El electro pop o synth pop, como le llamaban los isleños, comienza a extenderse como una mancha de aceite: entre 1980 y el 81 se consolidan unos cuantos grupos, de los cuales el más popular serán los Simple Minds. Y aunque algunos como los propios Minds comenzaron su carrera en el afterpunk (y tendrán luego una perspectiva más amplia), otros surgen ya de los nacientes ambientillos electrónicos que se están desarrollando a toda prisa como máxima expresión de la modernidad. A finales de la década anterior se comenzó a hablar de Sheffield como un epicentro de esa nueva corriente; es una ciudad tan industrial como Manchester y con una crisis parecida, debida en este caso a su excesiva dependencia de la metalurgia. Pero ese sentimiento de decadencia, que en la ciudad vecina queda simbolizado por unos Joy Division, se canaliza en Sheffield a través de la obsesión por los teclados, cintas, secuenciadores y en general cualquier artilugio susceptible de producir sonidos electrónicos. Por supuesto la influencia germana es evidente: Cabaret Voltaire, el grupo iniciático que había comenzado su carrera allá por el 73/74, eran fieles discípulos de CAN, Faust y demás luminarias progresivas alemanas, aunque sin su altura. En cualquier caso, dejando aparte sus inclinaciones disonantes, hay que reconocerles un vago interés también por las melodías, que ya en los 80 les lleva a buscar una aproximación a los mercados convencionales. Y a su alrededor se va desarrollando la escena vanguardista de la ciudad, que se substancia en al menos dos nombres con perspectiva de futuro y que además están relacionados entre sí: Human League y Heaven 17.
La historia comienza a mediados de la década anterior, cuando se conocen Ian Marsh y Martyn Ware; el primero es un guitarrista que lleva ya un tiempo haciendo performances musicales, por decirlo de algún modo, mientras que Ware es un técnico en informática fascinado por las crecientes posibilidades de los teclados electrónicos. En esa misma fascinación acaba cayendo Marsh, que abandona las seis cuerdas y comienza a compartir cachivaches electrónicos con su nuevo amigo; ya en el 77 bajan a Londres más de una vez intentando que algún sello se fije en sus primeras composiciones instrumentales, pero de momento no hay suerte. En ese mismo año sugieren a Philip Oakey, un antiguo compañero de colegio, la posibilidad de montar un grupo: Oakey es un personaje bastante conocido en Sheffield por su indumentaria un tanto excéntrica y tiene una voz pasable, así que sería buena idea aprovechar ambas circunstancias. Finalmente, tras un cambio de nombre, se presentan en 1978 como The Human League y son un cuarteto aunque Philip Wright, el último fichaje, no es músico sino un aficionado al cine de ciencia ficción que se dedica exclusivamente a proyectar diapositivas y desarrollar los juegos de luces que envuelven al grupo en directo.
A finales de ese año han grabado material suficiente como para editar algunas demos. Por otra parte comienzan a llegarles alabanzas de otros músicos como el mismísimo Bowie, que tras asistir a uno de sus directos declara "haber visto el futuro del pop". Bowie era así, se emocionaba enseguida, pero no es extraño si tenemos en cuenta que por esa época él mismo andaba a vueltas con este tipo de sonidos. Tras algunos singles en un pequeño sello (Fast Product), a mediados del 79 los ficha Virgin; en menos de dos meses los League presentan sus nuevas creaciones, y antes de que termine el año aparece el primer disco grande: "Reproduction". Es un disco oscuro, no hay duda, tal vez con exceso de experimentación y demasiada vanguardia como para alcanzar el éxito en el gran circuito: en ese momento el pop sintético estaba arrancando aún, y solo las piezas con gancho, con un estribillo memorable, llegaban a las listas. Sin embargo hay voluntad por conseguir líneas melódicas ("Almost medieval", "Blind youth" o la muy bailable "Empire State human" son buenos intentos), y ya tienen una línea reconocible que los diferencia de los demás aspirantes a la fama electrónica, especialmente en las baladas como "Zero as a limit" o "The world before last". Las ventas fueron decepcionantes y el grupo se vio obligado a cancelar su última gira de ese año; pero con el tiempo este disco se ha reivindicado, y a día de hoy es un clásico menor entre los fans del género.
La situación comienza a despejarse en verano del 80, cuando "Travelogue", el segundo Lp, roza el top 15 en muy poco tiempo; para entonces el pop electrónico es ya una tendencia en claro ascenso, pero además los League están tratando de hacerse más accesibles al público medio (al igual que los Simple Minds, por cierto: la vanguardia está muy bien para un rato, pero si tienes cualidades para crear melodías interesantes, aprovéchala). Virgin, que tiene confianza en ellos, les financia su propio estudio de grabación; aunque parte del repertorio sigue manteniendo un tono experimental que exige al oyente mucha afinidad con este estilo, y resulta casi atrevido que comiencen el disco con una pieza como "The black hit of space"; pero también demuestran estar ampliando su radio de acción, y momentos como "Life kills" o "Crow and a baby" ya son perfectamente radiables, por ejemplo. Es curioso que hayan elegido hacer versiones de una pieza tan lejana a ellos como "Only after dark", de Mick Ronson, o el anuncio de Gordon's que había compuesto Jeff Wayne cuatro años antes: en el primer caso es una verdadera recreación, mientras que con el jingle de la ginebra hacen un desarrollo muy bien llevado. En resumen me parece un disco bastante recomendable para aquellos aficionados que, sin ser devotos de este tipo de músicas (como me pasa a mí), quieran tener una idea más o menos clara de por dónde iba la electrónica post-Bowie. Sin embargo, tras la publicación del disco se produce una quiebra: Ware y Marsh se marchan, por incompatibilidades personales con los otros dos y porque sentían que la idea inicial del grupo se estaba perdiendo (ya nos visitarán la semana que viene). Esa marcha se produce de malos modos y pocos días antes de que comience una gira europea, con fechas y contratos firmados; por otra parte la crítica considera que si los cerebros del grupo se han ido, Oakey tiene poco futuro. Estamos ante una situación crítica, por lo tanto.
