miércoles, 22 de diciembre de 2021

Navidades Ómicron

El calendario no perdona, y con virus o sin ellos las Navidades ya están aquí otra vez. Por lo general los ancianos sentimos el paso del tiempo como un tránsito fugaz, pero estos dos últimos años tal vez esa sensación se haya ralentizado un poco a causa de esta dramática coyuntura sanitaria que se hace cada vez más pesada, más reiterativa; vamos, que cuando la actualidad no es de nuestro gusto decide ir más despacio, por fastidiar. O me lo parece a mí, no sé. Pero aun así, todo llega y todo pasa. Y como ya saben ustedes, en este local nos apuntamos a todas las efemérides de categoría porque el caso es montar juerga: así que bienvenidos, niños y niñas, monstruos y monstruas, a la fiesta de Navidad en el bar de Rick. Intentamos no aburrir mucho al personal cambiando de músicas con frecuencia, y este año hemos recurrido al British Blues Boom. O sea, aquella segunda Invasión británica que tras hacerse "tendencia" en la Isla asoló después los Estados Unidos devolviendo, asumidas y aumentadas, las enseñanzas recibidas de los bluesmen que los blanquitos americanos -salvo honrosas excepciones- habían ninguneado como algo puramente "racial" (lo mismo que habían hecho con todas las ramas de ese frondoso rhythm'n'blues que ya había dado lugar poco antes a la primera Invasión). Y como es norma, recurriremos al formato de 12+1. Así que vamos allá: 

En la Isla el blues, aunque a pequeña escala, comenzó a hacerse popular en los primeros años 50 gracias al trapicheo de discos que traían los soldados negros de las bases americanas en la Isla y a los que llegaban a los puertos. Entraban en el circuito musical a través de los grupos de jazz, y eso explica que en un principio los primeros músicos de blues británicos alternasen ambos estilos. A mediados de la década ya había en Londres varios locales en los que se escuchaba: por ejemplo, en el piso de arriba del pub Round House había otro llamado London Skiffle Centre, en el que además de sesiones de "trad" (variante isleña del jazz al estilo dixieland), se sometía al skiffle a todo tipo de experimentaciones. El skiffle era un cajón de sastre, una música de origen negro nacida en los años 20 que se practicaba en varias zonas rurales de Estados Unidos; era muy simple y podía ejecutarse con artilugios caseros como tablas de lavar, botellas o cucharas, a los que se iban añadiendo los instrumentos musicales que se pudiese conseguir. En la Isla fue un vehículo para fundir el folk de ambas razas, e incluso se le añadieron ingredientes como el country: pueden estar ustedes seguros de que el beat británico le debe tanto al skiffle como al rock and roll. Y junto a esas dos opciones se va consolidando un blues que de momento sigue siendo acústico, al estilo Mississippi. 

Bien, pues allí destacaba el dúo formado por Alexis Korner y Cyril Davies: el primero era cantante y guitarra, mientras que Davies -que también tocaba la guitarra- fue el primer armonicista blues de la Isla y había ascendido a director de la sección de skiffle. Ambos comenzaron a hacerse conocidos por su participación en la banda oficial de trad jazz dirigida por Chris Barber, a quien acabaron convenciendo para que incluyese blues en su repertorio. Y tan convencido quedó que pronto se puso a traer músicos americanos de blues y de folk blues a la Isla para que tocasen en el local. Todo comenzó allí: el primero en llegar fue Big Bill Broonzy, pero poco después el nivel ya iba por el mismísimo Muddy Waters: les pagaban más que en su país, aquellos chavalitos pálidos los adoraban, y luego se iban a dormir a los mismos hoteles que los blancos sin que nadie pusiese cara de extrañeza... Aquello era un placer recíproco (algunos como Memphis Slim se vinieron a vivir a Europa). Waters además trajo la revolución con él, ya que fue el primero en asombrar a los presentes con una guitarra eléctrica -haciendo por lo tanto blues de Chicago- para sorpresa también de los puristas, los que solo prestaban atención al blues del Delta: esos torcieron el gesto, pero ahí comienza el rock británico. 

Para entonces y como era de esperar, Korner y Davies ya habían abandonado el skiffle: en 1957, cuando comenzaron a llegar los bluesmen, aquella sección dejó de existir y el local pasó a llamarse The London Blues and Barrelhouse Club. Otro nombre mítico. Y no menos lo es Alexis Korner's Blues Incorporated, el primer grupo de blues en la Isla, creado por Korner en 1960 y por el que, además de su colega, fueron pasando un buen número de jovenzuelos que luego serán muy famosos, en un primer momento procedentes en su mayoría del jazz. En 1962 graban su primer disco, en el que ya figuran algunas futuras personalidades como "Long" John Baldry o Dick Heckstall-Smith... y nosotros abrimos la fiesta con ese debut, compuesto en su mayoría por piezas propias. He aquí "Gotta move", la primera, una instrumental obra de Korner; a quien se le llama "El padrino del blues británico", aunque a lo largo de su extensa carrera haya sido padrino de unos cuantos estilos distintos.

