El destino comercial de los dúos musicales españoles suele caer en los extremos: el éxito arrasador del Dúo Dinámico (o Juan y Junior, en otra escala) contrasta con el casi total desconocimiento que sufrieron José y Manuel. Pero siempre hay excepciones, términos medios, y ese es el caso de Víctor y Diego, el dúo madrileño que nos visita hoy: tal vez en estos tiempos no quede mucha memoria de ellos, por el puro capricho de la lotería histórica de la que ya hemos hablado otras veces; sin embargo en su época alcanzaron una popularidad realmente notable, y han dejado una obra no muy amplia pero digna de recuerdo.
Víctor Martín y Jesús de Diego se conocen en el colegio, estudiando Bachillerato, a mediados de los años 60. Ambos, vecinos del Rastro, tienen aficiones complementarias: Víctor canta en el coro del colegio y aprende a tocar la guitarra; Jesús se aficiona a la poesía y sueña con ser compositor de letras para canciones. Tienen la difusa ilusión de montar un grupo, aunque no llegan a concretarse y al terminar los estudios Víctor entra en el Conservatorio mientras que Jesús consigue trabajo en la compañía de Antonio Gades como técnico de iluminación. Luego llega la mili, que una vez concluida vuelve a ponerlos “a cero”, es decir, ante la posibilidad de cambiar de objetivos. Y deciden asociarse como dúo: Víctor ya tiene solvencia como guitarrista, y Jesús (que a efectos artísticos usará su apellido) se encargará de las letras. Después de una temporada de retiro para preparar material, a mediados de 1973 tienen un grupo de canciones que presentan a EMI; y por entonces el director artístico de ese sello es nada menos que Ramón Arcusa, que les ve potencial. En menos de una semana se graba su primer Lp con un sonido muy fresco; pero una vez terminada la grabación y antes de publicarlo, el sello prefiere tantear el terreno y los convence para que se presenten al festival de Alcobendas, uno de los muchos que pueblan el calendario musical patrio por entonces. En principio el dúo se niega, por la imagen negativa que tienen los festivales entre los músicos “serios” y porque no ven posibilidades de conseguir relevancia con su estilo en un sarao de esas características; por otra parte, su experiencia en un escenario era aún muy reducida y no se sentían seguros. Sin embargo acaban cediendo, confiados en la sapiencia de Arcusa y sus secuaces, y aciertan: “La mujer de cristal” y “Mi escuela” les otorgan un doble premio como autores y como intérpretes en noviembre de 1973. La primera de esas dos canciones será la cara A de su primer single, ya a principios del 74; de ahí al asalto a las radios hay un paso y “Por primera vez triunfa la calidad en un festival”, titula la prensa. La jugada ha salido redonda, y el primer Lp se publica poco después, en primavera.
El disco se titula “Semblanzas”, EMI lo promociona por todo lo alto con presentación oficial en el Teatro de la Comedia y gira por todas las emisoras, y la crítica los considera herederos del espíritu de Simon & Garfunkel. Lo cierto es que era la única referencia posible: de José y Manuel se había dicho lo mismo, y por supuesto hay similitudes en el estilo de estos dos dúos españoles; tal vez la mayor diferencia está en la producción, que busca un sonido más directo, y en las letras, de más categoría, pero es común su gusto por los juegos de voces al estilo folkie y algunos arreglos cercanos al pop barroco. Hay un buen equilibrio entre las piezas más tratadas, como “La mujer de cristal”, “Solterías” o “En el día de la fiesta” y las más directas, al estilo de “Consejos” o “Les he oído decir”; en conjunto, este es otro de esos discos que merece mejor memoria de la que ha tenido. Llegados a 1975 Víctor y Diego son verdaderas figuras, tienen actuaciones continuas, se les ve en televisión e incluso proporcionan canciones para otros artistas (Rosa León, por ejemplo). La cumbre de su popularidad es el single “El parque”, con una letra melancólica sobre la triste imagen de un parque de barrio, que resulta ser su mayor éxito en ventas, pero a partir de ahí comienza su decadencia: el segundo disco grande, publicado antes de que termine ese año, no alcanza ni de lejos las ventas del anterior. Se titula “A vosotros” y va dedicado en parte a la generación que tuvo que abandonar España por causa de la guerra civil; la canción que abre el disco y le da título es de una dignidad impresionante y unos arreglos a la altura de la letra. En conjunto hay un aire más costumbrista, con momentos casi humorísticos dentro de pequeños dramas como en “Oda a la integridad” o “El frutero”, y alguna sorpresa casi psicodélica como “Juegos de acción”, en un tono general también más acústico y menos carga en los arreglos.
