lunes, 2 de diciembre de 2024

1966 (XII)

"No me considero parte del mundo del rock, soy básicamente un cantante de jazz. No importa en qué género trabaje, siempre improviso. El jazz siempre avanza y mira hacia delante. Aprendí de la escuela de Louis Armstrong. Louis decía: 'Nunca canto una canción igual dos veces". Eso se me quedó grabado. Y tampoco canto nunca una letra igual dos veces. En directo suelo cambiar letras aquí y allá, trayéndolas al presente". 
Van Morrison 

Them, los únicos irlandeses que forman parte de la invasión británica, son también los que menos tiempo estuvieron en activo; al menos con Van Morrison al frente, porque lo que vino luego no importa mucho. Ya casi desde el principio de su existencia tuvieron enfrentamientos, en gran parte a causa de la fuerte personalidad de Morrison, que siempre ha seguido sus propias reglas. Es un músico de trato bastante complejo, por no decir directamente conflictivo. Le cuesta trabajo ceñirse a la coexistencia con un grupo, con la prensa y con el sistema empresarial de los sellos discográficos, lo cual implica que la situación siempre amenaza tormenta. Sin embargo necesita vivir este período para asentarse y luego dar el salto que le permita emprender una carrera en solitario, porque eso es lo que cuadra con su carácter. Ya en verano del 65 se había creado una situación complicada con la marcha (o el despido, que no está claro) de Billy Harrison y Pat McAuley, que a finales de ese año forman una nueva banda a la que pretenden registrar como “Them”; tras perder la batalla legal luego serán “Some Of Them” y más tarde los Belfast Gypsies, pero durante unos meses (hasta marzo del 66) hubo dos grupos circulando por Europa con el mismo nombre.

Decca publica el segundo disco grande a mediados de enero, tras unas sesiones de grabación conflictivas en las que ha vuelto a haber entradas y salidas de músicos: a estas alturas, de la formación original solo quedan Morrison y Henderson. El título del Lp es “Them again” y de nuevo lo produce Tony Scott, que hace lo que puede teniendo en cuenta la situación. Dan imagen de poderío con un total de dieciséis canciones, de las cuales ocho son propias: hay cinco de Morrison, dos de Scott y otra a medias entre Scott y Phil Coulter, un compositor irlandés que ya por entonces tiene mucho prestigio. Abre una de Morrison, “Could you, would you”, con ese tono de balada entre pop y rock, muy digna. Lo mismo pasa con la versión de “Something you got”, que viene luego, “blanqueándola” lo justo para dar el toque de originalidad a una pieza que ya tiene muchas versiones por entonces, casi todas del otro bando; en cambio “Call my name” (escrita por Scott) me recuerda a Eric Burdon, del mismo modo que la de “Turn on your love light” sigue sonando bastante americana, a pesar del esfuerzo en recrearla. Vuelve el espíritu de balada para encarar la imemorial “I put a spell on you”, y le sale bastante bien (ese diálogo entre él y el saxo es demasiado corto, microscópico). Una de las más recordadas viene luego: “I can only give you everything”, la de Coulter y Scott. Es un curioso cruce entre los Stones y ellos mismos, una perlita que con el tiempo llegará a aparecer incluso en las listas de ese evanescente estilo llamado “freakbeat”. Sorprende, y para bien, la manera de afrontar “It’s all over now, baby blue”: no lleva grandes arreglos, al estilo del propio Dylan, con lo cual la gran elevación la da esa voz. En conjunto es un disco bastante digno. Hay mucha gente que dice que no llega al nivel del primero; y puede que no, pero tampoco tiene mucho que envidiarle. Por otra parte, su destino en las listas de ventas no fue mejor ni peor.


Como era de esperar, a Decca se le acaba la paciencia y liquida el contrato con el grupo, tras la publicación de un último single que llega en la primavera: “Richard Cory / Don’t you know”. La cara A es una versión que hacen sobre una canción que formaba parte del legendario “Sounds of silence”, el segundo disco de Simon & Garfunkel, publicado solo tres meses antes. En este tipo de piezas tan arraigadas en los esquemas clásicos del folk la letra tiene una gran importancia, y la manera de “casi” recitar que emplea aquí Morrison es de un creciente dramatismo; sin embargo hay un trabajo muy bien desarrollado por el grupo, con la marcada presencia del bajo y en general un gran protagonismo de la sección rítmica, potanciando mucho la que ya tenía en la original. Es una gran canción, la cante quien la cante, pero la versión de Them me parece la mejor de todas las que he escuchado. En cuanto a la cara B, que ya estaba incluida en el Lp anterior, es la otra pieza que había aportado Scott y que a mí me recuerda el estilo de Ray Charles cuando hacía cosas del tipo “Hit the road, Jack”, por ejemplo. Es una estructura bastante tradicional que a Morrison le sienta muy bien y destaca su querencia de frontman, de protagonista.


