Estimados y sufridos parroquianos: un año más nos hallamos en estas fechas inmisericordes para nuestra salud, nuestro bolsillo y seguramente también nuestra paciencia. Estas fechas, desde ahora hasta después de Reyes, en las que de pronto todos somos buenas personas, compañeros magníficos, excelentes cumplidores de todo tipo de leyes y ordenanzas... un primor, vamos. Y como ya saben ustedes, aquí hacemos también nuestra propia fiesta, para no desentonar con el medio ambiente y la transición ecológica. Como es norma, intentamos no repetirnos de un año a otro, y esta vez el motivo musical será el fascinante mundo de las versiones. Es un mundo que en algunas fases de la historia ha sido infravalorado, como si fuese un desdoro cantar canciones de otros; pero casi todas las grandes figuras han recurrido a esa táctica más de una vez en su carrera, y desde luego es un buen terreno para ponerse a prueba porque no se trata de superar la original sino de imprimirle un carácter propio. Por lo tanto, sin más dilación, vamos al lío en formato 12+1, que es la otra norma del local para estos saraos:
El folk es la madre de todas las músicas populares, y el blues no es otra cosa que folk negro. Desde sus orígenes rurales fue evolucionando hasta llegar a Chicago y electrificarse, lo que dará pie a una de las mayores revoluciones musicales del siglo XX; pero ya antes de eso había dejado un buen puñado de piezas históricas, entre ellas "Good morning, school girl", que fue grabada por primera vez en 1937 en la voz de Sonny Boy Williamson, una leyenda del género tanto por esa voz como por su armónica. El caso es que a finales de 1961, un oscuro dúo de Kansas llamado Don (Level) and Bob (Love) reforman completamente la canción y le añaden un ritmo mucho más vivo; nadie se da por enterado salvo la Pye británica, que la publica en la Isla. Y cae en manos de los Yardbirds, unos muchachos que en 1964 están buscando material para su segundo single. Es verdad que gran parte del trabajo ya lo había hecho el dúo yanki (partiendo de una versión anterior de Larry Williams), pero ese toque british redondea la pieza y demuestra claramente el porqué de la invasión británica: a esa cosa llamada rhythm'n'blues que los blanquitos de allá consideran una menudencia para negros, los isleños le han añadido el toque pop, le han puesto más garra y ahora van a por su dinero...
Claro que si de lo que se trata es de actualizar el blues sin perder su esencia, también saben hacerlo. Algunos pioneros como Alexis Korner comenzaron a desmenuzarlo a mediados de los años 50, empleando para ello a ilusionados jovencitos entre los que figuraban Jack Bruce, Ginger Baker o Graham Bond; pero la popularidad del blues blanco a gran escala se debe a John Mayall, que había comenzado su carrera en Manchester más o menos por esa época y a quien Korner ayudó a dar el salto estableciéndose en Londres. A Mayall, que al igual que Korner ha promocionado a medio censo de músicos británicos, se le considera poco menos que el padre del blues blanco, y por supuesto ha hecho unas cuantas versiones de los clásicos. En 1966 se publica "The Bluesbreakers with Eric Clapton", su segundo disco grande, primero en estudio; y en él hace que Clapton (que abandonó a los Yardbirds precisamente por tener una tendencia demasiado poppie para su gusto) se luzca en piezas como "Steppin'out" una de las más populares del repertorio de Memphis Slim. La idea de incluirla posiblemente fue del propio Clapton, que la adoraba y ya la había grabado muy poco antes con Powerhouse, un grupo de estudio.
La tercera y última muestra de
la habilidad blusera británica nos la traen Fleetwood Mac, que para muchos
aficionados es la más brillante y al mismo tiempo la más "negra" de
las bandas que se dedican a ese estilo; y quienes pensamos así también
consideramos que Peter Green, su guitarrista y voz principal, está un peldaño
por encima del mismísimo Clapton. Pero la cosa no termina ahí, puesto que junto
a Green estaba Jeremy Spencer, otro gran guitarrista, y poco después se les
unió Danny Kirwan, igual de bueno: o sea, que en su momento cumbre ese grupo
tenía a tres agraciados solistas. Los Mac, en sus primeros años, fueron la viva
representación isleña del blues de Chicago, muy ajustados a esa escuela pero
con su propio carácter. Una buena prueba es este "Got to move", de
Elmore James, que cierra su primer disco; era un ídolo para Spencer, y no es la
única versión que hicieron de él.
