Athens, Georgia: aquí estamos, recién llegados del paisley de Los Angeles. Y no es por casualidad, ya que el grupo que nos convoca tiene rasgos en común con los californianos; de hecho, alguna prensa se saltó el "perímetro conceptual" y los metió en el saco paisley (y a Prince, ya puestos). La mayoría sin embargo los considera como "grupo de rock alternativo", una de esas etiquetas que nunca he entendido muy bien pero que desde luego es laudatoria. Así que recibamos como se merece a sus majestades los R.E.M. Un grupo que comenzó gustando a todo aquel que lo escuchaba por primera vez; a cada nuevo disco el número de aficionados crecía, y finalmente acabaron convertidos en la banda más popular ("alternativa", además) de los Estados Unidos hasta su disolución, ya en este siglo. Por el medio perdieron muchos fans de sus primeros tiempos, como suele suceder, y desde luego no toda su carrera me parece defendible. Pero a nosotros nos da igual, porque nuestro ámbito no va más allá de los años 80 y durante ese tiempo no hay mucho que objetarles. Así que bienvenidos sean.
Como suele suceder en los grupos que alcanzan pronto el éxito, su plantilla es muy estable desde el primer día: Michael Stipe es el cantante, letrista y frontman; las guitarras de todo tipo van a cargo de Peter Buck, mientras el bajo y los teclados son asunto de Mike Mills, y el batería es Bill Berry. Berry será la única baja, a finales de los 90; pero los baterías que le sustituyan no figurarán como miembros oficiales, como tampoco otros músicos que les acompañan en las giras (es decir, que desde ese momento y hasta su desaparición, REM serán un trío). Da la impresión de hallarnos ante la mezcla ideal de personajes, ya que en menos de un año tenían un pequeño repertorio, un estilo y una cierta popularidad en la zona. Y su debut en verano de 1981 con un single en un sello local contiene ya una de sus canciones históricas: "Radio Free Europe". La producción corre a cargo de Mitch Easter, que había comenzado su idilio con las mesas de mezclas poco antes, y esa suma de frescura que aportan el grupo y él da como resultado un par de canciones en las se nota una clara influencia new wave, entre la costa Este y la Isla, con un ritmo nervioso, muy vivo, que los convierte en la nueva maravilla de la ciudad junto a mis adorados B-52's, amigos suyos por cierto.
Poco después alquilan un estudio para seguir grabando piezas junto a Easter, y a mediados del 82 tienen ya unas cuantas. En ese momento surge el interés del sello IRS por ellos; eso significa un golpe de suerte, ya que al frente se halla el ya popular Miles Copeland III, el de la familia policiaca, que tiene contactos y mucho interés en crearse un aura de independiente que lo distinga de los sellos grandes: si esa táctica ha creado un gran mercado en la Isla también puede hacerlo aquí. El resultado es un primer Ep de cinco canciones titulado "Chronic town", que llega a todo el mercado nacional justo un año después de su primer single. No es extraño que Copeland (muy influenciado por el estilo europeo) se haya fijado en ellos, porque estas nuevas canciones confirman lo ya intuido en aquel single, que REM -al menos de momento- navegan entre las dos orillas del Atlántico. Sus guitarras cantarinas son muy californianas (sí, otra vez los Byrds), pero aquí hay más cosas: un sonido sencillo, casi sin arreglos, casi de garaje pero con un marcado protagonismo de cada instrumento por igual, y una vocación melódica cercana al pop con un leve tono folk.
