lunes, 8 de diciembre de 2014

España: ascensión y caída (VII)


Como ustedes recordarán, en Barcelona hay también unos cuantos nombres ya veteranos en el asunto de la música yeyé, así que nos quedaremos en esa hermosa ciudad por un tiempo y como es norma comenzaremos por el más veterano de todos: los Gatos Negros, que llevan en esto desde finales de la década anterior. Al igual que los grupos madrileños o de cualquier otro sitio, su masa de fans está formada por los aficionados más cercanos, los que acuden a sus actuaciones, ya que su producción discográfica es muy deficiente por culpa, como siempre, de unos sellos cuyo criterio es nefasto. Y al hablar de criterio no me refiero exclusivamente al artístico sino también al económico, porque si a su codicia se uniese un poco de inteligencia posiblemente la vida de algunos conjuntos habría durado más y con mejores resultados. Hay que tener en cuenta que las actuaciones de la mayoría de estos grupos no solían ir mucho más allá de su región, mientras que los discos o la radio llegaban a todas partes. 

Su primera época terminó con la ilusionante perspectiva de un disco grande, pero antes Vergara vuelve a dar pruebas de su “criterio” y les obliga a grabar un single con dos versiones: “Juanita Banana” y “Raskayú”. Casi mejor no digo nada. A pesar de eso, la disquera está al tanto de que las actuaciones de los Gatos son cada vez más populosas, y accede a grabar una colección de canciones que el grupo ensaya y ejecuta en el Orfeón de Gracia (a puerta cerrada, es decir, “en estudio”). No parece que dicho lugar sea muy frecuentado por los yeyés -salvo una o dos veces que anduvo por allí el Dúo Dinámico- así que hemos de reconocer que los Gatos tuvieron enchufe: da la casualidad de que los Sírex son amigos suyos, y el batería de estos últimos, Luís Gomis, es hijo del presidente del Orfeón. A la magnífica sonoridad de ese lugar se une el hecho de que José María Mesa, su anterior guitarrista, se ha ido para dar entrada a Quique Tudela, un músico de la nueva ola que ya usa pedales y todo, con lo cual el resultado puede ser fastuoso. Aunque por si acaso, la temerosa Vergara prefiere tantear el mercado lanzando primero un EP de anticipo. Y ahí empieza la leyenda; ahí va incluida “Cadillac”, una canción que por suerte o por desgracia acabó marcando a los Gatos Negros. ¿Por desgracia, dirán ustedes? Pues sí, porque con frecuencia se les considera como grupo de un solo éxito, lo cual me parece una tremenda injusticia. 

La historia de esa canción es digna de ser contada, ya que es la historia de un error que refleja muy bien la escasa información que había en la época. Los Gatos la oyen en un actuación de Tony Ronald con sus Kroners, buscan el título, alguien les dice que está en el primer disco de los Kinks, sin verificarlo suponen que será de Ray Davies y así la publicarán, pero no es cierto: lo que han oído es una versión muy libre que los Renegades, una pequeña banda isleña que se domiciliará en Finlandia, hacen del “Brand new Cadillac” de Vince Taylor -acortando estrofas y título, hasta dejarlo en “Cadillac”- y que la banda de Tony casi fotocopia. Y ya puestos, recordemos que el “Cadillac” de los Kinks tampoco es de Davies, sino de Bo Diddley (el asunto de los títulos y los autores es un sinvivir). Pero a lo que íbamos: de ese EP, formado por versiones, oiremos además la que hacen del “Evil hearted you” de los Yardbirds. Fíjense en el excelente sonido de estas grabaciones: además de la acústica del orfeón de marras, está la -por una vez- buena disposición de Vergara, que produce un estéreo realmente notable considerando que estamos en 1966. 



