Recapitulemos: a finales de los años 50, con el rock and roll triunfando en medio mundo, España es un erial. Solamente una selecta minoría de jóvenes de clase media-alta, con dinero e inquietudes, tiene acceso a una oferta más amplia que los escasos discos que se publican aquí: sus familiares o amigos que viajan a otros países vienen cargados de extrañas grabaciones y revistas encargadas por estos muchachos, que por otra parte pueden ahorrar para comprarse algunos instrumentos decentes. La mayoría de ellos son estudiantes, y precisamente el conjunto musical que ha de quedar como el pionero, el primero de todos los que se lanzaron a esa novedosa aventura ratonera se llama así: Los Estudiantes, un nombre fundamental en nuestra pequeña historia yeyé; y no tanto por sus grabaciones como por la influencia que algunos de sus componentes ejercieron sobre el devenir musical patrio en la década que estaba a punto de comenzar.
Cuando oigan decir que el primer rockero de España fue Bruno Lomas, o Micky, o Miguel Ríos, no hagan caso: en 1955, mucho antes de que aquí se tuviese noticia de los Llopis, o de que los Teen Tops existiesen, y por supuesto de que cualquiera de los antes citados pensasen en dedicarse a la música, José Barranco ya daba alaridos y se meneaba como un poseso, al estilo de su adorado Elvis. Aunque aparte de cantar solo tocaba malamente la guitarra acústica, su furia rockera lo lleva ese mismo año a crear un dúo con José Fábregas, un batería que se retira pronto para dar paso a José Gosálvez; en poco tiempo el círculo se amplía hasta llegar a un cuarteto que comienza a actuar en algunas salas de fiestas mientras que Barranco aprende a tocar la guitarra eléctrica… y así llegamos a 1959, año clave en la historia del grupo: consiguen su primer contrato de grabación; pero tan importante como eso fue el hecho de que Gosálvez había dejado la batería poco antes para dedicarse al bajo, ante la llegada de Fernando Árbex. Ya iban unos cuantos cambios de personal y seguirá habiéndolos hasta el final de los Estudiantes, pero esta llegada es un punto y aparte en la historia del grupo.
Hablar de Fernando Árbex es, sencillamente, hablar de uno de los padres de la música moderna española. Su importancia trasciende la década hasta llegar casi al momento de su muerte, pronto hará diez años... pero no adelantemos acontecimientos: con dieciseis años, Fernando, que además de la guitarra había comenzado poco antes a tocar la batería más o menos en serio, ya tiene la soltura suficiente como para presentarse ante los Estudiantes (que en realidad estaban buscando un bajista) y obligar a Gosálvez a cambiar la batería por el bajo. Y poco después entra su hermano Luis, que junto a Jose Luis Palacios y Barranco forman un trío de guitarras. La participación del quinteto en la película -bastante horrenda y tópica- “Pasa la Tuna” no pasa inadvertida para Ángel Álvarez, que por entonces ya es una autoridad en “Caravana musical” e indirectamente les consigue un contrato con Philips, que publica su primer EP antes de que acabe la década de los 50. En él tenemos “Ready Teddy” y “La Bamba” junto a la instrumental “Woo hoo”, que los Rock-A-Teens habían sacado muy poco antes, y el Romance Anónimo de toda la vida que los hermanos Árbex convierten en “Me enamoré de un ángel”, una balada bastante flojita. He elegido “Ready Teddy” porque está bien hecha y por otra parte revela el inglés macarrónico que manejaba Pepe Barranco y otros muchos cantantes hispanos contemporáneos:
En 1960 participan en una nueva película: “La corista”, que no recuerdo haber visto pero me temo será un bodrio muy de la época teniendo en cuenta que la tal corista resulta ser Marujita Díaz, y el galán Espartaco Santoni. Aunque bueno, también participan Tip y Coll… No sé... si alguien me la recomienta tal vez la busque. Pero a lo que íbamos: tanto las ventas del disco como las actuaciones son escasas, porque todavía no hay aficionados suficientes; y eso aconseja a los Estudiantes seguir estudiando, por si acaso. Pero a finales del 62 llega el prometedor suceso que hará visibles a unos cuantos grupos incipientes: las famosas matinales del Price. Junto a otros grupos como los Pekenikes, Sonor y demás familia, nuestros amigos se consagran como lo que son: los pioneros. Y en 1963 graban su segundo EP, donde demuestran estar al tanto de la nueva moda que los grupos surf americanos y los Shadows desde la Isla están imponiendo: solo hay un rock and roll, el clásico “It’ll be me” de Jerry Lee Lewis, que abre el disco; la otra, “Guitarra tango”, es de los Shadows. Y la cara B tiene otras dos intrumentales, que además son de cosecha propia: “Una estrella fugaz” y “Colette”. No se puede negar la influencia en ellas de Shadows, Tornados y otros grupos en esa onda (de hecho suenan casi a fotocopias), pero la cosa tiene mérito; oigan si no esta encantadora estrella fugaz donde, dejando aparte el arreglo orquestal tan propio de su estilo, se nota que el grupo ha madurado mucho.
