Cuando un músico decide seguir una carrera solista, es decir, presentarse con su nombre artístico y como mucho citar a su banda de acompañamiento, lo hace porque se siente capaz de defender una alternativa lo suficientemente original como para no tener que discutir su repertorio con nadie. Los grupos en cambio suelen ser una reunión de técnicos con una creatividad individual no tan evidente, o que prefieren componer junto a otros para darle más variedad al material; es decir, que la unión hace la fuerza. Siembre habrá excepciones, todos sabemos que Jethro Tull es Ian Anderson a partir del segundo disco, pero Lennon nunca hubiera llegado tan alto de no ser por McCartney (y viceversa, claro). En el pub rock -un género de naturaleza humilde y bajo presupuesto- esa diferencia suele ser bastante más marcada: ya hemos visto que Costello y Dury, los dos grandes solistas provenientes de ese mundillo, han conseguido perfilar una oferta atrayente que los lanza al mercado generalista, pero los grupos suelen ser más homogéneos y pocas veces alcanzan un éxito perdurable. Es el caso de otros dos que ya conocemos y vuelven hoy a visitarnos: Eddie & The Hot Rods y los Vibrators. Aunque sus orígenes son distintos, ambos consiguieron una relativa popularidad en los comienzos de la new wave con la misma táctica que los dos solistas citados, es decir, actualizando los estilos tradicionales; pero mantenerse a flote exige una talla que estos grupos tal vez no alcanzan, y el futuro resulta sombrío para ellos.
Eddie & The Hot Rods son un producto clásico del pub rock británico, pero supieron evolucionar rápidamente, con solo dos discos, desde el rock and roll más o menos tradicional hacia el power pop tan de moda en esta época. A finales del 77 de su estilo original ya quedaba poco, y que se codeen con Ramones o Talking Heads en sus giras yanquis es prueba de que han acertado (“Life on the line”, aquel segundo disco, es de lo mejorcito del género). En ese momento se podría decir que Graeme Douglas es el principal compositor y soporte del grupo, ya que ese giro hacia la modernidad se debe en gran parte a él. Y después del ajetreo de 1977-78, con actuaciones por casi todo el orbe occidental e incluso participando en curiosas reuniones como la que les llevó a grabar un single con Robin Tyner -el cantante de MC5- ya les va siendo hora de volver al estudio y preparar un nuevo disco; el tan temido tercer disco, la cara o cruz de cualquier músico cuya trayectoria no esté aún perfectamente definida. Y la de los Rods no lo está.
“Thriller” se publica en la primavera del 79, y es evidente que están tratando de aprovechar el rebufo de su éxito anterior. Por momentos el sonido se hace más denso, más “americano”, como en “The power and the glory”, “Media messiahs” o “Take it or leave it”; esa es la vertiente más cercana al rock con tintes poppies, mientras que hay también homenajes a sus primeros tiempos, como en “Out to lunch”, “Breathless” o “Living dangerously”. Por otra parte, como sucede con casi todas las bandas que se han curtido tocando durante mucho tiempo en los locales más variopintos, su técnica es cada vez mejor: Douglas, por ejemplo, es ya un gran guitarrista. Pero el material comienza a resultar un tanto repetitivo, y esa obsesión por cubrir varios frentes hace que, como pasaba con el primer disco, no hay un espíritu de unidad en el resultado final. Por otra parte la avalancha de los nuevos grupos post punk, experimentales y el pop de teclados hacen que las bandas de pub rock vuelvan a quedar en tierra de nadie. En consecuencia las ventas de este disco caen a plomo, y el sello Island los despide. Ya en 1980, fichados por EMI, publicarán un cuarto disco (el decepcionante “Fish and chips”: ¿qué hace Al Kooper produciendo a una banda como los Rods?) que únicamente certifica la desaparición de la banda por un tiempo. Y años después vuelven para disfrutar del circuito de la nostalgia, como muchos otros. Es decir, vuelven al ambiente en el que habían nacido.
A efectos discográficos, los Vibrators llevan “retraso” con respecto a los Rods. Lo cual es lógico, ya que esta banda surge oficialmente en el 76 y su primer trabajo de categoría es como acompañantes de Chris Spedding, aunque la mayoría de sus miembros son veteranos de varios estilos (Ian Carnochan, su líder y compositor principal, pasa de los treinta años). Es uno de esos grupos a los que inmediatamente se les incluye en el sector punk; en el fondo es el mismo error que considerar “punk” a los primeros Rods, pero como ya vimos hace tiempo esa etiqueta era casi imprescindible si querías conseguir visibilidad tanto ante la crítica como ante el público. Sin embargo el hecho de que todo un señor Spedding -y más tarde Ian Hunter- se hubiese fijado en ellos da a entender que estos señores tienen más fondo del que aparentan, y su primer disco demostraba que, como en el caso de los Rods, lo que había era una inteligente actualización del rock and roll, en este caso con un sesgo más compacto; aunque también tienen momentos en los que se acercan a la new wave (en su primera visita a este local dije que me parecían una influencia bastante evidente en grupos como Tequila o Burning, y me lo siguen pareciendo). En cualquier caso esa consideración punky les vino muy bien para que “Pure mania”, su primer disco, se abriese camino en las listas y hoy esté considerado como uno de los más brillantes del año 77.
