lunes, 21 de marzo de 2022

España en los años 80 (Fiesta)

Bienvenidos, estimados sufridores, a la fiesta española de los años 80. Seguramente más de uno pensará "¡Pero bueno! ¡Si no ha citado para nada a los Fulanitos, los Menganitos y los de Más Allá!". Y sí, han quedado unos cuantos sin citar. ¿Por qué? Pues porque, como he dicho muchas veces, este es un blog asquerosamente subjetivo, tendencioso, partidista... lo peor. Y aun así he tratado de respetar la categoría, real o ficticia, de algunos grupos a los que he citado y que, si me dejo llevar, no habrían salido aquí. Vamos, que he tratado de ser objetivo hasta donde he podido. Pero seguir adelante ya sería traicionarme a mí mismo, y eso solo lo hago si es por dinero: recuerden, hasta Rick Blaine tiene sus principios. Y sus finales. El caso es que para mi gusto ya está bien de años 80, al menos en lo referente a nombres de primera línea; otra cosa es la gran cantidad de canciones que surgieron en esta época y que, en la más pura tradición del pop intemporal, adjudican a sus creadores la etiqueta de "one hit wonder". Porque los 80 fueron una década de canciones maravillosas, más que de grupos: es decir, a muchos músicos se les ocurrieron algunas ideas brillantes, pero por lo general no pasaron de dos o tres ideas por músico. Por lo tanto tenemos material de sobra para una fiesta a la altura de las anteriores o hasta puede que mejor aún. Y como siempre utilizaremos el formato 12+1, para no hacernos muy pesados. Así que adelante.

Comenzaremos con un veterano: Manolo Tena, que como recordarán ustedes ya se había ganado una notoriedad a finales de los año 70 al frente de Cucharada. A principios de los 80 crea el trío Alarma!!!, cuya carrera da para dos discos. Se trata de un cruce entre new wave y afterpunk con frecuentes aromas de reggae blanco al estilo Police que ha dejado unas cuantas canciones muy buenas, pero que por esa vocación suya por nadar siempre entre dos aguas probablemente no tuvo la repercusión que se merecía. Aquella frase "demasiado heavies para los modernos y demasiado modernos para los heavies" que había pronunciado en su época con Cucharada, seguía teniendo validez si ahora sustituíamos "heavies" por "rockeros". Ya por entonces componía material para otras figuras de relevancia y luego prosiguió un carrera en solitario en la que procuró compaginar comercialidad con calidad, lo cual le granjeó el desprecio de los "entendidos" pero le dio una posición bastante estable hasta su muerte hace unos años. A ver qué les parece la apertura del primer disco de Alarma!!!

El nombre de Bernardo Bonezzi también es familiar en este tugurio. Se trata de un niño prodigio: nacido en 1964, con trece o catorce años frecuenta aquella pandilla de críos en la que destacan Alaska o el Zurdo, y llegó a figurar en Kaka De Luxe. Luego montó sus primeros grupillos de tecno pop en los que, entre otros, está el germen del nacimiento de Los Elegantes. Y en 1980, al frente de los Zombies, graba un primer Lp titulado "Extraños juegos" en el que demuestra estar al día sobre ese estilo y que consiguió unas ventas bastante aceptables. Sin embargo el segundo, publicado el año siguiente, ya no tenía su altura; tras un proyecto faraónico que se hundió en directo en el programa de Paloma Chamorro, fue abandonando sus fantasías art pop y se reconvirtió en compositor de bandas sonoras (Almodóvar fue uno de sus clientes). De aquel primer disco destacan dos canciones: una es la que le da título, y otra es "Groenlandia". Todos los que recordamos aquella época sabemos cuál fue la que inmediatamente pasó a ser una de las joyas del repertorio divino de la nueva ola madrileña.

