Elvis Costello e Ian Dury son los dos solistas más populares casi desde el nacimiento de la new wave. Ambos son veteranos -Dury ronda los cuarenta años-, han compaginado la afición musical con otras, y ya vimos que les costó trabajo llegar a esa altura; pero no hay duda de que, una vez ahí, con un solo disco cada uno de ellos, la combinación de creatividad con veteranía les ha venido muy bien para estabilizarse en el negocio (y también hemos visto que esa suma de circunstancias se da en otros cuantos visitantes de este tugurio). Ninguno de los dos es vanguardista, sino que más bien se dedican a recrear estilos tradicionales con un tono muy personal. Y la personalidad es siempre un arma muy poderosa. Entre 1978 y 79 ambos alcanzan su momento más brillante, así que hemos de recibirlos con todos los honores.
Elvis Costello es una mixtura ejemplar de clasicismo y modernidad. Domina las escalas del pop con el mismo señorío que las del rock and roll blanco, el country e incluso la balada, y además su aspecto cuadra bien con ese nombre comercial; en consecuencia, no es raro que haya sido una de las primeras figuras de la new wave británica que consiguió el éxito en Estados Unidos. Lo que resulta sorprendente es que, como él mismo dice, después de siete años de trabajo (tocando en pubs de mala muerte o sobreviviendo con varios empleos), ese éxito le haya llegado de la noche a la mañana. Y ahora necesita un grupo fijo de acompañamiento, ya que su primer disco fue una colaboración de los Clover con unos cuantos amigos suministrados por Stiff, que confía ciegamente en él y lo convierte en la estrella del sello. Elvis reúne al organista de formación clásica Steve Nieve (Nason), que ya había participado en el primer disco, junto al bajista Bruce Thomas y el batería Pete Thomas (veteranos de la escena londinense) y los bautiza como “The Attractions”. Antes de que termine 1977, Elvis Costello & The Attractions entran en el estudio para grabar “This year’s model”, de nuevo bajo la dirección de Nick Lowe, y que se publicará en la primavera del 78.
Por si quedaba alguna duda sobre la talla de Costello, este disco la disipa hasta tal punto que, para la mayoría de los fans, es el mejor de su carrera. Y aunque el estilo no se modifica en su esencia, sí se nota un gran entendimiento entre él y los músicos que lo acompañan: no buscan la floritura, el sonido es aparentemente sencillo y directo, pero resulta mucho más compacto que en sus primeros tiempos. Sabe que no es un gran guitarrista y su música no está pensada para el lucimiento en las seis cuerdas, sino para la conjunción de su voz con una base rítmica y unos teclados muy eficientes. Es decir, un sonido de conjunto que en definitiva realza la brillantez de unas canciones cuya energía se intensifica por ese tono de amargo cabreo que suele imprimir a las letras. Hay clásicas inmediatas en las que su estructura hace brillar precisamente esa base rítmica, como en “No action”, “This year’s girl”, “The beat” o Pump it up”, otras en las que el ritmo le confiere un tono monumental a la melodía, como en “Lip service” (y esas cuerdas, y esas palmadas…), o ese prodigio de metrónomo que es “(I don’t want to go to) Chelsea”. No queda mucho sitio para las baladas, pero el pequeño cupo se cubre perfectamente con ejercicios de estilo como “Little triggers”. El disco fue un top 5 en la Isla, mientras que en Estados Unidos llegó al 30 (superando ligeramente al primero). Elvis estaba pletórico, supo compaginar las giras con el trabajo creativo y en los primeros días de 1979 tenía preparado su tercer disco.
Ese disco se titula “Armed forces”, y Nick Lowe sigue al frente de la producción. Él y Costello deciden enriquecer el sonido dándole más texturas e incluyendo el uso de un sintetizador; lo que, casi por pura lógica, significa que el tono general pierde contundencia en favor del juego melódico. Ese cambio ha de notarse también en el estilo de composición -cuando no viene directamente originado por él- y pocas canciones hay que recuerden la simplicidad del disco anterior salvo “Green shirt” o “Moods for moderns”. Y aunque resulta comprensible que haya seguidores suyos que se desilusionan un poco ante este “ablandamiento”, no se puede negar que tanto la categoría del material como los arreglos son de primera. Elvis ha madurado, simplemente. Y resulta curioso que esa maduración tenga lugar al mismo tiempo que las letras se inclinan hacia un tono político un tanto oscuro que no tiene por qué cuadrar con las músicas; es el caso de “Oliver’s army”, por ejemplo: una maravilla pop con una letra ominosa sobre la facilidad de que te peguen un tiro en cualquier zona fronteriza en conflicto (poco antes había hecho una gira por la Irlanda “ocupada”). De hecho, tenía pensado otro título más expresivo que el de “Fuerzas Armadas”: “Fascismo emocional”. Pero, letras aparte, este es otro de los grandes discos en su época dorada, y tanto el segundo puesto en las listas británicas como un top 10 en las yanquis dejan claro que la mayoría del personal supo entender aquel cambio. Por lo tanto Costello es otra de las figuras con futuro para la nueva década: allá nos veremos de nuevo.
