El otro día quedamos en que la psicodelia de calidad es un bien escaso, que pasar a la Historia no resulta tan sencillo como algunos pensaban ("ya está: me tomo dos ácidos y hala, a componer virguerías"). Está claro que siempre será necesario poseer creatividad y destreza; una cosa es la ocurrencia momentánea -que puede dar para un single o dos- y otra cosa es un disco grande en todos los sentidos: de esos hubo muy poquitos. Antes de hablar de las bandas nuevas que comienzan en el negocio por la vía psicodélica, recordaremos a tres que ya están consagradas pero cuyos discos de este género pertenecen a la categoría de "imprescindibles": Who, Small Faces y -con reparos- Cream.
Los Who dan el salto de "supuestamente mods" a psicodélicos con la publicación de "Sell Out" a finales del 67. La parte gráfica del disco es una parodia visual a mayor gloria de los anuncios de la época: la crema para espinillas Medac, el desodorante Odorono, las latas de habas Heinz y así sucesivamente. El juego sigue en el disco, con unas cuantas canciones "introducidas" por cuñas publicitarias de Radio London, la emisora pirata que más los había apoyado. Aunque con alguna canción flojita por medio, el conjunto es impresionante; y aún hoy me lleva al reino de la Fantasía oír ese "Monday… Tuesday…" precediendo la entrada de la maravilla lisérgica titulada "Armenia City in the sky". Para cuando llego al final de la cara A y surge el anuncio de las fantásticas cuerdas para guitarra Rotosound introduciendo a "I can see for miles" ya estoy Allá: se trata de una de las más grandes canciones escritas por Townshend en toda su vida. Y mira que escribió canciones…
Small Faces, la verdadera gran banda mod, abandona también ese estilo con "Ogden's nut gone flake". Y mis sensaciones son muy parecidas: la cara A comienza con la fantástica pieza instrumental orquestada que da título al disco; detrás viene "Afterglow", un reto al sentimiento… las canciones de la cara B van unidas por medio de un relato fantástico que nos cuenta Stanley Unwin, un cómico del sur de Londres con su endemoniado acento cockney. Aunque hay alguna canción que sobra, al igual que con "Sell Out", digo lo mismo: im-presionante. Un digno final para una banda que mereció mejor suerte. E igual de impresionante es su portada, un cartón redondo imitando a las latas de tabaco de picadura Flake: la abrimos y tenemos cinco círculos con hermosos dibujos alternados con fotos artísticas de los muchachos. Odio el CD. ¿También lo había dicho?
Vamos ahora con Cream y los reparos: como todo el mundo sabe, el negocio de Clapton, Bruce y Baker iba por el blues-rock. Y a finales de 1967 publican su segundo LP, titulado "Disraeli gears". Este disco tiene una portada inequívocamente psicodélica, es cierto: un collage muy bonito, muy florido, una verdadera obra de arte a la altura de lo que viene dentro. Y hay algunas canciones de ese tono, pero en conjunto lo que encontramos aquí es un desarrollo brillantísimo sobre las bases contenidas en el primero (de hecho se trata de su mejor obra): sus mayores aciertos, como "Strange Brew" o "Sunshine of your love" han quedado como himnos del blues rock. Y aunque aparece en muchas listas de la psicodelia, yo no lo veo tan claro: me parecen más psicodélicas algunas piezas de "Wheels of fire", su tercer disco, tales como "Passing the time" o "As you said", pero en fin: había que citarlo, y eso hago. Por otra parte, es tan imprescindible como los otros dos.
Habrán observado ustedes que en estos tres casos he hecho referencia a las portadas: también gracias a Beatles, el asunto del diseño gráfico está cobrando mayor protagonismo y en 1967 ya no queda moderno hacer una simple funda con una foto cualquiera más los detalles del contenido para envolver el LP. La industria discográfica ha hecho una fuerte apuesta por ese formato, que les resulta más rentable -y además da un aire de mayor "respetabilidad" a los músicos-, así que a partir de ahora será frecuente la aparición de trabajos musicales apoyados por el gancho visual de sus portadas; que en muchas ocasiones cobran tanto protagonismo como la propia música. Comienza la época dorada del diseño gráfico musical, con la irrupción de artistas e incluso empresas que se dedican exclusivamente a esto, como Hipgnosis o CCS. Ya lo iremos viendo, y nunca mejor dicho.
