miércoles, 28 de septiembre de 2011

Años 60: América (IX)


Después de nuestra agradable excursión playera, toca entrar en el segundo quinquenio de la década. Y a la sombra de los Byrds, la efervescencia musical de la ciudad sube de tono: a finales de 1965 ya están comenzando a actuar en algunos locales otros dos grupos que en muy poco tiempo se harán famosos. Esos dos grupos, que además comparten algunas características comunes, son Love y Doors.

Love: es decir, Arthur Lee y su banda. Lee será recordado, entre otras cosas, por la rareza de ser negro y sin embargo elaborar una música muy lejana a su raza. Aunque en sus comienzos, a principios de la década, probó fortuna con el r'n'b (el nombre de su primer grupo, "Arthur Lee & The LA's" recuerda sospechosamente a Booker T. & The MG's), e incluso llegó a componer y producir piezas de ese tipo para otros, la revolución que supusieron los Byrds le hace reafirmarse en la sospecha que ya tenía tras haber oído a Dylan: el folk-rock era el futuro. Con un puñado de maquetas en las que destacan las composiciones hechas entre él y Bryan McLean, el otro guitarra y cantante, consiguen llamar la atención del gran Jac Holzman, uno de los más brillantes managers y productores de la divina Elektra, quien los ficha de inmediato.

Y el resto ya es leyenda: partiendo del sonido Byrds, la exuberante mezcla de folk-rock, blues y pop con un toque ácido y reminiscencias hispano mexicanas (¡esas trompetas fronterizas, por Dios!), la extremada finura de sus melodías, la pasión arrebatadora con la que Lee cantaba, hacen de Love uno de los grupos más exquisitos de la década. Lo curioso es que siempre fueron más populares en Europa (en la Isla, especialmente) que en los Estados Unidos, a pesar de su aire hippy, pero eso ya da igual. Sus tres primeros discos son fundamentales para todo aquel aficionado que crea tener un mínimo de sensibilidad; sobre todo el tercero, el legendario "Forever changes", que figura en algunas listas como el mejor disco en la historia del rock: aun admitiendo que el término "rock" es tan difuso como aleatorio y que esas listas no valen de nada, el dato es significativo.

Claro que una cosa es su producción discográfica y otra los incidentes que jalonaron su existencia: las drogas de todo tipo, las riñas internas, los malos rollos ("Love". Qué ironía.) acabaron con ellos. Tras la publicación de "Forever changes", Lee despidió a toda la plantilla y reclutó nuevos músicos para grabar su decepcionante cuarta obra, "Four sail": el resto ya fue una caída en picado. Pero esos tres primeros discos son suficientes para que Love figure con todos los honores en el Olimpo de los años 60.

A los Doors los conoce todo el mundo, así que no me extenderé mucho: Arthur Lee se fija en ellos, que acaban de tocar como teloneros de Love, y se los recomienda a Holzman; este los ficha de inmediato y comienza a funcionar la máquina. El planteamiento de la banda es perfectamente definido por Morrison en aquella frase en la que decía que sus compañeros "devuelven el orden con la música al caos que yo traigo con las palabras". Considerar como "rock" a lo que hacen los Doors antes del "Morrison hotel" es muy aventurado: la mayor parte de los historiadores con buen criterio los definen como creadores de "música urbana", lo cual me parece un acierto. Porque… ¿es realmente rock lo que oímos en "The cristal ship", "Light my fire", "The end" y tantas otras luminarias de su cosecha?

Y luego está el controvertido papel de Morrison. Su ideal era ser un poeta francés, y llegó a la música casi por casualidad: es posible que, de no haber conocido a Manzarek, nunca hubiese tomado ese camino. Luego viene todo el batiburrillo ideológico-literario que lo sustentaba, con frases tan resultonas como aquella de que "el rock mantiene relaciones con la tragedia griega y Nietzsche", o aquella otra en la que aseguraba que los Doors hacían política erótica. Es innegable el gancho sexual de Morrison, su actitud rebelde, su chulería antisistema, pero… nada de eso habría funcionado si no hubiese un gran repertorio musical detrás. Y el mito que han montado sus fans venerando sus tremebundas borracheras, su descontrol, su abuso de las drogas, no cuadra mucho con las grabaciones en estudio: perfectas, medidas, sin una sola distorsión o cacofonía. Matemáticas. Hasta en la suprema "LA woman", con esa voz borracha, todo funciona con la precisión de un reloj suizo.

Al final Morrison abandonó el grupo y se marchó a Paris, donde iba a comenzar la carrera poética con la que siempre había soñado; los otros tres intentaron exprimir la marca comercial con dos nuevos discos impresentables, y eso es todo.

Ahora descansemos, que aún quedan unos cuantos nombres por visitar; quizá sean menos vistosos que estos dos, pero también valen la pena.