Davies, aun siendo casi cinco años más joven que Korner, no estaba muy de acuerdo con las mixturas modernas que se le ocurrían a este, y poco después de haber grabado aquel primer disco decidió abandonarlo, descontento con la tendencia un tanto "rockera" de algunos miembros del grupo (que luego derivará hacia el jazz). Antes de que terminase 1962 ya tenía su propia banda, a la que bautizó como Cyril Davies R&B All Stars y que como era de esperar se convirtió en otra escuela de jóvenes talentos: entre la banda de Korner y esta, por ahí pasaron en un momento u otro casi todos los futuros Stones, Beck, Page y docenas de nombres más. Por desgracia Davies murió a principios de 1964, con solo treinta y dos años, a causa de una pleuresía, y sus grabaciones fueron muy escasas. Pero aquí queda constancia de su habilidad como armonicista:

Y si Korner es el padrino, el padre es John Mayall. Un personaje crucial para el desarrollo del blues británico, ya que alcanzó mucha mayor proyección que su introductor (fue el propio Korner quien convenció a Mayall para que dejase Manchester y bajase a Londres). Mayall comprueba que el continuo trasiego de músicos prometedores va a ser una constante en las bandas de blues más o menos tradicional, ya que estaban usándolas como trampolín para ejercitarse antes de crear sus propios grupos, y en 1963 decide crear los Bluesbreakers, otra escuela de ese tipo. A diferencia de Korner, Mayall nunca abandonará el blues: su edad de oro va desde ese primer momento hasta principios de los años 70, pero con más o menos fans ha seguido en la carretera hasta la llegada del virus puñetero; o sea, casi hasta los noventa años. Su debut discográfico, en 1965, es un directo en el Klooks Kleek (otro local del gremio) titulado "John Mayall plays John Mayall". Aún no es tan famoso como Korner o Davies, y por lo tanto sus músicos tampoco lo son; aunque bueno, el jovencito que toca el bajo se llama John McVie, y el batería Hughie Flint.

Otro personaje de categoría es Graham Bond, que ya tenía una fama cuando entró en la banda de Korner porque en 1961 había sido votado como "Nueva Estrella del Jazz". Por entonces era saxofonista y cantante, pero poco después se dedicó a los teclados: en ese puesto, Bond está considerado como el primer maestro para posteriores luminarias como Jon Lord o Keith Emerson. Entre otras cosas, fue el primero en usar un melotrón; y es también el primero en la Isla que combina el blues con el jazz bajo el nombre de The Graham Bond Organization. Ese grupo lo creó reclutando a unos muchachos que estaban con Korner pero prefirieron seguirlo a él: John McLaughlin, Jack Bruce, Ginger Baker y Dick Heckstall-Smith. Para cuando grabaron su primer Lp, en 1965, McLaughlin se había ido; pero para el tipo de sonido que buscaba Bond en ese momento ya no era necesario. A ver qué les parece este arranque con la inmemorial "Hoochie coochie".

En 1963 se presentan los Rolling Stones, que encabezan esa segunda generación en la que ya comienza a fusionarse el blues con el rock. Algunos de sus miembros habían pertenecido antes a un grupillo de barriada llamado The Blues Boys; de hecho Brian Jones, uno de sus fundadores, era un fan a muerte del blues. Y si se hicieron conocidos fue gracias a unas cintas que mandaron a Korner, con quien llegaron tocar Jagger y Richards. Pero ya para entonces Jagger era un personaje muy práctico: "al principio fuimos una banda de blues y después nos orientamos más hacia el pop, porque queríamos tener éxito y salir en la radio”. En poco tiempo los Stones fueron una de las más brillantes bandas de r'n'b (es decir, de fusión) en la Isla; pero nunca abandonarán el blues más o menos tradicional, que ejercitan según el día que tengan. Y ya su primer single es una buena muestra de esa ambivalencia: el "Come on" de Berry, otro supuesto rockero que evidentemente viene de los mismos sonidos de donde luego llegan ellos... y que ya sabe acercarse al pop, como en esta pieza. Ah, y la armónica: las primeras lecciones se las dio Jones, tomadas directamente de Cyril Davies; que fue también quien se lo recomendó a Korner. Las vueltas que da la vida...