Más o menos por entonces, durante una gira americana en la que ya los enfrentamientos eran continuos, Morrison anuncia su marcha y junto a Henderson se vuelve a Europa. La gota que había hecho rebosar el vaso fue la constatación de que su manager les sisaba (un mal recurrente en muchos grupos de la época), pero eso ya casi era lo de menos: el propio Morrison explicó luego que estaba harto de formar parte de un esquema tan mercantilizado en el que ya no disfrutaba con lo que hacía. Como curiosidad, a principios de 1967 se publicará un single en el sello Major Minor con una larga “exposición” musical en la que Morrison recita más que canta sobre los orígenes del grupo. Se calcula que es una grabación hecha sobre 1964/65, es decir, con la formación original. Por su longitud ocupa las dos caras del single, y aunque no sea una maravilla resulta interesante. Aquí la tenemos, sin el corte intermedio:

La historia de los verdaderos Them termina en el momento en que Morrison emprende una carrera en solitario que, con luces y sombras, ha llegado hasta hoy mismo. Mientras tanto, seguirá circulando por ahí un grupo fantasma que llega a grabar varios discos en Estados Unidos (no publicados en la Isla), incluyendo una época psicodélica perfectamente olvidable, hasta su desaparición sobre 1968/69. Tienen algunos momentos que aún valen la pena, pero les pasa lo mismo que a los SDG: han perdido su fuerza motriz.

lunes, 25 de noviembre de 2024

1966 (XI)

“Sólo había escrito una canción antes de ‘She's not there’, y pensé que podía escribir algo tan bueno como lo que hacían los Beatles. Esperaba que fuera un éxito, y lo fue. Y luego, cuando otras cosas no salieron así de bien, pensé: “Espera un momento...”. No tenía ni idea de los escollos que pueden afectar a todas las etapas de lo que haces. Me di cuenta de que todo tiene que cuadrar para que algo realmente funcione. Al principio teníamos una dirección y una agencia que no eran buenas, y además estábamos muy descorazonados con la producción de los singles, porque no sonaban como los habíamos imaginado” .
Rod Argent 

La opinión de Argent sobre la suma de circunstancias que acabó llevando a la desaparición de los Zombies puede ser más o menos acertada, pero también hay que reconocer que el tipo de música que hacían no era el más popular en aquella época. Las bandas y el público isleño en su conjunto vivían en una especie de efervescencia, de alegría espitosa por un momento histórico y musical único, y por lo tanto aquella melodiosa serie de piezas casi barrocas que iban publicando sonaba como si perteneciesen a otro tiempo (aunque en 1966 se nota que intentan darle más vidilla a su estilo). Además no todos los días se le ocurren a uno canciones de la categoría de “She’s not there”, que aun siendo tan buena como es no pasó de un top 10 muy ajustado. Así que los Zombies, como otros grupos que fueron surgiendo en esa onda, tanto en la Isla como en Estados Unidos, pueden acercarse momentáneamente a los puestos altos de las listas, pero por lo general su carrera suele ser bastante dificultosa y no muy larga. Otra cosa es que con el paso del tiempo, con la furia revival, Argent y varios de sus colegas consiguieron mantenerse bastante bien en ese circuito de la nostalgia, pero en aquella época la perspectiva era cualquier cosa menos ilusionante. 

