitarrista -se había construido una guitarra blanca, muy molona-, pero estaba claro que lo suyo era el contoneo y la chulería. Vamos, que era ya todo un frontman. Y aunque había tenido más de un cruce de palabras poco amigables con Pete en el patio del colegio, John intercedió por él y lo convenció de que era muy bueno con la guitarra; así que, sorpresivamente, el altivo Roger accedió a que entrase en los Detours. Los Detours se fogueaban, sobre todo, en fiestas colegiales donde interpretaban el material de moda, desde country o rock and roll blanco (Buddy Holly sobre todo) hasta los éxitos de los Shadows; pero a finales de 1962 ya estaban consiguiendo actuaciones en pequeñas salas de baile, y sus ingresos habían mejorado. Por entonces uno de los locales de moda era el Ealing Club de Korner y Davies, con quienes tocaban tres de los futuros Stones: Pete comenzó a frecuentar ese local y a sentir la llamada del r’n’b; incluso acabó imponiendo su criterio de que los Detours debían incluir piezas de ese estilo en su repertorio. A mediados de 1963 el grupo se estaba asentando, pero al mismo tiempo él no estaba seguro de qué camino seguir, las artes plásticas o la música. Claro que John y Roger estaban ya ante un dilema parecido, puesto que ambos compaginaban la música con un empleo convencional. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>Antes de terminar 1963 los Detours consiguieron entrar en el circuito de grupos teloneros, lo cual significaba que ya compartían escenario con los que estaban pasando a primera línea como Stones, Yardbirds o Kinks. En paralelo, hubo un cambio de nombre: John se enteró de que había otros Detours, y tras una pequeña negociación, el día de San Valentín del 64 pasaron a llamarse The Who. Por fin, poco antes del verano, Pete abandona la escuela de arte: a partir de ahí, las cosas van más rápido. Y al igual que pasó en Beatles y Kinks, el puesto de batería fue el último en asentarse: Keith Moon, un chaval que ya había estado entre el público otras veces, subió al escenario aprovechando que el batería (en aquel momento no tenían uno concreto, sino que cambiaban con frecuencia) había salido, y se sentó ante ella. Lo que vino luego fue una exhibición en el más amplio sentido de la palabra, tanto en el aspecto técnico como en la cantidad de gestos histriónicos que acabarían siendo su marca de identidad. Hay que reconocer que, con solo diecisiete años, Moon era ya un batería solvente: había aprendido con tres o cuatro personajes conocidos de la ciudad, y tras foguearse en algunos grupos de barrio estaba en ese momento trabajando en una banda de covers (<i>“No mencionó hasta mucho más tarde que era un fan aguerrido de la música surfera californiana, aunque podríamos haberlo sospechado: la banda con la que tocaba se llamaba Beachcombers”</i>, dice Pete en sus memorias). Ya en el colegio tenía fama de hiperactivo y al mismo tiempo incapaz de concentrarse en una sola cosa, conflictivo, medio chiflado… Curiosamente, con quien mejor se llevó desde el principio fue con John y no tanto con Roger, que le quitaba protagonismo. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>La madre de Peter, ante lo convencido que estaba su hijo sobre su futuro, decidió hablar con uno de sus amigos, un mandamás del sello Fontana, que les ofreció grabar un single. Poco antes habían conocido a Peter Meaden, uno de esos muchachos londinenses que últimamente estaban surgiendo de la nada y en cuatro días ya eran publicistas, aspirantes a manager y lo que hiciese falta con tal de apuntarse a la competición más en boga de la ciudad: dar con el nuevo grupo maravilloso. Meaden los convenció de la importancia de una imagen distintiva, y les puso como referencia a los mods: en lo musical eran perfectamente compatibles, y los cuatro mantenían algunas similitudes en lo estético. Añadió que el nombre “Who” era gris, y que una cosa como “High Numbers” tendría más gancho (los numbers eran la segunda tribu en importancia tras los faces en la reserva mod; a diferencia de estos, más envarados y presumidos, con más dinero para comprar ropa, los numbers eran la facción “proletaria” y gustaban de llevar camisetas con números). Y por último, sostuvo que debutar con piezas originales era más lustroso que hacerlo con versiones: él les escribiría dos. </b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>En aquel verano del 64 llega a las tiendas el single de los High Numbers, con “Zoot suit” en la cara A y “I’m the face” en la B. Ambos títulos son claras referencias a la cultura mod, ya que el zoot suit es una vestimenta muy popular entre los afroamericanos distinguidos de los años 40 (que algunos pavos reales londinenses también usaban); y si eres EL face, no hay duda: eres el jefazo. Por desgracia en lo musical la cosa no era para tanto, ya que la A es una copia descarada del “Misery” de los Dynamics, y hasta la guitarra suena prácticamente igual. La B es “I got love if you want it” de Slim Harpo, convenientemente actualizada… por los Kinks, que ya llevaban unos meses tocándola en directo y la incluirán en su primer Lp; al menos en esta sí hay que reconocer que Pete y sus colegas le han hecho un lavado de cara, e incluso resulta más atractiva. En resumen, que la única contribución de Meaden ha sido cambiar las letras. No llegaron a venderse ni quinientas copias (que en su mayoría compró el propio Meaden, en un intento -tan común por entonces- de alcanzar las listas), y hoy en día es una rareza para frikis: según el Record Collector, un original en buen estado anda sobre las mil quinientas libras. El señor de Fontana, sintiéndolo mucho, no puede hacer nada más. Parece que los High Numbers tienen poco futuro…</b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b>
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</b></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><b><br /></b></span></div>Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-14499023660629594582023-10-09T13:45:00.007+02:002023-10-17T18:39:17.115+02:001960-65: Londres despierta (V)<div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Ray Davies comienza a sentirse presionado por su sello discográfico, que tras dos singles sin pena ni gloria se impacienta. Por otra parte sabe que ha llegado la hora de abandonar la muleta del beat y andar por su cuenta, aunque PYE piensa justo lo contrario ("el beat es la moda, hay que hacer canciones en ese estilo pero con más chispa"). Y justo entonces queda enganchado en las escalas que escucha de un saxofonista de jazz en la televisión: hay alguna similar, aunque en otro tono, con las que ha estado trasteando al piano, y en concreto una muy simple que no sabe cómo tratar pero que podría aprovecharse... <i>¿A ti qué te parece?