“Lo que tenía de revolucionario el glam rock habría que buscarlo en la liberación sexual. La imagen de los grupos podía servir de revulsivo, como comprobó Sweet en su visita a la TVE franquista. Cuando los músicos salieron de sus camerinos pintados como puertas, alguien decidió que eran demasiado para el telespectador, aunque estuvieran anunciados en un programa de la segunda cadena: "¡Son unos maricones!". Sin embargo, eran heterosexuales.”
Diego A. Manrique. El País, 17.04.2011
Siguiendo con los grupos más notables de la cosa glam, llegamos a Sweet. No han conseguido mantenerse en la memoria colectiva al mismo nivel que T. Rex o Slade, pero probablemente tampoco lo intentaron porque sus expectativas eran más modestas: vivir de la profesión todo el tiempo que fuese posible. Y eso lo consiguieron de sobra, ya que con unas u otras formaciones el grupo sigue aún en la carretera. Atacaron todo tipo de material, desde las canciones chicle y el pop más baboso hasta el metal; su época más brillante lo fue gracias a unos compositores sagaces ayudados por un gran productor, y si se apuntaron a las vestimentas estrafalarias fue por pura conveniencia. Pero todo eso ya no importa mucho: tuvieron su momento de gloria y han dejado algunas canciones inolvidables.
De nuevo estamos ante unos corredores de fondo cuya trayectoria viene de los años 60. Allá por el 62 nació en Londres una de esas bandas de quinta fila que sin embargo tuvo un largo recorrido: los Unit 4, que dos años después pasan a llamarse Wainwright’s Gentlemen, justo cuando la Isla estaba dividida entre los fans del beat, los declinantes rockeros y la nueva ola mod, devota del r’n’b, el soul y la Motown. A esa nueva ola se apuntan los Gentlemen, que como muchas otras de aquel tiempo se convirtió en un vivero de músicos. De ellos el más famoso, esto lo saben bien los fans de Deep Purple, fue Ian Gillan, uno de sus primeros cantantes, que entró en la banda a finales del 64 creyendo que tenían un contrato para grabar; pero la cosa no pasó de unas maquetas, y a mediados del 65 se marchó a Episode Six (donde militaba un tal Roger Glover). Su llegada había sido seguida muy poco después por una señorita que también cantaba, para dar más vuelo a las posibilidades del material, y por un nuevo batería: Mick Tucker, sin antecedentes conocidos salvo que era fan de Elvis (¿?). Pero la señorita se marcha el año siguiente y es sustituida por Brian Connoly, un antiguo marino mercante que lleva un tiempo haciendo gorgoritos en pequeñas bandas. A finales del 67 los Gentlemen deciden que el rockero Tucker no cuadra en una banda soul, y lo despiden; Connolly, que ya no estaba muy a gusto con ellos, lo acompaña, pero en cualquier caso aquel grupo no dura mucho más. Queda para la historia una maqueta rescatada de la época de Gillan, el “Ain’t that just like me” de los Hollies, a la que dan un tono soul muy agradable y en la que se puede oir la batería de Tucker: eso es todo.
Tucker y Connolly deciden crear su propia banda y contratan a Steve Priest, un bajista cantante que han conocido en una actuación de los Army, otro diminuto grupo de la época; de momento a la guitarra estará Frank Torpey, un colega de Tucker que también había pasado por los Gentlemen. El grupo se bautiza como The Sweetshop y comienza a rodarse en directo haciendo versiones poperas e incluso psicodélicas, pero sin material propio. Al igual que pasó con Slade su nivel técnico es bueno, y eso hace que el por entonces muy activo sello Fontana los contrate poco después que a Holder y compañía, pero hay un problema: Mark Wirtz, productor de moda, está usando ese nombre junto a su esposa, la guapa cantante Ross Hannaman, en algunas piezas de “A Teenage Opera”, una ópera de tono pop psicodélico que iba a ser la octava maravilla del mundo pero que se quedó en proyecto: solo se publicaron algunas canciones sueltas. Así que nuestros amigos deciden recortar su nombre comercial y dejarlo en Sweet. El nuevo grupo graba su primer single en verano del 68 con dos canciones suministradas por sus jefes: la cara A se titula “Slow motion” y es una especie de pop con pretensiones “corales” que no llegó a ningún sitio; “It’s lonely out there”, la B, no era mejor: una melodía de tono orquestal, en plan festivalero, que sonaría más propia si la defendiese un solista y no un grupo. Fontana los echa, y les hace un favor: no sé qué esperaba ese sello con semejante propuesta, que aún encima no tuvo la más mínima promoción y salió en tirada reducida (el single vale hoy un montón de dinero).