Un grupo que resultó un tanto "desdibujado" fueron los Pistones. Según ellos su nombre procede de la fusión de Pistols y Ramones, que al parecer eran dos de sus grupos favoritos, e incluso una de sus primeras canciones tenía a los neoyorkinos como protagonistas. Sin embargo, hasta esa era de otro palo: la mayor parte de su producción es claramente pop rock, y de hecho se les asoció con más o menos justicia al sector de los "babosos", es decir, al estilo de Nacha Pop o los Secretos. De todos modos tenían mucha más vitalidad que ellos, y después de tres discos pequeños un tanto irregulares publican en 1983 un primer Lp titulado "Persecución", que muchos aficionados consideramos como uno de los mejores discos españoles en ese estilo. Producido por el ex-Tequila Ariel Roth, su sonido impecable y su exactos arreglos hacen que incluso algunas canciones flojillas adquieran nueva vida. Y ahí se contienen las dos más grandes de su carrera: "El pistolero" y "Metadona". Fueron las caras A y B de un single que arrasó en las tiendas, las radios y los bares, y que tuvo dos públicos diferentes: la A es una especie de funk pop con vagos efluvios en la onda Clash que se convirtió en una plaga mediática; la B, regrabada para la ocasión (ya se había publicado en uno de los Eps del año anterior) es una joya, por música y letra, por pura emoción, que dignifica al power pop español. Luego llegó la mili, y los Pistones se fueron diluyendo en el recuerdo: cuando volvieron, sus nuevas canciones eran una sombra de su época anterior; pero solo con la épica "Metadona" ya se habían ganado su lugar en la historia.

La prevalencia de un buen puñado de canciones totémicas sobre el nombre de muchos de los grupos que las crearon está en la base de ese concepto de "one hit wonder", tan antiguo y a la vez tan de los 80. Y de ese puñado hay que rescatar, obligatoriamente, momentos maravillosos como el que nos proporcionó "Ráfagas": se trata de una de las escasas canciones que grabaron en su corta existencia los Bólidos, un grupillo madrileño cuyas integrantes femeninas habían pasado por Paraíso y que en 1980 participan en el famoso concierto homenaje a Canito. Al igual que otros muchos grupos del momento, ni dominan los instrumentos ni tienen muy claro aún si van a seguir en esto, pero graban algunas maquetas que llegan a Ordovás, que cae rendido ante "Ráfagas" y presenta al grupo en Radio 3. Pero poco tiempo después los chicos se van a la mili, y tanto unos como las otras desaparecen del circuito en su mayoría. El caso es que "Ráfagas" sólo existía en esa maqueta y en las cintas de los aficionados que habían grabado el programa de radio de aquella noche: tuvieron que llegar en 1983 la comentarista Patricia Godes y algunos amigos suyos a rescatar esa canción junto a otras tres, sacándolas de la maqueta y publicándolas en un ep, evitando que se perdiese para siempre. Una hermosa historia. Una historia pop, claro.

Otra característica de aquellos tiempos fue la consolidación de los sellos independientes como mercado alternativo en fuerte competencia con los grandes, y uno de los que aún no había pasado por aquí es Dos Rombos, creado en 1983 por Oscar Ríos, mánager de Los Secretos. Tras la publicación de un single que rescata dos canciones de Tos (o sea, el primer grupo de los Urquijo) lanza el primer Ep de los Monaguillosh, uno de las ofertas más originales de la segunda ola en la movida madrileña. Ya llevaban unos años dejándose ver intermitentemente en algunas salas madrileñas, y en ese momento estaban combinando el afterpunk oscuro de Siouxsie o los Passions con un toque kraut y una tendencia psicodélica, inesperada en aquel ambiente, que les da una impronta tremendamente personal y de mucha categoría. Poco después llega un último single y casi a continuación el grupo se separa: para entonces ya habían salido en Radio 3, en La Edad de Oro de TVE y se les consideraba una de las promesas más brillantes de la época. Probablemente su separación se debió a que varios de sus miembros ya tenían planes propios, pero lo que cuenta es lo que queda: "Voces en la jungla", la cara A de aquel primer Ep, es una de esas piezas que si llega a ser británica se come el mundo.

