El tercer y último gran nombre entre los veteranos de la primera ola es el de los Jam, aunque en devoción, en este bar, son los primeros. ¿Que Rick es un fulano tendencioso? Totalmente. Sin embargo, y como todo lo bueno si breve dos veces bueno, esta será su última visita aunque no se darán de baja hasta el 82: de ahora a entonces hay dos discos grandes por medio, suficientes para ocuparnos hoy. Además queda bien la idea de un grupo tan luminoso retirándose justo a tiempo, y ese año marca el comienzo de la lenta decadencia de una época tan convulsa como brillante a la que ellos contribuyeron a dar vida plena.
También a los Jam se les metió en el saco de las bandas punk en sus principios, aunque era evidente que por su formación estaban utilizando esa efervescencia del 76/77 para conseguir un lugar en el mercado. Poco después serán considerados como un trío neo mod, cuya esencia está en el r'n'b que grupos como los Who o Small Faces habían adaptado al carácter isleño. Pero hay más ingredientes, ya que Paul Weller, su frontman y líder, vive en una curiosa dicotomía que le hace añorar tanto el pasado estético de la Inglaterra victoriana como poetizar los pequeños dramas individuales, la frustración ante el frecuente sinsentido vital, y profesar un marcado desprecio por el conformismo pequeñoburgués. O sea, que estamos ante un Ray Davies de la nueva ola, así que la influencia de los Kinks también cuenta en ese brebaje. En consecuencia, aceptando en un primer momento las pautas de inmediatez y brevedad que imponía la métrica punk, los Jam se fueron colocando en el mercado con un primer disco grande que mostraba tanta frescura como claras referencias al heroico sonido sesentero. Y aunque el segundo tal vez pueda parecer un poco deslavazado, eso se debe a que estaban comenzando una evolución que abría nuevas perspectivas y que se confirma con total brillantez en "All mod cons", donde incluso llega a rozarse la psicodelia en algunos momentos. La década termina con "Setting songs", un nuevo disco de transición en el que la receta se amplía con tonos de pop barroco. Y durante todo ese tiempo, el surtido de grandes canciones en formato single ha sido magnífico.
A finales de 1980 llega "Sound affects", el disco que el propio Weller considera como el mejor del trío. Dejando aparte que se trata de una opinión con la que se podrá estar de acuerdo o no, parece evidente que tratan de "envolverlo" en pequeños detalles y anécdotas para hacerlo más cálido: por ejemplo, nos dicen que por entonces estaban escuchando todo el día el "Off the wall" de Michael Jackson y el "Revolver" de los Beatles. La portada, un alter ego de la serie de grabaciones de sonidos de ambiente ("sound effects") que forman parte del catálogo de la BBC, nos insinúa que aquí hay de todo, y es verdad. Ah, y también afirman que "Start", una de las piezas más representativas del disco, es un homenaje a "Taxman" y especialmente a Harrison. Por otra parte, y aunque también se nota esa influencia Jackson/Motown en algunos momentos muy cercanos al funk, es evidente que la sección rítmica se ha actualizado, y tanto Foxton como Buckler han dado un salto de calidad en su técnica: hay indicios de sonido post punk (la escuela Joy Division o Wire), porque ese bajo suena endurecido y tremendamente nítido desde el arranque con "Pretty green", y los recursos de la batería se han hecho casi ilimitados. Que por cierto, ya en esa misma canción (como en otras) hay trucos de sonido, guitarras al revés, tonos psicodélicos... y detalles curiosos como que "Monday" recuerde al Bowie de los años 60, o la fusión de rock, psicodelia y soul en "Dream time". Así que tal vez este sea un cruce entre el art pop que podrían defender varias bandas clásicas (no solo los Beatles, por cierto: "Sell out" significó algo parecido en la carrera de los Who) y la frescura aparentemente simplista de los mejores grupos actuales. Conviene añadir dos detalles más para que ustedes se hagan una idea cabal del poderío de los Jam en ese momento: poco antes de llegar el disco a la calle se publicó un single conteniendo la monumental "Going underground", espejo de las mejores virtudes del grupo.., que ni siquiera se molestaron en incluir en el Lp. Y da la casualidad de que la canción que la mayoría de los fans consideramos como la mejor del ramillete es "That's entertainment", una casi balada acústica, aunque sea precisamente la que más se aleja del tono general; por no hablar de su letra, de esa irónica melancolía de clase obrera... Tal vez si no fuese por ese brote psicodélico con cintas al revés que surge en la segunda parte, esta podría haber sido la canción gloriosa que "falta" en el repertorio de los Kinks ... Vale, vale, ya me callo.
