miércoles, 22 de diciembre de 2021

Navidades Ómicron

El calendario no perdona, y con virus o sin ellos las Navidades ya están aquí otra vez. Por lo general los ancianos sentimos el paso del tiempo como un tránsito fugaz, pero estos dos últimos años tal vez esa sensación se haya ralentizado un poco a causa de esta dramática coyuntura sanitaria que se hace cada vez más pesada, más reiterativa; vamos, que cuando la actualidad no es de nuestro gusto decide ir más despacio, por fastidiar. O me lo parece a mí, no sé. Pero aun así, todo llega y todo pasa. Y como ya saben ustedes, en este local nos apuntamos a todas las efemérides de categoría porque el caso es montar juerga: así que bienvenidos, niños y niñas, monstruos y monstruas, a la fiesta de Navidad en el bar de Rick. Intentamos no aburrir mucho al personal cambiando de músicas con frecuencia, y este año hemos recurrido al British Blues Boom. O sea, aquella segunda Invasión británica que tras hacerse "tendencia" en la Isla asoló después los Estados Unidos devolviendo, asumidas y aumentadas, las enseñanzas recibidas de los bluesmen que los blanquitos americanos -salvo honrosas excepciones- habían ninguneado como algo puramente "racial" (lo mismo que habían hecho con todas las ramas de ese frondoso rhythm'n'blues que ya había dado lugar poco antes a la primera Invasión). Y como es norma, recurriremos al formato de 12+1. Así que vamos allá: 

En la Isla el blues, aunque a pequeña escala, comenzó a hacerse popular en los primeros años 50 gracias al trapicheo de discos que traían los soldados negros de las bases americanas en la Isla y a los que llegaban a los puertos. Entraban en el circuito musical a través de los grupos de jazz, y eso explica que en un principio los primeros músicos de blues británicos alternasen ambos estilos. A mediados de la década ya había en Londres varios locales en los que se escuchaba: por ejemplo, en el piso de arriba del pub Round House había otro llamado London Skiffle Centre, en el que además de sesiones de "trad" (variante isleña del jazz al estilo dixieland), se sometía al skiffle a todo tipo de experimentaciones. El skiffle era un cajón de sastre, una música de origen negro nacida en los años 20 que se practicaba en varias zonas rurales de Estados Unidos; era muy simple y podía ejecutarse con artilugios caseros como tablas de lavar, botellas o cucharas, a los que se iban añadiendo los instrumentos musicales que se pudiese conseguir. En la Isla fue un vehículo para fundir el folk de ambas razas, e incluso se le añadieron ingredientes como el country: pueden estar ustedes seguros de que el beat británico le debe tanto al skiffle como al rock and roll. Y junto a esas dos opciones se va consolidando un blues que de momento sigue siendo acústico, al estilo Mississippi. 

Bien, pues allí destacaba el dúo formado por Alexis Korner y Cyril Davies: el primero era cantante y guitarra, mientras que Davies -que también tocaba la guitarra- fue el primer armonicista blues de la Isla y había ascendido a director de la sección de skiffle. Ambos comenzaron a hacerse conocidos por su participación en la banda oficial de trad jazz dirigida por Chris Barber, a quien acabaron convenciendo para que incluyese blues en su repertorio. Y tan convencido quedó que pronto se puso a traer músicos americanos de blues y de folk blues a la Isla para que tocasen en el local. Todo comenzó allí: el primero en llegar fue Big Bill Broonzy, pero poco después el nivel ya iba por el mismísimo Muddy Waters: les pagaban más que en su país, aquellos chavalitos pálidos los adoraban, y luego se iban a dormir a los mismos hoteles que los blancos sin que nadie pusiese cara de extrañeza... Aquello era un placer recíproco (algunos como Memphis Slim se vinieron a vivir a Europa). Waters además trajo la revolución con él, ya que fue el primero en asombrar a los presentes con una guitarra eléctrica -haciendo por lo tanto blues de Chicago- para sorpresa también de los puristas, los que solo prestaban atención al blues del Delta: esos torcieron el gesto, pero ahí comienza el rock británico. 

Para entonces y como era de esperar, Korner y Davies ya habían abandonado el skiffle: en 1957, cuando comenzaron a llegar los bluesmen, aquella sección dejó de existir y el local pasó a llamarse The London Blues and Barrelhouse Club. Otro nombre mítico. Y no menos lo es Alexis Korner's Blues Incorporated, el primer grupo de blues en la Isla, creado por Korner en 1960 y por el que, además de su colega, fueron pasando un buen número de jovenzuelos que luego serán muy famosos, en un primer momento procedentes en su mayoría del jazz. En 1962 graban su primer disco, en el que ya figuran algunas futuras personalidades como "Long" John Baldry o Dick Heckstall-Smith... y nosotros abrimos la fiesta con ese debut, compuesto en su mayoría por piezas propias. He aquí "Gotta move", la primera, una instrumental obra de Korner; a quien se le llama "El padrino del blues británico", aunque a lo largo de su extensa carrera haya sido padrino de unos cuantos estilos distintos.

Davies, aun siendo casi cinco años más joven que Korner, no estaba muy de acuerdo con las mixturas modernas que se le ocurrían a este, y poco después de haber grabado aquel primer disco decidió abandonarlo, descontento con la tendencia un tanto "rockera" de algunos miembros del grupo (que luego derivará hacia el jazz). Antes de que terminase 1962 ya tenía su propia banda, a la que bautizó como Cyril Davies R&B All Stars y que como era de esperar se convirtió en otra escuela de jóvenes talentos: entre la banda de Korner y esta, por ahí pasaron en un momento u otro casi todos los futuros Stones, Beck, Page y docenas de nombres más. Por desgracia Davies murió a principios de 1964, con solo treinta y dos años, a causa de una pleuresía, y sus grabaciones fueron muy escasas. Pero aquí queda constancia de su habilidad como armonicista:

Y si Korner es el padrino, el padre es John Mayall. Un personaje crucial para el desarrollo del blues británico, ya que alcanzó mucha mayor proyección que su introductor (fue el propio Korner quien convenció a Mayall para que dejase Manchester y bajase a Londres). Mayall comprueba que el continuo trasiego de músicos prometedores va a ser una constante en las bandas de blues más o menos tradicional, ya que estaban usándolas como trampolín para ejercitarse antes de crear sus propios grupos, y en 1963 decide crear los Bluesbreakers, otra escuela de ese tipo. A diferencia de Korner, Mayall nunca abandonará el blues: su edad de oro va desde ese primer momento hasta principios de los años 70, pero con más o menos fans ha seguido en la carretera hasta la llegada del virus puñetero; o sea, casi hasta los noventa años. Su debut discográfico, en 1965, es un directo en el Klooks Kleek (otro local del gremio) titulado "John Mayall plays John Mayall". Aún no es tan famoso como Korner o Davies, y por lo tanto sus músicos tampoco lo son; aunque bueno, el jovencito que toca el bajo se llama John McVie, y el batería Hughie Flint.

Otro personaje de categoría es Graham Bond, que ya tenía una fama cuando entró en la banda de Korner porque en 1961 había sido votado como "Nueva Estrella del Jazz". Por entonces era saxofonista y cantante, pero poco después se dedicó a los teclados: en ese puesto, Bond está considerado como el primer maestro para posteriores luminarias como Jon Lord o Keith Emerson. Entre otras cosas, fue el primero en usar un melotrón; y es también el primero en la Isla que combina el blues con el jazz bajo el nombre de The Graham Bond Organization. Ese grupo lo creó reclutando a unos muchachos que estaban con Korner pero prefirieron seguirlo a él: John McLaughlin, Jack Bruce, Ginger Baker y Dick Heckstall-Smith. Para cuando grabaron su primer Lp, en 1965, McLaughlin se había ido; pero para el tipo de sonido que buscaba Bond en ese momento ya no era necesario. A ver qué les parece este arranque con la inmemorial "Hoochie coochie".

En 1963 se presentan los Rolling Stones, que encabezan esa segunda generación en la que ya comienza a fusionarse el blues con el rock. Algunos de sus miembros habían pertenecido antes a un grupillo de barriada llamado The Blues Boys; de hecho Brian Jones, uno de sus fundadores, era un fan a muerte del blues. Y si se hicieron conocidos fue gracias a unas cintas que mandaron a Korner, con quien llegaron tocar Jagger y Richards. Pero ya para entonces Jagger era un personaje muy práctico: "al principio fuimos una banda de blues y después nos orientamos más hacia el pop, porque queríamos tener éxito y salir en la radio”. En poco tiempo los Stones fueron una de las más brillantes bandas de r'n'b (es decir, de fusión) en la Isla; pero nunca abandonarán el blues más o menos tradicional, que ejercitan según el día que tengan. Y ya su primer single es una buena muestra de esa ambivalencia: el "Come on" de Berry, otro supuesto rockero que evidentemente viene de los mismos sonidos de donde luego llegan ellos... y que ya sabe acercarse al pop, como en esta pieza. Ah, y la armónica: las primeras lecciones se las dio Jones, tomadas directamente de Cyril Davies; que fue también quien se lo recomendó a Korner. Las vueltas que da la vida...

