"The Byrds son la piedra angular del rock
americano. Su aparición fue providencial, y su influencia tan decisiva como la
de los Beatles o Dylan. Más aún: su bumerán devolvió a estos la inspiración
prestada, y planeó sobre las futuras evoluciones de ambos: ni "Rubber
soul" ni "Highway 61" existirían sin ellos (…). Por primera vez,
algo propio se erguía en la parálisis americana que siguió a la invasión
británica: solo había un grupo competente, los Beach Boys; pero, ajenos a los tiempos
y a los cambios, seguían con sus playas y sus chicas. Mezcla de casualidad y
genio, los Byrds querían ser los Beatles. Y en el camino surgió una chispa
completamente nueva: un sonido levitativo de guitarras campanilleantes y un
mágico fervor vocal de agridulce belleza".
Jose
María Rey
Hace unos días vimos al señor Dylan entrando en una tienda de Nueva York para comprarse una guitarra eléctrica. Sabe que los
Beatles son mucho más que el último capricho de unos fans adolescentes, y ha
comprobado en su primera visita a la Isla que no están solos, que ese término
de “invasión británica” no es exagerado en absoluto. Así que tiene que ir
preparando su defensa, porque los isleños vienen fuertes. Lo que posiblemente no
esperaba, o no lo esperaba tan pronto, es que le surgiese competencia de entre sus
propios compatriotas, pero así fue: en California se da a conocer un grupo que
debe tanto a Dylan como a los de Liverpool, y que ha sabido aprovechar muy bien
las enseñanzas de ambos. Su creatividad y los juegos de voces que tan bien
describe don José María, sumados a la combinación cristalina de las guitarras
Rickenbacker y Gretsch, dieron como resultado el sonido jingle jangle, un término
inmortalizado poco antes en la letra de “Mr. Tambourine man”… que será la pieza
que lanzará a ese nuevo grupo al estrellato. Y hay más elementos circulares en
el origen de esta historia, porque pronto será común entre los aficionados
considerarlos como los Beatles americanos. Es lógico, ya que los Byrds,
partiendo del beat folk, son los padres del folk rock, un estilo que como todos
los grandes será de ida y vuelta: pronto surgirán algunos grupos isleños
siguiendo el camino que ellos inauguran.
Jim McGuinn nació en Chicago y vivió allí sus
primeros veinte años. Al cumplir esa edad ya era un músico bastante solvente
con los instrumentos acústicos de cuerda, especialmente guitarra y banjo,
además de dominar las armonías vocales. El descubrimiento del rock and roll
blanco en su infancia lo había llevado al country, especialmente por las voces tan
bien empastadas de unos Everly Brothers, por ejemplo: esa vertiente “pop”, más
melódica, tiene mucho que ver con el folk, y son también los juegos vocales lo
más destacado en algunas agrupaciones folkies como los Kingston Trio, que
también le interesan. En su adolescencia decidió cursar estudios en una escuela
de folk tradicional, y gracias a ese aprendizaje comenzó muy joven a trabajar
como acompañante, tanto en directo como en estudio, de algunas figuras que en su mayoría ya estaban
haciendo esa mezcla entre folk y pop: Judy Collins, Simon y Garfunkel o Bobby
Darin son los más conocidos, pero no los únicos. Por otra parte también
comienza a escribir sus primeras canciones, e incluso llega a trabajar en la flotilla de compositores del Brill
Building. Todo este trabajo tiene lugar siendo ya Nueva York su residencia
oficial; pero desde allí se dirige a principios de 1964 a Los Angeles, de donde
ha recibido una oferta para actuar en algunos clubes.
Gene Clark, de Missouri, es un poco más joven que
McGuinn pero también tiene ya un historial a sus espaldas y una evolución muy
parecida en sus gustos musicales: comenzó en grupos folkies e incluso ha
llegado a grabar en uno de ellos -los New Christy Minstrels, por entonces muy
famosos-, pero el descubrimiento de los Beatles lo ha transtornado hasta el
extremo de abandonar ese último grupo y buscar nuevos aires en Los Angeles.
