lunes, 9 de abril de 2018

Estados Unidos: los últimos 70s (VIII)



Hoy nos visita un dúo que, como los Dictators, no forman parte del ambiente cotidiano en los locales de moda aunque hayan actuado en ellos con frecuencia. Se trata de Suicide, y si en el caso de los Dictators esa “lejanía espiritual” se debe a sus orígenes hard, más clásicos de lo frecuente allí, con Suicide la situación es justo la contraria: Suicide no encajan porque son demasiado vanguardistas; o demasiado caóticos, que también. Con el tiempo acabarán siendo reconocidos como un referente, pero de momento estamos ante unos visionarios que prácticamente inventaron, ellos solos, esa cosa llamada “electro punk”. Y por una vez se podría aceptar que el término les sienta muy bien. 

Alan Bermowitz, que usa “Vega” como apellido artístico, es un artesano multimedia que a finales de los años 60 presencia una actuación de los Stooges y queda impresionado por la fuerza y el caos que transmiten; Vega es un admirador de la teoría de Antonin Artaud sobre el teatro de la crueldad, y hasta cierto punto aquella banda refleja parte de esa teoría. Mientras tanto, Martin Reverby (dejémoslo en “Rev”) es un teclista que también tiene ideas un tanto “destructivas” sobre la disciplina musical. Poco después de conocerse deciden crear el dúo Suicide, que ya a principios de los años 70 se convierte en una vanguardia enloquecida: Vega es el cantante y letrista principal (con mensajes existencialistas o directamente autodestructivos), pero es también quien se “enfrenta” al público retándolo, mientras que Rev dibuja esquemas simples y obsesivos con unos teclados rudimentarios que ha desarrollado él mismo a base de materiales básicos como una vieja caja de ritmos o un Wurlitzer barato de los años 60. En lo estético, sobre todo Vega, están influenciados por la escuela trash/glam que va desde Lou Reed hasta los Dolls, mientras que en lo musical hay que distinguir entre las supuestas melodías y el acompañamiento instrumental: Vega, a pesar de sus desvaríos vocales, proclama su devoción por los viejos rockers como Gene Vincent o Jerry Lee Lewis, una herencia que si al principio no parece tan evidente lo será cuando emprenda su carrera en solitario; Rev tiene una vasta formación que va del r’n’b al jazz, pero ha elegido el minimalismo. 

Y así, mientras Television, los Heads, Patti Smith y compañía se rodean de una creciente masa de fans que se identifica con ellos, los adora y los va elevando, esa misma masa llega a sentimientos cercanos al odio cuando actúan Suicide: Vega, que los insulta o los amenaza con una gran cadena que suele colgar al cuello, canta, o grita, o chilla, o arrastra un vidrio roto sobre el micro (esa es la escala de sonidos que emite ese artefacto en sus manos) mientras Rev aporrea los teclados buscando escalas simples pero contundentes que hagan el contrapunto a la locura de su colega. Lo dicho, el teatro de la crueldad: quien haya visto hace treinta años a La Fura dels Baus podrá hacerse una idea de lo que era esto. Suicide, por otra parte, son los primeros y los únicos en muchos años que usarán la palabra “punk” para sus carteles ya en 1970 (hasta en eso son vanguardia); pero su propuesta tan radical no les da la popularidad suficiente para tener una carrera estable, y hasta mediados de la década han de sobrevivir a costa de lo que sea. Es entonces cuando Marty Thau, uno de los grandes managers de los años 60 cuyos últimos pupilos han sido los Dolls, crea Red Star, un sello independiente que se inaugura en 1977 con el primer disco de Suicide. Y no solo eso: ese disco lo produce el propio Thau junto con Craig Leon (productor de los Ramones y valedor de los Heads, entre otros). 

