lunes, 30 de mayo de 2022

1982... (VI)

La variedad de estilos surgidos en la new wave demuestra que, contra lo que decía alguna prensa nostálgica, aquello era mucho más que una simple "tendencia": lo cierto es que una época estaba siendo sustituida por otra. En 1976 ya quedaba muy poco de la mentalidad casi "prusiana" surgida tras el hundimiento de las filosofías hippies de la década anterior, y la juventud occidental estaba entrando en una especie de Renacimiento. Lo que también implicaba una cierta ligereza, que al menos en los primeros tiempos resultó muy saludable. Cualquier estilo surgido por entonces podía tener futuro, y uno de los más frondosos fue el pop electrónico; resultaba casi obligatorio entrar en el negocio a través del punk o el pop rock, pero pronto comenzaron a destacar algunos grupos que incluían teclados de última generación. Algunos mostraban una clara vocación experimental que les resultó difícil mantener por mucho tiempo -los primeros Ultravox! son un buen ejemplo-, porque ese tipo de mercado es muy restringido salvo para personajes como Eno, que ya tiene una clientela anterior. Pero a los que demostraron la creatividad suficiente como para ampliar su mercado creando melodías con gancho les fue bastante bien. Otra cosa es hasta qué punto esa vocación mayoritaria puede acabar degenerando: de modas como la de los Nuevos Románticos han surgido unos cuantos horrores. Pero hubo grupos que supieron combinar la calidad con la comercialidad sin perder la decencia del todo, y creo que Simple Minds, al menos en esta época, lo consiguieron. 

En su primera visita al bar ya vimos que, tras un brevísimo momento de furores pseudo punkis en sus comienzos allá por el 77/78, Jim Kerr y sus socios abandonan prácticamente todas las influencias "oscuras" como la Velvet o Magazine y se van orientando hacia el sonido sintético. En esos tiempos su estilo oscila entre la vanguardia electrónica que estaba ensayando un Bowie, por ejemplo, hasta el funk de discoteca -también electrónico- que por momentos llega a recordar a la mismísima Donna Summer. Pero después de tres discos un tanto dispersos, de alcance regular, su fichaje por la Virgin en 1981 marca el salto al estrellato, y para entonces el carisma de Kerr ya representa tanto la imagen como el espíritu del grupo. Creo que ya dije alguna vez que ese estilo de cantar, como si estuviera declamando himnos, con esa mirada al infinito y más allá, esos gestos entre solemnes y grandiosos le dan un aire "pastoral" que impresiona a muchos de sus fieles. Y la música que elaboran a partir de ahí va a juego con esas poses y esa visión tremendista que los hermana con U2 en tantos aspectos. Ahora son un grupo de pop electrónico casi "gótico", si eso es posible. Y su debut en Virgin, a lo grande, con aquel doble en el que se funden vanguardia y melodía con bastante buen criterio, mostró que estábamos ante unas estrellas en potencia.

Llegados a 1982 las esperanzas se confirman. Es más, hay que reconocer que van sobrados: su quinto disco, titulado "New golden dream 81, 82, 83, 84" es un hito en la historia del pop electrónico de masas. Y no solo porque alcanzase en aquel momento el top 3 en la Isla, parecidas valoraciones en media Europa y una inercia comercial que duró mucho tiempo, sino porque las canciones están muy bien diseñadas (dentro de su estilo) y al grupo se le ve a gusto, sin tensiones, en su mejor momento. Por otra parte, y aunque es cierto que el componente electrónico tiene un protagonismo muy relevante, no nos engañemos: insisto en que las canciones en sí mismas, aun despojadas de esos lujosos arreglos, se defienden sin agobios. En parte se debe a esa cadencia entre épica y "eclesial" que marca el estilo creativo de Kerr, pero su interacción con el resto del grupo es perfecta; de hecho este es el primer disco en el que todas las canciones figuran a nombre del grupo, sin la distinción que se hacía hasta entonces entre las letras (generalmente de Kerr) y la música (se supone que creada en conjunto). El sonido, en general, tiene un ambiente atmosférico y vaporoso, como de cuento, que ya se siente en la apertura con "Someone somewhere in summertime", con esa percusión ligera, alada, que parece ir caminando de puntillas sobre la melodía, como no queriendo molestar salvo en los clímax. Pero por otra parte hay una buena simbiosis en muchos momentos con el estilo funk blanco que está poniéndose de moda en la Isla, y Kerr dice que es aquí donde llegaron a la convicción de que "por fin hemos alcanzado algún tipo de madurez". Entre las demás perlas del disco destaca también con luz propia la que abre la cara B y le da título, la preferida para muchos de los que lo compramos, entre otras cosas porque su poder evocador es muy potente: aún hoy me lleva a aquellos tiempos con la misma efectividad de siempre (ya saben, esas canciones que forman "la banda sonora de una vida", como suele decirse). Por cierto, que Bono y sus U2 dicen haberse inspirando grandemente en esta época de los Minds, lo cual no es extraño. Ah, y ambos son en esa época muy aficionados a "iconografía" de tipo medieval, muy a juego con su filosofía heroica.