Y ahora nos vamos al otro extremo del catálogo de Dos Rombos, el teórico "punk rabioso" que en muchos casos era una derivación del rock duro de los MC5 o Stooges. Bilbao era una de las ciudades más destacadas en ese estilo -si no la más- de España, ya que en cierto modo había similitudes con Detroit: industria a mansalva y barrios obreros, a lo que hay que añadir el componente político de la época. De allí salieron las Vulpess, el primer cuarteto punki femenino que llegó a alcanzar una fama, aunque más por el lío que montaron en la televisión que por su obra en sí, que no fue muy amplia. Después de conseguir una cierta relevancia en su ciudad, documentada en algunas grabaciones caseras en directo y maquetas de 1982, graban un single que se publica el año siguiente. La cara A se titula "Me gusta ser una zorra", que en lo musical viene siendo una versión libre del "I wanna be your dog" de los Stooges y cuya letra acabó con la existencia de "Caja de Ritmos", un programa de TVE dirigido por Carlos Tena, que presentó la dimisión de inmediato. En realidad, teniendo en cuenta la época, la cosa no hubiera pasado de un pequeño sobresalto, pero la caverna, personificada en el ABC, fue a por él. Mientras, los remilgados señoritos del PSOE que dirigían la cadena pública prefirieron mirar para otro lado y lo dejaron caer: "Espero que reflexionen y no se bajen los pantalones cada vez que se oyen ruidos de rosarios o de botas", dijo Tena. El caso es que el single aún no se había publicado, y por supuesto el tirón mediático le vino muy bien (en la contraportada figuran recortes de la prensa con la noticia), aunque no duraron mucho más. Se reagruparon más de una vez, siempre para momentos fugaces.

De Bilbao nos dirigimos a San Sebastián; que ya por entonces parecía no pertenecer al mismo entorno geográfico, puesto que estaba destacando como centro del pop más o menos exquisito y ha seguido manteniendo ese estatus hasta hoy mismo. La mezcla entre melodías muy cuidadas y unas letras a tono daban como resultado una alternativa art pop al margen incluso de la nueva ola. Uno de los primeros y más recordados nombres de esa ciudad (aunque hicieron gran parte de su carrera en Madrid) fue el dúo La Dama Se Esconde: surgen tras la disolución de Agrimensor K, un cuarteto gótico siniestro muy típico de principios de los 80. Ya en Madrid son detectados por DRO, que los lanza todavía con un planteamiento muy parecido; pero tras una época de transición llegan en el 86 al sello Warner, donde conseguirán popularidad especialmente con el Lp "La tierra de los sueños", gracias a su mezcla de pop melódico con momentos muy vivos y un gancho comercial innegable. Llegaron hasta mediados de los 90, y aunque a veces se hacían un poco esteticistas de más, tienen unas cuantas canciones muy bien hechas.

El ambiente neo mod en los primeros años 80 fue más frondoso en Barcelona que en cualquier otro sitio. Allí hubo unos cuantos grupos no tan notorios como los Brighton 64 pero que tuvieron su breve momento de fulgor, y entre ellos tal vez los más destacados fueron los camaleónicos Telegrama. Se habían formado a finales de los 70, y justo en 1980 aparecen en el Popular 1 como el último grito del heavy metal catalán, con mallas y todo; pero poco después ven la luz y a partir de ahí sus vestimentas de mods "puros" lo dicen todo. Tuvieron un buen puñado de seguidores, aunque su carrera mod solo dio para un single; luego vino la mili, y después algunos de ellos aparecieron en alguno de esos grupos posmodernos con mucho glamour que atestaron el final de la década. Ese nuevo bandazo nos confirma en la idea de que estos muchachos iban siempre a rebufo de la actualidad sin importarles de qué lado cayese, pero al menos dejaron claras dos cosas: técnicamente eran bastante buenos, y la cara A de aquel único single mod se convirtió casi inmediatamente en otra clásica: "Chica del metro".