Ante el éxito del Ep, que se instala en el top 10, poco después Vergara decide publicar el disco grande, que alcanza una popularidad razonable para la época y ha quedado como uno de los mejores ejemplos del sonido garajero nacional: casi todas las versiones contenidas en él son superiores a la media, y en ellas se incluyen, además de las cuatro que ya estaban en el disco pequeño, otras como el “Keep on running” de los Spencer Davis Group -la mejor versión que se ha hecho en España de esa canción- o “La den da” que popularizó Gene Vincent en plan orquestal y que yo creo que los Gatos mejoran. Hay también una pieza propia, “No has de creer”, una especie de beat muy bien resuelto y con ese acento exótico que da la voz del italiano Piero Carando. De todos modos, al igual que los Tonys con las canciones de “Megatón ye yé”, este tipo de discos señala el fin de una época: el pop, el soul y la psicodelia están haciéndose con el mercado, desterrando al beat y el garaje. En 1967, y tras un nuevo single extraído de ese LP, los Gatos demuestran que ya han comprendido la necesidad de evolucionar y publican un single con versiones de “La tierra de las mil danzas”, el cañonazo cósmico de Wilson Pickett, y el “No milk today” de los Herman’s Hermits. Toda una alegoría: el soul, es decir, el futuro, en la cara A; la decadente melodía beat en la B. Y al mismo tiempo esta es la última grabación con Piero, que se marcha con su voz y su bajo para dar entrada a un ex-Albas: Frank Andrada. Aquí les dejo, para que se aprecie bien la transición, aquella única canción propia de su legendario LP y su versión de la inmortal pieza soul. 



A finales de 1967 se publica un single con dos versiones muy reveladoras: en la cara A tenemos “Homburg”, de Procol Harum, y en la B “I’m so glad” de Cream. O sea, una exhibición de psicodelia progresiva en la que Carlos Maleras estrena su flamante órgano Hammond comprado a los isleños The End (que por entonces correteaban por nuestro país), y otra de psicodelia blues. No soy yo muy fan de Procol Harum, pero sobre la versión de Cream tengo que decir que me parece magnífica y que demuestra el valor que tenían los Gatos Negros: casi nadie se atrevió en España con ese trío. Pero en 1968 la psicodelia comienza a decaer y en las discotecas británicas se pone de moda el “blue eyed soul”, o sea, el soul blanco, que causará un terremoto en España y del cual nuestros amigos dan cuenta de inmediato con su último single en Vergara, en cuya cara A tenemos una versión del “Hey bunny”, un mediano éxito de John Fred... que resulta ser la última gran luminaria en la carrera de un grupo que comienza a decaer. En ese año pasan a EMI y acortan su nombre a Los Gatos, pero esto es un simple maquillaje porque el problema parece bastante evidente: a partir de ahora solo triunfarán algunos grupos que tengan repertorio propio, y nuestros amigos dependen de las versiones casi exclusivamente. Vuelvo a la “crueldad” de la que hablaba en el primer capítulo de esta serie: cuando hay poco dinero y mucha oferta vas a lo seguro. ¿Quién prefiere el “I’m so glad” de los Gatos, por muy bueno que sea, antes que el de Cream? Por otra parte el recurrir continuamente a las versiones implica cambiar de estilos, como hemos visto. Y claro, eso significa que no tienes estilo propio; así que, o te dedicas a versionar piezas para masas, como los Mustang, o estás acabado. Y por último: la mayoría de los grupos españoles se encontraban a gusto en el beat e incluso el garaje, pero los nuevos ritmos comenzarán a diezmar el panorama; y los Gatos, tras otros dos singles intrascendentes, anuncian su final en 1970. Años después se reagruparon, incluso hubo nuevos discos… pero ya saben que yo soy un tipo sin alma, no creo en las resurrecciones. 


Repasando lo que escribí cuando andábamos por el primer quinquenio nacional, veo que una de mis frases dice poco más o menos que los Gatos eran mejores que Sírex y Mustang juntos. Bueno, pues lo dije y lo mantengo; es más, casi estoy por incluir a los Salvajes en el paquete (¡Oh! ¡Sacrilegio!). En este momento de enajenación que me afecta, creo que solo Lone Star pueden comparárseles en Barcelona. Y justo esos son los que veremos la semana que viene.



14 comentarios:

  1. Grandioso repaso. Los Gatos molaban, Rick. Eran los Iron Butterfly españoles jajaja

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    1. Hombre, tanto como los Iron Butterfly no creo yo; se iban defendiendo, lo cual ya es bastante si tenemos en cuenta que compusieron muy pocas canciones y que su sello trataba de exprimirlos con versiones de lo que fuese. En fin, casos como este hay varios en el sufrido panorama nacional de la década.

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  2. Me alegra haber conocido esta banda, por que realmente suenan muy bien en todas sus etapas, hasta sus últimos singles.Todo un descubrimiento para mi.
    Como siempre, he disfrutado leyendo y escuchando esta entrada.