Es evidente que esos dos señores vieron algo de valor en el dúo, como también lo vieron algunos otros compatriotas iluminados como el mismísimo Springsteen; pero la realidad es que las ventas del disco son minoritarias en su país, y la escasa prensa musical que lo cita por entonces no lo hace para felicitarlos (Rolling Stone, otra vez, tan preclara como siempre). Thau y Leon saben que si Suicide tiene algún futuro han de ir a Europa, y aciertan: tras enviar copias a algunos managers británicos consiguen atraer la atención de Howard Thompson (Bronze, el sello de Uriah Heep), y “Suicide” se publica en la Isla en verano del 78. Como era de esperar, la respuesta de la crítica y la élite musical europea es casi apasionada y el dúo llega allí poco después para hacer su primera gira como teloneros de los Clash. Pero una cosa es que el disco se venda un poco más que en su país y otra cosa es el directo, porque las muestras de odio se suceden también en el viejo mundo: un machete volante pasa cerca de Vega en su actuación de Glasgow, por ejemplo. “Estaba claro que éramos demasiado punk incluso para los punks”, dijo él luego, añadiendo que por aquella época salían al escenario pensando que tal vez aquella noche era la última de sus vidas. Pero volvemos al teatro de la crueldad: el riesgo es parte del espectáculo, y si un artista dice creer en la provocación constante no tiene más remedio que mantener el tipo. 

Entonces, dejando aparte la cuestión escénica… ¿qué clase de disco es ese? Pues aquí tenemos una colección de piezas en la que se resumen las características citadas antes: el minimalismo en los teclados apoya una voz enferma, angustiada, histérica, enloquecida o sugerente por momentos (“Cheree”, un fogonazo de belleza entre la demencia). Esa mezcla va desde un cierto gancho casi “comercial” que poseen piezas como “Ghost rider”, que abre la cara A, hasta el infierno de la cara B, donde tenemos la catarsis sangrienta de “Franky Teardrop”, diez minutos de tensión creciente acercándonos al momento final de horror que quien conozca la letra ya teme antes de llegar. Springsteen dice que es una de las canciones más tremendas que ha oído en su vida, mientras que alguien (no recuerdo su nombre) decía que es una canción que no debe ser escuchada más de una vez: es enfermiza. La situación mejora un poco, aunque no mucho, con “Che”, que cierra el disco y a la que los teclados, en su honor, conceden un ligero tono español en la escalas. No voy a defender ni a atacar este disco, pero creo que al menos la cara A merece ser escuchada por todo aquel que se considere aficionado. Y digo más: entre Kraftwerk y esto, prefiero esto. Aquí hay vida, aunque sea insana; allí nunca supe qué había. Tal vez exagero un poco (o mucho), pero cuando oigo el “I robot” de los germanos, publicado en la misma época, comparados con Suicide me parecen una banda de teleñecos. 

Entre los músicos que se convierten en fans del dúo sobresale Rick Ocasek, el líder de los Cars, que siempre tuvo mucha afición por los teclados y las novedades electrónicas. Él les consigue nuevo instrumental y un contrato de grabación con otro sello minoritario llamado Ze Records (salieron de Red Star en 1978, tras la publicación en pequeñas cantidades de un directo deficientemente grabado en Bélgica). Su nuevo disco se publica en 1980 y en él vemos a unos Suicide muy “domesticados”, más cercanos al naciente sector del tecno bailable que de cualquier otra cosa, aunque por momentos nos recuerdan quiénes fueron. Ese mismo año Vega lanza su primer disco en solitario, una especie de cruce entre los Suicide primitivos y los actuales, aunque el protagonismo es para su estilo vocálico cercano a los rockers de los años 50. También Rev comienza a publicar obras a su nombre, más cercanas al sonido industrial, y el tercero de Suicide llega en 1988. Se titula “A way of life”, tiene un sonido muy actualizado y supera las previsiones: en un momento en el que las bandas de tecno pop, nuevos románticos y demás familia están hundiendo el prestigio de ese género, Suicide les da un repaso a todos ellos. No soy muy fan de ese estilo, pero si hay algún disco que valga la pena en el segundo quinquenio de los 80 es este. 

A partir de ahí, la mayoría de los de mi quinta ya no seguimos ni a unos ni a otros. Como dije antes, no voy a defender ni a atacar al disco ni al dúo. Comprendo que hay que tener una cierta tendencia “insana” para embarcarse en este tipo de aventuras, pero por eso mismo cité a La Fura dels Baus: si a alguno de ustedes les atraían las propuestas caóticas de esa compañía en sus primeros tiempos (a mí sí), no les costará tanto escuchar una vez, al menos una vez, ese primer disco que la mayoría de fans detestan pero tantos músicos insignes alaban. Hasta Rolling Stone -una vez más- cambió su criterio sobre él hace unos años. 