El relativo fracaso de este disco parece ser la causa principal de que el dúo concluya su relación con EMI, pero también influye el hecho de que nuestros amigos desean airearse un poco después de dos años de trabajo casi ininterrumpido. Este asunto, el del “airearse”, es una contante en la trayectoria de Víctor y Diego: con frecuencia daban la impresión de tener más intereses que los puramente musicales, y durante unos años desaparecen salvo para hacer alguna colaboración, a veces estrafalaria, como las tres canciones que incluyen en la película de Forges “El bengador gusticiero y su pastelera madre”. Vuelven al mundillo discográfico en 1979 de la mano de Movieplay para grabar su tercer disco grande, titulado a su nombre, que a mí por lo menos me crea sensaciones contradictorias: hay buenas canciones, pero se nota que su tiempo ha pasado; cuando intentan sonar al estilo contemporáneo la cosa queda un poco impostada, como sucede con el ritmo medio funky de “Decídete” o la discotequera “Amar es”, y las canciones más ajustadas a su estilo tradicional no pueden competir en una época en la que la nueva ola impone su ley. En consecuencia, el disco pasa casi de puntillas por las tiendas y el dúo se dedica por un tiempo a trabajar como músicos de gira con la “nueva” Marisol, llegando a actuar en el festival de Varadero (Cuba) junto con la flor y nata de los músicos de aquellas latitudes. Graban un nuevo disco teóricamente premonitorio: su título es “Colorín colorao”, la letra parece referirse a su situación artística -prácticamente ya no actuaban, sus trabajos ya eran otros-, en conjunto las canciones son bastante reiterativas, y resulta prescindible. El dúo vuelve a desaparecer, pero aún llegarán a grabar un último disco, autoproducido, en 2003: “Claroscuro”, que no he escuchado. Lo siento; aunque casi prefería no haber escuchado ya el anterior y quedarme con los tres primeros, que son estos.
El difuso concepto de “tercera vía” llega, más o menos, hasta los límites que establecen Víctor y Diego: el tono pop queda empequeñecido por la tendencia folk del dúo, aunque su vocación por los arreglos y las melodías sigue siendo fundamental en ellos. Pero a partir de ahí queda muy poco que rascar en la discografía nacional: sus letras los hermanan ya con los cantautores, una raza que respeto pero que no va con mi carácter. Quedan sin embargo algunos cabos sueltos, gente de su padre y de su madre que merecen ser recordados, y por eso la serie se titula “La Tercera Vía, o algo así”: ahora tocan los del “algo así”. Pero son muy pocos, y terminaremos pronto.