Tiene buena voz, grandes aptitudes como compositor, domina la guitarra, la
armónica y la pandereta. Al poco de llegar descubre a McGuinn cantando en un
club y su repertorio le demuestra que tienen intereses muy parecidos, es decir,
folk y Beatles. Ya están actuando como dúo cuando aparece ante ellos un tal
David Crosby, con intereses y bagaje parecidos. En su adolescencia había protagonizado
algunos trabajos escénicos, teatrales especialmente, pero ya llevaba un tiempo
recorriendo medio país como cantante folk y había estado también en algunas
agrupaciones más o menos conocidas. Incluso había llegado a hacer algunas
pruebas con el sello Warner como cantante solista, interpretando piezas propias
y ajenas: tuvo esa oportunidad gracias a Jim Dickson, que le acompaña. Dickson
es un mánager y productor que tiene muchos contactos, y también está convencido
de que hay que vitaminar los juegos vocales y las melodías del folk con el rock.
Parece que la llegada de los Beatles a Estados Unidos está causando una
revolución de similar calibre a la que ha causado en la Isla.
Ese trío de músicos ya veteranos, que actúa bajo el nombre de Jet Set,
tiene por lo tanto una base muy sólida, tanto en lo referente a técnica vocal e
instrumental como de creatividad, puesto que los tres son compositores (aunque
hay distancia entre Clark y los otros dos). Dickson trata de que ensayen todo
lo posible, y además les graba prácticamente cualquier cosa que hagan (eso
explica que años después vayan apareciendo cintas “perdidas” de los Jet Set con
cierta frecuencia). Y cuando cree que ya están listos para intentar una grabación
en serio, consigue que el sello Elektra los contrate para al menos un single,
que se publica en verano bajo el nombre transitorio de Beefeaters, ayudados por
músicos de estudio. La influencia de los Beatles en ambas es innegable, e
incluso se cita también a los Searchers; sin embargo ya hay un tono melódico
que comienza a tener espíritu propio, especialmente “Please let me love you”,
la cara A. Y “Don’t be long”, la B, reaparecerá en el segundo disco grande de
los Byrds, muy mejorada y bajo el título de “It won’t be wrong”. Ambas están
compuestas por McGuinn y Clark con la ayuda de Harvey Gerst, un amigo de
McGuinn que entre otras cosas es ingeniero de sonido y trabajará luego como
productor. El single no fue muy allá, tal vez porque el trío necesitaba más
rodaje y Elektra tampoco lo apoyó con verdadera convicción.
Pero además de esa falta de rodaje, Dickson les convence de que si quieren desarrollar sus posibilidades necesitan la base rítmica de un grupo, es decir, bajo y batería. Michael Clarke, un amigo de Crosby, tiene solamente dieciocho años y nunca ha tocado la batería, pero se le dan muy bien las percusiones en general: admitido. Para salir del paso, el propio Crosby deja su guitarra acústica y trata de hacerse con el bajo, pero al cabo de un tiempo abandona y Dickson recurre a Chris Hillman, otro de sus patrocinados, que se ha curtido en el circuito del bluegrass. Lo curioso es que, al igual que Clarke, nunca ha tocado profesionalmente el instrumento para el que se le contrata, ya que su especialidad son la guitarra y la mandolina. El siguiente paso es electrificar la sección de cuerdas: McGuinn, iluminado por la Rickenbacker de Geoge Harrison, se compra una; Crosby consigue hacerse con el puesto más o menos fijo de rítmica y elige una Gretsh. Clark, además de ser una de las voces principales, manejará la guitarra acústica, pandereta y armónica, aunque ya había usado eléctricas antes que ellos. No parece muy conforme con la decisión, pero ya por entonces comprende que pelear con Crosby todo el día no tiene sentido.