</i> Dave la escucha y de pronto es como si un relámpago le hubiese deslumbrado: coge su guitarra, la conecta a su pequeño amplificador con el cono rasgado (un apaño que le ha hecho con una cuchilla de afeitar para que suene más rasposo) y ahí está: un <i>fa-sol-fa-sol-sol</i> rabioso surgió de aquel ronco altavoz. A continuación Ray se puso a completar el resto de los acordes y la letra; que habría de ser simple, como lo era el riff (“una canción de amor para los chicos de la calle”, dijo). Luego vendrán los señores periodistas a decir que “You really got me”, publicada en pleno verano del 64, es la abuela del heavy metal, o es protopunk, o lo que a ellos les parezca, pero aquí entran los Kinks en la Historia. Esa canción les da su primer número uno y los lanza al mismo tiempo en Europa y Estados Unidos: en ese momento, son la nueva maravilla blanca. Ah sí, también este single tenía una cara B; más “convencional”, pero muy agradable.</b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVmqTEyzm0WNN-5ilD8rwvNWGJdo7SbqX4henj7zs7daQ-qCI7FYO3OfuoetNvAWM1HYbGvAs-YlmOB3IOi9KlL2hKDIjFCSQaSA8IqpFt-u7xHZSxmgCyY8oe9ivnu0eF0EytAddZE_Rim9XGR7XE6E5WB4K1q6KBT_xaY7ApE5PWxnjGavO64xj1_g/s1600/kinks%201.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="405" data-original-width="405" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVmqTEyzm0WNN-5ilD8rwvNWGJdo7SbqX4henj7zs7daQ-qCI7FYO3OfuoetNvAWM1HYbGvAs-YlmOB3IOi9KlL2hKDIjFCSQaSA8IqpFt-u7xHZSxmgCyY8oe9ivnu0eF0EytAddZE_Rim9XGR7XE6E5WB4K1q6KBT_xaY7ApE5PWxnjGavO64xj1_g/s1600/kinks%201.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b><span style="color: #20124d;">Tras una conmoción que en ese momento los iguala en poderío a Beatles y Stones, a los señores de PYE les cambia el gesto y apremian al grupo a completar material para su primer Lp, que a principios de Octubre ya está en las tiendas con título homónimo. Al igual que los de sus competidores, se compone de versiones y piezas propias: de un total de catorce (cantidad poco frecuente), cinco son de Ray y seis son versiones; la instrumental “Revenge”, que aprovecha estructuras de “You really got me”, va firmada a medias por él y Page, mientras que las otras dos son piezas tradicionales reescritas por Talmy (para apuntarse derechos de autor). El disco es un tanto irregular; a algunos nos parece que, salvo alguna excepción como en “Got love if you want it” de Slim Harpo, las versiones no son su punto fuerte. Y la voz de Dave, que canta en tres piezas, tampoco me parece memorable. Las propias en cambio, serán mejores o peores pero ya demuestran una personalidad bastante marcada aunque algunas, como “So mystifying”, muestren herencias de los Stones. Ahí viene “Stop your sobbing”, otra de sus primeras clásicas, y por supuesto “You really got me”. Resulta interesante esa actualización que hace Talmy con “Bald headed woman”, que luego será versionada también por los Who. En resumen, que sin ser una maravilla el disco se defiende, y aunque sea por el tirón de su canción estrella llega al top 3, con lo cual el futuro inmediato parece despejado. En cuestión de días, para remachar, llega el single que contiene “All day and all of the night”, una especie de alternativa sobre “You really got me” y que consigue un resultado similar. Por cierto, que años después los Doors publicarán “Hello, I love you”, que tiene un parecido evidente; los parecidos pueden no ser intencionados, y si la cosa no es muy descarada suele colar (como contaba </span><span style="color: #660000;"><a href="https://caseriosolnaciente.blogspot.com/2023/09/mr-soul.html">Rodión</a></span><span style="color: #20124d;"> el otro día, “Mr. Soul” de Buffalo Springfield le debe algo a “Satisfaction”, por ejemplo). Pero en este caso un juez decidió que había que pagar: Morrison estuvo de acuerdo, pero a Manzarek le costó más trabajo. Aún hubo un disco más, un Ep de cuatro canciones (con tres propias) antes de terminar un año triunfal en el que la prensa ya habla de un trío de bandas británicas divinas. La british invasión va a todo tren.</span></b></div></span>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6dlizJdJhFl98CBw9duv4bBCVRxJRjH48qQkyfp-KUgvlMqJtEDq4mO3yFkOlV_l4sbnYqeqCZm2SEpAf_llrPRx_dP0BimkH5mV_BF3ORjH4putIdeFzrq0F1jRskcEU_7U7nn552EIiL6267RbMErXXyfKwCE4TAoC6z2696ATKGjmzPDMjJ4yXbg/s1600/Kinda.jpg" style="clear: right; display: block; float: right; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="408" data-original-width="408" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6dlizJdJhFl98CBw9duv4bBCVRxJRjH48qQkyfp-KUgvlMqJtEDq4mO3yFkOlV_l4sbnYqeqCZm2SEpAf_llrPRx_dP0BimkH5mV_BF3ORjH4putIdeFzrq0F1jRskcEU_7U7nn552EIiL6267RbMErXXyfKwCE4TAoC6z2696ATKGjmzPDMjJ4yXbg/s1600/Kinda.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>El año 65 se inaugura con todos los honores: en Enero llega “Tired of waiting for you”, otra pieza para alimentar el mito, otro número uno para la colección. Poco después se publica “Kinda Kinks”, el segundo Lp, que aparte de su éxito en ventas -otro top 3- es un notable salto de calidad, aunque Ray ya comienza a quejarse del trabajo de producción que hace Talmy (un admirador de Spector pero sin sus recursos técnicos). Por otra parte, de una docena de piezas solo dos son versiones: el blues “Naggin’ (woman)” de Jimmy Anderson, y “Dancin’ in the street”, una de las perlas de la Motown; tienen encanto, pero probablemente están ahí de relleno por la prisas del sello en publicar cuanto antes. Ray tiene ya un perfil definido, y comienzan a surgir canciones “de autor” como la exquisita “So long”, acústica, en la que ya se percibe esa intencionalidad de reflejar sus sensaciones más profundas (el no saber hacia dónde se va, dejar atrás su universo conocido -<i>Got no time for Muswell town</i>-, esa morriña existencial tan suya). En lo puramente musical este disco es un compendio de varios estilos, desde el beat con “sello de la casa” -“Got my feet in the ground”, o el pop melódico del estilo “Something better beginning” hasta el cruce entre pop y r’n’b de piezas de ritmillo venenoso como “Wonder where my baby is”, lo cual puede hacer pensar que o bien es un disco de transición o, simplemente, como decía Ray, “Probamos con varios estilos y no estábamos a gusto en ninguno”. Así que este es uno de los discos en los que su opinión no cuadra con la del público e incluso la crítica: él sigue pensando que es una obra menor, mientras que a casi todos sus fans nos parece muy bueno. Tal vez se deba al cabreo por la producción, “llena de fallos” según él. Y en parte tiene razón, ya que las prisas continuas del sello les obligan a ir a toda velocidad: en PYE estaban acostumbrados a vivir del single, de los éxitos inmediatos, y nunca gestionaron bien a los músicos con proyección como ellos. Tenían miedo de que a sus estrellas se les acabasen las ideas de un día para otro, y trataban de exprimirlos.