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    1. Creo que es uno de los grupos más infravalorados de la época, mister Antoni; por eso insisto en que tal vez "Cadillac" no les hizo muchos favores. Pero como el tiempo ya ha pasado y las cosas no tienen remedio, pues qué le vamos a hacer. En todo caso, creo que los aficionados de verdad a este tipo de músicas deberían oírlos con atención: al menos técnicamente, eran más que notables.

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  3. Musicalmente son impecables y se agradece el buen sonido del Orfeón de Gracia. "Cadillac" y "Hey Hey Bunny" -en que el cantante parece un Otis Redding en toda la regla- son muy buenos. luego el resto los temas son más irregulares aunque está bien ese "Qué contento estoy". Pena de letras en ese aspecto me quedo con Los Sirex, Los Salvajes y no digamos Lone Star que tienen varias canciones que han sobrevivido al paso del tiempo.
    Voy a poner un vídeo de ellos que acabo de localizar en youtube:
    https://www.youtube.com/watch?v=RWeUzNUcL1Q

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    1. Esa versión en directo que nos ha dejado, herr doktor, demuestra que en efecto los Gatos eran gente muy curtida: dejando aparte al guitarra cantante, que por supuesto es un fichaje de estos últimos años, da gusto oir la actualización que hacen de una pieza memorable y que no suena en absoluto antigua sino clásica. Y bueno, las letras ya sabe usted que no me importan mucho: lo que se busca, especialmente en este tipo de géneros, es que nos enerve el sonido y los estribillos.

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  4. Si que sonaban bien Los Gatos Negros. Ya me gustaban en sus tiempos aunque, extrañamente, no compré ningún single suyo.

    Puedes cometer todos los sacrilegios que quieras, pa eso es tu blog jejeje, pero yo no los pondría por encima de Los Salvajes.

    Saludossssssssss

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    1. Eran unos técnicos muy buenos. Por ejemplo su teclista, Carlos Maleras: cuando los Bravos perdieron a Manolo, su primera opción fue llamar a Carlos, pero este prefirió seguir con los Gatos. Y en cuanto a los Salvajes... sí, también les tengo respeto, pero sigo pensando que fueron más apoyados por su sello: en igualdad de condiciones habría que ver cómo se recordaría ahora a unos y otros.

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  5. Hola Rick:
    Pues estos son de mis grupos,aunque me gustaría puntualizar que me gustaba mas su sonido crudo primitivo, que poco a poco se fué dulcificando y acabó como tantos otros envueltos en trompetas y demás metales,que a mi siempre me han dado un poco de repelús.
    De todas formas han sido de los buenos conjuntos hispanos.
    Espero elcapítulo de Lone Star, que supongolo escribirás con letras mayusculas.
    Un saludo
    Jose

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    1. El sonido garajero, como el beat, son estilos que se van perdiendo a mitad de década: nos guste o no, el pop, el soul y la psicodelia son la moda entre 1966 y 1969. Y como es lógico, tanto los Gatos como los demás competidores están obligados a seguir ese camino. De todos modos, y aunque tampoco a mí me hacen mucha gracia los metales en general, estamos en lo de siempre: depende de la creatividad que tenga cada uno.

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  6. Pues yo soy de los que solo conoce la de Cadilac, y ya me imaginaba que era una versión muy libre de Brand new Cadillac, pero la mejoran, y mira que me gusta la original. No has de creer y Eres un demonio también son de recibo, pero lo que dice, vivir de hacer versiones es pan para hoy y hambre para mañana.

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    1. Yo también creo que la mejoran, mister Chafardero, aunque de todos modos es bastante fiel a la versión de los Renegades. Y al final ese es el problema, la falta de material propio: puedes hacer algunas versiones realmente buenas, que superen incluso a las originales, pero la gente a partir de esta época quiere ver cómo eres, cuál es tu estilo. Y para eso hay que crear canciones nuevas.

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  7. Pues a mí estos señores nunca me gustaron demasiado. Los asocio a músicas mucho más ramplonas, que creo que fue lo que hicieron normalmente, tal vez por orden de las discográficas.

    Pero sí: las que usted propone estaban muy bien.

    Saúde.

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    1. Pues supongo que se debería a que no eran los más populares en la radio y a que las versiones patateras probablemente se anunciaban más que otras cosas. Estamos ante uno de esos grupos mucho más valorados entre las minorías que entre la masa de oyentes, y en ese sentido es lógico que Sirex o Salvajes hayan pasado a la historia con más fanfarria. Me reafirmo en mis últimas palabras, en cualquier caso.

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