El primer disco de Ian Dury había conseguido superar en ventas y popularidad a Elvis Costello: a finales del 77, con su dominio de la escena y una banda de apoyo (los Blockheads) perfectamente conjuntada, su oferta resultaba más “actual”. Los dos procedían del vivero inagotable que constituye el circuito de los pubs en Gran Bretaña, pero al menos en los primeros tiempos de la new wave Dury tenía ventaja: gracias a su formación literaria y escénica, su presencia era una muestra sorprendente de superación personal, haciendo que los problemas de salud (y un carácter irascible) obrasen en su favor. En lo musical Costello apuesta su futuro a una actualización del pop y el rock and roll blanco tradicionales -probablemente su añorado Buddy Holly estaría encantado si pudiese escucharlo. Dury en cambio ya nos informó de su devoción por Gene Vincent, y esa tendencia más “agresiva” se complementa con el estilo rockero tradicional de los pubs en los años 70, pero además recoge influencias más actuales en la Isla como el reggae e incluso el funky. Esa mezcla de estilos puede resultar interesante incluso para una buena parte de la clientela punk, mientras que Costello no suele llegar ahí.
En cualquier caso Dury se ocupa sobre todo de las letras y la puesta en escena: en lo puramente musical, Chaz Jankel es su mano derecha. Además de los teclados y frecuentes incursiones guitarrísticas, es autor de gran parte del repertorio; suyo es, por ejemplo, el mayor éxito en single de 1978, “Hit me with your rhythm stick”, un claro número uno en un estilo similar a la precedente “Sex and drugs and rock and roll”. Sin embargo Jankel comienza a estar harto del carácter impredecible, despótico de Dury; ha plantado al grupo durante algunos meses de ese año, y aunque vuelve para preparar el segundo disco no parece que los problemas se hayan resuelto. Esa grabación se desenvuelve en un ambiente de paz inquieta, con frecuentes altercados entre Dury y el resto del grupo, hasta el extremo de que, una vez grabadas las bases de las canciones, solo volverá por el estudio cuando sea necesaria su voz. Jankel, que compone la música ayudado por el resto de la banda, dirige la producción junto al ingeniero de sonido Laurie Latham. El sello Stiff, que espera otro éxito tremebundo, tira la casa por la ventana y además de una fuerte promoción presenta la portada como imitación de papel pintado de una conocida marca británica; para desesperación de los coleccionistas hay aproximadamente treinta portadas distintas, esto es, treinta diseños y colores distintos de papel pintado envolviendo “Do it yourself”, que así se llama la obra.
Estamos en la primavera de 1979, y aunque no hay grandes diferencias con respecto a su primer disco, si parece que Jankel y compañía se van distanciando de las tonalidades punkis para centrarse en los aspectos más sólidos de aquel: con el ambiente sónico muy perfilado y casi intemporal del pub rock, la mayoría de las piezas parten del reggae y el funk. Nada nuevo, entonces. Lo malo es que para repetir los mismos estilos las canciones deberían ser brillantes, y no lo son. Hay algunas que destacan, como “Quiet” (abundando en el esquema de los singles), “Sink my boats” o “This is what we find”, pero esa sensación de ya visto desilusiona un poco. Sin embargo, tal vez por la inercia o por el gancho estético resulta que casi consiguen llegar al número uno en las listas (en conjunto, con el paso de los años, el primer disco ha vendido más, pero en su momento no pasó de un top 5). Así pues Dury y sus Blockheads despiden la década con una sensación agridulce: el presente parece brillante, pero el futuro inmediato no lo es; entre otras cosas porque Jankel, una vez rematada la grabación, vuelve a abandonar el grupo. En cualquier caso ese futuro ya será otro asunto, y de momento Dury se embarca en una nueva sucesión de giras. Lo dicho: a disfrutar del presente.
