Hoy hemos subido a Leeds, una ciudad que guarda cierto parecido con su vecina Manchester: el ambiente universitario y la revolución industrial son dos de sus principales signos de identidad. Y también como en Manchester, el tránsito entre décadas hizo surgir en ese ambiente a unos cuantos grupos poco usuales; o sea, “de culto”, ese término tan sobado ya. Entre ellos hay al menos dos que, sin llegar al gran público, son muy respetados por su espíritu libre: Gang Of Four y los Mekons. Ambos han creado escuela y después de muchas idas y vueltas, cambios de personal e incluso de estilos, tienen una extensa discografía y aún andan por ahí. Teniendo en cuenta que casi todos proceden de ese mundillo estudiantil, casi de comuna, había amistad y colaboración entre ellos: Jon Langford, uno de los fundadores de los Mekons, le sugirió a Andy Gill que, en vista de lo politizados que estaban él y otros amigos suyos, quedaría bien que al grupo que iban a formar le llamasen Gang Of Four.
La Banda de los Cuatro eran la viuda de Mao y tres de sus colaboradores en la época de la Revolución Cultural china, que luego fueron juzgados por unos cuantos crímenes. Y tanto Gill (guitarra y voz) como Jon King (voz principal y melódica) se consideraban marxistas, así que el sentido del humor de su amigo Langford hizo el resto. Gill y King habían aprovechado el dinero de una beca para viajar a Nueva York en 1976, y en el CBGB vieron la luz (además de hacerse amigos de John Cale o de la banda de Patti Smith). A su vuelta a la Isla convencieron a un bajista (Dave Allen) y un batería (Hugo Burnham) para que se les uniesen, y aunque seguían con sus estudios comenzaron a ensayar en un local compartido con los Mekons y cualquier otro músico que pasase por allí. Para 1978 ya tenían unas cuantas canciones y a finales de ese año consiguen publicar tres en un single a través de Fast Product, un pequeño sello independiente que había lanzado también a los Mekons. Ese single revela una actualización muy libre del funk rock (hay influencias de los primeros Talking Heads, por ejemplo) con una marcada presencia de la guitarra en notas casi “espasmódicas” que podría recordar a Television e incluso a Doctor Feelgood; el aroma post punk está presente aunque ellos nunca se consideraron punks, salvo por algunas conexiones de tipo ideológico. Aquí tenemos la cara A: “Damaged goods”, que enamoró a John Peel y que en poco tiempo alcanzó el número 1 en las listas independientes.
Después de que Peel los invitase a actuar en su programa, el runrún comenzó a circular tanto en la Isla como en algunos sectores modernillos de la costa este yanqui, seguramente gracias a las amistades que habían hecho tiempo antes allí. EMI, que ya tenía a los Wire asignados a Harvest, ficha también a los Four (hay similitudes entre ambos grupos) y publica “Entertainment!”, su primer Lp, en otoño del 78. Aquí se reafirman sus influencias: de nuevo los Talking Heads en canciones como “Natural’s not in in”, “Not great men” o “At home he’s a tourist”; de nuevo el estilo Television en esa guitarra que elabora escalas cortantes, hirientes casi, en esas mismas canciones o en las demás; de nuevo un vago aroma funk por momentos y una cierta “hermandad” con Wire. Pero Gang of Four saben transformar todo ese bagaje y crearse un espíritu muy personal, con un rango que se define bastante bien en las dos regrabaciones incluidas en el disco: se actualiza “Damaged goods” con ese magnífico bajo negroide, y se refuerza la corrosión sónica de “Love like anthrax”. Está claro que una banda punk jamás podría conseguir un tono tan abrasivo y complejo al mismo tiempo. Y como era de esperar, la crítica lo ensalza mientras que las ventas son simplemente decentes. Sin embargo consiguen tantos fans en la Isla como en el resto de Europa; y probablemente más aún en Estados Unidos, no solo por las amistades sino también por ese parecido con los Heads en la base rítmica.
En la primavera del 81 llegará “Solid gold”, un disco menos agrio y con mayor riqueza de estructuras: los Four han madurado y nos presentan un grupo de canciones en las que comienzan a mostrar un carácter mucho más personal, alejándose ya de sus primeras referencias. Sin embargo no pierden la esencia de su estilo: “Paralysed”, la que lo abre, es un ejemplo perfecto, con esas escalas secas sobre las que va recitando la voz; y la evolución ya se nota en la siguiente, “What we all want”, con ese ritmo de marcha que está marcando el camino a seguir en algunas bandas posteriores como That Petrol Emotion. En conjunto es un disco más asequible, que los asienta definitivamente en el mercado. Poco después se marcha Allen, sustituido por Sara Lee (procedente de la banda de Fripp) y su tercer disco, titulado “Songs of the free” marca una evolución hacia el funk electrónico que a muchos fans nos desilusiona un poco, aunque desde luego está a años luz de la sucesión de horrores que tuvimos que soportar en esa década. Desde entonces, de modo intermitente y aunque de la formación original solo queda Gill, el grupo sigue adelante: se espera nuevo disco para este año.
