Aquí estamos, con celebración triple por el mismo precio: hoy se festeja el fin de nuestro viaje por la nueva ola yanki, la llegada del verano y las consiguientes vacaciones. Como ya saben los clientes habituales, en estas fiestas de “fin de curso” hacemos una breve mención a aquellos músicos de menor impacto o cuyo repertorio no se ajusta mucho a los gustos imperantes aquí, pero que también merecen ser recordados. Y como siempre, escucharán ustedes (si quieren) 12+1 selecciones. Hala, a disfrutar del buen tiempo y la música a todo trapo.
Comenzamos con un grupo de Boston que tal vez habría merecido un comentario más amplio en esta serie, ya que a efectos comerciales tuvo una popularidad notable durante el tránsito entre los años 70 y los 80: los Cars. Sin embargo su predilección por el pop blandengue y su estilo un poco lánguido me acabó aburriendo muy pronto. Otra excusa no se me ocurre. Ric Ocasek, su líder, tiene una voz agradable, es solvente tanto con la guitarra rítmica como en los teclados, pero no le veo brillo como compositor y me resulta demasiado previsible. Tiene buena voluntad, eso sí: también ha sido productor e incluso mecenas de algunos músicos en los que supo ver potencial (por ejemplo, Suicide probablemente le deban el haberse mantenido en el negocio durante tanto tiempo). Mi preferida de los Cars, y tal vez su mayor éxito, es “Just what I needed”: venía en su primer disco, y ahí las guitarras aún tenían preponderancia sobre los teclados. Benjamin Orr, el bajista, es quien la canta; la labor de vocalista iba a medias entre él y Ocasek, aunque tienen voces parecidas.
El agridulce sector de las one hit wonders tiene en los Knack uno de sus más emblemáticos representantes. Es una reunión de músicos con experiencia que en 1978 se establecen en Los Angeles trabajando el circuito de Sunset Boulevard. Aunque al principio no consiguen interesar a la industria, tienen buena técnica y participan en actuaciones con gente importante; eso hace que finalmente haya una verdadera puja por llevárselos, y la gana Columbia: “Get the Knack”, su primer disco grande, se publica en el verano del 79, casi al mismo tiempo que su single estrella, “My Sharona”, y ambos arrasan de inmediato. Pero ahí comienza el descenso, porque el segundo no pasó del top 20 y tras el tercero se separaron, en 1981. Sabían hacer melodías con gancho, un pop vigoroso de tono sesentero a medio camino entre el estilo isleño y la escuela yanki, buscaban incluso una similitud estética con los primeros Beatles, pero iban un poco acartonados; por otra parte sus letras, frecuentemente acusadas de machistas, no ayudaron. En fin, por lo menos “My Sharona” es una perla con trasfondo neo british que casi justifica su carrera.
Un grupo de características parecidas a los Knack pero bastante más proyección son los Romantics, naturales de Detroit aunque no lo parezca. Y digo esto porque, a diferencia de lo que suele ser usual en aquella ciudad, estos muchachos comienzan como banda de power pop: su primer disco, de 1980, es un perfecto resumen del género. Luego se hacen más densos, un poco más tremendistas pero al mismo tiempo más lánguidos (un defecto muy típico de la nueva década), y a pesar de todo la fórmula les funciona dos o tres años más, con gran éxito de ventas en medio mundo. Desde entonces se han ido manteniendo gracias a un buen puñado de fans fieles que no faltan a sus actuaciones; nadie se lo habría imaginado por entonces, pero a día de hoy los Romantics siguen en activo. Y nosotros nos quedaremos con aquel primer disco, del cual posiblemente alguien recuerde “What I like about you”, que fue un mediano éxito en single.
Otros que no se han retirado todavía son Cheap Trick, de Illinois. Se trata de una banda nacida a mediados de los 70 que se va asentando lentamente en el mercado, en parte gracias al público japonés, pero que entre unas cosas y otras aún están ahí. Dejando aparte su consideración tradicional como grupo de hard rock yanqui con tonos british (a principios de los 80 recurrieron al mismísimo George Martin para producir su quinto disco), hay una vaga influencia glam en sus primeros años que de un modo u otro se contagia también a su imagen. Siempre han buscado los grandes arreglos, el sonido épico, y aunque en Europa no se les valore demasiado en su país son veteranos de los grandes estadios. En fin, que una selección en formato “cinta para el coche” sería ideal para hacerse una buena idea de su categoría, pero aquí nos conformaremos con una de sus piezas más representativas: “Surrender”, que venía en su tercer disco y que según la preclara Rolling Stone es nada menos que “el himno adolescente definitivo de los años 70”. Mira que les gusta exagerar…
Recordarán ustedes que en nuestra visita a Akron para cumplimentar a los Devo nos enteramos de que el sello británico Stiff había estado de cacería por la zona. De aquella batida destaca una muchacha de dieciséis años llamada Rachel Sweet, con una voz portentosa para esa edad, que había comenzado haciendo anuncios en la televisión además de versiones de country. Decide cambiar de estilo y acercarse al rock and roll, momento en el que Stiff la detecta y le adjudica como banda de acompañamiento a los Records, un cruce entre pub rock y new wave que le va como anillo al dedo. A finales del 78 se publica “Fool around”, su primer Lp, una ramillete encantador de piezas compuestas en su mayoría por Liam Sternberg, otra gloria de Akron, y aunque no consigue grandes ventas acaba convirtiéndose en un clásico de los pubs en medio mundo. Esa mezcla entre clásica y moderna se endurece un poco con “Protect the innocent”, que llega a principios de 1980 y es todavía mejor que el primero, con un tono muy maduro y una estructura musical más densa. Sin embargo el resultado comercial es parecido, y Rachel abandona Stiff para fichar por CBS y pasarse a la balada pop, lo que no mejoró su situación. Pero aquellos dos primeros discos, en la opinión de los poppies como yo, dan como resultado una cinta para el coche mucho más entrañable que una docena de los de Cheap Trick.
