Tras el éxito fulgurante de “Mr. Tambourine
Man”, Dickson decide que hay que sofisticar el mecanismo comercial de los Byrds con un buen jefe de prensa. Y aquí surge otra conexión con los Beatles:
Derek Taylor, nada menos, será ese jefe. A Taylor lo había elegido Brian
Epstein como asistente personal suyo y director de las campañas de los Beatles,
pero a finales del 64 decidió marcharse porque no se entendía con él (la razón
oficial de su marcha fue en forma de despido, y resultó bastante ridícula: al
parecer Taylor había usado la limusina de Epstein sin su permiso). De todos
modos estaba harto del clima británico, y había decidido establecerse con su
familia en California. Su primer trabajo en Estados Unidos fueron los Byrds,
seguidos por muchos otros: los Beach Boys, Mamas And The Papas o Nilsson, por
citar solo tres, le deben mucho. Como es lógico, lo primero que hace Taylor
es potenciar esa idea que prendía de forma espontánea en quienes escuchaban al
grupo por primera vez: los Byrds son los verdaderos Beatles americanos, sin
discusión, aunque otros sellos estén buscando un nuevo mirlo blanco hasta
debajo de las piedras. Y al más puro estilo Beatles, también los fans enardecidos
comenzaban a formar multitudes rodeando los locales donde actuaban.
A mediados de junio, CBS decidió publicar un nuevo single para alimentar la impaciencia ante el inminente lanzamiento del esperadísimo primer Lp. En la cara A estaba “All I really want to do” –de nuevo una versión de Dylan con el ya inconfundible sello Byrds- y en la B “I feel a whole lot better”, una pieza esplendorosa de Clark que demuestra su talla como compositor; es verdad que hay algunos rasgos que nos llevan a la versión de “Needles and pins” que hicieron los Searchers, pero tampoco se puede negar que tiene espíritu propio, y para muchos fans merecía haber ocupado la cara principal. Por otra parte, justo en esos mismos días, Cher publicó un single en el versionaba la canción de Dylan: ella y su marido habían estado en unas cuantas actuaciones del grupo, y se nota que hay detalles cuando menos “inspirados” en McGuinn y sus socios. Si a esto le sumamos el hecho de que el disco grande salió casi inmediatamente, y que las dos canciones venían en él, es lógico que en Estados Unidos este single no llegase ni al top 30 (a cambio, en la Isla fue un holgado top 5). Y de todos modos la responsabilidad es únicamente de los ejecutivos de CBS, que tras el primer éxito creyeron que cualquier cosa de Dylan funcionaría en las listas, pero se equivocaron de mercado: le fue mucho mejor a Cher, una fuerte apuesta pop de la competencia.
Pocos días después llega ese primer disco grande, que como era costumbre por entonces lleva el título de su reciente éxito. Aparte de las cuatro canciones que ya estaban en los singles, hay otras dos versiones de Dylan: “Spanish Harlem incident” y “Chimes of freedom”; en ambas se paladea esa “atmósfera Byrds” que lo ilumina todo y que por supuesto supera a las originales. De las otras tres versiones que contiene el disco, mi preferida es “The bells of Rhymney”, aunque por supuesto la carga emocional de la letra más esa melodía de canción infantil son la base principal de su encanto. Pete Seeger ya había hecho el “refinado” de la letra, extraída en su mayor parte de un poema compuesto por Idris Davies, un poeta galés, en los años treinta, y cuyo argumento es el diálogo de las campanas de varios lugares sobre un desastre minero ocurrido poco antes (y de forma tangencial, el comportamiento ruin de los patronos frente a los mineros indefensos). Pero quienes elevan esa canción a lo más alto son los Byrds, y la mayor parte de las versiones posteriores está basadas en la suya; por cierto, que George Harrison admitió haber utilizado algunas escalas de McGuinn en esta canción para componer “If I needed someone”. Por último, de las tres nuevas originales hay una, “Here without you”, compuesta por Clark en solitario: se nota su gusto por los tonos melancólicos, con esa belleza añadida de unos juegos vocales que, en efecto, superan a los Beatles. Las otras dos van a medias entre él y McGuinn: en la soberbia “You won’t have to cry” las influencias que ejerce la personalidad de uno y otro van casi al cincuenta por cien, mientras en “It’s no use” se hace más evidente la querencia eléctrica de McGuinn, cumpliendo con esa etiqueta “folk rock” que la prensa ya utiliza para definirlos. Como era de esperar superó el top 10 tanto en Estados Unidos como en la Isla, aunque allí se publicó dos meses más tarde, justo tras su desastrosa primera gira británica.