Al mismo tiempo que los Stones llegan los Yardbirds, también en 1963, aunque de entrada estos parecen más inclinados hacia el blues tradicional. Se trata de un grupo creado por Keith Relf (un cantante que se aficiona a la armónica tras ver a Cyril Davies), el bajista Paul Samwell-Smith y el batería Jim McCcarty, quienes a continuación se asocian con el solista Top Topham y el rítmica Chris Dreja. Y su primer trabajo "serio" es el de teloneros de su adorado Davies: más no se puede pedir. Pero la cosa sube de tono a finales de ese mismo año, cuando el siguiente artista al que acompañan es el mismísimo Sonny Boy Williamson II, y poco después presentan su primer single. Para entonces ha habido un cambio en la plantilla: el jovencísimo Topham (solo tiene quince años) lo deja y vuelve a la escuela de Arte por insistencia de sus padres, que no ven con buenos ojos esta aventura ratonera. Su puesto es ocupado por un tal Eric Clapton, compañero de escuela que ya ha tocado en algunos grupillos; pero que también se irá pronto, porque el grupo quiere evolucionar hacia el pop y él es un purista que encuentra acomodo en la banda de Mayall. En una escala estelar nunca vista antes ni después en ningún otro grupo, por los Yardbirds pasarán luego Jimmy Page y Jeff Beck, pero aquí queda aquel debut en Mayo del 64 con esta excelente versión de "I wish you would".

Al igual que los Stones, muchos otros grupos decidirán, en la encrucijada entre el r'n'b y el blues urbano, elegir la primera opción. Y no es necesario recurrir al cinismo de Jagger para explicarlo: si solo haces blues tu mercado se reduce, porque la variedad de tu repertorio también lo hace. En consecuencia, la primera invasión británica (1964-65) está poblada de grupos que optaron por el r'n'b: además de los Stones tenemos a los Who, Kinks, Animals, Pretty Things etc. Pero como nosotros celebramos hoy la fiesta de la segunda invasión (1967-68), seguimos por el camino del blues, que gracias al éxito del disco de Mayall con Clapton (1966) parece también viable. Clapton se marcha a continuación, porque ya tiene pensado su futuro: crear un grupo a su altura. Así que, tras negociar con Jack Bruce y Ginger Baker, que poco antes habían abandonado a Graham Bond, el trío conocido como La Crema se presenta ante las multitudes isleñas ya en ese mismo año. Y aunque hay algunos singles y canciones sueltas cercanas al pop, no cabe duda de que la esencia de este grupo es el blues... con un cierto punto psicodélico a veces, que irá creciendo con el paso del tiempo. En todo caso el Lp de debut es magnífico, a medias entre originales y versiones que hacen suyas con total dominio. Las originales, por cierto, son de Bruce y Baker en menor medida: ya por entonces se ve que Clapton es un técnico muy bueno pero necesita quien le escriba material.

Hubo en este furor blusero isleño algunos músicos que llegaron a ser más puristas que el propio Clapton. Y no cabe la menor duda de que el grupo más destacado de la ortodoxia son los primeros Fleetwood Mac: integrado en su mayoría por músicos procedentes de la banda de Mayall y con el divino guitarrista Peter Green (que había entrado en esa banda sustituyendo precisamente a Clapton) como figura señera, comienzan a grabar en 1967 mostrando un preciso conocimiento del blues de Chicago y de las grandes figuras como Elmore James. El señor James será el mayor influjo del grupo en sus primeros tiempos, comenzando por el single de debut: esta espléndida versión de "I believe my time ain't long" (que bajo diferentes títulos -"Dust my broom", por ejemplo- y muy ligeras variaciones estuvo regrabando casi hasta su muerte en el 63).

El bienio 1967/68 es la fase culminante del blues rock, y cada día surge un grupo nuevo en algún sitio. Esa situación de efervescencia dura poco, ya que los más inteligentes comenzarán pronto a buscar su estilo propio para sobrevivir, pero de momento es una espléndida oportunidad para coger soltura y darse a conocer en un mercado que crece día a día. Y otro de los grupos fantásticos que nacen en ese estilo son Ten Years After, a cuyo frente vemos a otro de los grandes guitarristas de la época: Alvin Lee -que además es el cantante-, experto tanto en blues como en jazz, folk y rock and roll y que, aun contra su propia voluntad, pronto se consideró como uno de los más rápidos en la nómina de guitarristas isleños. También contra su voluntad, hay muchos aficionados que solo recuerdan de este grupo la archifamosa "I'm going home", estrella en Woodstock, pero los TYA eran mucho más que eso: su impresionante carrera, que luego pasará por la psicodelia e incluso el progresivo, comienza con perlas como esta, incluida en su primer Lp:

El blues rock se distinguió, entre otras cosas, por el protagonismo que alcanzaron los guitarristas: en poco tiempo la Isla comenzó a sentir una veneración tal vez excesiva por ellos ("Clapton es Dios", ¿recuerdan?). Y otra de las glorias nacionales del instrumento lanza su primer disco en 1968: se trata de Jeff Beck, para mí el más grande de todos, que después de su paso por los Yardbirds reúne un grupo de profesionales realmente notable en el que destaca la voz de Rod Stewart (que también se ha ido haciendo ya un nombre). El primer disco grande de Jeff Beck Group se titula "Truth" y en él se contienen, además de algunas piezas propias, unas cuantas versiones que muestran tanto la categoría como la personalidad de los músicos. Como en el caso de los TYA y muchos más, deja claro también por qué la Isla consiguió hacer aquellas dos invasiones: porque sus músicos saben interiorizar los estilos negros mucho mejor que la mayoría de sus colegas estadounidenses, y fusionándolos con su propio carácter les dan nueva vida. Oigan si no esta versión de Willie Dixon que, sin grandes modificaciones, dejaba boquiabiertos incluso a los propios negros... y que poco después usará Jimmy Page para el primer disco de los zepelines en una versión más densa, larga, pesada y apabullante, con una base rítmica más cerca ya del heavy que del blues rock. Solo hay un año de distancia entre la de Beck y la suya, pero esa ya es otra época.

Otra posibilidad que ofrecía el blues era la de explorar su vena más cercana al folk, y hubo unos cuantos grupos que lo intentaron aunque por lo general no llegaron muy lejos (vuelvo a los zepelines: a partir del 69 las masas huelen la sangre y quieren cada vez más leña. Black Sabbath están al caer). Sin embargo hubo uno que consiguió colocarse en ese sector y luego, como todos los demás, comenzó a buscar su tono personal hasta convertirse en una de las referencias clásicas de la Isla: Jethro Tull, creados en 1967 bajo la dirección de Ian Anderson (flauta, acústica y voz) y Mick Abrahams (solista y voz). Pero mientras Abrahams es un fan a muerte del blues tradicional, Anderson viene de experimentar también con el soul -de ahí su afición por los instrumentos de viento-  y el folk, lo cual le da una visión más amplia. Pronto se verá que ambos personajes son incompatibles; eso causa la marcha de Abrahams tras la publicación del primer Lp y la consagración de Anderson como líder supremo. Pero a nosotros nos importa ahora su debut a principios del 68 con un single a nombre de Jethro Toe, debido a un error tipográfico del juntaletras de la MGM. No importó mucho, porque ante la escasa cifra de ventas el sello los echó... y el resto es historia.

Alexis Korner comenzó en 1967 a compaginar su trabajo como músico con un programa en Radio One, la emisora moderna de BBC creada muy poco antes. Desde allí no solo impartió magisterio, como suele decirse, sino que además dio su bendición a unos cuantos grupos nuevos. Y al más brillante de todos lo bautizó él mismo con el nombre de Free. Estamos ante cuatro muchachos que partiendo del blues inventaron el hard rock ellos solos, con un desparpajo impresionante para su edad: el cantante Paul Rodgers y el batería Simon Kirke tenían dieciocho años; Paul Kossof, el solista, diecisiete; y Andy Fraser, el bajista, con quince años ya venía de la banda de Mayall, expulsado por mal comportamiento. Pero no solo eso: los cuatro eran verdaderos solistas, con un nivel sorprendente. Tras escuchar algunas maquetas suyas Korner consiguió que los fichara la bendita Island Records, y a finales de 1968 grabaron su primer disco grande, "Tons of sobs", publicado en la primavera del 69. Free, como TYA y muchos otros grupos, tienen que cargar con el sambenito de "one hit wonder" que les otorga el público poco informado por culpa de una sola canción: en su caso es "All right now", un maravilla de 1970 que aún hoy sigue sonando en las emisoras convencionales. Pero al igual que la banda de Lee, fueron realmente grandes y tampoco era esa su mejor canción (aunque sí la de más gancho a efectos comerciales). En fin, da igual: he aquí una de las que integran aquel legendario primer disco.