En la primavera del 78, bajo la producción del legendario Vic Maile (ingeniero de sonido con Animals, Who o Fleetwood Mac por citar solo a tres), los Vibrators nos presentan “V2”, o sea, su segundo disco grande.
Una vez más el señor Carnochan nos suministra una colección de piezas vitamínicas, y una vez más podemos llamar “punk” al rock and roll: estamos ante otro disco magnífico de principio a fin, en que Maile se limita a pulir su contundencia rebajando un poco los graves y aumentando la profundidad del sonido. No hay grandes diferencias con respecto a su debut, dejando aparte ese ambiente más “internacional” que les suministra su productor: “Pure mania”, que curiosamente es el título de la canción que abre este segundo disco, podría ser el perfecto resumen con ese tono supuestamente punk pero con unos arreglos casi épicos que la convierten en una especie de rock futurista ayudado por unos cuantos sonidos electrónicos y de estudio. La siguiente es en cambio una vuelta a sus orígenes; se titula “Automatic lover” y podría ser perfectamente una de esas cuyo estribillo casi “deportivo” se corea en los pubs londinenses atestados de parroquianos y mucha cerveza; le sigue “Flying duck theory”, un cruce entre el rock tradicional y el sonido post punk… Y así sucesivamente, en un nuevo alarde de vitalidad que los lanza al top 30. Sin embargo parece haber un cisma entre el público que los jalea y algunos críticos, que les echan en cara un cierto acomodamiento: los Vibrators no son lo suficientemente creativos ni modernos para ellos.
Pocos meses después Carnochan abandona el grupo para seguir una carrera en solitario; eso significa el final de los Vibrators, ya que él es su cerebro. Sin embargo esa pretendida carrera no arranca, y en 1982 decide volver al redil aunque llega a grabar un disco en solitario (“Plutonium express”) que pasa sin pena ni gloria. A partir de ahí va alternando su militancia en el grupo con trabajos en solitario o acompañando a otros músicos; pero entre idas y vueltas los Vibrators, como los Rods, siguen en activo. En este negocio no solamente cuentan las estrellas, sino también los profesionales que año tras año siguen pateándose los clubs pequeños y los bares para dar color a la noche. Y eso hay que agradecerlo.
Siempre es un placer conocer cosas nuevas. Lo digo porque de este no tenía ni idea. Y es que por aquellos años yo ya iba con retraso.
ResponderEliminarUn saludo.
Antoni.
Bueno, ya sabes que no se puede estar a todo. Y no es cuestión de retrasos o adelantos: simplemente, a ti te interesaban otras músicas. Y también yo comencé a dejar pasar las novedades a finales de los 80.
EliminarLos dos primeros discos de Eddie & The Hot Rods son extraordinarios. Con Thriller se pierden, como dices aprovechando el rebufo.
ResponderEliminarVibrators me trae muy buenos recuerdos con los primeros discos Pure Mania y V2 pero creo que no envejecen muy bien salvando estupendísimas canciones concretas como Baby baby, 24 hour people, STiff little fingers, Sweet heart y alguna más que no me acuerdo.
Saludos.
Es el problema en general de este tipo de grupos de segunda fila: que son de segunda fila por algo, y ese algo es su falta de creatividad. Pero si al menos nos dejan dos discos decentes cada uno de ellos, ya se merecen un pequeño recuerdo. Y también hay "grandes" que no pasaron de dos discos, por cierto...
EliminarYo reconozco no haber seguido a estos dos grupos, a pesar de haber tenido la posibilidad en su tiempo de hacerme con sus obras. Este hecho produce sus alegrías cuando se husmea en los cajones de las tiendas de segunda mano y (la influencia de entradas como esta es siempre bienvenida) aparece alguno de sus discos. Se examina el estado general, se compran, se escuchan con atención y se llegan a conclusiones parecidas a las de Rick, con 40 años de retraso... Espero que me ocurra con ambas bandas en breve. Por cierto, debo andar muy salido últimamente pero sus nombres tienen una clarísimo significado sexual.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
Te digo lo mismo que a Antoni: no se puede estar a todo, y todos nos hemos perdido grupos o discos que, descubiertos ahora, pueden seguir manteniendo su embrujo. La música no necesariamente tiene que ser "de estación", como la fruta. En cuanto al significado sexual... bueno, también eso es parte del envoltorio de un producto: el plátano de Andy Warhol en el primer disco de la Velvet o su manera de presentar el "Sticky fingers" de los Stones son una buena prueba de gancho comercial.
