Quedamos en que hoy toca hablar de las luminarias con sello Motown. Pero antes hay que recalcar eso que dije de "emperador romano" para referirme a Gordy: durante los años de oro de esta casa, ni un solo aspecto de la fase de producción escapaba a su control (solía comparar Motown a la cadena de montaje de Ford, donde él había trabajado). Así, uno de sus conceptos más característicos era lo que él llamaba "control de calidad": ponía a sus representados en manos de grandes letristas (Holland, Dozier y Holland, Ashford y Simpson o el mismo Smokey Robinson) y un nutrido grupo de músicos (agrupados bajo el nombre de "Earl Van Dyke & The Soul Brothers), y la mayoría de las futuras figuras -salvo aquellas que demostraban tener aptitudes para la composición- eran simples muñecos en sus manos. Finalmente, de la estrategia de las casas de soul copió esa costumbre de que una buena canción merece ser versionada al mismo tiempo por más de un intérprete, y Hitsville echó a andar con unos resultados económicos apabullantes; las frecuentas disputas de sus figuras por los contratos leoninos y la falta de libertad a la hora de grabar estuvieron a la orden del día, pero no puede negarse que la cosa funcionó muy bien. Y así, en una humilde casita de dos plantas, comenzó a producirse "el sonido de la joven América", otro de los slogans preferidos de Gordy, impreso en el sello de cada disco.
Smokey Robinson & The Miracles fueron lógicamente el buque insignia de la casa, y el primer éxito de Motown ("Get a job") es suyo. Pero Smokey es un superdotado: hombre de negocios, compositor, cantante particularísimo (con un falsete intenso, conmovedor), fue un personaje tan fundamental como el propio Gordy. Y el mejor poeta americano vivo, según el mismísimo Dylan. Y cuñado de Gordy. Y vicepresidente de la compañía. Y productor de las Supremes, Tempations… una figura imprescindible no ya para Tamla Motown, sino para la historia de la música popular americana.
El bueno de Smokey también era cazatalentos: fue él quien presentó ante Gordy a un niño ciego de 11 años al que todo el mundo llamaba "Little Stevie". Un niño prodigio que a esa edad dominaba el piano, la armónica, la batería y cualquier elemento de percusión. En 1963 grabó su primer disco, titulado "Homenaje a Ray". Era un título de doble sentido: por una parte rendía admiración al gran Ray Charles, pero el mensaje subliminal era: "Motown también tiene un Ray Charles". Y vaya si lo tenía: en 1970 el "niño" llevaba ya 12 LPs grabados, y en esa nueva década, con un contrato especial, total libertad de creación, grabación y producción, consiguió 15 grammys (en una época en la que eso significaba algo) y que algunas canciones suyas fuesen versionadas por los personajes más dispares. Es evidente que para entonces ya no era un niño: era el señor Stevie Wonder.
Siguiendo con los cerebros grises de la casa, es de lamentar que nadie recuerde hoy a Norman Whitfield. Esto es debido a que muy poca gente se fija en quién produce o escribe una canción, pero el caso es que, solo o en compañía de Barett Strong, constituyó el ala más avanzada de la Motown: él le dio el aire psicodélico que lucen algunas composiciones de los Tempations y Edwin Starr, produjo a la mayor parte de los artistas "serios" del sello e incluso elevó a lo más alto a la única banda blanca que llegó a triunfar realmente en Motown: Rare Earth. La producción, composición y sonido de "Ma", el disco más cerebral de este grupo, son perfectos. Y no vean ustedes las canciones que compuso: vayan a la Wikipedia y seguro que flipan ("ah, pero esta canción… y esta… y esta… ¿son del tal Whitfield? Joder, qué nivel").
Bueno. Pues ahora que ya conocemos un poco las tripas del engranaje Motown y a algunos de sus personajes básicos, el próximo día hablaremos de unas cuantas estrellas. Simples estrellas, sin el peso específico de estos monstruos de los que he hablado hoy: sólo intérpretes, músicos o cantantes para quienes los otros componían las canciones, pero que daban el lustre necesario, la imagen y la pasión que hicieron de Hitsville el imperio romano al que Berry Gordy aspiraba.
No se me enfríen.
Smokey Robinson & The Miracles fueron lógicamente el buque insignia de la casa, y el primer éxito de Motown ("Get a job") es suyo. Pero Smokey es un superdotado: hombre de negocios, compositor, cantante particularísimo (con un falsete intenso, conmovedor), fue un personaje tan fundamental como el propio Gordy. Y el mejor poeta americano vivo, según el mismísimo Dylan. Y cuñado de Gordy. Y vicepresidente de la compañía. Y productor de las Supremes, Tempations… una figura imprescindible no ya para Tamla Motown, sino para la historia de la música popular americana.
El bueno de Smokey también era cazatalentos: fue él quien presentó ante Gordy a un niño ciego de 11 años al que todo el mundo llamaba "Little Stevie". Un niño prodigio que a esa edad dominaba el piano, la armónica, la batería y cualquier elemento de percusión. En 1963 grabó su primer disco, titulado "Homenaje a Ray". Era un título de doble sentido: por una parte rendía admiración al gran Ray Charles, pero el mensaje subliminal era: "Motown también tiene un Ray Charles". Y vaya si lo tenía: en 1970 el "niño" llevaba ya 12 LPs grabados, y en esa nueva década, con un contrato especial, total libertad de creación, grabación y producción, consiguió 15 grammys (en una época en la que eso significaba algo) y que algunas canciones suyas fuesen versionadas por los personajes más dispares. Es evidente que para entonces ya no era un niño: era el señor Stevie Wonder.
Siguiendo con los cerebros grises de la casa, es de lamentar que nadie recuerde hoy a Norman Whitfield. Esto es debido a que muy poca gente se fija en quién produce o escribe una canción, pero el caso es que, solo o en compañía de Barett Strong, constituyó el ala más avanzada de la Motown: él le dio el aire psicodélico que lucen algunas composiciones de los Tempations y Edwin Starr, produjo a la mayor parte de los artistas "serios" del sello e incluso elevó a lo más alto a la única banda blanca que llegó a triunfar realmente en Motown: Rare Earth. La producción, composición y sonido de "Ma", el disco más cerebral de este grupo, son perfectos. Y no vean ustedes las canciones que compuso: vayan a la Wikipedia y seguro que flipan ("ah, pero esta canción… y esta… y esta… ¿son del tal Whitfield? Joder, qué nivel").
Bueno. Pues ahora que ya conocemos un poco las tripas del engranaje Motown y a algunos de sus personajes básicos, el próximo día hablaremos de unas cuantas estrellas. Simples estrellas, sin el peso específico de estos monstruos de los que he hablado hoy: sólo intérpretes, músicos o cantantes para quienes los otros componían las canciones, pero que daban el lustre necesario, la imagen y la pasión que hicieron de Hitsville el imperio romano al que Berry Gordy aspiraba.
No se me enfríen.