A finales del 65 habían tenido un fugaz contacto con el mundo del cine. Otto Preminger, el prestigioso director, estaba preparando una película que iba a rodar en Londres basada en una novela de intriga titulada “Bunny Lake is missing”. Necesitaba algunas piezas e incluso la presencia física de un grupo contemporáneo para una o dos apariciones fugaces, y organiza unas audiciones de varias bandas, entre ellas los Zombies, en el Cromwellian Club. Argent y sus colegas deciden interpretar «Summertime», algo que hacían con bastante frecuencia, y resultó que Preminger era amigo de George Gershwin. Le gustó su versión y su aspecto, por lo que se decidió por ellos advirtiéndoles de que necesitaba tres canciones nuevas en un plazo máximo de tres semanas. Cuadró que Chris White estaba trabajando por entonces en algunas canciones, y con el apoyo de Colin Blunstone consiguieron rematar el encargo. Argent añade que “incluso tuvimos un momento estelar, cuarenta y cinco segundos en pantalla con Lawrence Olivier, lo cual es una locura”. Aquí tenemos esas tres canciones, de las cuales “Remember you”, de White, es la cara A del primer single británico del 66. La B es “Just out of reach”, enteramente de Blunstone, que se utilizó también como fondo para un anuncio radiofónico de la película. Tal vez suenan un tanto convencionales, más ajustadas al tono general del momento que al propio espíritu del grupo, pero en cierto modo recuperan su estilo original. En cualquier caso el público masivo no se dio por enterado, una vez más.



Finalmente aquella breve “etapa cinematográfica” por la que habían pasado no les sirvió de mucho, porque en lo comercial las cosas iban de mal en peor. Decca, consciente de ello, renuncia a solicitarles material para un nuevo disco grande y se limita a respetar el contrato, que le obliga a un mínimo de dos nuevos singles este año. Eso sí, el sello ya comienza a sospechar que tal vez sus habilidades compositivas no sean suficientes, y aun admitiendo su categoría musical les sugiere recurrir a compositores externos o hacer versiones, algo a lo que de momento se niegan. En este ambiente, a principios de verano llega el nuevo sencillo con “Indication / How we were before”. La cara A es de Argent y tiene un desarrollo complejo pero muy atractivo: comienza con una breve línea de órgano que nos introduce en una especie de rock/beat que podría recordar a los Hollies y que luego se va encrespando hasta llegar al puro rock de corte instrumental, casi progresivo, muy avanzado para ese momento. En suma, esta pieza es para mí una de las mejor construidas y al mismo tiempo más vivas del grupo. La cara B es de Blunstone, una balada muy melódica, blandita, bastante convencional pero siempre con la categoría técnica y de ejecución que siempre tuvieron los Zombies. En línea con la deriva que llevaban, este es otro single que pasó desapercibido.


En otoño llega el primer intento de Decca por encauzar la carrera del grupo, obligándoles a grabar una versión para la cara A: se trata de “Gotta get a hold of myself”, que había publicado Dee Dee Warwick -la hermana de Dionne- a finales del año anterior. Warwick estaba especializada en baladas y piezas de tiempo medio en tono soul (era relativamente popular en el circuito Northern isleño); teniendo esto en cuenta resulta admirable el cambio rímico que consiguen, convirtiéndola en una especie de pop/rock muy atractivo, con un juego de voces y coros que de nuevo demuestra mucha viveza. En la cara B está “The way I feel inside”, una pieza corta (menos de dos minutos), un cántico de Blunstone apoyado a medio camino por el órgano. Pero ya formaba parte del disco grande que habían publicado el año anterior, por lo que la elección resulta desconcertante: lo lógico hubiera sido recurrir a alguna pieza propia, por muy floja que fuese, pero la version oficial del sello es que en ese momento no tenían ninguna. Eso es bastante discutible, ya que luego nos enteraremos de que los Zombies tenían sobre una docena de piezas preparadas cuando abandonaron Decca, en verano del 67. De todos modos probablemente hubiera dado lo mismo, ya que, como siempre, el single se hundió en el fondo de las listas.


El espinoso camino que recorren los Zombies tiene cada vez peor aspecto. De todos modos lo último que se pierde es la esperanza, así que seguiremos pendientes de su andadura. Es evidente que en lo comercial han perdido su condición de banda de primera línea, pero su calidad sigue siendo muy estimable y lo será hasta el final.

lunes, 18 de noviembre de 2024

1966 (X)

“Eran las once de la mañana y empezamos a darle vueltas a unos riffs. No llevábamos allí más de media hora y surgió la idea. Steve había estado cantando 'Give some lovin' y gritando cualquier cosa. Lo encajamos todo y a eso de las doce ya teníamos la canción completa” 
Muff Winwood