Y se me hace tarde para abrir el bar. Dice Sam que a lo mejor quedaría bien decorarlo con portadas de la época en vez de estos tonos grises tan serios. No sé. Yo soy un tipo serio, Sam. O al menos paso por serlo, ¿recuerdas?
Los Who dan el salto de "supuestamente mods" a psicodélicos con la publicación de "Sell Out" a finales del 67. La parte gráfica del disco es una parodia visual a mayor gloria de los anuncios de la época: la crema para espinillas Medac, el desodorante Odorono, las latas de habas Heinz y así sucesivamente. El juego sigue en el disco, con unas cuantas canciones "introducidas" por cuñas publicitarias de Radio London, la emisora pirata que más los había apoyado. Aunque con alguna canción flojita por medio, el conjunto es impresionante; y aún hoy me lleva al reino de la Fantasía oír ese "Monday… Tuesday…" precediendo la entrada de la maravilla lisérgica titulada "Armenia City in the sky". Para cuando llego al final de la cara A y surge el anuncio de las fantásticas cuerdas para guitarra Rotosound introduciendo a "I can see for miles" ya estoy Allá: se trata de una de las más grandes canciones escritas por Townshend en toda su vida. Y mira que escribió canciones…
Small Faces, la verdadera gran banda mod, abandona también ese estilo con "Ogden's nut gone flake". Y mis sensaciones son muy parecidas: la cara A comienza con la fantástica pieza instrumental orquestada que da título al disco; detrás viene "Afterglow", un reto al sentimiento… las canciones de la cara B van unidas por medio de un relato fantástico que nos cuenta Stanley Unwin, un cómico del sur de Londres con su endemoniado acento cockney. Aunque hay alguna canción que sobra, al igual que con "Sell Out", digo lo mismo: im-presionante. Un digno final para una banda que mereció mejor suerte. E igual de impresionante es su portada, un cartón redondo imitando a las latas de tabaco de picadura Flake: la abrimos y tenemos cinco círculos con hermosos dibujos alternados con fotos artísticas de los muchachos. Odio el CD. ¿También lo había dicho?
Vamos ahora con Cream y los reparos: como todo el mundo sabe, el negocio de Clapton, Bruce y Baker iba por el blues-rock. Y a finales de 1967 publican su segundo LP, titulado "Disraeli gears". Este disco tiene una portada inequívocamente psicodélica, es cierto: un collage muy bonito, muy florido, una verdadera obra de arte a la altura de lo que viene dentro. Y hay algunas canciones de ese tono, pero en conjunto lo que encontramos aquí es un desarrollo brillantísimo sobre las bases contenidas en el primero (de hecho se trata de su mejor obra): sus mayores aciertos, como "Strange Brew" o "Sunshine of your love" han quedado como himnos del blues rock. Y aunque aparece en muchas listas de la psicodelia, yo no lo veo tan claro: me parecen más psicodélicas algunas piezas de "Wheels of fire", su tercer disco, tales como "Passing the time" o "As you said", pero en fin: había que citarlo, y eso hago. Por otra parte, es tan imprescindible como los otros dos.
Habrán observado ustedes que en estos tres casos he hecho referencia a las portadas: también gracias a Beatles, el asunto del diseño gráfico está cobrando mayor protagonismo y en 1967 ya no queda moderno hacer una simple funda con una foto cualquiera más los detalles del contenido para envolver el LP. La industria discográfica ha hecho una fuerte apuesta por ese formato, que les resulta más rentable -y además da un aire de mayor "respetabilidad" a los músicos-, así que a partir de ahora será frecuente la aparición de trabajos musicales apoyados por el gancho visual de sus portadas; que en muchas ocasiones cobran tanto protagonismo como la propia música. Comienza la época dorada del diseño gráfico musical, con la irrupción de artistas e incluso empresas que se dedican exclusivamente a esto, como Hipgnosis o CCS. Ya lo iremos viendo, y nunca mejor dicho.
Y se me hace tarde para abrir el bar. Dice Sam que a lo mejor quedaría bien decorarlo con portadas de la época en vez de estos tonos grises tan serios. No sé. Yo soy un tipo serio, Sam. O al menos paso por serlo, ¿recuerdas?