9 comentarios:

  1. Has pintado muy bien a Morrison, y me ha servido para entender un poco mejor de qué iban los Doors. Yo tengo la dudosa suerte de haberlos descubierto tarde y no haberme enterado apenas de la leyenda, que fue muy grande. Mi acercamiento fue desde el comienzo prácticamente solo musical, y no de otro tipo. Si es que llegar tarde es algo bueno, que lo dudo...

    Casualmente mi preferida es una que nombras: 'The cristal ship'. Es verdad que esas no son canciones muy normales, pero a mi me gustan.

    En cuanto a Love, de los que fueron teloneros los Doors al parecer, pues ni me sonaban. Vaya... Le pondré remedio a eso.

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  2. Hombre, don Rick, estos sí me los conozco.

    "Light my fire", "The end" y "The cristal ship" son de mis favoritas. Veo que a usted no le gusta demasiado el personaje Morrison...

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  3. Pude entrar ¡sin sustos!

    Tenía yo ganas de que llegaran los Love después de haberme adelantado al momento!

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  4. Esperando los nombres menos vistosos, que Love no me entusiasma (¿qué opina usted del Da Capo?) y los Doors, con sus fans insoportables, no hacen que aumente mi simpatía hacia el grupo. Así de cavernario soy.

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  5. Tiene usted razón en que Morrison se inclinaba más a la poesía que a la música, pero era de los poquísimos que mantenía el tipo en las dos vertientes, pues en general las letras del pop y el rock son patéticas.
    Junto con los Beach Boys son los grandes grupos californianos, aunque Morrison tenía más sex appeal que todos los chicos de la playa juntos.

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  6. Estos Love pintan muy, pero que muy bien. Me los quedo.

    En cuanto a los Doors, siempre ha habido mucho revuelo, pero no son santos de mi devoción. Y las frasecitas estas en plan interesante... qué quiere que le diga... me ponen de los nervios.

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  7. ¡Ay! ¿Lo ve? He tenido que salir corriendo a Google y buscar un vídeo de Love para ponerles cara y sonido...

    Y, bueno, Morrison siempre me pareció un chico bastante creído.

    ¡Lo que me queda por aprender!
    :D

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  8. Celebro que mi "pintura" sobre Morrison haya sido de su agrado, don Raúl. En realidad, en lo referente a la música, era lo más parecido a un diletante. Para bien y para mal.
    Esas canciones no es que fuesen "normales" o no: era música, sin más. Que fuese precisamente rock ya es otro cantar.
    Y le recomiendo fervientemente que ponga "remedio" al asunto Love: una persona sensata como usted seguramente sabrá apreciar sus valores.

    Los Doors son la banda angelina más famosa en España, sin duda. Y esas canciones, estimada Jartitta, son de lo mejor de su repertorio. En cuanto a Morrison, efectivamente, no es santo de mi devoción: me gusta él integrado en su banda, pero como personaje no le tengo simpatía. Pero no me haga mucho caso, que yo soy muy raro. Tampoco me gusta el personaje Lennon, por ejemplo, así que ya ve.

    Pues bien "entrada", doña Merce. Celebro que haya podido disfrutar usted de sus amados Love. Lo cual demuestra buen gusto, por otra parte.

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  9. Puedo entender que no le enamoren excesivamente Love, don Dani: para gustos se pintan colores. En todo caso, usted se lo pierde. "Da capo" me parece un excelente disco de transición entre su primera obra, muy influenciada todavía por el sonido Byrds, y el "Forever changes". De hecho, la mayor parte del planteamiento melódico de este último disco ya está en el anterior. Un gran obra, creo yo.
    Y en cuanto a los aficionados a Door, en efecto, hay mucho pesado entre ellos. Pero eso pasa con todas las bandas muy famosas; porque no me negará usted que entre los fans de los zepelines, sin ir más lejos, hay cada elemento que dan ganas de matarlo.

    Estamos de acuerdo, señor Chafardero, en que las letras de Morrison tenían un nivel más alto que la media. Aunque yo no me fijo mucho en las letras, la verdad. Yo aprecio a los Doors como banda musical.
    Y aparte de ellos y los Beach Boys -a quienes aprecio bastante menos- yo admiro a algunos más: el mundo angelino no termina ahí.

    ¿Se los queda, Lady Dusch, a los Love? Qué querrá decir eso...
    A mí los Doors me gustan, las cosas como son. No es mi banda preferida, pero tienen un material muy bueno. Y en cuanto a Morrison, con no fijarse en él tenemos areglado el problema: su voz es lo único que me interesa.

    Vaya, aquí tenemos de nuevo a la sufriente Bugs con sus angustias. Que no se preocupe, mujer, que no voy a hacer examen ni nada...
    Pero Love es un gran grupo: écheles un vistazo. Bueno, un orejazo más bien. En cuanto a Morrison, veo que la mayoría coincide.

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