miércoles, 23 de abril de 2014

El planeta Glam (VI)



Hoy nos visitan dos rockeros de la vieja escuela, admiradores de Elvis, Holly, Vincent y en general del sector blanco de aquel estilo; y una vez más estamos ante la demostración de que el glam es oportunismo puro: tanto Gary Glitter como Alvin Stardust, que así se hacen llamar ahora nuestros invitados, son veteranos con unos cuantos años de trabajo a sus espaldas cuando deciden apuntarse a esta moda para relanzar sus maltrechas carreras. En ambos casos la inercia que les dio este nuevo período fue suficiente para seguir en el negocio durante mucho tiempo, aunque la mala cabeza de uno y los variados intereses del otro hicieron que su presencia fuese más como revival anecdótico que otra cosa. 

Paul Gadd es un muchacho problemático que en 1959, con solo quince años, llega a Londres para establecerse como cantante de rock and roll y baladas, al estilo de su amado Elvis. Y cae en gracia a Bob Davis, un productor de televisión que lo bautiza como Paul Raven, le busca un contrato con la DECCA y lo lanza a principios de 1960 con “Alone in the night”, una balada del montón. Bob se desilusiona y vuelve a sus trabajos televisivos, pero al año siguiente Paul consigue un contrato con Parlophone y graba dos nuevos singles: “Walk on boy”, que me recuerda vagamente a Holly con los Crickets, y “Tower of strengh”, con un aire soul pop muy agradable (tal vez influenciado por los cantantes del tipo Jackie Wilson: algo de eso hay en su voz). Pero esos ritmos están pasando de moda ante la llegada del beat, y la carrera musical de Paul queda estancada durante varios años en los que sobrevivirá con pequeños trabajos en la televisión o acompañando a algunos grupos de relleno en giras isleñas y alemanas. Eso sí: durante su estancia en Parlophone ha sido ayudante de George Martin, y con esa credencial CBS le permite ponerse frente a la mesa de mezclas para producir en 1966 “Security”, una versión de Otis Redding interpretada por Thane Russal (a.k.a. Doug Gibbons), que con sus arreglos tremebundos en plan rockero ha quedado para la historia como una de las piezas más codiciadas en ese “género” ahora llamado freakbeat. La tienen a su disposición aquí (es la sexta).

Paul vuelve a grabar a su nombre en 1968 gracias a otro personaje para el que había trabajado: el gran Mike Leander, productor y compositor cuya hoja de servicios es apabullante. Mike le consigue un contrato con la MCA y escribe las dos canciones de su primer single en ese sello, pero una vez más suena desfasado; y el segundo, cuya cara A es una versión de la clásica “Soul thing” no puede competir con las que ya existen en esa época. Así que de nuevo lo tenemos compuesto y sin sello, hasta que llega el glam y ve la luz: pasa a llamarse Gary Glitter, vuelve a sus orígenes rockeros, cambia su tono de voz y se pone a escribir canciones a medias con Leander. A principios de Marzo del 72 aparecen al mismo tiempo el LP “Glitter” y el single “Rock and roll” (partes 1 y 2); el disco grande se vendió bien, y el single llegó al número dos en la Isla mientras en el resto de Europa anduvo entre el top 5 y el 10: se había consagrado a la primera con una canción de alabanza a ese viejo género, que en la cara B se convertía en una instrumental desarrollando el ritmo básico, casi monocorde pero con mucho gancho. Ambas caras eran buenas para la discoteca, siendo una continuación de la otra; y ahí demostraron Glitter y Leander su conocimiento del negocio, ya que si querias pincharlas seguidas –mezclarlas- no tenías más remedio que comprar dos copias: en el LP también estaban separadas. 

