Hay músicos que por su carácter inquieto, su gusto por la aventura y en consecuencia por la frecuente volatilidad de los proyectos en los que se embarcaban, aparecen y desaparecen con mucha frecuencia en este tipo de relatos. Por ejemplo: solo con hablar de la trayectoria de Pau Riba y Sisa ya nos suenan los nombres de los hermanos Batiste, Enric Herrera, José Vilaseca (Tapi) y otros cuantos. Bien, pues hoy veremos qué fue de algunos de ellos durante estos años convulsos de tránsito entre una década y otra. Por otra parte nos servirá también para comprender la gran importancia que tuvo el Grup de Folk en la evolución de la música underground catalana, ya que la mayoría de estos personajes se relaciona directa o indirectamente con aquella asociación que en teoría no pasaba de ser una alternativa a los Setze Jutges (es decir, otra perspectiva dentro del folk) pero que en realidad fue mucho más que eso: a pesar de su fugacidad, el círculo de amistades que se creó bajo su influjo es la base del ambiente musical en Barcelona durante buena parte de la década de los 70.
Tras la disolución de Música Dispersa, Albert Batiste compaginará sus estudios de arquitectura con un breve paso por un grupo de rock layetano que no llegará a grabar (Slo Blo); posteriormente participará en los inicios de la Orquesta Platería, y seguirá alternando una profesión con otra. Pero tiempo antes de eso, ya a finales del 68, su hermano Jordi junto con Enric Herrera estaban demostrando lo que dije antes, la riqueza que atesora el Grup de Folk: ambos son muy aficionados a las bandas de rock progresivo británicas; y especialmente Herrera, como teclista que es, al estilo de unos Brian Auger o Stevie Winwood por ejemplo, mientras Jordi es un buen bajista, puede cantar y ocasionalmente toca flauta. Son dos personalidades muy distintas, ya que Jordi es más “disperso” y le gustan las mezclas de varios estilos, escribir letras y crear espectáculo en directo mientras que Enric, el técnico del grupo, es quien hace los arreglos, es perfeccionista y no siempre coincide con los gustos de su amigo. Por entonces nace una alternativa discográfica catalana a Edigsa y Concéntric; se trata de Als 4 Vents, dirigida por un personaje legendario: el librero Ángel Fábregas, un verdadero héroe que decide aventurarse en el proceloso mundo de la música ratonera y a cuyo impulso debe su existencia fonográfica gran parte del Grup de Folk, entre ellos Sisa en sus orígenes, Música Dispersa… o que los mismísimos Smash consiguiesen sus primeras grabaciones, por no hablar de unos cuantos cantautores madrileños. Llegan a un acuerdo con él, consistente en trabajar gratis como músicos de estudio para su nuevo sello; a cambio Fábregas les compra los instrumentos que necesitan, además de buscarles un guitarra y un batería solventes: Lluís Cabanach (“Luigi”) y Santiago García (“Jackie”). A mediados de 1969, Máquina! comienza a grabar.
Aún hoy, pronunciar el nombre de Máquina! impresiona a los de nuestra quinta. Probablemente tiene más valor como icono que como simple banda, pero en la raquítica oferta nacional de entonces no había mucho donde elegir (en el campo del rock vanguardista, solo ellos y Smash consiguieron una muy relativa popularidad). Fábregas se gasta un buen dinero en promocionar su primer single, que se publica de inmediato bajo el subsello Diabolo y contiene las dos primeras clásicas: tanto la progresiva pero melódica “Lands of perfection” como ese jazz blues pianístico al más puro estilo Brian Auger, supuestamente en directo y titulado “Let’s get smashed”, nos reconcilian con el país porque ¡suenan a banda guiri! Asombroso; y aún encima, con buen resultado comercial. Sin embargo, su presentación en Madrid resultó bastante accidentada (con burlas, insultos e incluso lanzamiento de objetos), ya para los de la meseta lo más moderno seguía siendo el soul pop. Esta es una buena prueba de lo que algunos agoreros predijeron ya en el nacimiento de las bandas como Máquina!: que en Barcelona tal vez se comprendiese este tipo de música, pero el resto de España aún vivía en la década pasada. Y que, habiendo muy pocos aficionados en el país al rock underground, el escaso dinero que podía mover este negocio se lo iban a llevar las grabaciones extranjeras porque, entre original y copia, todo el mundo prefiere el original. Por desgracia, eso fue exactamente lo que ocurrió.