Otro de los atractivos de la
Isla es que, a pesar de que se da por sentado que los ritmos negros son cosa de
los mods (que ya tuvieron su fiesta aquí y aquí) y que estilos como el rockabilly solo
le interesan a los rockers, la realidad a veces nos da sorpresas: los Who, por
ejemplo. A mediados de los años 60 pasan por ser un grupo mod, y desde luego
tratan de reafirmar esa suposición tanto con su aspecto como por esa leyenda
"Maximum r'n'b" que lucen. Pero cuando esa fiebre ya ha pasado nos
sorprenden y publican "Summertime blues", semioculta en la cara B de
un single; y desde luego ese "blues" tiene poco que ver con el
sentimiento negro, ya que como ustedes saben es obra de Eddie Cochran, aquel
muchacho que pese a morir con veintiún años ya era una estrella del rockabilly.
O sea, que mods sí; y otras cosas también...
Pero volviendo con la música
negra y su consiguiente "blanqueo", el blues, el soul o la Motown no son los únicos protagonistas. Hay otros estilos pop como el duduá, en cuyo repertorio figura una de esas canciones
que iba para "fondo de armario" y acabó siendo otra leyenda del rock:
Louie Louie", escrita y grabada por Richard Berry con sus Faraones en el
57, con un leve tinte jamaicano incluso en la letra. Se ve que ni el propio
Berry esperaba mucho de ella, porque la confinó en la cara B de un single; pero
años después cayó en gracia a un blanquito que por entonces entraba en los
Wailers, la mítica banda del Noroeste yanki en el período de transición del 59 al 65. Los
Wailers hicieron la primera versión blanca, aunque luego la fama se la llevaron
los Kingsmen (esa historia, si les interesa, está aquí). Y desde entonces
"Louie Louie" es un clásico al que han recurrido todo tipo de
músicos; entre ellos los Kinks, que la publicaron en 1964. Podríamos haber
elegido otra versión cualquiera entre los cientos que hay, pero esta tiene su
gracia por dos razones: en primer lugar son los Kinks, y con eso ya sería
suficiente; pero además Ray Davies dice que estaba tratando de pillar los
acordes de esta canción mientras escribía "You really got me" (aunque
el riff sea de su hermano).
En cualquier caso, es evidente
que hasta bien entrados los años 60 la mayor parte de la inspiración llega de
los Estados Unidos; incluyendo el folk blanco, que es otro pozo de alegrías sin
fin. Por ejemplo: hace un tiempo se habló aquí de la venerable "Hey
Joe", una pieza escrita oficialmente por Billy Roberts; nacida en el
ambiente folky llegó a ser una clásica en estilos tan dispares como el garaje o
la psicodelia, y creo que nunca está de más volver a ella. Y de nuevo la tribu
mod nos da una sorpresa: los Creation nada menos, esos muchachos que llevaban
la Union Jack grabada en el corazón, son quienes "revisitan" esta vez
al viejo Joe. Ya lo estaban haciendo en directo antes de la llegada de Hendrix
a la Isla, aunque solo la incluyeron para cerrar "We are the
paintermen", su único disco grande en su tiempo, un refrito que solo se
publicó en algunos países del continente. Observen con qué soltura copian a
Hendrix... aunque bueno, ellos llegaron a decir que fue al revés. El toque
poppie sí que lo tienen, de todos modos.
Esa vieja máxima da mucho juego, y esta vez vamos a picar muy alto: "Gimme shelter" es sin la menor duda una de las más grandes canciones de los Stones, y muy pocos se atrevieron por entonces a hacer una versión. Sin embargo hubo un trío de rockeros yankis que sí lo hizo: Grand Funk Railroad. La prensa musical los tenía catalogados como una banda ruidosa, de pocas luces, que tal vez tendría su gracia en directo pero poco más; les dolió que, a pesar del desprecio con el que los trataban, llegasen a ser el grupo de más ventas a principios de los años 70. Pero la realidad era muy distinta: los Funk dominan como nadie el hard rock añadiendo matices insospechados, trabajando la densidad del sonido en estudio, midiendo muy bien su "fiereza" y dando como resultado joyas como "Survival", su disco de 1971, uno de los secretos mejor guardados del rock clásico y en el que se incluye esa pieza, que tratada por ellos parece propia. Tal vez si ustedes comparan la de los Stones con esta acaben dudando cuál les gusta más...
