sábado, 23 de diciembre de 2017

¿Navidades?


Bienvenidos a nuestra fiesta navideña. Sí señor, un año más hemos conseguido llegar a la vorágine de saraos y desenfrenos variados que nos dicta el calendario y con la que se supone hemos de colaborar; por unos días debemos dejar a un lado esta continua y alocada carrera de obstáculos que constituye la vida actual... y sustituirla por otra no menos alocada carrera de compras, comidas, cenas, ardores de estómago, resacas, nostalgias impostadas y demás fanfarria.

Y ya saben ustedes que en este tugurio también procuramos fingir que somos gente de orden respetando la anomalía general de estas fechas, aunque a nuestro aire: nos vamos de vacaciones hasta que pase todo, pero antes hacemos una fiesta. En nuestro afán por no repetir estilos musicales, esta vez hemos decidido mimetizarnos con el ambiente punk, rock y new wave que se respiraba entre 1976 y 77; o sea, que hasta cierto punto esto será un homenaje a los músicos que aún están empezando, que no tienen la densidad suficiente para dedicarles una entrada para ellos solos o que proceden del otro lado del océano. Como siempre, escucharán ustedes 12+1 selecciones; espero que haya suerte y no se me aburran mucho. 


A pesar de mi carácter arisco, paso por ser un tipo educado cuando quiero; y una de las primeras normas de urbanidad es ceder el paso a las señoras o señoritas. Entre los aspectos más interesantes de la época punk / new wave está la sensación igualitaria que comienza a surgir entre los dos sexos: hasta entonces la mayor parte de las ofertas femeninas se hallan en el folk o el pop, y muy raramente se veía a una mujer en una banda de rock salvo como cantante (Janis, Maggie Bell, Elkie Brooks…) o por razones un tanto “extramusicales” (Honey Lantree, hermana de John y excelente batería); casos como el de la teclista Christine Perfect, luego señora de McVie, o Maureen Tucker -que llegó a la Velvet de rebote- son excepcionales hasta mediados de los años 70. Pero, por ejemplo, era casi imposible ver a una guitarrista: ya saben, la guitarra es un instrumento fálico, y tal. La primera gran señora en este negocio, tanto como compositora como cantante y guitarrista, es sin duda doña Patti Smith, nacida en Chicago pero cuya carrera despuntó en Nueva York y que tanto en lo artístico como en lo personal abrió el camino convirtiéndose en ejemplo y referencia inevitable. Como es de ley, la señora Smith será recibida con todos los honores en este bar cuando le toque, pero de momento dejemos constancia de su grandeza con “Pumping (my heart)”, mi canción preferida de su segundo Lp, de 1976, titulado “Radio Ethiopia”.


Parece que el futuro es de las mujeres. Eso debió de pensar el fantástico Kim Fowley, elemento motriz en la creación de una de las primeras bandas de chicas de los 70: las californianas Runaways, que partiendo del glam rock se convirtieron en una sensación a mediados de la década y cuyo refrescante descaro fue una benéfica influencia para todas las señoritas que vinieron luego. En realidad Fowley no inventó nada, porque ya en los 60 había habido algún grupillo femenino, poppie e incluso garajero, pero con poca proyección; las Pleasure Seekers por ejemplo, de donde salió Suzi Quatro. Pero las Runaways llegaron a ser realmente famosas (y tienen película), aunque su éxito no duró mucho. Luego casi todas siguieron con la carrera musical; la más popular fue Joan Jett, que tanto en su aspecto como en su estilo recuerda precisamente a la buena de Suzi. Aquí tienen ustedes “Cherry bomb”, la canción que en 1976 las convirtió en estrellas. 