Ya a finales de la década anterior se notaba en provincias que los tiempos estaban cambiando, y que en cualquier momento podía surgir la sorpresa en cualquier sitio. En Asturias, por ejemplo, hubo un grupo que fue cambiando de nombres y de perspectiva hasta que en 1981, bajo el definitivo de Ilegales, ganan el ya por entonces prestigioso Concurso de Rock Ciudad de Oviedo. A partir de ahí, siempre bajo la dirección del carismático Jorge Martínez, voz, guitarra y compositor, fueron ascendiendo hasta convertirse en uno de los grupos de rock más populares de los 80/90. Su mezcla entre hard y punk cuidaba también la melodía y, aunque a mí me parecen un poco tremendistas, no se puede negar que tienen unas cuantas canciones que han llevado muy bien el paso del tiempo: por ejemplo "Tiempos nuevos, tiempos salvajes", que fue una de las primeras históricas, se mantiene perfectamente aún hoy.

No podemos abandonar Asturias sin hacer mención a uno de sus artistas más recordados, el sin par Tino Casal, que ya estuvo en una de nuestras fiestas nacionales hace mucho tiempo, cuando al frente de Los Archiduques pasó a la historia con aquel "Lamento de gaitas" que aún hoy es una canción adorada por unos cuantos frikis como el que esto suscribe. Y de nuevo nos visita con otra canción inmortal: "Embrujada". No niego que para entonces Casal era un rey del petardeo, un tanto excesivo, con un repertorio que en general solo gusta a los muy fans o a los devotos de la música disco nacional; pero esta canción, como la otra, tiene eso que se llama "ángel". Fue durante mucho tiempo protagonista en las discotecas tanto como en las radios, y por muy yeyés y vanguardistas que nos tuviésemos no podemos negar que su letra nos hechizaba, muy a juego con el título. Sí, me compré el single, porque un popero como dios manda no puede hacerse el estrecho con canciones como esta.

Hablando de letras: si alguna gente como los Ilegales nos apabullaba a veces con sus proclamas, otros músicos de querencias rockeras eran mucho más ligeros, se tomaban las cosas con bastante filosofía e incluso nos hacían reír. Ese es el caso de los adorables Nikis, un grupo cuya esencia era el rock and roll con tonos pop y que pronto se ganaron el apelativo de "los Ramones de Algete". Su componente nuevaolero, que a veces se olvida, les otorgaba una cierta facilidad para las melodías y redondeaba unas canciones cortas, directas y pegadizas que durante unos años los mantuvo muy activos al menos en el circuito de actuaciones. Otra cosa era la venta de discos, que nunca fue muy boyante, entre otras cosas porque los "entendidos" solían renegar de este tipo de gente tan "frívola", pero en fin: a ver qué les parece, sin ir más lejos, este lamento carcelario...

Una vez caídos en la frivolidad, la última canción de la docena es ya un desparrame. En los años 80 hubo una especie de barra libre en la que cada uno se podía servir lo que le diese la gana; eso nos llevaba al exceso con frecuencia, pero el grado de libertad y tolerancia que hubo en España por entonces dejaba asombrados a los guiris del país que fuese. Por ejemplo en aquellos tiempos cualquiera podía grabar un disco, y uno de los que se apuntó a la fiesta fue Pedro Almodóvar -que por entonces comenzaba su carrera cinematográfica- junto a su amigo Fabio, de sobrenombre McNamara. Esta pareja llevaba el petardeo a un grado de locura tal que dejaba en mantillas a Alaska y quien se les pusiese enfrente, y cualquiera que haya visto sus dos primeras películas puede hacerse una idea cabal de lo que digo. El caso es que consiguieron reunir un repertorio de canciones de estilo general cercano al tecno funk o algo así que llegaron a venderse bastante bien; hoy algunas de sus letras serían impublicables, pero no se preocupen: "Gran ganga" al menos resulta bastante inocua. La "cantaba" Imanol Arias en "Laberinto de pasiones", la segunda película del manchego.

