lunes, 22 de febrero de 2021

Estados Unidos: los primeros 80's (VII)

Después de la visita de los Cramps, aprovecharemos el nexo de unión que nos ofrece Alex Chilton para seguir por la ruta revival. Chilton los había atraído hacia su querida Memphis natal en varias ocasiones entre 1977 y 1980 para que grabasen allí, probablemente buscando que se impregnasen de ese ambiente en el que se funden los extremos blanco y negro del espectro musical, y en parte lo consiguió. Pero el beneficio fue mutuo, ya que a su vez el planteamiento de aquel grupo fue como una iluminación para él, haciéndole considerar las fascinantes posibilidades que podía tener la fusión de géneros tan supuestamente distintos pero tan cercanos como el rockabilly o el blues con la actualidad del punk o cualquier otra influencia, viniese de donde viniese. Y desde ese momento uno de sus objetivos fue buscar el eclecticismo absoluto, tratando de hacerlo atractivo a las nuevas generaciones. Así, no es extraño que ver en acción a un personaje como Tav Falco, conciudadano suyo por entonces, fuese para él una señal del destino. 

Gustavo Antonio Falco, italoamericano como su nombre indica, es un personaje casi renacentista -multimedia, si quieren- con distintas y variadas inclinaciones artísticas. En 1973, con dieciocho años, se establece en Memphis y alterna su afición al cine (a uno y otro lado de la cámara) con varios trabajos fotográficos y televisivos, lo que le acaba llevando al terreno que a nosotros nos importa: durante la realización de una serie de documentales sobre el blues tradicional le viene la inspiración de aprender el manejo de la guitarra. En 1978, tras una de sus primeras actuaciones, logra un gran golpe de efecto destrozando su guitarra con una motosierra: como es lógico, al día siguiente no se hablaba de otra cosa en el ambientillo musical de una ciudad en la que tal tipo de actitudes era impensable. Recuerden que estamos en Memphis, no en Nueva York, y Falco tenía muy clara la diferencia. El caso es que en esa actuación estaba Chilton: se habían conocido poco antes, cuando Falco hizo un reportaje fotográfico en las sesiones de grabación de su primer disco en solitario, llegando a incluir algunos dibujos en la portada, y ahora el ex Big Star quedaba prendado de lo que él consideraba como una performance magnífica (por no hablar de esa voz, tan sentida como maleable). Así se unen, bajo una actitud rompedora, punk, la visión del rock and roll de Chilton junto a la vocación experimental pero orientada hacia la música con raíces de Falco. 

En 1979 Falco ha puesto en pie una banda más o menos estable a la que bautiza como los Panther Burns junto a Chilton y el respetadísimo James Dickinson entre otros, aunque sean quienes sean todos seguirán pronto sus carreras respectivas (los grupos de este tipo suelen ser un continuo tránsito de músicos). Por otra parte sus actuaciones abarcan varias escuelas de representación que van desde el happening tan clásico en los años 60 hasta el teatro de la crueldad de Artaud, que podría emparentarlos con los neoyorkinos Suicide. Aunque insisto en que Falco vive en Memphis: ver ahí uno de sus directos tenía que ser un shock. Y a finales de 1981 llega el primer disco, que en parte puede recordarnos aquellos tiempos salvajes: "Behind the magnolia curtain", producido por Chilton. Se trata de una colección de versiones de todo tipo cuyo sonido es primitivo, crudo, con mucho eco, siguiendo el concepto de baja fidelidad; ahí nos encontramos con un viaje caótico desde el rockabilly o el puro rock and roll (y en esos momentos puede recordar a los Cramps) hasta el ahora insano exotismo de piezas supuestamente inocuas como "Brazil", o esa especie de punk blues entre nubes de fuzz en que queda convertido el "Bourgeois blues" de Leadbelly. Hay ramalazos de avant garde, de pura experimentación, y en resumen estamos ante un disco fascinante; una especie de Velvet Undergound del pantano, o algo así. El sello discográfico, casi por lógica, es británico, europeo: Rough Trade. Ni que decir tiene que, desde el primer momento, Falco es otro de esos músicos más populares en Europa que en su país. 

