Los Damned y los Clash, los dos protagonistas más notables de aquel ilusionante terremoto musical que comenzó a sacudir la Isla a mediados de la década anterior, siguen en pie. Cada uno a su manera, han sabido ir evolucionando para mantenerse en un mercado que, de todos modos, cada vez es más "compasivo" con los músicos que han conseguido un estatus. Al igual que sucedió siempre en Estados Unidos, también aquí comienza a funcionar aquella frase de Cela que decía que "el que resiste, gana". Mientras la duración media de un grupo en los 60 no pasaba de los cinco años salvo que se fuese una estrella, ahora ya se puede llegar a los diez sin muchos apuros. Y pronto ese período de supervivencia comercial podrá ser casi ilimitado gracias al directo: cada vez hay más fans a los que les basta con tararear las canciones de siempre rodeados de iguales y ante sus satisfechos ídolos, que con frecuencia perdieron la creatividad hace ya tiempo.
A estas alturas los Damned son un grupo de pop rock con querencias entre góticas y siniestras, aunque su origen punk les proporciona todavía suficiente frescura como para mantener la dignidad. Por otra parte y tras aquel fiasco con su segundo disco, que casi les cuesta la carrera, se reinventaron de un modo admirable: el tercero, seguido por el ya legendario "Black album" a finales de 1980, les dio la potencia suficiente para desentenderse de una masa de fans iniciales -los punkis de la primera hornada- que, como decía Dave Vanian, "solo quieren seguir cantando "Neat neat neat" a gritos y destrozar los locales a patadas y cabezazos".
Los Damned ya no estaban en esa órbita, y la publicación de "Strawberries" a finales de 1982 lo confirma: este es el disco más pop en su carrera, con una sorprendente habilidad melódica que ya habían demostrado en "Black album" pero que aquí se perfecciona hasta tal punto que en ocasiones no parecen los Damned. No hay duda de que se nota, y mucho, la influencia de aquel disco -canciones entre hard rock y pop como "Dozen girls" o esa nostálgica "Pleasure and the pain" lo demuestran-, pero hay nuevos ingredientes, incluyendo vientos, más variedad de teclados e incluso se oye un sitar. Por momentos se acercan al pop electrónico en piezas como "Generals" o añaden arreglos casi de soul funk blanco como en la brillante "Stranger on the town". Y por supuesto sigue habiendo piezas de nervio como la apertura con "Ignite" o trabajos góticos muy elaborados como "The dog", donde se luce el nuevo teclista Roman Jugg. Así que este es no solo uno de los mejores discos de los Damned, sino también de toda aquella época, y demuestra que pueden fundirse todo tipo de estilos si uno tiene creatividad. Según Vanian el título es un recuerdo envenenado a aquellos fans "integristas" de sus primeros tiempos, que ahora se muestran indignados en las actuaciones por este refinamiento del grupo: "Nos dimos cuenta de que tocar esta nueva música ante ellos era como echarle fresas a los cerdos; y nos quedamos con la idea, y la usamos". Eso es actitud.
Aunque se encuentran aparentemente en el punto más brillante de su carrera, hay tiranteces; sobre todo entre Vanian, partidario de reforzar el tono gótico, y Sensible, que cada vez se muestra más cercano al pop y que por otra parte ya está manteniendo una carrera en solitario -con algunos éxitos medianos en single- en paralelo a su trabajo con el grupo. Durante esa época hay un ambiente general de dispersión, ya que participan en algunos proyectos alternativos y el futuro no parece muy claro. Como resultado no habrá disco oficial del grupo hasta 1985, y para entonces se han marchado Sensible y Gray: vuelven a ser un cuarteto, con Bryn Merrick como bajista. El disco se titula "Phantasmagoria" y, aunque de nuevo la mayoría de las canciones figuran compuestas por todo el grupo, se nota claramente el gusto de Vanian por ese rock gótico que va salpicando el disco con algunas piezas tremebundas. Lo cual desanima un poco a los que no somos de esa querencia, claro: canciones como la catedralicia "Sanctum Sanctorum", con la entrada ambiental de terror de serie B y el órgano a juego, nos echan para atrás. De todos modos sigue habiendo canciones de la vieja escuela, aunque tal vez un poco recargadas por el ambiente general épico que da la producción, y "Street of dreams" seguida por "Shadow of love" son buenos ejemplos. El caso es que, tanto en la cara A como en la B, un poco más ligera, los Damned siguen demostrando su querencia por la melodía, sea del tipo que sea. Y con eso consiguen seguir nadando entre dos aguas, dando a veces la sensación de que tal vez todo sea una parodia: puede que ni el sepulturero Vanian ni los demás se crean del todo ese papel vampírico que están representando. Sorprende un poco el éxito que consiguen con esa táctica, porque el disco llega a rozar el top 10.