Y llegamos a la selección 12+1, fuera de programa y que en este caso ni siquiera es propiamente una canción, sino más bien una cuña publicitaria a mayor gloria de Radio One. En el otoño de 1966 se cerraba el círculo del blues más o menos convencional con la llegada a la Isla de Jimi Hendrix, casi diez años después de la visita de Muddy Waters: fueron dos revoluciones, cada una en su momento. En diciembre de ese año se publicó su primer single y a partir de entonces visitó con frecuencia la BBC, fuese para "Top Gear" (el programa de Alexis Korner, que además lo entrevistó) como para otros cuantos. Allí Hendrix acabó sintiéndose como en su casa, y un buen día decidió regalarles un jingle. Aquí lo tienen:



Y esto es todo, sufridos pacientes. Espero que no se hayan aburrido mucho, e incluso que algunos de ustedes hayan disfrutado de la velada. Para ese caso, aquí les dejo un paquetillo con las canciones que integran la fiesta más un pequeño añadido para posibles forofos. Felices fiestas en general, y que el bicho no les complique mucho la vida. En otras palabras: a seguir bien.  

Ah, sí: en el improbable caso de que ande por aquí algún yeyé aficionado a las modernuras, le informo de que el Paseante también ha hecho su pequeña fiesta particular: aquí la tienen. A la vejez, viruelas. O eso dice él.  

lunes, 13 de diciembre de 2021

España en los años 80 (XVI)

En los primeros años 80 los dos protagonistas mayoritarios de la actualidad musical seguían siendo la nueva ola y el post punk en sus múltiples variantes; una tercera opción consistía en actualizar estilos ya clásicos, como el r'n'b o el rockabilly, que comenzaron a vivir una segunda juventud, sobre todo en la Isla. Aquí hubo también algunos músicos que intentaron defenderse en ese mundillo: el rockabilly aún tardará un poco en tener representantes de categoría, pero en el mundo del r'n'b, mucho más amplio, ya vimos que Mermelada fueron una especie de adelantados a su tiempo. El problema es que el mercado español es demasiado reducido para este tipo de aventuras, y por lo general sus protagonistas tampoco suelen tener entidad suficiente como para defenderse a largo plazo salvo que vayan evolucionando. Eso pasó con Los Elegantes, nuestro grupo invitado de hoy: tenían una visión bastante amplia que iba desde la new wave a las querencias mod, pero finalmente acabaron en el sector del rock de medio tiempo más o menos convencional. Por otra parte se dio una circunstancia extraña -yo al menos no la entiendo- que no les hizo ningún favor: durante un tiempo, tal vez porque frecuentaban la noche madrileña y tenían muchas amistades, se les consideró miembros de las Hornadas Irritantes. Lo cual no tiene sentido, ya que tanto sus letras como sus músicas estaban muy alejadas de aquel "gamberrismo". En conjunto tal vez podrían considerarse a medio camino entre las Hornadas y los Babosos, aunque por supuesto tenían mucho más carácter y empuje que estos últimos: al menos en sus primeros años, eran de sangre mod. Y aunque su estatus es el de "corredores de fondo" su trayectoria llega a los años 90, lo cual en su caso es toda una hazaña.

Ya vimos que en los albores de la nueva ola hubo un enorme tráfico de músicos que iban de unos grupos a otros, aunque los estilos de esos grupos no tuviesen nada que ver entre sí. Se trataba de una nueva generación todavía sin hacer, gente muy joven con tantas dudas técnicas como de estilo, así que lo importante era ir cogiendo soltura, curtirse un poco. Y aquí tenemos tres nuevos ejemplos: los guitarristas Juamma del Olmo y Emilio López, junto con el cantante Juan Ignacio de Miguel ("El Chicarrón", para los amigos) se conocieron debutando junto a Bernardo Bonezzi en aquellos inventos suyos, a medio camino entre tecno y glam pop, cuyo resultado más destacable fueron los Zombies. Estos tres muchachos pronto decidieron que aquello no era lo suyo, y en 1979 abandonan a Bonezzi para crear un grupo al que bautizan como Los Elegantes; y aunque todavía no tienen una base rítmica estable, la hermandad del diminuto r'n'b español se muestra en el apoyo que reciben por parte de Javier Teixidor, líder de Mermelada, que les consigue un contrato con Zafiro (hay amistad de muchos años entre ellos). Cuando llegan a grabar, ya a principios de 1980, Los Elegantes son un quinteto con el bajista Javier de la Peña (ex Glutamato) y el jovencísimo batería Carlos Hens. Sus dos primeras canciones llegan a través del subsello Chapa y forman parte de la serie "Viva el rollo"; pero como solía suceder cuando Zafiro consideraba que los músicos tenían potencial (como pasó con Tequila), inmediatamente "ascienden" al sello matriz y las dos canciones ven la luz de nuevo en el que será su primer single. Ya la portada indica que Los Elegantes buscan una elegancia claramente mod, aunque en lo musical están todavía a medio hacer: esa cara A, una clásica del r'n'b, suena en esta versión casi como a rockabilly.



Las ventas del single son pasables, sin más. Y esa categoría no suele ser del agrado de los sellos grandes, así que de momento Zafiro se olvida de ellos. Probablemente deberían haberse quedado en Chapa, como sus mentores Mermelada: aunque sus directos fuesen memorables, con muchas versiones del r'n'b tradicional tanto isleño como americano -desde "Louie Louie" hasta "Gimme some lovin", desde el soul hasta el ska-, en España esos estilos siguen siendo para minorías. Les queda, eso sí, el orgullo de saber que son el primer gran grupo mod nacional, como Mermelada lo fueron en el ámbito del r'n'b eléctrico. Y ya hay algunos sellos independientes que comienzan a especializarse en este tipo de músicas: ese fue el caso de la madrileña Record Runner, que había comenzado como tienda e intentó ampliar su negocio, aunque no duró mucho. El caso es que finales de 1982 ofrece a Los Elegantes la grabación de un single que incluso llegará a publicarse en Estados Unidos y que lleva "Me debo marchar" en la cara A y "Es mi tiempo" en la B. Se nota la mayoría de edad, y especialmente la primera podría recordar a unos Secretos si hubieran tenido ese nervio que no tuvieron nunca. En cualquier caso, y aunque no hay grandes diferencias yo prefiero la B, más cálida, más guitarrera, más viva. Pero su público se inclinó por la otra, que acabó siendo una especie de santo y seña del grupo.



Poco después se marcha El Chicarrón, y Emilio López pasa a ser el cantante principal del ahora cuarteto; casi a continuación y a través de Rara Avis, un nuevo sello que tampoco durará mucho, graban un maxi de tres canciones. Y ese maxi, oficialmente producido por ellos mismos -y muy bien, además- será el que los sitúe en la élite del momento, ya que su cara A es "La calle del ritmo", la más famosa de toda su carrera y una clásica de la new wave española. Lo tiene todo: es épica, suena bien, engancha y se queda en la memoria; y las dos de la cara B, sin llegar a su altura, son lo suficientemente buenas como para hacer de este maxi un éxito relativo. Rafael Abitbol, que por entonces tiene bastante proyección gracias a su trabajo en Radio 2, se convierte en su manager y productor; a continuación convence a Zafiro para que los recupere y el resultado llega en 1984 con su primer disco grande, titulado "Ponte ya a bailar". Aquí hay un pequeño desfase: estéticamente tratan de complacer a su parroquia con una portada muy apropiada y una contraportada con un logo que recuerda a la chica de los Beat, pero la música se ha sofisticado. Da la impresión de que buscan el sonido estándar de baile masivo, con ese sonido casi electrónico y las cajas de ritmos, que no van con el espíritu mod. Lo cual es una injusticia, porque el disco en conjunto no es malo, pero eso es lo que pasa cuando un grupo se deja querer por un tipo de tribus exclusivamente: que como cambies un poco de perspectiva te cae la excomunión. Y ya digo, el material es realmente bueno, desde incursiones soul hasta algunas piezas de rock pop realmente brillantes e incluyendo una regrabación de "La calle del ritmo"... aunque es cierto que la producción, en conjunto,  suena demasiado "moderna": su versión de "Zoot suit" pierde todo el espíritu. Sin embargo, para sus objetivos, que eran claramente los de aumentar su mercado, la cosa salió medio bien y tuvieron unas ventas más que decentes.



