David Bowie, cómo no. Fue él quien cerró el bienio 76/77, y vuelve a hacerlo ahora. Desde los inicios de la new wave, su obra discográfica es tan valiosa en sí misma como por su influencia en gran parte de los músicos que pueblan la época postpunk y que lo tienen como referencia principal. De un modo u otro ya lo había sido desde los tiempos del glam, e incluso dejó su marca en la música disco con aquel cruce de funk y electrónica que inició en su etapa americana; pero desde su vuelta a Europa y su actualización a través de la escuela alemana, esa influencia se intensifica porque justo entonces los teclados comienzan a adquirir un protagonismo insospechado poco antes. Incluso el trabajo de producción cambia completamente de perspectiva ante la enorme variedad de sonidos nuevos que ofrece la electrónica: acabamos de ver a Steve Lillywhite inventando a medias con Phil Collins ese extraño sonido de batería con reverberación, por poner un ejemplo. Y en la cresta de la ola está Bowie, junto a Eno, Fripp a veces, Carlos Alomar… No hay duda de que ha sabido rodearse de las mejores compañías, y que esta década quedará como la más brillante de su carrera.
A estas alturas, de la famosa “trilogía alemana” (una especie de biblia para gran parte de los nuevos músicos británicos) ya se han publicado “Low” y “Heroes”, que es el momento cumbre de esa fase. Pero un nuevo cambio comienza a percibirse en la primavera del 78 con el arranque de la gira mundial Isolar Tour II, que se extenderá hasta diciembre y en la que el repertorio incluye la interpretación de buena parte de “Ziggy Stardust”: ese gesto sería impensable tan solo dos años antes, y con él Bowie parece dar a entender que su adoración por la fría vanguardia germanizante está llegando a saturarle. A fin de cuentas él es una figura pop, y de vez en cuando necesita volver a sus raíces. Por otra parte se nos asegura que su dependencia de la cocaína ha terminado, que está casi limpio. Así que, sumando una cosa con la otra, tal vez sea cierto que un nuevo Bowie está surgiendo. Y esa sensación se confirma en verano del 79 con la publicación de “Lodger”; que ya, que es el tercero de la trilogía, pero algunos no lo vemos tan claro. La influencia de Eno sigue siendo notable, sigue Visconti en la producción, pero el material está cambiando: para empezar poco queda de alemán aquí, puesto que hay una gran variedad de estilos y un cierto espíritu de improvisación (dejando aparte el hecho de que se grabó en Suiza y Nueva York). A veces nos asalta la duda sobre si no habrá un pequeño “descuadre” en el criterio con el que se detalla la discografía de Bowie: parece haber más coherencia entre “Station to station”, “Low” y “Heroes” -es decir, entre el precedente de la trilogía y los dos primeros- que entre esos dos y “Logder”.
Pero en fin, eso es lo de menos; el caso es que aquí comienzan a definirse las líneas maestras de lo que será su estilo en los años 80, e insisto en que la tendencia de este disco es más cercana al pop y que hay mucha variedad de ritmos. Por ejemplo: después de tantos años recorriendo el mundo era evidente que también el folclore tendría que acabar marcándolo, y hay rastros evidentes de esas influencias en piezas como “African night flight” o “Yassassin” (por supuesto bajo su perspectiva electrónica y un tanto desquiciada, buscando su propio tono, como ya está haciendo Gabriel). Incluso en algunos momentos que podrían recordar con más nitidez los dos discos anteriores, como “Red sails” y su tonillo japonés o la contundente “Look back in anger” hay una tendencia a “clarear” el sonido haciéndolo más accesible marcando ese ritmo entre pop y rock con una carga épica que en cierto modo se adelanta al estilo que tendrán unos Simple Minds -por poner un ejemplo- dentro de poco. Y un buen resumen de todo esto es “Boys keep swinging”, que podría figurar en “Heroes” o “Low” pero como “alternativa melodiosa” al tono general de aquellos discos. Y precisamente porque “Lodger” es el más accesible del trío es el que menos ventas ha conseguido, porque al parecer sus fans intelectuales no lo tienen en consideración. Tal vez sea conveniente volver a las comparaciones con Gabriel: sí, este es un disco de transición, pero no tiene nada que envidiar a los otros.
La transición se solidifica en otoño de 1980 con “Scary monsters (and super creeps)”. Hay muchos cambios, que se sugieren ya en la portada: si la asociamos con la de “Lodger”, que simboliza un momento final, en esta podríamos estar ante una resurrección, y el antiguo inquilino germanófilo muerto ha transmutado en el personaje que protagonizó los primeros años de la década anterior. Es decir, hay una vuelta al espíritu “circense” que hizo de Bowie un grande. También a diferencia de “Lodger” aquí no hay improvisación, sino que el sólido trabajo de estudio se ha hecho después de tener las canciones ya muy perfiladas, y la marcha de Eno es la confirmación de esta metamorfosis (ah, y un cotilleo: su matrimonio con Angie queda legalmente liquidado por esas fechas). Bowie sabe que el pop ha vuelto, y está decidido a seguir siendo protagonista en la continua evolución del negocio porque el pop que él nos vende es vanguardia, claro. Y por supuesto no se centra en un solo estilo: su “reconsideración” del funk resulta muy provechosa en piezas como “Fashion”, mientras que “Kingdom come” tiene un regusto como de homenaje a Spector, o algo por el estilo. Pero quizá el aspecto más relevante del disco está en aquellos indicios de pop épico que ya se sugerían en “Lodger” y que tanto gustaron no solo a los Minds sino a casi todos los poppies tremendistas (léase “Nuevos Románticos”); esos indicios se confirman aquí con los ritmos del calibre de “It’s no game”, cuyas partes I y II abren y cierran el disco. Pero sobre todas esas señales destaca “Ashes to ashes”, la canción estrella del disco, que marca la evidente ascendencia de Bowie sobre ese movimiento musical y la también evidente conexión entre el glam y toda la saga siniestra - gótica – romántica que se apropiará de, al menos, el primer quinquenio de los 80. Esa canción, en la que por cierto se hace referencia al Mayor Tom (o sea, un guiño a su época Space Oddity), se promocionó con un vídeo extasiante, de puro glam psicodélico, en el que Bowie se hacía acompañar de personajes como Steve Strange, una de las “caras” más visibles del naciente imperio de los Románticos en cuestión. De ese modo, la admiración que esta tribu ya sentía por él desde su juventud (crecieron escuchando la saga germana) es remunerada por Bowie dándoles un papel protagonista y, de algún modo, “marcándose” con ellos, fiando su futuro inmediato al apoyo de este tipo de aficionados.