Los frikis solemos babear ante el concepto “de culto”, un subterfugio que se utiliza para invocar a los músicos con buenas críticas pero que por lo general no llegan al gran público; otra cosa es si la culpa es del público o de ellos, claro, que hay de todo. De los surgidos a finales de la década uno de los grupos más interesantes y “ocultos” son los Wipers, formados en Oregon en 1977 y considerados como la primera banda punk del Noroeste. El problema es que Greg Sage, su creador y líder, no estaba interesado en entrar en el circuito tradicional de grabaciones y giras, sino en grabar exclusivamente: dominaba el proceso, gracias a la profesión de su padre, y creó un sello para lanzar un total de quince discos en diez años; no llegó a tantos, pero fue modificando un poco su perspectiva inicial y consiguió mantenerse durante mucho tiempo. Sage ni siquiera está de acuerdo con el término “punk”, porque desde sus inicios lo supera: un cruce entre Wire, Joy Division y el underground yanki de aquella época, en canciones que van del minuto y medio a más de diez, es algo muy raro de ver en Estados Unidos (llegaron a actuar en Europa, por cierto). Entre su grupo de fans estaba Kurt Cobain, que hizo dos versiones de la banda (les ofreció el puesto de teloneros de Nirvana, pero Sage no aceptó), y ese detalle acabó por consagrarlos. He aquí la cara A de su primer single, del 78; lo demás llegará en los 80, y quedan invitados a visitar este local para entonces.
Siguiendo con el culto pagano vamos ahora con Jeff Dahl, del que se puede decir que vive en una realidad paralela: fuera del círculo del post punk o el hard muy poca gente ha oído hablar de él, pero en ese mundillo es un verdadero Mesías al que algunos han llegado a llamar “el Jeff Beck del punk”, nada menos. Su época más brillante fue en la década de los 80 y 90, acompañado en distintas agrupaciones por personajes procedentes de otras bandas como los Germs, Dead Boys, etc. Su estilo a la guitarra es denso y caluroso (a mí me recuerda a Link Wray, no sé por qué), y su tono de voz, casi glam, es muy atrayente. El caso es que sigue en activo, ha grabado más de dos docenas de discos y no parece que vaya a retirarse mientras haya gente siguiéndole. Nosotros escucharemos lo primero que grabó, allá por 1977, al frente de su Jeff Dahl Band, un grupillo de corta existencia: se titula “Rock and roll critic”, ya se pueden ustedes imaginar de qué va, y tiene una estructura original… aunque casi nadie se enteró porque fue publicada en un sello diminuto. No volverá a un estudio de grabación hasta la década siguiente.
Ya que hablamos del señor Dahl habrá que recordar a los Angry Samoans, que ya eran una banda clásica en la escena de Los Angeles desde finales de los 70, aunque su primera grabación no llega hasta 1980 (y él entra en 1981). Son claramente punk, pero a pesar de su estilo rápido, urgente, tienen un sentido de la melodía más afinado que la mayoría de sus conciudadanos y por momentos se les nota una formación bastante amplia que va desde Detroit a Londres pasando por Nueva York, alejándose de la desesperación músico vocal que afecta a los demás. Su discografía es reducida y su carrera irregular, ya que han desaparecido y reaparecido unas cuantas veces con formaciones distintas; pero los aficionados al punk angelino de aquella época que no los conozcan tal vez se lleven una agradable sorpresa: como en el caso de los Wipers, hay vida más allá del hardcore. Por ejemplo esta es la vigorosa “Right side of my mind”, que abría su primer Ep. Al escucharla, los fans de White Stripes a lo mejor descubren que la supuesta frescura de sus ídolos no lo es tanto…
Otro personaje de culto es Jeff Conolly, con una leyenda de similar empaque a la del señor Dahl; ambos son cantantes y compositores, aunque en el caso de Conolly su instrumento son los teclados. También este comienza a finales de los años 70 poniéndose al frente de los bostonianos DMZ, que habían arrancado como banda punk pero a los que Conolly da un tono de rock callejero muy saludable. Después de un Ep en 1977 son detectados por Sire, que lanza un disco grande el año siguiente; sin embargo aquella mezcla espléndida de rock and roll con tonos punk (me recuerdan a los Dictators) no llega a ninguna parte, y poco después el grupo desaparece. El caso es que habían conseguido reunir una masa de fans suficientes como para publicar algunos directos, e incluso se han reagrupado algunas veces. Esta es la pieza que abre aquel disco, muy indicativa de su potencia: “Mighty Idy”, se llama.