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">La situación interna del grupo, un tanto desbordado por el creciente número de giras, cada vez más intensas, agotadoras, se degradaba a ojos vista. Los dos hermanos son de carácter fuerte, desde pequeños habían vivido en un continuo antagonismo y en ocasiones llegaban a montar verdaderas peleas antes, después o durante una actuación. Dave en concreto tuvo épocas enloquecidas, sobre todo en los primeros años del grupo: sexo, drogas y rock and roll a caño libre, para resumir (y Pete, frecuente compañero de correrías, no era mejor que él). La tensión se desbordó en una gira isleña, en Mayo, durante dos días encadenados: según Ray, Dave y Mick ya empezaban a odiarse por entonces. Una noche, tras la actuación, un Dave bastante borracho golpea a Mick, este se defiende y la bronca pasa a mayores. Al día siguiente, en pleno escenario, Dave insulta a Mick, empieza a darle patadas a la batería y Mick, exasperado, le lanza el soporte de un platillo que casi le quita un ojo y le abre una brecha que sangra con abundancia: Ray, atónito, creyó por un momento que su hermano había muerto. Finalmente Dave recibe 16 puntos de sutura en la cabeza, y por supuesto la gira quedó suspendida. La fama de violentos que ya tenían los Kinks comenzó a resultar un lastre. Pero Larry Page supo manejar bien el conflicto: dejó pasar unos días y luego reunió a los cuatro en su despacho. Los había llamado por separado, sin que unos supiesen que iban a estar los otros, y les informó de que había firmado su primera gira americana. <i>¿Y ahora qué vais a hacer, seguir a hostias o tomarlo en serio?</i></b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><i><br /></i></b></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Decidieron, al menos de momento, dejar la tensión aparcada y volar hacia el país soñado desde que eran pequeños. Aunque para Ray la sensación fue agridulce, ya que justo en esos días acababa de ser padre. Y aquí, para que se comprenda mejor lo que pasó, hay que recordar cómo era -y tal vez lo sea aún- la especial “idiosincrasia” del americano (vale, estadounidense) medio. Porque a los estadounidenses de bien no les gustaba ver llegar a esa tropa de ingleses melenudos, maricas y probablemente comunistas, que venían a robarles el trabajo a sus compatriotas y emponzoñar la moral de sus hijos: la mayor parte de los músicos británicos de la época tienen muchas historias que contar sobre esa mezcla de odio y desprecio con la que se les trataba en los aeropuertos (<i>¡Huy, qué niñas más guapas! ¿O sois niños?</i>), hoteles, carreteras e incluso en la radio o televisión. Y en un encontronazo de ese tipo se les hundió la carrera en aquel país por un tiempo.</b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><b></b></div></span><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>La cosa ya empezó mal en el aeropuerto, cuando un policía de aduanas preguntó a Ray si era un beatle o una chica, a lo cual contestó aquello de “<i>Soy una chica, como mi hermano</i>”: esa frase los dejó retenidos allí unas cuantas horas, para que se les bajasen los humos. Las primeras actuaciones fueron transcurriendo sin mucha queja, aunque a medida que se internaban en el país disminuía el índice de asistencia: estaba claro que unos cuantos organizadores habían firmado actuaciones del grupo por inercia, y si las salas estaban semivacías en muchos lugares del mapa era porque allí nadie sabía quiénes eran esos kinks. Algunos intentaron no pagarles, o pagar mucho menos, y el grupo lógicamente se opuso: en venganza, ahí llegó la primera denuncia al Sindicato de Músicos. A cambio intervinieron en un buen número de programas musicales televisivos e incluso más de un especial, pero por fin llegó la desgracia tras un programa en Los Angeles. Un sindicalista les pone delante unos papeles para firmar, sin tiempo a leerlos siquiera: Dave se niega y el otro empieza a insultarlos, zarandea a Ray y este le lanza un puñetazo. Por el medio ha habido desprecios de varios músicos (“<i>Mike Love, de Los Beach Boys, contoneándose ante nosotros como si fuese un pavo real</i>” dijo Ray. “<i>Ni siquiera nos saludó, ninguno de ellos. Celos profesionales, supongo</i>”), y finalmente llega la venganza del sindicato, que les prohibirá actuar allí por cuatro años. Ni siquiera hubo una razón concreta, pero en aquel momento les dio igual: América no era lo que había esperado.</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div></span><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Durante unas semanas, antes de volver al trabajo intensivo, Ray al menos trató de recuperar la tranquilidad disfrutando de la relajada vida familiar. Por entonces se publicó un single cuya cara A era "See my friends”, la primera canción occidental hecha con ese aroma de raga que luego se pondrá de moda en medio mundo. Ray ha escuchado el cántico que entonan unos pescadores en la playa cercana al hotel de Bombay en el que está hospedado el grupo de camino hacia Australia, y tanto ese cantar como algunas ideas de la filosofía hindú le impresionan. Como curiosidad y por una vez en la vida, tanto Beatles como Stones se pusieron de acuerdo: es una de sus mejores canciones, y no les importaría haberla escrito ellos. Sobre la letra se ha dicho muchas veces que hay un cierto aroma de homosexualidad, y el propio Ray admite ese enfoque aunque aclara que en esencia la cosa es más amplia, más abstracta, está por encima de un género u otro, y hace mención a aquella estancia en India, por muy breve que hubiese sido. Un buen contraste a ese espíritu podría ser “A well respected man”, incluida tanto en single como en Ep y en la que Ray ironiza sobre las personas “de orden”, que lo hacen todo bien y a su hora, elegantes, pulcros, impolutos. Ahí la inspiración le vino en aquella corta época familiar en la que incluso llegó a acudir a un campo de golf, “a dar unos golpes”, y comprobó que muchos de los personajes que se movían en ese ambiente pertenecían a una clase distinta a la suya, afectados, displicentes, aunque algunos no tenían inconveniente en relacionarse de vez en cuando con la plebe: de un leve encontronazo con uno de ellos, un militar que le ofreció echar una partida en cuanto supo que era “un músico”, viene esa canción.</b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div></span>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfm1mEb8xU3iR5LpPuxvQUZSm9ILFh9ChceAEj2lSWa02b6X8XYH04OgusIWKrf1BGSUq5YhK7WtoM5KKmvhMizLsmeooij4W2kOVW4dzgWkW2J3pV7K7BH8oU37glYtWvjGgV9itRw_5VQQjtTEHkOErVPM9sl0R5JwpCYFvfWwl5pUQVRJQvo-dIgQ/s1600/Kontroversy.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="400" data-original-width="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfm1mEb8xU3iR5LpPuxvQUZSm9ILFh9ChceAEj2lSWa02b6X8XYH04OgusIWKrf1BGSUq5YhK7WtoM5KKmvhMizLsmeooij4W2kOVW4dzgWkW2J3pV7K7BH8oU37glYtWvjGgV9itRw_5VQQjtTEHkOErVPM9sl0R5JwpCYFvfWwl5pUQVRJQvo-dIgQ/s1600/Kontroversy.