Y la selección 12+1, como siempre fuera de catálogo, es una pieza un tanto "inquietante", por decirlo así, ya que nadie sabía a qué estaba jugando exactamente Jan Suiza, el intérprete, cuando la grabó. Era un músico veterano que había formado parte de Electroshock (en sus primeros tiempos, Gigante), un grupo que llegó a grabar un Lp entre new wave y power pop con teclados que no fue muy allá, aunque en sus comienzos (1980) habían ganado el concurso rock de la Diputación de Madrid. Pero en 1982, ya en solitario, publica un single -el primero y último de su carrera- cuyo título es "Dios salve al Rey", que dejó muy sorprendido al personal: se trata de una canción al estilo balada pop en la que se ensalza a un monarca (¿uno cualquiera? ¿El nuestro?) con unas estrofas que van a medio camino entre la literatura de cuento de hadas y la alabanza política. En resumen, que no sabía uno a qué carta quedarse, si aquello era en serio o en broma. Y claro, ante un material tan volátil las radios escurrieron el bulto y se escuchó muy poco: aún hoy es difícil de encontrar en Internet (La cara B, por cierto, es la versión instrumental). Aquí la tienen...

Y con esta loa monárquica termina la primera parte de la fiesta, pero si pinchan aquí podrán seguirla un rato más: puesto que, como dije antes, los años 80 fueron una década de grandes canciones, en el paquetillo que contiene estas 12+1 van otras cuantas que pueden ser buenas alternativas a las que han salido. Solo doce, en una época como esta, sería una oferta cutre. Es más: tenemos esta fiesta disponible en formato gigante, y si hay alguien con la afición o la paciencia suficiente como para aguantarla solo tiene que pinchar aquí.  


lunes, 7 de marzo de 2022

España en los años 80 (XXIII)

Estamos de vuelta en Madrid, donde comienza y termina una época con tanta brillantez en sus inicios como trivialidad luego. Hay muchos grupos cuya discografía refleja bien ese tránsito tantas veces repetido a lo largo de la historia: sus primeras obras siguen manteniendo interés aún hoy, mientras el resto se va desvaneciendo en el olvido. También hay algunas excepciones, que por lo general corresponden a los grupos de más categoría y que supieron retirarse a tiempo como Radio Futura, tal vez el mejor ejemplo. Y luego hay rarezas, casos únicos como el de quienes nos visitan hoy: los Esclarecidos. En esencia se trata de una reunión de amigos que se dedicaba a la música "por horas", ya que no era esa la ocupación principal de sus miembros. Por otra parte mantenían amistad con varios personajes de la movida madrileña, lo cual les dio la "visibilidad" necesaria para establecer una carrera más o menos convencional. Su música, por lo general muy elegante, cercana al lounge, es una alternativa que consiguió más seguidores de los esperados, aunque también es cierto que su estilo decadente va bien con la filosofía vital que comienza a encarnarse en esa generación ya casi treintañera que llega al segundo quinquenio de los 80 en una "optimista" posición económica y social. Los Esclarecidos podrían definirse como el art decó hecho música pop, para entendernos. 

Hay una pequeña pandilla de muchachos que están terminando sus carreras y pronto conseguirán empleo, pero la música es una afición compartida por todos ellos. Y un día, tras adquirir una mínima habilidad instrumental y algunas actuaciones informales donde fuese, deciden que el tiempo libre lo dedicarán a mantener la cohesión necesaria para dar vida a un grupo, aunque sea a rachas: así nacen los Esclarecidos, a principios de la década. Aunque por razones de trabajo o simple cambio de perspectiva habrá algunos que irán siendo sustituidos por otros, la esencia del grupo está en el núcleo familiar compuesto por los hermanos Lliso (Cristina, cantante; Nacho, saxo) y Alfonso Pérez, esposo de Cristina e inicialmente el batería; junto a ellos, la formación original se completa con el guitarrista Fernando Mata y Coyán Manzano al bajo. Es frecuente que en las grabaciones participen otros músicos, sobre todo batería o saxo, ya que las habilidades de sus titulares son bastante reducidas; y aunque en la creación musical colaboran todos, las letras suelen ser de Pérez. Por último, para grabar y publicar cuando ellos quieran sin tener que ceñirse a los intereses de un sello discográfico, crean uno propio junto a sus amigos de Décima Víctima: Grabaciones Accidentales, S.A., o sea, GASA, que publicará también a otras luminarias como Derribos Arias, por ejemplo.