"Sparkle in the rain", publicado a principios de 1984, es el pelotazo mundial definitivo, porque aquí tiene lugar el tránsito del pop funk electrónico al muro de sonido que les da el aura de estilo de banda para estadios. Y dan ese paso de la mano de Steve Lillywhite, el productor estrella del momento; el mismo que, entre otras muchas cosas, había puesto a U2 en el Olimpo con sus tres primeros discos. No hay duda de que si un grupo tiene madera, el señor Lillytwhite acabará llevándolo al circuito grande; porque si ya en el disco anterior el sonido de los Minds era grandioso, aquí además les aporta un aura de majestad que barre las listas mundiales. Y eso que, al menos para mí, el repertorio va descompensado: las cuatro primeras canciones son sencillamente imbatibles, mientras que el resto se limita a mantener el nivel sin grandes alardes. Pero esas cuatro son, ya digo, una actualización del muro de sonido que deja pequeño al mismísimo Spector: la apertura con "Up on the catwalk" ya nos muestra un sonido y una presencia con tremenda robustez y al mismo tiempo una especie de compacidad cristalina muy difícil de explicar si no se sumerge uno en ella. Le sigue "Book of brilliant things", una especie de funk ralentizado de mucha enjundia, y luego llegan los dos grandes cañonazos del disco: la grandiosa "Speed your love to me", una especie de cántico épico en la que cuerdas y batería se contraponen de un modo admirable, y "Waterfront", donde el gran protagonismo del bajo sintetizado (¿o es un teclado?) en una sola nota crea un fondo uniforme sobre el que los teclados y la percusión tienen su papel estelar en verdaderas explosiones de sonido que la van marcando hasta redondear otro de esos momentos mitológicos del grupo. Los Minds terminan este primer quinquenio ya instalados en el selecto grupo de giras millonarias. Su reino ya no es de este mundo.


Y a partir de ahí, la inercia. En 1985 llega "Once upon a time", donde el sonido se hace más compacto y rugoso, acercándose al soul rock en el intento de conseguir mayor popularidad en el mercado americano. Hay buenas canciones, aunque algunos comenzamos a cansarnos. Al mismo tiempo la fama y el exceso de trabajo comienzan a afectar las relaciones en el grupo: la marcha de Forbes es la primera señal. Kerr comienza a involucrarse en asuntos políticos o sociales, lo cual en sí mismo no es bueno ni malo pero comienza a acercarle peligrosamente al estilo mesiánico de su amigo Bono. Tres años después llegará el siguiente disco, y aunque muchos ya no estamos entre su público a Kerr le da igual porque su base de fans es lo suficientemente amplia para que aún hoy, con algunas épocas de inactividad por medio, siga actuando por medio mundo. Supongo que eso debe de rejuvenecer mucho.



13 comentarios:

  1. Recuerdo tu última entrada sobre este grupo. Aunque no es el género que más me entusiasme (he llegado tarde al de Monochrome set), se aprecia la calidad, y tras leer tu entrada puedo ver esa relación que comentas, por el halo épico de estas canciones, con U2. Me ha gustado especialmente la primera que has dejado, ''Someone somewhere...'' Hay otros temas que has dejado con una base rítmica y mezclas más complejas y tal, pero la primera tiene un magnetismo innegable.

    En relación a la estética medieval de las fundas, me ha venido a la mente un disco de un género distinto pero muy cercano en el tiempo, si no me equivoco: The turn of a friendly card, de Alan Parsons Project.

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    1. No hay duda de que este tipo de grupos pertenecen a un sector, el del pop electrónico reconvertido a mainstream, que no es para todos los gustos. Como tampoco lo son Siouxsie o los Damned, por supuesto: cada aficionado tiene sus tendencias. Pero al final si un trabajo está bien hecho casi todos podemos percibirlo, aunque luego sigamos "a lo nuestro".

      El asunto de la estética medieval fue una plaga en los 80, y el señor Parsons supongo que tomó nota. Pero en esa portada también se notan influencias de la estética que usaban a veces los grupos folk, un género al que él no es completamente ajeno.