18 comentarios:

  1. La primera imagen que me viene a la cabeza es la de una fotografía del dúo en una calle de NY, a todo color, apoyados en un poste, detrás de ellos aparece un tipo despatarrado en el suelo, de pelo cobrizo (anglosajón o eslavo) durmiendo un sueño del demonio. Un entorno de desolación y ruina del que la banda hizo estandarte artístico. Su primer Lp, junto al "Berlin" de Reed, son la aproximación más exacta de la pesadilla. Un artista irrepetible Vega, tanto en su época en Suicide como en sus trabajos en solitario. Hace poco me hice con la reedición de su "AV.MR" de 1980, producido por el mencionado Ocasek, y, si evidentemente, es otra cosa, menos crudo, más domesticado, aunque como bien apuntas todavía tiene ramalazos de su marca original.
    Saludos,
    JdG

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    1. Y además aquellas poses desoladoras eran bastante realistas, ya que en sus primeros tiempos como dúo llegaron a vivir épocas de indigencia. No tengo muy claro si el "Berlin" de Reed puede considerarse de la misma familia, ya que lo veo más bien como un capricho de divo más que cualquier otra cosa.

      El segundo de Suicide es menos crudo, sí; pero teniendo en cuenta cuándo se publicó, le pasa lo que al tercero: si nos olvidamos de su primera época y pensamos en Suicide como en un grupo distinto, va por delante de los de la mayoría de aquel tiempo.

      Saludos mil.

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  2. Soy admirador de Artaud, en la medida que se puede admirar a un loco (genial). En mi biblioteca hay unos cuentos libros de él. Y algunas cosas de La Fura me han gustado también. Con Suicide me pasa que le dí más importancia a la "pose", al intento de hacer algo diferente, más que a la música. He vuelto a oír el disco "Suicide" ¿77 0 78? y me ha costado trabajo. La que mejor me entró fue Ghost rider, la que has puesto aquí. He visto algunas actuaciones en youtube, y ahí se hacen un pelín más digerible, no por la música, claro, que suena peor. Pero creo que siempre es de agradecer que alguien rompa las normas y abra nuevos caminos, aunque no sean muy digeribles para algunos.

    Saludossssssssss

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    1. Artaud es una de mis muchas materias pendientes: cuando leí una entrevista con Suicide, Vega hablaba del teatro de la crueldad y leí aquel manifiesto, pero hasta ese momento solo había leido algo de su poesía (de la que luego renegó, aún encima). Luego los de la Fura lo reivindicaban también, y ahí lo comprendí perfectamente: en los primeros montajes que hicieron en Galicia se llegaba a pasar verdadero miedo. En fin, lo siento. Por alguna razón que no entiendo los franceses en general los tengo poco visitados.

      Y es verdad que, por esa misma tendencia hacia el teatro "terrorista", puede darse más importancia a la pose, como tú dices. De hecho, mucha gente iba a verlos más por la cuestión visual que por la musical. De todos modos, aunque te saltes la cara B, yo creo que algunas piezas de la A son defendibles.

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  3. Hola Rick:
    Pues hace muchos años me topé con el "Saturn Streep" del Alan Vega yq uedé fascinado, todavía hoy es uno de los discos favoritos de mi colección, así que era obvio investigar sobre Suicide, y la verdad es que sus discos me van bastante, con ese sonido inquietante y que no se parece a nadie, aunque bien podrían ser la reencarnación de la Velvet.
    A veces son dificiles de oir,pero cuando se les pilla el tranquillo los disfrutas en toda su medida.
    Grupo de culto, sin duda.
    Saludos
    Jose

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    1. Ese es probablemente el disco más popular de Vega, muy indicado además para entrar en su mundo. Sí que puede haber alguna conexión entre la Velvet y ellos, sobre todo en el "White light/White heat", que por momentos tiene pasajes similares a la locura de estos dos elementos.

      Luego ya lo de cogerles el tranquillo depende mucho del carácter de cada uno. Yo no suelo atreverme a recomendarlos, pero aunque no soy muy fan de los sonidos electrónicos creo que aquí hay más alicientes. Los teclados aquí son un medio y no un fin, al revés de lo que pasó en muchas bandas de los 80.

      Saludos mil.

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  4. Igual que comenta babelain yo tambien siempre he valorado los grupos rompedores y el primer disco de Suicide sin duda lo es. Pero esto para mi es demasiado, es un disco para no iniciados que además requiere de una predisposición especial para asimilarlo y para mi siempre ha sido una piedra en el zapato. Aunque lo he intentado varias veces creo que nunca he conseguido escucharlo de un tirón. Siempre se me ha atragantado, creo que es demasiado para mis oidos. Pero continuaré intentandolo aunque quizá primero pase por delante el "Saturn Streep" de Alan Vega que comenta Jose.