Víctor Martín y Jesús de Diego se conocen en el colegio, estudiando Bachillerato, a mediados de los años 60. Ambos, vecinos del Rastro, tienen aficiones complementarias: Víctor canta en el coro del colegio y aprende a tocar la guitarra; Jesús se aficiona a la poesía y sueña con ser compositor de letras para canciones. Tienen la difusa ilusión de montar un grupo, aunque no llegan a concretarse y al terminar los estudios Víctor entra en el Conservatorio mientras que Jesús consigue trabajo en la compañía de Antonio Gades como técnico de iluminación. Luego llega la mili, que una vez concluida vuelve a ponerlos “a cero”, es decir, ante la posibilidad de cambiar de objetivos. Y deciden asociarse como dúo: Víctor ya tiene solvencia como guitarrista, y Jesús (que a efectos artísticos usará su apellido) se encargará de las letras. Después de una temporada de retiro para preparar material, a mediados de 1973 tienen un grupo de canciones que presentan a EMI; y por entonces el director artístico de ese sello es nada menos que Ramón Arcusa, que les ve potencial. En menos de una semana se graba su primer Lp con un sonido muy fresco; pero una vez terminada la grabación y antes de publicarlo, el sello prefiere tantear el terreno y los convence para que se presenten al festival de Alcobendas, uno de los muchos que pueblan el calendario musical patrio por entonces. En principio el dúo se niega, por la imagen negativa que tienen los festivales entre los músicos “serios” y porque no ven posibilidades de conseguir relevancia con su estilo en un sarao de esas características; por otra parte, su experiencia en un escenario era aún muy reducida y no se sentían seguros. Sin embargo acaban cediendo, confiados en la sapiencia de Arcusa y sus secuaces, y aciertan: “La mujer de cristal” y “Mi escuela” les otorgan un doble premio como autores y como intérpretes en noviembre de 1973. La primera de esas dos canciones será la cara A de su primer single, ya a principios del 74; de ahí al asalto a las radios hay un paso y “Por primera vez triunfa la calidad en un festival”, titula la prensa. La jugada ha salido redonda, y el primer Lp se publica poco después, en primavera.
El disco se titula “Semblanzas”, EMI lo promociona por todo lo alto con presentación oficial en el Teatro de la Comedia y gira por todas las emisoras, y la crítica los considera herederos del espíritu de Simon & Garfunkel. Lo cierto es que era la única referencia posible: de José y Manuel se había dicho lo mismo, y por supuesto hay similitudes en el estilo de estos dos dúos españoles; tal vez la mayor diferencia está en la producción, que busca un sonido más directo, y en las letras, de más categoría, pero es común su gusto por los juegos de voces al estilo folkie y algunos arreglos cercanos al pop barroco. Hay un buen equilibrio entre las piezas más tratadas, como “La mujer de cristal”, “Solterías” o “En el día de la fiesta” y las más directas, al estilo de “Consejos” o “Les he oído decir”; en conjunto, este es otro de esos discos que merece mejor memoria de la que ha tenido. Llegados a 1975 Víctor y Diego son verdaderas figuras, tienen actuaciones continuas, se les ve en televisión e incluso proporcionan canciones para otros artistas (Rosa León, por ejemplo). La cumbre de su popularidad es el single “El parque”, con una letra melancólica sobre la triste imagen de un parque de barrio, que resulta ser su mayor éxito en ventas, pero a partir de ahí comienza su decadencia: el segundo disco grande, publicado antes de que termine ese año, no alcanza ni de lejos las ventas del anterior. Se titula “A vosotros” y va dedicado en parte a la generación que tuvo que abandonar España por causa de la guerra civil; la canción que abre el disco y le da título es de una dignidad impresionante y unos arreglos a la altura de la letra. En conjunto hay un aire más costumbrista, con momentos casi humorísticos dentro de pequeños dramas como en “Oda a la integridad” o “El frutero”, y alguna sorpresa casi psicodélica como “Juegos de acción”, en un tono general también más acústico y menos carga en los arreglos.
