Una de las ofertas más populares durante toda esta nueva década va a ser el pop electrónico, o tecno pop, o sintético, o como quieran ustedes llamarle. Es un estilo con muchas ramificaciones y cuyos orígenes, ya a principios de los años 70, están en la vanguardia: desde el punk electrónico de Suicide o los experimentos de Eno hasta el ambiente somnoliento de Kraftwerk pasando por el art pop de los primeros Roxy Music, los teclados van ganando protagonismo. En los 80 su uso se masifica, entre otras razones porque sus múltiples posibilidades permiten abaratar costes: dos teclistas en escena pueden suplir perfectamente a todo un grupo, ya que en lugar de batería y bajo se puede recurrir a las cajas de ritmos, mientras que las guitarras se hacen innecesarias para acompañar a las melodías ahora envueltas en oleadas electrónicas. Un amplio sector de la nueva generación considera que este tipo de sonido es mucho más actual, y que los instrumentos tradicionales son el pasado. Durante unos años el mercado se polariza entre ellos y los antiguos punkis que ahora son góticos o siniestros; también estos admiten el uso de teclados, pero no necesariamente como elemento central en su sonido. Y por último quedan los veteranos, los que ya andan sobre la treintena, que comienzan a aburrirse y pronto abandonarán la búsqueda de novedades, cada vez más previsibles, para dedicarse a buscar las pequeñas maravillas perdidas en el desván de los años 60/70.
De la new wave surgieron unos cuantos grupos con teclados que han hecho la transición hacia los 80 cada uno a su modo: por este local han pasado, entre otros, Ultravox o Stranglers como ejemplos de la fusión del punk con los sonidos electrónicos; ambos se han vuelto "sofisticados" y serán referentes para el surgimiento de los nuevos románticos, una alternativa que precisa de locales mucho más glamurosos que este. Y luego están los escoceses Simple Minds, inspirados por gran parte de las bandas afterpunk pero que pronto demuestran una fuerte inclinación al tremendismo: ya vimos la gran diferencia que hay entre sus dos primeras obras, mezcla de vanguardia con experimentación, y el tercero, a medio camino entre el pop electrónico y el funk cercano al sonido disco. Ahí, en 1980, comienzan a abrirse camino en el circuito de las grandes salas; Jim Kerr, su líder, compositor y cantante, es un frontman muy carismático que sabe gesticular como un padre de la Iglesia, estableciendo una especie de sintonía casi religiosa con sus fieles. Las actuaciones de los Minds siempre me han dado esa impresión, reforzada por una carga épica que nos hace dudar si no serán estos señores los reyes del pop gótico. En cualquier caso no se puede negar que el señor Kerr tiene muy buena mano para la melodía, y en cada disco suyo hay siempre algunas canciones realmente agradables.
De todos modos, si en su primera visita al bar ya se citó aquel tercer disco aunque pertenece a esta nueva década, es porque los Minds estaban aún a medio hacer (es el último que graban para Arista, que no llegó a comprender el potencial del grupo). El salto de promesas a grandes figuras lo dan en 1981, cuando fichan por Virgin, un sello mucho más adecuado a este tipo de sonidos. Al menos demuestra confianza en ellos, que por lo visto vienen cargados de ideas y graban material suficiente para un doble Lp: "Sons and fascination / Sister feelings call". Inicialmente se lanzan diez mil copias en ese formato, a precio de sencillo; luego se reeditan por separado, aunque el segundo a menor precio. Esa diferencia de categoría probablemente se debe a que, en conjunto, las piezas que se contienen en el primer disco son más asequibles que las del segundo, aunque yo no veo tanta "ruptura" entre uno y otro. Por entonces los Minds todavía estaban muy influenciados por los grupos electrónicos alemanes (y por el Bowie de la trilogía famosa), razón por la que su productor es Steve Hillage, líder de Gong tras la marcha de Allen: Hillage, otro admirador de ese estilo, es por su edad y su experiencia un buen referente para modular ese tipo de sonidos.
"Sons and fascination" es el primero de los discos de masas en la historia de los Minds, aunque teniendo en cuenta lo que vino luego parece que haya quedado un tanto oscurecido. La esencia de su estilo grandioso, ampuloso a veces, contundente, épico, ya se define con "In trance as mission", toda una declaración de intenciones, una apertura de lo más indicado; luego "Sweat in bullet" denota su admiración por el sonido funk, actualizado y con un tratamiento de percusión muy inteligente. Hay un buen ejemplo de la influencia electrónica al estilo Bowie en "70 cities as love brings the fall", por ejemplo, y a veces consiguen una fusión entre pop, teclados y contundencia que los lleva a momentos memorables como "Love song", cuyo arranque recordarán los aficionados al periodismo deportivo: se convirtió en sintonía del programa de José María García en Antena 3, al poco de publicarse. No hay duda de que uno de los discos más consistentes en toda la historia de lo que por entonces se llamó tecno pop, y aún hoy puede escucharse sin que se note mucho el paso del tiempo (cosa que no pueden decir la mayor parte de sus coetáneos electrónicos). En cuanto a "Sister feelings call", tal vez no tenga el gancho del que disfruta su "hermano mayor", pero nos ofrece una buena muestra de lo que hubiesen sido los Minds de mantener su gusto por la experimentación y no solamente se dedicasen a hacer dinero: dejando aparte algunas variaciones sobre las ideas del otro disco ("Sound in 70 cities" como versión "alternativa"), el grupo asume un riesgo mayor sin renunciar a ser aceptados, y a mí por lo menos me parece que la influencia de Bowie es aquí bastante evidente. Por otra parte también aquí hay canciones con encanto inmediato: si se hubiese mantenido el formato original, habrían destacado piezas como la casi atmosférica "Theme for great cities" o el nervio rítmico de "Wonderful in young life". El caso es que pronto desapareció de las tiendas y no se recuperó hasta la aparición del formato CD.