Aquí termina la era realmente grande de los Damned, que en total duró casi diez años. A finales del 86 presentan "Anything", donde el grupo aparece bastante desdibujado tal vez porque es más el producto de las prisas del sello que de la verdadera existencia de un repertorio con categoría. Luego hubo unas cuantas giras, otro disco fallido y la primera separación del grupo. A partir de los 90, como muchos otros, se reagruparon más de una vez para hacer caja, pero eso ya no nos importa: gusten más o menos, no se puede negar que estamos ante uno de los más grandes símbolos de aquella revolución que conmocionó las estructuras de la música popular.
Los Clash son la otra gran banda veterana que sigue en pie tras el quinquenio dorado que nos ha traído hasta aquí. Como los Damned, partieron del punk para crear su propio estilo, que en este caso es una amalgama de tendencias que van desde el rock más o menos tradicional hasta los ritmos negroides que podrían incluso emparentarlos con las tendencias neo mod que hubo en la Isla en aquella misma época. Su "maldición", por decirlo así, es tener que luchar contra la sombra tan alargada del "London calling". Conscientes de que es muy difícil volver a alcanzar esa altura intentan (lo intenta Strummer más que nadie) hacer lo que suele hacerse en estos casos, que es apartarse todo lo posible de ese sonido.
Lo consiguen a medias: en aquel empeño un tanto megalómano que fue el triple "Sandinista!" hay unas de cal y otras de arena, pero les salvó el material más "racial", entre r'n'b, reggae y Motown, que trufaba el disco. Y esa mezcla de estilos se amplía más aún en "Combat rock", publicado en verano del 82: siempre a lo grande, en un primer momento habían pensado en un doble, pero finalmente recurren al bendito Glyn Johns, que rehace las mezclas y les recomienda dejarlo en un sencillo; esa decisión desagrada a Mick Jones, que había hecho las mezclas iniciales y optaba por el doble. Creo que tenían razón Johns y los otros, porque aun así el material resulta un poco disperso, pero el tono general me parece sobresaliente. Destaca por supuesto la intemporal "Should I stay or should I go", que podría haber formado parte del "London calling" sin desdoro alguno. Pero ya la apertura con "Know your rights" es de categoría (por alguna razón me sugiere a Dylan acercándose al rockabilly, pero no me hagan mucho caso), mientras que "Car jamming" tiene un extraño tono r'n'b entre Motown y Bo Diddley. "Rock the Casbah", la cuarta, es una especie de funk bailable que curiosamente nos habla de los fundamentalistas y su prohibición del baile; y a partir de ahí hay un verdadero carrusel de estilos que van resolviendo con relativa soltura, pero que les sitúa en el top 3 de ventas en la Isla. Y falta les hacía, porque siguen debiendo dinero a su sello.
