lunes, 14 de noviembre de 2016

1974/75 (IX)

De todos los músicos formados en Canterbury, Kevin Ayers fue uno de los más brillantes. Miembro fundador de Wilde Flowers y luego Soft Machine, decidió muy pronto seguir en solitario, y no es de extrañar porque la mayor parte de los músicos con los que se había asociado fueron inclinándose hacia el jazz rock mientras que él, de espíritu mucho más amplio, abarcaba varios géneros distintos: en su música hay psicodelia, art pop, baladas de cabaret, rock de vanguardia... un ciento de influencias. Después de cuatro discos grabados entre 1969 y 1973, Kevin se despide de Harvest y ficha por Island; según él nunca se sintió a gusto en aquella filial de EMI, donde al parecer lo único importante era Pink Floyd y los demás fichajes del sello estaban en un peldaño inferior. Es un argumento creíble, pero Island está sufriendo una evolución: se acaba el tiempo en que lo más granado de la música británica se cobijaba en ese sello. El agotamiento del rock clásico es evidente, y ya vimos en el 73 que Blackwell trata de abrir nuevos mercados lanzando la moda del reggae; una figura de culto como Kevin le interesa, si es a condición de que se puedan perfilar un poco sus opciones comerciales. Y lo primero es buscar un sonido más compacto, más accesible: si la producción de todos sus discos en Harvest fue dirigida por el propio Kevin, Island le impone a Rupert Hine (músico metido a productor poco antes), que en dos meses deja lista la publicación de su primer disco en el sello de la isla. 


En la primavera del 74 llega el resultado de esa metamorfosis: se titula “The confessions of Dr. Dream and other stories”, y aunque es evidente que hay cambios debemos recordar que todos los discos de Kevin son irregulares: junto a canciones magníficas siempre hay otras prescindibles. Es el caso de la que abre el disco, titulada “Day by day”, una pieza entre pop y funky que probablemente fue colocada en ese puesto con la intención de enganchar a nuevos oyentes pero que para un fan tradicional resulta un poco cargante; no es mucho mejor “See you later”, una especie de country que viene luego, aunque luego mejora al fundirse con un rock muy al estilo Ayers que pierde en los coros femeninos lo que gana con las guitarras de sonidos extraños. A partir de ahí, el resto de la cara A ya es más tradicional, con un tono medio entre balada y psicodelia apaciguada. Pero lo mejor está en la cara B, con la canción que da título al disco (y que ocupa la casi totalidad del espacio salvo una pequeña despedida final de un minuto y poco); es una suite que se divide en cuatro partes y sí, ese es el Kevin de siempre: La extraña atmósfera de “Irreversible neural damage”, una especie de surrealismo intimidante, se transforma, a través del pequeño tránsito de “Invitation”, en “One chance dance”, una balada que va evolucionando hacia un juego de sonidos espaciales que por momentos recuerdan a Gong, para terminar en “Doctor Dream Theme”, que remata el juego anterior y lo lleva hacia otra balada surreal con la voz de Kevin en off. Contra lo que nos temimos al principio, el conjunto está a la altura de sus obras anteriores. Y también hay que recordar que le acompaña medio Canterbury, con una exhibición de órgano a cargo de Mike Ratledge o la guitarra de Mike Oldfield, además de otros amigos suyos como Michael Giles o Lol Coxhill. Por cierto: Nico, que está de paso en Londres, pone su voz en la primera parte de la suite.  

También John Cale, otro ilustre ex-Velvet Underground, anda por Londres en esas fechas. El motivo es que Richard Williams, uno de los cerebros de Island, ha pensado que sería interesante reunir a unos cuantos representantes de la vanguardia yeyé (todos del sello Island por entonces) para grabar un directo junto a Kevin; también están invitados Brian Eno, algunos colegas de Canterbury como Robert Wyatt y el cada vez más ubicuo Mike Oldfield. La grabación tiene lugar en el Rainbow, y no se rompen mucho la cabeza para titular el disco: “June 1, 1974”. Finalmente las letras grandes se las lleva el cuarteto formado por Kevin, Eno y los dos elementos velvetianos, aunque en la contraportada su encabezamiento incluye a una novedosa agrupación llamada “The Soporifics” en la que figuran, aparte de Wyatt y Oldfield, otras leyendas británicas como Ollie Halsall o John “Rabbit”. Es evidente que la grabación está hecha a mayor gloria de Kevin, ya que toda la cara B es suya; pero resulta interesante escuchar a Eno interpretando dos piezas de su primer disco, o las versiones de dos canciones tan distintas como “Heartbreak Hotel” y “The end” protagonizadas por Cale y Nico, respectivamente. Así que, aun siendo un disco anecdótico, vale la pena tenerlo. Ah, y hablando de anécdotas seguramente les gustará conocer uno de los marujeos más famosos en la historia del rock (si no lo conocen ya, claro): el irresistible Kevin tuvo un encuentro amoroso con la señora de Cale (Cynthia Wells, una antigua y famosa grupie) justo el día anterior, y este los sorprendió durmiendo juntos. Cale recordará luego el episodio en “Guts”, una canción incluida en “Slow dazzle”, su disco del año siguiente (“The bugger in the short sleeves fucked my wife"). Island asegura que la fotografía del cuarteto que figura como titular del directo está tomada momentos antes de comenzar la actuación; es decir, Cale ya estaba enterado de la operación. Y ahí los tienen ustedes, a esos dos magníficos músicos sonriéndose como si no hubiese pasado nada. Qué elegancia… 