A partir de ahí, sus singles no bajaron del top 10 en tres años. Las canciones estaban en su mayoría cortadas por el mismo patrón y alternadas con versiones de los clásicos, pero sus fans isleños se lo aplaudían todo. Si a esto sumamos sus vestimentas marcianas, relucientes, puro “glitter” que él elevó a categoría (el glitter rock, mismamente), el conjunto era demoledor: en cierto modo estábamos ante un Elvis actualizado, ante el verdadero sucesor glam del Rey. Pero no duró tanto su fama: a mediados del 75, consciente de que su momento había pasado, se tomó un respiro para volver luego a explotar la memoria de aquellos años; esa carrera, con altibajos, duró hasta hace poco, acosado por las denuncias de pedofilia, juicios e incluso cárcel. Y nosotros, como siempre, nos quedamos con los buenos momentos: 




Y ahora una tierna historia, casi de cuento de hadas: Bernard Jewry, un chaval que vive en Nottinghamshire, se queda todas las noches clavado a la radio, ya que puede escuchar la emisora de la base americana y Radio Luxemburgo. Es fan a muerte de Buddy Holly, pero le gusta tanto el country como el blues: sus aficiones van desde los vaqueros cantantes como Gene Autry hasta los guitarristas negros y también cantantes como B.B. King. Sus papás le regalan su primera guitarra, a la que bautiza como “Peggy Sue”; y en 1958, con dieciseis años, Holly actúa cerca de su ciudad con los Crickets: corre a verlos, acompañado de esa guitarra. Por un guiño del destino consigue acercarse a él, caerle en gracia y minutos después… ¡Holly y los Crickets se ponen a tocar “Peggy Sue” en el camerino con Bernard de segunda guitarra y voz! Pero la historia va por otro lado: Bernard se ha hecho amigo de un tal Johnny Theakstone, que canta en un grupo y en 1960 decide cambiar su nombre por el de Shane Fenton, que resulta más eufónico. Shane Fenton y Los Fentones envían una maqueta a la BBC con la ilusión de aparecer en “Saturday Club”, un programa de jóvenes talentos, pero fue lo último que hizo este muchacho: pocos días después muere por un fallo de su debilitado corazón, herencia de unas fiebres reumáticas que había tenido de niño. Los músicos, devastados, disuelven la banda. Y entonces llega una carta de la BBC citándolos para ese programa. La madre del pobre Shane habla con los chicos y les ruega que, por la memoria de su hijo, se reúnan aunque solo sea para esa actuación. Ah, y el cantante, por favor, que sea su amigo Bernard. Y que se presente como Shane Fenton, para mantener el hechizo de esa noche única. ¿No es como para echar el moco? 

Porque claro, Shane Fenton y los Fentones acudieron a ese programa… y siguieron adelante con ese nombre durante mucho tiempo; y aunque casi todo su material eran versiones, en aquella época llegaron a ser asiduos de la BBC. En 1961 fichan por Parlophone, y durante tres años grabaron algunos singles que abarcan el rock and roll tradicional, las baladas ya casi al estilo highschool e incluso piezas instrumentales surf que por lo general aparecían a nombre exclusivo de los Fentones, como hacían los Shadows. El problema era que el beat estaba acabando con todo aquello, y este grupo, como muchos otros, quedó confinado a las giras nostálgicas por media Europa. Allá por el 65 nuestro amigo prueba fortuna como productor, cantante de cabaret y algunas otras ocupaciones para volver durante un tiempo al circuito de la "memorabilia". Cuando comienza la oleada glam surgen algunos sellos discográficos pequeños que tratan de rentabilizar esa moda alternándola con los estilos tradicionales, y una de ellas es Magnet Records, fundada en 1973: Hal Carter, un colega suyo desde mucho tiempo antes, le presenta a Peter Shelley, compositor y cazatalentos que ha creado el sello junto a Michael Levy. Pero esa presentación proviene de una casualidad originada por un nuevo giro rocambolesco: 