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>A finales de Noviembre se lanza el tercer disco grande con el título de “The Kink kontroversy”, que viene a ser una ironía sobre la fama conflictiva que arrastraban. Por esa época se produce la marcha –expulsión, más bien- de Larry Page, que comenzaba a ser un parásito en el sentido tradicional de la palabra: ganaba dinero de varias maneras a cuenta del grupo, mientras artísticamente ya estaba más interesado en algunas figuritas americanas que en ellos. Por primera vez el listado de canciones coincide en la Isla y en Estados Unidos, lo cual tampoco importa mucho porque allí solo funcionan bien sus singles. De nuevo se podría considerar como un disco de transición, aunque tiene más categoría que el anterior, porque sigue habiendo una gran mezcla de estilos. En cuanto a la temática y el “tono anímico”, por decirlo así, no hay duda de que Ray se está asentando y cada vez da más valor a sus reflexiones sobre la vida que le rodea, sus nostalgias de tiempos y lugares o la ironía sobre el clasismo enfermizo de su país. Sin embargo hay veces en que se nota desequilibrio entre la calidad de las letras y la música que las envuelve; y tan respetable es la perspectiva de Ray como la de buena parte de los aficionados, que siempre elegirán lo segundo sobre lo primero (Aunque resulte cruel, repito aquella frase de las divinas Vainica Doble cuando decían que sí, que todo el mundo alababa sus letras, pero que si las habían hecho era para que cuadrasen con sus músicas: “<i>quien quiera letras, que se compre un libro</i>”). De todos modos hay verdaderos fogonazos de genio como “Till the end of the day” -la indiscutible estrella del disco- o “Where have all the good times gone?” (que además fueron cara A y B en single) y como siempre el nivel medio es excelente. Pero, al igual que en Estados Unidos, también en Europa hay cada vez más diferencia entre el nivel de ventas que alcanzan sus discos grandes (este será su último top 10) y los singles.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Los Kinks entrarán en el segundo quinquenio de los años 60 con esa fractura ya muy marcada: disco grande para el fan “entendido”, single para el aficionado medio. Y por otra parte, no siendo una banda de masas como Beatles o Stones, su situación económica se agrava a causa del boicot estadounidense. Los Kinks cargan con un montón de lastres. Benditos sean. Nadie dijo que la vida fuese un camino de rosas.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div>
Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-33194864960018693132023-10-02T17:04:00.004+02:002023-10-03T21:00:26.857+02:001960-65: Londres despierta (IV)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYEdQTuAh8ND7LdCMdNh5HbLQwrEm7jGcaVohFaqZYHXZXBMysyRM-ZxuwcvSZBd3NA2dPIPkIEQPltj61Z1z3g5HK_Xt3GVsct6gF4spsCt_O9utfAMWEAt9sSoyf3fo1iE7GvJvexVFI8Ds7YYR9Wb3oGbrg5SFxnJdxIXmqdGssaIx8uhOpBCKNXw/s1600/Kinks.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="387" data-original-width="620" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYEdQTuAh8ND7LdCMdNh5HbLQwrEm7jGcaVohFaqZYHXZXBMysyRM-ZxuwcvSZBd3NA2dPIPkIEQPltj61Z1z3g5HK_Xt3GVsct6gF4spsCt_O9utfAMWEAt9sSoyf3fo1iE7GvJvexVFI8Ds7YYR9Wb3oGbrg5SFxnJdxIXmqdGssaIx8uhOpBCKNXw/s1600/Kinks.jpg" /></a></div><span style="color: #500909; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b><i>“Los Kinks eran los más típicamente ingleses. Siempre pienso que Ray Davies debería ser laureado como poeta: inventó un nuevo tipo de poesía y de lenguaje para la composición pop que me influyó desde el principio. Creo que está muy infravalorado. En el rock británico, es uno de nuestros únicos genios verdaderos y naturales; fue una de las primeras personas que definió el lenguaje pop, lo refinó, lo purificó y lo convirtió en lo que es hoy". </i></b></div></span><div><span style="color: #274e13; font-family: verdana;">Pete Townshend
</span></div><div><br /></div><div><span style="color: #274e13; font-family: verdana;"></span></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Siguiendo escrupulosamente la fecha del debut discográfico de cada una de las cuatro bandas míticas que dieron luz a la invasión británica y a muchas cosas más, hoy nos visitan los Kinks. Otra prueba de que el carácter y la personalidad juegan un papel decisivo en la carrera de un grupo, porque como diría Oldham también los Kinks son un modo de vida. Todos los grandes lo son. Y si hablamos de grandeza, reitero que si están aquí en tercer lugar es únicamente por la fecha de su primera grabación, ya que, objetivamente, no tienen nada que envidiar a nadie. Y si nos vamos a lo subjetivo, hay muchos miles de personas en todo el mundo que los llevan en el alma con mucha más convicción que a los Beatles o a los Stones. Por otra parte, ya lo dice Townshend (o Jagger, que no suele prodigarse en alabanzas a sus colegas), son lo más genuinamente británico que ha parido esa isla, por muchas razones. Y la primera es su propia conciencia de clase: los Beatles o los Stones dirán lo que quieran, pero sólo los Kinks -y en otro tono los Who- son conscientes de dónde vienen y airean su origen con orgullo; otra cosa es que desde ahí traten de elevarse, pero sin traicionar su esencia. Y en ese origen hay tanto de barriada, de oscuridad, dureza y violencia, como de nostalgia por un pasado en el que se unen las realidades y las ensoñaciones. De puertas adentro, la infancia de los Davies está amenizada por un piano de pared que le hacía la competencia a un viejo gramófono de 75 rpm, y ese pequeño mundo está a su vez inserto en la realidad proletaria del barrio de Muswell Hill. La ensoñación es esa esquizofrenia que se vive al detestar la vetusta era victoriana –de componentes casi medievales- y echar de menos parte de su estética, que nunca se compone únicamente de imágenes. Es tal vez la añoranza de la infancia perdida, esa de la que al mismo tiempo los Davies querían huir. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Sus orígenes como aficionados no difieren mucho con respecto a los demás músicos de la época, porque quien más y quien menos venía de infancias parecidas: que en aquel gramófono se oyesen desde orquestas como la de Cab Calloway hasta clásicas del music hall era algo común. Otra cosa es en qué grado afecta a unos y a otros esa banda sonora, y está claro que a Ray le afectó mucho; sumado a eso, la novedad de las músicas negras que se están oyendo en la radio y, por supuesto, el rock and roll que va desarrollándose en paralelo a su primera adolescencia. En 1962, recién expulsado del colegio, él y su hermano son dos de esos jóvenes británicos que entran en la escuela de Arte; la idea fue de su madre, pero especialmente Ray no tenía sentido en ningún otro sitio: “<i>Crecí con el miedo a ser aplastado como individuo, lo vi cuando iba al colegio. Yo quería ser artista, pero si no llegas al nivel el sistema te prepara para que trabajes en una fábrica de piensos"</i>. Y aunque ya entonces deseaba ser músico, hasta ese momento tanto él como Dave habían destacado únicamente en los deportes. La estancia en ese lugar le sentó muy bien, tanto en lo artístico (ahí descubrió su interés por el teatro, el cine o la pintura) como en lo social (el realismo es la corriente de moda en media Europa por entonces). Y por último las drogas, algo que parece casi consustancial a ese tipo de lugares: Ray ya estará un poco cansado de ellas cuando llegue la psicodelia; pronto caerá en el consumo desmedido de alcohol, pero ese hastío tan temprano define bien al personaje y explica el hecho de que los Kinks sean la única gran banda británica que prácticamente no tiene obra de ese tipo. