"Supongo que estábamos muy influidos por la llamada música progresiva. Se tendía hacia el jazz o los ritmos latinos mientras se contemplaba con cierta prevención el rock and roll. Vagamente se tuvo la idea de construir una música que definiera a la Cataluña de la época. Y eso no era fácil, pues este país no tiene un ritmo propio al que se pueda agarrar, como sí tienen los andaluces. ¿De cuánto tiempo datan las sardanas más antiguas? ¿Unos ciento cincuenta años, quizá?"
Víctor Jou (Zeleste)
Si los Iceberg fueron el grupo más popular en la transición del progresivo hacia el jazz rock de tonos "meridionales", no cabe duda de que la Companya Elèctrica Dharma son su equivalente en la búsqueda de un estilo que represente y actualice el folclore catalán; otra cosa es que, como dice Jou, ese folclore no tenga la suficiente entidad como para defender una trayectoria a gran escala apoyándose en él. Ambos grupos presentan su primer disco en 1975; pero la Dharma arranca partiendo de unas estructuras musicales más avanzadas que Iceberg, puesto que se saltaron el "trámite sinfónico" debutando ya como banda progresiva de jazz rock a la moda, siguiendo la pauta CBS que Sunyer y sus colegas adoptarían a partir de su segundo disco (en ese sentido, es posible que la Dharma hubiese sido una inspiración para ellos). Y a partir de ahí evolucionan buscando una simbiosis entre esos estilos y la tradición musical catalana; a medida que nos acercamos al final de la década el comentario de Jou cobrará su pleno sentido y ese tipo de sonido acabará aburriendo al consumidor medio, pero en su país han tenido suficiente ocupación como para mantenerse durante mucho tiempo, y a día de hoy sobrepasan la veintena de discos.
El germen de la Dharma son tres hermanos Fortuny: Esteve, guitarras; Joan, saxo; Josep, batería. Habían comenzado su carrera musical a finales de la década anterior (por entonces Joan era bajista) y fueron evolucionando a través de varios estilos, desde el pop hasta el folk pasando por el blues. Después de unos cuantos nombres distintos y en homenaje al libro tótem de Kerouac, de quien por entonces son fieles devotos, deciden bautizar como "Dharma" una comuna que organizan a principios de los años 70, de espíritu hippie y carácter multidisciplinar. Pronto se les une el bajista Carles Vidal, y a partir de entonces Joan se dedicará al saxo; tiempo después llega Jordi Soley, que domina el piano y el órgano. En 1973, ya con el nombre completo de Companya Elèctrica Dharma, comienzan a hacerse conocidos gracias a la apertura de Zeleste; para entonces han descubierto a Miles Davis, el universo del jazz rock y sus fusiones es en ese momento una de las tendencias más populares entre la clientela, y cuando llega la hora de grabar su primer disco son una solida esperanza del nuevo sello, con permiso de Sisa.
El disco se publica en la primavera de 1975 bajo el título de "Diumenge", y como se esperaba está fuertemente influenciado por las estrellas del jazz rock fusión que pueblan el catálogo de CBS para clientes que andan entre la juventud y la madurez. También se nota la veteranía de unos músicos que llevan ya unos cuantos años de carrera, porque hay que tener valor para atreverse a publicar un debut cuyo estilo recuerda como mínimo a la Mahavishnu Orchestra o a Weather Report, así que el resultado final es impecable. Va muy equilibrado también, en la onda de los maestros, el contraste entre las piezas de medio tiempo pero enérgicas, como esa apertura con "Fesomies urbanes" o "Euforia", junto a otras casi introspectivas, delicadas, buscando la melancolía -el caso de "Lila", con una guitarra española y una digitación muy al estilo andaluz, o "La armoniosa simfonía d'un cos" que se va desperezando en su segunda parte. Sin embargo, y aunque tanto las críticas como las ventas fueron bastante favorables, también era evidente que no había un sello personal, una impronta que los distinguiese claramente de las demás bandas que por entonces están haciendo cosas parecidas: este disco puede considerarse como el resumen de un buen aprendizaje, pero los hermanos Fortuny pronto reniegan de él. Porque su objetivo es crear una fusión entre esos ritmos foráneos y la música de la tierra, un música que, representada mayoritariamente por la sardana, tiene en Joaquim Serra (1907-1957) a uno de sus más insignes creadores; el señor Serra era compositor de piezas para coblas, que son agrupaciones musicales cercanas a la docena de miembros con instrumentos de viento y tamboriles. En esa onda deciden estos muchachos orientar su carrera a partir de entonces, aunque por supuesto su instrumentación básica sigue siendo la de un grupo eléctrico.