Al mismo tiempo que los Stones llegan los Yardbirds, también en 1963, aunque de entrada estos parecen más inclinados hacia el blues tradicional. Se trata de un grupo creado por Keith Relf (un cantante que se aficiona a la armónica tras ver a Cyril Davies), el bajista Paul Samwell-Smith y el batería Jim McCcarty, quienes a continuación se asocian con el solista Top Topham y el rítmica Chris Dreja. Y su primer trabajo "serio" es el de teloneros de su adorado Davies: más no se puede pedir. Pero la cosa sube de tono a finales de ese mismo año, cuando el siguiente artista al que acompañan es el mismísimo Sonny Boy Williamson II, y poco después presentan su primer single. Para entonces ha habido un cambio en la plantilla: el jovencísimo Topham (solo tiene quince años) lo deja y vuelve a la escuela de Arte por insistencia de sus padres, que no ven con buenos ojos esta aventura ratonera. Su puesto es ocupado por un tal Eric Clapton, compañero de escuela que ya ha tocado en algunos grupillos; pero que también se irá pronto, porque el grupo quiere evolucionar hacia el pop y él es un purista que encuentra acomodo en la banda de Mayall. En una escala estelar nunca vista antes ni después en ningún otro grupo, por los Yardbirds pasarán luego Jimmy Page y Jeff Beck, pero aquí queda aquel debut en Mayo del 64 con esta excelente versión de "I wish you would".

Al igual que los Stones, muchos otros grupos decidirán, en la encrucijada entre el r'n'b y el blues urbano, elegir la primera opción. Y no es necesario recurrir al cinismo de Jagger para explicarlo: si solo haces blues tu mercado se reduce, porque la variedad de tu repertorio también lo hace. En consecuencia, la primera invasión británica (1964-65) está poblada de grupos que optaron por el r'n'b: además de los Stones tenemos a los Who, Kinks, Animals, Pretty Things etc. Pero como nosotros celebramos hoy la fiesta de la segunda invasión (1967-68), seguimos por el camino del blues, que gracias al éxito del disco de Mayall con Clapton (1966) parece también viable. Clapton se marcha a continuación, porque ya tiene pensado su futuro: crear un grupo a su altura. Así que, tras negociar con Jack Bruce y Ginger Baker, que poco antes habían abandonado a Graham Bond, el trío conocido como La Crema se presenta ante las multitudes isleñas ya en ese mismo año. Y aunque hay algunos singles y canciones sueltas cercanas al pop, no cabe duda de que la esencia de este grupo es el blues... con un cierto punto psicodélico a veces, que irá creciendo con el paso del tiempo. En todo caso el Lp de debut es magnífico, a medias entre originales y versiones que hacen suyas con total dominio. Las originales, por cierto, son de Bruce y Baker en menor medida: ya por entonces se ve que Clapton es un técnico muy bueno pero necesita quien le escriba material.

Hubo en este furor blusero isleño algunos músicos que llegaron a ser más puristas que el propio Clapton. Y no cabe la menor duda de que el grupo más destacado de la ortodoxia son los primeros Fleetwood Mac: integrado en su mayoría por músicos procedentes de la banda de Mayall y con el divino guitarrista Peter Green (que había entrado en esa banda sustituyendo precisamente a Clapton) como figura señera, comienzan a grabar en 1967 mostrando un preciso conocimiento del blues de Chicago y de las grandes figuras como Elmore James. El señor James será el mayor influjo del grupo en sus primeros tiempos, comenzando por el single de debut: esta espléndida versión de "I believe my time ain't long" (que bajo diferentes títulos -"Dust my broom", por ejemplo- y muy ligeras variaciones estuvo regrabando casi hasta su muerte en el 63).

El bienio 1967/68 es la fase culminante del blues rock, y cada día surge un grupo nuevo en algún sitio. Esa situación de efervescencia dura poco, ya que los más inteligentes comenzarán pronto a buscar su estilo propio para sobrevivir, pero de momento es una espléndida oportunidad para coger soltura y darse a conocer en un mercado que crece día a día. Y otro de los grupos fantásticos que nacen en ese estilo son Ten Years After, a cuyo frente vemos a otro de los grandes guitarristas de la época: Alvin Lee -que además es el cantante-, experto tanto en blues como en jazz, folk y rock and roll y que, aun contra su propia voluntad, pronto se consideró como uno de los más rápidos en la nómina de guitarristas isleños. También contra su voluntad, hay muchos aficionados que solo recuerdan de este grupo la archifamosa "I'm going home", estrella en Woodstock, pero los TYA eran mucho más que eso: su impresionante carrera, que luego pasará por la psicodelia e incluso el progresivo, comienza con perlas como esta, incluida en su primer Lp:

El blues rock se distinguió, entre otras cosas, por el protagonismo que alcanzaron los guitarristas: en poco tiempo la Isla comenzó a sentir una veneración tal vez excesiva por ellos ("Clapton es Dios", ¿recuerdan?). Y otra de las glorias nacionales del instrumento lanza su primer disco en 1968: se trata de Jeff Beck, para mí el más grande de todos, que después de su paso por los Yardbirds reúne un grupo de profesionales realmente notable en el que destaca la voz de Rod Stewart (que también se ha ido haciendo ya un nombre). El primer disco grande de Jeff Beck Group se titula "Truth" y en él se contienen, además de algunas piezas propias, unas cuantas versiones que muestran tanto la categoría como la personalidad de los músicos. Como en el caso de los TYA y muchos más, deja claro también por qué la Isla consiguió hacer aquellas dos invasiones: porque sus músicos saben interiorizar los estilos negros mucho mejor que la mayoría de sus colegas estadounidenses, y fusionándolos con su propio carácter les dan nueva vida. Oigan si no esta versión de Willie Dixon que, sin grandes modificaciones, dejaba boquiabiertos incluso a los propios negros... y que poco después usará Jimmy Page para el primer disco de los zepelines en una versión más densa, larga, pesada y apabullante, con una base rítmica más cerca ya del heavy que del blues rock. Solo hay un año de distancia entre la de Beck y la suya, pero esa ya es otra época.