"Paso a paso", su nuevo Lp, se publica en 1985 y queda en tierra de nadie. Las ventas se reducen a menos de la mitad, lo que indica que las cifras del anterior eran engañosas: los mods se van marchando y no hay un público de recambio para un disco que de nuevo quiere abarcar demasiado. Por una parte conviven malamente una versión de "Louie Louie" con otra de "Sono tremendo", ambas dirigidas a sus fans de siempre pero con una batería y unos arreglos demasiado aparatosos, y aunque de nuevo hay canciones brillantes como la que da título al disco, el momento Motown de "Dispararé" o incluso alguna balada rockera como "Dos años atrás", la imagen es de dispersión, de no saber hacia dónde se va. Así que, de perdidos, al río: por los excesos de producción rompen con Abitbol, y por un pasado que ya no les afecta rompen con la parroquia mod. Se reinventan, y en el segundo quinquenio de la década serán uno de esos grupos que actualizan el rock de la costa Oeste dándole con un tono pop con un sonido muy arreglado y bastante brillo: que "Los gatos de mi barrio", su nuevo disco, publicado en el 87, vaya producido por Elliott Murphy ya lo dice todo. El caso es que aciertan, porque ahí comienza una nueva juventud para el grupo, que graba su último disco en el 91 y todavía aguanta otros dos años más hasta la marcha de Juanma del Olmo. Es curioso, pero también significativo, que en la grabación de su directo de 1990 les acompañasen Teixidor y Álvaro Urquijo; puede considerarse como un símbolo del "ayer y hoy", los dos extremos entre los que se movió este grupo desde el principio. Aunque tal vez el espíritu mod se marchó con el Chicarrón, allá por el 83...



lunes, 6 de diciembre de 2021

España en los años 80 (XV)

"Estoy harto de la expresión «movida madrileña». La explosión de grupos se dio en todas partes. Había escenas en Valladolid, en Murcia, en Barcelona, en Valencia, Asturias, Galicia… en todas partes. Era cosa del baby boom tardío, que en EE. UU. fue en los cincuenta y aquí fue diez años más tarde". 
Alejo Alberdi 

Bueno, aquí el señor Alberdi se lía un poco con las fechas, pero se entiende perfectamente lo que quiere decir: a finales de los años 70, la furia ratonera estaba prendiendo ya en media España. Otra cosa es que algunos valientes (como Poch, por ejemplo) se hubiesen atrevido ya por entonces a bajar a Madrid, donde estaba el caldo principal, pero caldos comenzaba a haberlos en otras partes. Por ejemplo en Vigo, Galicia, en la lejana y frecuentemente olvidada esquina noroeste del mapa: en esa ciudad que ahora es De Las Luces por cortesía del Amado Líder, surgió un grupillo llamado "Mari Cruz Soriano y los que afinan su piano". No cabe duda de que sus componentes debían de ser muy simpáticos: luego nos fuimos enterando de que ya habían usado otros nombres igual de chuscos pero que, siguiendo la estrategia de Jethro Tull en sus orígenes, cambiaban el nombre con frecuencia para despistar al posible público desencantado de sus escasas actuaciones. Y aunque al parecer eran muy aficionados a estilos tan respetables como el rock progresivo o el blues -tenían una gran formación ya por entonces- comenzaban a darse cuenta de que el futuro iba por otro lado. El caso es que a finales de 1981 se atreven a grabar una primera maqueta con tres canciones; el sonido es bastante horrible y no se entiende muy bien cuál es el estilo predominante (¿new wave, punk pop...?), pero la gracia que no falte: he aquí dos de ellas. Hoy, en esta actualidad tan "libre" que vivimos, no se hubieran atrevido a cantar estas cosas, pero en aquella época mandaba la irresponsable UCD.



En aquel grupo ya estaban los cuatro personajes que poco después se harán populares bajo un nuevo nombre. Tres de ellos son amigos de hace tiempo: Julián Hernández, Alberto Torrado y Miguel Costas. Poco antes los tres se hacían pasar por guitarristas, pero finalmente Julián será el batería (aunque también ataca teclados), Alberto el bajista y la guitarra será para Miguel, que además canta cuando no hay más remedio. Sin embargo Julián y Miguel alternan su militancia como "afinadores" con la participación en "Coco y los del 1500", donde el cantante es Germán Coppini. Y finalmente lo convencen para asociarse los cuatro en el primer grupo, que poco después de la grabación de aquella maqueta pasa a llamarse Siniestro Total: ese fue el dictamen de la compañía de seguros tras un accidente de tráfico que los tres amigos (y otros tres más) habían sufrido en un R-12 familiar pocos meses antes, sin demasiadas secuelas. Y a principios del 82, ya bajo ese nuevo nombre, Julián (que por entonces estudia en Madrid) entrega otra maqueta a Ordovás, que tras escucharla queda un poco horrorizado: el sonido tiene un pase y el tonillo medio punk electrónico también, pero las letras son salvajes. Así que, por si acaso, comienza radiando las menos conflictivas. Y resulta que el público quiere más. Y finalmente las emite todas, y el efecto es demoledor: Siniestro Total son la nueva maravilla para los frikis de Radio 3. Comienza el "puente" Vigo-Madrid, cada vez con más actuaciones en la capital, y a finales de la primavera de ese año completan la regrabación casera de cuatro canciones; de común acuerdo (sin contrato aún) Servando Carballar las publica con formato EP en DRO bajo el título genérico de "Ayudando a los enfermos" y en poco tiempo se convierte en leyenda. El disco se abre con "Allatollah!", seguida por "Matar jipis en las Cíes"; en la cara B están "Mario (encima del armario)" y "Purdey". No hace falta decir más.



Tras la conmoción que causa ese Ep entre las fuerzas vivas nacionales, el grupo decide gastarse el dinero que han conseguido con él en la grabación de un disco grande, que en esencia es la reunión de las mejores canciones que ya tenían preparadas, incluyendo las dos de ahí arriba. La idea es de Carballar, el dueño de DRO, que gracias a ellos está consiguiendo asentar el sello, y el grupo acepta de inmediato. El sonido sigue siendo bastante flojo, ya que cincuenta mil pesetas de la época tampoco daban para mucho; el disco se titula "¿Cuándo se come aquí"; la portada es bastante sencilla y no excesivamente original, pero se convirtió enseguida en un icono de la nueva ola (que no de los punkis: para ellos aquella portada era una especie de traición). En cuanto a las canciones, hay que admitir que a veces hacen pequeñas trampas: "Las tetas de mi novia", por ejemplo, es una versión "libre" del "I'm a rocket" del Gruppo Sportivo. En la galleta dice que está arreglada por Siniestro, pero no dicen de quién es. De todos modos en su página web (de las mejores que he visto en cuanto a grupos nacionales) hay un apartado en el que hacen una relación de grupos o músicos de los que han hecho versiones. Otras veces, cuando no está claro de dónde han sacado la idea, se atribuyen directamente la autoría y listo. Pero en fin, tampoco importa mucho. El caso es que se publica a finales de 1982 y, tras su presentación en el Rock Ola en Enero del 83, Siniestro Total son ya el grupo punk más popular del país. Por otra parte esa fusión entre los ritmos tradicionales del género, unas letras quizá más enloquecidas que salvajes y su propia actitud personal, hace que durante un tiempo sean considerados como pertenecientes a las Hornadas Irritantes, con quienes además mantienen una buena relación. Aquí tienen ustedes dos de las primeras canciones que había seleccionado Ordovás para su programa por ser las menos espinosas, y que dejaron al personal con ganas de más.



En las actuaciones había un problema recurrente: debido a que entre el público de todo pelaje solían infiltrarse unos cuantos "incontrolados", con frecuencia había broncas o les arrojaban todo tipo de objetos, además de escupitajos. Un primer percance lo habían tenido ya en Madrid cantando lo de matar jipis: resulta que había un chaval melenudo en la sala, y llevó unos cuantos golpes por parte de algunos exaltados. Y en Zeleste una botella voladora le rompió una pierna a Coppini, que por otra parte ya estaba dudando si aquel estilo era realmente el suyo (a pesar de que su voz y su actitud en directo parecían inmejorables para una banda como Siniestro). El caso es que mientras duraba su convalecencia entró en conversaciones con Teo Cardalda, antiguo compañero de colegio, y comenzaron a dar forma a un nuevo proyecto al que llamaron Golpes Bajos; durante un tiempo estuvo compaginando su presencia en los dos grupos, hasta que finalmente abandonó Siniestro en un ambiente de cierta acritud por no haber aclarado bien el asunto. Sin embargo su última participación con el grupo es inmemorial: se trata de un single con dos canciones que iban a ser presentadas en un programa de televisión pero que no llegó a emitirse por coincidir en el tiempo con el famoso episodio de las Vulpess, que le costó el puesto a Carlos Tena, director del programa "Caja de ritmos". Pero gracias al dinero de TVE la portada, abierta, es lujosa (un homenaje por partida cuádruple al "London calling" de los Clash). Y las dos canciones son otros dos hitos en su carrera: "Me pica un huevo" y "Sexo chungo". Ya digo, tras el asunto de las Vulpess era casi inevitable que la presencia de Siniestro quedase postergada para mejor ocasión, pero este es uno de los singles más brillantes de toda su discografía; mal que le pese a Miguel Ríos, que vino a decir algo así como a dónde íba la juventud española con letras tan tontas como esas... Menos mal que ya estaban él y sus amigos para salvar el mundo.