Cuando los artistas de una clase o una raza oprimidas consiguen llegar a la “visibilidad”, es frecuente que haya una carga ideológica al menos en sus primeros mensajes. En la Isla, un buen ejemplo del carácter combativo femenino en su lucha por la igualdad y el respeto lo tenemos en Marianne Elliott-Said, más conocida como Poly Styrene, que al frente de los X-Ray Spex presenta su primer single en 1977. Se titula “Oh bondage up yours!” y es una declaración de principios que comienza con esta proclama suya: “Alguna gente piensa que a las chicas se les debería ver y no escuchar. Pero yo pienso… ¡Oh, esclavitud, que te den!”. Y luego viene el “Un, dos, tres, cuatro” que nos introduce en una de las piezas más contundentes, representativas y coherentes en la historia del punk. Porque se supone que esa debería ser una de las características del género: reivindicación, combatividad. Y tal vez por eso mismo los X-Ray Spex no durarán mucho, pero en 1978, cuando publiquen su disco grande, los tendremos en el bar. Ah, y que yo recuerde son la única banda punk que incluye un saxofonista: les sienta bien. 


Nuestra nueva amiga Poly fue una de las muchas “víctimas” del embrujo ejercido por los Pistols, y recordarán ustedes que por este local ya han pasado unas cuantas. Por ejemplo Joe Strummer, que estaba tan tranquilo al frente de sus 101’ers cuando de repente su vida cambia: primero asiste como espectador privilegiado a una de las exhibiciones de Rotten y compañía, para poco después ser tentado por Mick Jones -otra víctima- y crear los Clash. Los 101’ers habían llegado a publicar un single en 1976, que no vendió mucho pero tenía un cierto encanto: la cara A se titula “Keys to your heart” y es una pieza entre rock and roll y pop compuesta por Strummer e inspirada en Palmolive, su novia española que por entonces tocaba la batería en las Slits (un grupo femenino bastante radical que comenzará a grabar en el 78). Por supuesto, tras el éxito de los Clash surgieron cintas con demos y directos de su antigua banda, pero pienso que su mejor canción era aquella; recuerden, inspirada por una chica española que tocaba la batería… Emocionante, ¿a que sí? 


The Adverts fueron otra de esas bandas que, conforme a los postulados punkies, vivieron rápido y desaparecieron pronto. Su primer Lp no se publicará hasta el 78, pero un año antes lanzan un primer single cuya cara A se convierte en una de las canciones más populares en la historia del género: “Gary Gilmore’s eyes”, un top 20 con letra conflictiva en la que se habla sobre cómo debe de verse la vida con los ojos de Gilmore, un asesino yanqui condenado a muerte que los había donado para un trasplante. Los Adverts fueron una banda muy respetada por la parroquia punk, y además con historia de amor incluida: Tim “TV” Smith, cantante y letrista de la banda, estaba casado con Gaye “Advert”, Black, la primera bajista en la historia del punk y todo un símbolo, no solamente sexual (entre otras cosas, había aparecido poco antes en una revista porno) sino también ejemplo de la liberación femenina: la primera mujer estrella del punk, le llamaban los muchachos de la prensa. Pero a lo que íbamos


Hablando de grupos adorables y de parejas sentimentales, aquí tenemos a los escoceses Rezillos, orgullo de la new wave isleña. Sus dos cantantes eran una pareja marciana: Alan Forbes, que había comenzado como batería, cambió su nombre por el de Eugene Reynolds y se puso ante el micro junto a la pizpireta Sheylagh Hynd, que eligió ser conocida como Fay Fife; se ve que el roce hizo el cariño, y lo demás vino solo. El caso es que en poco tiempo la banda se convirtió en una clásica del circuito británico e incluso tuvo un relativo éxito en los States. Más tarde hubo un cisma, un cambio de nombre y algunas cosas más, pero de eso ya hablaremos cuando toque; de momento aquí les dejo la fantástica “I can’t stand my baby”, su primer single, a mediados del 77. Es un pop’n’roll grabado en un pequeño sello pero que llegó a oídos de la benéfica Sire: poco después ya los estaba presionado para grabar un Lp, que disfrutaremos en el 78. 