Otra posibilidad que ofrecía el blues era la de explorar su vena más cercana al folk, y hubo unos cuantos grupos que lo intentaron aunque por lo general no llegaron muy lejos (vuelvo a los zepelines: a partir del 69 las masas huelen la sangre y quieren cada vez más leña. Black Sabbath están al caer). Sin embargo hubo uno que consiguió colocarse en ese sector y luego, como todos los demás, comenzó a buscar su tono personal hasta convertirse en una de las referencias clásicas de la Isla: Jethro Tull, creados en 1967 bajo la dirección de Ian Anderson (flauta, acústica y voz) y Mick Abrahams (solista y voz). Pero mientras Abrahams es un fan a muerte del blues tradicional, Anderson viene de experimentar también con el soul -de ahí su afición por los instrumentos de viento-  y el folk, lo cual le da una visión más amplia. Pronto se verá que ambos personajes son incompatibles; eso causa la marcha de Abrahams tras la publicación del primer Lp y la consagración de Anderson como líder supremo. Pero a nosotros nos importa ahora su debut a principios del 68 con un single a nombre de Jethro Toe, debido a un error tipográfico del juntaletras de la MGM. No importó mucho, porque ante la escasa cifra de ventas el sello los echó... y el resto es historia.

Alexis Korner comenzó en 1967 a compaginar su trabajo como músico con un programa en Radio One, la emisora moderna de BBC creada muy poco antes. Desde allí no solo impartió magisterio, como suele decirse, sino que además dio su bendición a unos cuantos grupos nuevos. Y al más brillante de todos lo bautizó él mismo con el nombre de Free. Estamos ante cuatro muchachos que partiendo del blues inventaron el hard rock ellos solos, con un desparpajo impresionante para su edad: el cantante Paul Rodgers y el batería Simon Kirke tenían dieciocho años; Paul Kossof, el solista, diecisiete; y Andy Fraser, el bajista, con quince años ya venía de la banda de Mayall, expulsado por mal comportamiento. Pero no solo eso: los cuatro eran verdaderos solistas, con un nivel sorprendente. Tras escuchar algunas maquetas suyas Korner consiguió que los fichara la bendita Island Records, y a finales de 1968 grabaron su primer disco grande, "Tons of sobs", publicado en la primavera del 69. Free, como TYA y muchos otros grupos, tienen que cargar con el sambenito de "one hit wonder" que les otorga el público poco informado por culpa de una sola canción: en su caso es "All right now", un maravilla de 1970 que aún hoy sigue sonando en las emisoras convencionales. Pero al igual que la banda de Lee, fueron realmente grandes y tampoco era esa su mejor canción (aunque sí la de más gancho a efectos comerciales). En fin, da igual: he aquí una de las que integran aquel legendario primer disco.

Y llegamos a la selección 12+1, fuera de programa y que en este caso ni siquiera es propiamente una canción, sino más bien una cuña publicitaria a mayor gloria de Radio One. En el otoño de 1966 se cerraba el círculo del blues más o menos convencional con la llegada a la Isla de Jimi Hendrix, casi diez años después de la visita de Muddy Waters: fueron dos revoluciones, cada una en su momento. En diciembre de ese año se publicó su primer single y a partir de entonces visitó con frecuencia la BBC, fuese para "Top Gear" (el programa de Alexis Korner, que además lo entrevistó) como para otros cuantos. Allí Hendrix acabó sintiéndose como en su casa, y un buen día decidió regalarles un jingle. Aquí lo tienen:



Y esto es todo, sufridos pacientes. Espero que no se hayan aburrido mucho, e incluso que algunos de ustedes hayan disfrutado de la velada. Para ese caso, aquí les dejo un paquetillo con las canciones que integran la fiesta más un pequeño añadido para posibles forofos. Felices fiestas en general, y que el bicho no les complique mucho la vida. En otras palabras: a seguir bien.  