Shelley había compuesto tiempo antes una canción titulada “My coo ca choo” y decide usarla para inaugurar el sello; la graba con su propia voz, aunque su trabajo no es ese. Publica el single en otoño del 73 bajo el seudónimo de “Alvin Stardust” y, para su sorpresa, se coloca en el top 30 en menos de una semana. Y ahí vienen los “problemas”: la BBC quiere una actuación del tal Alvin, pero Shelley no desea entrar en ese mundo. A toda prisa él y Levy buscan a un cantante que asuma esa responsabilidad, y entonces Hal les trae a Shane: sus credenciales de rockero curtido cuadran con la idea de Shelley y Levy, que lo aceptan de inmediato. Y por fin la BBC tiene a Alvin Stardust: tras su presencia, embutido en guantes y ropa de cuero negro, casi estático, con aquellas patillas, otra visión alternativa de Elvis, el single llega al segundo puesto de las listas isleñas con su ritmo de boogie (sospechosamente parecido al "Spirit in the sky", un cañonazo de Norman Greenbaum en 1970) y una letra bastante tonta. Como es lógico hay que aprovechar el tirón, y a principios del 74 llega su número uno: “Jealous mind”, también compuesta por Shelley en un tono parecido a la anterior, pero con resabios del venerado Buddy Holly o el propio Elvis en el canto de Alvin. 

Ese año fue el único realmente brillante en su nueva carrera, porque la cosa no tenía mucho fondo; a partir de entonces fue decayendo, pero sus años con los Fentones le vinieron bien para recuperar el fervor de los nostálgicos. Y luego alternó las giras en esos circuitos con su afición por actuar en el teatro y en seriales de radio. Su carrera aún sigue, y hay gente tan importante como Keith Richards que lo considera “el padrino del rock and roll británico”, nada menos. No sé si será para tanto, habiendo los competidores que hay en ese puesto, pero en fin… Aquí les dejo las dos canciones más representativas de su breve estrellato glam. 





16 comentarios:

  1. Estamos de un bailongo subido, no vea cómo disfruto de estos temas tan pegadizos. Gary Glitter siempre me ha parecido el prototipo de rock star, excesiva y delirante, y con el mejor fondo de armario del negocio.
    La historia de Bernard-Fenton-Alvin es curiosa, parece que solo suplantando a los demás alcanzaba el éxito. Su voz me parece un poco blanda, pero los temas son de recibo, sobre todo porque no los conocía.

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    1. Me alegra que disfrute con estos temas, señor Chafardero: es evidente que usted y yo somos una exigua minoría desde que comenzó esta saga glamurosa. El look de Glitter, cierto, era delirante; pero no menos lo fue, en otras épocas, el armario de los rockeros clásicos: el circo es un ingrediente fundamental en este negocio, ya lo decía Zappa.

      En cuanto a Bernard y sus suplantaciones, es verdad que su historia es un poco deprimente. Pero este asunto, el de las suplantaciones ya ha ocurrido otras veces, y al final lo que cuenta es, una vez más, el show. Bernard era, simplemente, un profesional, sin más.

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  2. Acabo de terminar el artículo. Muy bueno, como de costumbre, aún tratándose de dos nombres -a mi juicio- muy menores de la movida glam (me parecen una cosa ya demasiado sintetizada al lado de lo que facturaban unos Slade, por ejemplo).

    Ha habido un dato, un concepto, que me parece digno de reseñar acerca de Alvin Stardust (al que conocía de oídas y poco más): Por lo que leo, toda su carrera musical se basa en la usurpación, en ser él y no otro. Primero poniéndose en las botas del fallecido colega Shane y luego enfundándose en el -ceñido- traje de Alvin Stardust. Ah, la identidad, esa ramera...

    Saludos.

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    1. Gracias, mister DeVille. Estoy de acuerdo en que estos dos nombres pueden considerarse “menores” en el asunto glam, pero también hay que tener en cuenta el distinto impacto que esta moda tuvo en la Isla comparado con el que tuvo aquí: mientras en España han quedado para el recuerdo no más de una docena de canciones en total, la Isla lo vivió con mucha más intensidad. Glitter, por ejemplo, y a pesar de sus truculentos y sucios problemas con la Ley, sigue siendo una celebridad.

