viernes, 4 de febrero de 2011

Música para mods y otras hierbas (XII)


Tranquilos, que ya casi acabamos. Pero como suele suceder con los movimientos que implican a un conjunto de géneros en una época crucial, siempre quedará un grupo más o menos numeroso de aficionados que se niega a seguir adelante: suele ser gente enamorada no solo de esa música sino también de un tiempo determinado; o de su propia juventud, que no quieren abandonar. Esto se llama comúnmente "nostalgia", aunque algunos implicados -como buenos británicos que son- lo llaman "respeto y devoción por la historia". En fin, cada uno es cada uno.

Bien, pues del mismo modo que los rockers habían quedado anclados en el r'n'r y el rockabilly -añorando además aquella estética de chupas de cuero, Norton y tupé-, muchos mods decidieron hacer lo mismo con su propia idolatría y se dedicaron a repasar el catálogo soul, Motown y sellos menores pero en esa misma onda buscando canciones e intérpretes que en su momento no habían tenido éxito, para sacarlos a la luz. Para seguir viviendo en el pasado. Que es una forma de vivir tan respetable como cualquier otra, por cierto.

Esta necrofilia musical comenzó a finales de los años 60: tras la psicodelia ya nada volvería a ser lo que había sido, y en efecto lo que vino luego fue la confirmación de que el pop quedaba desterrado. Y si ya la psicodelia no fue muy del gusto de los mods (aunque su rama pop, esencialmente británica, podía tener algunos puntos en común), lo que ahora se les venía encima era todavía más insufrible porque los Grandes Dinosaurios del Rock estaban eclosionando en sus múltiples variedades: progresivos, sinfónicos, hard, heavy, etc, se estaban adueñando del mercado; si a eso sumamos la "traición" de los Who o los Kinks, era evidente que todo estaba perdido. Y aún encima el sagrado single perdía terreno, por las presiones de la industria, a favor del LP (ya saben, la gente seria no compra singles). Y nuestros amigos mods querían seguir bailando, así que…

En Manchester había un club llamado "The Twisted Wheel", que durante la época dorada mod fue el santuario no solamente de los aficionados locales sino de otros que venían de todas partes de la isla a bailar y presenciar actuaciones de los ídolos del género, tanto británicos como del r'n'b y soul americano. Y en otros sitios como Sheffield tomaron nota y se abrió el "King Mojo". Y cuando estos géneros comenzaron a caer, el sitio de esas estrellas fue ocupado por los DJs -quienes, al igual que en las radios piratas, eran frecuentemente americanos-. Y entonces se vio que había una verdadera legión de fans que no estaban dispuestos a abandonar sus creencias porque ahora llegasen los Rockeros Divinos: había nacido el "Northern soul", cuya época clásica comprende desde finales de los años 60 hasta finales de los 70.

Y la voz corrió como la pólvora: "Mod never dies". Y alguien se fijó en el orgulloso puño alzado de los Panteras Negras americanos, y se abrieron más locales por toda la isla, y ahora las figuras ya no eran los músicos sino los DJs, que hacían bailar a la concurrencia rescatando del olvido a las figuras de la serie B, y -otra vez como en las radios- competían entre ellos para ver quién pinchaba lo más raro, que se asimilaba a lo nuevo aunque las grabaciones fuesen de seis o siete años antes. Y aunque el "Twisted Wheel" cerró en 1971 ya daba igual porque la mecha estaba encendida y ese mismo año el Blackpool Meca abrió su "Highland room", y en 1973 se inaugura el Wigan Casino, y así sucesivamente.

El caso es que el "Northern soul", que en origen solo fue un conglomerado de locales donde unos DJs lunáticos mantuvieron viva la llama del soul y la Motown, no ha muerto aún: en los años 70 fue el vehículo de entrada del funk americano en la Isla y desde luego fue el nexo de unión entre los mods de la época dorada y los neo-mods de finales de los años 70. Y ahí siguen, pinchando canciones que de no ser por ellos habrían quedado sepultadas por el olvido.

Bueno, pues dentro de unos días nombraremos algunas de esas canciones que hicieron furor entre esta tropa; quiénes las cantaban ya no es lo más importante, aunque unas cuantas figuras de menor relevancia sí hay: lo importante era ese single desconocido que por obra y gracia de un astuto pinchadiscos salía a la luz, para alegría del público que abarrotaba la pista. En cualquier caso, a mí me es hora de abrir el bar, así que ya hablaremos. Y a ver qué pincha hoy Sam, que lo estoy viendo venir...

4 comentarios:

  1. Muy educativa, al tiempo que amena, la entrada, pero… ¿Y la música? Que el jamón, aunque sea cinco jotas, sin un poco de pan… No sé a qué espera Sam para pinchar algo.

    Me refiero a la música, pero si es jamón, también me apunto.

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  2. Creo que la nostalgia de cualquier tipo, siempre que no se convierta en una obsesión, tiene su lado positivo. Es cruel que nazcan flores y que, después de su época de esplendor, se las deje marchitar en el olvido. Cierto que a veces un exceso de nostalgia tergiversa e hincha la gloria por encima de su magnitud real. Pero es una tendencia humana difícil de evitar.

    Yo me apunto a un buen jamón con pan de pueblo tostado y untado con tomate, sal, aceite de oliva y ajito restregado por los bordes. ¿O aquí sólo hay bebercio?

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  3. La verdad es que con la morralla que había en los 70 normal que se refugiaran en el pasado los mods.
    Hace poco he leído una entrevista con el líder de La Cola Jet Set contando lo duro que era ser mod en la Barcelona del 77, entre rock progresivo, punkys y lolailos. Está en http://laescuelamoderna.blogspot.com/y suelen repasar la escena mod.

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  4. Ahí tiene música, don LuisC. Ahora, con el curro que me he echado, atrévase a decir que no le gusta y entonces sí que la tenemos.

    Estamos de acuerdo en lo de la nostalgia, Lady Dusch: es buena y mala a partes iguales. Pero, con la conveniente distancia emocional, ojalá de cada flor marchitada quedase una fotografía lo mismo que de cada canción queda una copia.
    Y ya ve que, por una vez, hoy tenemos algo más que bebercio. Disfrútelo.

    Bueno, señor Chafardero, eso habría que matizarlo: hasta 1973 el panorama era bastante decente. Luego vinieron unos años desérticos (cubiertos curiosamente por el funky y ese tipo de cosas) y luego llegó la new wave. Así que tampoco estoy yo a muerte con los mods: a medias, sólo.
    Ahora, si nos centramos en Barcelona y el año 77, totalmente de acuerdo: el jazz rock progresivo catalán aburría a las ovejas.

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