Ah, sí: en el improbable caso de que ande por aquí algún yeyé aficionado a las modernuras, le informo de que el Paseante también ha hecho su pequeña fiesta particular: aquí la tienen. A la vejez, viruelas. O eso dice él.  

lunes, 13 de diciembre de 2021

España en los años 80 (XVI)

En los primeros años 80 los dos protagonistas mayoritarios de la actualidad musical seguían siendo la nueva ola y el post punk en sus múltiples variantes; una tercera opción consistía en actualizar estilos ya clásicos, como el r'n'b o el rockabilly, que comenzaron a vivir una segunda juventud, sobre todo en la Isla. Aquí hubo también algunos músicos que intentaron defenderse en ese mundillo: el rockabilly aún tardará un poco en tener representantes de categoría, pero en el mundo del r'n'b, mucho más amplio, ya vimos que Mermelada fueron una especie de adelantados a su tiempo. El problema es que el mercado español es demasiado reducido para este tipo de aventuras, y por lo general sus protagonistas tampoco suelen tener entidad suficiente como para defenderse a largo plazo salvo que vayan evolucionando. Eso pasó con Los Elegantes, nuestro grupo invitado de hoy: tenían una visión bastante amplia que iba desde la new wave a las querencias mod, pero finalmente acabaron en el sector del rock de medio tiempo más o menos convencional. Por otra parte se dio una circunstancia extraña -yo al menos no la entiendo- que no les hizo ningún favor: durante un tiempo, tal vez porque frecuentaban la noche madrileña y tenían muchas amistades, se les consideró miembros de las Hornadas Irritantes. Lo cual no tiene sentido, ya que tanto sus letras como sus músicas estaban muy alejadas de aquel "gamberrismo". En conjunto tal vez podrían considerarse a medio camino entre las Hornadas y los Babosos, aunque por supuesto tenían mucho más carácter y empuje que estos últimos: al menos en sus primeros años, eran de sangre mod. Y aunque su estatus es el de "corredores de fondo" su trayectoria llega a los años 90, lo cual en su caso es toda una hazaña.

Ya vimos que en los albores de la nueva ola hubo un enorme tráfico de músicos que iban de unos grupos a otros, aunque los estilos de esos grupos no tuviesen nada que ver entre sí. Se trataba de una nueva generación todavía sin hacer, gente muy joven con tantas dudas técnicas como de estilo, así que lo importante era ir cogiendo soltura, curtirse un poco. Y aquí tenemos tres nuevos ejemplos: los guitarristas Juamma del Olmo y Emilio López, junto con el cantante Juan Ignacio de Miguel ("El Chicarrón", para los amigos) se conocieron debutando junto a Bernardo Bonezzi en aquellos inventos suyos, a medio camino entre tecno y glam pop, cuyo resultado más destacable fueron los Zombies. Estos tres muchachos pronto decidieron que aquello no era lo suyo, y en 1979 abandonan a Bonezzi para crear un grupo al que bautizan como Los Elegantes; y aunque todavía no tienen una base rítmica estable, la hermandad del diminuto r'n'b español se muestra en el apoyo que reciben por parte de Javier Teixidor, líder de Mermelada, que les consigue un contrato con Zafiro (hay amistad de muchos años entre ellos). Cuando llegan a grabar, ya a principios de 1980, Los Elegantes son un quinteto con el bajista Javier de la Peña (ex Glutamato) y el jovencísimo batería Carlos Hens. Sus dos primeras canciones llegan a través del subsello Chapa y forman parte de la serie "Viva el rollo"; pero como solía suceder cuando Zafiro consideraba que los músicos tenían potencial (como pasó con Tequila), inmediatamente "ascienden" al sello matriz y las dos canciones ven la luz de nuevo en el que será su primer single. Ya la portada indica que Los Elegantes buscan una elegancia claramente mod, aunque en lo musical están todavía a medio hacer: esa cara A, una clásica del r'n'b, suena en esta versión casi como a rockabilly.



Las ventas del single son pasables, sin más. Y esa categoría no suele ser del agrado de los sellos grandes, así que de momento Zafiro se olvida de ellos. Probablemente deberían haberse quedado en Chapa, como sus mentores Mermelada: aunque sus directos fuesen memorables, con muchas versiones del r'n'b tradicional tanto isleño como americano -desde "Louie Louie" hasta "Gimme some lovin", desde el soul hasta el ska-, en España esos estilos siguen siendo para minorías. Les queda, eso sí, el orgullo de saber que son el primer gran grupo mod nacional, como Mermelada lo fueron en el ámbito del r'n'b eléctrico. Y ya hay algunos sellos independientes que comienzan a especializarse en este tipo de músicas: ese fue el caso de la madrileña Record Runner, que había comenzado como tienda e intentó ampliar su negocio, aunque no duró mucho. El caso es que finales de 1982 ofrece a Los Elegantes la grabación de un single que incluso llegará a publicarse en Estados Unidos y que lleva "Me debo marchar" en la cara A y "Es mi tiempo" en la B. Se nota la mayoría de edad, y especialmente la primera podría recordar a unos Secretos si hubieran tenido ese nervio que no tuvieron nunca. En cualquier caso, y aunque no hay grandes diferencias yo prefiero la B, más cálida, más guitarrera, más viva. Pero su público se inclinó por la otra, que acabó siendo una especie de santo y seña del grupo.