      En cuanto a Alvin, pues sí: es una historia de suplantaciones. Pero como le digo al señor Bubo, esto no es nuevo en el negocio. La identidad, si nos movemos en las escalas del pop más adolescente, no tiene tanta importancia. El asunto de la honradez posiblemente solo lo exijan algunos fans del rock “consecuente”: el pop es bastardo, la ética no es necesaria y lo único que cuenta son las canciones. Por suerte, añado yo.

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  3. Otra vez en terreno pantanoso.
    Ya lo siento, (mentira), pero ni uno ni otro, el Glitter por lo menos tuvo un temazo, el rock and roll, pero es muy triste que a alguien se le recuerde solo por una canción, y el Stardust, la verdad nunca me intereso, y los dos temas que has puesto me dejan indiferente.
    Será cuestión de gustos, pero es la grandeza de la música, si a todos nos gustase lo mismo sería muy aburrido.
    Bueno Rick, por eliminación intuyo que el próximo va a ser de mi gusto.
    Un saludo
    Jose

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    1. Tranquilo, don José. Ya falta poco para acabar esta saga. A Glitter, como he dicho antes, se le valora mucho más en la Isla que aquí, y por supuesto no solo por una canción. Hay que recordar que esta es una movida esencialmente británica, y allí son mucho más respetuosos con estas cosas. Que conste que no los defiendo por eso, pero conviene entender la mentalidad isleña para comprender el éxito que tuvo toda esta gente.

      ¿Por eliminación, dice usted? Uffff… me temo que no: los próximos invitados del bar posiblemente le parezcan más indigestos aún. Pero como le digo, no sufra: pronto terminamos.

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  4. Esta vez si que me pilla totalmente desarmado. De los dos, sólo Gary Glitter me suena, y como bien dice el amigo Jose por un sólo tema, aunque eso si, muy conocido y asociado a mis recuerdos de adolescencia, con las máquinas de singles en los bares y en los billares. Dos canciones por un duro. No era mal negocio.
    Mi paciencia no tiene límites, pero ya tengo cierta curiosidad por saber lo que nos depara el próximo post.

    Un saludote.

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    1. El “Rock and roll” de Glitter es una de esas canciones que todo el mundo recuerda y que aún encima ha sido rescatada en algunas películas del cine social inglés. Y las máquinas de singles… a saber cuántos duros nos habremos gastado en ellas, ¿eh, don Antoni? En cuanto a su paciencia, me temo que va a tener que demostrarla de nuevo: lo que viene ahora tal vez no sea muy de su agrado. Otra vez.

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  5. En mi adolescencia primera Gary Glitter era el rey del glam, o del gay power como se decía por entonces y solo le hacía sombra Bowie. ¿Por cierto lo del Alvin Stardust es anterior o posterior a Ziggy Stardust? ¿Uno copió al otro? Cualquiera de estos mitos de las pistas de baile son puro trabajo de producción y la sustitución de una voz por otra tiene relativa importancia. Lo que no me ha quedado claro es si la versión que pones de My coo ca choo es cantado aquí por el primer Alvin o por el segundo.
    Saludos

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    1. En España los personajes como Glitter tal vez fueron más conocidos por su imagen que por sus canciones, herr doktor. Yo creo que aquí no cuadraba esa fama con su verdadero nivel de audiencia, que como dice don Antoni no pasó mucho de su primer single. En cuanto al apellido Stardust, primero se le ocurrió a Bowie; es posible que Shelley lo haya copiado, aunque de todos modos palabras como "stardust", "glitter" y otras son muy socorridas en el mundo de espectáculo. Precisamente por eso tanto Bowie como los demás echan mano de ellas.