Pero no adelantemos acontecimientos: poco después entra un nuevo batería que ya es conocido aquí. Se trata de José María Vilaseca, el legendario Tapi, que ha participado y seguirá haciéndolo en varias grabaciones del “clan” y que acababa de abandonar Vértice, otra agrupación que también prometía mucho pero pronto desapareció de escena (ya hablaremos de ellos). Antes de que termine 1969 presentan su nuevo single, cuya cara A se titula “Earth’s daughter” y es una balada en la que tanto el tono como incluso la voz me recuerda a Peter Hamill, el de la Van Der Graaf; pero teniendo en cuenta que los británicos habían publicado su primer Lp muy poco antes (un mes) y con una tirada reducida, es posible que haya sido una simple coincidencia. En cualquier caso es una gran canción, como lo es también “Look away our happiness”, la B, en la onda de las bandas de rock progresivo con teclados. El año 1970 es agridulce: consiguen su momento de mayor éxito pero al mismo tiempo comienza su descomposición. A principios de ese año el Salón Iris de Barcelona comienza a organizar actuaciones que formarán parte del llamado “Festival Permanente de la Música Progresiva”, y Máquina! iniciará esa sucesión de actuaciones el 22 de Febrero (por supuesto, no será su única presencia allí). Pero esa y otras actuaciones memorables se van sucediendo al mismo tiempo que las diferencias musicales, la poca confianza en el futuro y la ominosa sombra del servicio militar comienza a hacer estragos en el grupo. Jordi Batiste es el primero en desfilar: bajo y voz serán ahora asunto de Luigi Cabanach, por lo cual fichan a José María París como nuevo guitarrista. Esto sucede en plena grabación del primer Lp del grupo, una grabación accidentada y en la que por momentos hay cinco miembros (dependiendo de que Jordi tenga permisos o no). El disco se titulará Why?, e independientemente de su calidad es otra de esas leyendas en la historia de la música nacional. Su tema central da título al disco y es una improvisación de casi veinticinco minutos repartida entre las dos caras: la primera se inicia con “I believe” seguida de la primera parte de “Why’”; en la cara B, tras la segunda parte, tenemos una pieza breve de aires psicodélicos y un vago tono Beatles titulada “Let me born”. Es decir, un total de cuatro piezas que en realidad son tres. La improvisación se hizo con Batiste aún presente, y la razón principal es que París, recién llegado, no dominaba aún el repertorio del grupo, con lo cual esa era la salida más rápida teniendo en cuenta que había poco tiempo para reorganizarse y crear nuevo material.
Tengo que reconocer que no soy un gran aficionado a las largas improvisaciones, y tal vez sea injusto: admiro la valentía que supone atreverse a grabar un disco de rock experimental en España en 1970, pero al mismo tiempo creo que en esa virtud va el germen de su destrucción -además de la mili, claro-, porque no había público suficiente para esa aventura; y aunque las ventas de ese disco fueron razonablemente buenas (al menos en Cataluña), Enric Herrera decide abandonar sin que se sepa muy bien el porqué; muy poco después, también él se va a la mili seguido casi inmediatamente por Luigi. Comienza ahí un desfile de músicos un tanto complicado, aunque Herrera, que mantiene los derechos legales sobre el nombre, recrea el grupo en 1971 llevándolo a la onda de las brass bands al estilo Chicago o Blood, Sweat and Tears. Pronto se publica el último single de Máquina!, “Sun bring the summer / Burning butts”, bastante aceptable pero cuyo cambio de estilo desagrada a la mayoría de los pocos seguidores que quedaban. Ya en 1972 y a modo de despedida, Herrera decide grabar un doble directo en el que participa Batiste y otros cuantos músicos para hacer una especie de jam-session que a mí me resulta bastante aburrida. Por el medio llegó a haber dos bandas con el mismo nombre, y muchos años después se intentó una resurrección que ya no tenía sentido.
Herrera, tras un extraño intento por parte de EMI por convertirlo en el Elton John nacional (nunca tuvo buena voz), se dedica a la producción, a componer canciones para otros artistas y colabora ocasionalmente con algunos de ellos. En cuanto a Batiste y Tapi, los otros dos grandes nombres de la aventura Máquina!, de ellos hablaremos a continuación. Ah y si algún visitante inquieto desconoce lo que fue esa mítica banda, aquí puede solucionar esa carencia.