Siempre ha habido músicos que no
llegan a la popularidad entre lo que suele llamarse "el gran público",
y dentro del panorama de los cantautores -que es un mundo en sí mismo- hay
muchos ejemplos: los personajes como Dylan suelen ser excepciones más que
norma. De ese mundo proviene la canadiense Bonnie Dobson, a quien su
nacionalidad y su sexo no ayudaron precisamente, aunque sus primeros discos de
los años 60 son muy agradables. Dobson, cuya carrera había comenzado poco antes, se hace conocida fuera de su país en 1962 gracias a la grabación de un
directo en un festival folk donde incluye "Morning dew", una
maravillosa melodía que llegó a oídos del sello Elektra y que la contrató como
compositora fija. Aunque ella no la grabará en estudio hasta su disco de 1969,
a partir del 64 comenzaron a surgir versiones; por desgracia se cruzó en su
camino el inefable Tim Rose, un pirata que se atribuye todo lo que toca y que
con solo unas leves modificaciones se hace citar como coautor legal sin que
Bonnie lo sepa. Durante varios años muchos músicos creyeron que era suya, y así
figura más de una vez, pero hace ya tiempo que se deshizo el lío (por cierto,
Rose también intentó sembrar cizaña con "Hey Joe"). De esas versiones
he elegido una de las que más me gusta: la que Jeff Beck y Rod Stewart
presentan en el legendario "Truth", el primer disco del grupo.
Cuando se acerca el final de los
años 60 y los músicos blancos ya dominan un amplio abanico de recursos gracias
al aprendizaje de los estilos negros, comienzan a estar en condiciones de
ofrecer piezas que pueden interesar a sus propios maestros. Y si hablamos de
una potencia creativa como los Beatles, con más razón: Aretha Franklin, la
mismísima reina del soul, hizo unas cuantas versiones suyas, que por supuesto
eleva hasta alturas inalcanzables para los humanos. Y cuando Paul McCartney
termina de escribir "Let it be" piensa en ella inmediatamente: esa
canción le va como anillo al dedo. Y le manda una cinta para que la escuche. Y
acierta: ahí la tienen ustedes, acercándose al gospel con un señorío que
impresiona.
Seguimos con la realeza: Otis Redding heredó el título de
"rey del soul" tras la temprana muerte de Sam Cooke, aunque por
desgracia también él murió pronto. Y aunque no se aficionó tanto como Aretha al
repertorio de los blanquitos, hizo al menos una versión de los Beatles
("Day tripper"). Pero teniendo en cuenta su estilo incendiario, le quedó mucho mejor la que hizo de los Stones: Safisfaction, que tratada en su
estilo resulta ser una verdadera bomba que
impresionó al mismísimo Jagger y que certifica la vieja máxima que dice que las
versiones que se hacían de piezas de los Stones y de Dylan solían
mejorar el original. Pero a Dylan ya se le ha revisitado en varios blogs, así
que...
Esa vieja máxima da mucho juego, y esta vez vamos a picar muy alto: "Gimme shelter" es sin la menor duda una de las más grandes canciones de los Stones, y muy pocos se atrevieron por entonces a hacer una versión. Sin embargo hubo un trío de rockeros yankis que sí lo hizo: Grand Funk Railroad. La prensa musical los tenía catalogados como una banda ruidosa, de pocas luces, que tal vez tendría su gracia en directo pero poco más; les dolió que, a pesar del desprecio con el que los trataban, llegasen a ser el grupo de más ventas a principios de los años 70. Pero la realidad era muy distinta: los Funk dominan como nadie el hard rock añadiendo matices insospechados, trabajando la densidad del sonido en estudio, midiendo muy bien su "fiereza" y dando como resultado joyas como "Survival", su disco de 1971, uno de los secretos mejor guardados del rock clásico y en el que se incluye esa pieza, que tratada por ellos parece propia. Tal vez si ustedes comparan la de los Stones con esta acaben dudando cuál les gusta más...