Dentro de la new wave ya hemos visto que hay varios grupos que proceden del circuito de pubs, y sus músicos suelen ser bastante competentes: más orientados hacia el rock o el pop, con más o menos brillo, saben suplir con técnica su posible falta de originalidad. Un buen ejemplo son los Motors, que surgieron como escisión de los Ducks Deluxe, otros clásicos del pub. Al igual que ellos su carrera no será muy brillante y desaparecerán después de tres Lps pasables y algunos singles de los cuales al menos dos tuvieron un éxito relativo. He aquí el primero: se titula “Dancing the night away”, se publicó en Septiembre del 77 y era en realidad una versión corta de la supuesta pieza central de su primer Lp, que llegaría un mes más tarde. Para mí es de lo más brillante que hicieron, con un ritmo que mantiene muy bien la tensión y unos arreglos excelentes. 


También hemos visto una alternativa que por lo general suele tener más brillo: músicos que comienzan en el rock estándar, el glam o cualquier otro estilo más o menos actual, y con la llegada del punk se actualizan, se recrean y se construyen un carácter propio. Este es el caso de los legendarios XTC, una de las bandas más interesantes -y más prolíficas- que ha dado la Isla y que ya llevaban unos años de aprendizaje hasta que en 1977 fichan por Virgin y graban su primer single, cuya cara A es “Science friction”. Esa pieza los resume perfectamente: un cruce enloquecido entre el glam, los Ramones, el rock and roll electrónico y sabe dios cuántas cosas más. Ni que decir tiene que esa exuberancia enfermiza los convierte casi automáticamente en un grupo de culto, de esos que se aman o se odian, y en este local los amamos: su primer Lp llegará en el 78, y por supuesto tendrán trato preferente aquí. 


Más locos encantadores: los Soft Boys, de Cambridge, que bajo la dirección de Robyn Hitchcock se convertirán en otra banda de culto. Es un término que puede parecer muy exquisito pero esconde en realidad una injusticia: la mayor parte de los músicos que caen en esa categoría merecieron haber tenido mucha más popularidad, pero por poca visión de la clientela o por una distribución deficiente nunca pasaron de ser tan respetados como poco oídos. Hitchcock y sus muchachos se mueven en esa zona difusa conocida como “neo psicodelia”: comenzaron con una estructura musical bastante simple e influenciada por los nerviosismos de la época, pero pronto añadieron tonos de su propia cosecha. Y esa cosecha es muy variada, desde el folk rock psicodélico hasta el rock and roll, e incluso en algunos momentos se acercan al progresivo. No vendieron mucho y su producción es reducida, pero los frikis de buena voluntad los adoramos; o sea, que serán otros invitados de lujo en este local. Para ir haciendo boca, he aquí “Wading through a ventilator”, la cara A de su primer single, del 77. Es otra de esas piezas que, como en el caso de XTC, define con claridad ante qué tipo de gente nos hallamos. 


Volvemos a los Estados Unidos, y en concreto a Cleveland; no es una ciudad de mucha raigambre rockera salvo por excepciones como James Gang, pero justo allí surge un grupo a mediados de la década que dará origen a otros dos de más envergadura. El grupo “seminal”, como se dice ahora, se llamaba Rocket From The Tombs y su vida fue corta; en él militaba Eugene O’Connor (más conocido luego como Cheetah Chrome) y John Madansky (Johnny Blitz para los fans), que se asocian con Stiv Bators, un cantante con futuro, y crean los Dead Boys, considerada una de las primeras bandas punk yanquis. Como mandan los cánones, tampoco ellos duraron mucho: dos discos grandes y algunos singles. Pero el primero de esos singles, grabado en 1977, contiene como tema estrella "Sonic reducer", una clásica absoluta que ha sido versionada con frecuencia y refleja perfectamente la escuela americana instaurada por los Stooges, ese equilibrio entre la ferocidad cercana ya al hardcore y una escala melódica muy reconocible. Ah, y la otra banda surgida de los Tombs son Pere Ubu: palabras mayores. 