Terminaba el verano de ese año 64 cuando Dickson presenta a los Jet Set su último descubrimiento: un acetato que contiene "Mr. Tambourine Man", una canción de Dylan todavía sin publicar. Ni Dylan ni Tom Wilson, su productor, habían quedado contentos con esa grabación, unos meses antes, y en consecuencia la postergaron por un tiempo; de ese modo, “Another side of Bob Dylan” se publicó sin ella. Por lo tanto, con el valor añadido de ser una pieza inédita, si la trabajaban bien tenían posibilidades de interesar a algún sello. Y poco después dio la casualidad de que el mismo Dylan, que andaba por Los Angeles, oyó el runrún de “un grupo nuevo que se parece a los Beatles y hace algunas versiones de Dylan”, por lo que, como es lógico, fue a verlos. Y se quedó asombrado; no solo porque, efectivamente, sonaban a los Beatles, sino porque además, cuando oyó “Mr. Tambourine Man”, casi se cae de espaldas (“¡Coño, pero si hasta se puede bailar!”). Ese fue el plácet que necesitaban para convencerse de que allí había potencial… mientras que don Roberto, a su vez, recibía el aviso de que ya tenía competencia en casa. Y aquí transcribo literalmente un fragmento de la revista Pop Thing donde se describe el mágico proceso que llevó a este grupo a la CBS:
“Dickson les presentó a Ben Shapiro, un empresario amigo
suyo que podía conseguirles actuaciones. McGuinn, Clark y Crosby cantaron en
directo delante de Shapiro, con una de las cintas grabadas como acompañamiento. La hija de Ben, una adolescente, estaba en su cuarto; cuando escuchó aquello creyó que los Beatles estaban tocando en el salón de su casa, y bajó como
una centella a ver qué pasaba. Cuando al día siguiente Shapiro contó la
historia al genial Miles Davis, éste telefoneó a Irving Townshend
(un jefazo de Columbia Records) y le contó que había unos Beatles californianos
rondando por ahí... sin contrato. Irving comunicó la noticia a Allen Stanton,
el jefe de fichajes de la compañía en la Costa Oeste, y Stanton acudió raudo,
habló con Dickson y fichó a los Jet Set para la todopoderosa Columbia (CBS) el
10 de noviembre de 1964. El 26 de noviembre, los Jet Set cambiaron su nombre
por el de Byrds (influidos por el célebre almirante Byrd) después de considerar
otros (como el de Birdses) La preparación había terminado. Ahora había que
volar.”
CBS les asigna como productor a Terry Melcher, otro futuro clásico del negocio, que proviene del mundillo de la música surf. Melcher los pone a grabar a finales de enero del 65, pero de momento no confía mucho en sus habilidades técnicas y decide que solo intervengan las tres voces y la guitarra de McGuinn: el resto corre a cargo de músicos de estudio de mucho nivel, integrantes de la que en un futuro será etiquetada como Brigada de Demolición (la Wrecking Crew, para los anglófilos). Entre ellos figura el batería Hal Blaine, una verdadera autoridad… a quien Clarke no vio con buenos ojos (“Es el primer batería joven que veo que, en vez de intentar aprender, se cabrea porque lo sustituyen por un profesional para conseguir un éxito”, dijo luego). Tampoco Clark queda muy conforme con la decisión de Melcher de que las versiones de Dylan las cante McGuinnn como primera voz, pero se resigna. Y en primavera se publica el primer single de los Byrds con “Mr Tambourine Man” en la cara A y “I knew I’d want you”, una brillante pieza de Clark, en la B (se ha sugerido que tal vez esta fuese la primera influencia “de vuelta” que ejercen los Byrds sobre los Beatles). Los ejecutivos de la CBS se inclinaban por ella como cara A, pero Melcher decidió lo contrario. Y acertó, porque, al margen de llegar al número uno incontestable en medio mundo, con el tiempo ha quedado como una de esas piezas mágicas, señeras en la historia de la música popular. Luego don Roberto nos largará una pieza de más de cinco minutos, con una línea musical monótona que en realidad no es más que un vehículo para su poema, pero los Byrds demuestran que saben hacer canciones pop: dos minutos y medio. Y como en el pop la letra no es lo crucial, la acortan, la modifican incluso. Lo que cuenta es la línea melódica y el ritmo, y eso lo tiene de sobra su versión. No me extraña la sorpresa, el susto de don Roberto…
Como era de esperar ante tal convulsión mediática, a los señores de la CBS les entra la prisa: hay que sacar un disco grande ya. Bien, pues dentro de unos días veremos eso. Tranquilos, que ya no hará falta meter tanta brasa como la que he metido hoy.
