lunes, 6 de junio de 2022

1982... (VII)

Su Excelencia Ian McCulloch vuelve a honrarnos con su visita, por supuesto al frente de Echo & The Bunnymen. Él y su grupo son otra de esas sociedades ya veteranas surgidas en el período post punk; en realidad no estaban inventando nada, pero supieron hacer una mezcla muy interesante entre la electricidad "existencialista" de Velvet Underground y el estilo post garaje de un Bowie en los primeros 70 (recuerden, Ziggy Stardust cambió la vida de este señor). Hay un componente psicodélico que, sin ser invasivo, sirve para mitigar esa querencia un tanto dramática que podría llegar a cansar. Por otra parte, y como reflejo de su fuerte personalidad, el señor McCulloch muestra un marcado dominio de las tablas que lo hermanan con la raza de frontmen cercanos a lo mesiánico, junto a Bono, Kerr y algunos más. McCulloch, como ellos, es un compositor bastante solvente y, aunque también en este caso las canciones figuran a nombre del grupo, se sabe quién es el "ideólogo". Tiene además una buena formación, que incluye su antigua militancia en los Tres Cruciales junto a Julian Cope y Pete Wylie: no llegaron a grabar siquiera porque pronto surgieron las disensiones, pero aprendieron mucho en poco tiempo.

Sus dos primeros discos fueron suficientes para establecerlos en la élite de la modernura isleña, manteniendo su aura underground y acercándose al mismo tiempo al éxito masivo. Era una imagen que les sentaba muy bien, y hasta cierto punto se mantiene en "Porcupine", publicado a principios de 1983. Aunque hay algunos cambios, especialmente en los arreglos, ya que buscando un equilibrio entre épica y exotismo aquí amplían el catálogo de recursos y revisten algunas canciones de ornamentos orientales, ayudados por el violinista indio L. Shankar. De ese modo nos sorprende el arranque que luce "The cutter", la que abre el disco y que nos transporta a ese mundo tan ensoñador bajo el punto de vista occidental. El aroma psicodélico es más denso en este disco que en los anteriores, no ya por las aportaciones del señor Shankar sino también, y sobre todo, por el trabajo general de grupo y productor creando ambientes complejos como en "Higher hell" por citar un ejemplo claro. El nexo de unión con su trayectoria hasta ese momento se mantiene en canciones más "tradicionales" como "Back of love" o la que da título al disco, y el cierre con la exquisita "In bluer skies" le da un toque de elegancia admirable. En resumen y aunque no hay unanimidad, para muchos aficionados este es su mejor disco. Por otra parte consiguen marcar bien su territorio dentro de esa "federación" de grupos tremendistas en la que habitan junto a los Minds y U2: salvo en piezas como "Heads will roll", que pueden llevar a confusión en el oyente poco avezado, McCulloch y sus colegas salen bastante airosos de las posibles comparaciones y representan el sector más arty de ese mundillo. También en consecuencia el menos invasivo, el más equilibrado a pesar de algunos detalles como esa portada, tan del gremio. En fin, un top 3 en la Isla es una buena marca, aunque tuvieron que pasar unos meses para llegar ahí porque al principio la gente no acababa de asimilar este giro psicodélico-oriental.



A medida que nos acercamos a la mitad de la década parece que todo el mundo tiene que subir la apuesta continuamente, y los Bunnymen también se apuntan a esta competición con su nuevo disco, que llega en la primavera del 84 bajo el título de "Ocean rain". El formato de grupo estándar ya les queda pequeño, así que contratan a unos cuantos músicos de orquesta sinfónica para darle más vuelos a esas nuevas canciones, que por otra parte se orientan claramente hacia el espíritu romántico (en el sentido literario de la palabra): esto significa más grandiosidad y más "sentimiento". También, como es lógico, deben potenciar su vertiente melódica y diluir un poco su esencia de banda de rock: la apertura con "Silver" o Crystal days" son claros ejemplos de fusión entre el sonido tradicional del grupo y esos nuevos aires sinfónicos. En otras se escoran más hacia el clasicismo que ya habían intentado algunos grupos como los Moody Blues casi veinte años antes, como en "Nocturnal me", "Ocean rain" o "The killing moon", que resultó ser la más popular; aunque no entre sus fans más veteranos, que por lo general no vieron con agrado este giro, sino más bien entre un nuevo sector de público, muy de aquel momento, al que lo grandioso le impresionaba mucho. Aquí entró una nueva leva de aficionados, muchos de ellos procedentes del sector de nuevos románticos, y esta oferta de un grupo con fama de underground les pareció un salto de categoría. Ah, y la portada, como siempre, en su línea. El caso es que, cinismos aparte (sí, lo reconozco: con este tipo de grupos puedo llegar a parecer un cínico redomado), estamos ante una obra muy pulcra, con algunas melodías realmente agradables de oír. Y tal vez si sus autores fuesen otros y no estos, sin prejuicios, a muchos como yo nos hubiera agradado bastante más; pero como somos así de retorcidos, este fue el principio del fin de la relación entre nosotros y los Bunnymen. De todos modos las listas de ventas no se resistieron y este disco fue a la larga el más popular de su carrera, mostrando un relevo generacional en la masa de fans que se produjo con mucha más rapidez que con otras bandas como la de Siouxsie o los Cure.