En 1982, animado por las buenas críticas sobre su disco (que no por las ventas: ya saben, esta es otra banda de culto), Falco y sus músicos se establecen por un tiempo en Nueva York sin Chilton, que prefiere quedarse en Memphis. En la gran ciudad graban poco después un Ep de cuatro canciones titulado "Blow your top", en el que abandonan el planteamiento anárquico anterior para crear un ambiente mucho más cercano al de los Cramps, es decir, en la onda psychobilly. Aunque Falco detesta ese término ya que, según él, lo suyo es "el country psicodélico de tono gótico sureño influenciado por los estilos de Memphis". Parece un tanto retorcido, y sin embargo encaja: Falco es un músico de criterio más amplio que los Cramps, de eso no hay duda, y aunque este Ep parezca "domesticado" anda pululando una pulsión subterránea que parece amenazar con una sacudida sísmica en cualquier momento. Llama la atención que el productor sea Chris Stein, el guitarrista de Blondie, a quien no nos imaginábamos aficionado a este tipo de aventuras, pero todavía guarda más sorpresas: si Chilton nos ha traído de los Cramps a Falco, Stein nos llevará de Falco a los Gun Club. Ambos, junto con Iggy Pop y alguno más, serán huéspedes temporales de Animal Records, un sello que ha creado Stein poco antes. 

Tras una grabación en directo que Falco publica en formato casete, en 1984 llega un mini Lp titulado "Sugar ditch revisited". Lo produce Dickinson, que lleva ya mucho tiempo fuera del grupo pero de vez en cuanto colabora, y su influjo "académico" es evidente: Falco quiere reorientar su carrera buscando antes la exquisitez que la fiereza, y desde luego el cambio de sonido es radical. La influencia de la tierra, de las raíces, pesa más que la vocación de vanguardia, y lo que tenemos aquí es una obra claramente sureña con unos arreglos que le dan categoría, comenzando ya por la grabación en el estudio de Sam Phillips nada menos (y con tonos soul, incluso: ahí está "Tina, the go go queen"). Aquí decayó un poco el ánimo en el sector friki de los fans de Falco, y lo entiendo; pero esta época me recuerda a Willy DeVille, con esa elegancia en el ataque de las piezas, ese juego entre clasicismo y vanguardia tan agradable... En fin, que el señor Falco ha mudado de piel, aunque solo en parte: con ese nuevo talante se dispone a encarar el segundo quinquenio ochentero. Y como es lógico, nosotros estaremos pendientes de sus aventuras cuando lleguemos allá.





lunes, 15 de febrero de 2021

Estados Unidos: los primeros 80's (VI)

Después de que hayan pasado por aquí unos cuantos nombres ya establecidos, hoy comienzan a llegar los "nuevos valores", como se decía antes. Y de entre ellos los primeros serán los Cramps, cuyos inicios a mediados de la década anterior los hacen contemporáneos de toda esa gente que nos ha visitado hasta ahora. Aunque su consolidación fue más lenta, como suele pasar con los músicos revivalistas: por lo general la masa de aficionados busca sonidos nuevos, y salvo que se tengan rasgos de genialidad les espera mucho tiempo de trabajo hasta llegar a conseguir un puesto en el negocio. Los Cramps, aunque proceden de California y durante un tiempo anduvieron por Ohio, no empiezan a hacerse relativamente conocidos hasta llegar a Nueva York. Como ustedes saben, en esa ciudad los locales más concurridos por entonces son del tipo CBGB o Max's Kansas City, y allí compartieron cartel con todas las luminarias modernillas. Pero también con músicos que, como ellos, trataban de actualizar los géneros del pasado: Ramones, Stray Cats, Robert Gordon... Los Ramones lo consiguieron pronto porque su mezcla de rock and roll, garaje, melodías Spector y estética callejera era imbatible; pero aunque tanto ellos como los demás se revestían de un envoltorio punky para estar al día, todos los que se inclinaban al rockabilly lo tuvieron más crudo: los Stray Cats solo triunfaron cuando se fueron a la Isla, y Gordon nunca pasó de ser un personaje de segunda fila. El rockabilly no es un género de masas, ni antes ni ahora. 