Poco después se marcha El Chicarrón, y Emilio López pasa a ser el cantante principal del ahora cuarteto; casi a continuación y a través de Rara Avis, un nuevo sello que tampoco durará mucho, graban un maxi de tres canciones. Y ese maxi, oficialmente producido por ellos mismos -y muy bien, además- será el que los sitúe en la élite del momento, ya que su cara A es "La calle del ritmo", la más famosa de toda su carrera y una clásica de la new wave española. Lo tiene todo: es épica, suena bien, engancha y se queda en la memoria; y las dos de la cara B, sin llegar a su altura, son lo suficientemente buenas como para hacer de este maxi un éxito relativo. Rafael Abitbol, que por entonces tiene bastante proyección gracias a su trabajo en Radio 2, se convierte en su manager y productor; a continuación convence a Zafiro para que los recupere y el resultado llega en 1984 con su primer disco grande, titulado "Ponte ya a bailar". Aquí hay un pequeño desfase: estéticamente tratan de complacer a su parroquia con una portada muy apropiada y una contraportada con un logo que recuerda a la chica de los Beat, pero la música se ha sofisticado. Da la impresión de que buscan el sonido estándar de baile masivo, con ese sonido casi electrónico y las cajas de ritmos, que no van con el espíritu mod. Lo cual es una injusticia, porque el disco en conjunto no es malo, pero eso es lo que pasa cuando un grupo se deja querer por un tipo de tribus exclusivamente: que como cambies un poco de perspectiva te cae la excomunión. Y ya digo, el material es realmente bueno, desde incursiones soul hasta algunas piezas de rock pop realmente brillantes e incluyendo una regrabación de "La calle del ritmo"... aunque es cierto que la producción, en conjunto,  suena demasiado "moderna": su versión de "Zoot suit" pierde todo el espíritu. Sin embargo, para sus objetivos, que eran claramente los de aumentar su mercado, la cosa salió medio bien y tuvieron unas ventas más que decentes.



"Paso a paso", su nuevo Lp, se publica en 1985 y queda en tierra de nadie. Las ventas se reducen a menos de la mitad, lo que indica que las cifras del anterior eran engañosas: los mods se van marchando y no hay un público de recambio para un disco que de nuevo quiere abarcar demasiado. Por una parte conviven malamente una versión de "Louie Louie" con otra de "Sono tremendo", ambas dirigidas a sus fans de siempre pero con una batería y unos arreglos demasiado aparatosos, y aunque de nuevo hay canciones brillantes como la que da título al disco, el momento Motown de "Dispararé" o incluso alguna balada rockera como "Dos años atrás", la imagen es de dispersión, de no saber hacia dónde se va. Así que, de perdidos, al río: por los excesos de producción rompen con Abitbol, y por un pasado que ya no les afecta rompen con la parroquia mod. Se reinventan, y en el segundo quinquenio de la década serán uno de esos grupos que actualizan el rock de la costa Oeste dándole con un tono pop con un sonido muy arreglado y bastante brillo: que "Los gatos de mi barrio", su nuevo disco, publicado en el 87, vaya producido por Elliott Murphy ya lo dice todo. El caso es que aciertan, porque ahí comienza una nueva juventud para el grupo, que graba su último disco en el 91 y todavía aguanta otros dos años más hasta la marcha de Juanma del Olmo. Es curioso, pero también significativo, que en la grabación de su directo de 1990 les acompañasen Teixidor y Álvaro Urquijo; puede considerarse como un símbolo del "ayer y hoy", los dos extremos entre los que se movió este grupo desde el principio. Aunque tal vez el espíritu mod se marchó con el Chicarrón, allá por el 83...



lunes, 6 de diciembre de 2021

España en los años 80 (XV)

"Estoy harto de la expresión «movida madrileña». La explosión de grupos se dio en todas partes. Había escenas en Valladolid, en Murcia, en Barcelona, en Valencia, Asturias, Galicia… en todas partes. Era cosa del baby boom tardío, que en EE. UU. fue en los cincuenta y aquí fue diez años más tarde". 
Alejo Alberdi 