En 1982 debutan con dos Eps. El primero es "Música para convenios colectivos", en los que se notan influencias contemporáneas del tipo Cure o Passions junto a una voluntad por la sofisticación en el estilo, y la cara A con "Punto de observación" es un buen ejemplo, ayudada además por esa letra casi cinematográfica, muy esteticista, que será otro de sus elementos distintivos. La cara B se abre con la pieza que da título general al single y que tiene un estilo similar a la primera, ambas abrigadas por el saxo y unos agradables juegos de cuerdas. Aunque la calidad del sonido es muy justita de momento, la producción hecha por el grupo junto a Paco Trinidad le da un buen realce; Trinidad, por cierto, será más delante miembro de pleno derecho. Tras escuchar el disco, la sensación general es de que estamos ante un grupo con influencias contemporáneas, muy actuales. Pero también resulta evidente que su formación anterior tiene poco que ver con el rock: parecen haber saltado del swing, por decir algo, a la new wave con matices post punk sin términos medios. Es admirable que gran parte de las tribus madrileñas de sus primeros tiempos les hubiesen seguido; más explicable resultará luego, por las razones de madurez que dije antes.  

El segundo Ep, también de tres canciones, tiene un ambiente muy parecido al anterior, e incluso la cara A, con "Pánico en la convención", recuerda inevitablemente a la pieza que daba título a aquél. Pero las dos piezas de la cara B ya muestra que están empezando a sumar nuevos registros en su estilo, y mientras "Sección femenina" es una canción vibrante, muy rítmica y con un magnífico repertorio de percusiones y cuerdas, "Húmeda" es la alternativa melódica, con un ritmo lento pero constante, casi de marcha, marcado por un bajo luminoso y un arreglo de saxo que redondea ese ambiente de indefinible melancolía, nostalgia incluso, que constituye una de las señas de identidad de este grupo. En cuanto a la voz de Cristina Lliso, se queda en agradable, sin más: todavía está madurando, y por otra parte es posible que no le favorezca el tipo de producción que llevan en sus primeros tiempos, con un sonido general un tanto "lejano", con un eco en el que a veces queda un poco apagada. De todos modos son dos discos cuya categoría formal ya muestra un timbre de distinción sobre la media de la oferta madrileña, a pesar de sus imperfecciones.




La personalidad de los Esclarecidos comienza a definirse al año siguiente, cuando publican un mini Lp titulado a su nombre: son siete canciones entre las cuales se incluye "Húmeda", tal vez porque ya forma parte de esa cercana mayoría de edad, y aunque la calidad de sonido es todavía irregular ha mejorado. Es una selección muy rítmica, acercándose al funk en algunos momentos, donde el bajo y la envoltura del sonido del saxo son grandes protagonistas. Entre los amigos que participan en la grabación se encuentran los Radio Futura Enrique Sierra y Solrac, y en algunos momentos parece haber un espíritu cercano a ese grupo aunque la esencia de los Esclarecidos sea otra. Y aun siendo un disco de transición, y aunque todavía se notan influencias de grupos isleños de la onda oscura o postpunk, ya destacan algunas canciones con un sello muy personal: la apertura con "Una noche en Roma", seguida por "Los elefantes", hacen un buen par de muestras. También aquí se presentan sus primeras canciones de tiempo medio y ambiente casi somnoliento, atmosférico, como "Manila girls": ese será otro de sus rasgos distintivos a partir de ahora. Hay también algún intento de fusionar ritmos vanguardistas con percusiones al estilo africano (que incluso afectan a la cadencia que adquiere la voz) como en la curiosa "Sueña con Lovelace". De todos modos el gusto por la experimentación en percusiones y cuerdas se mantiene a lo largo de casi todo el disco, y "Al compás" es otro ejemplo. Y con "Emoción en el canódromo" hacen un guiño a sus primeros tiempos, pero los arreglos de teclados le dan un nuevo músculo a ese ambiente posmoderno. En conjunto ya digo, no alcanzará la altura de los siguientes pero ya tiene una gran riqueza de matices.



