miércoles, 15 de octubre de 2025

1967 (I)

La ensoñación que se vive en occidente por la radiante imagen que proyecta el Swinging London llega a su momento cumbre en 1967, a la par que el influjo de la psicodelia en el conjunto de disciplinas artísticas, e incluso como hecho social. En lo referente a la música, los géneros más bailables como el soul comienzan a quedar restringidos al mundo de las discotecas; gran parte de los grupos que trabajan ese estilo, influidos también por la psicodelia, evolucionan lentamente hacia un tipo de rock que en poco tiempo se encuadrará en una especie de denominador común llamado progresivo, mucho más “serio”. El progresivo será protagonista principal en el tránsito isleño que va desde finales de esta década hasta mediados de la siguiente; afectará también al jazz y el blues, e incluso habrá algunos grupos de querencia melódica cuya obra va discurrir entre el pop progresivo y el barroco, aunque este último será más propio de los Estados Unidos, sobre todo en su costa este, que de la Isla. 

La psicodelia se vive, se respira, se palpa en casi toda la ciudad. Surgen como setas los locales como el UFO o Middle Earth (sí, la influencia de Tolkien entre las juventudes lisérgicas es notable) donde nuevos grupos ensayan un repertorio a veces brillante, otras veces alucinado, que cuestiona todas las estructuras melódicas y rítmicas normativas hasta entonces. También la mayor parte de los ya consagrados tratan de apuntarse a esa corriente, unos por verdadera convicción (los Beatles o los Who) y otros por el miedo a quedar fuera de juego (los Stones). Llama la atención el hecho de que, entre los veteranos, el pop sigue siendo una influencia mayor; luego están los Cream o la banda de Hendrix, que parten del blues, y algunos nombres nuevos (Pink Floyd, por ejemplo) cuya vocación experimental toma elementos de muchas fuentes. Mientras las drogas “pasadas de moda” como las anfetaminas se consideraban poco más que como un tonificante para mantenerse en pie con una cierta lucidez durante varias horas, el ácido es el ingrediente fundamental para ponerse en situación y, abandonándose a sus efluvios, esperar por el fogonazo de genialidad inspiradora. Bueno, eso a veces pasaba y a veces no; pero su uso continuado es un arma de doble filo, y las consecuencias se verán pronto. 

Uno de los hechos más relevantes para el futuro de la música ratonera en la Isla es la inauguración, el 30 de septiembre, de la legendaria Radio One: por fin la endiosada BBC ha bajado de su pedestal. Se trata de la primera emisora estatal cuyos contenidos musicales están dirigidos exclusivamente al público joven, y será un referente para que surjan otras en toda Europa (Radio Nacional de España aún tardará mucho en lanzar Radio 3). Radio One es la demostración de que a la fuerza ahorcan, porque hasta entonces la emisora pública británica seguía desconectada de la realidad: de mala gana, había terminado por admitir la potencia de los Beatles y algunos grupos más, todos ya muy consagrados. Pero si un aficionado quería estar más o menos al día sobre las novedades más o menos alternativas, no le quedaba otra que recurrir a las emisoras piratas como Radio London o Radio Caroline; que no eran ejemplo de nada (los sobornos en ellas estaban a la orden del día), pero habían conseguido llevarse a toda la juventud moderna con ellas. Así que la vetusta dama atacó por ambos flancos: primero consiguió que el parlamento británico las ilegalizara y a continuación se llevó a sus dj's más relevantes. La primera consecuencia tuvo lugar el día 1 de octubre, cuando debuta en la BBC el más famoso de todos ellos: John Peel al frente de sus Peel Sessions, un verdadero canon musical para el futuro. 

A medida que el año se va acercando a su fin, comienzan a percibirse con toda claridad las señales de alarma: el LSD, notorio protagonista del bienio 66/67, se está cobrando sus primeras víctimas. El exceso de oferta artística descabellada a todos los niveles (música, imagen, vestimentas, performances) alimenta una sensación de creciente hartazgo que pronto hará caer gran parte de aquella estructura visionaria, desde los locales de actuaciones hasta las tiendas de ropa. Las luces del Swinging London comienzan a parpadear, y cuando llegue el año 68 dará la sensación de que acabamos de despertar de un sueño. Pero como siempre, el futuro nos trae sin cuidado: 1967 es uno de los años de mayor y más brillante producción discográfica, y eso es lo que queda. Así que disfrutemos del ahora empezando aquí mismo, con la sintonía con la que se inauguró Radio One. Se titula Theme One y está compuesta por Sir George Martin; inicialmente iba a ser obra de McCartney, pero al final -y creo que por fortuna- la hizo el productor estrella de la Isla en aquellos tiempos. Su magnetismo es tal que incluso una banda tan circunspecta como los Van Der Graaf Generator hará una versión años después (y no serán los únicos). Aquí la tenemos:




6 comentarios:

  1. Trolling Like Crazy15 de octubre de 2025, 18:05

    Décadas tratando de saber qué tema era ese. Sabía que era la sintonía de fin de emisión de alguna emisora de la época, pero creía que era de Radio Caroline. Tenía que haber notado el toque de George Martin con la inclusión del french horn (¿Alan Civil?) y el uso del 'flanger', pero mi erudición no llegaba a tanto, y menos en aquellos años.

    Eternamente agradecido. TLC

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    1. Bienvenido, mister Troll. Cuánto tiempo.
      He ido a mirar si había listado de músicos en esta pieza y por desgracia parece que no: simplemente, se cita "George Martin y su orquesta", lo cual hace suponer que no sería el señor Civil.

      Hoy en día el asunto de las piezas desconocidas suele tener fácil arreglo: las app como Shazam, por ejemplo. Por curiosidad se la he puesto y la ha detectado inmediatamente.

      Saludos mil.

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  2. Probablemente me adelante a una - apuesto a que segura - cercana interpretación tuya, pero, al igual que comentábamos en la "Fiesta 1966" con la película "Blow Up" como cúlmen del ambiente y espíritu de ese año, en ese siguiente 1967 el "14 Hour Technicolor Dream" del Alexandra Palace, celebrado en Abril en Londres, marca uno de los puntos y seguido de aquella época fascinante.
    Saludos,

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    1. Uf, eso sí que fue un "Quien es quien" de la música contemporánea. Son dos hitos, no hay duda, y de los más grandes. Por cierto, creo que fue la última vez en la que actuó Syd Barrett con los Floyd.

      Saludos mil

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  3. Lo de los Stones fue como un paréntesis impostado, aunque siguieren haciendo buena música. Eso sí, a partir de 1968 dieron con la tecla exacta y propia. Un año clave, el de 1967, cómo se movía todo.

    Un abrazo, Rick.

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    1. Sí, yo creo que no les quedó más remedio, por si acaso, que seguir el rebufo. Y desde luego, esos años que van desde el 68 hasta el 73 o 74 son su época dorada.
      Saludos mil.

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