Hoy nos visitan Traffic y Family, las otras dos divinidades que junto a los Floyd forman esa segunda trinidad isleña, supervivientes de la cosecha del 67. Pero por desgracia su situación actual no se parece en nada a la de Waters y sus socios: Family se despiden de nosotros este mismo año, y Traffic lo harán en el siguiente.
La decadencia de Family comenzó a sentirse después de tres discos geniales, cada uno de ellos con su propio carácter: la publicación de “Anyway”, el cuarto, nos mostró que la banda de Roger Chapman estaba perdiendo su magia y se había convertido en una buena atracción para el circuito de hard rock, simplemente. Eso significa, por lo general, que su interés está en el directo y ya no tanto en los discos, ahora carentes de la capacidad de sorpresa que tenían antes (como le ocurre a la mayor parte de las grandes bandas veteranas). Por supuesto es una opción tan respetable como cualquier otra, pero duele un poco verlos acomodados en la medianía tratándose de un grupo tan imaginativo y sorprendente como habían sido. Por otra parte, a las dos sensibles bajas que se produjeron el año pasado (John Wetton y “Poli” Palmer) hay que añadir su despedida de Reprise, que decide no renovarles el contrato ante las decepcionantes ventas de sus últimos discos. Chapman y compañía deciden intentarlo una vez más y ponen en marcha Raft, su propio sello; el resultado es “It’s only a movie”, que se presenta a principios de otoño de 1973.
Este disco no es mejor ni peor que los dos anteriores: la canción que lo abre y le da título, una de las más brillantes, tiene un ritmo rockero muy yanqui marcado por ese piano de pared en plan honky tonk y la omnipresente guitarra de Whitney; los juegos de cuerdas eléctricas y acústicas en “Leroy” o “Buffet tea for two” son muy agradables, también lo es la marchita de medio tiempo de “Banger”… En fin, que los fans lo compramos igual que hicimos con los anteriores, pero reconociendo que no hay nada nuevo. Y ya no debíamos de quedar muchos para entonces, porque las ventas son minúsculas tanto en Europa como en los States. Family anuncian una última gira de despedida y en otoño de 1973 la banda se disuelve; poco después Chapman y Whitney crean los Streetwalkers, una nueva banda de hard rock bastante previsible que durará tres o cuatro años: su primer disco es pasable, los demás aburren. Ashton colaboró durante unos años con su amigo Jon Lord; a Cregan lo vimos luego en Cockney Rebel, y a Rob Townsend en Medicine Head. Hubo una fugaz reunión en 2013, con motivo del 40 aniversario de la muerte del grupo, pero por suerte la cosa quedó ahí: Family es un cadáver exquisito, y como tal ha de ser respetado. Aunque en España fueron casi desconocidos, ya que la infame Hispavox únicamente publicó “A song for me” con portada simple y el listado de canciones yanqui, sin gastar un duro en promoción: pronto pasó a ocupar un sitio en el cajón de las rebajas. Triste destino para una de las bandas más grandes que ha parido la Isla.
En cuanto a Traffic, la situación comienza a ser inquietante: después de casi un año en blanco por la enfermedad de Winwood, esperábamos que ese tiempo les hubiera servido para preparar un buen material; sin embargo, cuando llega a las tiendas su nuevo disco quedamos un poco decepcionados. Se titula “Shoot out at the fantasy factory” y resulta ser una continuación del anterior incluso en la portada, también biselada, con imagen pretendidamente tridimensional y la misma funda interior que “The low spark…”. Pero no alcanza su brillantez: cada vez más escorados hacia el jazz rock intimista (cercano al “smooth jazz”, como se dice ahora), parecen decididos a consolidar el mercado yanqui ante el hecho de que en la Isla sus ventas decaen a ojos vista. Y su estrategia, ya digo, es mantener la estela del anterior, que en los States ha funcionado muy bien. Como hicieron Family, abren el disco con la canción que le da título y es de las mejores, con todos los ingredientes de ese ritmo tan suyo marcado por la excelente percusión que los define en esta última época. Viene luego “Roll right stones”, decentilla… si no fuese tan larga (más de once minutos aburren a cualquiera). Para mí solo hay una pieza realmente notable: la instrumental “Tragic magic”, que me recuerda a la perfección formal de unos Weather Report, por ejemplo; sabiendo lo que van a publicar el año próximo, yo diría que esta es una de las últimas grandes de Traffic. Y lo curioso del asunto es que no se trata de una obra de la pareja habitual Winwood-Capaldi, sino de Chris Wood. No sé si eso significa algo, pero hay que recordar que es la única canción compuesta por él en estos últimos años del grupo.
En la gira de presentación del disco graban algunas actuaciones y finalmente eligen una, en Alemania, para lanzar un doble que sale a la venta en Octubre; se titula “On the road” y es tan aburrido como casi todo lo que grabó Traffic en directo (algunos pensamos que son un grupo de estudio). Lo mejor está al principio, con un recuerdo a “John Barleycorn…”, el disco más interesante y el que inauguró la segunda época de la banda: hay una interpretación muy solvente de “Glad” seguida por “Freedom rider” (una pareja un tanto excesiva, ya que ocupan toda la cara A del primer disco). Pero a partir de ahí la cosa va decayendo, ya que lógicamente están obligados a recrear sus últimas grabaciones, los dos discos “gemelos”. Y aunque procuran recurrir a las mejores piezas, esa manía por los desarrollos largos acaba con la paciencia de cualquiera: que solo haya seis canciones para dos discos ya lo dice todo. Solo nos queda confiar en que su próximo disco levante el vuelo un poco, pero da la impresión de que la deriva que llevan no anuncia nada bueno; tal vez a Traffic, como a Family, les ha pasado su tiempo.
Comienza a resultar evidente que 1973 es un año decisivo para la historia del rock clásico: de seis bandas que nos han visitado, las seis grandes hasta hace poco, solo dos parecen seguir en plena forma. Y no hemos hecho más que empezar...
En la gira de presentación del disco graban algunas actuaciones y finalmente eligen una, en Alemania, para lanzar un doble que sale a la venta en Octubre; se titula “On the road” y es tan aburrido como casi todo lo que grabó Traffic en directo (algunos pensamos que son un grupo de estudio). Lo mejor está al principio, con un recuerdo a “John Barleycorn…”, el disco más interesante y el que inauguró la segunda época de la banda: hay una interpretación muy solvente de “Glad” seguida por “Freedom rider” (una pareja un tanto excesiva, ya que ocupan toda la cara A del primer disco). Pero a partir de ahí la cosa va decayendo, ya que lógicamente están obligados a recrear sus últimas grabaciones, los dos discos “gemelos”. Y aunque procuran recurrir a las mejores piezas, esa manía por los desarrollos largos acaba con la paciencia de cualquiera: que solo haya seis canciones para dos discos ya lo dice todo. Solo nos queda confiar en que su próximo disco levante el vuelo un poco, pero da la impresión de que la deriva que llevan no anuncia nada bueno; tal vez a Traffic, como a Family, les ha pasado su tiempo.
Comienza a resultar evidente que 1973 es un año decisivo para la historia del rock clásico: de seis bandas que nos han visitado, las seis grandes hasta hace poco, solo dos parecen seguir en plena forma. Y no hemos hecho más que empezar...