Su confirmación definitiva llega en 1985 con "Esclarecidos 2", en el que Trinidad ya figura como integrante oficial del grupo: además de producir el disco toca guitarras y programa los teclados electrónicos. Por otra parte se refuerzan con el saxo tenor de Pepe Cardona (El Víbora), que ya es un clásico de las grabaciones madrileñas, y que junto con el saxo alto de Lliso dará ese ambiente de sala jazzy que envuelve a los Esclarecidos. Sin embargo también trabajan la balada incluso en su particular homenaje a Miles Davis, que suena en tono de pop orquestado, melódico, casi de sala de baile decadente. Así que ahora podríamos considerarlos como un grupo de jazz pop intimista, aunque tal definición resulte un tanto pobre teniendo en cuenta la riqueza de sonidos que pueden llegar a conseguir (de vez en cuando se nota la influencia de unos Talking Heads, por ejemplo). En todo caso resulta evidente que a su estatus le sienta muy bien este nuevo quinquenio en el que entramos, y aunque su condición de músicos diletantes no les permite mantener un circuito de actuaciones constante (ni les interesa) no cabe duda de que la crítica posmoderna los adora. Es en este disco donde se incluyen dos de sus canciones más recordadas: "Pipeline", con ese ritmo vivo pero con el tono casi doliente que le imprime la letra, la voz y la cadencia de Cristina; y sobre todo la hermosa "Arponera", una balada intemporal, de siempre. El nivel medio del repertorio es impresionante, y en cuanto a la riqueza de sonidos, como ejemplo hay que recordar que aquí llegan incluso al "momento salsa" con "El dormía en un fotomatón", que aun sin salirse de los cánones demuestra muy bien que saben imprimir su carácter a cualquier estilo. Para mí este es su mejor disco y también el más equilibrado.



Dos años después presentan "Por amor al comercio". El tono general es alegre, animado, muy bien definido ya por la apertura con ese casi soul blanco que es "La carta", un estilo que se mantiene en otras piezas como "Apostar"; aunque por supuesto aquí se encuentra una de las más hermosas canciones de amor del repertorio nacional, la que da título al disco, con esa señorial entrada de piano. Hay también un momento bossa nova, "Unas congas y un café", que una vez más demuestra la gran versatilidad a la que pueden llegar y que en el fondo no es más que un catálogo de todos los estilos que les gustan como aficionados. Las influencias de la actualidad británica, ese aroma de pop rítmico pero medio tiempo, se perciben en "¿Cuál es la diferencia?" y "Los buitres", o se acercan al funk blanco en "Camina deprisa", y llegan incluso al terreno del jazz pop blanco con "Señorita, por favor". En ese aspecto los Esclarecidos ya pueden entroncarse en esa gran corriente que tuvo su momento en el segundo quinquenio de los 80 y principios de los 90, aunque tal vez el paso del tiempo no le haya favorecido a una parte de su repertorio, que suena muy actual, tal vez demasiado, y por eso mismo perecedero. Por otra parte comienza a usarse mucho el concepto de "música pop para adultos" y, como en el caso de su equivalente "rock para adultos", aún hoy no tengo claro si eso es bueno o malo (aunque el espíritu del pop no tenga nada que ver con el del rock). De todos modos en su época fue otro de los discos reverenciados entre los aficionados más veteranos, y las ventas fueron bastante razonables.


En 1989 llega su cuarto disco, titulado "De espaldas a ti". La producción es más cálida, a juego con el tono reposado, clasicista y por momentos sensual que distingue a la mayor parte del repertorio. Aquí abundan en su repaso de la balada tanto en su vertiente de pop orquestal como en su variante jazzy, buscando un ambiente de decadencia nocturna, tan cinematográfica (salvo excepciones como la casi rockera "Tucán" o "La abundancia", tan latina). La composición es exquisita, está todo muy cuidado. Entran en la década de los 90 con esa misma exquisitez, que para unos ya es reiterativa y para otros no lo será nunca. En sus últimos tiempos, ya en el segundo quinquenio de los 90, llegaron hasta el trip hop y los sonidos electrónicos, algo que incluso dentro del propio grupo causó discusiones hasta que lo dejaron en el 97. A mí, que no soy muy dado a tanta elegancia, me siguen gustando mucho sus tres primeros discos. Y ya digo, la prensa los puso por las nubes hasta el final.