En 1979 el señor Conolly ya tenía preparada una alternativa para seguir con su carrera: los Lyres. Se trata de una banda en la que el rock and roll está mucho más perfilado, con influencias que van desde el punk hasta la new wave y que en cierto modo son una especie de actualización de clásicos como los Flamin’ Groovies. Se han disuelto y reagrupado varias veces, de su formación original solo queda el propio Conolly -que asumió desde el principio su condición de corredor de fondo-, pero aún hoy se les aprecia mucho en países como España, donde cada vez que vienen son recibidos por una parroquia fiel y entregada. Su no muy densa producción discográfica se inicia justamente en 1979 con un single que es toda una declaración de principios…
A veces surgen bandas que con la categoría de “seminales” (no menos prestigiosa que la "de culto") nos indican que son más importantes por su influencia futura que por su actualidad. Y los angelinos Nerves son un buen ejemplo: se trata de un trío de voces formado por el guitarrista Jack Lee, el bajista Peter Case y el batería /guitarra Paul Collins. El primero es el compositor de algunas canciones de éxito como “Hanging on the telephone”, que pasó casi desapercibida hasta que la regrabaron Blondie; el segundo formará luego los exitosos Plimsouls y el tercero los no menos populares Beat (que luego serán Paul Collins Beat en Europa). Los tres son devotos del power pop, o la new wave, o como prefieran ustedes llamar a esas canciones enérgicas pero con melodía y estribillos vitamínicos que alegran el día a cualquiera. Y aunque en su corta vida solamente se publicó un Ep en el que venía contenida aquella canción que tanta gente cree que es de Blondie, tras su desaparición y la consiguiente fama por esa canción y por las carreras de los otros dos, “aparecieron” un buen puñado de canciones por las que ningún sello había mostrado interés en su momento y que después resultaron ser muy valiosas. Por ejemplo esta magnífica “Paper dolls”, en la que se nota que Collins ya tenía perfilado su futuro:
Los Plimsouls de Case comenzarán su carrera discográfica en la década siguiente. Por lo tanto hemos encargado a Collins y sus Beat que ocupen el puesto número 12 en esta fiesta, ya que se presentan en 1979 y a los pocos meses de su formación los lanza el sello CBS a todo trapo: antes de que ese año acabe ya tienen un Lp y dos singles. Es entonces cuando se valora con propiedad la influencia de los fenecidos Nerves, que había sido la vanguardia poppy gracias a la cual llegaron a grabar otros grupos de la zona como los Knack, sin ir más lejos. Ese primer disco grande ya tiene suficiente repertorio como para escucharlo completo, pero creo que la canción que lo abre es una buena síntesis de la colección de pequeñas maravillas que encierra. Y por supuesto los Beat serán otra de esas bandas muy queridas en nuestro país (Collins vivió en Madrid unos cuantos años), y crearán escuela. Hoy en día ya no existen, pero él sigue en el negocio.
Y hemos llegado a la selección 12+1, como siempre fuera de programa, aunque por esta vez podría figurar tranquilamente entre las anteriores. Veamos: ¿recuerdan ustedes a aquellos dos muchachos de Delaware llamados Tom Miller y Richard Meyers que partieron hacia Nueva York a finales de los años 60 en busca de fama y fortuna, que luego cambiaron sus apellidos a “Verlaine” y “Hell” y que junto a otro antiguo colega llamado Billy Fica crearon un trío de corta duración llamado Neon Boys? Bueno, pues aunque no llegaron a grabar oficialmente se conservan tres maquetas de aquella fase, aproximadamente entre 1971 y 72; luego ya saben, llegó Television. Para cerrar esta fiesta creo que una pieza como “That’s all I know” queda muy propia: es un simple bosquejo, no consigue evocar ni de lejos la brillantez que categoriza a aquel grupo futuro (y el sonido es bastante pobre), pero se notan maneras. Hay un delicioso regusto a glam/Velvet cruzado con Detroit, y mucha buena voluntad que los honra. O eso creo yo, no me hagan mucho caso.
Por último, aquí queda empaquetado el material que compone esta fiesta. Espero que lo disfruten junto a sus seres queridos mientras sienten el paso de la brisa marina o de interior, según la tendencia natural de cada uno. Como es norma, este local cierra sus puertas hasta Septiembre: suerte con el verano y procuren sobrevivir. Por desgracia para ustedes el tiempo pasa muy rápido, así que pronto tendrán que sufrirme de nuevo.