Tras unos comienzos bastante dudosos, Spencer Davis Group llegan a 1966 en una situación relativamente tranquila. No tienen la personalidad ni la altura compositiva de otras bandas contemporáneas, pero la portentosa voz de Steve Winwood consigue atraer a un buen puñado de seguidores. Winwood siente una gran admiración por personajes como Ray Charles, con quien se le llega a comparar, lo que hace que su música se incline esencialmente hacia el R&B trufado con soul. Y es él, a pesar de su juventud -su adolescencia todavía- quien ya marca las directrices aunque Spencer Davis sea el creador del grupo. Hay que tener en cuenta que Davis, que está más cerca de los treinta años que de los veinte, era un aficionado al rock and roll y el skiffle, y cuando comenzó en esto no pensaba en ir más allá que unas cuantas actuaciones en pequeños locales para matar el gusanillo musical; no había considerado que esta fuese a ser su profesión definitiva. Es Winwood, una verdadera fuerza de la Naturaleza, quien tira del carro en este grupo. Y tal vez embrujado por su voz y su actitud, Chris Blackwell, el dueño de la divina Island Records, les echa una mano recurriendo a Jackie Edwards, un músico reggae del sello: los SDG salieron del marasmo a finales de 1965 con “Keep on running”, una pieza suya, que significó su primer número uno.

Aprovechando el rebufo, Blackwell les publica su segundo Lp a principios de 1966 con el nada original titulo de “The second album”. Lo hace de nuevo a través de Fontana, ya que Island no tiene aún la estructura suficiente para editar como sello autónomo, e incluye las dos canciones de su último single del 65 más “Keep on running” como gancho. Solamente hay una pieza propia, “Hey darling”, hecha medias entre Winwood y Davis, muy cercana a la balada blues. Confiado en las similitudes que ven sus fans entre la voz y el estilo de Ray Charles con Winwood, este se atreve con “Georgia on my mind” ajustándose bastante a la interpretaciòn que había hecho Charles, incluyendo una magnífica ejecuciòn al piano, y le sale bastante bien. Ya la apertura es de categoría, mejorando el “Look away” que había hecho Garnett Mims y remarcando incluso ese tono cercano al góspel que tiene el estribillo (la voz de Winwood ahí es excelsa); en otras del tipo “Please do something” de Don Covay o “You must believe” de Curtis Mayfield parece llevarlas a un cruce entre soul y pop. Surge por medio “I washed my hands in muddy water”, una clásica del country; lógicamente por sugerencia de Davis, que es quien la canta. También él canta “Since I met you baby”, otra clásica en la que hay trazas de R&B, country e incluso folk. Por último el cierre con “Watch your step” es magnífico: ya se había convertido en una pieza recurrente en el pop británico (Manfred Mann también la tiene), y aquí vuelve a lucir una vitalidad tremenda. El disco alcanza el top 3 con todo merecimiento, aunque ya por entonces los SDG son de los que están bajo sospecha por su escaso repertorio propio. Ah, y con el dinero que le corresponde, nuestro amigo Steve puede por fin abandonar el órgano Hammond de alquiler y comprarse uno nuevo.


En este momento, todo es felicidad. Blackwell recurre de nuevo al repertorio de Jackie Edwards, y para inaugurar la primavera los SDG presentan un nuevo single en el que la cara A es otra composición suya: “Somebody help me”. Tiene un estilo parecido, y llegará también al número uno de las listas (será la segunda y última vez que lo consigan, por otra parte). En cuando a la cara B, obra de todo el grupo, se titula “Stevie’s blues” y como su nombre indica es un blues, al estilo Chicago, en el que Winwood tiene un marcado protagonismo; no ya por su voz sobrenatural, que le va como un guante a la canción, sino también porque aquí nos demuestra que ha llegado a ser también un guitarrista excepcional, sin nada que envidiar a un Clapton, por ejemplo. Será una humilde cara B, pero es una gran pieza de british blues que seguramente puede haber servido de inspiración a un, digamos, Peter Green para lo que luego harán los primeros Fleetwood Mac.