El relativo fracaso de este disco parece ser la causa principal de que el dúo concluya su relación con EMI, pero también influye el hecho de que nuestros amigos desean airearse un poco después de dos años de trabajo casi ininterrumpido. Este asunto, el del “airearse”, es una contante en la trayectoria de Víctor y Diego: con frecuencia daban la impresión de tener más intereses que los puramente musicales, y durante unos años desaparecen salvo para hacer alguna colaboración, a veces estrafalaria, como las tres canciones que incluyen en la película de Forges “El bengador gusticiero y su pastelera madre”. Vuelven al mundillo discográfico en 1979 de la mano de Movieplay para grabar su tercer disco grande, titulado a su nombre, que a mí por lo menos me crea sensaciones contradictorias: hay buenas canciones, pero se nota que su tiempo ha pasado; cuando intentan sonar al estilo contemporáneo la cosa queda un poco impostada, como sucede con el ritmo medio funky de “Decídete” o la discotequera “Amar es”, y las canciones más ajustadas a su estilo tradicional no pueden competir en una época en la que la nueva ola impone su ley. En consecuencia, el disco pasa casi de puntillas por las tiendas y el dúo se dedica por un tiempo a trabajar como músicos de gira con la “nueva” Marisol, llegando a actuar en el festival de Varadero (Cuba) junto con la flor y nata de los músicos de aquellas latitudes. Graban un nuevo disco teóricamente premonitorio: su título es “Colorín colorao”, la letra parece referirse a su situación artística -prácticamente ya no actuaban, sus trabajos ya eran otros-, en conjunto las canciones son bastante reiterativas, y resulta prescindible. El dúo vuelve a desaparecer, pero aún llegarán a grabar un último disco, autoproducido, en 2003: “Claroscuro”, que no he escuchado. Lo siento; aunque casi prefería no haber escuchado ya el anterior y quedarme con los tres primeros, que son estos.
El difuso concepto de “tercera vía” llega, más o menos, hasta los límites que establecen Víctor y Diego: el tono pop queda empequeñecido por la tendencia folk del dúo, aunque su vocación por los arreglos y las melodías sigue siendo fundamental en ellos. Pero a partir de ahí queda muy poco que rascar en la discografía nacional: sus letras los hermanan ya con los cantautores, una raza que respeto pero que no va con mi carácter. Quedan sin embargo algunos cabos sueltos, gente de su padre y de su madre que merecen ser recordados, y por eso la serie se titula “La Tercera Vía, o algo así”: ahora tocan los del “algo así”. Pero son muy pocos, y terminaremos pronto.
Debería andar yo bastante despistado en aquellos años porque no me "suenan" nada de nada, ni siquiera una leve referencia radiofónica de la época a la que pueda echar mano, tampoco escuchando este "Juego de acción" que acompañas. "¡Pá chasco!"..., como díría Fortunata. Revisaré no obstante por youtube algunas de las canciones que mencionas para cerciorarme totalmente.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
Cuando hablé de Cecilia dije que ella había sido la única de este "sector" que había alcanzado una gran popularidad: la diferencia de ventas con respecto a los demás es enorme. Víctor y Diego tuvieron una cierta popularidad en las radios, pero con tres o cuatro canciones solamente y durante dos años (1974-75). Así que no te preocupes, porque seguramente no serás tú el único que los ha olvidado. De todos modos, nunca esta tarde si la dicha es buena: si ahora descubres algunas canciones que te gusten, la sorpresa habrá valido la pena.
EliminarSaludos mil.
Un dúo fantástico, imprescindible diría yo, a la misma altura de Cecilia o Hilario Camacho, por ejemplo. No coincido con la apreciación del disco "A vosotros", que es excelente y sigue sonando tan bien como el primer día... o mejor. Uno de los discos imprescindibles del pop español. El tercero, el homónimo de 1979 es también un buen disco, pero no tan relevante, claro. Tiene varias canciones estupendas, entre ellas "A volar", un gran tema. Un saludo y gracias por tu impagable trabajo.
ResponderEliminarEran realmente buenos, aunque tal vez les faltó ese punto indefinible que separa a los buenos músicos de los inolvidables. Un poco más de garra les hubiese venido bien, creo yo. De todos modos, no he dicho que "A vosotros" sea un mal disco, sino que fue un relativo fracaso comercial: no es lo mismo la calidad que las ventas, y a mí me parece mejor aún que el primero. Pero ya sabes que el público es caprichoso.
EliminarY gracias a ti por tu visita y el comentario.
Hola Rick:
ResponderEliminarEsto se está poniendo imposible, pongo los discos en casa y ya me llueven las críticas negativas, y yo timidamente y mas que nada para llevar la contraria respondo con un "se deja oir", realmente esta no es mi onda.
Ya estoy temiendo la pregunta fatídica:
¿O el bar o yo?