En fin, sigamos. A mediados del 69 Torpey abandona el grupo y es sustituido por Mick Stewart, que además de haber tocado en pequeñas bandas es también músico de estudio. Los ficha EMI, pero demuestra tener pretensiones parecidas a Fontana: “The lollipop man”, la cara A de su primer single, es una tontería de estilo chicle pop compuesta para el grupo por gente de la casa. Sin embargo tienen el detalle de permitirles una pieza propia para la cara B: “Time”, que es bastante mejor y que con el paso del tiempo se ha convertido en integrante de algunas recopilaciones psicodélicas. En todo caso el disco se hunde con la misma facilidad que los otros dos que grabaron para ese sello ya en 1970, dos pequeños horrores que es mejor evitar. Aunque… de nuevo nos llevamos una sorpresa en la cara B del segundo, compuesta por Stewart y que anticipa en cierto modo el tono que tendrán después: “The juicer”, un hard rock solvente, sin nada que ver con las caras A de esos tres discos y que nos hace lamentar la escasa producción propia de Sweet por entonces.Y a finales del 70 ocurren varias cosas seguidas: Stewart se marcha; poco después llega Andy Scott, con una trayectoria como músico de estudio muy solvente, y ya tenemos el cuarteto de gala; EMI los despide y es un nuevo favor, porque gracias a eso recuperan el trato con Phil Wainman, su primer productor (otro clásico del negocio), que vuelve a serlo a partir de ahora; y este les consigue un contrato con la RCA además de presentarles a Mike Chapman y Nicky Chinn, un dúo de compositores que está empezando su carrera y que en poco tiempo se consagran como figuras señeras en la historia del glam.
El dúo Chapman-Chinn pasa a ser una referencia casi omnipresente en los discos de Sweet desde 1971 hasta el 74, es decir, en su época gloriosa: salvo algunas caras B y dos o tres canciones de relleno en su único LP de ese trienio, el resto son composiciones de esos señores. Aunque la calidad no parece ser su objetivo, y aunque en la mayor parte de los primeros singles ni siquiera toca el grupo, hay que reconocer que en lo comercial la cosa mejora mucho. En 1971, y tras un popera “Funny funny” que roza el top 10, llega un número dos con “Co-co”, una canción bastante horrible pero que conquista también el continente; siguen escalando puestos y entre el 72 y 73 no bajarán del top 5 gracias a dos hechos importantes: un poco hartos de tanto baboseo, Sweet fuerzan a sus compositores a que endurezcan las canciones y las acerquen al estilo original de la banda, además de que a partir de entonces serán ellos mismos quienes graben todos los intrumentos. Es entonces cuando realmente demuestran su potencia: “Blockbuster”, “Hell raiser” y “The balroom blitz”, sus tres éxitos del 73, son el mejor ejemplo. Y por otra parte su aspecto ha “evolucionado”: lo primero fueron aquellas espléndidas melenas, brillantes, sedosas… a partir del 72, al amparo de la moda imperante, comienzan a mostrarse con ropas brillantes, botas de plataforma, rímel y mucha pintura (¡y qué guapo estaba Mick, con ese pelazo negro, esa pinta de buscona veterana pero aún tan atractiva! Ejem... me callo). Sweet son ahora los señores del glam metal, un género que probablemente inventaron ellos.
Pero no están a gusto ni con esa imagen tan forzada ni con la dictadura de Chapman y Chinn: en 1974 deciden que aun aceptando algunas canciones suyas, la dirección de la banda y el grueso del material estarán a cargo del grupo. Publican “Sweet Fanny Adams” en la primavera de ese año y resulta ser el único LP del grupo que llega a las listas isleñas, aunque no pasa de un top 30. El sonido de ese disco es un cruce entre su estilo anterior y un hard/heavy que tal vez resultó demasiado novedoso para la época; algunos fans consideran que es uno de los cimientos de lo que luego se llamó “hair metal”, pero en aquel momento no había mucho público para ese estilo. También los singles comienzan a resentirse, aunque entre sus ventas y las giras el grupo se defiende bien. Hay un nuevo LP ese año, “Desolation boulevard”, en un tono muy parecido al anterior y que no llega a las listas: resulta evidente que los fans de Sweet son de singles, y que comienzan a desilusionarse. El canto del cisne llega en 1975 con “Fox on the run” (nada que ver con la que popularizaron Manfred Mann), que alcanza el puesto dos, compuesta por el grupo y que recuerda sospechosamente a Slade. A partir de ahí ellos se lo guisan y se lo comen, tanto en composición como en la producción; y su carrera en la Isla será anecdótica, pero en algunos países europeos y en los States tendrán un cierta proyección gracias a los nostálgicos y a las tribus rockeras que se rinden ante los supuestos encantos de ese hair metal que comienza a ponerse de moda. Hasta hoy mismo.