      Y el asunto de “My coo ca choo” es más retorcido de lo que parece. Solo hay esta versión, y su cantante real es Shelley. Esto fue reiterado por Michael Levy no hace mucho, a pesar de que en algunos sitios internáuticos dan por sentado que fue Alvin. Eso parecería lógico, pero no lo es tanto: por entonces, en el mercado de la serie B, hubo muchos casos de “suplantación” en los que cantaba uno y luego se presentaba otro. Una de las exigencias del dúo Levy-Shelley era que el aspirante tuviese una voz muy similar a la de Shelley precisamente porque el disco ya había sido lanzado y no había modo de volverse atrás. Pero aún hay gente que va más allá y sugiere que también “Jealous mind” está cantada por Shelley. En fin, puro show business.

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  6. Admirado míster Rick:

    Por razones ajenas a mi voluntad, de nuevo me veo en la imposibilidad de escuchar su obsequio musical (es muy tarde; ya lo haré). Por ello, seguiré ignorando al segundo invitado de esta entrega. La vida es así de dura.

    Al señor Glitter ya lo conocía, claro; y estoy de acuerdo con usted y con sus parroquianos habituales: Contundente su única canción. Por cierto que los futuros Barrabás de Fernando Arbex me lo recordaban. Otra duda que me queda es quién fue el primero en ponerse brillante, pues tenía la nebulosa idea de que lo había sido un tal Liberace; curioso espécimen de gran éxito, que incluso fue llamado The Glitter Man. Pero qué más da.

    Salud.

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    1. Admirado mister Pez:

      Es usted muy original: asociar “Boogie rock” de Barrabas con el “Rock and roll” de Glitter ha sido una buena idea. Es innegable que hay muchas similitudes, aunque también lo es que el boogie tiene una estructura muy reconocible. En cuanto a Liberace, también ha estado bien ahí: aunque es un personaje que me da un poco de grima, no puede negarse que tiene mucho de glam-uroso. Y glitteriano, por supuesto.

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  7. En las dos fotos que has puesto, se ve perfectamente de que van estos personajes. Tanto Gary Glitter, como Alvin Stardust, me parecen prescindibles a nivel musical. Aunque con la exhaustiva información que nos proporcionas, se completa muy bien esta parte tan poco “Glam-urosa” de la historia de la música, por mucho Glam que se le quiera adjudicar.
    Sin ánimo de faltar, a mi me parece que están jugando un papel que roza el patetismo, aunque cada uno puede pensar lo que quiera. Espectáculo si que daban y ellos tenían que comer, así que “cada palo que aguante su vela” jejejeje
    Gracias por la información y de paso, recordar que no me perdí nada cuando miré para otro lado al ver a estos dos ejemplares montárselo de ese modo

    Saludosssssssssssssss

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    1. Evidentemente, señor Babelain, a nivel musical son perfectamente prescindibles estos dos; bueno, estos dos y muchos más. Pero bajo los criterios del pop, del show business, tienen su gracia. Precisamente por eso, porque daban espectáculo. Y si consiguieron estar en lo más alto de las listas, y si todavía hoy hay mucha gente que los recuerda, pues bueno: tienen su lugar en el negocio. Y alguna de sus canciones todavía hoy da gusto oirla. Será una, o dos, pero es suficiente.

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  8. Ya he podido escuchar al tal Alvin: ʚ.

    Prefiero a Liberace ♥. Al menos sabía tocar el piano y se enrollaba muy bien hablando con el público (es que vi un documental en los setenta que decía que había sido el antecesor estético de Elvis).

    Saúde, y le ofrezco mis disculpas por el exceso.

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    1. El tal Alvin. Eso que escribe usted a continuación… ¿es un cero o un ocho?

      Y ya veo que ha cogido la perra con Liberace. No sé si fue un antecesor de Elvis, a mí me recuerda más bien a Elton John en sus momentos más petardos, pero en fin: también Elton en esta época figuraba en la cuadra glam.


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