Cualquier día me planto en Lugo, atente a las consecuencias.
Saludotes
Jose
Ay, José, qué difícil es contentar a todos... Porque ya habrás visto que a otros les ha gustado este dúo, ¿verdad?
EliminarEn este tugurio tratamos de hablar de muchos músicos distintos para que siempre haya alguno que le interese a alguien; unas veces gustarán más y otras menos, pero ese es el plan. De todos modos, seguro que los que vienen ahora te interesan más. A ver si hay suerte.
¿En Lugo? ¡Pero si yo vivo en Casablanca!
Me ha dado un poco de penita volverlos a escuchar, pues en su momento me gustaron mucho más. Me suenan muy rancios, pero eso es algo totalmente subjetivo, claro; la caspa tal vez esté en mi cabeza.
ResponderEliminarSaúde.
Bueno, si por lo menos quedan tres o cuatro canciones que todavía te atraigan, eso es lo que quedará en tu memoria. El repertorio completo de un artista, de cualquier artista, es irregular: unascosas gustan más que otras.
EliminarYo los recordaba de otra forma. Ahora, al oírlos de nuevo, aquí en casa, me pasa un poco como a Jose. Me cuesta un poco asimilarlos, sobre todo las voces. No creo que sean prejuicios. Muchas de las composiciones me parecen bastante conseguidas. Probablemente estas canciones interpretadas por Vainica Doble me entrarían mejor.
ResponderEliminarGracias por el regalito.
Saludossssssss
Tal vez a este tipo de músicos y de composiciones les afecta mucho el paso del tiempo, pero eso puede ser una impresión errónea: ya sabes que actualmente se lleva mucho el cantautor acústico, el poeta cantante, ese tipo de gente. Pero en fin, ahora vamos con otro tipo de personajes que seguramente te interesan más.
EliminarSaludos mil.
Hola Rick:
ResponderEliminarRecuerdo a este dúo con nostalgia. Me gustaban en una época en la que yo era muy crítico con casi todo, pero Victor y Diego siempre merecían mi respeto.
Voy a escuchar de nuevo sus discos, siento curiosidad, quiero comprobar cuanto ha cambiado mi postura ante la música, después de tantos años transcurridos. Espero encontrar alguna sorpresa que me alegre el dia.
Saludos.
Te digo lo mismo que a Bab: tal vez ahora suenan un poco desfasados, pero todo vuelve y este estilo está volviendo. Así que quién sabe: igual dentro de dos o tres años este tipo de canciones sean lo más moderno...
EliminarMe gustaban mucho en su tiempo,era un grupo que tenían un toque vocal muy sugerente y las letras, esas letras de las que abominas pero que son el 50% del valor real del pop, eran realmente interesantes con su toque imrpesionista.
ResponderEliminarSu textura tímbrica como dúo me recuerdan a un grupo muy alejado de su estilo: Los Amaya
Sí, el juego de voces era muy bueno. En cuanto a las letras, ya he dicho alguna vez que no las detesto: si se trata del pop, simplemente, me dan igual (¿recuerdas lo que decían las mismísimas Vainica Doble? Pues eso). Otra cosa son los cantautores, claro; y en ese estilo, teniendo en cuenta que Víctor y Diego están más cerca de ellos que del pop, es lógico que las cuiden. Aunque a veces resultaban un poco melodramáticos tienen algunas realmente buenas, sobre todo en su segundo disco.
Eliminar¿Los Amaya? Pues... no se me había ocurrido. Iré a Youtube, a ver si lo pillo...
Mucho mejor de lo esperado.
ResponderEliminarMi reencuentro con Victor y Diego me ha dejado un buen sabor de boca. Hay un par de temas especialmente que me han tocado: "Solterías" y "Ya no es el que era ayer". Los demás todos buenos.
Ya me suponía yo que te iban a gustar. Reconozcamos qeu el tiempo los ha avejentado un poco, que su estilo tal vez queda algo desfasado hoy en día (incluso en las letras), pero tienen unas cuantas canciones muy bien hechas. Hay categoría, vamos.
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