Y como aquí lo que importa son los buenos momentos, les dejo los tres cañonazos del año 73 y el canto del cisne. Hay otras cuantas memorables, pero estas son mis preferidas. Y no solo mías, que conste: muchos de mi edad recordarán las máquinas de discos de los bares y otros lugares de esparcimiento echando humo con estas cuatro joyas.
Bueno pues otra tarde en la que puedo escuchar tranquilamente esto del Glam. ¿Que quiere que le diga? Estos tipos no fueron "respetables" para mi persona hasta después de Naranjito, cuando mis hermanas comenzaban a explicarme cosas que mis padres no entendían.
ResponderEliminar¡El Naranjito! Ya no me acordada de él... cuántos años. Ahora, lo de sus hermanas y padres es perfectamente lógico: a muchos les pasó algo parecido, porque las generaciones anteriores no estaban preparadas para este tipo de sucesos. Casi lo mismo que había pasado en los años 50 con el rock and roll, por cierto.
EliminarLo siento, Rick, pero ni Sweet ni Slade me llamaron mucho la atención en su momento y los vuelvo a oír ahora y tampoco me dicen gran cosa. Cuestión de afinidades. Solo me parecen grupos correctos, con su gracia y demás. Sin embargo, Bowie Lou Reed o Marc Bolan si que me llegaron hondo, hicieron algo "grande" en la música; para mi hay una gran diferencia entre los que he nombrado y estos grupos (Slade o Sweet)
ResponderEliminarPero claro, esto es solo mi impresión particular, sin ánimo de menospreciar a nadie, por supuesto.
Saludossssssssssssss
Yo creo que ni siquiera es una cuestión de afinidades, mister Babelain. Simplemente, estamos hablando de bandas de baile, no hay que ir mucho más lejos. Por supuesto que Bowie, Lou Reed y compañía (incluso T. Rex, aunque con reparos) son otra cosa, pero como dije al principio de esta saga ese tipo de personajes están en otra dimensión. Y en todo caso, creo que estos merecen al menos un pequeño reconocimiento. Por eso, por habernos hecho bailar. No todo es seriedad y "buen gusto", ¿no?
EliminarEl ser humano tiene muchos registros y el amante de la música como ser humano que es también los tiene. Hay momentos para la intensidad, para el rigor, para comerse la cabeza y hay momentos para echarse el mundo por montera divertirse, bailar y hacer el hortera que en muchas ocasiones es de los más saludable. Yo no le pido a Sweet que me libere de las atrocidades de la vida contemporánea, ni que me de a probar exquisitos manjares con su repertorio, solo le pido que me divierte un rato con sus ritmos machacones, sus letras básicas a lo Tarzán y sus gritos. Y a fe que lo consiguen e incluso con ese ritmo brutal con que comienza y continua su celebrado Ballroom Blitz me llevan a dimensiones que otros grupos de más enjundia y prosopopeya no pueden conseguir.
ResponderEliminarUn abrazo
Exactamente, herr doktor: ese es el punto. Los grupos "serios" son para otra cosa muy distinta que estos. Los grupos serios nos acompañan tal vez toda la vida, son nuestro "alimento espiritual", si nos ponemos en plan trascendente. Estos son para bailar, para tararear sus canciones, y en ese sentido merecen también un respeto. Nadie pide más, y desde luego no sería yo el que recomendase la audición de toda la obra de este tipo de gente. Pero esas tres o cuatro canciones que ha dejado cada uno están en nuestra memoria, queramos o no. Y digo yo que por algo será.
EliminarHola Rick:
ResponderEliminarEn el anterior post iba a apostar a que pondrías a Sweet, pero me raje, hay que arriesgar mas en la vida.
Pues los Sweet, aunque siempre se les ha metido en el mismo saco que a Slade, no creo tengan nada que ver, nunca fueron santos de mi devoción, aunque reconazco que tienen alguinos buenos cañonazos sueltos, para ser sincero nunca he escuchado un Lp entero, aunque si muchas cosas sueltas.