Tras la grabación de este disco se marcha Luis Sartorius, que había entrado poco después de la película corista sustituyendo a José Gosálvez. Luis, más interesado por los aspectos técnicos que por la militancia en un grupo, pasa a formar parte del staff artístico de Philips; pero por poco tiempo, ya que la casa Zafiro le ofrece la posibilidad de crear un subsello “moderno” con plenos poderes: nace así Novola, que durante varios años será un referente nacional. Mientras tanto, a principios del 64, el ahora cuarteto graba su último EP, totalmente instrumental, donde ya comienza a notarse la creatividad y el liderazgo de Fernando Árbex: salvo la primera pieza, una versión de “Don Quijote” compuesta por Augusto Algueró y cantada por Rocío Dúrcal en “Rocío de La Mancha” (glub), las demás son suyas. Y estamos ante una banda surf que no tiene nada que envidiar a las americanas, en serio: “Pecosa”, “Poncho” y “La pulga” (que luego, modificada y cantada, será uno de los primeros éxitos de los Brincos) son la mejor demostración.
En la Semana Santa del 64, poco después de la publicación de este disco, se presenta la desgracia que acabará con el grupo: Luis Árbex, que estaba cumpliendo la mili en la base de Torrejón, muere pocos días después de fracturarse el cráneo al caer de un camión. Aunque su ausencia es rápidamente cubierta por Manolo González, la sensación general es que no se puede seguir adelante sin él. Y el primero que desea abandonar ese reducto de tragedia que ahora son los Estudiantes es su hermando Fernando, que muy poco antes de que el grupo anuncie oficialmente su desaparición recibe una interesante propuesta de Luis Sartorius: tiene en mente la idea de crear la alternativa española a los Beatles, nada menos. Pero a principios de Septiembre de ese año terrible, Luis muere en un accidente de tráfico. Los Estudiantes, definitivamente, ya no existen. Y Fernando Árbex, junto a Manolo González, decide que el mejor homenaje posible a los dos Luises muertos es lanzar cuanto antes esa alternativa a los Beatles; que se llamarán Los Brincos y de los que por supuesto hablaremos cuando toque. En cuanto al indómito Pepe Barranco, que prefiere no participar en ese proyecto, pasa a ocupar el puesto de Juan Pardo en los Pekenikes (Juan será otro de los integrantes de los Brincos) para luego seguir una trayectoria sin brillo pero muy extensa que aún hoy lo mueve a actuar de vez en cuando al frente de un grupo inequívocamente nostálgico: Los Ex-tudiantes.
Y esta es la azarosa historia del primer grupo español moderno. Tres Eps, doce canciones son todo su legado. Pero su sombra es mucho más amplia: Los Brincos y la enorme influencia que ejercieron en el origen de muchos otros son la prueba.