Aquí es donde se demuestra la fortaleza de Oakey, con las horas justas para refundar el grupo; apoyado por Wright, que aprende a manejar teclados en muy poco tiempo y pasa ser el primer nuevo músico de los nuevos League. Para cumplir con la gira buscan a toda prisa otro teclista y contratan a Ian Burden, que además toca el bajo, junto con Jo Callis, (teclados y guitarra), antiguo miembro de los encantadores Rezillos. Y para reforzar voces y presencia escénica, entran dos jovencitas que aún están en el colegio: Joanne Catherall y Susan Sulley, a las que Oakey encuentra bailando en un club; nunca habían cantado, pero por lo visto bailaban bastante bien. Serán otros dos nombres infaltables en este grupo a partir de ahora. La gira no fue una maravilla, puesto que no habían tenido tiempo para ensayar y tanto los críticos como el público echaban de menos a los dos ausentes; pero el caso era cumplir, y lo consiguieron. Así termina 1980, y partir de ahí la situación va mejorando poco a poco; cada single que publican alcanza una mayor altura en las listas, hasta que consiguen un puesto 3 con "Love action (I believe in love)". Está rematando el verano, y Virgin decide que ya es el momento de arriesgarse con un nuevo Lp: solo con el tirón de esos singles se ha reactivado la venta de los dos primeros discos grandes.
Y ese Lp es "Dare", uno de los grandes clásicos en la historia del pop electrónico (un sector de la crítica considera que con este disco los League se convierten en los ABBA de los años 80). Estamos ante un número uno en media Europa cuya aparición es una sorpresa a medias, ya que parte del repertorio son los singles publicados en los meses anteriores; pero aun así, el impacto es enorme. Lo produce Martin Rushent, que había comenzado su carrera con los Buzzcocks y que ya en aquella época estaba trabajando sobre las posibilidades de los nuevos teclados. Pero aunque tal vez se debe a él un refinamiento del sonido en comparación con los discos anteriores, lo que está claro es que Oakey ha sabido rehacerse y junto con sus compañeros demuestra una sorprendente habilidad para las melodías y los ritmos electrónicos. Todos componen, menos las chicas; se confirma la situación de miembros fijos de Burden y Callis, y aunque de momento el instrumental es exclusivamente teclístico, no pasa desapercibido el hecho de que ambos tienen recursos guitarreros. No cabe duda de que "Dare" contiene algunas de las piezas más memorables de los League: siguiendo el orden de aparición de los singles, además de "Love action" está "The sound of the crowd", que rozó el top 15, "Open your heart", el top 10 que precedió al Lp y, cómo no, "Don't you want me", el single que lo seguirá para cerrar el año y que será el número uno de las navidades isleñas. En todas ellas Oakey demuestra además un estilo vocal melancólico pero muy musical, que le da el sello definitivo al grupo (ayudado por algunas intervenciones de Joanne y Susan, que sin tener aún una personalidad muy clara comienzan a hacerse imprescindibles). En algunas canciones se nota aún el aroma de los primeros League, como "I am the law" o "Darkness", aunque esta última ni siquiera es de Oakey. Y quedan otras dos canciones muy notables: "The things that dreams are made of", que abre el disco e inexplicablemente no fue single hasta hace pocos años, y "Seconds", mi preferida en toda la carrera de los League.
Por último hay que destacar la importancia creciente que tienen los vídeos para apoyar las canciones: en esta época de transición la tecnología de imagen está en desarrollo y no puede recurrir todavía a la truculencia digital, así que para hacerlos atrayentes se está poniendo de moda incluir pequeñas historias (el "Thriller" de Michael Jackson será la cumbre de ese estilo, por supuesto). Y las televisiones están encantadas de rellenar minutos pagados con ese formato, así que todos contentos. Ya llegará el día en que sean más atrayentes los vídeos que su contenido musical, y ya llegará otro día en que todo este montaje sea contraproducente, pero de momento la cosa funciona. En cuanto a los League, su momento cumbre había pasado; pero añadiendo instrumentos tradicionales, con altas y bajas, situaciones tormentosas y unos cuantos años en blanco, todavía andan por ahí: de la formación original queda el inevitable Oakey y las dos señoritas que con el tiempo contribuyeron en gran medida a mantener vivo el nombre del grupo. En cuanto a Heaven 17, dentro de unos días nos visitarán los señores Marsh y Ware para hablar del asunto.