El caso es que tanto un disco como el otro tienen unas ventas decentes, pero poco más. Kevin entra en un período confuso, en el que su interés por mantenerse como músico independiente choca con la humana prevención por ahorrar un dinerillo para el día de mañana, favorecida por las exigencias del sello. Este consiente en que nuestro amigo se produzca su próximo disco (ayudado por su colega Halsall), pero a cambio debe transigir con un “perfilado de imagen”: Elton John, que se ha hecho amigo suyo y participará en la grabación, le recomienda a su manager para que potencie su carrera; y una de sus primeras decisiones es presentarlo en la portada de “Sweet deceiver”, ese nuevo disco (primavera del 75), como una especie de símbolo sexual, de lánguido efebo que rompe corazones. Kevin reconocerá luego que aquello fue un error, pero de momento sus fans nos quedamos un poco sorprendidos al ver esa pose, ese peinado, ese blanco inmaculado… En realidad no es una imagen muy exagerada sobre la natural, pero algo chirría. Y en cuanto al disco, la cosa va al revés que en el anterior: ahora es la cara A la más interesante, mientras que la B sobra en su gran mayoría. El sonido, en cambio, recuerda a su época Harvest: “Observations”, para mí la mejor del disco, un cruce de balada con rock progresivo y un maravilloso riff entre psicodelia y surrealismo, podría figurar perfectamente en alguna de sus primeras obras; hay una especie de penitencia en la letra de “Guru Banana”, una burla sobre los mitos creados por la contracultura del momento, pero poco más. El resto del disco, a pesar de algunos buenos momentos, se olvida enseguida; y como era de esperar, el resultado comercial es discreto. 


Kevin e Island deciden romper su relación, y resulta que… ¡Kevin vuelve a Harvest! Hay que ver las vueltas que da la vida. Sin embargo la frescura decadente de nuestro amigo se va perdiendo poco a poco, probablemente por la edad y porque estamos entrando en una época muy diferente a la que dio lugar a fenómenos como el sonido Canterbury; a partir de ahora Kevin, como muchas otras luminarias de un tiempo que termina, será más popular por sus actuaciones que por sus discos, cada vez más espaciados, cada vez más previsibles. Pero queda su aura, y por supuesto aquellos primeros discos cuyo resplandor no se pierde.  


12 comentarios:

  1. Hola Rick:
    Estos son discos desconocidos para mi, al igual que los de la anterior entrada. Me los perdí en su momento pero voy darles un repaso para aumentar un poco mis conocimientos y que no se giga que todo un viejozapatomarrón no conoce a Kevin Ayers. Nunca es tarde para recibir sorpresas.

    Antoni.

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    1. Si no conoces ningún disco de Kevin, te recomiendo que comiences por el principio de su carrera, porque esta fase Island no es la mejor (en realidad es un consejo que puede hacerse con la gran mayoría de los músicos, salvo algunas excepciones). De todos modos, suerte: teniendo en cuenta tus gustos, creo que puedes llevarte una agradable sorpresa.

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  2. Off topic

    Oh, the wind, the wind is blowing,
    through the graves the wind is blowing,
    freedom soon will come;
    then we'll come from the shadows.

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    1. Bueno, si tenemos en cuenta algunas circunstancias concretas tal vez no sea tan "off" este topic: dejando aparte el hecho de que el señor Cohen ha ido a hacerle compañía al señor Ayers hace solo unos días, esa estrofa está muy bien traída. De todos modos no soy yo el más indicado para hacer comentarios sobre el canadiense, ya que salvo justamente esta canción del Partisano y, digamos, una docena más, poco conozco su obra. Creo que es un poeta mucho antes que músico: ese rango en él es evidente, mientras que en Dylan podemos discutirlo. Y yo busco siempre la música antes que cualquier otra cosa (o sea, que soy más de Dylan).