El trío original sigue adelante abandonando el concepto de frontman único, aunque muchos seguidores y alguna prensa temen que, sin Germán, estén acabados (volvemos a lo de antes: su voz y su actitud eran decisivas). Sin embargo, y con el apoyo de Paco Trinidad, consiguen rehacerse y alcanzar un nuevo perfil. Antes de que acabe 1983 llega su segundo Lp, titulado "Siniestro Total II (El regreso)", que entre otras cosas y gracias a Trinidad cuenta ya con una producción razonable. Por otra parte destaca la soltura que alcanza Miguel Costas como cantante: si habían tenido a Germán era porque ninguno de ellos quería cantar, pero ahora sabe hacer de la necesidad virtud e incluso demuestra tener soltura para cambiar de registros. El disco puede considerarse como un gran avance hacia la mayoría de edad: del punk toman su inmediatez y la brevedad de las canciones (veinte más una: no sé si puede considerarse como canción el cierre con esa especie de "a capella" fonética en la que convierten "Carol", del señor Berry), pero lo van diluyendo entre otros ingredientes de corte más rockero, e incluso hay piezas cercanas al garaje o la new wave (además de una nueva versión del Gruppo Sportivo y otra de los Rezillos). Ah, y la vocación de "gallegos reivindicativos" ya va ganando peso con la encantadora versión de "O tren", del recordado Andrés Dobarro. Las letras se suavizan un poco, aunque por supuesto siguen en el ámbito de la comicidad. Y aunque las ventas bajaron un poco, en comparación con el supuesto desastre que se les había augurado hay que reconocer que la cosa salió bastante bien. Por supuesto hay un nuevo puñado de futuras clásicas, como estas dos sin ir más lejos (aclaración para los no gallegos: aquí todo el mundo sabe que la canción más famosa de Deep Purple se titula "Soy de Monforte"):



Por esa época, cuando aún no estaban seguros de si el trío tendría continuidad, cada uno organizó proyectos paralelos de los que solamente Costas consiguió una cierta proyección con Aerolíneas Federales, que entre altas y bajas tiene (o tenía) ya un buen historial. Pero en vista de que la prueba de fuego que constituyó para Siniestro su segundo disco había sido superada, siguieron adelante. En 1984 publican "Menos mal que nos queda Portugal", la confirmación de lo anterior: ya solo con "Miña terra galega", la versión de los Skynyrd, es suficiente para pasar el examen con nota. Y Julián se anima también a cantar, y luego entra el viejo amigo Javier Soto, y el grupo seguirá en activo posiblemente hasta hoy mismo con algunos ajustes de personal: la marcha más notable fue la de Costas, ya casi a mediados de los noventa. Para entonces Siniestro eran un grupo con más densidad, prácticamente un reflejo de la evolución personal de Julián Hernández, que además de sus conocimientos musicales tiene un bagaje intelectual que lo apoya. Pero nosotros nos despedimos de ellos en su época más gamberra echando mano una vez más de "Navidades radioactivas": también ellos celebran esas fechas tan señaladas con el júbilo que es de suponer.



lunes, 29 de noviembre de 2021

España en los años 80 (XIV)

"Fue una charlotada. Una noche, en un bar, creamos el tribunal de las Hornadas Irritantes, acompañado de un manifiesto contra los babosos. Fue una gilipollez que trascendió porque se hicieron eco los periodistas, que en aquella época se hacían eco de hasta cuando te tirabas un pedo, y ha quedado como si fuese todo un movimiento artístico. Si me llegan a decir aquel día en el Iris, con los canutos y los botellines, que aquello iba a ser recordado treinta años después, habría pensado que mi interlocutor estaba loco. Se ha magnificado hasta el delirio".
Alejo Alberdi 

Bueno, pues hoy terminamos con el asunto "Hornadas/Babosos", que como ya ven ustedes tiene parecida talla intelectual que el concepto "Movida" y otras cuantas bobadas alimentadas por el periodismo de titulares urgentes. Y lo hacemos con el otro grupo más destacado en el cartel Irritante (hasta el punto de que fue uno de sus miembros quien inventó el término): se trata de Glutamato Ye-Yé, que en su mayoría estaban presentes junto a los de Derribos Arias aquella noche infausta en aquel bar. Había una especie de hermandad entre ellos: en lo musical no se parecían mucho, pero su modo surrealista de ver la vida y de actuar en consecuencia era bastante parecido. Ambos grupos fueron protagonistas destacados -junto a otros- en los garitos del Madrid moderno durante un tiempo, y si la figura de Poch se convirtió en icono la de Iñaki Fernández también. 

Iñaki formaba parte de una pandilla que frecuentaba el Retiro, y allí conoció a Ramón Recio, aficionado a escribir poesías, que lo convence para crear un grupo. Eso ocurre en 1979; el propio Ramón propone como guitarrista a su hermano Manuel, a partir de ahora conocido como Patacho, mientras que Iñaki lo hace con Alberto Haro Ibars, que pronto se marcha para crear Sindicato Malone y es sustituido por su hermano Eugenio. A lo largo de la existencia de Glutamato han pasado por ahí docenas de músicos, pero centrémonos en la época en la que comienza su popularidad, sobre el 80/81: junto a Iñaki (frontman y voz) y las guitarras de Patacho y Eugenio, el bajista es Jacinto Goderos y el batería Carlos Durante: ambos son ya conocidos de otros grupos contemporáneos. Y con el apoyo creativo de Recio, personaje en la sombra pero autor de gran parte del repertorio e incluso del nombre del grupo, Iñaki y sus colegas comienzan a hacerse con el público moderno gracias a unas canciones de tono pop pero con letras y ritmos enloquecidos, ajenos al tiempo, mientras canta sobre el escenario vestido con una gabardina larga cerrada y un bigotillo hitleriano que dio que pensar a más de uno (aunque también hubo comparaciones con Charlot: quizá fuese una mezcla de ambos). Era inevitable verlos como una especie de alter ego de Derribos, y de aquella amistad surgió el concepto Hornadas Irritantes, inventado por Patacho en una noche de fiesta. En cuanto a la pata de pollo, no fueron ellos solos: con frecuencia la llevaban colgando (al cuello, de la cintura o de alguna prenda) Poch e Iñaki; pero también Germán Coppini, de los Siniestro, a quienes durante un tiempo se les incluyó en las Hornadas.

En un principio fichan con el sello independiente Spansuls, especializado en punk, que poco después vende los derechos a DRO. Y ahí se publica, a principios de 1982, un primer Ep en el que se puede decir sin exagerar que sus cuatro canciones son clásicas inevitables en la historia de Glutamato. "Corazón loco", la primera, es la que suele usarse como título genérico para el disco, y sin ser la más "loca" ya nos da una idea del potencial de grupo: es una especie de punk pop que podría incluso recordar a los Ramones pero con una producción muy "elegante" y cálida (a cargo del sello, el propio grupo y Poch, que también interviene aunque no se cita en la galleta). También ayuda Jaime Urrutia con su guitarra, y es además el co-autor junto con Eugenio Haro. Le sigue "Holocausto caníbal", la canción en la que se afea la conducta del caníbal que aprovecha la amistad del cantante para ir comiéndose a su familia, con un ritmillo new wave encantador, a tono con la situación. Llega luego "Un hombre en mi nevera", una nueva preocupación gastronómica que se acabó convirtiendo en el emblema del grupo: el protagonista sospecha que un hombrecillo se ha metido de okupa en su nevera y la está vaciando. Dejando aparte el juego de ritmos de la canción, realmente brillantes, destaca el cuajo de Iñaki cantando la cantidad de sinsentidos que canta y su entonación tan particular; también en eso hay una comunión de espíritu con Poch. Por último (pero no menos importante, como suele decirse) está "Narcosis", un caso aparte: a juego con la letra, en la que el protagonista se siente "muy raro" cada vez que está con una chica y se pregunta si no será que Dios lo narcotiza para evitar que caiga en pecado, la música suela como desvaída y la propia voz de Iñaki lleva el tratamiento electrónico que la hace sonar desmayada, líquida, fantasmagórica: pop experimental, del que no hay.



Muy poco después Iñaki es requerido por la Patria, y eso afecta a las grabaciones: estaba previsto un disco grande antes de finalizar aquel año 82 para aprovechar el rebufo del Ep, que se había vendido bastante bien, pero por culpa de la situación militar de nuestro amigo la cosa queda reducida a un mini Lp de siete canciones con el título de "Zoraida". Y aunque pieza por pieza tal vez no alcance la altura de aquellas cuatro primeras, mantiene el tipo con mucha dignidad teniendo en cuenta las circunstancias. La canción que lo abre y le da título es una prueba más de que Glutamato son una especie de centrifugadora musical en la que puede mezclarse todo: entrando con un ritmo contundente, tenemos a Iñaki anunciando con su "aaaahhh" una melodía que recuerda al Magreb, con una letra más o menos a juego, que por supuesto pasa a ser otra clásica en el repertorio del grupo. Luego llega "Europa", resultado de la colaboración entre ellos y Derribos: está compuesta por Iñaki, Poch y Patacho, y figurará también en el Lp de Derribos. Obviamente la diferencia de estilo es clara, estando aquí mucho más cerca del pop convencional que en el grupo de Poch, donde el ambiente es entre oscuro y melancólico. Otra clásica es "Algo suena tic tac", muy en la onda del primer punk que fue uno de los puntos de contacto entre la mayoría de estos grupos, y la despedida llega con una pieza sorprendente que en cierto modo tiene algún tipo de relación exótica con la primera: esta vez se trata de una especie de punk hindú enloquecido cuyo título es "Hare Krashni" (sic) y que, al estilo tradicional, se limita a repetir continuamente ese mantra que todos conocemos y que va acelerándose como un camión hacia el abismo, apoyado por sonidos discordantes, el apoyo de Ulises Montero a los vientos e Iñaki aullando al estilo "indio" (o sea, piel roja). Un cuadro. La más ajustada descripción de quiénes eran Iñaki y sus colegas.