Pues magnífica brasa la tuya Rick, ¡no te cortes en lo sucesivo!, desde el interesantísimo prólogo del Sr. Rey hasta el fragmento de Pop Thing, pasando por esa narración que logra mantener al lector bien pegado al texto.
ResponderEliminar¡Qué decir de The Byrds!, podría comenzar afirmando que es mi banda favorita de todos los tiempos, nada original puesto que coincidirán conmigo muchos aficionados.
Hablas de competencia con Bob Dylan y Beatles. Pienso que en algunos casos concretos (canciones, sonido, ritmo, ambiente...), los Byrds superan a ambos grandes iconos. Su aportación, ese estilo único que consiguen con guitarra, voces y melodía, supone un auténtico hito en la historia de la música contemporánea. Su música es intemporal.
Saludos,
Es lo bueno de las grandes bandas, que por lo general tienen una historia atractiva y así resulta más fácil contarla.
EliminarAunque yo soy más bien anglófilo, también los Byrds son de mis preferidas. De todos modos, cuando llegamos a la altura de este tipo de nombres, no puede decirse que unas sean mejores o peores que otras, sino que más bien el criterio suele regirse por su importancia, por el impacto que dejan. Y en ese sentido creo que Dylan o Beatles -sobre todo Beatles- están un punto por encima.
Pero sí, otras de las características de este tipo de gente es que su música es intemporal, y muy influyente. Aún hoy hay grupos que siguen su estela.
Saludos mil
How.
ResponderEliminarTambién yo di un bote cuando escuché por primera vez a los Byrds, pero no porque me recordaran a los Beatles, sino todo lo contrario: porque eran completamente otra cosa.
Para empezar, las voces de Byrds son de timbre semejante, lo que les permite cantar como un coro; por el contrario, las voces de Lennon y McCartney son totalmente dispares, y ese dúo cantando a dos voces y con timbres tán distintos es una de las características de los Beatles (de aquel momento). La uniformidad de voces de Byrds fue heredada por CSN (por ejemplo, me resulta imposible distinguir quién es quién en Helplessly Hoping).
Otra diferencia es que los Byrds tratan los temas con delicadeza (demasiada, según algunas opiniones), mientras que los Beatles son más "joteros", como diría un maño.
Y por supuesto, aparte de coros y pandereta, lo que más identifica a los Byrds es la guitarra eléctrica de 12 cuerdas, cosa que no recuerdo que hiciera nadie en aquellos días (aunque claro, no lo he oído todo).
También hay (creo yo) un juego de palabras: Beatles-beetles (escarabajos) y Byrds-birds (pájaros). Y en mi opinión el pájaro se come al escarabajo — pero no al revés. Mi voto al comentario de Fuzzy.
Saludos y gracias por la labor pedagógica.
Muy buenas, míster Troll.
EliminarLa consideración general de que, al menos en sus inicios, los Byrds eran los Beatles americanos es, digámoslo así, abstracta. Es decir, se centra más en el hecho de haber sido la primera gran banda que surge en el país tras la llegada de los Beatles, así como en su influencia y evidentemente en ese primer aire beat que les caracteriza, tanto por su gusto por las melodías como por ese tono pop que tiene el beat en origen. Tu comentario es perfectamente ajustado pero ya más bien de tipo técnico, centrado en la ejecución; por lo tanto ahí ya le hemos quitado a la cebolla una o dos capas, y vamos hacia el meollo.