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Aquel año fue muy productivo, porque entre otras cosas comenzaron a tocar en pequeñas agrupaciones; ese rodaje era imprescindible para mejorar su digitación con la guitarra -Dave ya era mejor que él- y además profundizaron en nuevos estilos musicales como el blues e incluso el jazz, signos distintivos de las escuelas de arte. También en la escuela les dio tiempo a conocer a Pete Quaife, aunque no estuvo en ella ni siquiera un mes; Quaife estaba aprendiendo a tocar el bajo, y pronto el trío se hizo inseparable. Con el añadido temporal de un batería amigo de Quaife, pasaron por varios nombres como el Pete Quaife Quartet o el más frecuente Ray Davies Quartet, en paralelo con su participación con otros músicos orientados al jazz (generalmente, la banda de Dave Hunt). En otoño, la irrupción de los Beatles con su primer single (“<i>sentí que eso podía haberlo hecho yo</i>”) ya había marcado a Ray; pero a mediados de Diciembre llega la noche “iniciática”, definitiva para él, la noche en que acude a un concierto de Alexis Korner en el que además actuaban los Stones. Ahí es cuando decide que su futuro ha de ser ese, el de desplegar una potencia energética como la que acaba de sentir con ellos. A partir de ese día, su trabajo con Dave Hunt comenzó a hacérsele monótono. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>Y así entramos en 1963. D</b><b>e nuevo hubo cambios de nombre: durante unos meses fueron los Ramrods -evidente homenaje a Duane Eddy-, los Boll-Weevils y luego los Ravens. Por entonces ya estaban prácticamente asentados en el r’n’b con tonos rockeros, al igual que la mayor parte de las bandas que comenzaban su carrera en la ciudad, así que Ray abandonó su trabajo por horas en la banda de Hunt y se centró exclusivamente en la suya. Por aquel entonces había bastantes niños pijos ansiosos de “aventuras artísticas”, jóvenes aterrados por la monotonía que su clase les auguraba y que con su dinero trataban de encontrar un sitio en los ambientes bohemios de la capital; sin ellos, probablemente no habrían existido cosas como el Swinging London (y recordemos que Epstein, allá arriba, era también un niño pijo). Y aquí surgen Robert Wace y Grenville Collins, dos muchachos de esa especie, uno comercial de ventas para las empresas inmobiliarias de su papá y otro gestor de bolsa; el que más se aburre es Wace, que quiere ser cantante. De pronto, Ray y sus compañeros se encuentran actuando en fiestas pijas -muy bien pagadas, eso sí- con el bueno de Robert como frontman. Pero en cuanto salen de su “area de comodidad” e intentan una actuación en el mundo real, aquel tono afectado y su exquisito acento de la City lo hunden. Menos mal que Grenville anduvo listo y le dijo a Ray -<i>¿quién, yo?</i>- que se pusiese al micro. Esa noche Robert abandona el mundo de la canción, pero también el trabajo con papá, y junto a Grenville crea una empresa de management para dirigir a Ray y sus amigos. También esa noche se confirma Ray como cantante, ya que nunca había estado seguro de su voz y por lo general era Dave quien se ponía ante el micro: fue el curioso entusiasmo que mostró Grenville lo que le convenció. Como era norma en la época, el contrato favorecía claramente a los managers; pero de esas cosas se va dando cuenta uno mucho más tarde. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>En otoño de ese año Robert y Grenville comienzan a mover algunas maquetas y llegan ante Larry Page, un manager y futuro productor estrella que se muestra interesado. Page y otro socio aceptan codirigir al grupo a cambio de una participación, que por supuesto disminuye aún más las ganancias futuras del grupo, pero da algunas pautas interesantes: confirma a Ray como cantante y lo anima a que escriba canciones, ya que ve en él una potencia creadora. Y, tras una sesión de fotos con látigos, ropas de cuero y demás parafernalia casi sadomasoquista, se le ocurre la idea final: “parecéis unos pervertidos” (o sea, unos kinky). “Kinks” será el nombre definitivo, aunque a los hermanos Davies aquello les pareció una chorrada. Poco después Page contacta con Shel Talmy, un ya por entonces prestigioso productor americano; Talmy parece muy ilusionado con ellos, ya que les consigue contrato con el sello PYE y será su productor hasta que el propio Ray lo sustituya. El año 63 termina con bastantes actuaciones y un batería que se marcha justo cuando PYE da fechas para su primera grabación, a mediados de Enero del 64, por lo que entran en el estudio acompañados por Bobby Graham, uno de los baterías de sesión más famosos de la Isla. Graham seguirá grabando con ellos casi todo el año, aunque ya por aquellas fechas consiguen dar con Mick Avory: su aspecto de chico formal de clase obrera no cuadraba mucho con un kinky, pero su dominio de la batería los impresiona. Así que, al menos de momento, el cuarteto parece firme y se va asentando en el directo, donde a cada día que pasa aumenta su poderío. </b></div><div style="text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="text-align: justify;"><b>El primer single se lanza con una prontitud inusual, a principios de Febrero, y la sombra de los Beatles está detrás. La cara A es una versión del “Long tall Sally” de Little Richard, que los de Liverpool habían interpretado en directo poco antes pero que no llegaron a grabar: en vista de eso, los managers sugieren que sería buena idea que la grabasen ellos aprovechando el rebufo, ya que esa actuación se había visto en la tele. Pero la cosa no funcionó porque, mientras McCartney se desgañitaba para tratar de quedar a la altura del divino Richard, el tono de voz de Ray suena un tanto apático, como si no estuviese convencido; el ritmo beat le queda bien, pero poco más. La cara B es su primera pieza propia, “I took my baby home”, y es muy agradable (yo la prefiero), aunque también recuerda al estilo norteño. Así que pronto se pondrá Lennon a insinuar que “los Kinks no son nada original”. El single no pasó del top 40, pero el grupo ya tenía actuaciones en abundancia y mientras tanto PYE decidió publicar otras dos piezas de aquellas primeras sesiones de grabación: otro fracaso. Las dos canciones son de Ray, pero hay que reconocer que tanto “You still want me” como “You do something to me” siguen debiendo mucho al sonido Mersey. En consecuencia, los de PYE comienzan a impacientarse. Ray y sus colegas se deprimen... Qué nervios....</b></div></span>
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Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-61802538948203417922023-09-25T17:33:00.002+02:002023-09-30T11:12:41.868+02:001960-65: Londres despierta (III)<div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">Comienza el otoño de 1963 y hay que ir pensando en el segundo single; que será otra versión, ya que de momento no se atreven a protagonizar una cara A en condiciones. La primera idea, el “Poison Ivy” de los Coasters, queda en suspenso porque no acaban de verlo claro, y además no se entienden con el tal Michael Barclay que Decca les ha asignado como productor (así que Oldham y en menor medida Easton seguirán también al frente de esa “sección”). Y justo entonces vuelven a surgir los Beatles. Haciendo una síntesis de las versiones que hay sobre lo sucedido, podría contarse así: Oldham se encuentra por la calle a Lennon y McCartney, los invita a ir al estudio a saludar a sus pupilos y ellos acceden. Según las malas lenguas, ambos van un poco “alegres”; aprovechando esa alegría, Oldham y sus muchachos dejan caer un inocente comentario: “Pues nos vendría muy bien alguna idea, porque estamos un poco atascados… No tendríais por ahí algo que nos sirviese, ¿eh?”