Con aquel disco y la creciente cantidad de actuaciones por media España, Glutamato entran en 1983 consolidados como uno de los grupos alternativos más populares a escala nacional. Por otra parte Recio ha decidido meterse en el proceloso mundo empresarial y crea el sello Goldstein, donde por supuesto tendrán más libertad. Sin embargo, y debido en parte a la cantidad de actuaciones que tienen en esa época, el año se salda con un solo single... Pero qué single: en la cara A está "Comamos cereales", que los acabó llevando a los programas de la Primera y a los 40 Principales; no es su mejor canción ni de lejos, pero entre la letra (una parodia de los consejos alimentarios sobre los cereales) y un ritmillo popero muy contagioso acabaron arrasando. Fue el momento de mayor popularidad del grupo a todos los niveles, pero para los fans de siempre la joya de la corona estaba oculta en la cara B y dio un verdadero toque de distinción al grupo: La balada de Karen Quinlan. Recordarán ustedes (o no) que Karen saltó a la fama involuntariamente en 1975, con veintiún años, a causa de una desgracia que la dejó en estado de muerte cerebral (es decir, vegetativo). Por aquel entonces, y al menos en España, corrió la versión de que era una hippie que se había pasado con las drogas, lo cual, dicho así, era falso. En realidad, por una serie de reveses personales que influyeron en su mentalidad depresiva, Karen comenzó a aficionarse al alcohol y los tranquilizantes; una de sus obsesiones era el exceso de peso, y después de unos días prácticamente en ayunas salvo por el alcohol y las pastillas entró en crisis. De ahí pasó a un respirador artificial hasta que sus padres consiguieron legalmente una desconexión, pero siguió viva otros cuantos años con alimentación asistida, ya que la ley del momento en Estados Unidos (como en casi todas partes) prohibía la muerte asistida. El caso es que Ramón Recio e Iñaki, basándose en la "versión hippy", componen una canción de letra estremecedora pero realmente hermosa que le va como un guante a una melodía de tiempo medio con unos "crescendos" que impresionan. Para mí es la mejor canción del grupo.



En 1984 llega un nuevo mini, titulado "Todos los negritos tienen hambre y frío", que en parte por el rebufo de aquel single anterior y en parte por el hecho de haber pasado a un sello grande como Ariola (más dinero para promoción) alcanza un número de ventas notable. Sin embargo, y como suele suceder, su ascenso en popularidad es la señal de que se están adocenando: puede hacernos gracia una canción como la que le da título, con esa letra de buen rollito que los fans tradicionales supondrán que va de coña y a lo mejor los recién llegados creen que no, pero publicada en single fue éxito también. "Recuerda Formentera", la siguiente, con ese hippismo de andar por casa, da un poco de repelús; de ahí saltamos a "Temblando despertaré", una especie de tecno pop muy de la época. En fin, tal vez a los que recuerden a Voces Amigas puede hacerles gracia la versión de "Canta con nosotros" y seguir dudando si están en serio o de coña. No sé. Muchos quedamos decepcionados. En el 85 publican "Guapamente", en una onda pop rock muy del momento que sin embargo ya se aleja de lo que fueron Glutamato, lo cual los sitúa en tierra de nadie: las ventas decaen; y lo harán más aún al año siguiente con "Vive subida". El grupo va aguantando, con deserciones y recambios, hasta finales de la década. En 1987 hay una especie de despedida con un doble en directo en honor a Ramón Recio, que morirá meses después a causa de una larga enfermedad. Desde entonces ha habido algunas reuniones posteriores, fugaces, que solo importan a los muy fans.


Glutamato Ye-Yé es un grupo que estuvo nadando siempre entre dos aguas, ya que como dije antes hay una buena parte de su repertorio que no sabes si tomártelo en serio o en broma. Sin embargo, al menos en sus dos o tres primeros años supieron mantener ese equilibrio muy bien, y han dejado un puñado de canciones muy divertidas junto a esa perla dedicada a Karen que por sí sola ya podría justificar su existencia. Así que muchas gracias. Y sí, también nos despedimos de ellos con su participación en aquel descacharrante Lp titulado "Navidades radioactivas", una especie de Gotha de la modernura en los primeros años 80.


lunes, 22 de noviembre de 2021

España en los años 80 (XIII)

Una vez cumplimentados los dos grupos más representativos de aquel sector de músicos bautizados como "Los del pop baboso" por sus enemigos los modernos, y para ser igualitarios, que eso está muy de moda, toca ahora hacer mención de otros dos que representen con total justicia a Las Hornadas Irritantes, es decir, el sector más alternativo y alejado de los estándares del mainstream. Eso significa que estamos hablando de una oferta con menor incidencia en los medios de comunicación masivos; a cambio gozan del apoyo incondicional de Radio 3 y de algún programa vanguardista en televisión, especialmente "La Edad de Oro" (aunque este no se inaugura hasta verano del 83, cuando gran parte de la carrera de los grupos "irritantes" ya está hecha). Y creo que nadie que conozca aquella época y aquel concepto podrá discutir que Derribos Arias son un grupo señero dentro de esa categoría, ya que encajan plenamente en el sector genérico de "los amas o los odias". Y al menos para quienes los amamos son una estrella fugaz cuyo brillo no fue más allá de dos años, pero dejó una estela imborrable. 

Hay que advertir que la categorización de "irritantes" es algo a ajeno a ellos aun habiendo sido copartícipes junto a Glutamato Ye-Yé en la creación de ese término, porque en realidad les traía sin cuidado una etiqueta u otra: en palabras de Poch lo suyo era "aberrar", y la aberración comprendía desde la obra musical hasta la vida cotidiana. Porque hablar de Derribos Arias es hablar de su líder y compositor principal, Ignacio Gasca, alias Poch (o sea, pocho, de mala salud): ese grupo es su pase a la posteridad, el momento en el que más cerca estuvo de consagrarse como la gran esperanza del rock vanguardista español. Pero sabía que estaba sentenciado, y decidió vivir lo que le quedaba en una sucesión caótica de días y noches delirantes; lo expresa muy bien Diego Manrique en la necrológica que hizo para El País: "Estudiante de Medicina, Poch supo pronto que era víctima de una dolencia hereditaria, y que la única manera de retardar el deterioro de su sistema nervioso consistía en llevar una vida moderada. Y optó justamente por lo contrario."

Poch se da a conocer en su San Sebastián natal cuando, después de participar en algunos grupillos locales, crea La Banda Sin Futuro en 1978. En ese grupo, cuya formación más constante es la de trío, él canta y toca la guitarra junto a Alejo Alberdi (guitarra, bajo intermitente y segunda voz) y el batería Manuel Moreno, "Paul". Por entonces podrían haberse considerado cercanos al ambiente de rock punkarra que pululaba especialmente en Vizcaya, pero teniendo en cuenta que hablamos de La Bella Easo hay que reconocer que iban a contracorriente. Y en cualquier caso, también la consideración de "punk" es muy relativa: no hay más que escuchar las escasas grabaciones que han quedado para comprobar que ellos iban en otra onda, tal vez a medio camino entre new wave y progresivo, con un ingrediente de locura muy personal. En su momento no dejaron obra, aunque luego, entre 1982/83, al rebufo de su proyección como Derribos Arias, recuperaron por momentos su "encarnadura" llegando a actuar bajo su antiguo nombre. Entonces Ramón Recio (uno de los creadores de Glutamato Ye-Yé y dueño del sello independiente Goldstein) les ofreció grabar sus cinco canciones más elaboradas, que sin embargo no se publicaron hasta 1997 (Recio había muerto en el 88). Aquí tenemos dos de ellas, en las que se ve que el espíritu de Derribos Arias ya estaba presente:



Sin embargo, ya en el 78 Poch viajaba continuamente a Madrid, puesto que el panorama musical de su ciudad le resultaba un tanto estático. Y en Madrid pronto se integró en la modernura, formando parte muy brevemente de Kaka de Luxe y Paraíso para entrar luego en los Ejecutivos Agresivos, el otro grupo "seminal" de aquella época (recordarán ustedes que Jaime Urrutia, por ejemplo, también estaba ahí). Por otra parte desarrollaba una doble personalidad a todos los niveles: ese era un grupo radicalmente pop con aromas de ska, sin la menor relación con lo que él estaba haciendo en La Banda Sin Futuro, y además allí su función era la de teclista. Aunque bueno, recordemos que el cantante y compositor de la mayoría de las letras era Carlos Entrena, que luego creó los bastante oscuros Décima Víctima, así que aquello vino siendo una especie de "momento vital alternativo" para unos cuantos personajes que luego cambiaron completamente de perspectiva. En cualquier caso solo llegaron a publicar un single en 1980 -en Hispavox nada menos- con la legendaria "Mari Pili", una verdadera canción del verano alternativa, en la cara A (años después apareció un mini Lp con todas sus grabaciones, un total de ocho). Tras la desbandada Poch decidió dos cosas: quedarse definitivamente en Madrid y crear un nuevo grupo. Primero convenció a Alejo y Paul para que le acompañasen, y como bajista entró Juan Verdera aunque en algunos momentos hubo leves cambios de plantilla. Y en 1981 Derribos Arias se presentan ante el estupefacto público de algunas salas madrileñas. De todos modos habrá que hacer un emocionado recuerdo a aquella fase poppie:



1982 fue su año de oro. Con algunas maquetas sonando ya en Radio 3, ganan el V Concurso Villa de Madrid y casi a continuación graban su primer Ep en el nuevo sello independiente GASA (Grabaciones Accidentales S.A.), creado pocos meses antes por miembros de Décima Víctima -especialmente Carlos Entrena- y Paco Trinidad, uno de los futuros productores estrella (la obra completa de Derribos fue producida por él) y elemento fundamental en Los Esclarecidos. También Trinidad formaba parte de los Ejecutivos Agresivos, lo cual confirma la extrema importancia que tuvo aquella reunión fugaz en el desarrollo de la nueva ola madrileña: al menos cuatro grupos señeros se originaron ahí. Pero a lo que íbamos: en la cara B está "Branquias bajo el agua", que marca un antes y un después en la historia de la música española. ¿Exagero? Tal vez. Pero me da igual. Aquí se dan la mano con total naturalidad CAN con Velvet Underground, por resumir. No se me ocurre otro modo más simple de definir una obra maestra de este calibre, que incluso lleva una letra surrealista pero muy estética a juego con ese desarrollo entre nubes electrónicas con cajas de ritmos, guitarras espaciales (Jaime Stinus es el solista) y una voz casi fantasmal que nos avisa de que "Branquias bajo el agua es el baile de actualidad". Y llegó a serlo, en algunas locales "alternativos". La cara A tiene como protagonista única a "Vírgenes sangrantes en el matadero", otro delirio electrónico - guitarrístico de categoría, muy al margen de cualquier otra cosa que se estuviese haciendo aquí, de la vanguardia al caos, del ritmo a la cacofonía, de lo oscuro a lo genial. Y la última es "Dios salve al lendakari", que dentro del tono general llega a hacerse la más accesible en una primera escucha y cuya letra mantiene ese ambiente tragicómico, tan de coña, que luego aprovecharon Siniestro Total para hacer su "Dios salve al conselleiro". Todo muy autonómico (otro delirio es una actuación en directo en la que Poch y Siniestro la interpretan). El sentido del humor, incluso en las letras más salvajes, fue uno de los aspectos distintivos en las Hornadas Irritantes, por oposición a la tristeza y la melancolía de los poppies depresivos.



Ese mismo año llega un segundo single y un maxi, cuyo nexo de unión es "A flúor" (versión corta en el single y extendida en el maxi). Siempre dentro de su estilo "aberrante", esta canción tiene un gancho cercano al pop rítmico que amplió un poco el número de seguidores del grupo. Y lo mismo pasa con "Tupés en crecimiento", la cara B del single, una especie de rock and roll deconstruido que va en crescendo hasta alcanzar la genialidad, un homenaje marciano pero adorable a ese estilo que "J.M. y los Magníficos no paramos de bailar". Y en otro estilo pero igual de ponzoñosa es la cara B del maxi, "¿Quién hay?", otro cruce entre demencia y genialidad con cambios de ritmo y de instrumentos, con grititos y lamentos ambientales que nos recuerdan una vez más que Derribos no pertenecen a esta dimensión espacio temporal. En cualquier caso esta fue la confirmación del grupo como una de las alternativas musicales más valiosas y lúcidas (valga el sinsentido) del panorama nacional: aún hoy no han sido superados. Pero por otra parte, los excesos vitales eran una constante en la existencia diaria de Poch, a quien con frecuencia se veía por Malasaña adelante en situaciones delirantes, tanto como lo fueron con frecuencia las actuaciones del grupo (en las que nunca se sabía lo que iba a pasar). Y sin embargo en otros momentos se relacionaba con la mayor parte de los geniecillos de la época, especialmente en el sector de la ilustración y la fotografía, dos mundos que a él le interesaban mucho. Probablemente se hacía muy difícil mantener el equilibrio entre esos dos Poch.



Ya se estaba haciendo de rogar el disco grande, y finalmente llega en 1983 con el título de "En la guía, en el listín". Quien lo conozca sabrá lo difícil que resulta definirlo, ya que es una colección de canciones un tanto contrahechas en las que se nota el descontrol en el que está sumido el grupo. Y eso no significa que sean malas, sino que tanto el sonido como la ejecución son manifiestamente mejorables: confeccionado a base de grabaciones en extraños horarios nocturnos, generalmente los fines de semana, con el grupo un tanto "fuera de órbita", lo raro es que consiguieron completarlo. Según la leyenda Poch estaba un tanto perjudicado, y si no es por el laborioso empeño de Trinidad tal vez no lo hubieran conseguido. Pero ya digo, la mayor parte de las piezas podrían haber destacado en otras condiciones: "Aprenda alemán en siete días" (que también fue single), la arrasadora "Íntima decoración" o la versión de "Lonesome cowboy Bill" no necesitan que nadie las defienda; pero igual de interesantes son algunas un tanto "retorcidas" como "Europa", "Misiles hacia Cuba" o la que va a nombre del grupo y cierra el disco. El caso es que se vendió muy poco; se fue vendiendo mucho más con el paso del tiempo y las críticas periodísticas laudatorias previas a las reediciones, cuando llegó la época en que tocaba "resucitar" la memoria del grupo... Y de pronto resulta que todo dios era muy fan de Derribos desde siempre. Hasta en eso fueron nuestros Velvet nacionales. 


La época grandiosa termina aquí. En 1984 se publica lo que será la despedida, un maxi titulado "Disco pocho" en colaboración con Iñaki, el de Glutamato: es un experimento de fusión entre el tecno pop, la discoteca y el funk que tiene valor como anécdota, poco más. Luego Poch hizo dos discos grandes en solitario que solo son recomendables para los muy fans (aunque más de una canción sorprende por su categoría), pero ya estaba bastante afectado. Murió en 1998 en su ciudad natal. Fue de las escasas figuras que tuvo un disco de homenaje en vida y a cargo de la mayor parte de sus contemporáneos: "El chico más pálido de la playa de Gros". Un buen título. Pero para despedirse de un personaje así hemos de olvidar las penas y volver a su mejor momento: aquí tenemos a Derribos Arias con su aportación a "Navidades radioactivas", aquel Lp de 1982 en el que figuran tantas leyendas aberrantes:



lunes, 15 de noviembre de 2021

España en los años 80 (XII)

De aquella división tan malintencionada que se hizo en Madrid creando las etiquetas de "Las Hornadas Irritantes" y "Los del Pop Baboso" para enfrentar a dos opciones totalmente distintas, hoy y tras la visita de los Secretos recibimos a Nacha Pop para cerrar el cupo de representantes de la segunda. Hay similitud entre las letras de ambos grupos, letras que por lo general se ciñen a las tristezas y alegrías juveniles; también como en los Secretos hay una figura central, músico y compositor, en quien se simboliza ese frecuente carácter melancólico, así que son de espíritus parecidos. Y aunque en lo musical el pop es la esencia en ambos, se podría decir que mientras a Los Secretos los hemos definido como "californianos" a Nacha Pop les interesa más el pop rock y su actualización a través de la new wave: de sus primeras influencias como los Stones, los zepelines y algunos músicos americanos llegan luego a los Clash y también disfrutan con el estilo melódico rítmico de unos Lowe o Costello en sus primeros tiempos, cuando su origen europeo aún primaba sobre las influencias americanas. Justo al revés que los Secretos, por cierto. En suma, Nacha Pop me parecen más frescos, más vivarachos, más... europeos. 

En 1978 desaparece un grupillo entre pop y psicodélico de corta duración llamado Uhu Helicopter (siendo Uhu un pegamento, que como todos podía tener usos "alternativos", y Helicopter un homenaje a los Jefferson Airplane. O sea, psicodelia de andar por casa). De ese grupo siguen adelante el guitarrista y voz Nacho García Vega, el bajista Carlos Villalta (de apellido artístico Brooking) y el batería Antonio Martín (Ñete), a quienes se une Antonio Vega, el primo de Nacho, que acaba de volver de la mili. Antonio canta, toca la guitarra y compone; tiene algunas piezas terminadas, y poco después graban unas maquetas bajo el nuevo nombre de Nacha Pop. Antes de que termine el año consiguen algunas actuaciones (la más recordada fue aquella en la que participaron junto a Kaka de Luxe "a beneficio de los huérfanos de Syd Vicious"), y en el 79 son ya uno de los grupos más destacados de la nueva ola madrileña: sin haber grabado un solo disco van consiguiendo actuaciones junto a la mitad de las bandas de la ciudad e incluso llegan a ser teloneros de Siouxsie. Hispavox se fija en ellos y pronto los tendrá grabando.


