Terminamos hoy con la lista de músicos veteranos de la new wave, es decir, los que ya conocíamos del bienio anterior. En esta última “revisitación”, la protagonista es la verde Irlanda: tanto los Radiators From Space como los Boomtown Rats tienen ya un disco grande en las tiendas, y a principios de 1978 están preparando el siguiente.
Los Radiators From Space son considerados oficialmente como la primera banda punk irlandesa, aunque tienen un espíritu más bien equidistante entre la tendencia rockera que los hermana con las británicas como Vibrators o Eddie & The Hot Rods y el garaje. Aquel desgraciado incidente en una actuación en Dublin con un muerto por arma blanca entre el público les causó un perjuicio notable, ya que perdieron unas cuantas giras por “la peligrosidad de la música punk” que estuvo aireando la prensa sensacionalista; por suerte, en poco tiempo consiguieron reivindicarse gracias a “TV tube heart”, su primer disco grande, y el apoyo de gran parte de la crítica junto a pesos pesados como Phil Lynott. A finales del 77, con su nombre simplificado a Radiators (no confundir por tanto con los Radiators yanquis, australianos o cualesquiera otros), comienzan las sesiones de grabación de su segundo disco con Tony Visconti en la producción. Así que la cosa promete.
Sin embargo esas expectativas se frustran: los singles que llegan como anticipo tienen buenas críticas pero pocas ventas, y sus directos comienzan a despoblarse. Lo que sucede es que tanto los Radiators como Visconti tratan de buscar un sonido más elaborado, mientras que sus nuevas composiciones se acercan más a la new wave que al punk; es decir, que están perdiendo su público de los primeros tiempos sin conseguir recambio. Y en consecuencia la grabación del Lp comienza a ralentizarse hasta tal punto que su publicación llega incluso a ser dudosa. Por fin, en Agosto del 79 llega a las tiendas bajo el título de “Ghostown”, y aunque de nuevo las críticas son buenas no sirve de mucho porque ya están en tierra de nadie. Es un buen disco, que publicado por otro tipo de banda que no estuviese encasillada tal vez hubiese tenido más popularidad, ya que hay un rango muy amplio que va desde el estilo rockabilly a cargo de “Johnny Jukebox” hasta una balada épica del calibre de “Song of the faithful departed”, y por medio grandes momentos al estilo pop rock tan de la época como en “Let’s talk about the weather”, “Confidential” o “Who are the strangers”, además de una brillante utilización de coros e incluso la participación del propio Visconti con algunos instrumentos. Sin embargo la batalla estaba perdida, porque para las mentes “de orden” salirse de la fila es un delito.
En 1981, después de algunos singles más, decidieron separarse. Como la mayoría, se reagruparon algunas veces para conciertos aislados e incluso llegaron a grabar dos discos más, irrelevantes. Por cierto: hace diez años, el Irish Times (un veterano de la prensa irlandesa) declaró “Ghostown” como “uno de los tres mejores discos irlandeses de todos los tiempos”. No creo que sea para tanto (¿antes que alguno de Van Morrison o de Rory Gallagher, por ejemplo?), pero algo es.
Los Boomtown Rats, con Bob Geldof al frente, parten también del rock and roll pero con una clara tendencia hacia el pop y la new wave (e incluso con un vago aroma a pub rock). Entre el carisma de Geldof, que además de cantar compone la mayoría de las letras, y la buena técnica de sus socios, ya con su primer disco grande consiguieron establecerse cómodamente en las listas británicas, apoyados por una ristra de singles bastante exitosos. Y en verano del 78 presentan “A tonic for the troops”, que alcanzará el top 10. No hay grandes diferencias con el primero, aunque su arista punki o su cercanía de pub van perdiéndose a favor de una producción mucho más “invasiva”, por decirlo así. En otras palabras: canciones como “Like clockwork”, “Blind date”, “Can’t stop” o “She’s so modern” podrían haber formado parte de sus primeras grabaciones, pero el sonido es más frondoso. Eso sí, en algunos momentos siguen recordándome a Cockney Rebel, esos momentos en los que se acercan al estilo vodevil como en “Living in an island”, del mismo modo que hay un curioso tono Springsteen en los metales de “Rat trap” (el primer single irlandés en alcanzar el número 1 en Gran Bretaña), o en la cadencia de algunas piezas de corte épico como “(I never loved) Eva Braun”, cuya letra nos confirma que Adolfo solo se quería a sí mismo. En fin, que los Rats están un momento dulce.
Pero más dulce aún va a ser el año 79, ya que en Junio llega “The fine art of surfacing”, la cumbre de los Rats. Es su disco más vendido, rozando el top 5 en la Isla grande, con parecida popularidad en el resto de Europa aunque no tanto en Estados Unidos… y sí, todos sabemos el porqué: ahí viene “I don’t like mondays”, la canción que los marcará para siempre. A Geldof le gustaba incluir letras de corte social, mientras que en otras había un oscuro humor (la de Hitler, por ejemplo) buscando en conjunto la imagen de simpático pero comprometido escritor de canciones para hits. Y algo de eso hay en “I don’t like Mondays”, el mayor y último en la carrera de la banda: una eficiente balada con piano, con una melodía dramática pero contenida y un buen juego de coros, nos describe la tragedia causada por Brenda Spencer, una muchacha yanqui de dieciséis años que cinco meses antes había entrado en su colegio con un fusil de mira telescópica regalado por su padre en las Navidades, comenzó a disparar y mató al director y un guardia, hiriendo a ocho chicos y un policía; cuando le preguntaron por qué, respondió -sin remordimiento alguno- que no le gustaban los lunes y que su acto había animado el ambiente. La vida de Brenda era un horror, como suele serlo la de este tipo de personajes, pero Geldof se contiene y hace unas cuantas elipsis. En todo caso esa melodía tiene un gancho innegable ya que el single fue éxito incluso en España, donde la mayoría de los oyentes no sabían inglés. Y aunque su popularidad oscurece al resto, “The fine art of surfacing” es un gran disco, igual o incluso mejor, más perfilado y al mismo tiempo con más amplitud de estilos que los anteriores.
La fama y las giras incesantes que arrancan en esa época hacen que los Rats comiencen a descuidar el trabajo creativo y de estudio, porque a finales de 1980, cuando llega “Mondo bongo”, su nuevo disco grande, nos encontramos con un batiburrillo entre pop facilón, ska y amagos de tecno que a mí por lo menos me aburren, y Visconti no se luce precisamente con ese exceso de agudos en plan posmoderno. El disco fue otro éxito, aunque probablemente debido a la inercia del anterior, y poco después se marcha el guitarrista Gerry Cott; en 1982 se publicará “V Deep”, que confirma la decadencia del grupo, y finalmente “In the long grass”, otro sobrante. Los Rats se dan de baja en 1986, y para entonces Bob Geldof ya es una figura mediática con el mismo rango de santidad que alcanzará Bono tiempo después. Por supuesto hubo reuniones posteriores, ya que ninguno de los implicados tuvo una carrera posterior de relevancia.