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    1. Creo que conviene tener claro que no estamos ante un hito en la historia del rock, es decir, que no necesariamente hay que escuchar este disco para poder autoafirmarse como verdadero fan: las "pruebas de fe" son de la Edad Media. Dicho esto, ya más relajadamente, podrías seguir la táctica que seguíamos algunos hace años: cuando dábamos con algún disco que muchos alababan pero que nosotros no no entendíamos, lo que hacíamos era escuchar una canción, una sola canción de ese disco cada día. Unas veces acabábamos por entrar en él y disfrutarlo; otras, sencillamente, comprendíamos que no era lo nuestro y pasábamos de él. Sin complejos. Te daré un ejemplo: no soporto a Queen.

      O sea, que al final lo verdaderamente importante es el carácter de cada uno. El carácter conforma el gusto. Y nunca tendrás que dar explicaciones a nadie por tus gustos. Eso es lo grande.

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  5. Hola:
    No tenía ni la más remota idea de la existencia de Suicide, pero no importa ya que a esta casa se viene a aprender cosas nuevas y en eso estamos.
    Aprovechando la visita, le he dado una escucha a los reproductores adjuntos y me ha sorprendido mucho el tema de Los Sirex, que tampoco conocía. Como me ha gustado tanto, creo que me voy a dar una vuelta por su discografía para ver si descubro alguna joyita más.

    Un saludo.
    Antoni.

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    1. Me temo que no vas a encontrar otra joyita como "Eva" en la carrera de los Sirex, estimado Antoni. O eso creo yo, porque es mi preferida de toda su carrera. De todos modos puedes echarle un vistazo a las entradas que hice sobre ellos, pero ya te aviso: no te hagas ilusiones.

      Saludos mil.

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    2. Ya me he dado cuenta. Después de darle un repaso a toda la discografía me he dado por vencido. No hay ninguna parecida, y es una pena que ni ellos mismos se diesen cuenta en su momento de lo buena que era.
      Saludos.

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    3. Así es la vida. Un grupillo tan normalito como ellos no podía tener muchas canciones de ese calibre...

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  6. Recuerdo perfectamente la primera vez que oí a Suicide, prueba evidente de que me dejó impresionado. Fue en el programa de Ramón Trecet en Radio 3, creo que Diálogos 3, a principios de los 80. La verdad es que ese sonido hipnótico no se parecía a nada que hubiera escuchado antes. Fue una experiencia curiosa y faqscinante para una persona no especialmente melómana fuera de los cauces ortodoxos.

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    1. Ah, qué tiempos aquellos de Radio 3: magníficos especialistas y material de primera. No sé cómo andarán ahora, pero aquello era un lujo. Trecet particularmente era un fulano con un criterio muy amplio, como lo era Manrique.

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  7. Pues después de un par de oídas hace años, reconozco que no les dí más oportunidades. Habrá que hacerlo ahora. Tengo por ahí un disco suyo (de Vega) que practicamente me regaló un amigo que había puesto una tienda de discos, y se ve que no le encontró salida.
    No me canso de aprender contigo. Gracias
    kk

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    1. ¿Gracias por qué? Sarna con gusto no pica, y si tú o todos los demás andamos en este mundo tan "pasado de moda" como los blogs es porque nos va la marcha. Y por cierto, todos aprendemos de todos.

      Sobre Suicide, insisto: no hay que sobrevalorarlos tampoco. Ni una cosa ni la otra. Tienen su interés pero no son para todo el mundo; ningún músico, literato, pintor, etc es para todo el mundo. Cada uno tiene sus manías.

      Y repito lo de las gracias: no se merecen. Además, de verdad.

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  8. Pues yo no conocía a estos prendas. El tema de muestra es una bomba, aunque lo que cuentas del resto del disco da un poco de miedo. Voy a escucharlo, los teclados obsesivos del tecno punk siempre me han gustado, un género a reivindicar.

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  9. Precisamente el paso del tiempo ha encasillado a Suicide en el sector del "tecno punk", y en la actualidad ya solo los reivindica ese tipo de aficionados. Lo cual me parece injusto, ya que en ese dúo sigo pensando que los teclados son un medio y no un fin.

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