Su primer Lp se publica con título homónimo en verano de 1980 y lo produce el temible Teddy Bautista, que sin embargo se contiene y solo mete teclados cuando realmente cuadran. Es un debut magnífico en el que por supuesto brilla con luz propia ese emblema de la nueva ola que es "Chica de ayer", con una letra muy sentida, muy de juventud, muy de Antonio Vega, que por otra parte afirmaba que esa había sido su primera composición, mientras estaba en la mili. Y la música está a la altura, aunque aquí entramos en el proceloso mundo de los parecidos razonables: resulta que en 1975 Gianni Morandi había publicado "La caccia al bisonte" con un ritmo muy similar, y luego el cantautor argentino Piero hace una versión que, sin grandes diferencias con la original, aumenta las similitudes con la de Nacha Pop. La versión de Piero ya se había publicado en el 76 en su país, y en España lo hace justo en 1980. Pero ahí queda la cosa, porque teóricamente se trata de una coincidencia: aunque Vega murió antes de que saltara la liebre, Bautista dice que ninguno de los dos conocía al tal Piero ni esa canción. Suena raro, pero les creeremos. En cualquier caso nadie discute que, con "inspiraciones externas" o sin ellas, esta es una pieza redonda comenzando ya por esa entrada del bajo hasta el final. Y el resto del disco mantiene una altura muy digna, desde la apertura con "Antes de que salga el sol", otra clásica inmediata y con regusto a Police (una influencia bastante evidente en esta primera época), hasta ese cruce entre rockabilly y new wave en "Mujer de cristal". Que por cierto, su habilidad para mezclar estilos es muy efectiva, y "Déjame algo" es otro buen ejemplo. Y aunque parezca no venir a cuento, algunos agradecemos ese pequeño ejercicio de estilo surf que es "50 pop". En suma es un disco realmente notable, aunque no llegó al nivel de ventas que esperaba su sello. Lo cual retrata al público de aquella época: si esas canciones estuviesen en inglés y las hubiese cantado alguna gloria isleña, seguro que habrían llegado más arriba.



En 1981 nos presentan su segundo disco grande, titulado "Buena disposición", que en conjunto a mí me parece mejor incluso que el primero, no sé si por la brillantez del sonido o por la categoría de las canciones, que siguen repartiéndose los dos primos. La brillantez se debe al hecho de que han conseguido evitar a Bautista y se producen ellos mismos; lo cual por otra parte significa menos gastos para Hispavox, que ya no los mira con tanto aprecio como cuando los fichó. Este asunto de la rápida pérdida de confianza de los sellos grandes en los grupos nuevos siempre ha existido, pero en el caso de la nueva ola se debe a un fallo inicial de apreciación: solo Radio Futura, Alaska y pocos más consiguieron vender una cantidad suficiente de discos como para que sus sellos se sintiesen satisfechos. El error se debe a la mentalidad de la industria, y en esta época arranca en el éxito que habían tenido Tequila y que hizo creer a los cerebros grises que todo el monte era orégano. Pero ya vamos viendo que por lo general esa nueva ola, o Movida, o como quieran llamarla, no tuvo tanto arrastre como se dijo luego: algunos revisionistas actuales quieren hacernos creer que todo el mundo estaba "al loro", como dijo Tierno, y no era verdad. Era una minoría; una gran minoría si se quiere, ya que Radio 3 amplificaba el efecto a escala nacional, pero no tan enorme como para alcanzar números uno en ventas con tanta facilidad (y menos mal que pronto surgieron los sellos independientes, porque de lo contrario nunca habríamos conocido a gran parte de los grupos de aquel tiempo). En fin, a lo que íbamos: sin tener una pieza del calibre de la famosa chica de ayer, creo que en conjunto esta selección tiene más nivel que el primero, más vida, más frescura: canciones como "Juego sucio", "Alta tensión" , "Atrás" o "Quiero estar mejor" tienen un gancho irresistible (aunque se nota mucho la diferencia de categoría entre las piezas de Antonio y las de Nacho). Pero una vez más las ventas desilusionan a Hispavox, que no les renueva el contrato.



De acuerdo con la teoría expuesta antes, el movimiento de Nacha Pop tras su marcha de Hispavox parece lógico: al igual que la mayoría de sus coetáneos, fichan por un sello independiente, en este caso DRO. Pero la publicación de "Más números, otras letras" en 1983 demuestra que la cosa no funciona. A mi parecer hay dos razones: la categoría de las piezas decae, y no está claro que el apoyo de teclados (a cargo del todoterreno Esteban Hirschfeld) les favorezca, ya que dan una sensación "acomodada" al perder esa chispa de inmediatez que lucían en sus dos primeros discos. Poco importa que la producción sea suya de nuevo, que graben en Doublewtronics o que les ayude Jesús Gómez, el ya legendario dueño de aquel estudio: Nacha Pop comienzan a parecerse a ese puñado anodino de grupos nuevos que conforman la segunda oleada, muy pulidos pero sin un sello claro de distinción. Y la monotonía se traspasa a la obra, porque una tras otra se van sucediendo canciones agradables que no molestan ni arrebatan, canciones para escuchar tranquilamente en el bar moderno mientras te tomas una copa: la música ambiental de los años 80, que comienza a multiplicarse por doquier. Quizá la única buena noticia es que por momentos parece que hay una evolución en el estilo compositivo de Antonio Vega que nos ofrecerá algunas piezas más complejas a partir de ahora. Y el primer gran ejemplo surge en un Ep que publican en 1984 (su despedida de DRO) con el título de "Una décima de segundo". Aquí queda, precedida por una de las pocas que me gustan de aquel tercer Lp.



Nacha Pop entran ahora en Polydor. O sea, de nuevo en un sello grande. Y el primer resultado es "Dibujos animados", en 1985. Mediados de década. Me he leído unas cuantas críticas del disco y resulta evidente que aquí ya hay dos tendencias diferenciadas: para las nuevas levas de aficionados y la prensa del momento es una obra de madurez, con un sonido limpio y perfeccionado, pulcro, muy actual y consumible. Los que ya andamos en la órbita de la treintena y venimos de otra escuela, pensamos que con esa producción tan moderna entonces, tan pasada de moda ahora, ese sonido de plástico, esa percusión de mentira, tan de finales de los 80, esa especie de reggaes blancos trompeteros, esos tecladitos posmodernos, esas canciones perfectamente olvidables al cabo de un minuto porque suenan como otros cuarenta grupos más de momento, se ha desnaturalizado totalmente el espíritu del grupo (cosa que ya se veía venir en el disco anterior. Y al parecer Ñete pensaba algo parecido, porque ahí decide marcharse). Ante la versión oficial, resulta evidente que muchos de mi quinta estamos fuera de juego, y que valorar los grupos que surjan a partir de ahora nos va a costar mucho trabajo porque no tenemos la más mínima empatía con ese sonido ni con ese tipo de melodías. He aquí dos de las más recordadas del disco, que por otra parte ya tiene unas ventas respetables. La afición a "la música" comienza a hacerse masiva entre la nueva generación, casi como el fútbol, y los festivales en los que participa este tipo de grupos son cada vez más populosos.



En 1987 llega el último disco de estudio de Nacha Pop, que contra lo que nos temíamos los puretas (lo dicho: la treintena maldita) resulta de más categoría que el anterior; o nos lo parece a nosotros, claro. El disco se titula "El momento", y confirma el giro de Antonio Vega hacia esquemas compositivos más elaborados y un cierto intimismo que a mí me recuerdan especialmente la evolución que había emprendido Costello poco antes. El problema es que su primo Nacho no lleva esa misma trayectoria, sino que se limita a ir actualizando su escuela de pop rock convencional pero poco más. Y esa diferencia de categoría se nota claramente en el disco, que por otra parte lleva un reparto escrupuloso de autoría (es evidente que hay tiranteces entre ellos). El disco se vende muy bien, la crítica lo alaba mucho y en 1988 llega el inevitable doble en directo que marca el final de una época: Antonio decide seguir su camino sin el lastre que ahora supone su primo. Ambos seguirán carreras en solitario con desigual fortuna, ya que el planteamiento de Nacho no tiene el brillo ni recibe el cariño popular que consigue su primo. Hubo un reencuentro veinte años después, con otro disco en directo para hacer caja, y poco más. Antonio murió en 2019, Nacho creo que sigue en activo. Y esto es todo. Los Nacha Pop que le interesaban a la gente como yo habían desaparecido tras su segundo disco.