Bueno, aquí el señor Alberdi se lía un poco con las fechas, pero se entiende perfectamente lo que quiere decir: a finales de los años 70, la furia ratonera estaba prendiendo ya en media España. Otra cosa es que algunos valientes (como Poch, por ejemplo) se hubiesen atrevido ya por entonces a bajar a Madrid, donde estaba el caldo principal, pero caldos comenzaba a haberlos en otras partes. Por ejemplo en Vigo, Galicia, en la lejana y frecuentemente olvidada esquina noroeste del mapa: en esa ciudad que ahora es De Las Luces por cortesía del Amado Líder, surgió un grupillo llamado "Mari Cruz Soriano y los que afinan su piano". No cabe duda de que sus componentes debían de ser muy simpáticos: luego nos fuimos enterando de que ya habían usado otros nombres igual de chuscos pero que, siguiendo la estrategia de Jethro Tull en sus orígenes, cambiaban el nombre con frecuencia para despistar al posible público desencantado de sus escasas actuaciones. Y aunque al parecer eran muy aficionados a estilos tan respetables como el rock progresivo o el blues -tenían una gran formación ya por entonces- comenzaban a darse cuenta de que el futuro iba por otro lado. El caso es que a finales de 1981 se atreven a grabar una primera maqueta con tres canciones; el sonido es bastante horrible y no se entiende muy bien cuál es el estilo predominante (¿new wave, punk pop...?), pero la gracia que no falte: he aquí dos de ellas. Hoy, en esta actualidad tan "libre" que vivimos, no se hubieran atrevido a cantar estas cosas, pero en aquella época mandaba la irresponsable UCD.



En aquel grupo ya estaban los cuatro personajes que poco después se harán populares bajo un nuevo nombre. Tres de ellos son amigos de hace tiempo: Julián Hernández, Alberto Torrado y Miguel Costas. Poco antes los tres se hacían pasar por guitarristas, pero finalmente Julián será el batería (aunque también ataca teclados), Alberto el bajista y la guitarra será para Miguel, que además canta cuando no hay más remedio. Sin embargo Julián y Miguel alternan su militancia como "afinadores" con la participación en "Coco y los del 1500", donde el cantante es Germán Coppini. Y finalmente lo convencen para asociarse los cuatro en el primer grupo, que poco después de la grabación de aquella maqueta pasa a llamarse Siniestro Total: ese fue el dictamen de la compañía de seguros tras un accidente de tráfico que los tres amigos (y otros tres más) habían sufrido en un R-12 familiar pocos meses antes, sin demasiadas secuelas. Y a principios del 82, ya bajo ese nuevo nombre, Julián (que por entonces estudia en Madrid) entrega otra maqueta a Ordovás, que tras escucharla queda un poco horrorizado: el sonido tiene un pase y el tonillo medio punk electrónico también, pero las letras son salvajes. Así que, por si acaso, comienza radiando las menos conflictivas. Y resulta que el público quiere más. Y finalmente las emite todas, y el efecto es demoledor: Siniestro Total son la nueva maravilla para los frikis de Radio 3. Comienza el "puente" Vigo-Madrid, cada vez con más actuaciones en la capital, y a finales de la primavera de ese año completan la regrabación casera de cuatro canciones; de común acuerdo (sin contrato aún) Servando Carballar las publica con formato EP en DRO bajo el título genérico de "Ayudando a los enfermos" y en poco tiempo se convierte en leyenda. El disco se abre con "Allatollah!", seguida por "Matar jipis en las Cíes"; en la cara B están "Mario (encima del armario)" y "Purdey". No hace falta decir más.



Tras la conmoción que causa ese Ep entre las fuerzas vivas nacionales, el grupo decide gastarse el dinero que han conseguido con él en la grabación de un disco grande, que en esencia es la reunión de las mejores canciones que ya tenían preparadas, incluyendo las dos de ahí arriba. La idea es de Carballar, el dueño de DRO, que gracias a ellos está consiguiendo asentar el sello, y el grupo acepta de inmediato. El sonido sigue siendo bastante flojo, ya que cincuenta mil pesetas de la época tampoco daban para mucho; el disco se titula "¿Cuándo se come aquí"; la portada es bastante sencilla y no excesivamente original, pero se convirtió enseguida en un icono de la nueva ola (que no de los punkis: para ellos aquella portada era una especie de traición). En cuanto a las canciones, hay que admitir que a veces hacen pequeñas trampas: "Las tetas de mi novia", por ejemplo, es una versión "libre" del "I'm a rocket" del Gruppo Sportivo. En la galleta dice que está arreglada por Siniestro, pero no dicen de quién es. De todos modos en su página web (de las mejores que he visto en cuanto a grupos nacionales) hay un apartado en el que hacen una relación de grupos o músicos de los que han hecho versiones. Otras veces, cuando no está claro de dónde han sacado la idea, se atribuyen directamente la autoría y listo. Pero en fin, tampoco importa mucho. El caso es que se publica a finales de 1982 y, tras su presentación en el Rock Ola en Enero del 83, Siniestro Total son ya el grupo punk más popular del país. Por otra parte esa fusión entre los ritmos tradicionales del género, unas letras quizá más enloquecidas que salvajes y su propia actitud personal, hace que durante un tiempo sean considerados como pertenecientes a las Hornadas Irritantes, con quienes además mantienen una buena relación. Aquí tienen ustedes dos de las primeras canciones que había seleccionado Ordovás para su programa por ser las menos espinosas, y que dejaron al personal con ganas de más.