Sin embargo la propuesta de los Cramps era imaginativa, porque al estilo tradicional le añadieron unos cuantos ingredientes también añejos pero que hasta la fecha no se habían mezclado: desde el tono afilado pero ardiente de las guitarras, al estilo de Link Wray y sus herederos "surfistas", hasta el gusto por la estética y la temática truculenta, vampírica, marciana de la serie B que estaba de moda en las películas de veinte años antes, pasando por el estilo garajero actualizado a través del punk y mucha provocación escénica de tono sexual con pinceladas glam, todo ello servido por una de las parejas artísticas más longevas del negocio, que además eran matrimonio: Lux Interior (Eric Purkhiser), el cantante frontman perfecto para este tipo de aventuras, y la no menos meritoria Poison Ivy (Kristy Wallace), guitarra solista y bajo cuando sea necesario. Ambos son además los compositores de la mayor parte de su repertorio propio (en el que hay muchas versiones "personalizadas"). Y junto a ellos han estado siempre acompañantes que supieron estar a la altura, aunque por supuesto son ellos dos el eje central de la escena. En suma, tenemos hoy en el bar a las primeras grandes figuras de lo que pronto será conocido como "psychobilly". 

Su primer disco grande, con el título de "Songs the Lord taught us", llega a principios de 1980; hasta ese momento su única producción consiste en dos singles publicados dos años antes, reeditados luego en un Ep. Todas esas grabaciones son producidas por Alex Chilton, que tras su época en los Box Tops y luego Big Star alterna ahora su trabajo en pequeñas bandas con un creciente interés en los estilos revival (pronto lo veremos junto a Tav Falco). Por entonces la pareja está acompañada por el segundo guitarrista Bryan Gregory, cuya imagen va a juego con ellos, y el batería Nick Knox, más discreto. La apertura con "TV set" es un buen resumen de cuáles son sus referencias; pero por si hay alguna duda nos encontramos con el "Strychnine" de los Sonics, que también podría sintetizarlas perfectamente. En conjunto es un disco muy dinámico, muy fresco y vitalista, que agrada incluso a los que no somos muy fans de este tipo de estilos y que llegó a lo más alto de las listas independientes. Ese concepto, "independiente", les acompañará durante toda su carrera, a pesar de hitos notables como el de haber hecho su primera gira europea como teloneros de los mismísimos Police: en una época en la que esa palabra tenía algún sentido, podría ser equivalente a "de culto". Es decir, que la crítica chic te pone por las nubles pero tus discos se venden poco y dependes del directo. 

Poco después se produce el primer cambio notable en la formación del grupo, ya que Gregory, un yonki notorio, desaparece tras una actuación llevándose la furgoneta con el equipo; de momento lo sustituye el muy solvente Kid "Congo" Powers tras su breve paso por los Gun Club. En 1981 llega el segundo disco, "Psychedelic jungle", producido por ellos mismos, que contiene mitad originales y mitad versiones. Nunca les ha gustado el trabajo excesivo en estudio, y se nota: las canciones suenan más cercanas, más simples y por eso mismo más directas que en el disco anterior, aun siendo una clara continuación del estilo. Es probablemente un disco más "natural" que el primero (recuerden, hablamos de los Camps), y es el preferido de buena parte de sus fans. Los que no lo somos tanto preferimos sin embargo el tercero, que se publicará en 1986 tras nuevos cambios en el puesto de segundo guitarrista (por entonces no hay uno fijo) y algunos conflictos con Stewart Copeland, manager de IRS, el sello donde grabaron sus dos primeros discos. Ahora graban en el británico Big Beat, y por unas razones u otras "A date with Elvis", que así se llama su nueva obra, no será publicado en los States hasta varios años después. Como era de esperar, estamos ante otra banda que por momentos fue más popular en Europa que en su propio país. 