Las sesiones de grabación de aquel disco habían sido tumultuosas, con Strummer y Jones cada vez más distantes. Dejando aparte problemas de personalidad, Strummer era el que intentaba diversificar la música del grupo todo lo posible, mientras que Jones era decididamente partidario del sonido Clash de los primeros discos. Y a esta situación se sumaba la fuerte dependencia de Topper Headon con los polvos blancos y marrones; poco después lo echan y durante unos meses le sustituirá Terry Chimes, que había sido el primer batería, pero ante el panorama cada vez más enrarecido que vive el grupo se marchará pronto. A partir de ahí, ese puesto será casi itinerante. El siguiente en irse es Jones, y de ahí en adelante ya todo va de mal en peor: Bernard Rhodes, el manager que había sido despedido y que volvió en el 81 bajo imposición de Strummer, tendrá desde entonces casi tanto poder como él e incluso participará en la creación del repertorio y la grabación de "Cut the crap", el último disco del grupo, que se publicará a finales del 85 y del cual casi nadie quiere acordarse (uno de ellos es Simonon, que ni siquiera figura en los créditos). Junto con algunos músicos más o menos fijos, Strummer y Jones reúnen un grupo de canciones en las que destacan esos arreglos electrónicos tremebundos que tanto parecen gustar a Rhodes y que Strummer consiente tal vez porque los cree muy modernos o porque ya no se le ocurre otra cosa. Allá por debajo, muy al fondo, se nota que antes hubo un grupo llamado The Clash; de hecho hay una canción que se titula "We are The Clash" y que por momentos recuerda el estilo de los cánticos futboleros británicos. La elegida para single principal, titulada "This is England" parece buscar un tono épico, o algo así, pero tampoco llegó muy lejos. En fin, que ante el rechazo general y la situación de inexistencia real del grupo, Strummer lo liquida a principios del 86.
El grupo posterior más popular de Jones fueron los Big Audio Dynamite, una combinación de rap, funk y unas cuantas cosas más; Strummer, mucho después, destacó brevemente al frente de The Mescaleros con un estilo parecido aunque sin tanta carga electrónica. Pero como en el caso de los Damned, todo eso ya da igual en comparación con sus años de gloria: salvo el último disco, casi todo el repertorio de los Clash es imprescindible para comprender aquella época.
Empieza bien la nueva serie, con dos discazos de los Damned; no sabría con cuál de los dos quedarme, porque ambos me gustan bastante. Me alegro de que hayas escogido temas como ''Grimly Fiendish'' o ''Pleasure and the pain'', que no tienen nada que envidiar a las que abren las caras-A y suelen entrar en los recopilatorios (Sweet of dreams, Generals, Ignite...). Con este duplo termina su etapa dorada, pero, aunque fuera de su época, tienen material suelto para mí igual de bueno, en los discos 'Grave disorder' y el último, 'Evil Spirits'. Me dirás que no tienen el interés de la innovación y que ya se les pasó el arroz, y tendrás razón, pero yo, quizá porque no viví la época que vio nacer al grupo, los disfruto indistintamente.
ResponderEliminarDel 'Combat Rock' de los Clash me quedo sobre todo con ''Rock the Casbah''.
A veces resulta difícil delimitar épocas, pero en el caso de la mayoría de los grupos punk y post punk la cosa resulta más sencilla: cuando su estilo se aleja mucho de sus orígenes, esa banda ya es otra. Y aun admitiendo ese criterio (o por eso mismo), a la mayor parte de los puretas nos parece que discos como "Grave disorder" o "Evil spirits" tal vez los valoraríamos de otro modo si los hubiese hecho otro grupo, no los Damned. Esa sensación es muy frecuente: me pasa también con Siouxsie a partir del doble directo.
EliminarYo de los últimos Clash me quedo con "Should I stay or should I go" y poco más. Pero no me hagas mucho caso, porque no es mi grupo preferido precisamente.
Creo que este artículo que tú ya conoces sitúa muy bien, los comienzos de Damned y su relación con los supergrupos del punk que desde mi punto de vista siempre ha sido más un movimiento estético que musical, de ahí su dispersión en todas direcciones tras sus primeras hornadas irritantes.
ResponderEliminarhttps://www.jotdown.es/2022/05/the-damned-no-es-punk-es-caos-de-guarderia/
En el principio había un movimiento estético y musical también. Pero los músicos más despiertos fueron evolucionando pronto. Y los Damned fueron un buen ejemplo, mientras que los Pistols, sus "compañeros de clase", se disolvieron como un azucarillo.