EliminarEstoy un poco pez en la entrada de hoy, aunque he escuchado en sus días por la FM a este par de grupos no me atrevo a dar un juicio sobre ellos.
ResponderEliminarRespecto a tu primer párrafo habría que saber que mecanismo generó en cada caso las dos opciones posibles. Retratarse como grupo o como voz solista puede que como ya te he dicho en ocasiones quizás tenga tanto que ver con la voluntad de los músicos como con maniobras comerciales en la oscuridad. En ésto del pop contemporáneo casi todos los solistas son producto de una anterior experiencia en un grupo a no ser que sea émulos de Juan Palomo como el amigo Mike Oldfield.
Vaya por delante que estamos ante dos grupos no muy relevantes en la historia del pop británico, aunque tienen su encanto. Y sobre el asunto "solistas vs grupos" hay de todo, evidentemente; incluso suele ser cierto eso de que la mayoría de los solistas empezó en un grupo. Pero si siguieron luego un camino en solitario es porque se sentían fuertes para hacerlo: el caso de Bowie es el más evidente, ya que también él comenzó en grupos; como Oldfield, que fue bajista en la banda de Kevin Ayers; quien a su vez había comenzado en Wilde Flowers y luego Soft Machine.... y así sucesivamente.
EliminarOtra cosa es la actualidad, con las Operaciones Triunfo y ese tipo de inventos. Pero la actualidad no es asunto de este local, por suerte o por desgracia.
Pues el tema que nos regalas de los Hot Rods es muy bueno, no les conocía, así que les meteré en la lista de pendientes. Los Vibrators mezclan el desparrame punk pero como bien dices el fondo es más clásico, buena combinación de lo antiguo y lo nuevo.
ResponderEliminarSí, esa es la esencia de los dos grupos: una mixtura entre lo clásico y los sonidos más actuales en aquel momento. Una mixtura muy frecuente, por otra parte; luego ya lo que eleva a unos y hunde a otros es, lógicamente, su capacidad creativa.
EliminarYa habíamos repasado a estos dos grupos gracias a tu entrada del año pasado. No los tenía muy controlados a ninguno. Y eso de que Eddie & The Hot Rods "se codeen con Ramones o Talking Heads en sus giras yanquis..." me ha animado a repasar esa época y la verdad es que no están nada mal.
ResponderEliminarY el V2 de los Vibrators si que es vitamínico. Aunque creo que Eddie tiene mas enjundia, más recorrido.
Saludosssssssss
Son dos grupos solventes, sin más. Pero como decía antes, nos han dejado al menos un par de discos cada uno de ellos que vale la pena escuchar de vez en cuando: hubo grupos peores y mucho más publicitados, por cierto.
EliminarSaludos mil...
Pues ni conocía a los Eddie & The Hot Rods ni a los Vibrators y los dos me han gustado, especialmente los segundos. Esta época, salvando los ejemplos más típicos, se me escapa un poco así que últimamente en este blog todo es descubrir grupos nuevos.
ResponderEliminarSaludos
El "problema" (bendito problema) de la música, como cualquier otro arte, es la cantidad de creaciones que se han producido a lo largo del tiempo, lo que hace que cualquier oferta de este tipo sea inabarcable. Así que es necesario dejarse llevar por el gusto personal y no agobiarse: seguir el olfato que cada uno tiene, sin más. Ya sabes: relájate y disfruta.
EliminarSaludos mil..
Hola Rick:
ResponderEliminarPues me he tenido que repasar esos discos, que aunque en su dia tenía el de eddie H Hot rods, me ha desaparecido. y los Vibrators en su día no e llamaron la atención.
El de los Hot Rods, comparado con su Teenager Depresion se queda muy justito, aunque comparar algo con ese disco es,isión imposible, pues creo que es de lo mejor que se hizo en la época.
Los vibrators, me han gustado bastante mas, suenan muy frescos y enérgicos.
Bueno, a ver con que nos sorprendes el próximo dia.
Saludos
Jose
Hola, José. Repito lo que dije más arriba: no estamos ante dos grupos revolucionarios ni mucho menos, pero tienen su encanto para escuchar de vez en cuando los dos primeros discos de cada uno de ellos. Viene bien airearse un poco y salirse del camino trillado: tú mismo lo acabas de demostrar con esa flipante colección de folkies escoceses.
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