Pero a lo que íbamos: ese nuevo disco, con una producción más pulida y mayor diversidad de estilos, inicia la época en la que los Cramps estuvieron más cerca de ser un grupo de mayorías, una época que continúa con "Stay sick!" en 1990 y que terminará poco después. En cualquier caso los años 80, especialmente su segundo quinquenio, fueron su momento de más popularidad aunque muchos fans recalcitrantes no vieran esos dos discos con buenos ojos. Y a partir de ahí mantuvieron su estatus publicando de vez en cuando y haciendo giras continuas hasta la muerte de Lux en 2009. Como los Ramones, los Stray Cats y en general todas las bandas revival, esa actualización de estilos los hace atractivos a las nuevas generaciones, que en muchos casos se basan en ellos para seguir evolucionando. Su valor "educativo" es incuestionable.







lunes, 8 de febrero de 2021

Estados Unidos: los primeros 80's (V)

Tom Petty es otro veterano de categoría al que de nuevo recibimos en este tugurio. Su carácter radicalmente yanki hace que muchos lo veamos con cierta tibieza, pero hay que reconocer que este hombre se hizo una carrera que, con las irregularidades propias de su extensión, lo ha dejado para la historia como uno de los más representativos de lo que se conoce como rock sureño (aunque es bastante más que eso). Por otra parte, tanto en las baladas como en los momentos más cercanos al country demuestra una rara habilidad para la melodía, lo que a veces le acerca al pop y hace que incluso algunos grupos de esa onda lo tengan entre sus referencias. 

Consagrado ya antes de que termine la década anterior gracias a tres discos que lo han ido elevando gradualmente en las listas estadounidenses (mientras en Europa su situación es simplemente discreta), Petty entra en los 80 con el reto de superar "Damn the torpedoes". Aquel tercer disco lo había instalado en un top 10 que será casi perpetuo a partir de entonces -aún hoy se considera como uno de sus mejores momentos-, y lo que suele pasar cuando un disco se significa tanto es que el siguiente será una sombra suya, más o menos alargada. Eso es lo que le sucede a "Hard promises", en 1981, y que alcanza un nivel de ventas similar porque el número de fans ya es considerable, pero que inevitablemente recuerda al anterior sin alcanzar su altura. De nuevo la producción corre a cargo de Jimmy Iovine junto al propio Petty, quien da la sensación de saber ya qué memoria quedará de este disco y se limita a mantener el grado de calidad. Porque las canciones son casi igual de buenas, y el sonido prácticamente el mismo: si no hubiese existido el anterior, este sería otro de los grandes momentos de Petty. 

La publicación de "Long after dark" en 1982 marca el final de las relaciones con el sello Backstreet y con Iovine. Petty había tenido un enfrentamiento con el sello, que estaba elevando los precios cuando se publicó "Hard promises" mientras él defendía que se mantuviese el antiguo. Y también tiene bronca con Iovine, que se niega a incluir "Keeping me alive", una bonita canción de ambiente acústico que Petty había seleccionado para ese disco. Por otra parte resulta evidente que ya lleva demasiado tiempo con el mismo tipo de sonido, y eso está afectando incluso a su creatividad. La demostración es simple, no hay más que escuchar el nuevo disco: el tono general se endurece un poco, hay más carga rockera que tiempos medios o baladas, pero tanto el sonido como el tipo de canción resultan un tanto cansinos. Y aunque las ventas no bajan mucho (la base de fans de este señor hace tiempo que es muy amplia en su país, además de que cada disco tiene siempre una o dos clásicas para el mercado del single), le vendría bien cambiar de aires. Por cierto, el propio Iovine tiene una frase muy gráfica: "Después ya de tres discos, deberías pegarle un tiro a tu productor". 