      De todos modos, no sé si es esa la interpretación que querías darle al asunto.

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  3. Me he escuchado el primer disco y está bastante bien. Prefiero los primeros temas, la verdad, más asequibles. De la segunda parte que alabas One chance dance sí que suena a space opera, ideal para leer ci-fi en el sofá. Hay que reconocerle al hombre mucha sensibilidad y recursos.
    Sobre el chascarrillo, si te casas con una groupie es lo que pasa, que tarde o temprano vuelve a las andadas.

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    1. Sí, tanto la sensibilidad como una gran variedad de recursos era lo que salvaba a veces algunas de sus canciones, no excesivamente brillantes. Y en cuanto a la señora groupie, totalmente de acuerdo: Cale sabía donde se estaba metiendo, así que...

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  4. Recuerdo cuando arranqué de una pared del Teatro Monumental un cartelito que anunciaba el concierto de Kevin, allá por los 74 ó 75. Estaba ya acompañado por el gran Olie Halsall, con su peremne camiseta de rayas. Poco antes había comprado el "Sweete Deceiver", un disco que me encanta, por razones sentimentales se entiende, aunque escucho poco actualmente. Posteriormente me fui haciendo con parte de su discografía, de la que este "The Confessions of Dr. Dream" me parece que encaja perfectamente en la visión de un artista diletante y al mismo tiempo brillante, muy inglés. Sus "Joy of a toy" o "Whatevershebringswesing" (pufff!), que compré posteriormente, corroboraron la visión de un Kevin juguetón y culto, irregular a veces pero único en su visión de una época en la que todavía se creía en una utopía civilizada.
    Saludos,
    JdG

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    1. En realidad no hay unas diferencias de nivel muy grandes en la categoría de sus primeros discos, y por lo tanto ninguno de estos tres es "malo", por decirlo así, aunque la mayor parte de sus fans creemos que su época Harvest es más brillante que esta.

      Tal vez, finalmente, esa irregularidad los equilibra mucho, y por si acaso lo mejor es no perderse ningún disco suyo porque incluso los más flojos son interesantes.

      Saludos mil.

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  5. Soy fan incondicional de Kevin Ayers, como ya sabes. Coincidimos mucho, eso debe ser que tenemos buen gusto los dos jeje. Por cierto, no conocía el asunto ese amoroso que comentas. Pero me parece a mí que el Cale le está diciendo al Kevin, susurrando casi: "cuando termine la sesión fotográfica te vi a meté una h....., que no se la salta un gitano", pero con buen rollito.

    Si que pueden ser irregulares los discos de K. Ayers, pero un fan no lo son tanto. Los tres discos que comentas, para mí, tienen momentos muy buenos, incluso el directo, con otros más flojos, El último disco que tengo de él, que grabó en el 2007, The Unfairground, me parece magnífico.

    Y sobre todo, un tipo que puede hacer una canción como "May I", se merece un respeto y no necesitaría reservar mesa en cualquier restaurante; se al tienen reservada, por si acaso.

    Ya sabes que a mi me gusta la gente que va por libre

    Y por cierto, otra vez, ese disco de Cale que nombras (Slow dazzle) me gustó mucho en su momento.

    Suma y sigue.

    Saludossssssssssss

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    1. Ah, el "May I"... qué maravilla. Es lo que finalmente le salvaba, que siempre había dos o tres joyas en cada disco. Algo que por cierto le hermana con Cale, porque su carrera también es un poco irregular. Y ese "Slow dazzle" es de lo mejorcito; en realidad, salvo algún patinazo, sus diez o doce primeros años son la repera.

      Seguimos...

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  6. Hola Rick:
    Nebulosamente recuerdo estos discos de los que hablas, pero en su estantería no están, aunque creo haber tenido alguno, y en el disco duro solo tengo el primero, que no está mal. De los demás no puedo opinar. Tampoco consigue picarme la curiosidad.
    Me debo estar volviendo un viejo carcamal.
    Saludos
    Jose

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  7. No es para tanto, amigo José: simplemente, cada uno tiene sus gustos. De todos modos te recomiendo los de la época Harvest, que seguramente conoces por lo menos por unas cuantas canciones como la legendaria "May I". Esa época yo creo que le gusta acasi todo el mundo.

    Saludos mil.

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