La gran ventaja de los países grandes es su enorme variedad de ofertas; por ejemplo, sin salir de Ohio tenemos dos alternativas tan distintas como los salvajes Dead Boys en Cleveland o unos chiflados encantadores que responden al nombre de DEVO en Akron, a sesenta kilómetros más o menos. El nombre del grupo es una síntesis de la De-evolución, teoría sociológica creada por ellos y que, en resumen, afirma que el ser humano ya no evoluciona, sino que va hacia atrás; o sea, que cada día que pasa somos más tontos. Y en vista de lo que se ve actualmente, tal vez tengan razón. El caso es que en sus primeros tiempos estos señores se mostraban ante el público enfundados en monos de plástico amarillos, con una especie de maceteros en la cabeza y otras alternativas estéticas muy propias del “nuevo humano”. Su música es un compendio enloquecido de pop, tecno y new wave que sirvió de referencia en Europa para algunas bandas como los españoles Aviador Dro, por ejemplo. Su primer single llega en la primavera del 77: se trata de la genial “Mongoloid”, que también en España (donde las tribus modernas los adoraban) fue versionada primero por el Zurdo con sus Paraíso y luego por Siniestro Total. No hacen falta más credenciales. 


La seleccíón número 12 resulta inevitable: los Ramones, claro; gusten o no, son una referencia primordial. El grupo se forma en Nueva York a mediados de la década y se les nota su devoción por el rock and roll tradicional, el pop sesentero de la escuela Spector (que les producirá un disco más adelante) y su espíritu de banda de garaje. No está claro que la suma de estas características dé como resultado “la mayor referencia histórica del punk”, como dicen algunos periodistas, pero así los considera una buena parte de la afición aunque algunos rebeldes como Johnny Rotten no los traguen (“¿Esas melenitas tan bien arregladas y esos gabba gabba hey son punk..? Venga ya”). Supongo que esa consideración general tiene que ver más con su vocación instantánea, de urgencia, de simpleza, con estribillos cortos y resolución rápida, que con su verdadero espíritu: eran bastante conservadores (rayando en lo facha) y muy patriotas. Pero han dejado unas cuantas canciones inolvidables, y eso no se les puede negar. Lo más lógico será recurrir a la que inauguró su carrera, a mediados del 76; ya saben, esa que contiene la famosa arenga “Hey ho, let’s go!” 


Y llegamos a la 12+1, esa selección que por lo general viene fuera de programa, pero que esta vez tiene bastante lógica como colofón de todo lo anterior. Porque tan inevitable como la presencia de los Ramones viene siendo la de Sid Vicious cantando “My way”, porque las cosas o se hacen bien o no se hacen. Poco se podían imaginar Claude François y luego Sinatra que un fulano como aquel se atreviese a mancillar tan sacrosanta canción, pero esa es una de las características del punk: el poco respeto a lo supuestamente respetable. Y bueno, la cosa tiene su gracia. Sid ni siquiera sabía la letra completa y fue rellenando huecos con un simpático repertorio de palabras malsonantes, como correspondía a su parlamento habitual. O sea, que tenemos aquí una buena prueba de honradez: este es Sid en estado puro, con esa voz desafinada, esa cadencia, ese tono poético, ese saber estar… Un digno broche de oro para la fiesta de este año. 




Por mi parte solo me queda desear a todos ustedes que sepan encarar el aluvión de fiestas que se nos viene encima con la mayor dignidad y hombría (o mujería, en su caso): recuerden, no hay mal que cien años dure. Y cuando todo esto pase, allá por Enero, el bar volverá a abrir sus puertas; mientras tanto, suerte y feliz año. Aquí les dejo la selección musical que ameniza esta fiesta, por si desean compartirla con sus seres queridos, o no. 