Los Mekons, sobre todo por sus primeras grabaciones, sí podrían considerarse post punk con todo merecimiento. Además, su ideología les lleva a enfocar el asunto musical de un modo muy libre e inmediato: cuando comienzan a ser conocidos su dominio de los instrumentos es manifiestamente mejorable, sus canciones suenan a simple maqueta y la voz es horrenda. El conjunto suena tan desagradable que Rough Trade, el sello que distribuye sus dos primeros singles grabados en Fast Product, se negó inicialmente a hacerlo por considerarlos “unos ineptos”. Por otra parte, aunque hay tres o cuatro elementos fijos, con frecuencia entran y salen músicos que incluso cambian de instrumento. Así estaban las cosas. Pero el humor que no falte: el mekon es un invasor venusiano que trata de conquistar la Tierra y al que hace frente Dan Defensor (o Dan Dare, si lo prefieren en inglés). Ni que decir tiene que John Peel o Lester Bangs los adoran, claro; Bangs, en uno de aquellos momentos de arrebato que le asaltaban a veces, llegó a definirlos como “el grupo más revolucionario en la historia del rock”, nada menos.
La base se articula sobre Jon Langford, que inicialmente es el batería y a veces canta (luego será guitarrista, además de probar con el bajo y los teclados) y Tom Greenhagh (guitarrista que luego será también cantante). Junto a ellos, en los primeros tiempos, estaban los cantantes Andy Corrigan y Mark White y el bajista Ross Allen entre otros. Son ellos los que inauguran Fast Product a principios de 1978 con un single cuya cara A es una ironía sobre el “White riot” de los Clash: “Never been in a riot”, una mezcla antiestética de nihilismo e irreverencia (“Nunca he estado en una revuelta / Nunca he estado en una pelea / Nunca he estado en nada”). Pero con esa canción y las que vendrán luego los Mekons se apartan voluntariamente del elitismo punk intelectualoide -teniendo una formación sobre teoría política superior a la de Strummer y sus socios- y toman partido por el hombre de la calle, por el proletario que bastante tiene con sus propias miserias: “¿Que dónde estaba yo en el 77? Currando, esa es la respuesta de la clase obrera”. Con esa claridad de ideas resulta difícil atacarlos, por mucho que los Clash se cabreasen. Aunque bueno, los Clash estaban cabreados casi siempre.
Después de un nuevo single bastante más estructurado, fichan por Virgin y publican su primer Lp en 1979: “The quality of mercy is not strnen”, que mantiene en gran parte el atrevimiento de sus inicios con una colección de canciones rudimentarias, no siempre bien cantadas, en las que de nuevo las letras tienen un gran protagonismo pero que ya muestran al menos una base rítmica bastante coherente. Ese punk de primera hora pero sin embargo con un claro tono humorístico deja algunas canciones realmente interesantes como “Like spoons no more”, “Trevira trousers”, “After 6” (ya muy bien estructurada), “What” (con una línea melódica cercana al pop) o esa dedicatoria al entrañable Dan. Es un disco que si se escucha una sola vez podría parecer del montón, pero con un poco de paciencia se va descubriendo que hay mucha más materia de la que parece; y desde luego, en este estilo, es de los pocos que han sobrevivido al paso del tiempo. Sin embargo Virgin se asusta y ante las escasas ventas (y su actitud combativa) decide echarlos; a partir de ahí, su enorme producción se irá desgranando en unos cuantos sellos empezando por Red Rhino.
El segundo, con el título de “The Mekons” y un subtítulo muy largo que resumiré como “Devil, rats and piggies”, resulta demoledor para sus fans más “puristas”, ya que aquí se utilizan teclados electrónicos y el tono general del disco se aparta bastante de aquellos inicios; como Gang of Four, no se sentían cómodos con la etiqueta “punk”, y de momento siguen una evolución parecida a la de sus amigos. De hecho su perspectiva es incluso más amplia: desde el rock casi progresivo de piezas como “Im so happy” hasta esos primeros signos de tendencias folk en “Institution” por ejemplo, aquí comienza a haber una tendencia ajena a cualquier tipo de esquema contemporáneo. Y con el paso del tiempo la inclinación hacia el folk y el country se hace cada vez más evidente: comienzan a ser una banda que transita con misma soltura por la Isla que por Estados Unidos, y su intención es trasladar a los ritmos tradicionales el mismo criterio de sencillez que tenía el punk original. Una idea mucho más razonable de lo que pueda parecer, ya que ese tipo de canciones suelen interpretarlas pequeñas agrupaciones rurales o se cantan a horas intempestivas en los bares, y ese es precisamente el espíritu que buscan los Mekons. Llegados ya al nuevo siglo es evidente que su sonido se ha perfeccionado y suavizado mucho, pero aun así mantienen un encanto muy personal que linda a veces con la pura belleza…
Ah, y tienen una canción dedicada al Brexit…