El primer paso ya estaba dado: aquel ep establece a R.E.M. como banda de culto, y la publicación de "Murmur", su primer Lp, en la primavera del 83 consolidará esa posición. Easter pide ayuda a su colega Don Dixon (ex de los injustamente olvidados Arrogance) y ambos producen el disco; será un buen aprendizaje para Dixon, que a partir de ahí se hará un prestigio en el sector. Hay un refinamiento general en el repertorio, que por otra parte amplía estilos, y ya la apertura con la regrabación de "Radio Free Europe" demuestra una mayor densidad de sonido que por momentos puede resultar un poco oscuro. Ese aroma a folk rock que será una de sus señas se va perfilando en canciones como "Laughing" o en "Talk about the passion", pero está claro que tienen su propia perpectiva. Hay piezas "cerebrales" en las que parece que estuviesen experimentando en la creación una especie de "art garage", como en "9.9" o "Moral kiosk", que además tiene un tono muy cálido. Y por el medio, simplemente canciones bonitas como "Perfect circle", en las que a Stipe se le ve cómodo con ese fraseo suyo melancólico, un tanto tristón pero sin cargar las tintas. En resumen, un disco soberbio; los fans más veteranos incluso afirman que el mejor de toda su carrera. No sé. Lo que sí creo es que de momento siguen sonando más británicos que yankis, y que es de admirar su empeño en hacer canciones sin importarles si se pueden bailar o no, si se pueden emitir en emisoras convencionales o no. Y el resultado, como suele suceder, es que la crítica los pone por las nubes (sobre todo en la Isla) mientras que en lo referente a ventas no pasaron de un top 40; aunque por supuesto el paso de los años hará que este disco alcance el oro.
Justo un año después llega "Reckoning", su segundo disco grande, de nuevo bajo la producción de Easter y Dixon. Para entonces REM van a toda marcha, con un calendario de actuaciones muy cargado y aun así una soltura creativa sobresaliente; de hecho Buck (que aquí se confirma como uno de los guitarristas más variados e imaginativos del país) propuso publicar un doble, pero se optó por la prudencia. La primera impresión es que han salido de esa vaga penumbra que marcaba su debut: el tono general es más luminoso, desde luego. Por otra parte cada uno de los instrumentos adquiere una personalidad muy notoria que sin embargo no llega al exceso, lo cual significa que los productores ya saben dominar ese equilibrio. Al mismo tiempo hay detalles fijos como ese ritmo muy concreto que suele usar la batería, y que lo convierte en distintivo de la banda: para bien o para mal, gran parte de las canciones de REM tienen un base rítmica muy parecida (como el modo de cantar de Stipe, que a veces puede parecer monótono). Y decía antes que Buck prosperaba: es magnífica la gran escala de sensaciones que sabe crear, desde el frondoso, casi furioso rasgueo que consigue en piezas como "Pretty persuasion" hasta ese ritmo contenido pero brillante en "Letter never sent" o "7 chinese brothers", por decir solo dos. En cuanto a las listas de ventas, la cosa fue bastante mejor en su país que en la Isla, ya que la distribución iba muy lenta. No sé cuál era exactamente la estrategia de Copeland, pero da la impresión de que quiere asegurar el mercado yanki (un top 30 en las listas convencionales) antes de nada.
Y llegamos a la mitad de la década con su tercer disco grande, titulado "Fables of the reconstrution", que muestra un cambio de estrategia: se graba en la Isla y bajo la dirección del legendario Joe Boyd, que ha trabajado con lo más florido de un lado y otro del océano. En su expediente británico destaca con nitidez el número de figuras pertenecientes al mundillo folk rock y cantautores (Fairport Convention, la ISB, Nick Drake, John Martyn...). Sin embargo hay un factor inesperado: su estancia coincide con un invierno bastante riguroso, y eso les afecta anímicamente; sobre todo a Stipe, que sufre ataques de "morriña". Tal vez afecte también al material, que resulta bastante denso y recupera o supera incluso la oscuridad de su primer disco. Hay un hilo temático sobre la época de posguerra civil yanki (la Reconstrucción); pero también podemos leer el título del disco al revés, porque hay parte de leyenda, o de mito, en algunas letras sobre personajes sureños. En cualquier caso, y aunque la fuerza de los hechos ha llevado a este disco a ser uno de los frecuentemente olvidados en una lista de "mejores de...", aquí tenemos grandes canciones como "Driver 8" o el hermoso cierre con "Wendel Gee", donde Stipe parece talmente un sureño dolorido, con ese banjo pasando por medio. Es un disco extraño, pero hermoso.
REM terminan el primer quinquenio con una posición envidiable en el negocio y al mismo tiempo con una fuerte expectativa entre los fans, ya que un sector de ellos no quedaron muy contentos con aquel tercer disco. Yo creo que están equivocados, pero da igual: no cabe duda de que unos y otros contarán los días y los meses hasta que llegue su nueva obra, con verdadera curiosidad por ver qué camino toman Stipe y sus colegas. Para entonces, aquí estarán de nuevo.