. Y los magos de Liverpool pican: “Hombre, pues tenemos a medio hacer una cancioncilla que igual va bien con vuestro estilo”. Así que, delante de ellos, en un pispás, la rematan y se la entregan. Luego dirán que “I wanna be your man”, publicada en Noviembre, no pasaba de ser una simpática tonadilla pensada para que la cantase Ringo, una cosa sin mucha importancia (“No les íbamos a regalar algo realmente bueno, ¿verdad?”), pero los Stones le dan un empaque impensado que acaba rozando el top 10 y los asienta definitivamente. La cara B es su primera pieza propia, una instrumental que recuerda el “Green onions” de Booker T: tiene un pase, pero todavía no es significativa. Aquí van las dos maneras de atacar “I wanna be your man” y, francamente, prefiero la de los Stones.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5rbVtuc2YZp0Vr6AFV9ATMo2eKQ7at3SCuEOOSzgrTxka4mqJllJJTa4BJdFavTdEMNEwTGHdk6U8CZNoZ4LP8lfNpxiZssYtBvhUbJMG0FdeL6XglscM03w-oxhTc-rQNxZ7odphQv62kna9_5apwT6Gk4FAxrns8WSbpJY_BX1Yyhl9JOHwR4KMhg/s1600/Stones%201.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="419" data-original-width="410" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5rbVtuc2YZp0Vr6AFV9ATMo2eKQ7at3SCuEOOSzgrTxka4mqJllJJTa4BJdFavTdEMNEwTGHdk6U8CZNoZ4LP8lfNpxiZssYtBvhUbJMG0FdeL6XglscM03w-oxhTc-rQNxZ7odphQv62kna9_5apwT6Gk4FAxrns8WSbpJY_BX1Yyhl9JOHwR4KMhg/s1600/Stones%201.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Su primer número 1 llega a principios del 64, con un Ep en el que por fin se incluye “Poison Ivy”. Decca está ya muy ilusionada con sus Beatles particulares y los apremia a preparar el primer Lp, que se graba en cinco días, queda rematado a finales de Febrero y llega a las tiendas a mediados de Marzo. Como es norma se presentan las canciones más rodadas, y por lo tanto las más representativas del grupo en ese momento: dejando aparte las tres originales, hay un buen surtido de clásicas del blues y el r’n’b con un carácter propio ya muy marcado. En cuanto a las suyas, es de agradecer la buena intención de Brian Jones sugiriendo que todos participen por igual en los derechos de autor: el apodo de (Nanker) Phelge, que ya figuraba en su primera cara B, está aquí en “Now I got a witness”, una instrumental pasable, muy de la época, y “Little by little”, que refleja bien la personalidad del grupo en esos tiempos, con un magnífico juego de guitarra y armónica (Phil Spector acompaña con las maracas; supongo que en pago, se le cita como co-autor). Pero “Tell me”, una balada pop totalmente apartada del estilo general que ha mostrado el grupo hasta entonces, figura a nombre de Jagger-Richard. Una pista para el futuro, aunque no esté muy claro aún su significado: ¿un purista como Jones no quiere que su nombre se desprestigie figurando en una pieza pop? ¿Jagger y Richard(s) comienzan a marcar distancias, lo tuyo es tuyo y lo mío es mío? Da igual: el disco llega al número uno, y la juventud moderna ya tiene dos ofertas claramente distintas: los simpáticos y agradables Beatles o los airados y rebeldes Stones; el beat pop de melodías bien trabajadas o el sonido oscuro, tórrido pero muy rítmico, que escucha en las cuevas londinenses más actuales. Por cierto, que ese disco, como otros muchos en su carrera, no lleva nombre ni título en la portada: quien aún no conozca sus caras es que no está al día. Otra buena jugada de Oldham.</b></div></span>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh26NxT_mQ9iiC_IL2uYlTC8-_o3XvIOZUoVM-u5ZvHuFNO1OLoWQFRXzT-au4DmJRNbBMbdzICyEuqieirg_iKULstm7veeShixBNL7w27O9Ya5a8P7JiI6Nw27kjtB7IbWKubcb-Tyscg_U-fNs6aVON7nDMXCyl7UO2zTcldKmT3UgWVUBDMKkAZOg/s1600/Stones%202.jpg" style="clear: right; display: block; float: right; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="400" data-original-width="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh26NxT_mQ9iiC_IL2uYlTC8-_o3XvIOZUoVM-u5ZvHuFNO1OLoWQFRXzT-au4DmJRNbBMbdzICyEuqieirg_iKULstm7veeShixBNL7w27O9Ya5a8P7JiI6Nw27kjtB7IbWKubcb-Tyscg_U-fNs6aVON7nDMXCyl7UO2zTcldKmT3UgWVUBDMKkAZOg/s1600/Stones%202.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Sin embargo hay algo que le desagrada de sus pupilos: se están tomando con mucha calma el asunto de la composición, siguen teniendo miedo a la cara A de los singles. Trata de apretarles insistiendo en que ser compositor tiene al menos dos bondades: se te respeta más… y aumentan tus ingresos. Los Beatles ya están empezando a ganar un buen dinero por derechos de autor. Por lo demás no hay queja: han entrado con fuerza en Estados Unidos (la invasión británica va viento en popa, gracias -como siempre- a los Beatles) y los singles funcionan muy bien. En concreto, “It’s al over now” y “Little red rooster” llegan al número uno; vale, son versiones, pero da igual. En Enero del 65 llega su segundo Lp, cuya portada de nuevo se limita a lucir una fotografía del grupo pero sin una sola palabra. Bueno, pues se llamará “Rolling Stones 2”, y asunto arreglado. Eso sí, en la contraportada Oldham se pone estupendo y nos larga un rollo cuasi literario, cuasi mítico, en el que por otra parte nos sugiere que, si no tenemos dinero para comprarlo, podemos darle un golpe al primer ciego que pase, sacarle la pasta y asunto arreglado (luego ese comentario desapareció en algunas reediciones). Ya está grabado a medias entre la Isla y Estados Unidos; esta vez el famoso de guardia es Jack Nitzsche (mano derecha de Spector, entre otras cosas), que toca el piano en alguna canción, y el número uno es más rotundo que con su primer disco. La apertura con esa versión de “Everybody needs somebody to love” indica que su inclinación hacia el pop se está extendiendo también a las piezas de r’n’b, ya que esta en concreto anda más cerca del soul que de cualquier otra cosa. No digamos ya “Time is on my side”, que pasó del góspel en la primera versión de Winding a un cruce soul con Irma Thomas y aquí ya es una balada pop, un estilo en el que Jagger parece sentirse a gusto. En cambio las tres piezas originales mantienen ese tono r’n’b tan personal que augura un buen futuro. En resumen: se les ve muy sólidos y ampliando la perspectiva.</b></div></span>