Petty se tomó su tiempo para mostrar el cambio de perspectiva. Con giras y descansos por medio, no hubo nuevo disco hasta dos años y medio después, y el resultado es un tanto sorprendente. En primer lugar, con un título como "Southern accents" era de esperar una colección de canciones a juego, pero lo que tenemos es un batiburrillo de piezas de estilos dispares, desde el aroma psicodélico de "Don't come around here no more" (que se convirtió en la más popular) hasta esa especie de funk blanco que se escucha en "Make it better" o "Mary's new car". Por otra parte tampoco se entiende muy bien que haya recurrido a alguien como Dave Stewart para producirlo: Stewart, aunque comenzó su carrera musical en el mundo del folk rock, lleva ya un tiempo desarrollando un estilo muy moderno, de corte pop electrónico, que le está dando popularidad al frente de los Eurythmics junto a Annie Lennox. Pero no parece que ese estilo cuadre mucho con los planteamientos de Petty. Y la elección final del repertorio es en gran parte idea suya, lo cual causó bastantes tensiones entre los miembros de la banda; la cosa llegó a tal extremo que Petty, en un momento de ira, dio un puñetazo en la pared que le dejó bastante averiada la mano izquierda. La impresión general que deja este experimento es que tanto Petty como Stewart han querido abarcar demasiado. Pero en cualquier caso sigue siendo bastante aceptable, y como siempre llega al top 10 yanki: sea o no un disco "desnaturalizado", queda claro que sus seguidores se lo consienten todo.

Petty entrará en el segundo quinquenio de los 80 como una de las grandes figuras del rock yanki, con la misma consideración estelar que pueda tener un Springsteen por ejemplo, y además de un buen puñado de giras participará con otros músicos en unos cuantos proyectos distintos. Su carrera, entre el mainstream y el clasicismo, ha dado unas cuantas perlas que se van desgranando disco a disco: tal vez ninguno sea completamente imprescindible, pero todos tienen alguna canción memorable. 







lunes, 1 de febrero de 2021

Estados Unidos: los primeros 80's (IV)

Después de dos entidades tan respetables como los Talking Heads o Mink DeVille, hoy nos visitan de nuevo unos muchachos cuyo carácter es mucho más alegre y expansivo. Se trata de los adorables B-52's, orgullo de Athens, Georgia, y cuya querencia por los ritmos bailables no impide que la música que elaboran sea de una gran calidad, con piezas muy trabajadas que constituyen una alternativa new wave de alta escuela en la que tienen tanta importancia los instrumentos tradicionales como las cajas de ritmo sintetizado. Esa notable habilidad para actualizar el surf pop junto a la evocación de la moda sci-fi de bajo presupuesto de los años 50, el ritmo endiablado junto a las baladas que parecen recordar el estilo de veinte años antes, todo ese aparente sindiós en el que ellos se mueven con total soltura, da como resultado dos discos encantadores con los que cubren el trayecto que va desde su creación en 1976/77 hasta la entrada en esta nueva década. Ya en 1981 ponen la guinda al pastel publicando "Party mix", que bajo su apariencia de simple recopilatorio nos muestra una brillante recreación de algunas de aquellas primeras canciones y certifica el final de su primera época, la más chispeante.

Hasta ese momento, siguiendo las directrices de Chris Blackwell (ya saben, el dueño de la bendita Island Records), en las grabaciones se buscaba la mayor similitud posible entre estudio y directo. Que Blackwell en persona fuese el productor de toda su obra hasta ese momento ya dice mucho de su adoración por la banda, y parte de ese sonido tan dinámico y aparentemente simple se lo deben a él. Pero el tiempo pasa, y la perspectiva del grupo está cambiando: su intención ahora es conseguir más "densidad", tanto en su nuevo material como en el sonido. Así que cuando "Party mix" se publica, en verano del 81, ellos ya están trabajando en su nuevo disco, que será producido nada menos que por David Byrne. Pero en poco tiempo surgen los conflictos con este señor, y ante las prisas del sello por publicar pronto se decide rematar el asunto abruptamente: "Mesopotamia", que así se llama el resultado, llega a las tiendas en Enero del 82 y su escaso contenido hace que se le considere como mini-Lp. Dejando aparte su mayor o menor acuerdo con el resultado final, resulta evidente que los B-52's se han hecho mayores y efectivamente la estructura de las canciones es más compleja: lo que pierden en frescura lo ganan en solidez. 