En las actuaciones había un problema recurrente: debido a que entre el público de todo pelaje solían infiltrarse unos cuantos "incontrolados", con frecuencia había broncas o les arrojaban todo tipo de objetos, además de escupitajos. Un primer percance lo habían tenido ya en Madrid cantando lo de matar jipis: resulta que había un chaval melenudo en la sala, y llevó unos cuantos golpes por parte de algunos exaltados. Y en Zeleste una botella voladora le rompió una pierna a Coppini, que por otra parte ya estaba dudando si aquel estilo era realmente el suyo (a pesar de que su voz y su actitud en directo parecían inmejorables para una banda como Siniestro). El caso es que mientras duraba su convalecencia entró en conversaciones con Teo Cardalda, antiguo compañero de colegio, y comenzaron a dar forma a un nuevo proyecto al que llamaron Golpes Bajos; durante un tiempo estuvo compaginando su presencia en los dos grupos, hasta que finalmente abandonó Siniestro en un ambiente de cierta acritud por no haber aclarado bien el asunto. Sin embargo su última participación con el grupo es inmemorial: se trata de un single con dos canciones que iban a ser presentadas en un programa de televisión pero que no llegó a emitirse por coincidir en el tiempo con el famoso episodio de las Vulpess, que le costó el puesto a Carlos Tena, director del programa "Caja de ritmos". Pero gracias al dinero de TVE la portada, abierta, es lujosa (un homenaje por partida cuádruple al "London calling" de los Clash). Y las dos canciones son otros dos hitos en su carrera: "Me pica un huevo" y "Sexo chungo". Ya digo, tras el asunto de las Vulpess era casi inevitable que la presencia de Siniestro quedase postergada para mejor ocasión, pero este es uno de los singles más brillantes de toda su discografía; mal que le pese a Miguel Ríos, que vino a decir algo así como a dónde íba la juventud española con letras tan tontas como esas... Menos mal que ya estaban él y sus amigos para salvar el mundo.



El trío original sigue adelante abandonando el concepto de frontman único, aunque muchos seguidores y alguna prensa temen que, sin Germán, estén acabados (volvemos a lo de antes: su voz y su actitud eran decisivas). Sin embargo, y con el apoyo de Paco Trinidad, consiguen rehacerse y alcanzar un nuevo perfil. Antes de que acabe 1983 llega su segundo Lp, titulado "Siniestro Total II (El regreso)", que entre otras cosas y gracias a Trinidad cuenta ya con una producción razonable. Por otra parte destaca la soltura que alcanza Miguel Costas como cantante: si habían tenido a Germán era porque ninguno de ellos quería cantar, pero ahora sabe hacer de la necesidad virtud e incluso demuestra tener soltura para cambiar de registros. El disco puede considerarse como un gran avance hacia la mayoría de edad: del punk toman su inmediatez y la brevedad de las canciones (veinte más una: no sé si puede considerarse como canción el cierre con esa especie de "a capella" fonética en la que convierten "Carol", del señor Berry), pero lo van diluyendo entre otros ingredientes de corte más rockero, e incluso hay piezas cercanas al garaje o la new wave (además de una nueva versión del Gruppo Sportivo y otra de los Rezillos). Ah, y la vocación de "gallegos reivindicativos" ya va ganando peso con la encantadora versión de "O tren", del recordado Andrés Dobarro. Las letras se suavizan un poco, aunque por supuesto siguen en el ámbito de la comicidad. Y aunque las ventas bajaron un poco, en comparación con el supuesto desastre que se les había augurado hay que reconocer que la cosa salió bastante bien. Por supuesto hay un nuevo puñado de futuras clásicas, como estas dos sin ir más lejos (aclaración para los no gallegos: aquí todo el mundo sabe que la canción más famosa de Deep Purple se titula "Soy de Monforte"):



Por esa época, cuando aún no estaban seguros de si el trío tendría continuidad, cada uno organizó proyectos paralelos de los que solamente Costas consiguió una cierta proyección con Aerolíneas Federales, que entre altas y bajas tiene (o tenía) ya un buen historial. Pero en vista de que la prueba de fuego que constituyó para Siniestro su segundo disco había sido superada, siguieron adelante. En 1984 publican "Menos mal que nos queda Portugal", la confirmación de lo anterior: ya solo con "Miña terra galega", la versión de los Skynyrd, es suficiente para pasar el examen con nota. Y Julián se anima también a cantar, y luego entra el viejo amigo Javier Soto, y el grupo seguirá en activo posiblemente hasta hoy mismo con algunos ajustes de personal: la marcha más notable fue la de Costas, ya casi a mediados de los noventa. Para entonces Siniestro eran un grupo con más densidad, prácticamente un reflejo de la evolución personal de Julián Hernández, que además de sus conocimientos musicales tiene un bagaje intelectual que lo apoya. Pero nosotros nos despedimos de ellos en su época más gamberra echando mano una vez más de "Navidades radioactivas": también ellos celebran esas fechas tan señaladas con el júbilo que es de suponer.