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  2. También recuerdo la anterior entrada sobre el grupo escocés, abarcaba (si la memoria no me falla) su primera época, hasta el "Sons & Fascinations" de 1981. La verdad es que fui muy seguidor de la banda hasta ese disco, después me parecieron un pelín empalagosos, grandilocuentes, jugando en una liga (U2) que creo les desfavorecía más que otra cosa. Igual estoy equivocado, porque después de leer esta entrada (además de algunos otros artículos) sobre su etapa "New Gold Dream", adivino que desde esta obra hasta "Once Upon A Time" (es decir, hasta la mitad justa de la década) seguían por el buen camino.
    De hecho, estos dos discos junto al "Sparkle in the Rain" los tengo en la "lista de deseados". Alguna vez caerán.
    Saludos,

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    1. El cambio que hubo entre sus primeros discos y esta época es notable, y de hecho ya hubo bastantes fans que los abandonaron cuando ficharon por Virgin y se les empezó a ver la deriva "heroica" que tomaban. De todos modos insisto en lo que le digo a Rodión: al menos estos dos discos están muy bien hechos, marcaron una época y, salvo que se sea un fundamentalista rockero, hay que admitir que tienen algunas canciones muy bien hechas y con melodías atrayentes.

      Saludos mil.

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  3. Estoy muy de acuerdo en tu visión de Simple MInds, un grupo que escuché mucho en aquellos años. Ese dramatismo de la voz, casi religiosa, de himnos como comentas y ese sonido acompañando el conjunto, pero por encima de todo la batería. Batería, voz y órgano es la clave, incluso con doble batería en los directos que suelen ser lo mejor de esta gente y sus congéneres.

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    1. El problema con los grupos que tanto en forma como en fondo se van haciendo épicos es que echan a mucha gente para atrás. Y lo comprendo, porque suele haber mucho cartón piedra en esos planteamientos (por no hablar del mesianismo de un Bono, por ejemplo). Pero si conseguimos olvidarnos de ese envoltorio, ya digo: al menos estos dos discos valen la pena. Entre otras cosas porque, efectivamente, la cuestión puramente técnica está muy bien tratada. Son profesionales de categoría, gusten más o menos.

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  4. En su momento me resultaban indiferentes, hoy directamente no me gustan. Culpa mía, no conecto con el estilo épico grandilocuente que se gastan, qué se va a hacer. Antes todavía me sonaban modernos por los teclados y el sonido, ahora ni eso.

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    1. Ya digo, no se puede contentar a todos, y es perfectamente comprensible que este tipo de estilos cause repelús en muchos aficionados. No hay nada que objetar a eso. Pero insisto en que técnicamente son muy buenos, y un recopilatorio de sus seis primeros discos (al menos) no sobra en ninguna colección.

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  5. Hola Rick.
    Pues a mi los Simple Minds siempre los he escuchado con agrado, y no se distinguir los mejores discos, aunque creo están bastante por debajo de muchos de esos grupos post-punk o como se quieran llamar, a pesar de ser de los mas conocidos.
    Siempre me ha parecido que les faltaba un puntillo.
    De todas formas, repito que los escucho con agrado.
    Saludos
    Jose

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    1. Hola, José.

      Hay que tener en cuenta que los Minds a estas alturas juegan en otra liga, y que el concepto "post punk" pierde su sentido genérico, de colectividad, ya antes de que termine la década de los 70. En consecuencia, a estas alturas cada grupo ya es de su padre y de su madre.

      Y entonces a los aficionados la que nos queda es decidir hasta qué punto tienemos o no empatía con cada una de las corrientes principales que se van desarrollando en los 80. O, mejor aún, hasta qué extremo podemos admitir el batiburrillo de discos y estilos diferentes en casa. Ya sabes, la mezcla mejora siempre las razas...

      Saludos mil

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  6. ucha empatía no tengo con Simples Minds. En su momento me parecieron un grupo con buenas cualidades, se dejaban escuchar muy bien, pero no llegaron a atraparme. Ya sabes, lo de siempre. Esto me pasó con muchos grupos de esa época, así que no tengo mucho porvenir en siguientes capítulos de la serie. Sin embargo viene muy bien dar un repaso de vez en cuando, se pillan matices que antes no se pillaban. Y al contrario, se ven defectos donde antes no se veían. Esto desde mi punto de vista, que conste.

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    1. Hola, Bab. Supongo que a todos nos pasa que distinguimos entre los músicos que nos "dicen" algo y los que solamente nos parecen buenos pero no contactamos con ellos. Los primeros no tienen siquiera por qué ser especialmente buenos, mientras que los segundos pueden ser mejores pero nos suenan lejanos, En nuestro caso podríamos poner el ejemplo de los primeros Jethro Tull en comparación con King Crimson: cada día me reafirmo más en que los primeros discos de los Crimson son verdaderas joyas, pero nuestro corazoncito tira más para los Tull..

      De todos modos, y aunque no haya esa empatía, unos cuantos grupos de los 70/80, el menos en sus primeros discos, tienen verdadera categoría. Incluso los Minds, aunque Jim Kerr no caiga bien. O los Bunnymen, o U2...


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