El cambio de perspectiva comienza en la primavera del 76, cuando presentan "L'oucomballa", su segundo disco. Aún están muy frescos los orígenes jazzeros del grupo, pero ya comienza a notarse una orientación mediterránea que impregna el ambiente; me recuerda una evolución similar a la que hubo en Weather Report, que en sus últimos discos sonaban muy coloristas pero sin perder su esencia. Teniendo esa idea en mente, sin obsesionarse con el grado de pureza que un estilo u otro mantienen aquí (de eso va precisamente la fusión), hay composiciones brillantes: "Ball llunàtic-toc", con ese crescendo que marca el saxo seguido por una exhibición de la guitarra sobre una base rítmica casi funk, o la que da título al disco son de lo más destacado, pero también los momentos más apacibles como esa breve pieza acústica titulada "Mitjanit" o los arranques reposados que luego se crecen como en "Ones nones" o "Mater marítima". Al igual que Sisa, también ellos comienzan a interactuar de vez en cuando con las compañías de teatro catalanas, y algunas de sus piezas surgen precisamente de esa unión. La mayor parte del repertorio que constituye este disco se desarrolló en el teatro de Canet, en los últimos días de lo que aún era la comuna Dharma; que poco después se disuelve definitivamente, cuando los músicos deciden establecerse en el ambiente urbano. De todos modos este ambiente general de transición dura muy poco tiempo, porque antes de que termine el año ya están presentando en directo su nuevo disco.
"Tramuntana" certifica la consolidación del rumbo que ha elegido la Dharma, y también el momento álgido de su popularidad en casi toda España. Hay un curioso nexo de unión entre el disco anterior y este: "Tiru tiru ritu", una pequeña pieza de pasacalles con la que cerraban "L'ocumballa", se ha regrabado para abrir la nueva colección de piezas en las que los efluvios mediterráneos ya se perciben con mucha mayor claridad. Por otra parte, salvo en momentos cercanos a la nostalgia como "La mediterranea se'ns mor", una de las primeras piezas cantadas del grupo, hay un ambiente muy enérgico en el que esos ritmos melódicos del país se desarrollan en su mayoría con un marcado acento de fiesta: "Focs de Sant Joan" es el mejor ejemplo. Los propios músicos consideran este como su mejor disco, pero además hay que insistir en el asunto del éxito nacional: de manera casi inesperada resulta que la Dharma arrolla en sus conciertos madrileños, con lleno total y todavía con el apoyo de la mayor parte de la crítica "mesetaria", aparte de que la venta de discos va muy bien (los tres primeros de la Dharma tuvieron un nivel de ventas similar). Prácticamente todo 1977 lo pasan en gira continua, y la grabación de su nuevo disco no comenzará hasta principios del año siguiente.
Con la publicación de "L'angel de la dansa" comienza la decadencia del grupo en el mercado nacional; no porque sea un mal disco, sino porque los gustos están cambiando: 1978 será crucial para la nueva música española, porque ya están en las tiendas las primeras grabaciones de la mayoría de los grupos de rock urbano madrileño junto a otros "alternativos" como Tequila, Ramoncín o Kaka de Luxe. Podríamos establecer un símbolo muy claro si decimos que a partir de ahí Chapa vende mucho más que Zeleste/Edigsa. En consecuencia la Dharma comienza a replegarse sobre su feudo, y además ese cuarto disco es una nueva vuelta de tuerca: si ya en el anterior la melodía al gusto mediterráneo tenía preponderancia sobre la base de jazz rock, aquí el dominio crece al mismo tiempo que lo hace la contundencia del sonido (por entonces abandona el grupo Jordi Soley, quizá el más jazzero de ellos, que prolonga su carrera hasta hoy mismo). Nos sorprenden en 1979 con "Ordinaries aventures", con canciones más cortas, algunas en tono casi rockero, otras cercanas al folk y en general un poco alejadas del estilo que habían desarrollado hasta ahora; incluso la portada parece buscar una imagen acorde con el momento, pero este tipo de aventuras no suele funcionar. A partir de ahí ya no hay dudas: siempre con Cataluña como eje central de su trabajo, seguirán su carrera alternando sus discos a título propio junto a colaboraciones con grupos de teatro o con agrupaciones orquestales, generalmente en formato de cobla. Por cierto, de aquel "angel..." todavía recuerdo con un cierto cariño esta cuasi rockera "Sants impotents"...
Dentro del rock layetano este es el grupo más longevo, ya que por el camino quedaron un buen puñado de nombres más o menos cercanos al jazz como Secta Sónica o Música Urbana, junto a otros con espíritu de fiesta al estilo Orquesta Mirasol o la Orquesta Platería. Resulta comprensible que muchos de ellos se quejasen luego de que "La Movida", así, en abstracto, les hubiera cortado la posibilidad de prosperar en el mercado nacional (al igual que les pasó a los madrileños del rock urbano, por cierto), pero está muy feo inventarse la historia: cuando los Fortuny (entre otros) dicen que la culpa la tuvo el PSOE y Tierno Galván por fomentar y financiar a los modernos, se están "olvidando" de que ese supuesto trato de favor de Tierno comienza cuando la decadencia de todo tipo de escuela jazz rock o progresiva era irreversible. Ah, y el PSOE, a nivel nacional, no llega al poder hasta finales de 1982, cuando ya la propia Movida era una parodia de sí misma. Los tiempos van más rápidos de lo que le gustaría a algunos...