Lo dicho: salud y suerte. Feliz 2018, o al menos que sea soportable. 



12 comentarios:

  1. Hola Rick:
    Pues ya está el paquetito pabajo, buena ocasión para recordar a las viejas glorias de hace cuarenta años, el repertorio no tiene desperdicio.
    Pues como dice el chucho de arriba: Navidades, no me toques los cojones.
    Buenas vacaciones, que ya se que tu eres de los que no perdonas.
    Saludos
    jose

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    1. Gracias, José. Ya voy saliendo del letargo y parece que todos hemos sobrevivido. Bueno, pues a ver si empiezo a integrarme de nuevo en el mundo real. Que te vaya bien el año.

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  2. Buenos dias Rick:
    Buena selección, si señor. Cuando la escuchen mi cuñaos se van a quedar sin argumentos. Toma ya!! Me gusta homenajear a las mujeres, al fin y al cabo a ellas se lo debemos todo.

    Un abrazo y mucha moderación.

    Antoni.

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    1. Hola, Antoni. Moderación, dentro de un orden, creo que sí ha habido; pero esta época siempre me deja un poco alelado, y ahora trato de que me vaya dando el aire de nuevo.

      Suerte.

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  3. Felicidades, Postnavideñas. Iré escuchando ese ramillete de canciones que preveo muy cañeras para alegrar ese semanita de vacío que queda entre lo ya pasado y el Fin de Año.

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    1. Felicidades también a usted, herr doktor. Espero que todo haya ido bien por su consulta. Ahora les dejo otro ramillete para sobrellevar esta época post-monárquica....

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  4. Se me da muy bien fingir que soy gente de orden, después de 38 años de vida laboral fingiendo no haber roto un plato nunca (como dice Raphael "Qué sabe nadie"). Estoy oyendo el "paquetito" de regalo navideño, al mismo tiempo que leo el comentario. Me ha encantado oír de nuevo (sobre todo) el Mongoloid de Devo y el Blizkrieg bop de Ramones. Se ve que no quieres que nadie se aburra en esta fiesta, y lo consigues.

    Felices Fiestas a todo el mundo.

    “Hey ho, let’s go!”

    Saludossssssssss

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    1. Muy buenas, Bab. Imagino que, como la mayoría de los que transitamos por este bar, serás un fifty-fifty entre orden y desorden,¿eh?

      En fin: suerte con el año 2018 y que disfrutes del nuevo paquetillo...

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  5. Pues en una rápida escucha de tu regalo navideño me quedo con las chicas, que estas sí que son guerreras, de Runaway y la de X-Ray. Y Devo, Ramones y casi todo lo demás. Como se nota el cambio de aires de aquella época.
    Gracias otra vez por tu titánica labor enciclopédica, ya está más cerca tu entrada en el Olimpo del Rock.

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    1. Así que las chicas, ¿eh? Muy cuco, tú. Y lo del Olimpo puede esperar, que no tengo ninguna prisa por encontrarme con las familias divinas.

      Feliz 2018

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  6. Esa foto de cabaret tan vintage, que conforma la imagen del "Bar de Rick", deberías cambiarla, aunque solo sea hasta el retorno navideño, por una tomada en los servicios de cualquier garito punkarra de Londres o Nueva York. Lo digo por la selección combativa que nos has preparado como banda sonora. Magnífica, por cierto. Si ya con las solas menciones a los Boys, sean Dead o Soft, anda uno bien encandilado, qué decir del mujerío, de DEVO, Ramones o el marciano de Vicious, enormes todos. No conocía la referencia de The Motors, agradecido.
    Pues eso, que gracias por los buenos deseos, que naturalmente comparto.
    Saludos,
    JdG

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    1. Me temo, estimado Javier, que estoy tan acostumbrado a la imagen del bar que me sentiría medio desnudo si la sustituyese por otra... que no fuese del mismo bar.

      Y suerte con los deseos, a ver si se van confirmando día a día...

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