Una de las características de aquella grabación es que se nota el empleo creciente de todo tipo de teclados. Esa tendencia se debe en parte a que Keith Strickland, el batería, estaba cansado de su instrumento y había decidido dedicarse a las cuerdas y los sintetizadores; y al menos de momento, en vez de contratar a un nuevo batería se optó por utilizar ritmo sintético. Por otra parte él y Ricky Wilson eran en ese momento los compositores principales, y se tomó el acuerdo de que en la grabación del nuevo disco todos los instrumentos correrían a su cargo mientras los otros tres se dedicarían exclusivamente a las voces (aunque por momentos intervienen todos). El resultado llega en la primavera del 83 con el título de Whammy!, que viene siendo la sublimación de la línea emprendida en el disco anterior con mucha más brillantez; de hecho, y aunque tanto la crítica como buena parte de los fans seguían añorando la primera época del grupo, hay que reconocer que han madurado muy bien. Además aciertan con el productor, Steven Stanley, especialista en dubs y remixes que por entonces trabajaba con Tom Tom Club (el proyecto alternativo de los Heads Frantz y Weimouth). En resumen es un nuevo momento cumbre para el grupo, con unas cuantas clásicas como "Legal tender", "Whammy kiss" o "Queen of Las Vegas", tan válidas en las pistas como en los bares modernos. Daba gusto entrar y ser recibido por los acordes de esas canciones: se pedía la copa ya con otro ánimo. 

Luego llega el remolino. Tras una época de giras constantes el grupo comienza a preparar la grabación de un nuevo disco; pero Ricky Wilson, el guitarrista principal, está comenzando a sufrir el deterioro causado por el SIDA, que por entonces era una condena de muerte. Wilson, además de su importancia como compositor, es también uno de los creadores del sonido del grupo gracias a su maestría y originalidad en la digitación. Durante un tiempo oculta a todos su estado salvo a Strickland (ni siguiera Cindy, su hermana, estaba enterada), para no afectarlos demasiado, pero la situación se hace insostenible en poco tiempo. Tras su muerte, a mediados del 85, los demás intentan seguir adelante con las grabaciones -era deseo de Ricky- y finalmente llega "Bouncing off the satellites" un año después. Es un disco que, como no podía ser de otro modo, refleja su estado anímico y se salva por la categoría técnica en la ejecución, pero hay pocas canciones con gancho salvo "Wig" y poco más. Las actuaciones se dosifican y ni siquiera hay campaña publicitaria para mover el disco, que lógicamente tiene unas ventas bastante discretas (gracias, de todos modos, a la gran cantidad de fans incondicionales). 

Ya a finales de la década, tendrán una vuelta triunfal con "Cosmic thing", una de sus obras más populares, aunque es evidente que se ha perdido gran parte del carácter del grupo. Y finalmente, en el 92, llegará el último: "Good stuff", una estela del anterior, también con un nivel de ventas notable aunque a los fans de siempre nos deja fríos. La separación era algo casi esperado, y durante quince años no sabremos nada de ellos salvo algunas grabaciones con otros músicos. Su vuelta fue bastante decente en comparación con otras bandas que hicieron lo mismo, pero eso ya importa menos: queda para la memoria el espíritu de los años 70/80, que fue el tiempo en el que brillaron dignificando la música de baile como muy pocos han sabido hacerlo, una música que hecha por ellos sonaba igual de cautivadora en el tocadiscos de casa, o en donde fuese. Y además se hacían querer, eran como de la familia.