La uniformidad de voces en CSN posiblemente fue buscada: en los Byrds tiene su mérito, porque las voces de sus tres cantantes son distintas, pero las de Crosby, Stills y Nash se parecen bastante, les resulta más fácil conjuntarse. Nunca me había puesto a diseccionar quién es quién en “Helplessly hoping”, pero ahora que lo dices…
Sobre el asunto de la Rickebacker de doce cuerdas, como digo arriba quien la populariza es George Harrison: ese modelo se puso a la venta a finales de 1963, y Harrison la consigue en la primera gira americana de los Beatles, dos o tres meses después. McGuinn y sus socios fueron a ver “A hard day’s night”, la primera película de los Beatles, y ahí se quedó prendido al escuchar el sonido que Harrison conseguía con esa guitarra. Con el tiempo McGuinn supo sacarle más provecho que Harrison, pero la cosa empezó así.
Y aparte tenemos el detalle un tanto chusco del “Needles and pins” que popularizaron los Searchers a principios del 64 (más o menos cuando los Beatles andaban por Estados Unidos, medio año antes de que se estrenase la película) y que inspiró a Clark para escribir “I feel a whole lot better”. Aunque mucha gente cree que en esa canción hay una Rickenbacker de doce cuerdas, no es cierto: los Searchers ni siquiera conocían aún ese modelo, pero buscando un sonido más cristalino usaron dos guitarras de seis, a las que añadieron eco. Cuando, poco después, la Rickenbacker comenzó a ponerse de moda, tuvieron que comprar una para no defraudar en el directo. A veces las cosas son así de raras.
Gracias por la alabanza (aunque “pedagógico” me suena a coña), con más valor por venir de un troll. Y déjate ver con más frecuencia, hombre.
Saludos mil.
Me parece excesivo equiparar a Byrds con los Beatles, la verdad, sobre todo porque los primeros parten del estilo de los segundos. Las diferencias que apunta el amigo Trolling Like Crazy no dejan de ser de segundo orden. También es verdad que aquí hablas de sus orígenes y no controlo toda su trayectoria. Mr Tambourine Man es una de esas canciones que escuchadas una sola vez se te quedan grabadas para siempre, es la magia de la música.
ResponderEliminarComo le digo al señor Troll, el asunto este de Beatles vs. Byrds es más bien de tipo "orientativo", generalista: bajo ese criterio, creo que es bastante acertado. Y luego, efectivamente, empiezan las diferencias de tipo técnico; lo cual es lógico, ya que de lo contrario no pasarían de ser una mera copia. Es evidente que los Byrds tienen desde el principio su propio carácter, que se va acentuando con el paso del tiempo; luego ya entran los gustos personales, y ahí no hay nada que discutir.
EliminarSaludos mil.
The Byrds es uno de mis grupos favoritos de todos los tiempos. Y el más favorito de todos... The Kinks, como ya sabe todo el que me conoce un poco. Pero no por eso lo pongo por encima de The Beatles. Si pongo en la balanza la cantidad de canciones de The Beatles que dieron un vuelco a la música y, lo que es más, cada L.P. que sacaban The Beatles y ponía patas arriba al mundillo musical... y lo comparo con cualquier otro grupo... no hay color. Pues eso, se nota que los admiro un poquito ¿no?
EliminarY ya, si eso, cada uno...
Saludos.
Ese es el punto, amigo Bab. Una cosa son nuestros grupos preferidos y otra los más importantes. Los Beatles probablemente no son el grupo preferido de casi ninguno de los clientes de este bar, pero creo que todos reconocemos que son los más importantes. De hecho ni siquiera ese lugar común de "el mejor" es cierto: el mejor grupo no existe, porque es imposible comparar a los Beatles con los Stones, con King Crimson o con Velvet Underground, sencillamente porque no tienen nada que ver. Son los más importantes porque como tú dices pusieron patas arriba el mundillo musical. Y eso es lo que hay, y luego ya cada uno tiene sus querencias, efectivamente.
EliminarSaludos mil.
Hola Rick.
ResponderEliminarOtra vez tarde, menos mal que Bab, también es de los que se retrasa, y eso que los Byrds son mi banda USA favorita.