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<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHPeaKP8VujUAYbF4JZYsFoaZL6JhzhlT_TMRoHHq8WxiA1vsyBN5kpwWRDAZTWqIkzPwmIh3NfdJTNfOYVpuucr43zHGXKUNjD0mCWuoMN7I2tprTyRLCwnAte-0YGS5KsOdSpaF9bl2BnL8EzNMKe2FBmg06CoSGn8GAh_LuSTS-MtfFDJeWLs5jKg/s1600/Out%20heads.jpg" style="clear: left; display: block; float: left; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="412" data-original-width="404" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHPeaKP8VujUAYbF4JZYsFoaZL6JhzhlT_TMRoHHq8WxiA1vsyBN5kpwWRDAZTWqIkzPwmIh3NfdJTNfOYVpuucr43zHGXKUNjD0mCWuoMN7I2tprTyRLCwnAte-0YGS5KsOdSpaF9bl2BnL8EzNMKe2FBmg06CoSGn8GAh_LuSTS-MtfFDJeWLs5jKg/s1600/Out%20heads.jpg" /></a></div><div><br /></div><span style="color: #20124d; font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b>Desde el principio de su carrera están mimando el mercado americano, e incluso publican algunas canciones antes que en la Isla (por no hablar de los Lps, que como pasa con los Beatles y casi todas las estrellas británicas en esa época, llevan portadas, títulos y contenido “autónomos”). Probablemente ya por entonces tienen claro que ese país será su mayor fuente de ingresos; lo cual resulta lógico, ya que la música de los Stones es mucho más “americana” que la de los Beatles y la mayor parte de los grupos que vayan surgiendo. Una de esas canciones es la legendaria “(I can’t get no) Satisfaction”, sobre la que se agotaron los epítetos hace ya mucho tiempo y que por supuesto fue número uno en más de medio mundo. Se publicó allí en Junio del 65 y a continuación, aprovechando el rebufo, el Lp “Out of our heads”, consiguiendo también su primer número uno en disco grande. En la Isla tanto el single como luego el Lp se publicaron dos o tres meses después; los resultados fueron parecidos, aunque el Lp “sólo” llegó al segundo puesto de las listas tal vez porque no incluía ese single ni el anterior, “The last time”, su primera cara A propia (y también número uno). Los otros cambios de listado entre la edición británica y la estadounidense no son tan llamativos, pero en conjunto da la impresión de que quieren asegurar el número uno allá y están dispuestos a correr algún riesgo aquí. Solo hay una propia que va en ambas ediciones: “The under assistant West Coast promotion man”, muy en la onda r’n’b (podría recordar una sofisticación de “Route 66”) y que, esta sí, figura a nombre de Nanker Phelge. En cambio “Gotta get away”, otra de sus nuevas clásicas, es de la factoría Jagger-Richards; como también los es “Heart of stone”, una nueva balada. Por lo demás, lo de siempre: versiones muy originales y competentes, como esa apertura en el británico con “Gotta get away”; o “Hitch hike”, que le da la vuelta a Marvin Gaye (¿cuál de las versiones habría escuchado antes Lou Reed?). Ah, y Oldham ahora nos muestra su vena poética en la contraportada. En resumen, que todo muy bien.</b></div></span>
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<br /><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;">El año 1965 termina con “Get off of my cloud”, otro nuevo single de autoría propia que llega al número uno. A partir de ahora Jagger y Richards ya no tienen miedo al futuro, se sienten seguros y -casi- dueños de la banda. En paralelo, el papel de Jones -sobre todo su poder decisorio- está menguando: muchas fans lo consideran el más guapo, luce ropas muy modernas y está aprendiendo a dominar más instrumentos, lo cual será importante para el futuro, pero la dirección es, como mínimo, compartida. En fin, lo que está claro es que a los Stones ya no les afecta la existencia de los Beatles, así que felicidades. Los despedimos por hoy con ese trío de singles que los encumbró definitivamente.</b></div><div style="text-align: justify;"><b style="color: #20124d; font-family: verdana;"><br /></b></div>
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Rickhttp://www.blogger.com/profile/15822405406931248094noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-3842807844794132181.post-70302292013855657172023-09-18T12:44:00.013+02:002023-09-24T12:09:36.368+02:001960-65: Londres despierta (II)<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifITp8kD52tMHQkFI5mD1eltUoxVPzF9BkmQ2gDGhBMZ-Pship270ucwX7BtPrWrqsfxyfScY2EKw85sFJMDTg9nrAr1_sVYLMsalolCPORSHKA0QVIxQ1ic28yZWGM2RfLxcN89fBLj9uNLN821vxo0VfDG6l413TDF4mOgbkDYzMndLEhGQC3IsvPw/s1600/Stones%20.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="491" data-original-width="756" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifITp8kD52tMHQkFI5mD1eltUoxVPzF9BkmQ2gDGhBMZ-Pship270ucwX7BtPrWrqsfxyfScY2EKw85sFJMDTg9nrAr1_sVYLMsalolCPORSHKA0QVIxQ1ic28yZWGM2RfLxcN89fBLj9uNLN821vxo0VfDG6l413TDF4mOgbkDYzMndLEhGQC3IsvPw/s1600/Stones%20.jpg" /></a></div><span style="font-family: verdana;"><div style="text-align: justify;"><b><i><span style="color: #660000;">“Los Stones pertenecen a ese tipo de gente a la que uno no dejaría salir con su hermana menor”. </span></i></b></div><div style="text-align: justify;"><span style="color: #274e13;">Daily Mirror </span></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b>Lo que dice el Mirror es consecuencia de la imagen que se labraron los Stones desde el primer día: depravados, machistas, cínicos, manteniendo un calculado equilibrio entre la indiferencia y la provocación. Tanto ellos como la mayor parte de la nueva ola de músicos londinenses sabían que en este negocio el marketing es un aspecto fundamental, y comprendieron que podían combatir a los Beatles dejando claro ante el público juvenil que ese grupo pronto sería asumido por la clase media, que pronto serían unas personas respetables. En parte tenían razón, ya que los Beatles no habían ido más allá de lucir unas pelambreras inusuales para la época, pero en general se portaban bastante bien. Y para cuando llegaron las drogas y la psicodelia, que abrieron los ojos a la gente de orden haciéndoles comprender que los grupos pop eran -todos- una “desgracia social”, cada uno ya tenía su parroquia bien asentada. Cada uno destacaba por algún aspecto negativo: los más duros, los más violentos, los de peor lenguaje, los más sucios… Para los Stones, esos ingredientes ayudaban a potenciar su arma principal, que era la tensión sexual. En palabras de su legendario manager Andrew Loog Oldham, <i>“El pop es sexo, y hay que golpearles (al público) con él en el rostro”. </i></b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b>Brian Jones tiene veinte años y es ya un fan total del blues. Ha dejado su Cheltenham natal y milita en la banda de Alexis Korner, el Moisés del blues británico. En esa banda toca la guitarra junto al teclista Ian Stewart y el batería Charlie Watts: los tres son ya bastante competentes con el instrumento. Por entonces Mick Jagger y Keith Richards, naturales y residentes en Dartford, cerca de Londres, destacan en un grupo llamado The Blues Boys; a principios de 1962 habían mandado una cinta a Korner y Cyril Davies, a quienes impresionaron gratamente, y poco después se presentan en su local, donde llegaron a tocar todos juntos más de una vez. Luego hubo una dispersión, pero Jones los va reuniendo de nuevo y, tras algunas idas y vueltas, antes de que termine ese año queda constituido el grupo al que bautiza como Rolling Stones en honor a una de las piezas del legendario Muddy Waters. Richards y él se encargarán de las guitarras, mientras que Jagger será el cantante y frontman. Junto a Stewart y Watts queda reclutado Bill Wyman para el puesto de bajista: era casi diez años mayor que los demás, pero tras hacerle una prueba su dominio del instrumento y su magnífico equipo de amplificación los convenció de inmediato. </b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b>La base musical del grupo estaba clara: blues, r’n’b y rock and roll. Es decir, que seguían la evolución del blues desde los años 30 hasta su fusión en los 50 con los estilos blancos, que les interesaban poco. De hecho Watts era también aficionado al jazz, aunque por supuesto ese estilo no figuraba