A partir de aquí el ingrato trabajo por buscarse un sitio en las alturas ya casi está terminado: los Simple Minds formarán parte del circuito de los grandes estadios muy pronto. El año 82, para ser más exactos, será el de su consagración definitiva como ídolos de masas, pero aún no hemos llegado ahí. No hay prisa.
Ayer estaba escuchando el último disco de New Order y era como si no hubiera pasado el tiempo, podría haber sido hecho, con algunas diferencias técnicas claro está, hace 40 años.No es justo generalizar pero es una sensación bastante universal.
ResponderEliminarMe gustaban mucho los Simple Heads y Jim Kerr con toda su teatralidad es de los mejores cantantes de aquella época, el problema es la monotonía de sus canciones pasado el primer enganche emocional con ellas.
New Order, como muchos otros nombres electrónicos de los 80, son en esencia un grupo de baile. Desde esa perspectiva, que gustará más o menos, son una de las primeras referencias de la música electrónica para masas que aún hoy tiene su predicamento. Otra cosa no se me ocurre.
EliminarLa etiqueta de 'nuevos románticos', aparte de comercial, ¿apelaba más a la estética o al plano musical? Es una duda que arrastro. Porque sospecho, como dices, que la sombra de Bowie fue más que alargada.
ResponderEliminarEsa 'Love song' es potente. También me ha gustado la más sintética 'Theme for great cities', pero este grupo apenas me suena y, en cambio, el álbum de esta época que sí escuché bastante en su día leo que se publicó con solo un mes de diferencia de 'Sons and fascination': 'Speak & Spell', de Depeche Mode, el de 'Photographic'.
Partiendo de la base de que muchos de los personajes de esa corriente eran simples figuritas de moda en las noches de bares y discotecas, parece claro que hay más estética que otra cosa. Bowie es otra cosa: llevará modelitos, pero es un músico. Los otros eran básicamente unos piernas. Nombres como Spandau Ballet, Visage, Duran Duran y demás familia tiene tal vez tres o cuatro canciones afortunadas y el resto es relleno. Los grupos con un poco más de categoría (Human League o los mismos Minds) trataban desesperadamente de no caer en esa definición porque, al igual que el glam, te puede encasillar. Y claro, cuando esa categoría cae, caes tú también.
EliminarDepeche Mode, por ejemplo, andan a medio camino entre esa clasificación y la de "tecno industrial" que se acuñó luego. No son santo de mi devoción, pero tuvieron algunas cosas decentes. Ese primer disco que tú dices, cuando aún estaba Vince Clarke, tiene algunas canciones de pop electrónico realmente bien hechas.
Pues a mí me dejaban frío en su momento y ahora me resultan indiferentes. Lo ampuloso y épico que comentas me resultaba estirado y distante. Será culpa mía, no suelo conectar con ese tipo de música.
ResponderEliminarA mí, después de tanto tiempo, me siguen gustando tal vez una docena de canciones, no más. Pero hay que reconocerle a Kerr que tenía estilo y una cierta habilidad para crear canciones con gancho. Otra cosa es que a este tipo de grupos le vaya más el formato single que el Lp, pero en fin, hay que hacer dinero...
EliminarHola Rick:
ResponderEliminarPues a mi si que me va el sonido Simple Minds, lo único que tienen un problema que se acrecienta en el disco que propones, y es que las canciones una por una están bastante bien, pero tragartelas todas una detrás de otra te puede empachar.
No puede ser todo.
Saludotes
Jose
Precisamente por eso del empacho es por lo que le digo a Chafardero que el formato single hubiera sido mucho más honrado, por resumir. Poco a poco, resultaban muy agradables.
EliminarSaludos mil...
Igual lo comenté en la anterior entrada de SM..., los vi en directo en la Sala Mirasol allá por los primeros 80. Vivía entonces en La Prospe, un barrio con buenos bares de música que abrieron al calor de esa sala de conciertos. Y si, el Kerr era un auténtico animal del escenario, se movía allí como pez en el agua (¿era la época en que estaba casado con Chrissie Hynde?...). Creo que este "Sons and Fascinations" fue, junto a "Empires and Dance", su mejor disco, el que llegó también a más público. Y si, también estoy de acuerdo en que, al final de su carrera, de tanto mirarse el ombligo, se volvieron un poco empalagosos.
ResponderEliminarSaludos,
Ah, pues en esa actuación estuve yo también. Que por cierto, la Mirasol daba gloria verla, se notaba que había dinero, no era una sala cutre como la mayoría. Kerr, en efecto, era un animal de escena y sabía llevar a la gente. Y por desgracia lo del ombligo le ha pasado a mucho, no solo a los de esa quinta...
ResponderEliminarSaludos mil..