EliminarEl artículo es muy bueno, y como ya te había comentado se nota que los Damned le caen bien a todo el mundo...
No quiero ni pensar la que le hubiera caído hoy a los Damned por traicionar a su parroquia, cuando muchos fans se creen los guardianes de las esencias de sus ídolos. El punk patatero está bien para un rato, y como músico, si tienes cierta inquietud, es bastante simple. En su día no seguí mucho a los Damned, y lo que estás poniendo es muy bueno. Clash sí que los frecuentaba, son de lo mejor de la época, y Should I stay or should I go sigue sonando perfecta
ResponderEliminarPuedes estar seguro de que ya en su momento hubo opiniones para todos los gustos. El asunto este de los guardianes de las esencias es intemporal, viene ya de antes de los Beatles y seguirá por siempre. Hay gente que ve traidores en todas partes (acuérdate de Dylan cuando se pasó a la guitarra eléctrica: ¡Judas!, le gritaron).
ResponderEliminarHola Rick.
ResponderEliminarPues dos grupos con la faena hecha, así que ya podían dedicarse a vivir de rentas, pero con bastante dignidad.
El Combat Rock me parece un muy buen disco y los de los Dammed. en todos siempre hay alguna gran canción.
Bueno, es lo que daba de si la cosa.
Saludotes
Jose
Hola, José.
EliminarEl "Combat rock" es un disco bastante bueno, si. Habrían quedado como señores si lo hubiesen dajado ahí, pero en fin. No se puede pedir todo.
Los Damned a mí me parecen magníficos como mínimo hasta mediados de la década, y luego ya queda una estela muy larga que sigue teniendo sus fans, de todos modos.
Saludos mil.
Fui de aquellos que dejaron de seguir a Damned a partir de su "The Black Album" y a Clash desde su "Sandinista" Solía ocurrir que, ante la mucha oferta que recibías por entonces, solía optar por otras novedades, parecía como si ambos grupos, después de una fructífera carrera, debieran dejar paso a otras opciones que ofrecía el mercado. Poco puedo hablar, por lo tanto, de las obras que comentas ahora.
ResponderEliminarAunque mis preferencias siguen siendo claras (el homónimo de los primeros y el "London Calling" de los segundos) no dejo de guardar una clara simpatía por ambas formaciones.
A efectos de "memoria histórica", recuerdo bien sus conciertos en Madrid (The Clash) y en Londres (Danmed junto a New Model Army). Dos experiencias que mostraron el tremendo potencial en vivo de ambas formaciones, con una multitud entregada de antemano y con unas escenas de violencia que jamás pensaba ver en la civilizada Londres de 1984.
Saludos,
En cuanto a los Damned, sin querer ser reiterativo, te recomiendo como mínimo "Strawberries": si lo dejas después de ese lo habrás dejado en lo más alto. Y de los Clash creo que todos estamos de acuerdo en el "London calling": era muy difícil superar eso.
ResponderEliminarY sí, hablando de London, esa violencia siempre me ha parecido implícita o latente en esa ciudad. Dicen que es una consecuencia frecuente en las ciudades de aluvión, pero yo al menos nunca he visto tanta tensión en Madrid, por ejemplo. En fin, serán rachas...
Saludos mil.
Los Damned no suenan nada mal en "Dozen girls" y "Pleasure and the pain". Se ve que aún estaban en forma.
ResponderEliminarEn cuanto a The Clash, sí que es difícil "luchar con la sombra alargada de London Calling", como bien dices. Sin embargo, a mí me parece que "Combat Rock" es un buen disco, y "Should I stay or should I go", un temazo.
"Cut the crap" apenas lo he oído, aparte de las dos que has puesto aquí. No me suenan mucho a The Clash.
Veremos por dónde tira la cosa ahora.
Saludos.
Ya digo, "Strawberries" es un disco realmente bueno, y una nueva demostración de que supieron superar su estilo original porque tenían recursos. Luego ya la querencia gótica es otra historia, pero saben hacer pop.
EliminarDe los Clash, pues eso: lo dejamos en "·Combat rock" y listo.
Saludos mil