en los planes del trío fantástico. Jagger tenía una querencia mayor hacia el blues tradicional (como Jones) mientras Richards andaba más cerca del rock and roll, pero desde el principio quedó claro que se complementaban perfectamente en todos los aspectos, incluyendo el estético. Su repertorio a principios de 1963 se compone de versiones de blues tradicional, el r’n’b al estilo de Bo Diddley y algunos clásicos del rock and roll negro, especialmente Berry. Todavía no tienen piezas propias, ya que como dice Jagger “están en la fase de aprendizaje”. El empresario Giorgio Gomelsky, otro referente clásico de la época, los ficha como banda fija para su club Crawdaddy, e incluso los apoya como manager durante unas semanas, pero pronto descubre a los nacientes Yardbirds y decide volcarse con ellos. Es entonces cuando surge en sus vidas Andrew Loog Oldham, que será su Brian Epstein particular. En ese momento tiene solo diecinueve años, pero ya ha hecho algunos trabajos publicitarios en el mundo de la moda para Mary Quant y pronto los hará para el emporio NEMS de Brian Epstein, a quien admira. Hay una frase suya de muchos años después que lo define perfectamente: <i>“Epstein estaba destinado a descubrir a los Beatles y cambiar el mundo; Brian Jones estaba destinado a crear los Rolling Stones, y yo estaba destinado a descubrirlos y ayudarles a trazar su camino”. </i></b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b>Oldham había intentado emprender una carrera como cantante, pero pronto se dio cuenta de que no tenía madera para ello; sin embargo, y como se sabía nacido para el negocio del espectáculo, decidió seguir en él como fuese. Poco antes de descubrir a los Stones había hecho amistad con Eric Easton, casi veinte años mayor que él y profundo conocedor de ese mundillo en el que Oldham quería entrar; por otra parte necesitaba a alguien con edad legal para firmar contratos en su nombre, ya que por entonces dicha edad era la de veintiún años. Un día Oldham recibe el chivatazo de un periodista: hay unos tipos mal encarados pero muy contundentes llamados Rolling Stones que están actuando en Surrey, vale la pena ir a verlos. Y allá fueron Oldham y Easton, y ambos quedaron impresionados; bueno, más bien quedó Oldham, pero supo ir convenciendo a Easton de que aquellos muchachos tenían futuro. Y por si ya había algún buitre más acechando, les ofreció casi inmediatamente un contrato, que ellos aceptaron con la misma inmediatez: les convenció esa imagen de juventud rebelde y yeyé que mostraba Oldham junto al aspecto gris pero eficiente de Easton. La frase con la que Oldham comienza su nota de presentación en la contraportada del primer Lp del grupo ya era premonitoria: <i>“los Rolling Stones son más que un grupo - son un modo de vida”.</i> Totalmente cierto. </b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b>A partir de ahí comenzaron los trabajos de preparación y refinado del producto. Lo ideal sería un cuarteto, como los Beatles, pero el trío frontal era innegociable; y bueno, cuando Jagger exageraba un poco la gesticulación resultaba un gancho irresistible (aunque algún amigo periodista le sugirió que lo mejor sería echarlo: “¿a dónde va con esos morros que parecen neumáticos?”). Por otra parte la armónica estaba muy de moda, y Brian Jones le había enseñado los conocimientos adquiridos del mismísimo Cyril Davies. El que no encajaba de ningún modo era Ian Stewart, que como Wyman era también un poco mayor que los demás: un sexteto ya resultaba excesivo, los teclados no eran imprescindibles y su imagen de gigante amable, serio y formal desentonaba con la que pretendía Oldham, así que fuera. De todos modos se le concedió graciosamente la oferta de ser el road manager de la banda, con posibilidad de participar como teclista en las grabaciones y alguna actuación que otra: aceptó, porque en realidad ese papel secundario iba mucho más con su carácter. Luego se eliminaron algunos detalles biográficos inconvenientes, como los dos o tres hijos, reconocidos o no, que ya tenía Jones de mujeres distintas, o la verdadera edad de Wyman. Ah, y a Richards le quitamos la “s” final para que, vagamente, recuerde a Cliff Richard, que está muy de moda. Por último, mientras los muchachos van perfilando el repertorio y su estilo actoral, Oldham busca un sello discográfico. </b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b>Tuvo suerte, porque ese trabajo se lo hicieron los Beatles. Justo por entonces, en una actuación de los Stones, se presenta el cuarteto fantástico: ya habían oído hablar de la nueva sensación londinense, y se cayeron bien de inmediato. Poco después el sibilino Harrison habla maravillas del grupo a un atribulado Dick Rowe; sí, ese, el que rechazó a los Beatles porque no tenían futuro. Y Rowe, evidentemente, no está dispuesto a hacer el ridículo por segunda vez: Decca anuncia la contratación de los Rolling Stones, que se ponen a grabar de inmediato. Otra cosa será la planificación publicitaria de Oldham, que trata de sugerir el antagonismo entre una banda y otra para que haya ambientillo en la prensa (“Andrew nos dijo que debíamos mostrarnos como totalmente opuestos a ellos, que era bueno para la imagen, y tenía razón”, reconoció Richards), pero nunca hubo tal antagonismo; es más, McCartney y Jagger coordinaron la publicación de muchos de sus discos para no estorbarse en las listas… por no hablar del esplendoroso regalo de “I wanna be your man”, al que llegaremos más adelante. Oldham era tan devoto de Brian Epstein como de Phil Spector, y de este último aprendió unas cuantas marrullerías como la de ser el propietario de los masters y alquilárselos al sello, no vendérselos; de hecho, ni siquiera los Stones eran realmente artistas de la Decca, sino de una sociedad formada por Oldham y Easton, que a su vez negociaron el “préstamo” del grupo al sello. </b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b><br /></b></div><div style="color: #20124d; text-align: justify;"><b>En Junio de 1963 se pone a la venta el primer single, que rozará el top 20 y se compone de dos versiones: “Come on” y “I want to be loved”. Es decir, la síntesis de su repertorio en ese momento, pero ya con un vago tono pop. Ese tono es el que Jagger considera necesario para “sonar en la radio”, como él dice (el blues tradicional está muy bien, pero da poco dinero). En “Come on” juegan con ventaja: se trata de una de las piezas de Berry más cercanas al pop, precisamente, y ellos la “endurecen” un poco rebuscando en su esencia r’n’b. “I want to be loved” fue compuesta por Willie Dixon y grabada por Muddy Waters, el primer bluesman eléctrico que puso pie en la Isla, dejando muy impresionados a los nativos (léase Korner, Davies y compañía). Aquí el truco consiste en acelerarla y blanquear un poco el sonido: sigue siendo un blues, pero la guitarra la convierte en rock and roll. En ambos casos queda claro que saben darle su propio carácter, y eso es lo que importa. Así que los Stones ya han echado a volar, y nosotros seguiremos informando desde donde surja la noticia. Permanezcan atentos a la pantalla.</b></div></span>
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