Como era de esperar, “Scary monsters” fue un éxito de ventas y “Ashes to ashes” el número uno en singles, así que Bowie entra en la nueva década a lo grande; otra cosa es si conseguirá mantenerse o no, pero desde luego esos inicios son impresionantes. Y, una vez más, nos proporciona un broche perfecto para rematar este largo viaje por el último bienio de los 70. Espero que no se hayan aburrido ustedes mucho, pero por si acaso habrá que montar una fiesta para despedir esta época con todos los honores, ¿verdad? Bien, pues pronto nos veremos en ella...
No creo que haya un ruptura tan clara entre la época alemana y la apertura hacia una música más funk, más accesible. Quizás en un tipo como Bowie era la respuesta más natural. Si el tecno valora lo percusivo y lo armónico el paso siguiente podría ser la vuelta a esa musicalidad bailable que luego con el paso de las décadas se convertiría en house y géneros afines. Por otro lado, Bowie quizás superada su aversión a los personajes construidos en su primera época, necesitase recuperar aquel espíritu pero con nuevos alicientes tras la experiencia alemana.
ResponderEliminarNo es una ruptura, sino una evolución que se va desarrollando entre "Lodger" y "Scary monsters". Y en todo caso es una vuelta a algunos postulados del pop, aunque evidentemente lavisión ha cambiado mucho entre principios y finales de los 70 debido entre otras cosas a la electrónica. En gran medida es el propio Bowie quien ha ido preparando esa evolución de la que luego se aprovechan tantos músicos.
EliminarSi, Bowie merecía esa despedida de década y comienzo de la siguiente, su gran pasado le permitía aun mantenerse en primera línea. Su época alemana, la inicial con Eno, me parece muy interesante, aun cuando se pasara en declaraciones filo-nazis en alguna ocasión. Su nueva etapa americana de los 80 es su canto del cisne.
ResponderEliminarSaludos,
Sí, la verdad es que las opiniones políticas de Bowie en esa época podía habérselas ahorrado, pero qué quieres: las drogas son muy malas. Pero más tarde tuvo el buen gusto de arrepentirse. Y los 80 son, efectivamente, su última época interesante aunque incluso sus discos más grises suelen tener algún aspecto de interés.
EliminarSaludos mil...
Todo lo que hace Bowie me parece de recibo, y tu artículo de hoy es buen motivo para revisar estos dos discos (del Scary monsters guardo muy buen recuerdo)
ResponderEliminarVoy haciendo cola para la fiesta, no sea que me quede sin sitio
Bueno, "todo" es mucho decir: su época dorada comienza a decaer a mediados de los 80; pero en fin, ya nos gustaría que hubiese más músicos con semejante proyección.
EliminarNo te preocupes por coger sitio en la fiesta, que aquí nunca hay abarrotes...
Muy buenas Rick,
ResponderEliminarAunque llevo haciendo campana algunas semanas que sepas que te he seguido leyendo. Sepas tambien que he hecho los deberes y he ido escuchando a los
Squeeze, Graham Parker, Joe Jackson, Stiff Little Fingers, Undertones y por supuesto al gran Peter Gabriel (a lo mejor me he dejado por nombrar a alguno).
Ademas, no queria perderme el ultimo post de los 70. He experimentado una mezcla de alegria y decepcion al ver que se trataba de David Bowie. Alegria porque me gusta (y mucho), pero... ¿Otra vez el señor Bowie cerrando un bienio? ¿No estara siendo usted injusto con el resto?. A pesar de todo, tengo que reconocer que no conozco ninguno de los albumes que propones de este señor. O sea, que en el fondo ya me va bien.
PD. Mi mama ya te enviara el justificante por las ausencias algun dia de estos.
Saludos y gracias
Bueno, lo importante es la intención: si me dices que sigues haciendo tus deberes con regularidad me basta. Y en cuanto a Bowie hay que tener en cuenta que en esta época sigue siendo el referente más importante para los nuevos músicos, aunque de todos modos tampoco importa mucho quién remata la serie: alguien tenía que hacerlo, ¿no?
EliminarSaludos a tu mamá. Y dile que con tu testimonio me basta, que no se ponga a escribir papeles...
Pues no me he aburrido en absoluto. He repasado un montón de discos que tenía medio olvidados. Uno se entera aquí de muchos chismorreos interesantes que no conocía, y como uno es curioso, pues eso. Con Bowie me pasa que cada vez que vuelvo a oír sus discos me gustan un poco más. Les saco jugo nuevo. “Ashes to ashes”, qué maravilla de canción. Se agradecen estas clases magistrales.
ResponderEliminarSaludossssssssssss
Es lo que tenemos los puretas, que nos van las batallitas. En fin, el caso es teneros distraídos, que el aburrimiento es mu malo. Y Bowie es un fin de curso excelente.
EliminarQue te diviertas en la fiesta...