Creo que es el grupo mas importante de los sesenta, bastante por encima de los Beach Boys y que fué el punto de arranque del folk-rock, que hoy en día todavía continua.
Las compañías al fin encontraron el contraataque a la Invasión Británica, que por cierto ya les costó encontrarlo.
Compararlos con los Beatles, no tiene ningún sentido, pues no tienen nada que ver, Rickenbacker aparte.
The Byrds: Siempre copiados y nunca igualados.
Saludotes
Jose
Hola, José.
EliminarYo no sabría decir cuál es mi banda americana preferida; seguramente Velvet Underground, porque es la más "europea", pero la cosa va a días. Indudablemente los Byrds siempre están ahí arriba, entre los más destacados, tanto por su música como por su influencia.
Y efectivamente, los Beatles son otra cosa. Pero como definición para sus primeros tiempos, cuando empezaban, puede valer. Fue útil.
Saludos mil.
Secundo a Javier en eso de ''magníficas brasas las tuyas'', porque de brasas nada. Acabo de releer tus dos entradas dedicadas a los Byrds. Parto de un interés por este grupo, pero es que nos dejas un relato, como siempre, bien narrado, documentado y meditado desde la visión personal.
ResponderEliminarSobre esta primera parte, pienso en los muchos azares que llevaban entonces a la formación y lanzamiento de una banda, incluso de la calidad e importancia que tendría esta. Importancia que solo he podido entender de verdad muy tarde, pues hace años me quedaba solo con lo bien que sonaban algunas canciones y la frescura que no envejece de esa guitarra de doce cuerdas. Que no es poco, por cierto, pero ahora entreveo además esa influencia que ejercieron los Byrds en la música americana posterior, y es de sorprender, la verdad.
Lo de los ''Beatles americanos'', más allá de las influencias de idea y vuelta entre ambos grupos, me lo sigo tomando como una afirmación publicitaria. Me gustan los Byrds y además, de un tiempo a esta parte, escucho bastante a menudo algunas de sus canciones, pero con los Beatles he vivido épocas largas de auténtica inmersión, cuando me ha da por enchufarme sus discos de principio a fin. En cualquier caso, para mí los Byrds tienen bastantes temas como mínimo a la altura de los Beatles (ya ves que hablo más de canciones que de discos, pero no por considerar en menos los álbumes de los Byrds, sino porque en este caso los escucho más por canciones), y con esa personalidad tan propia que los hace únicos, más allá de otras bandas, sean americanas o inglesas
Básicamente hay dos modos de montar un grupo: entre colegas del barrio (los Beatles) o por encuentros más o menos casuales entre músicos que ya tienen una trayectoria (los Byrds). El resultado suele ser impredecible, pero en teoría esta segunda opción es más fiable. En cuanto a la influencia descomunal de los Byrds, llama la atención que, salvo por pequeños grupos contemporáneos que se inspiraron en ellos, su verdadero influjo llegará diez años después, con el advenimiento de la nueva ola y, más concretamente, del nuevo rock americano de los 70/80. Fue algo parecido a lo que sucedió, en otro orden de cosas, con Velvet Underground: la engañosa simplicidad de unos y otros los dejó "semiocultos" por un tiempo.
ResponderEliminarY la comparación con los Beatles, aunque es verdad que tiene sus ribetes "publicitarios", como tú dices, no es una gran exageración. Hay que tener en cuenta más aspectos que el puramente musical, como por ejemplo ese gran revulsivo que significaron para su país, adormecido aún cuando ellos se dieron a conocer. Y luego el asunto de canciones o discos completos tampoco es ajeno a los Beatles ni a nadie: los discos grandes son muy difíciles de rellenar con obras maestras únicamente, y ni siquiera los Beatles escapan a esa realidad. Luego ya, como siempre, están los gustos y la mayor o menor identificación con un músico, pero sabes tan bien como yo que los Lps sin una sola pieza sobrante son muy raros.
Saludos mil.