El desastre comenzó ya por las condiciones climáticas, que dejaron acatarrado a medio grupo. Por otra parte -esto ya se les echaba en cara en su país- su actitud distante, su aparente desgana tampoco les favoreció, teniendo en cuenta que Taylor había cargado las tintas insistiendo en la etiqueta de Beatles americanos: ese truco tal vez funcionase aún en Estados Unidos, pero en la Isla se vio como un poco chulesco. Y por último estaba la nubosidad continua en la que vivían, producto de las ingentes cantidades de marihuana que trasegaban, afectando a su destreza. Entre unas cosas y otras la prensa británica, de Chris Welch para abajo, los vapuleó. Aquí tenemos uno de los comentarios inspirados en su actuación de poco más de media hora en Londres, con un sonido bastante malo, por otra parte: “Creo que son un coñazo. No tienen presentación en el escenario y todos sus números suenan como 'Mr Tambourine Man'. No son malos, solo muy, muy aburridos". Probablemente se pasaron un poco pero en el fondo tenían razón, porque los Byrds -como muchos otros- tardaron tiempo en conseguir un directo aceptable; un directo que forzosamente va mejorando a medida que la venta de sus nuevos discos disminuye. Es un problema bastante frecuente: los músicos más creativos prefieren el estudio a la esclavitud del directo, “embrutececedor”, como muchos lo han calificado. Es útil para rodar las canciones que vayan a formar parte del disco siguiente, pero hasta ahí: si los Beatles, que se lo podían permitir, lo dejaron tan pronto, por algo fue. El directo es la principal fuente de ingresos cuando los discos no se venden lo suficiente, cuando los derechos de autor no bastan para mantener el ritmo de vida al que las estrellas se acostumbran tan pronto. Y eso que estoy hablando de los años 60/70, la edad de oro del vinilo. Los baños de masas no significan nada, digan lo que digan los rockeros irredentos.
Así que, de vuelta al estudio, los Byrds comienzan a preparar el segundo disco grande, que se publicará a principios de diciembre, justo a tiempo para las compras de Navidad. Dos meses antes llega un single que contiene el que será su título, y por lo tanto tema estrella: “Turn! Turn! Turn!”, que subió como un cohete al número uno. Es otra pieza cuya línea musical fue creada por Pete Seeger, esta vez tomando la letra a partir de un fragmento del Libro del Eclesiastés, y que McGuinn ya había reinterpretado en la versión que grabó junto a Judy Collins; aquí, electrificada, se convierte en otra de esas maravillas que casi justifican por sí mismas toda una trayectoria. Como había pasado con su primer Lp, esa canción estrella es también la que abre el disco; tras ella viene la reinterpretación de la que ahora se titulará “It won’t be wrong”, muy bien pulida, y luego “Set you free this time”, de Clark, la primera en un total de tres. Por lo general las canciones de Clark me dan la impresión de estar por encima de las de los otros dos, pero supongo que esto es puramente subjetivo: “Wait and see”, de MacGuinn y Crosby, mantiene el tipo muy bien. Como también es notable la habilidad de McGuinn para encarar las piezas tradicionales, algo que demuestra sobradamente con la hermosa “He was a friend of mine”. Por lo general es suficiente con electrificar la pieza para darle un aire nuevo: eso pasa también con “Satisfied mind”, que tras haber sido interpretada por personajes como Ella Fitzgerald llega a manos de Joan Baez, y de ahí a los Byrds. En cuanto a “Oh! Susannah”, sintiéndolo mucho, no puedo opinar: nunca me ha gustado, la cante quien la cante. Por último, hay otras dos canciones de Dylan, bien resueltas, sin más. En suma, es un disco claramente continuista: si te gustó el primero, te gustará este. Puede que por esa razón las ventas bajaron un poco: un top 20 en Estados Unidos y por debajo del 10 en la Isla. En cualquier caso, estos dos primeros discos marcan la época más popular del grupo en términos de ventas.