A veces ocurre que el mejor momento de un grupo es justamente la antesala de su desaparición, a lo grande, con todos los honores, y esa fue la circunstancia de los Jam. O lo fue más bien de Paul Weller, que para entonces vivía la contradicción de liderar un grupo de orígenes cercanos al punk, de escribir letras con una fuerte carga social, y sin embargo sentirse "viejo" sin haber llegado siquiera a la treintena. De su esencia mod quedaba la devoción por el soul o la Motown, es decir, sus raíces musicales seguían intactas; pero detestaba profundamente las actitudes sectarias de cualquier colectivo, y estaba harto de representar en directo cada noche a un personaje que ya había dejado atrás; no le apetecía siquiera interpretar la mayor parte del repertorio de su grupo, las piezas más eléctricas. Weller, a esas alturas, se sentía más cerca del northern soul que de cualquier otra referencia. Durante 1981, entre gira y gira, escribe el material suficiente para la despedida, que se publicará en la primavera de 1982 con el título de "The gift". Se percibe la tensión entre él y sus compañeros, con los que ni siquiera discute su decisión: se acabó, y ya está. No hay nada más que hablar. La participación creativa de Foxton y Buckler es casi nula, y de no ser porque resulta evidente que son ellos quienes protagonizan la base rítmica, este disco podría pasar por el primero en solitario de Weller. Sin embargo está a la altura de los anteriores aunque, como siempre pasa con los artistas que se salen de la línea marcada, un sector radical de fans prefiere olvidarlo. Y realmente no hay tanta diferencia: es cierto que los instrumentos de viento ganan protagonismo, que los coros tienen más eco y se hacen "mayores", que en conjunto este es un disco de soul blanco, pero la tendencia ya estaba marcada en el anterior. Por otra parte, ¿hay muchos músicos isleños del momento que sean capaces de crear canciones con la perfección formal de "Happy together" o "Ghosts", solo por citar las dos primeras, que además son muy distintas? Y dejo la guinda del pastel para el final: "Town called Malice", que además fue número uno en singles. En lo musical es un homenaje a los mejores tiempos de la Motown, y está a su altura; la letra hace referencia a Woking, la ciudad gris en la que creció y a donde, según él decía, "no creo que hubiesen llegado nunca los 60". El caso es que a pesar de las reticencias de los exquisitos, "The gift" fue uno de los mayores éxitos del trío, y por supuesto un broche de oro para su carrera. Seis años de fama, seis discos y adiós.
Weller se asoció casi a continuación con Mick Talbot, ex de los Merton Parkas, para crear Style Council, que nos visitarán cuando toque. Foxton, tras una corta carrera en solitario, se unió a los Stiff Little Fingers, mientras que Buckler estuvo en algunos grupos pequeños hasta abandonar la profesión. Foxton y Buckler se han reunido algunas veces para tocar juntos; creo que siguen sin hablarse con Weller. Con los Jam se cierra el pequeño listado de bandas que han creado el mito british junto a Beatles, Who, Kinks y Small Faces; puede que me esté olvidando alguna, pero desde luego no son los Stones y en consecuencia tampoco son los Clash (de Oasis y compañía, mejor ni hablamos). Sí, Rick es un fulano tendencioso; pero lo importante, cuando nos vamos acercando a la senectud, es saber quiénes somos y dónde estamos. No vaya a ser que por equivocarnos nos salga una reencarnación chunga...