Ya te comenté al principo que nos ibamos a meter en terreno pantanoso, y así parece, bueno, por lo menos lograron hacer disfrutar a mucha gente, que ya es mucho.
Visto como va la cosa, casi apostaría a que le toca el turno a Gary Glitter.
Gracias por hacerme escuchar cuatro temas de los Sweet, que si no es por tí quizás ya no los vuelvo a escuchar en la vida.
Saludos.
Jose
Hola, don José. Sí señor, tras Slade tenían que ir Sweet. De ese modo, tenemos ya los tres grupos más notables de la época glam. Hay algunas diferencias entre estos y Slade, es verdad, sobre todo por el hecho de que Slade componían su material y estos no lo hicieron hasta que comenzaron a diluirse; por otra parte, Slade fueron siempre una banda de rock mientras que estos tardaron su tiempo en llegar ahí. Pero en esta época no había tanta diferencia: el glam los hermanó durante ese tiempo.
EliminarY ahora no va Glitter, por razones de tipo "organizativo": antes habrá otras cosas. Pero pronto llegará él, no lo dude.
Pues a mi estos "chicos/as" también me traen buenos recuerdos. Los Sábados por la tarde en las discotecas, entre tema y tema funky, dejaban caer alguna canción de los Sweet para que los bailongos vacilones de turno, cambiásemos durante un rato la forma de agitar las alas y pegásemos algunos botes, imitando los movimientos de los guitarristas y haciendo como si supiéramos tocar. En fin, era lo que había.
ResponderEliminarMe han gustado los temas escogidos. A mi como al amigo Jose, tampoco se me hubiera ocurrido escucharlos jamás.
Un saludote, Sr. Rick.
En eso estamos, don Antoni: en los bailes, las discotecas y el despendole. Que no todo va a ser King Crimson o Left Banke, coño. De vez en cuando apetece menearse un poco, hasta pasarse de vueltas si cuadra, y para eso eran perfectas este tipo de bandas. No hay que buscarle tres pies al gato.
EliminarEs más: creo que se respeta muy poco a las canciones y a los grupos de baile, y me parece una injusticia. Cada cosa tiene su momento, y a mí por lo menos me han hecho tan feliz las largas tarde apoltronado en el sillón oyendo a la gente "seria" como las noches bailando a este tipo de grupos y a todo trapo.
Llama la atención que muchas de estas bandas del glam acabaron en el género un poco por casualidad y después de probar fortuna en otros géneros
ResponderEliminarEsto es una fiesta, vaya temazos. Un poco teatrales, un poco heavys blandengues, pero con himnos que funcionan, sobre todo en los garitos de roquers aguerridos a partir de ciertas horas en que hay más cerveza que sangre en las venas.
Pues sí, señor Chafardero: la mayoría de los integrantes de la ola glam se metieron ahí por interés, para reactivar unas carreras por lo general marchitas. También los nombres señeros como el de Bowie, Stewart y compañía lo hicieron, pero en su caso fue una fase de ascenso, por decirlo así: tenían creatividad de sobra, y lo único que hicieron fue dar el salto definitivo. Los demás, los pequeños, los que estamos viendo en esta saga, vivieron su momento de gloria y luego se fueron difuminando.
EliminarEn la anterior entrada sospeché que en ésta vendrían los Sweet. No por perspicacia ni por conocimiento (algo que está claramente sobrevalorado), sino porque siempre me los he confundido. Ya sé, ya sé. Son muy distintos. Peor quedaré si uno a estos dos a los Status Quo, que no entran ni con fórceps en el mismo cajón. Soy así de torpe, pero siempre los consideré similares. Salvo por el “Hello”, prefiero a los dos primeros.
ResponderEliminarPero vuelvo a lo que dije y dicen los demás: nos han dado muy buenos ratos.
Salud.
Hombre, una confusión la tiene cualquiera. Pero no, Status Quo y Sweet no tienen mucho que ver. Comenzaron por la misma época, más o menos, y los Quo tampoco es que tuviesen mucho éxito hasta los años 70 salvo por algunas canciones medio psicodélicas. Luego sí que se hicieron de oro a partir del 71 con el "Dog of two head", que fue un cañonazo incluso aquí. Toda la década de los 70 fueron una banda de muchas ventas y de singles irresistibles, pero ya digo, tenían más enjundia. Aunque a partir de los 80 se me hacen un poco patéticos, la verdad.
EliminarSweet fueron el flash de dos o tres años, no más. Pero ¿a que conocía de sobra estas cuatro canciones al menos, eh? Pues esas pequeñas cosas son lo que cuenta.