Pero esa época toca a su fin, y por medio hay varios conflictos que no auguran nada bueno: Clark ya está cobrando un buen dinero por derechos de autor, y los otros lo envidian; Crosby, además de envidiar a Clark, tiene sus más y sus menos con McGuinn, que al parecer trata de dirigir el grupo con la ayuda de Melcher y Dickson. Según él, entre uno y los otros "boicotean" las canciones que él escribe Y esto es solo por resumir. En cualquier caso, aquí termina el año 65 y con él la fase “beat” de los Byrds, que para entonces ya son más bien los precursores del folk rock. El año 66 será tremendamente convulso, pero ese tiempo ya no es el nuestro ahora. Así que con ellos, a lo grande, rematamos nuestro primer viaje sesentero por Estados Unidos. Lo cual significa que dentro de unos días celebramos el preceptivo fin de fiesta, al que por supuesto quedan todos ustedes invitados. No es necesaria etiqueta.
Celebro especialmente las meritorias alusiones que haces al señor Gene Clark, para mi también, junto a McGuinn, el auténtica alma mater de este grupo impresionante. Su aportación compositiva es de una belleza apabullante, algo que también prodigó en su etapa en solitario (ahí tenemos el fabuloso ejemplo de "No Other")
ResponderEliminarEstos dos primeros discos son una obra de orfebrería, pareciera como si el paso del tiempo les otorgara una pátina aun más esplendorosa, siguen brillando por derecho propio a gran altura.
Y si, efectivamente, su primera gira inglesa dejó mucho que desear y, como comentas, la prensa inglesa cargó contra ellos entonces, a veces con un ensañamiento desmedido, había que salvar el Reino Beatles ante la presencia de estos personajes advenedizos.
Hablando de Crosby, se comentaba entre bambalinas que la mejor "panama red" era la que él conseguía.
¡A ver esa fiesta final!
Saludos,
Mientras Clark estuvo en el grupo, no hay duda de que él era el compositor principal; a cambio McGuinn era el más músico. Y en cuanto a "No other", que claramente es una joya oculta, creo que iría que ni pintado para una de tus entradas en el Spanish Blog: tiene suficiente historia e infortunio como para eso.
EliminarEn cuanto a la gira de marras, yo creo que la cosa va a medias: los comentaristas ingleses tal vez barrían para casa, pero cuando todo el mundo coincide en una opinión, por algo es. Los Byrds, como muchos otros, fueron cogiendo soltura a base de rodaje, pero empezaron bastante verdes.
La especialidad de Crosby, efectivamente, eran los pitillitos de la risa. Según cuentan las malas lenguas, hubo una época en la que andaban todo el día colocados.
Saludos mil.
Entrar en lo que llamas la 'atmósfera Byrds' describe bien lo que supone disfrutar de este grupo: son sus melodías, sus armonías, esa guitarra preciosista, esa finura desde el pop más brillante.