Pues la entrada me recuerda la deuda pendiente que tengo con Elvis Costelo, un tipo que por el planteamiento me interesa pero que por pitos o por flautas nunca le he hecho mucho caso. Los dos temas que pinchas son de bandera, a ver si hago los deberes y escucho los discos. El señor Dury en cambio me deja indiferente.
ResponderEliminarCostello es un músico que a ti te tiene que encantar, porque efectivamente ese "planteamiento" va mucho contigo. Así que ya sabes...
EliminarLos dos primeros discos de Elvis Costello me gustan mucho. Luego, la cosa ya no me hacía tanta gracia. Y eso que tiene grandes canciones, pero me gustaban más esos temas tan directos y sencillos que daban en la diana casi siempre.
ResponderEliminarLo vi en el 2007 en el Festival "Terral" en Málaga, donde también actuó Allen Toussaint (palabras mayores).
Y de Ian Dury con sus Blockheads, que sonaban muy bien, disfruté sobre todo de "New Boots and Panties!!". Y seguramente no hubiera sido lo mismo sin la colaboración de Chaz Jankel, como bien dices.
Tanto unos como otros sonaron bastante en mi tocadisco por aquellos años.
Saludossssssssss
Estamos de acuerdo en que Costello resulta más contundente y directo en sus dos primeros discos que luego, pero ese cambio hacia una mayor complejidad a veces nos ha dejado canciones magníficas. Son dos maneras de ver el asunto, simplemente.
EliminarDury en cambio nunca me ha parecido a su altura: comenzó fuerte, pero las broncas con Jankel y el resto de músicos no le hicieron nigún favor porque dependía de ellos. La verdad es que yo me quedaría con sus dos primeros discos y punto.
Saludos mil...
Hola Bab:
ResponderEliminarLo primero que no he podido ir a la clase de Los Jam, por que estaba malito y tuve que ir con mi mamá al médico, ya te mandará el justificante firmado.
La clase de hoy no me la pierdo ni jarto a fiebre, debiera copiar el comentario de Bab, pero queda mu feo eso de copiar.
El disco de la cámara de afotos lo he oido hasta la saciedad y me sigue encantando, los primeros discos me gustan todos, aunque luego, ya le perdí el interes.
Y el de Ian Dury, otro de los favoritos de mi colección, realmente excitante, además tiene el mérito de cambiar el himno "No Future" por el "Sexo, droga y rock and roll", que creo que todavia sigue vigente, aunque desgraciadamente el otro también.
Me voy al recreo que hoy toca bocata chorizo.
Saludos
Jose
Dile a mamá que no hace falta justificante, pero que te abrigues a partir de ahora: no sé en tu tierra, pero aquí hemos pasado del calor al frío en dos días.
EliminarCostello me parece muy bueno, incluso en su cambio hacia estilos más complejos, hasta mediados de los 80; a partir de ahí también yo me voy cansando. Pero ya digo, como mínimo sus cuatro o cinco primeros discos son de categoría. Dury, pues eso: los dos primeros y punto.
Salud y bocata...
Lo de Costello & Dury fue un fogonazo brutal, más el de Dury, en aquellos años, por su propuesta más roquera, más Gene Vincent, su "New Boots and Panties!!" sigue siendo disco de cabecera. Admiro más a Costello, sin embargo, por su labor como compositor, para mí uno de los más grandes que han dado las Islas en estas últimas décadas. Su estilo musical siempre me ha seducido, tanto el de su primera etapa puramente británica con The Rumours, como ya instalado en USA y explorando las raíces americanas con The Imposters o The Roots, o en solitario con Toussaint. Un grande, sin duda. Le ví una vez en directo presentando el "All This Useless Beauty", fantástico concierto. Las últimas veces que ha venido por aquí los altos precios de las entradas me echaron para atrás.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
A la larga quedó claro que Costello tenía mucho más fondo que Dury. Pero también hay que tener en cuenta que Dury era un personaje "multidisciplinar", y que en muchos momentos de su carrera utilizaba la música como vehículo de expresión para sus letras y para disfrutar de los escenarios.
EliminarLos últimos años de Costello me cansan un poco, pero de todos modos su talla como compositor es innegable, guste más o menos.
Saludos mil...