A finales del verano llega el tercer disco grande, que de nuevo muestra poca inventiva en lo referente a buscar títulos: “Autumn ‘66”. Las piezas propias, como siempre, son muy escasas: “High time baby”, escrita colectivamente en tono pop soul, es pasable; la instrumental “On the green light” es de Winwood y se le nota la influencia de “Green onions” hasta por el “color”; finalmente, “When I come home” es obra de Jackie Edwards y Winwood. No tiene la fuerza de sus singles anteriores (se lanzó como tal en ese momento), pero es agradable. De Edwards se incluye también “Somebody help me”, el más reciente éxito en single, y las demás son versiones. Hay una reinterpretación que hace Davis de la tradicional “The Midnight Special”, que como era de esperar él lleva hacia el country; a cambio nos sorprende cantando “Neighbor, neighbor”, en tono de blues soul con la ayuda de Winwood a la guitarra, pero sorprende aún más en “Dust my blues”. Para redondear la extrañeza da la sensación de que parece querer acercarse al tono vocal de Winwood, pero en conjunto la cosa sale bastante bien. Otra cosa es el propio Winwood, que por momentos parece estar ya un poco cansado del material de este tipo: sus versiones de “When a man loves a woman” o “Take this hurt off me”, por citar solo dos, me suenan muy planas. De todos modos los fans siguen apoyando al grupo, y las ventas casi igualan a las del disco anterior.


En esas fechas se estrena una película musical titulada “The ghost goes gear”, en la que participan los SDG como actores junto a varios personajes famosos del cine y la televisión británicos. Como sucede con demasiada frecuencia en las películas hechas para lucimiento de un gupo “moderno”, tanto el guión como la dirección son de un infantilismo rayano en la estupidez, y Winwood, que desde el principio se opuso a semejante despropósito, se siente cada vez más incómodo en el grupo. Sin embargo, es justo entonces cuando da la campanada: en otoño llega a las tiendas el single que contiene la legendaria “Gimme some lovin”, obra suya, en la cara A. Esa canción marca claramente su mayoría de edad y, aunque en términos puramente estadísticos no llegó al número uno (se quedó en el dos), es la más recordada en toda la carrera de los SDG. Según cuentan los hermanos Winwood la gestación de esta pieza fue aparentemente muy sencilla, casi accidental, pero hay un precedente muy claro que Steve tenía que conocer porque si no la cosa parece casi inexplicable: unas semanas antes se había publicado “A lot of love”, el debut de Homer Banks en la Isla, y los parecidos son numerosos empezando incluso por el título. Pero al margen de esa “extraña coincidencia”, no se puede negar que estamos ante una de las obras cumbres del r&b isleño, y que aún hoy sigue sin perder su tremendo embrujo. En Estados Unidos se publicó una versión alternativa, con coros, que le quita fuerza pero desgraciadamente es la que ha perdurado para la mayoría de las reediciones, así que por si acaso pondré aquí las dos… tras la del señor Banks. En la cara B de aquel single estaba la instrumental “Blues in F”, también de Winwood. Es un ejercicio de jazz/blues basado en el órgano, muy británico, muy de la época.




La situación comienza a hacerse insostenible. Winwood comprende que Davis no va a moverse de sus planteamientos más o menos tradicionales, mientras que él desea experimentar con la psicodelia, el folk rock o el blues más actual. Eso significa también abandonar la política de versiones y dedicarse a crear un repertorio propio, algo para lo que Davis no se siente capaz. En consecuencia Winwood anunciará su marcha en la primavera del 67 con una última luminaria: el single que contiene “I’m a man” en la cara A y “I can’t get enough of it” en la B. Ambas están escritas por Winwood con la colaboración de Jimmy Miller, el productor del grupo; es otro de esos americanos que ha llegado a la Isla para quedarse, y que con el tiempo será una de las mayores personalidades de la producción musical isleña en los años 60/70. En cuanto a “I’m a man”, es una evolución casi lógica sobre el éxito anterior: Winwood vuelve a dar muestras de su categoría llevando el r&b a una fusión con el rock casi progresivo que sirvió de ejemplo para muchos músicos (la versión que hicieron Chicago demuestra el tremendo potencial que tiene). Y ahí ya se nota que va por delante no solo de su grupo, sino también de la masa de fans: un top 10 y gracias. La cara B es más convencional, dentro del estilo que aún mantenía el grupo por entonces, pero también tiene su mérito.


Y aquí termina la visita, que no la carrera, de Spencer Davis Group. En 1967 Steve Winwood, junto a otros, crea la deidad conocida como Traffic; mientras, su hermano Muff abandona también a Davis para dedicarse a la producción musical (entre otros descubrimientos, Dire Straits fueron cosa suya). En cuanto a Davis y su grupo, como era de esperar, pasan a ser un nombre de segunda fila que sin embargo seguirá en el negocio durante unos años. Y por lo tanto, cuando corresponda, la deidad conocida como Traffic acabará por aparecerse en este bar a los creyentes. Pero aún falta un tiempo. Paciencia.