ResponderEliminarA mí también me gustan sobre todo las composiciones de Gene Clark, y de hecho mi canción preferida de estos dos primeros álbumes es ''Here without you'', una canción que además se encuentra entre mis preferidas del pop en general, y que suelo enchufarme bastante, e incluir en mis carpetas y listas de reproducción. La veo como una suerte de evolución, aunque por lo demás no tengan mucho que ver, con el tono que ya había experimentado Clark con ''I Knew I'd want You'''. Por lo demás, podría mencionar unos cuantos temazos de estos discos, pero por no redundar, destacar también entre mis preferidas la de las campanas de Rhymney, que tú destacas. Cuando leí en su día sobre esta canción, me quedé con la anécdota de que los Byrds pronuncian mal ''Rhymney'', que al parecer debe decirse de otra forma en galés (como dirían Asterix y Obelix, ''qué locos están estos galeses''), pero en fin, esto es una irrelevante anécdota; más interesante es lo que comentas de ella por su interés musical, su influencia y su letra.
Es la elegancia del pop de los sesenta en su máxima expresión. Hay que reconocer que en ese tipo de sonido los americanos eran más finos. Los británicos son más contundentes, más directos.
EliminarClark, ya digo, es el compositor principal en estos primeros Byrds. Y su obra posterior, aun siendo un tanto irregular, tiene momentos sublimes (¡ay, ese "No other!). Ah, y lo de "Rhymney" creo que se lee "rumney". El idioma galés se las trae: es como el vasco de Gran Bretaña.
Saludos mil,
A mí me suenan sobre todo pop, aunque esto de las etiquetas es complicado y a veces no excluyente. Las melodías son perfectas, quizás algo blandas, pero no seré yo el que se queje por eso. Y lo que hablas del directo, en la época dorada del vinilo muchos grupos pasaban olímpicamente de él. Un par de conciertos de promoción y a tirarse a la bartola. O sonaban malísimamente en un escenario. Hoy eso ha cambiado, en los conciertos es donde está la pasta, eso que hemos ganado.
ResponderEliminarNo cabe duda de que los primeros discos de los Byrds están más cerca del pop que de cualquier otra cosa. El rock empieza a partir del tercero, con Clark ya fuera del grupo.
EliminarEn cuanto al directo, siempre ha habido de todo. Yo no puedo hablar mucho sobre eso, porque siempre he preferido el disco a las actuaciones, y por lo general solo he ido a ver grandes grupos que me interesaban mucho. Como casi todos los he visto en España y aquí la mayoría tardaron en llegar, nunca me decepcionó nadie, que yo recuerde: casi todos llevaban ya bastante tiempo de rodaje.
Y es verdad que hoy en día (hace mucho tiempo ya) es en el directo donde está la pasta, pero de ningún modo creo que eso sea una buena señal.
Otros de los que poco hay que añadir. Solamente que la comparación con los Beatles no lo veo demasiado. Creo que son mas similares a los Searchers, que ademas spn contemporaneos.
ResponderEliminarLos primeros lps son para enmarcar e insuperables.
Saludos
Jose
Hola, José. Creo que esa comparación siempre se ha hecho refiriéndose a su importancia, a su influencia sobre los músicos que vinieron luego, y en ese sentido sí son comparables. Luego ya bajo el punto de vista puramente musical cada uno tiene su estilo, evidentemente. Los Searchers pueden sonar más parecidos en un primer momento, pero ni de lejos llegan a la altura de los Byrds.
EliminarSaludos mil.
Algunas de estas canciones que comentas aquí, han sido parte importante de mi vida (y supongo que de la de alguno más de los habituales de este Bar). Por ejemplo Turn! Turn! Turn! por nombrar alguna. Y no tengo mucho más que añadir, está casi todo dicho (y bien contado) en la presentación y en los distintos comentarios. Seguiremos on the road.
ResponderEliminarSaludos
Son clásicas, y como tales pertenecen a la memoria colectiva de tres o cuatro generaciones ya. Los Byrds tenían esa alma poppie que se nos hace tan cercana algunos, ¿eh, Bab?
EliminarSaludos mil.