Si XTC son el símbolo más "exitoso" del art pop británico de principios de la década, hubo algunos otros grupos, minoritarios pero igual de entrañables, que también contribuyeron a darle prestigio a una escuela tan isleña. En esa reducida nómina se incluyen The Monochrome Set, que con el tiempo acabaron convirtiéndose en una de las más deliciosas anomalías del mercado: siendo un grupo de culto, es decir, muy alabado por los comentaristas pero poco investigado por el oyente medio, tuvieron una vida relativamente más prolongada que la mayoría de los de su clase. Lo cual revela que, sin hacerse millonarios, se mantenían gracias a una pequeña pero leal base de fans que los siguió casi de principio a fin. Los Set nos visitan de nuevo tras haber cerrado la década anterior con solo cuatro singles, lo cual no es mucho teniendo en cuenta que su carrera comienza a principios del 78; pero han tenido tiempo para ir puliendo su estilo y preparar un repertorio suficiente que nos compensará en 1980 con dos discos grandes. Por otra parte han dado un salto de categoría al pasar de la voluntariosa pero aún inconsistente Rough Trade a Virgin, que los asigna a la filial Dindisc. O sea, que hay -o debería haber- más dinero para promoción.
En la primavera presentan el primero, titulado "Strange boutique". Para esa no muy numerosa masa de fans que los adora, es la confirmación de un estilo único y difícil de definir que podría encuadrarse dentro del pop eléctrico pero que tiene muchos ingredientes, desde el surf hasta la música de westerns al estilo de Ennio Morricone incluyendo un vago aroma a Velvet Undergound "en dibujos animados", por decirlo así. Para abrir el disco recuperan "The Monochrome Set (I presume)" que ya habían publicado en single pero dándole más profundidad y sobre todo marcando mucho el ritmo de la percusión hasta hacerlo casi "africano". Destaca como siempre la exquisitez en la digitación de las guitarras, y se percibe a lo lejos la influencia de los viejos maestros como Duane Eddy. Ese sonido cristalino, limpio, se mantiene a lo largo de todo el disco, destacando en piezas como "Expresso", "Martians go home", "Love goes down the drain" o la instrumental "The etcetera stroll", tanto como en otras de tiempo medio e incluso momentos "descalabrados" como el que da título al disco. Esa alternancia de poderío entre cuerdas con sonido a los años 50/60 y la percusión, junto con escalas melódicas que pueden parecer tan clásicas como vanguardistas, resulta sorprendente y hace de los Set un grupo aparte. Pero la suma de canciones tan "raras" más unas letras que van desde la ironía hasta el sinsentido, da como resultado un estilo que desde luego nunca será para mayorías: a duras penas llegan al top 60, a pesar del evidente cariño que les muestra gran parte de la crítica (que ya se ha hecho casi tan incondicional como sus fans, aunque tampoco queda muy claro si es por verdadera admiración o porque los ven como una pandilla de simpáticos gamberros nostálgicos).
A finales del mismo año llega "Love zombies", que partiendo de las mismas estructuras que el anterior demuestra sin embargo una notable madurez porque las composiciones están más trabajadas, mientras que las escalas melódicas son más coherentes pero igual de originales. Y sin embargo el sonido es prácticamente el mismo, lo cual tiene su mérito porque no es frecuente que un grupo de "serie B", por decirlo así, pueda imponer su criterio frente a los productores: tanto Bob Sargeant en el primer disco como Alvin Clark en este son figuras de categoría, y ni por asomo se les ocurre modificarlo; es más, en "Love zombies" incluso el grupo figura coproduciendo junto a Clark. Así que el resultado es más que notable: probablemente se busca un cierto paralelismo entre la apertura de aquel primer disco y la de este, protagonizada por la canción que le da título, pero comparándolas queda resumida la evolución de los Set, ahora con mucho más cuerpo. Además disfrutan recreando ambientes con regustillo antiguo, como de radio de válvulas, uniendo espíritu y sonido en piezas tan deliciosas como la instrumental "405 lines", o buscando la cercanía al sistema monoaural (esto resulta más evidente aún en esa especie de swing progresivo titulado "R.S.V.P." o "Apocalypso", cuyo título parece decirlo todo pero se queda corto). La épica de ese sonido envuelve toda la carrera de los Set, pero creo que este es su disco más recomendable para quienes se acercan a ellos por primera vez; para esos afortunados dejo aquí la casi anfetamínica "Karma suture" y la instrumental ensoñadora, arrebatadora, titulada "In love, Cancer?", dos perlas de este ameno y lujoso baúl de tesoros...