Los años 70, al menos en la
Isla, no dieron una gran abundancia en versiones de categoría: en el primer
quinquenio, durante la tan alabada época progresiva, hacer versiones era un trabajo de poca categoría, y en el segundo los músicos jóvenes no
tenían aún la talla suficiente para atreverse. Pero siempre hay
excepciones, y Bryan Ferry es un buen ejemplo. Ya en sus primeros años al
frente de Roxy Music demostró que tanto a él como a sus compañeros les gustaba
ir a la contra, y cuando comenzó su carrera en solitario se dedicó a rescatar
viejos clásicos buscando establecerse como crooner en la onda de su amado
Sinatra. Una de esos clásicos fue "Let's stick together", compuesta a
principios de años 60 por Wilbert Harrison, un músico poco conocido en Europa
pero de larga trayectoria en su país; él mismo reformó la canción en 1969 acercándola
al blues y dando pie para que Canned Heat la atacase al año siguiente (mucha
gente creyó que era suya). Y en 1976 Ferry rescata la primera versión y le da nuevos bríos. Entre unos y otros, consiguieron hacerla inolvidable.
No quedaría patriótico cerrar esta docena sin un solo representante español, así que después de pensar en posibles candidatos finalmente me he decidido por Parálisis Permanente; y aunque es posible que a ustedes les parezca una elección "exótica", creo que podré explicarlo. Por lo general las versiones que se hacían en los países de habla no inglesa buscaban el mimetismo con la original, confiando en la traducción de la letra como el gancho principal en las tiendas, porque siempre ha habido gente que le da mucha importancia al hecho de entender lo que se canta; por ejemplo, en nuestro país se hicieron de oro grupos como los Mustang, que se dedicaban a fusilar sistemáticamente los éxitos de los Beatles. Así que tiene mucho mérito que un grupo de punkis siniestros se atrevan con "Heroes", una de las más grandes canciones compuestas por Bowie, y aún encima sepan llevarla a su terreno con mucha brillantez, dejando aparte el asunto de la letra. Esa versión está incluida en "El acto", el único disco grande que llegó a publicar el grupo, y creo que es de justicia reconocerles su valentía.
No quedaría patriótico cerrar esta docena sin un solo representante español, así que después de pensar en posibles candidatos finalmente me he decidido por Parálisis Permanente; y aunque es posible que a ustedes les parezca una elección "exótica", creo que podré explicarlo. Por lo general las versiones que se hacían en los países de habla no inglesa buscaban el mimetismo con la original, confiando en la traducción de la letra como el gancho principal en las tiendas, porque siempre ha habido gente que le da mucha importancia al hecho de entender lo que se canta; por ejemplo, en nuestro país se hicieron de oro grupos como los Mustang, que se dedicaban a fusilar sistemáticamente los éxitos de los Beatles. Así que tiene mucho mérito que un grupo de punkis siniestros se atrevan con "Heroes", una de las más grandes canciones compuestas por Bowie, y aún encima sepan llevarla a su terreno con mucha brillantez, dejando aparte el asunto de la letra. Esa versión está incluida en "El acto", el único disco grande que llegó a publicar el grupo, y creo que es de justicia reconocerles su valentía.
Y la selección 12+1, como
siempre fuera de programa, corre a cargo de un actor que se hizo famoso por su
histrionismo: Jim Carrey. Resulta que Sir George Martin, el quinto Beatle,
publicó en 1998 un disco de versiones de "su" grupo, interpretadas
por músicos populares y algunos actores. El resultado fue un tanto desigual
(algunos intervinientes como Sean Connery hubieran hecho mejor quedándose en
casa), pero en concreto Carrey se luce hasta el extremo de ser precisamente
quien hace la mejor versión, y aún encima con una pieza que ya de por sí es
complicada: "I am the walrus", nada menos. Probablemente todos
ustedes la conozcan de sobra, puesto que en su tiempo se escuchaba con bastante
frecuencia, pero creo que este es un buen momento para recordarla:
Y aquí terminamos. Espero que esta
selección les haya entretenido, y si quieren recordarla más adelante solo
tienen que pinchar aquí. Por mi parte solo me queda desearles la paciencia
suficiente para soportar este tránsito festivo con el mejor talante posible y
que el próximo año no sea peor que este. Para entonces volveremos a
encontrarnos en este local.
Pues eso. Feliz 2020...