Y a partir de ahí, los Bunnymen se dedican a mantener su estatus y contentar a su nuevo sector mayoritario de consumidores, conscientes de que sus primeros fans son ahora una minoría cercana al exotismo. La percusión, las cuerdas, los arreglos en general se hacen más estándar, las melodías también, y en el segundo quinquenio ya son otro grupo de muchas ventas pero sin aquel carácter que los había elevado hasta las alturas en las que ahora habitan. Suenan bien en los pubs, mientras te tomas una copa y echas de menos los buenos tiempos, que se han ido no hace mucho. Y luego llegarán los 90, y McCulloch se va pero volverá, y así sucesivamente. Hace poco aún andaban por ahí.



10 comentarios:

  1. Mientras leo la entrada saco los dos discos de la estantería. Decido ponerles sendas fundas de plástico (siempre es bueno tenerlas a mano) porque observo que el material ya está demasiado desgastado. Por cierto, grandes portadas, impregnadas de ese imaginario romántico del que hablabas.
    Una gran banda que marcó época. Sus cuatro primeros trabajos (hasta este "Ocean Rain") representan lo mejor de la escena británica de entonces, concretamente la de Liverpool. Es curioso como parte de esa escena se muda desde el sempiterno Londres a Liverpool y Manchester y estas dos ciudades adquieren nueva vitalidad con grupos y locales (estos Echo y Teardrop Explodes, Joy Division, Happy Mondays, Smiths... Eric´s y The Haçienda). ¡Y aun queda algún despistado que maldice la música de aquellos años 80!
    Ignoraba la referencia que haces sobre The Crucial Three. Me he metido en Wiki para concocer más sobre esta fracasada propuesta. Me parece que no deja de ser el típico calentón después de mucho humo y pintas.
    Saludos,

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    1. Sí señor, las fundas de plástico. De joven me parecían un engorro, pero son fundamentales para mantener nuestros fetiches a salvo de los mordiscos del tiempo.

      Liverpool y Manchester comenzaron la "revuelta" contra el sempiterno poder londinense, aunque si te fijas eso ya había pasado, en menos medida en los años 60 con Beatles y Hollies, por ejemplo. La diferencia esta vez fue que abrieron el campo de juego mucho más y comenzaron a surgir grupos elas pequeñas ciudades más insospechadas: los Jam o XTC, sin ir más lejos.

      Los Crucial Three fueron en esencia una especie de academia en la que se formaron sobre todo McCulloch y Cope (la carrera de Wylie fue mucho más oscura). Y el nexo de unión entre los tres era la psicodelia, que ninguno abandonó completamente nunca. Lástima que no haya ninguna grabación de esa época.

      Saludos mil,

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  2. Indudablemente uno de los mejores discos de la década de los 80. Sus 4 primeros álbumes son palabras mayores en esa década y en la historia del rock. Saludos.

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    1. Los cuatro primeros, exactamente. Luego la cosa ya decae; o no, según el tipo de fan al que preguntes...

      Saludos mil.

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  3. Es curioso la caducidad de estos grupos, de gran calidad como Echo & The Bunnymen, pero del que hoy no queda mucho recuerdo a mi parecer, frente a la longevidad de otros, The Cure que citas y que personalmente prefiero.
    Salud

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    1. Cada uno tiene sus gustos, y por lo tanto no hay nada que discutir. En mi caso, me da un poco de pena que mucha gente recuerde antes a los Cure que a los Bunnymen, pero ya digo, es una cuestión meramente subjetiva. En todo caso, ambos grupos siguen en activo.
      Saludos mil

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  4. Pues yo tengo que confesar que seguí en su momento a los Bunnymen, eran menos afectados que Simple Minds y demás, sobre todo en sus primeros discos. Escuchando los temas que acompañan el artículo recuerdo por qué deje de seguirles, y por qué no me acuerdo mucho de ellos: me suenan muy huecos. Es curioso que lo que un día me pareció el colmo de lo moderno haya envejecido tan mal.

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    1. Hombre, tanto como huecos no diría yo, pero esta es la cruz que tienen que llevar todos aquellos que intentan aparentar más de lo que son. Los Bunnymen, sin la excesiva afectación de su líder, son un grupo bastante competente en sus primeros años. Y en efecto, las modernuras suelen pagarse.

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  5. En su día no me quedé mucho con sus caras a pesar de recordar que me parecía un grupo a tener en cuenta. Aunque he de reconocer que, después de volverlos a oír con detalle, suenan bastante convincentes. "The cutter" suena de lujo. Y como siempre, o casi, sus primeros discos son los mejores.
    Saludos.

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  6. Hola, Bab. Los primeros discos suelen ser los mejores de casi todo el mundo, y estos no son una excepción. Conste que, independientemente de la brillantez de sus canciones, siempre han tratado de mantener una calidad técnica bastante alta, pero con eso no es suficiente salvo para los muy fans.

    En este caso, los tres primeros son muy recomendables; "Ocean rain", el cuarto, ya es discutible, y a partir de ahí... a otra cosa, mariposa.

    Saludos mil.

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