Al igual que su predecesor, este disco pasó por las tiendas de puntillas a pesar de las alabanzas de la prensa. Por otra parte el contrato con Virgin termina, y han de buscarse un nuevo sello además de un nuevo batería: se marcha de John Haney y llega Lexington Crane. Durante 1981 están entretenidos en hacer una cuantas giras y preparar un nuevo disco, lo cual sumado a los cambios de sello y batería hace que solo publiquen un single nuevo. Curiosamente, y cuando más oscura parecía su situación, será en 1982 cuando llegue su mejor momento. Pero esa ya es otra historia y etc, etc..
Me has dejado completamente fuera de juego, la primera vez que oigo hablar de este grupo que tan siquiera tiene página en la Wikipedia en español, teniéndola en galego y catalán.
ResponderEliminarLas guitarras suenan bien, hay mucho conocimiento de los grandes del instrumento, y el cantante tiene una voz sugestiva.
Es cierto que no están entre los más populares de la época, pero incluso en España se publicó una parte de su discografía. Como pasa en tantas ocasiones, su calidad no se corresponde con su popularidad. Qué le vamos a hacer.
EliminarSeguimos descubriendo a The Monochrome Set con tu ayuda. Ya me gustaron la otra vez que los presentaste. No suenan nada mal. Cada canción es un mundo diferente. Esa variedad se agradece.
ResponderEliminarSaludosssssssss
Tienen muy buen gusto, aunque a veces parece como si estuviesen de coña. A mí me encantan por esa variedad -que al mismo tiempo es muy personal- y por esas guitarras tan aparentemente simples pero con esos ecos lejanos, como de otros tiempos...
EliminarSaludos mil..
Creo haberlo comentado en la anterior entrada sobre la banda de Bid & Cia, los descubrí gracias a su "Sessions & Singles Vol. 1" comprado en Londres en el verano del 84, aquí era prácticamente imposible encontrar sus primeras obras (por cierto, este su "Strange Boutique" se reeditó hace un par de años). Una banda muy inglesa, de mesa camilla mientras juegas al bridge, aunque a veces también tengan su apuesta gamberra. Ignoro si continuará esta saga, porque hay varios trabajos posteriores a su "Love Zombies" que merecen mucho la pena e igual se habla de ellos.
ResponderEliminarSaludos,
Yo los descubrí gracias a Radio 3, que los tenían en un pedestal; y sí, uno de los primeros discos que encontré fue esa recopilación; que era imprescindible, ya que ahí estaban la mayoría de los primeros singles. Posteriormente a "Love zombies"... volverán por aquí, no lo dudes.
EliminarSaludos mil.
Hola Rick,
ResponderEliminarPues esta peña solo la conocía de nombre, pero he hecho los deberes y me he escuchado los discos que citas, y sinceramente no me han dicho gran cosa. Debe ser dificil te entren a la primera cosas que en su tiempo se te pasaron, quizás en aquellos años la cosa habría sido diferente.
Me voy al patio.
Jose
Pues yo pensaba que te gustarían, porque esa frescura que tienen puede recordar, entre otras cosas, al espíritu garajero de los años 60. En fin, pronto volveremos a intentarlo.
EliminarAprovecha lo que quede de buen tiempo...
Pues tampoco los conocía, y recuerdo vagamente el anterior artículo que les dedicaste. Tienen un aire entre clásico y moderno que les sienta muy bien, y una aparente sencillez que me gusta. Todo un descubrimiento
ResponderEliminarEse es precisamente una parte del encanto, Chafardero: que no se sabe muy bien de qué época son. Y esa intemporalidad juega a su favor, ya que nunca han estado de moda pero tampoco van a dejar de estarlo. Son de entretiempo, digamos.
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